LECCIÓN 359 La respuesta de Dios es alguna forma de paz. Todo dolor sana; toda aflicción queda reemplazada por la dicha. Las puertas de la prisión se abren. Y se comprende que todo pecado no es más que un simple error.




Aquí la Introducción a la segunda parte del Libro de Ejercicios de UCDM

LECCIÓN 359

La respuesta de Dios es alguna forma de paz. Todo dolor sana; toda aflicción queda reemplazada por la dicha. Las puertas de la prisión se abren. Y se comprende que todo pecado no es más que un simple error.

1. Padre, hoy vamos a perdonar Tu mundo y a dejar que la creación sea Tuya. 2Hemos entendido todas las cosas erróneamente. 3Pero no hemos podido convertir a los santos Hijos de Dios en pecadores. 4Lo que Tú creaste libre de pecado ha de permanecer así por siempre jamás. 5Ésa es nuestra condición. 6Y nos regocijamos al darnos cuenta de que los errores que hemos cometido no tienen efectos reales sobre nosotros. 7El pecado es imposible, y en este hecho descansa el perdón sobre una base mucho más sólida que el mundo de sombras que vemos. 8Ayúdanos a perdonar, pues queremos ser redimidos. 9Ayúdanos a perdonar, pues queremos estar en paz.






AUDIOS de la Lección 359
de CELEBRANDO EL MILAGRO


Lectura de la Lección 359
A través de Blanca Nivia Morales Contreras.


Ocurrir de la Lección 359
a través de Martin Musarra


Lección 359
comentada por 
Jorge Luis Álvarez Castañeda


































LECCIÓN 359

La respuesta de Dios es alguna forma de paz. Todo dolor sana; toda aflicción es reemplazada por alegría. Las puertas de la prisión se abren. Y se comprende que todo pecado no es más que un simple error.

Comentada por: 
Jorge Luis Álvarez Castañeda

¡Que la paz sea con nosotros hoy!

Ayer, Jesús, nos decía que siempre que invocábamos a Dios obteníamos respuesta. Hoy, nos dice que esta respuesta es una forma de paz. Recordemos que el objetivo de las enseñanzas de este Curso es la paz. La paz es ese estado donde se encuentra el amor y la dicha. La paz es la unidad que sentimos con Dios y nuestros hermanos. La paz se hace inevitable para los que ofrecen paz. La paz no es posible si hay ira y falta de perdón. 

Con la respuesta de Dios todo dolor sana al deshacer la creencia en la separación y la alegría reemplaza la aflicción. Alegría, que no es transitoria, como la del ego, detrás de la cual, siempre, se esconde el miedo. Las puertas de la prisión de mi mente, donde he estado aprisionado por el sistema de pensamiento del ego, se abren cuando me decido a perdonar y aceptar la Expiación para mí mismo. Ahora, acepto que todo pecado es un simple error, nos dice Jesús.

 Recordemos la distinción entre pecado y error. El error puede ser corregido con la mediación del Espíritu Santo y de Jesús. Si se acepta la existencia del pecado, se creerá que esté debe ser castigado. Si acepto esta distinción avanzo en el proceso de la salvación pues dejaré de estar atacándome a mí mismo.

Nos dice Jesús en la lección:

”Padre, hoy vamos a perdonar Tu mundo y a dejar que la Creación sea Tuya”.

Estábamos equivocados. No aceptábamos tu mundo: el mundo real y pensábamos, siguiendo al ego, que éramos nuestros propios creadores. Vamos a perdonar las proyecciones de culpa y miedo que hicimos sobre Ti. Vamos a aceptar la unidad, no la separación. Vamos a aceptar la verdad, no la ilusión. Vamos a aceptar al Espíritu Santo como maestro, no al ego.

  Continúa Jesús:

”Hemos entendido todo erróneamente. Pero no hemos podido convertir a los santos Hijos de Dios en pecadores. Lo que Tú creaste libre de pecado ha de permanecer así por siempre y para siempre. Ésa es nuestra verdadera condición”.

La inocencia e impecabilidad del Hijo de Dios, su espiritualidad, es eterna y no depende de las interpretaciones que hagamos acerca de nuestros hermanos teniendo al ego como maestro. No podemos ser pecadores. Si veo pecado en mi hermano se debe a las proyecciones de culpa y miedo que descargo sobre él. 

Por eso nos dice Jesús en la lección 250:
”y tal como lo vea a él me veré a mí mismo”.

Puedo decidirme a ver a mi hermano desde la paz y no desde el conflicto para. Y así, trasformar el dolor y la ira, por alegría.

Continúa Jesús:

”Y nos regocijamos al darnos cuenta de que los errores que hemos cometido no han tenido efectos reales sobre nosotros. El pecado es imposible y en este hecho descansa el perdón sobre una base mucho más sólida que el mundo de sombras que vemos”.

Los errores que creemos haber cometido no han tenido efectos reales sobre nosotros. Recordemos que lo real se refiere a Dios, a la verdad. Nuestra condición de Hijos de Dios no se ha visto afectada por ellos. Sólo hacen parte de las ilusiones que pueden ser corregidas con la mediación del Espíritu Santo y de Jesús. El Cristo, en nosotros, siempre está con nosotros, así, pensemos lo contrario. El pecado es imposible para el Hijo de Dios. Si veo en mi hermano, cuando creo que comete errores, al Hijo de Dios que es: inocente e impecable, veré que en realidad no hay nada que perdonarle porque el Hijo de Dios, es perfecto y no comete errores. El que cree cometerlos es el personaje fabricado por el ego. Si acepto esto el perdón se hará más fácil de aceptar.

Finalmente nos dice Jesús:

”Ayúdanos a perdonar, pues queremos ser redimidos. Ayúdanos a perdonar, pues queremos estar en paz”. 

La paz se encuentra en mí, en mi mente. No la puedo encontrar fuera de mí mismo. Los pensamientos que tenga, amorosos o no, determinan la manera como vea al mundo y cómo me relaciono con mis hermanos: desde la paz o desde el conflicto. Si no perdono no puedo estar en paz y no soy redimido. Esta es la invocación que le hacemos a nuestro Padre: Ayúdanos a perdonar para tener paz y ser redimidos.

Con relación al tema de que soy.

Nos dice, Jesús, en el tema especial 14. ¿Qué soy?:

”Somos los santos mensajeros de Dios que hablan en Su Nombre, y que al llevar Su Palabra a todos aquellos a los que Él nos envía, aprendemos que está impresa en nuestros corazones. Y de esa forma, nuestras mentes cambian con respecto al objetivo para el que vinimos y al que ahora procuramos servir”.

Nuestro papel, en este mundo, es llevar la Palabra de Dios a nuestros hermanos, pero para poder hacerlo tenemos que perdonar todos los pensamientos no amorosos que tengamos basados en el ego. Recordemos que el ministro, maestro o mensajero de Dios es aquel que escucha el llamado de la Palabra de Dios, la acepta, se la da a sus hermanos y, luego, después de darla, la integra en su corazón. Este mundo es un aula de aprendizaje. Cada hermano con el que nos encontremos es una oportunidad para bendecirlo, ver su impecabilidad y no juzgarlo. Esta es la manera de llegar a Dios. A Dios no podemos llegar solos.

Proceso de práctica de la lección

1. Tener momentos con Dios por la mañana y por la noche

Momentos en los cuales se tenga una experiencia con la verdad, es decir, con el reconocimiento de que somos Hijos de Dios, mientras ello nos haga felices. El tiempo utilizado será el que se considere necesario para lograr el objetivo. Podría ser media hora o más. Estos momentos buscan que tengamos o nos acerquemos a tener instantes santos permanentes. Perdonamos, con la Ayuda de Dios, lo que nos esté quitando la paz.

Se invoca a Dios. En lugar de palabras sólo necesitamos sentir Su Amor.

Se pide la guía del Espíritu Santo y de Jesús. 

Se lee despacio los temas especiales que acompañan la lección del día. Se reflexiona sobre ellos. Luego, se lee la lección del día.

En tu meditación intenta entrar en  contacto con esa parte de tu mente donde hay paz y amor, tranquilidad, alegría. Es tu mente recta, donde está Cristo, tu Ser.

Mantén la mente quieta, sin palabras, y te olvidas de todo lo que habías creído saber y entender, y te quedas sólo con la sensación y certeza de que estás con Dios.


Espera a Dios. Él llegará y te dará un mensaje de amor y de paz. Pero, esto requiere nuestra disposición a escucharlo tal como lo ha enseñado Jesús en la lección 71:

”Él responderá en la misma medida que tú estés dispuesto a oír Su Voz. No te niegues a oírla. El solo hecho de que estés llevando a cabo los ejercicios demuestra que en cierto modo estás dispuesto a escuchar. Esto es suficiente para que seas acreedor a Su respuesta”. (L-71. 9:7-10)

2. Recordatorios cada hora. 

Cada hora recordaremos a Dios. Invocamos Su Nombre. Recordaremos la lección del día y siempre que nos sintamos tentados a olvidarnos de nuestro objetivo. También perdonaremos con Dios los pensamientos no amorosos que hayamos tenido en esa hora. Pueden ser 2 o tres minutos con los ojos cerrados.

Recuerda que mientras lo haces Cristo permanece a tu lado dándote fortaleza. Luego, siente la quietud y silencio y espera a Dios. 

3. Recordatorios frecuentes de la lección entre horas.

 Ayudan en el entrenamiento de tener siempre presente a Dios. Invocamos a Dios.

4. Respuesta a la tentación.

Invocamos el Nombre de Dios y repetimos la idea del día cuando sintamos que nos estamos olvidando del objetivo de la lección, sintamos que estamos perdiendo nuestra paz y necesitemos perdonar.

Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior y a tener una experiencia directa de la verdad con miras a abandonar el mundo del dolor y adentrarse en la paz. Siempre pidiendo la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús. Y, sin olvidarse de reír porque la Voluntad de Dios, para nosotros, es que tengamos perfecta felicidad.

Muchas, muchísimas, bendiciones.
















Kenneth Wapnick

«La respuesta de Dios es alguna forma de paz. Todo dolor sana, toda aflicción queda reemplazada por la dicha. Las puertas de la prisión se abren. Y se comprende que todo pecado no es más que un simple error.»

Lección 359

"Este es el resultado feliz cuando nos damos cuenta de que somos nosotros los que estuvimos equivocados todo el tiempo, y que el Espíritu Santo tenía razón.

(1:1) «Padre, hoy vamos a perdonar Tu mundo y a dejar que la creación sea Tuya.» 

El mundo de Dios, como hemos visto, es el mundo real. Lo perdonamos en el sentido de que ahora lo aceptamos como lo que queremos, sin más deseos de atacarlo, lo que nos vimos obligados a hacer en defensa propia cuando elegimos mantener nuestra identidad como yo individual, aparentemente en casa en el mundo de especialismo y muerte del ego.

(1:2-3) «Hemos entendido todas las cosas erróneamente. Pero no hemos podido convertir a los santos Hijos de Dios en pecadores.» 

En la locura de la separación, creímos en la realidad de nuestra existencia. Sin embargo, esta creencia no nos dio el poder de hacer al Hijo de Dios un pecador. «Las ideas no abandonan su fuente», y la verdad es que somos una Idea impecable en la Mente impecable de Dios, nuestra Fuente.

“El Hijo de Dios puede estar equivocado, engañarse a sí mismo e incluso usar el poder de su mente contra sí mismo. Pero no puede pecar. No puede hacer nada que en modo alguno altere su realidad, o que haga que realmente sea culpable.” (T-19.II.3:1-3)

(1:4-6) «Lo que Tú creaste libre de pecado ha de permanecer así por siempre jamás. Ésa es nuestra condición. Y nos regocijamos al darnos cuenta de que los errores que hemos cometido no tienen efectos reales sobre nosotros.» 

Volvemos a ver nuestra gozosa gratitud de estar equivocados, viendo que nuestros errores delirantes de traicionar al amor - rechazarlo, atacarlo y destruirlo - no lograron nada. Dios nos ama; Jesús nos ama; nada ha cambiado, porque el Cristo en nosotros permanece impecable para siempre,  con nuestros sueños locos de pecado sin tener efectos sobre la realidad. Véase estas dos afirmaciones del texto:

“Hijo de Dios, no has pecado, pero sí has estado muy equivocado.” (T-10.V.6:1)

“Reconoce únicamente que estabas equivocado, y todos los efectos de tus errores desaparecerán.” (T-21.II.2:7)

(1:7-9) «El pecado es imposible, y en este hecho descansa el perdón sobre una base mucho más sólida que el mundo de sombras que vemos. Ayúdanos a perdonar, pues queremos ser redimidos. Ayúdanos a perdonar, pues queremos estar en paz.»

El perdón nos permite reconocer la imposibilidad del pecado. Descansa sobre una base sólida - el reflejo del Amor de Dios en nuestras mentes rectas - mientras que nuestras percepciones corporales de pecado, ataque y dolor no descansan sobre ninguna base en absoluto. Todas son ilusorias, su propósito es defenderse contra la ilusión de pecado y separación de la mente. Sin embargo, las ilusiones no nos traen paz, por lo que felizmente elegimos el perdón del Espíritu Santo, el portal al mundo real de luz, paz y dicha - nuestro hogar lejos de casa."

~ Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick.
















 

LECCIÓN 359

"La respuesta de Dios es alguna forma de paz. Todo dolor sana; toda aflicción queda reemplazada por la dicha. Las puertas de la prisión se abren. Y se comprende que todo pecado no es más que un simple error."

Comentada por:
Oscar Gómez Díez 

Cuando se produce la separación lo primero que creemos perder es la paz. Surge la dualidad, los opuestos, el conflicto, el ataque, las carencias, la enfermedad, el miedo al castigo, la incertidumbre, el sufrimiento, etc. Todo ello se nos presenta como una ausencia de paz, la plenitud del paraíso se ha perdido. El propósito de este Curso es la paz, y la vamos logrando cada vez que perdonamos. 

Cada vez que perdonamos estamos invocando a Dios, estamos recordando Su Amor, de ahí que  "La respuesta de Dios es alguna forma de paz." el mejor indicador de que hemos perdonado es alguna forma de paz. El sufrimiento cesa, y se produce la sanación de nuestra mente, el amor y la felicidad afloran en nuestros corazones. En ese momento comprendemos que no hubo separación, ni pecado ni culpa, fueron errores que el perdón me ayudó a corregir, mi mente ha sido liberada y regreso gozoso a mi hogar al corazón de Dios. 

ORACIÓN DEL DÍA:

"Padre, hoy vamos a perdonar Tu mundo y a dejar que la creación sea Tuya. Hemos entendido todas las cosas erróneamente. Pero no hemos podido convertir a los santos Hijos de Dios en pecadores. Lo que Tú creaste libre de pecado ha de permanecer así por siempre jamás. Ésa es nuestra condición. Y nos regocijamos al darnos cuenta de que los errores que hemos cometido no tienen efectos reales sobre nosotros. El pecado es imposible, y en este hecho descansa el perdón sobre una base mucho más sólida que el mundo de sombras que vemos. Ayúdanos a perdonar, pues queremos ser redimidos. Ayúdanos a perdonar, pues queremos estar en paz."

Si hemos estudiado y practicado el Curso tal como se nos indicó ese es el resultado que debemos obtener: la paz retorna a nuestros corazones que estaban afligidos por el sufrimiento. Si creo que ese no es mi resultado, no hay que preocuparse ni culparse por ello, simplemente vuelve a elegir de nuevo a favor del amor y el perdón hasta que logres tu maestría en el Amor y la paz de Dios, hasta que vuelvas a tu estado natural como el perfecto e inocente Hijo de Dios.  En ese caso puedes proponerte iniciar de nuevo el libro de ejercicios, y con mayor disciplina y profundidad, descubrirás aspectos de tu mente que todavía faltan por sanar y perdonar. La guía del Espíritu Santo siempre estará disponible y el resultado será inevitable, pues nada ni nadie puede impedir la Voluntad de Dios, y Su Voluntad es que Su Hijo esté por siempre feliz y en paz al lado de Su Padre. 

PRACTICA:

Repasa el tema especial de esta sección, titulado "14. ¿Qué soy" Trate de leer y repetir cuantas veces puedas la idea  y la oración del día, y si logras memorizarlas mucho mejor, hazlas tuya, pues es la manera como buscaremos comunicarnos con Dios todos los días; luego guardamos silencio para escuchar Su amorosa respuesta, tal como nos lo dice Jesús a continuación:

"Y ahora aguardamos silenciosamente. Dios está aquí porque esperamos juntos. Estoy seguro de que Él te hablará y de que tú le oirás. Acepta mi confianza, pues es la tuya. Nuestras mentes están unidas. Esperamos con un solo propósito: oír la respuesta de nuestro Padre a nuestra llamada, dejar que nuestros pensamientos se aquieten y encontrar Su paz, para oírle hablar de lo que nosotros somos y para que Él Se revele a Su Hijo." (L- 221.2:1-6)

No te olvides de realizar tus meditaciones cada mañana y cada noche, si puedes dedicarle media hora o más seria excelente, lo mismo que los recordatorios cada hora, y de responder a toda tentación con la idea del día, pero sobretodo que sea una práctica gratificante, pues ahora el tiempo pasa a un segundo plano. Cuando estamos con Dios el tiempo no existe pues estamos con el Señor de la eternidad. Los momentos que le dedicamos a Dios son instantes santos que nos dedicamos a nosotros mismos, a nuestro amor, nuestra paz y nuestra felicidad.  








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