EL PECADO - ALGUNAS CITAS DE UN CURSO DE MILAGROS SOBRE

“Con lentitud, constancia y amabilidad se gana esta carrera” Ken Wapnick
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ALGUNAS CITAS DE 
UN CURSO DE MILAGROS 
SOBRE EL PECADO
 

Pecado:

 

La obscuridad es falta de luz de la misma manera en que el pecado es falta de amor. 
T-1.IV.3:1

 

El ego no percibe el pecado como una falta de amor sino como un decidido acto de agresión. 
T-5.V.4:10

 

No puedes aceptar o rechazar la corrección sin incluir a tu hermano. El pecado mantendría que sí puedes.
T-21.VI.2:1

 

La idea de que el inocente Hijo de Dios puede atacarse a sí mismo y declararse culpable es una locura. No creas esto de nadie, en ninguna forma, pues la condenación y el pecado son lo mismo, y creer en uno es tener fe en el otro, lo cual invita al castigo en lugar de al amor. 
T- 13.IX.5:3-5

 

La traición que el Hijo de Dios cree haber cometido solo tuvo lugar en ilusiones, y todos sus “pecados” no son sino el producto de su propia imaginación. 
T-17.I.1:1

.

Es esencial que no se confunda el error con el pecado, ya que esta distinción es lo que hace que la salvación sea posible. Pues el error puede ser corregido, y lo torcido, enderezado. Pero el pecado, de ser posible sería irreversible. La creencia en el pecado está basada en la firme convicción de que son las mentes, y no los cuerpos, las que atacan. Y así la mente es culpable y lo será siempre, a menos que una mente que no sea parte de ella misma pueda darle la absolución. 
T-19.II.1:1-5

 

El pecado no es un error, pues el pecado comporta una arrogancia que la idea del error no posee. Pecar supondría violar la realidad, y lograrlo. El pecado es la proclamación de que el ataque es real y de que la culpabilidad está justificada. Da por sentado que el Hijo de Dios es culpable, y que, por lo tanto ha conseguido perder su inocencia y también convertirse a sí mismo en algo que Dios no creó. De este modo, la creación se ve como algo que no es eterno, y la Voluntad de Dios como susceptible de ser derrotada y atacada. 
T-19.II.2:1-5

 

El pecado es la gran ilusión que subyace a toda la grandiosidad el ego. Pues debido a él, Dios Mismo cambia y se le priva de Su plenitud. 
T-19.II.2:6-7

 

Es el concepto más “sagrado” del sistema del ego: bello y poderoso, completamente cierto, y protegido a toda costa por cada una de las defensas que el ego tiene a su disposición. Pues en el pecado radica su “mejor” defensa, a la que todas las demás sirven. El pecado es su armadura, su protección y el propósito fundamental de la relación especial tal como el ego la interpreta. 
T-19.II.5:3-5

 

Es imposible tener fe en el pecado, pues el pecado es falta de fe. 
T- 19.II.6:12

 

No hay un solo baluarte en toda la ciudadela fortificada del ego más celosamente defendido que la idea de que el pecado es real, y de que es la expresión natural de lo que el Hijo de Dios ha hecho de sí mismo y de lo que es. Para el ego no es un error. Pues esa es su realidad: la verdad de la que nunca se podrá escapar. Esa es su pasado, su presente y su futuro.
T-19.II.7:1-2

 

El pecado es una idea de perversidad que no puede ser corregida, pero que, sin embargo, será siempre deseable. Al ser parte esencial de lo que el ego cree que eres, siempre la desearás.
T-19.III.1:6-7

 

¿Qué es, entonces el pecado? ¿Qué otra cosa podría ser, sino una equivocación que quieres mantener oculta, una petición de ayuda que no quieres que sea oída, y que, por lo tanto, se queda sin contestar? 
T- 19.III.4:8-9

 

Pero el pecado es la creencia de que tu percepción es inalterable y de que la mente tiene que aceptar como verdadero lo que le dicta la percepción. Si la mente no obedece se la juzga como desquiciada. 
T- 19.III.5:7-8

 

Al pecado se le percibe como algo más poderoso que Dios, ante el cual Dios Mismo se tiene que postrar y ofrecer su creación a su conquistador. 
T-19.III.7:6

 

Si el pecado es real, tiene que estar permanentemente excluido de cualquier esperanza de curación. Pues en ese caso habría un poder que transcendería al de Dios, un poder capaz de fabricar otra voluntad capaz de atacar y derrotar Su Voluntad, así como conferir a Su Hijo otra voluntad distinta de la Suya, y en eterna oposición a Él y a las demás.
T- 19.III.8:1-3

 

Para el ego el pecado significa muerte, y así la expiación se alcanza mediante el asesinato. 
T-19.4.A.i.17:3

 

La creencia en el pecado es un ajuste. Y un ajuste es un cambio: una alteración en la percepción, o la creencia de que lo que antes era de una manera ahora es distinto. 
T-20.III.1:1-2

 

El pecado es un obstáculo que se alza como un formidable portón — cerrado con candado y sin llave— en medio del camino hacia la paz. Nadie que lo contemplase sin la ayuda de la razón osaría traspasarlo. 
T- 22.III.3:2-3

 

Pues a lo que tú llamas pecado, no es más que una limitación, y odias a todo aquel que tratas de reducir a un cuerpo porque le temes. 
T- 21.III.7:2

 

El pecado mantendría que tú y tu hermano no podéis sino estar separados. 
T-21.VI.2:6

 

El pecado es una percepción estrictamente personal, que se ve en el otro, pero que cada uno cree que está dentro de sí mismo. Y cada uno parece cometer un error diferente, que el otro no puede comprender. 
T- 22.intro.1:4-5

 

No permitas que tu temor del pecado impida la corrección del error, pues la atracción que ejerce la culpabilidad es solo miedo. He aquí la única emoción que has inventado, independientemente de lo que aparenta ser. He aquí la emoción de los secretos, de los pensamientos privados y del cuerpo. He aquí la emoción que se opone al amor y que siempre conduce a la percepción de diferencias y a la pérdida de la igualdad. He aquí la única emoción que te mantiene en las tinieblas, dependiente de ese otro ser que tú crees haber inventado para que te guíe por el mundo que él fabricó para ti. 
T-22.I.4:6-10

 

Pues el pecado no es sino un error expresado en una forma que el ego venera. 
T-22.III.4:5

 

Pues el pecado está tallado en un bloque que fue arrancado de tu paz y colocado entre el retorno de esta y tú. 
T-22.V.2:8

 

Los pecados no pueden ser perdonados, al ser la creencia de que el Hijo de Dios puede cometer errores por los cuales su propia destrucción se vuelve inevitable. 
T-23.II.4:5

 

Los pecados de tu hermano justificarían tu especialismo y le darían el significado que la verdad le niega.
 T-24.IV.4:5

 

El pecado es la creencia fija de que lo que se percibe no puede cambiar. Lo que ha sido condenado está condenado para siempre, al ser eternamente imperdonable. 
T-25.III.8:4-5

 

El pecado se ataca con castigos, y de esta manera se perpetúa. Más perdonarlo es cambiar su estado, de manera que de ser un error pase a ser la verdad. 
T-25.III.8:12-13

 

El pecado es lo único en todo el mundo que no puede cambiar. Es inmutable. Y de su inmutabilidad depende el mundo.  Más todo el mundo sabe que el coste del pecado es la muerte. Y ciertamente lo es. Pues el pecado es una petición de muerte, un deseo de hacer que los cimientos de este mundo sean tan firmes como el amor, tan dignos de confianza como el Cielo y tan fuertes como Dios Mismo. Todo aquel que cree que es posible pecar mantiene al mundo excluido del amor. 
T- 25.VII.1:2-4,6-9

 

El pecado no es real porque ni el Padre ni el Hijo son dementes. 
T- 25.VII.4:8

 

Lo que no es amor es pecado, y cada uno de ellos percibe al otro como demente y sin sentido. 
T-25.VII.6:3

 

Mas el pecado es igualmente demente a los ojos del amor, que dulcemente prefieren mirar más allá de la locura y descansar serenamente en la verdad. 
T-25.VII.6:5

 

¿Qué otra cosa sino la arrogancia podría pensar que la justicia del Cielo no puede eliminar tus insignificantes errores? ¿Y qué podría significar eso, sino que son pecados y no errores, eternamente incorregibles y a los que hay que corresponder con venganza y no con justicia? 
T-25.IX.1:1-2

 

El pecado no es ni siquiera un error, pues va más allá de lo que se puede corregir al ámbito de lo imposible.
T-26.VII.7:1

 

Los pecados son creencias que tú interpones entre tu hermano y tú. Los pecados hacen que estés limitado al tiempo y al espacio, y te conceden un pequeño lugar a ti y otro a él.
T-26.VII.8:7-8

 

El pecado es la creencia de que el ataque se puede proyectar fuera de la mente en la que se originó la creencia. 
T-26.VII.12:2

 

Nada de esto es un pecado, sino un testigo de la absurda creencia de que el pecado y la muerte son reales, y de que tanto la inocencia como el pecado acabarán igualmente en la tumba.
T-27.I.8:1

 

Los pecados están más allá del perdón simplemente porque entrañaría efectos que no podrían cancelarse ni pasar por alto completamente. 
T-27.II.4:5

 

El pecado oscila entre el dolor y el placer, y de nuevo al dolor. Pues cualesquiera de esos testigos es el mismo, y solo tiene un mensaje: “Te encuentras dentro de este cuerpo y se te puede hacer daño”. 
T- 27.VI.2:1-2

 

No centres tu atención en el sufrimiento ni en el pecado, ya que no son sino reflejos de lo que los causa. 
T-27.VII.5:8

 

Pues el dolor y el pecado son la misma ilusión, tal como el odio y el miedo, y el ataque y la culpabilidad son uno.
T-29.II.3.3

 

Pues el pecado es la idea de que te encuentras solo y aparte de lo que es pleno.
T-30.III.3:7

 

¿Eres acaso tú un pecado? Contestas afirmativamente cada vez que atacas, pues mediante el ataque afirmas que eres culpable y tienes que infringirle a otro lo que tú te mereces. 
T-31.III.2:4-5

 

Los pecados se perciben en el cuerpo, no en la mente. No se ven como propósitos, sino como acciones.
T-31.III.3:1-2

 

Si tú eres un pecado no puedes sino ser un cuerpo, pues la mente no actúa.
T-31.III.3:7

 

El pecado se conserva mediante la muerte, y aquellos que creen ser un pecado no pueden sino morir por razón de lo que creen ser. 
T-31.III.5:4

 

¿Qué es el pecado sino una falsa idea acerca del Hijo de Dios?
 L-2.ª parte.1. 1:5

 

Del mismo modo que el pecado es una idea que te enseñaste a ti mismo, así el perdón es algo que tienes que aprender, no de ti mismo, sino del Maestro que representa a tu otro Ser.
L-121.6:3

 

El pecado es el símbolo del ataque.
L-247.1:1

 

El pecado es demencia. Es lo que hace que la mente pierda su cordura y trate de que las ilusiones ocupen el lugar de la verdad. 
L-250.4.1:1-2

 

El pecado es la morada de las ilusiones, las cuales representan cosas imaginarias procedentes de pensamientos falsos. 
L-250.4.3:1

 

El pecado “prueba” que el Hijo de Dios es malvado, que la intemporalidad tiene que tener un final y que la vida eterna sucumbirá ante la muerte. Y Dios mismo ha perdido al Hijo que ama, y de lo único que puede valerse para alcanzar su Plenitud es la corrupción; la muerte ha derrotado Su Voluntad para siempre, el odio ha destruido el amor y la paz ha quedado extinta para siempre. 
L-250.4. 3:3-4

 

El pecado es el único pensamiento que hace que el objetivo de alcanzar a Dios parezca irrealizable. ¿Qué otra cosa podría impedirnos ver lo obvio, o hacer que lo que es extraño y distorsionado parezca más claro? ¿Qué otra cosa sino el pecado nos incita al ataque? ¿Qué otra cosa sino el pecado podría ser la fuente de la culpabilidad y exigir castigo y sufrimiento? ¿Y qué otra cosa sino el pecado podría ser la fuente del miedo, al eclipsar la creación de Dios y conferirle al amor los atributos del miedo y el ataque? 
L-259.1:1-5

 

El pecado es imposible, y en este hecho descansa el perdón sobre una base mucho más sólida que el mundo de sombras que vemos. 
L-359

 

 

Pues la relación especial es la renuncia al Amor de Dios y el intento de asegurar para uno mismo la condición de ser especial que Él nos negó. 
T-16.V.4:2

 
Pecado secreto:

 

 

Los pequeños problemas que ocultas se convierten en tus pecados secretos porque no elegiste que se te liberase de ellos. Y así, acumulan polvo y se vuelven cada vez más grandes hasta cubrir todo lo que parte.
1. 1:5

 

Pecador:

 

¿Y qué ocurre con aquellos cuya consagración no es a la vida; los “pecadores” enlutados, el lúgubre coro del ego, quienes se arrastran penosamente en dirección contraria a la vida, tirando de sus cadenas y marchando en lenta procesión en honor de su sombrío dictador, señor y amo de la muerte? 
T-19.4.C.2:4

 

¿Y qué es ese cuerpo vestido de negro que quieren enterrar? Es un cuerpo que ellos consagraron a la muerte, un símbolo de corrupción, un sacrificio al pecado, ofrecido a este para que se cebe en él y, de este modo, siga viviendo; algo condenado, maldecido por su hacedor y lamentado por todos los miembros de la procesión fúnebre que se identifican con él.
T-19.4.C.i.4:1-2

 
Pecar:

 

Pecar supondría violar la realidad, y lograrlo. 
T-19.II.2:2



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