ALGUNAS CITAS DE
UN CURSO DE MILAGROS
SOBRE LA ENFERMEDAD
Enfermar:
Ninguna mente puede estar enferma a menos que otra mente esté de acuerdo en que están separadas. Por lo tanto, su decisión conjunta es estar enfermas.
T-28.III.2:1-2
Enfermedad:
Esto cura ya que toda enfermedad es el resultado de una confusión de niveles.
T-1.I.23:2
Los milagros te capacitan para curar a los enfermos y resucitar a los muertos porque tanto la enfermedad como la muerte son invenciones tuyas, y, por lo tanto, las puedes abolir.
T-1.I.24:1-2
La enfermedad es una forma de búsqueda externa. La salud es paz interior.
T-2.I.5:10-11
La enfermedad o “mentalidad no recta” es el resultado de una confusión de niveles, pues siempre comporta la creencia de que lo que está mal en un nivel puede afectar adversamente a otro.
T-2.IV.2:2
Dije antes que la enfermedad es una forma de magia. Quizá sería mejor decir que es una forma de solución mágica.
T-5.V.5:4-5
La enfermedad y la separación no son de Dios, pero el Reino sí. Si enturbias el Reino estarás percibiendo lo que no es de Dios.
T-7.II.1:4-5
Es difícil percibir que la enfermedad es un testigo falso, ya que no te das cuenta de que está en total desacuerdo con lo que quieres. Este testigo, por consiguiente, parece ser inocente y digno de confianza debido a que no lo has sometido a un riguroso interrogatorio.
T- 8.VIII.4:1-2
La enfermedad es una forma de demostrar que puedes ser herido. Da testimonio de tu fragilidad, de tu vulnerabilidad y tu extrema necesidad de depender de dirección externa.
T-8.VIII.6:1-2
La enfermedad no es más que otro ejemplo de tu insistencia en querer pedirle dirección a un maestro que no sabe la respuesta.
T-8.VIII.7:4
Toda clase de enfermedad, incluso la muerte, son expresiones físicas del miedo a despertar. Son intentos de reforzar el sueño debido al miedo a despertar. Esta es una forma patética de tratar de no ver inutilizando la facultad de ver.
T-8.IX.3:2-4
No puede tener sentido porque la enfermedad no es el propósito del cuerpo.
T-8.VII.5:6
Cuando te limitas a ti mismo, no somos de un mismo sentir, y eso es lo que es la enfermedad. La enfermedad, no obstante, no es algo que se origine en el cuerpo, sino en la mente. Toda forma de enfermedad es un signo de que la mente está dividida y de que no está aceptando un propósito unificado.
T-8.IX.8:5-7
Creer que un Hijo de Dios puede estar enfermo es creer que parte de Dios puede sufrir.
T-10.III.3:1
La enfermedad es idolatría porque es la creencia de que se te puede desposeer de tu poder.
T-10.III.4:4
Aceptar la paz es negar lo ilusorio, y la enfermedad es una ilusión.
T- 10.III.7:2
Si la enfermedad es separación, la decisión de curar y de ser curado es, por lo tanto, el primer paso para reconocer lo que verdaderamente quieres.
T-11.II.1:1
No percibas en la enfermedad más que una súplica de amor, y ofrécele a tu hermano lo que él cree que no se puede ofrecer a sí mismo.
T-12.II.3:1
Todo poder es de Dios; Él lo otorga, y el Espíritu Santo, que sabe que al dar no puedes sino ganar, lo revive. Él no le confiere poder alguno al pecado, que, por consiguiente, no tiene ninguno; tampoco le confiere poder a sus resultados tal como el mundo los ve: la enfermedad, la muerte, la aflicción y el dolor. Ninguna de estas cosas ha ocurrido porque el Espíritu Santo no las ve ni le otorga poder a su aparente fuente.
T- 20.IV.1:4-6
Tu sufrimiento y tus enfermedades no reflejan otra cosa que la culpabilidad de tu hermano, y son los testigos que le presentas no sea que se olvide del daño que te ocasionó, del que juras jamás escapará.
T- 27.I.4:3
Pues la enfermedad da testimonio de la culpabilidad de tu hermano, y la muerte probaría que sus errores fueron realmente pecados. La enfermedad no es sino una “leve” forma de muerte; una forma de venganza que todavía no es total.
T-27.I.4:7
La enfermedad, no importa en qué forma se manifieste, es el testigo más convincente de la futilidad y el que refuerza a todos los demás y les ayuda a pintar un cuadro en el que el pecado está justificado.
T-27.I.7:1
La enfermedad es siempre un intento por parte del Hijo de Dios de ser él su propia causa y de no permitirse a sí mismo ser el Hijo de Su Padre.
T-28.II.3:1
La curación es el efecto de mentes que se unen, tal como la enfermedad es la consecuencia de mentes que se separan.
T-28.III.2:6
Él no ha visto dónde reside la causa de su enfermedad, y tú has ignorado la brecha que os separa, que es donde la enfermedad se ha incubado.
T-28.III.3:4
¿Qué puede ser la sensación de estar enfermo, sino una sensación de estar limitado, o de estar desunido de algo y separado de ello? ¿O de una brecha que percibes entre tu hermano y tú y lo que ahora consideras la salud? Y de este modo, lo bueno se ve como si estuviese afuera, y lo malo, adentro. Y así, la enfermedad aparta al ser de lo bueno, y conserva lo malo adentro.
T-28.V.1:1-4
El compromiso de estar enfermo se encuentra en tu conciencia, aunque sin expresarse ni oírse. Sin embargo, es una promesa que le haces a otro de que él te herirá y de que a cambio tú lo atacarás.
T-28.VI.4:6-7
La enfermedad no es sino la ira que se ha descargado contra el cuerpo para que sufra. Es la consecuencia natural de lo que se hizo en secreto, en conformidad con el secreto de otro de estar separado de ti, tal como el tuyo de estar separado de él.
T-28.VI.5:1-2
La decisión de estar enfermo parece ser una decisión entre diferentes formas de enfermedad. Sin embargo, la enfermedad es una sola, al igual que su opuesto. Por consiguiente, o estás enfermo, o estás sano.
T- 28.VII.4:7-9
Estar solo significa que estás separado, y si lo estás, no puedes sino estar enfermo. Esto parece probar que definitivamente estás separado. No obstante lo único que significa es que has tratado de mantener la promesa de serle fiel a la infidelidad. Mas la infidelidad significa enfermedad.
T-28.VII.5:3-5
Enfermará [el cuerpo] porque tú no sabes amar.
T-29.I.6:4
La enfermedad es la exigencia de que el cuerpo sea lo que no es. Su insustancialidad, no obstante, garantiza que no puede enfermar. En tu exigencia de que sea más de lo que es radica la idea de la enfermedad.
T-29.II.8:1-3
Lo que percibes como enfermedad, dolor, debilidad, sufrimiento y pérdida, no es sino la tentación de percibirte a ti mismo indefenso y en el infierno. No sucumbas a la tentación y veras desaparecer toda clase de dolor, no importa donde se presente, en forma similar a como el sol disipa la neblina.
T-31.VIII.6:2-3
La enfermedad no es un accidente. Al igual que toda defensa es un mecanismo demente de autoengaño.
L-136.2:1-2
La enfermedad es una decisión. No es algo que te suceda sin tú mismo haberlo pedido y que te debilita y te hace sufrir. Es una decisión que tú mismo tomas, un plan que trazas cuando por un instante la verdad alborea en tu mente engañada y todo el mundo parece dar tumbos y estar a punto de derrumbarse.
L-136.7:1-3
Aislarse uno de los demás y rehusar la unión es lo que da lugar a la enfermedad.
L-137.1:3
La enfermedad es aislamiento. Pues parece mantener a un ser separado del resto, para que sufra lo que otros no sienten. Le otorga al cuerpo poder absoluto para hacer que la separación sea real y mantener a la mente en solitario confinamiento, dividida en pedazos y sujeta por una sólida muralla de carne enfermiza que no puede trascender.
L- 137.2:1-3
Pues la mente que entiende que la enfermedad no es más que un sueño no se deja engañar por ninguna de las formas que el sueño pueda adoptar. Donde no hay culpabilidad no puede haber enfermedad, pues esta no es sino otra forma de culpabilidad.
L-140.4:2-3
La enfermedad no es sino otro nombre para el pecado.
L-356
… pues la enfermedad es una elección, una decisión.
M-5.I.1:4
La enfermedad es un método, concebido en la locura, para sentar al Hijo de Dios en el trono de su Padre.
M-5.I.1:7
Si la enfermedad no es más que un enfoque defectuoso de solventar problemas, tiene que ser entonces una decisión.
M-5.II.1:5
La base fundamental de la curación es la aceptación del hecho de que la enfermedad es una decisión que la mente ha adoptado a fin de lograr un propósito para el cual se vale del cuerpo. Y esto es cierto con respecto a cualquier clase de curación. El paciente que acepta esto se recupera.
M-5.II.2:1-2
Simplemente esto: El reconocimiento de que la enfermedad es algo propio de la mente, y de que no tiene nada que ver con el cuerpo.
M-5.II.3:2
En esto radica tu liberación de la culpabilidad y de la enfermedad, pues ambas son una misma cosa [culpabilidad y enfermedad].
M-5.II.3:11
Ciertamente no parece que la enfermedad sea una decisión.
M-22.4:1
De la misma manera en que toda terapia es psicoterapia, del mismo modo toda enfermedad es enfermedad mental.
P-2.IV.1:1
¿Qué otra cosa entonces puede ser la enfermedad sino un expresión de aflicción y culpa? ¿Y por qué sollozaría alguien sino por su inocencia?
P-2.IV.1:6-7
Una vez que al Hijo de Dios se le considera culpable, la enfermedad es inevitable.
P-2.IV.2:1
La enfermedad no es más que la sombra de la culpa, grotesca y fea, puesto que imita la deformidad.
P-2.IV.2:6
Cualquier clase de enfermedad puede definirse como el resultado de uno verse a sí mimo débil, vulnerable, malvado y en peligro y, por ende, en constante necesidad de defensa.
P-2.IV.6:1
La enfermedad es por lo tanto un error, y necesita corrección.
P-2.IV.7:1
La enfermedad es demencia porque toda enfermedad es enfermedad mental, y en esto no hay grados.
P-2.IV.8:1
La enfermedad es una señal, la sombra de un pensamiento malvado que parece ser real y justo, de acuerdo con las normas de este mundo. Es la prueba externa de “pecados” internos, y da testimonio de pensamientos rencorosos que hieren y procuran hacerle daño al Hijo de Dios.
O-3.I.1:2
El perdón no puede ser concedido sino por la mente que comprende que debe pasar por alto todas las sombras que cubren la santa faz de Cristo, entre las cuales la enfermedad se debe considerar una de ellas.
O-3.I.3:3
Enfermos:
Los enfermos no sienten compasión por nadie y tratan de matar por contagio.
T-27.I.4:5
Los enfermos creen que todas sus extrañas necesidades y todos sus deseos antinaturales están justificados.
T-27.I.7:2
Pues la acusación es un obstáculo para el amor, y los cuerpos enfermos son ciertamente acusadores. Obstruyen completamente el camino de la confianza y de la paz, proclamando que los débiles no pueden tener confianza y que los lesionados no tienen motivos para gozar de paz.
T-27.II.1:3-4
Los que no han sanado no pueden perdonar. Pues son los testigos de que el perdón es injusto. Prefieren conservar las consecuencias de la culpabilidad que no reconocen.
T-27.II.2:1-3
Los enfermos siguen siendo acusadores. No pueden perdonar a sus hermanos, ni perdonarse a sí mismos.
T-27.II.3:4-5