LECCIÓN 46 Dios es el Amor en el que perdono.

LECCIÓN 46

Dios es el Amor en el que perdono.


1. Dios no perdona porque nunca ha condenado. 2 Y primero tiene que haber condenación para que el perdón sea necesario. 3 El perdón es la mayor necesidad de este mundo, y esto se debe a que es un mundo de ilusiones. 4 Aquellos que perdonan se liberan a sí mismos de las ilusiones, mientras que los que se niegan a hacerlo se atan a ellas. 5 De la misma manera en que sólo te condenas a ti mismo, de igual modo, sólo te perdonas a ti mismo.

2. Pero si bien Dios no perdona, Su Amor es, no obstante, la base del perdón. 2 El miedo condena y el amor perdona. 3 El perdón, pues, des-hace lo que el miedo ha producido y lleva la mente de nuevo a la conciencia de Dios. 4 Por esta razón, al perdón puede llamársele verdaderamente salvación. 5 Es el medio a través del cual desaparecen las ilusiones.

3. Los ejercicios de hoy requieren por lo menos tres sesiones de práctica de cinco minutos completos y el mayor número posible de las más cortas. 2 Como de costumbre, comienza las sesiones de práctica más largas repitiendo la idea de hoy para tus adentros. 3 Cierra los ojos mientras lo haces, y dedica un minuto o dos a explorar tu mente en busca de aquellas personas a quienes no has perdonado. 4 No importa en qué medida no las hayas perdonado. 5 O las has perdonado completamente o no las has perdonado en absoluto.

4. Si estás haciendo los ejercicios correctamente no deberías tener ninguna dificultad en encontrar un buen número de personas a quienes no has perdonado. 2 En general, se puede asumir correctamente que cualquier persona que no te caiga bien es un sujeto adecuado. 3 Menciona cada una de ellas por su nombre, y di:


4 [Nombre], Dios es el Amor en el que te perdono.


5. El propósito de la primera fase de las sesiones de práctica de hoy es colocarte en una posición desde la que puedes perdonarte a ti mismo. 2 Después que hayas aplicado la idea a todas las personas que te hayan venido a la mente, di para tus adentros:


3 Dios es el Amor en el que me perdono a mí mismo.


4 Dedica luego el resto de la sesión a añadir ideas afines tales como:


5 Dios es el Amor con el que me amo a mí mismo.

6 Dios es el Amor en el que me alzo bendecido.


6. El modelo a seguir en cada aplicación puede variar considerablemente, pero no se debe perder de vista la idea central. 2 Podrías decir, por ejemplo: 


3 No puedo ser culpable porque soy un Hijo de Dios.

4 Ya he sido perdonado.

5 El miedo no tiene cabida en una mente que Dios ama.

6 No tengo necesidad de atacar porque el amor me ha perdonado.


7 La sesión de práctica debe terminar, no obstante, con una repetición de la idea de hoy en su forma original. 7. Las sesiones de práctica más cortas pueden consistir ya sea en una repetición de la idea de hoy en su forma original o en una afín, según prefieras. 2 Asegúrate, no obstante, de aplicar la idea de manera más concreta si surge la necesidad. 3 Esto será necesario en cualquier momento del día en el que te percates de cualquier reacción negativa hacia alguien, tanto si esa persona está presente como si no. 4 En tal caso, dile silenciosamente:


5 Dios es el Amor en el que te perdono.

 

 



 
 
 
AUDIOS de la Lección 46
de CELEBRANDO EL MILAGRO

Lectura de la Lección 46
A través de Mariano Noé


Ocurrir de la Lección 46
a través de Martin Musarra


Lección 46
comentada por 
Jorge Luis Álvarez Castañeda


 




















LECCIÓN 46

 Dios es el Amor en el que perdono.

 

Comentada por:

Jorge Luis Álvarez Castañeda

 

¡Que la paz sea con nosotros hoy!

 

   ¡Por fin aparece la joya de la corona del Curso! Se necesitaron 45 lecciones previas para que Jesús nos hablara directamente del perdón. Ya, Jesús, nos había dado un ejemplo de ello, cuando, sólo hasta en la lección 29 Dios está en todo lo que veo, nos viene a hablar directamente de Dios. Eso demuestra lo metódico, lo paciente, lo buen maestro que es Jesús. Se necesitaba que fuéramos conscientes de que son nuestros propios pensamientos  los que determinan el mundo que vemos y que no somos víctimas de éste. En la lección 23 Puedo escaparme del mundo que veo renunciando a los pensamientos de ataque, había enseñado los tres pasos del perdón: identifico la causa del problema, la abandono para que pueda ser reemplazada. Los dos primeros pasos los hago yo. El tercero lo hace el Espíritu Santo. Es claro, como dice el pensamiento de la lección, que no puedo perdonar por mi cuenta. Siempre lo tengo que hacer con el Espíritu Santo, con Dios. Se perdona en el Nombre de Dios.


   Nos dice Jesús:

_”Dios no perdona porque nunca ha condenado. Y primero tiene que haber condenación para que el perdón sea necesario”_.

 

   Dios, nunca nos condenó, nunca nos expulsó de la unidad, nunca nos va a castigar porque Dios es un Dios de Amor. Fue, esa mente colectiva que se creyó separada de Dios, la que originó todo este mundo del ego de pecado, culpa y miedo en el que nos encontramos. Este es nuestro sueño y no tiene que ver con los pensamientos reales, los que pensamos con Dios,  como vimos en la lección de ayer.


   Continúa Jesús:

_“El perdón es la mayor necesidad de este mundo, y esto se debe a que es un mundo de ilusiones”_. 


 Así, construimos familias, profesiones, sociedades, religiones, culturas, etc., que consideramos especiales y mejores que las de los otros de los cuales nos tenemos que defender, a como dé lugar, aumentando más y más la separación. Si a eso le agregamos el hecho de no querer soltar el pasado, se aumenta las posibilidades de conflicto. Conflicto que, también, se alimenta con ilusiones en las cuales queremos encontrar la felicidad que nunca alcanzamos con el ego, lo que nos genera una insatisfacción permanente.


   Dice Jesús:

_“Aquellos que perdonan se liberan a sí mismos de las ilusiones, mientras que los que se niegan a hacerlo se atan a ellas. De la misma manera en que sólo te condenas a ti mismo, de igual modo, sólo te perdonas a ti mismo”_. 


   Todo lo que condenamos, atacamos, juzgamos, afuera, tiene que ver con nuestras propias proyecciones de culpa y miedo que no queremos asumir y se las atribuimos al otro. El Curso nos enseña que sólo hay dos maneras de relacionarnos con nuestros hermanos: mediante expresiones de amor o de ayuda (con amabilidad, agradecimiento, alegría, valoración…) o mediante peticiones de amor o de ayuda (con agresividad o miedo). Si un hermano es agresivo, nos está pidiendo ayuda. Y podemos escoger cómo le respondemos. Es una situación para perdonar que me libera. Y me libera porque, en realidad, nadie me ha hecho nada, todo, me lo he hecho a mí mismo, con mis interpretaciones. Yo me condeno con mis interpretaciones. Sólo, me perdono a mí mismo, por las interpretaciones que he hecho.


   Continúa Jesús:

_“Pero si bien Dios no perdona, Su Amor es, no obstante, la base del perdón”_.


   Es decir, no podemos perdonar sin la ayuda de Dios. Ayer, se hablaba de encontrar los pensamientos reales. El perdón es uno de ellos que refleja el pensamiento real del amor en nuestra mente recta. Es el perdón basado en el Amor. Siempre busca la unidad, no la separación.



   Continúa Jesús:

_“El miedo condena y el amor perdona. El perdón, pues des-hace lo que el miedo ha producido y lleva la mente de nuevo a la conciencia de Dios. Por esta razón el perdón puede llamársele verdaderamente salvación. Es el medio a través del cual desaparecen las ilusiones”_. 


   El miedo necesita condenar. Otro tiene que ser culpable para yo verme inocente. Hay un miedo inconsciente, ancestral, que es el miedo al supuesto castigo de Dios por haber creído que nos hemos separado de Él. Hay otro miedo, más consciente, que es el miedo a la muerte. El miedo produce separación, ataque, conflicto. El miedo afecta hasta el punto de caer en los excesos de la crueldad. El perdón, en cambio, es la expresión del amor que somos como Hijos de Dios. Mediante el perdón reconozco que mi hermano no me ha hecho nada. Han sido mis interpretaciones sobre su conducta lo que me ha generado el malestar. El perdón es verdadera salvación porque me libera de la culpa. También, me libera de las ilusiones. Las ilusiones son creencias en algo que no existe y el contenido de las ilusiones siempre es el miedo. Miedo que se relaciona con la culpa y que el perdón deshace. Las ilusiones no se justifican. Podemos reemplazarlas por los pensamientos reales como vimos en la lección de ayer.


Proceso de práctica de la lección


Objetivo


Aprender a perdonar mediante el Amor de Dios.


Ejercicios


Ejercicios más largos.


Realizar tres sesiones de cinco minutos completos.

Repite la idea para tus adentros. Cierra los ojos mientras lo haces. Dedica un minuto a buscar en tu mente aquellas personas a quienes no has perdonado completamente o a cualquier persona que no te caiga bien. Menciona cada una por su nombre y di:


(Nombre), Dios es el Amor en

que te perdono.


Después de aplicar la idea a todas las personas que te hayan venido a la mente, di para tus adentros:


Dios es el Amor en el que me 

perdono a mí mismo.


Luego, dedica el resto del tiempo a añadir ideas relacionadas con la idea del día como:


     Dios es el Amor con el que

     me amo a mí mismo.

     Dios es el Amor en el que

     me alzo bendecido.


El modelo a seguir en cada aplicación puede variar considerablemente, pero no se debe perder de vista la idea central. Podrías decir, por ejemplo:

 

No puedo ser culpable porque soy un Hijo de Dios.

Ya he sido perdonado.

El miedo no tiene cabida en una mente que Dios ama.

No tengo necesidad de atacar porque el amor me ha perdonado.

 

La sesión de práctica debe terminar, no obstante, con una repetición de la idea de hoy en su forma original.

 

Ejercicios frecuentes.


Recordatorios frecuentes. Tantos como puedas. Puedes repetir la idea en la forma original o con una afín según prefieras.


Respuesta a la tentación


Cuando sientas una reacción negativa hacia alguien tanto si la persona está presente o ausente. En ese caso le puedes decir silenciosamente:


  Dios es el Amor en el que te perdono


Observaciones


Jesús, dice que busquemos en la mente las personas a quienes no hemos perdonado y que no importa en qué medida las hemos perdonado. Y aquí Jesús es radical: 


_”O las has perdonado completamente o no las has perdonado en absoluto”_.


   No pueden quedar resquemores. No pueden quedar aspectos sin perdonar. El objetivo del perdón es liberar de nuestra conciencia la culpabilidad. Cuando está se presenta ponemos barreras al Amor de Dios y queremos resolver los problemas que, supuestamente, tenemos por nuestra cuenta. La culpa y el miedo nos llevan a rechazar el Amor, y la posibilidad de la sanación de nuestra mente. Esta es la maravillosa labor que hace el perdón. Nos ayuda a recuperar nuestra inocencia al igual que la de nuestros hermanos. Nos negamos a perdonar porque necesitamos que el otro sea culpable para poder, así, sentirnos inocentes. Cuando, como Hijos de Dios, todos somos inocentes.


Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior. Hagamos la lección siempre en compañía del Espíritu Santo y de Jesús, sin olvidarnos de reír porque la Voluntad de Dios, para nosotros, es que seamos felices.


Muchas, muchísimas, bendiciones.

Jorge Luis Álvarez Castañeda


LECCIÓN 46. DIOS ES EL AMOR EN EL QUE PERDONO. 

"Esta lección es la primera vez que encontramos una discusión seria sobre el perdón. 

(1:1-3) «Dios no perdona porque nunca ha condenado. Y primero tiene que haber condenación para que el perdón sea necesario. El perdón es la mayor necesidad de este mundo, y esto se debe a que es un mundo de ilusiones.» 

Como veremos más adelante, a Jesús le "gusta" esta primera oración tanto que la repite literalmente en cada lección de repaso. El perdón no tiene lugar en el Cielo, sino únicamente en el sueño que comenzó con el pensamiento condenatorio de pecado y terminará con el deshacimiento del pecado a través del perdón, el reflejo del amor. "Primero tiene que haber condenación para que el perdón sea necesario", lo que hace del perdón una ilusión, ya que corrige lo que nunca sucedió. Dado que Dios no reconoce 

la ilusión (porque Él «no puede»), Él no puede corregirla. Por lo tanto, no hay necesidad de ello en el Cielo. 

(1:4-5) «Aquellos que perdonan se liberan a sí mismos de las ilusiones, mientras que los que se niegan a hacerlo se atan a ellas. De la misma manera en que sólo te condenas a ti mismo, de igual modo, sólo te perdonas a ti mismo.» 

Jesús está dejando muy claro que el perdón no tiene nada que ver con alguien que creemos que está fuera de nosotros. Ocurre en el contexto de una relación que hemos hecho real, pero debemos reconocer que lo que estamos perdonando es una proyección de la culpa que no queremos, sin mencionar la responsabilidad de nuestra situación angustiosa. Las lecciones 196-198, que discutiremos mucho más adelante en esta serie, detallan este punto esencial, como sugieren sus títulos: 

Es únicamente a mí mismo a quien crucifico. 

No puede ser sino mi propia gratitud la que me gano. 

Sólo mi propia condenación me hace daño. 

(2:1) «Pero si bien Dios no perdona, Su Amor es, no obstante, la base del perdón.» 

Se nos recuerda aquí que el perdón es un pensamiento real y de mentalidad recta que refleja el pensamiento real del amor en nuestra Mente Crística. 

(2:2-3) «El miedo condena y el amor perdona. El perdón, pues, des-hace lo que el miedo ha producido, y lleva de nuevo a la mente a la conciencia de Dios.» 

La mente recta, o el perdón, deshace la mente errada de miedo y odio. Cuando la mente recta deshace la mente errada, ambas desaparecen y todo lo que queda es la conciencia de Dios. Una vez más, debemos recordar que Un Curso de Milagros no enseña la verdad, sino el «deshacimiento» de los obstáculos ilusorios a la verdad; un proceso que permite que el recuerdo de Dios alboree en nuestras mentes dormidas, despertándonos por fin del mundo de pesadilla de culpa y miedo del ego. 

(2:4-5) «Por esta razón, al perdón puede llamársele verdaderamente salvación. Es el medio a través del cual desaparecen las ilusiones.» 

Por lo tanto, la salvación tiene un significado diferente en Un Curso de Milagros. En lugar de ser el plan de Dios para salvarnos de nuestra pecaminosidad muy real, ahora se convierte en la corrección del perdón del Espíritu Santo para nuestra «creencia» en la pecaminosidad. Es el simple cambio de mentalidad de la ilusión de separación a la verdad de la Expiación. 

(3) «Los ejercicios de hoy requieren por lo menos tres sesiones de práctica de cinco minutos completos, y el mayor número posible de las más cortas. Como de costumbre, comienza las sesiones de práctica más largas repitiendo la idea de hoy para tus adentros. Cierra los ojos mientras lo haces, y dedica un minuto o dos a explorar tu mente en busca de aquellas personas a quienes no has perdonado. No importa en qué medida no las hayas perdonado. O las has perdonado completamente o no las has perdonado en absoluto.» 

Esta es una expresión dentro del sueño de la idea de «todo o nada», lo que describimos anteriormente como Nivel Uno. En nuestra experiencia no perdonamos totalmente; perdonamos un poco aquí y un poco allá; perdonamos a esta persona pero no a esta otra. Sin embargo, este pasaje nos dice que si esa es nuestra práctica del perdón, aún no hemos terminado. El perdón tiene que ser total, de lo contrario no es real. Esta idea de «todo o nada» encuentra una expresión similar en la siguiente declaración acerca de Un Curso de Milagros en sí mismo: “Este curso o bien se creerá enteramente o bien no se creerá en absoluto.” (T-22.II.7: 4). 

(4) «Si estás haciendo los ejercicios correctamente no deberías tener ninguna dificultad en encontrar un buen número de personas a quienes no has perdonado. En general, se puede asumir correctamente que cualquier persona que no te caiga bien es un sujeto adecuado. Menciona cada una de ellas por su nombre, y di: 

[Nombre], Dios es el Amor en el que te perdono.» 

Este es el primero de varios ejercicios en los que Jesús nos pide que identifiquemos a aquellas personas que hemos elegido no perdonar. Él nos asegura que no tendremos problemas para identificar estos objetos de odio especial. Más adelante, se nos indicará con gentilmente que ampliemos esta categoría para incluir a aquellos que creemos que amamos. Una enseñanza importante en el texto es que el amor especial y el odio especial son lo mismo, ya que son diferentes «formas» del mismo «contenido» básico de 

separación. Por lo tanto, debemos perdonar a «todos», ya que todos - amigos o enemigos - son percibidos como estando separados de nosotros. 

(5:1) «El propósito de la primera fase de las sesiones de práctica de hoy es colocarte en una posición desde la que puedes perdonarte a ti mismo.» 

"Perdonarte a ti mismo" es de lo que trata este curso. Creo que estoy perdonando a alguien fuera de mí, pero realmente me perdono a mí mismo. De nuevo, no hace falta decir que este pensamiento es el tema central de Un Curso de Milagros. Refleja la dinámica de la proyección, donde buscamos poner en otros la culpa que no podemos aceptar dentro de nosotros mismos. Una vez que hemos proyectado la culpa, no tenemos más conciencia de su presencia continua en nuestras mentes, que para todos los propósitos ha sido olvidada debajo del «doble escudo del olvido» (W-pI.136.6: 2) - la creencia en la culpa en nosotros mismos («mente») y en otros («cuerpo»). Solo reconociendo nuestra falta de perdón hacia los demás podemos ser guiados a la falta de perdón que tenemos con nosotros mismos, y más allá de ella a la Expiación que nos conecta de regreso con el Amor que en realidad jamás hemos abandonado. 

Las siguientes líneas presentan varias declaraciones que sugieren cómo podría ir nuestra práctica del día. Estas, por cierto, no deben ser tomadas como «afirmaciones» como es la práctica de muchos estudiantes de la Nueva Era. Con esto quiero decir que las declaraciones de este tipo «no» tienen que ser utilizadas para tapar el sistema de pensamiento del ego de la negatividad y del odio, sino más bien ser entendidas como símbolos de la presencia de mentalidad recta de la corrección, «hacia la cual» tenemos que llevar los pensamientos del ego: 

(5:2-6:7) «Después que hayas aplicado la idea a todas las personas que te hayan venido a la mente, di para tus adentros: 

Dios es el Amor en el que me perdono a mí mismo. 

Dedica luego el resto de la sesión a añadir ideas afines tales como: 

Dios es el Amor con el que me amo a mí mismo. 

Dios es el Amor en el que me alzo bendecido. 

El modelo a seguir en cada aplicación puede variar considerablemente, pero no se debe perder de vista la idea central. Podrías decir, por ejemplo: 

No puedo ser culpable porque soy un Hijo de Dios. 

Ya he sido perdonado. 

El miedo no tiene cabida en una mente que Dios ama. 

No tengo necesidad de atacar porque el amor me ha perdonado. 

La sesión de práctica debe terminar, no obstante, con una repetición de la idea de hoy en su forma original.» 

Si hacemos estos ejercicios correctamente, seremos cada vez más capaces de darnos cuenta de nuestros pensamientos de separación y de especialismo de nuestro ego y de poderlos llevar rápidamente al amor que abraza a la Filiación como una, a la misma vez que se deshacen nuestros pensamientos de culpa, miedo y ataque. Esto se reitera en el párrafo final de la lección, donde Jesús regresa a su énfasis central de usar la idea del día, así como a sus variaciones, cada vez que nos sintamos tentados a elegir al ego en lugar del Espíritu Santo: 

(7) «Las sesiones de práctica más cortas pueden consistir ya sea en una repetición de la idea de hoy en su forma original, o en una afín, según prefieras. Asegúrate, no obstante, de aplicar la idea de manera más concreta si surge la necesidad. Esto será necesario en cualquier momento del día en el que te percates de cualquier reacción negativa hacia alguien, tanto si esa persona está presente como si no. En tal caso, dile silenciosamente: 

Dios es el Amor en el que te perdono.» 

Jesús nos pide, una vez más, que seamos conscientes de cualquier clase de reacción negativa, de mayor o menor importancia, y que entonces llevemos estas reacciones «a» los pensamientos sugeridos del día. De esta manera, la luz de estos pensamientos puede desvanecer la oscuridad en la cual hemos buscado escondernos. Este proceso requiere de una gran vigilancia y diligencia a medida que intentamos buscar continuamente «practicar» el instante santo (T-15.IV). Esto me recuerda de un chiste muy famoso: Alguien que está perdido en Nueva York le pregunta a otra persona cómo llegar al Carnegie Hall, el legendario auditorio de conciertos. La respuesta que le dan es: ¡Con «práctica», con «práctica», con «práctica»!" 

~ Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick. Traducción al Español por Alfonso Martínez. 

LECCIÓN 46

"Dios es el Amor en el que perdono."


Comentada por:

Oscar Gómez Díez 


Siendo el perdón la columna vertebral del Curso de Milagros, es muy significativo, que solo en la lección 46 se haga el primer ejercicio con una alusión directa sobre el perdón encabezando la idea del día. Pareciera que se necesitaba que aprendiéramos a negar la realidad del ego y sus manifestaciones para que comprendiésemos el alcance y la profundidad de la práctica del perdón que nos propone el Curso. Esta lección no solo es una práctica sobre el perdón sino también una explicación  de gran profundidad metafísica  sobre el objeto del perdón.


'Dios no perdona porque nunca ha condenado." esta no es una afirmación cualquiera,  va en contravía de lo que muchas religiones nos dicen acerca del perdón cuya causa adjudican a un supuesto pecado, que  hemos ofendido a Dios. Es lo opuesto al mito del pecado original de la tradición judeo cristiana, que dice que Dios nos expulsó del Paraíso porque nos comimos una manzana. Y como consecuencia de ello, pasamos de un estado de plenitud y abundancia a un estado de carencia, donde  nos "ganamos el pan con el sudor de la frente". Pasamos de un estado de inmortalidad a un estado mortal dónde la enfermedad y la muerte son la regla. Pasamos de un estado de paz a uno de conflictos y guerras contra todo el mundo, que a la vez oculta,  la más importante guerra que libramos, la guerra contra nosotros mismos.  Aquí se está invirtiendo el arquetipo del pecado original por uno de inocencia. Dios no es el culpable que vivamos en el infierno de este mundo. No estamos ante el Dios vengador e iracundo que nos enseña el antiguo testamento. Y la lección nos explica porqué, "primero tiene que haber condenación para que el perdón sea necesario." Si Dios es un Amor perfecto sin opuestos, entonces no juzga ni condena. Si Dios no nos ha condenado, entonces  no es necesario su perdón. Así que nos puede asaltar la pregunta, si Dios no nos condenó, si Dios no nos castigó, quien nos expulsó del Paraíso?. La respuesta es obvia, fuimos nosotros mismos.  Fuimos nosotros los que soñamos que nos habíamos separado del Padre y nos hemos creído ese sueño. Aquí la teoría de la separación del Curso se identifica más con la parábola del Hijo pródigo de  Jesús, que con la expulsión del Paraíso del Génesis. Fuimos nosotros los que elegimos irnos y los que tenemos que elegir volver a la casa del Padre. De ahí que: "El perdón es la mayor necesidad de este mundo, y esto se debe a que es un mundo de ilusiones. Aquellos que perdonan se liberan a sí mismos de las ilusiones, mientras que los que se niegan a hacerlo se atan a ellas."  Entonces que es lo que perdona el perdón?  Lo que perdonamos son nuestras ilusiones de separación, nuestro falso "yo" que ha negado el amor y que en su huida  fabricó este mundo dual y conflictivo. Lo que se perdona son nuestros falsos pensamientos de separación, culpa y miedo. Lo que se perdona es  aquello que no es verdad en nosotros, para que la verdad que somos aflore. Y quién perdona a quien? En realidad nos perdonamos a nosotros mismos.  Perdonamos nuestros propios errores de percepción acerca de  nuestros hermanos, y sobre nosotros mismos. Me perdono por haber proyectado (acusado) a mis hermanos de mis miedos y culpas. Pero como estamos imbuidos en una falsa idea del perdón, de que fue el otro quien me ofendió, entonces el curso nos ofrece la posibilidad de perdonar en primer lugar a mis hermanos para luego pasar a perdonarnos a nosotros mismos. "De la misma manera en que sólo te condenas a ti mismo, de igual modo, sólo te perdonas a ti mismo. Pero si bien Dios no perdona, Su Amor es, no obstante, la base del perdón." 


Como perdonamos lo que es falso en nosotros, la única manera de hacerlo posible es con la verdad, con el amor,  sin el Amor de Dios es imposible perdonar. Sin la ayuda del Espíritu Santo es imposible perdonar de manera efectiva, pues se requiere de Alguien que pueda ver nuestros errores sin emitir juicios y proceder a disolverlos. Ese es el papel del Espíritu Santo, la Voz que habla por Dios, el Amor de Dios que hace posible nuestro perdón. "El miedo condena y el amor perdona. El perdón, pues, des-hace lo que el miedo ha producido, y lleva de nuevo a la mente a la conciencia de Dios." Nuestros miedos, que no son más que la recreación del miedo original al supuesto castigo de Dios, nos lleva a proyectarlo sobre nuestros hermanos. Los condenamos y atacamos con la falsa esperanza de librarnos de nuestros miedos y culpas. No lo logramos,  pues las ideas no abandonan su fuente, pero hemos incrementado nuestros conflictos y culpas. Solo ante la serena presencia del amor el miedo desaparece. Solo el perdón sana nuestra mente de las ilusiones de miedo y ataque, solo el perdón nos devuelve la cordura y la paz mental. De esta manera el perdón nos regresa a la consciencia de Dios. "Por esta razón, al perdón puede llamársele verdaderamente salvación. Es el medio a través del cual desaparecen las ilusiones." El perdón es el mecanismo para la corrección de nuestros errores, por eso se equipara el perdón a la salvación. El perdón es el único camino que nos lleva de regreso al Padre al liberarnos de los obstáculos que nos impiden experimentar a Dios y Su Amor.


PRACTICA:


 Tres sesiones largas de 5 minutos cada una. Continuamos con el método de auto indagación mental, y la búsqueda de pensamientos relacionados o afines a la idea del día. 


Comienza repitiendo  la idea de hoy para tus adentros:


"Dios es el Amor en el que perdono."


"Cierra los ojos mientras lo haces, y dedica un minuto o dos a explorar tu mente en busca de aquellas personas a quienes no has perdonado." hasta aquí la instrucción parece normal, pero luego aparece una recomendación muy  exigente, por su universalidad: "No importa en qué medida no las hayas perdonado. O las has perdonado completamente o no las has perdonado en absoluto." El  perdón debe ser total y absoluto, o no es perdón. Cualquier pequeño resentimiento o molestia que tengamos con alguien debe ser objeto de perdón, y no sólo aquellos casos en que nos sintamos muy ofendidos por algo o alguien. 


"Si estás haciendo los ejercicios correctamente no deberías tener ninguna dificultad en encontrar un buen número de personas a quienes no has perdonado.  En general, se puede asumir correctamente que cualquier persona que no te caiga bien es un sujeto adecuado.  Menciona cada una de ellas por su nombre, y di:"


"[Nombre], Dios es el Amor en el que te perdono."


"El propósito de la primera fase de las sesiones de práctica de hoy es colocarte en una posición desde la que puedes perdonarte a ti mismo.  Después que hayas aplicado la idea a todas las personas que te hayan venido a la mente, di para tus adentros:"


"Dios es el Amor en el que me perdono a mí mismo."


"Dedica luego el resto de la sesión a añadir ideas afines tales como:"


"Dios es el Amor con el que me amo a mí mismo." 


"Dios es el Amor en el que me alzo bendecido."


"El modelo a seguir en cada aplicación puede variar considerablemente, pero no se debe perder de vista la idea central. Podrías decir, por ejemplo:" 


"No puedo ser culpable porque soy un Hijo de Dios." 


"Ya he sido perdonado."


"El miedo no tiene cabida en una mente que Dios ama."


"No tengo necesidad de atacar porque el amor me ha perdonado."


"La sesión de práctica debe terminar, no obstante, con una repetición de la idea de hoy en su forma original."


REPETICIONES FRECUENTES:


"Las sesiones de práctica más cortas pueden consistir ya sea en una repetición de la idea de hoy en su forma original o en una afín, según prefieras."


RESPUESTA A LA TENTACION:


Si se presenta alguna situación conflictiva con algún hermano, tanto si la persona está presente como si no, puedes decirle silenciosamente:


"Dios es el Amor en el que te perdono."


Todas las variantes de  los ejercicios de hoy, reconocen el amor de Dios, como la condición de que logremos un perdón real, que nos llevará a sanar las relaciones con mis hermanos y a sanar la relación conmigo mismo,  lo que me evitará juzgar, condenar o atacar a mis hermanos o atacarme a mi mismo a través de  enfermedades. El amor  de Dios no solo es la base del perdón, sino también el poder que  nos conduce de regreso al Paraíso perdido, es el proceso en el que el amor se reencuentra consigo mismo y se completa. Ese es el milagro del perdón, hagámoslo realidad hoy. 

Bendiciones 

TEXTO: 







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