Lección 65.
Mi única función es la que Dios me dio.
2. Ésta es la única manera en que puedes ocupar el lugar que te corresponde entre los salvadores del mundo. Ésta es la única manera en que puedes decir, y decirlo en serio: "Mi única función es la que Dios me dio". Y ésta es la única manera en que puedes encontrar paz.
4. Trata, en la medida de lo posible, de llevar a cabo las sesiones de práctica más largas a la misma hora todos los días. Trata asimismo, de fijar esa hora de antemano, y de adherirte luego al máximo al horario establecido. El propósito de esto es organizar tu día de tal manera que hayas reservado tiempo para Dios, así como para todos los propósitos y objetivos triviales que persigues. Esto es parte del entrenamiento a largo plazo que tu mente necesita para adquirir disciplina, de modo que el Espíritu Santo pueda valerse de ella de manera consistente para el propósito que comparte contigo.
5. En la sesión de práctica más prolongada, comienza repasando la idea de hoy. Luego cierra los ojos y repite la idea para tus adentros una vez más, observando tu mente con gran detenimiento a fin de poder captar cualquier pensamiento que cruce por ella. Al principio, no trates de concentrarte exclusivamente en aquellos pensamientos que estén relacionados con la idea de hoy. Trata, más bien, de poner al descubierto cada pensamiento que surja para obstaculizarla. Toma nota de cada uno de ellos con el mayor desapego posible según se presente, y deséchalos uno por uno a medida que te dices a ti mismo:
6. Después de un rato, te resultará más difícil poder detectar los pensamientos que causan interferencia. Sigue tratando, no obstante, durante un minuto más o menos, intentando detectar algunos de los pensamientos vanos que previamente eludieron tu atención, pero sin afanarte o esforzarte innecesariamente en ello. Luego repite para tus adentros:
7. Finalmente, repite la idea de hoy una vez más y dedica el resto de la sesión de práctica a reflexionar sobre la importancia que dicha idea tiene para ti, el alivio que su aceptación te ha de brindar al resolver todos tus conflictos de una vez por todas, y lo mucho que realmente deseas la salvación, a pesar de tus absurdas ideas al contrario.
LECTURA DE LA LECCIÓN
LECCIÓN
COMENTADA POR JORGE LUIS ALVAREZ CASTAÑEDA
OCURRIR DE LA LECCIÓN
a través de Martin Musarra
LECCIÓN JORGE PELLICER
LECCIÓN DAVID HOFFMEISTER
LECCIÓN MARIA IBARS
LECCIÓN 65
Mi única función es la que Dios me dio.
Comentada por:
Jorge Luis Álvarez Castañeda
¡Que la paz sea con nosotros hoy!
Hoy, en la lección 65 Mi única función es la que Dios me dio,
Jesús, nos dice que:
_“La idea de hoy reafirma tu compromiso con la
salvación…Aceptar la salvación como tu único propósito entraña
necesariamente dos fases: el reconocimiento de que la salvación
es tu función, y la renuncia a todas las demás metas que tú
mismo te has inventado”_.
Jesús, nos ha planteado que tenemos cuatro grandes funciones:
ser la luz del mundo, perdonar, ser feliz y la salvación. ¿Y de que
salvación se trata? De salvarnos de nuestras percepciones equivocadas,
de nuestros pensamientos de pecado o separación, culpa y miedo, es
decir, de deshacer la creencia en la separación de Dios. Y el instrumento
de que nos valemos, con la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús, para
salvarnos es el perdón. Por eso, hablar de salvación y de perdón es lo mismo.
Volvemos a lo que hemos visto, anteriormente, a la relación entre forma y contenido. A nivel de la forma podemos tener muchas funciones (como miembros de una familia, como profesionales, como ciudadanos de un país, etc.), pero a nivel del contenido no tenemos sino una
función: la función que Dios nos dio. Y esta es la salvación, que requiere
para alcanzarla: el perdón. La lección nos propone que, aunque sea por
un momento, nos olvidemos de las funciones que tenemos en este
mundo y aceptemos la función que Dios nos dio como nuestra única
función.
Por eso, Jesús, nos dice:
_“Esta es la única manera en que puedes ocupar el lugar
que te corresponde ente los salvadores del mundo. Esta es la
única manera en que puedes decir, y decirlo en serio: “Mi única
función es la que Dios me dio”. Y esta es la única manera en que
puedes encontrar paz”_.
Si tengo clara mi función de perdonar todas las situaciones que
me hagan perder la paz, en las que sienta ira y resentimiento hacia mis
hermanos, en que haga juicios que fomenten la separación y me decido,
a pedir la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús, avanzo en el proceso de
limpiar mi mente, para hacer tabla rasa de todos los pensamientos no
amorosos que, como dice Jesús, me impiden ocupar el lugar que me
corresponde entre los salvadores del mundo.
Por eso Jesús nos dice que:
_”La idea de hoy te ofrece el que puedas escapar de todas
las dificultades que percibes. Pone en tus manos la llave que abre
la puerta a la paz, la cual tú mismo cerraste. Es la respuesta a la
búsqueda en la que has estado enfrascado desde los orígenes del
tiempo”_.
Si acojo la idea de hoy se acaban las dificultades y problemas que
creo tener en este mundo del ego que se relacionan todas, así no se vea
claramente, con la creencia en la separación de Dios. Esta creencia me
lleva a las ideas de pecado, culpa y miedo que mueven toda la manera
de razonar con el ego. La idea de hoy, si la acepto de corazón, me abre
las puertas a la paz y termina la interminable búsqueda a lo que me
conduce el ego de aquello que, supuestamente, me va a producir
felicidad.
Jesús, nos llama a darle una estructura, un orden a las lecciones:
_”Trata, en la medida de lo posible, de llevar a cabo las
sesiones de práctica más largas a la misma hora todos los
días. Trata asimismo de fijar esa hora de antemano y de luego
adherirte a ella lo máximo posible. El propósito de esto es
organizar tu día de tal manera que hayas reservado tiempo para
Dios, así como para todos los propósitos y objetivos triviales que
persigues”_.
El Curso es un programa de entrenamiento mental que implica,
como en todo entrenamiento, disciplina y orden. Jesús, nos propone que
dediquemos un tiempo a Dios, así como a los propósitos triviales que
tenemos en este mundo del ego. Estos no los cuestiona. Como siempre,
amable, sabe que el tiempo que le dedicamos a Dios, todavía no es el
que prima. No lo juzga, ni lo critica. Simplemente, nos pide que
reservemos un tiempo para Dios y tratemos de cumplirlo.
Este proceso de centrarnos, únicamente, en la función que Dios
nos dio requiere de nosotros honestidad para ver qué es lo que
realmente nos mueve en este mundo que anteponemos a la función que
Dios nos dio. Jesús, no se opone a nuestras relaciones especiales (como
padres, hijos, pareja, profesionales, etc.) sino que nos propone que las
miremos con el Espíritu Santo. El Espíritu Santo ve la verdad de lo que
somos más allá de las ilusiones del mundo del ego y nos ofrece la
salvación: la unidad en lugar de la separación, el amor en lugar del
miedo, la inocencia en lugar de la culpabilidad, el perdón en lugar de la
falta de perdón.
Proceso de práctica de la lección
Objetivo
Tomar conciencia de que mi única función es la que Dios me dio: la
salvación. Las demás funciones que tenemos en este mundo del ego las
podemos dejar de lado, así sea por un momento, para valorar la función
que Dios nos dio.
Ejercicios
Jesús nos propone realizar:
1. Ejercicios más largos.
Realizar una sesión de 10 a 15 minutos. Nos dice Jesús:
Comienza la sesión de práctica más prolongada
repasando la idea de hoy.
Luego cierra los ojos y repite la idea para tus adentros
una vez más, observando tu mente con gran
detenimiento a fin de poder captar cualquier pensamiento
que cruce por ella.
Al principio, no trates de concentrarte exclusivamente en
aquellos pensamientos que estén relacionados con la idea
de hoy. Trata, más bien, de poner al descubierto cada
pensamiento que surja para obstaculizarla.
Toma nota de cada uno de ellos con el mayor desapego
posible según se presente, y deséchalos uno por uno a
medida que te dices a ti mismo:
_Este pensamiento refleja un objetivo que me
está impidiendo aceptar mi única función_.
Después de un rato te resultará más difícil poder detectar
los pensamientos que causan interferencia. Sigue
tratando, no obstante, durante un minuto más o menos,
intentando detectar algunos de los pensamientos vanos
que previamente eludieron tu atención, pero sin afanarte
o esforzarte innecesariamente en ello.
Luego repite para tus adentros:
_Que en esta tabla rasa quede escrita mi verdadera
función_.
No es preciso que uses estas mismas palabras, pero trata
de tener la sensación de que estás dispuesto a que tus
propósitos ilusorios sean reemplazados por la verdad.
Finalmente, repite la idea de hoy una vez más y dedica el
resto de la sesión de práctica a reflexionar sobre la
importancia que esta idea tiene para ti, el alivio que su
aceptación te ha de brindar al resolver todos tus
conflictos de una vez por todas, y lo mucho que
realmente deseas la salvación, a pesar de tus absurdas
ideas al contrario.
2. Ejercicios más cortos.
En las sesiones de práctica más cortas, que deben hacerse por lo
menos una vez por hora, usa el siguiente modelo al aplicar la idea
de hoy:
Mi única función es la que Dios me dio. No quiero ninguna
otra ni tengo ninguna otra.
_Observaciones_
Cierra los ojos en algunas ocasiones al practicar esto y, en otras,
mantenlos abiertos mientras miras a tu alrededor. Lo que ahora
ves será totalmente diferente cuando aceptes la idea de hoy sin
reservas.
Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a
su paz interior. Hagamos la lección siempre en compañía del Espíritu
Santo y de Jesús. Y sin olvidarnos de reír porque la Voluntad de Dios
para nosotros es que tengamos perfecta felicidad.
Muchas, muchísimas, bendiciones.
Jorge Luis Álvarez Castañeda
LECCIÓN 65
Mi única función es la que Dios me dio.
Comentada por:
Kenneth Wapnick
"Cada vez que estemos tentados de pensar que tenemos una función que no sea el perdón, debemos reconocer que estamos involucrados con una defensa. Muchas de las funciones que pensamos que tenemos parecen ser muy importantes: salvar el mundo, la familia, los amigos o el trabajo, ser un maestro de Un Curso de Milagros, etc. Sea cual sea su forma, no es nuestra función, y Dios no nos la dio. Como ya hemos discutido, Dios no conoce de específicos, y la función que Él "me dio" es simplemente recordar quién soy como Su Hijo. El perdón hace eso posible, y ese es el tema de esta lección.
📘(1:1-2) «La idea de hoy reafirma tu compromiso con la salvación. También te recuerda que no tienes ninguna otra función salvo ésa.»
Recuerda, la salvación significa ser salvos de nuestras mentes equivocadas, de creer que tenemos razón y que Jesús está equivocado. Significa deshacer la creencia de que somos individuos que actuamos por nuestra cuenta, y necesitamos que todos los demás sean responsables de la miseria que elegimos para nosotros mismos.
🔸️(1:3) «Ambos pensamientos son obviamente necesarios para un compromiso total.»
"Ambos pensamientos" significa tener la función de la salvación y no tener otra función excepto esa. Significa mirar lo positivo - nuestra función de perdonar - y lo negativo - la creencia de que tenemos otra función. En los siguientes párrafos, Jesús declara aún más explícitamente nuestra necesidad de ser conscientes de las percepciones correctas y erróneas de nuestra función.
🔸️(1:4-5) «La salvación no podrá ser tu único propósito mientras sigas abrigando otros. Aceptar la salvación como tu única función entraña necesariamente dos fases: el reconocimiento de que la salvación es tu función, y la renuncia a todas las demás metas que tú mismo has inventado.»
Antes de que podamos renunciar a estos otros objetivos, primero debemos ser conscientes de ellos. Esto subraya la importancia de ser honestos con nosotros mismos y con Jesús con respecto a nuestra búsqueda de los objetivos ocultos de especialismo del ego. Uno puede aplicar aquí su exhortación a nosotros desde el texto que viene dentro del contexto de pedir su ayuda. Es una exhortación que escucharemos de nuevo:
“Examina detenidamente qué es lo que estás realmente pidiendo. Sé muy honesto contigo mismo al respecto, pues no debemos ocultarnos nada el uno al otro.” (T-4.111.8:1-2)
“Examina honestamente qué es lo que has pensado que Dios no habría pensado, y qué no has pensado que Dios habría querido que pensases. Examina honestamente tanto lo que has hecho como lo que has dejado sin hacer, y cambia entonces de mentalidad para que así puedas pensar con la Mente de Dios.” (T-4.IV.2:4-5)
Para decirlo de otra manera: decir "sí" a nuestra verdadera función es decir "no" a las falsas. En "La última pregunta que queda por contestar" en el texto, Jesús dice que responder "sí" (a la última de las cuatro preguntas que plantea) es decir "que no has dicho no" (T-21.VII.12). Primero debemos ver la negación del ego de la verdad - "no" - y luego decir que ya no queremos esto - "decir «no» al no". Como Jesús dice a principios del texto, en palabras que nos resultarán cada vez más familiares:
“La tarea del obrador de milagros es, por lo tanto, negar la negación de la verdad.” (T-12.II.1:5)
Esto implica tomar conciencia de las maneras manifiestas y sutiles en las que hemos establecido lo que creemos que es nuestra función en la vida: el propósito por el cual venimos. Creemos que, en nuestra grandiosidad, nacimos con un noble propósito. ¡No es verdad! Estamos aquí para deshacer el «innoble» propósito para el cual el ego nos trajo: culpar a otros por nuestro pecado, dejándonos libres de toda responsabilidad por cómo nos sentimos. El deshacimiento de ese propósito - el significado del perdón - es nuestra función y «nada más».
📘(2:1) «Ésta es la única manera en que puedes ocupar el lugar que te corresponde entre los salvadores del mundo.»
Al comienzo de la última sección del texto, "Elije de nuevo", Jesús nos pide que elijamos si ocuparemos nuestro lugar entre los salvadores del mundo o permaneceremos en el infierno, reteniendo a nuestros hermanos allí (T-31.VIII. 1: 5). Él recuerda para nosotros esta declaración significativa, del mismo modo que un compositor cita temas significativos de porciones anteriores de una sinfonía.
🔸️(2:2-3) «Ésta es la única manera en que puedes decir, y decirlo en serio: "Mi única función es la que Dios me dio". Y ésta es la única manera en que puedes encontrar paz.»
Vale la pena señalar que «única» es un calificador fuerte. Jesús lo usa con bastante frecuencia a lo largo de Un Curso de Milagros, y aquí lo usa en sucesivas declaraciones. No tenemos otra función que no sea el perdón, y la «única» forma en que podemos encontrar paz mental es desempeñar esta función, que es deshacer las funciones falsas de nuestro ego. Estas siempre involucran a nuestros cuerpos haciendo algo en el mundo, lo que hace que el estado de insensatez sea real en nuestra experiencia y creencia. Un pasaje en el Manual Para el Maestro, en el contexto de la ira, describe este proceso de alcanzar la paz a través del perdón: la ira se dirige de un cuerpo a otro, lo que refuerza la insensatez; mientras que el perdón nos devuelve a nuestras mentes y a la paz de Dios:
“La paz de Dios no puede hacer acto de presencia allí donde hay ira, pues la ira niega forzosamente la existencia de la paz. Todo aquel que de alguna manera o en cualquier circunstancia considere que la ira está justificada, proclama que la paz es una insensatez, y no podrá por menos que creer que no existe. En esas condiciones no se puede hallar la paz de Dios. El perdón es, por lo tanto, la condición indispensable para hallarla. Lo que es más, donde hay perdón tiene que haber paz.” (M-20.3:3-7)
Elegir contra nuestra ira, o cualquier otra expresión del sistema de pensamiento del ego, es la «única» forma en que tomamos conciencia de la verdad del Espíritu Santo que está más allá de la tapadera defensiva del ego.
📘(3:1-3) «Hoy, y durante los próximos días, reserva diez o quince minutos para una sesión de práctica más prolongada, en la que trates de entender y aceptar el verdadero significado de la idea de hoy. La idea de hoy te ofrece el que puedas escapar de todas las dificultades que percibes. Pone en tus manos la llave que abre la puerta de la paz, la cual tú mismo cerraste.»
No podemos escapar de nuestras dificultades hasta que las percibamos. La frase "dificultades que percibes" significa que creemos que las tenemos, aunque no sean reales. Por lo tanto, no podemos dejarlas ir hasta que tomemos conciencia del sistema de pensamiento del ego que hemos percibido, como una forma de negarlo en nosotros mismos. Esto es, por lo tanto, una nueva declaración del primer principio de los milagros. Ver nuestras dificultades percibidas con Jesús, nos permite reconocerlas como las pantallas de humo para el «único» problema que realmente tenemos: nuestra creencia en la realidad de la separación. De esta forma, nuestras dificultades percibidas desaparecen en el único problema, que el milagro gentilmente corrige.
Más adelante en la Lección 121, Jesús dice que "el perdón es la llave de la felicidad". La llave de la puerta de la felicidad está en nuestras manos. No está en las manos de Jesús o las de Dios, ni en las manos de Un Curso de Milagros, y mucho menos en las de nadie más. «Está en nuestras manos», porque solo nosotros tenemos el poder de abrir la puerta o mantenerla cerrada: el poder de mantener nuestras mentes cerradas a la verdad o a las mentiras del ego. Nosotros somos los que cerramos la puerta al Espíritu Santo; por lo tanto, somos los únicos que podemos abrirla. El Espíritu Santo está del otro lado de la puerta, pero Él no puede hacer la elección por nosotros.
Finalmente, la sesión de práctica más larga que Jesús sigue sugiriendo refleja su deseo de que reflexionemos más y más seriamente sobre los pensamientos que nos está presentando. Esto es similar a su requerimiento a Helen y Bill en el período inicial de la escritura del Curso de que "estudien estas notas". *
🔸️(3:4) «Es la respuesta a la incesante búsqueda en la que has estado enfrascado desde los orígenes del tiempo.»
Cuando Jesús dice "en la que has estado enfrascado desde los orígenes del tiempo", no se está refiriendo al yo individual que piensas que eres, sino al Hijo de Dios colectivo. La búsqueda en la que nos hemos enfrascado - que abarca todos los niveles de existencia- es por la felicidad, la paz y la ausencia de dolor. Huelga decir que hemos fracasado miserablemente. De hecho, parece que en estos días hay incluso más sufrimiento que en cualquier otro momento de la historia. Esta percepción es una ilusión, ya que no existe una jerarquía en el mundo ilusorio del tiempo y el espacio; sin embargo, ciertamente parece como si este fuera el caso. Parece que estamos negando menos nuestros egos y nuestras defensas se han vuelto menos efectivas, por lo que buscamos, buscamos y buscamos soluciones para nuestro dolor. Buscamos pero no encontramos porque estamos buscando en el lugar equivocado. Es por eso que es imperativo recordar que el perdón ocurre en la mente, no en ningún otro lado. Manifiesta nuestra elección de liberarnos del yugo del ego, tomando a Jesús como nuestro maestro en su lugar.
Una vez que hemos elegido con cordura, nuestro nuevo maestro nos ayuda a darnos cuenta de que nuestra búsqueda ha sido en vano, ya que persistentemente buscamos la verdad y la felicidad donde no pudieron ser encontrados. Como Jesús nos dice cerca del final del texto:
“La verdadera elección no es algo ilusorio. Mas el mundo no te la puede ofrecer. Todos sus caminos no hacen sino conducir a la desilusión, a la nada y a la muerte. Sus alternativas no constituyen una verdadera elección. No intentes escaparte de tus problemas aquí, pues el mundo fue concebido precisamente para que no se pudiese escapar de ellos. No te dejes engañar por los diferentes nombres que se le han dado a sus caminos. Todos tienen la misma finalidad...Todos te conducen a la muerte...No pienses que puedes encontrar la felicidad siguiendo un camino que te aleja de ella. Eso ni tiene sentido ni puede ser la manera de alcanzarla...para alcanzar una meta tienes que proceder en dirección a ella, no en dirección contraria. Y todo camino que vaya en dirección contraria te impedirá avanzar hacia la meta que te has propuesto alcanzar...Hay una elección que tienes el poder de hacer una vez que hayas visto las verdaderas alternativas.” (T-31.IV.2: 1-8,11; 7:1-4; 8:1)
📘(4:1-2) «Trata, en la medida de lo posible, de llevar a cabo las sesiones de práctica más largas a la misma hora todos los días. Trata asimismo, de fijar esa hora de antemano, y de adherirte luego al máximo al horario establecido.»
Como he mencionado, Jesús proporciona instrucciones específicas para hacer estos ejercicios, y nos dice aquí que establezcamos alguna estructura por nosotros mismos, aunque dirá en breve que esto no será un arreglo permanente. Sus palabras implican la naturaleza indisciplinada de nuestras mentes, derivado del temor de recuperar el poder de nuestra mente para elegir. Este miedo es tan grande, que sin períodos de tiempo estructurados fácilmente permitiríamos que nuestra práctica se desviara por la divagación mental inducida por el miedo, diluyendo así la eficacia del libro de ejercicios para ayudarnos a elegir de nuevo. Necesitamos disciplina externa antes de poder interiorizar las enseñanzas de Jesús, para que podamos aprender a pensar en él y en su mensaje con la mayor frecuencia posible.
Esta estructura que estamos tratando de imponer a nosotros mismos también ofrece la maravillosa oportunidad de conocer la profundidad de nuestra resistencia cuando nos olvidamos de nuestras sesiones de práctica extendida, y luego buscamos racionalizar o negar nuestro miedo. Discutiremos esta resistencia más ampliamente más adelante.
🔸️(4:3) «El propósito de esto es organizar tu día de tal manera que hayas reservado tiempo para Dios, así como para todos los propósitos y objetivos triviales que persigues.»
Jesús no nos está diciendo que renunciemos a nuestros "propósitos y objetivos triviales", sino que dice:
"Puedes tenerlos, pero dame un poco de tiempo también, y te ayudaré a estructurar tu día. Vas a pasar diez minutos en este momento; diez minutos en otro momento; veinte minutos aún en otro momento. Establece la estructura para que no tengas que renunciar a lo que quieres, pero también deja algo de espacio durante el día cuando pienses en mí, y déjame pasarlo contigo". Después de todo, él no está pidiendo mucho. Jesús proporciona así un ejemplo de cómo deberíamos estar el uno con el otro y con nosotros mismos: claro y firme, pero gentil y paciente. La verdad no nos golpea en la cabeza consigo misma, sino que simplemente nos recuerda, dentro del contexto de nuestras vidas y valores ilusorios, lo único que es importante para nosotros. Recordemos nuevamente esa idea de suma importancia del texto: El Espíritu Santo no nos priva de nuestras relaciones especiales, Él las transforma (T-17.IV.2: 3).
🔸️(4:4) «Esto es parte del entrenamiento a largo plazo que tu mente necesita para adquirir disciplina, de modo que el Espíritu Santo pueda valerse de ella de manera consistente para el propósito que comparte contigo.»
Una y otra vez, Jesús nos dice que esto es un proceso; un programa a largo plazo, que se volverá menos estructurado más adelante. Por ahora, sin embargo, tal estructura es extremadamente importante. Pensar que no la necesitas refleja la arrogancia del ego.
📘(5) «En la sesión de práctica más prolongada, comienza repasando la idea de hoy. Luego cierra los ojos y repite la idea para tus adentros una vez más, observando tu mente con gran detenimiento a fin de poder captar cualquier pensamiento que cruce por ella. Al principio, no trates de concentrarte exclusivamente en aquellos pensamientos que estén relacionados con la idea de hoy. Trata, más bien, de poner al descubierto cada pensamiento que surja para obstaculizarla. Toma nota de cada uno de ellos con el mayor desapego posible según se presente, y deséchalos uno por uno a medida que te dices a ti mismo:
Este pensamiento refleja un objetivo que me está impidiendo aceptar mi única función.»
Jesús nos dice que nuestra tarea es prestar cuidadosa atención a los pensamientos del ego, ya que son estos los que interfieren con nuestro recuerdo de la idea de hoy. Esta observación cuidadosa es el foco, porque estos pensamientos son el problema. El énfasis en la búsqueda mental aquí es una reminiscencia de las lecciones anteriores y, de hecho, es una práctica que debería permanecer con nosotros durante mucho, mucho tiempo. Solo al estar atentos a estos pensamientos podemos verdaderamente traerlos al amor de Jesús para el deshacimiento - «nuestra única función» - eliminando así los obstáculos para aceptar nuestra verdadera Identidad. Ten en cuenta también que nuestra búsqueda debe hacerse tanto como sea posible sin ansiedad, culpa o juicio. Esto nos ayuda a no otorgar a estos pensamientos el poder que al ego le gustaría que creyéramos que tienen.
📘(6:1-2) «Después de un rato, te resultará más difícil poder detectar los pensamientos que causan interferencia. Sigue tratando, no obstante, durante un minuto más o menos, intentando detectar algunos de los pensamientos vanos que previamente eludieron tu atención, pero sin afanarte o esforzarte innecesariamente en ello.»
Jesús quiere que prestemos mucha atención a estos pensamientos vanos, incluso si son difíciles de alcanzar. Es nuestro «deseo» de encontrarlos lo que es importante aquí, porque refleja la pequeña dosis de buena voluntad que él nos dice en el texto es todo lo que el Espíritu Santo requiere para nuestra curación (por ejemplo, T-18.IV, V).
Ahora viene algo de gran importancia:
🔸️(6:3-4) Luego repite para tus adentros:
Que en esta tabla rasa quede escrita mi verdadera función.
Nuestro trabajo es limpiar la pizarra de la mente, el énfasis primordial a lo largo de Un Curso de Milagros. Nuestras mentes están atiborradas de pensamientos de separación, pecado, ataque, sufrimiento, placer, especialismo, arrogancia y muerte. Este desorden oculta la expresión lúcida de la Expiación en nuestras mentes. Limpiamos la pizarra al prestar cuidadosa atención y sin prejuicios a los pensamientos vanos, dándonos cuenta de que los hemos elegido como una manera de mantener alejado el amor de Jesús. Nuestra función es elegir eliminar el desorden; el amor justo detrás de ello brillará por sí mismo.
🔸️(6:5) «No es preciso que uses estas mismas palabras, pero trata de tener la sensación de que estás dispuesto a que tus propósitos ilusorios sean reemplazados por la verdad.»
Una vez más, no somos nosotros los que los reemplazamos; ese es el trabajo de Jesús. El nuestro es simplemente llevarle las ilusiones del ego. Así, Jesús apela a nuestra voluntad de que los "propósitos ilusorios" sean reemplazados por nuestra verdadera función de perdonar. Es esta pequeña dosis de buena voluntad - la motivación para que la oscuridad de nuestros errores sea corregida por la luz - a lo que Jesús siempre está apelando.
📘(7) «Finalmente, repite la idea de hoy una vez más y dedica el resto de la sesión de práctica a reflexionar sobre la importancia que dicha idea tiene para ti, el alivio que su aceptación te ha de brindar al resolver todos tus conflictos de una vez por todas, y lo mucho que realmente deseas la salvación, a pesar de tus absurdas ideas al contrario.»
Continuamente tratamos de resolver nuestros conflictos haciendo cosas externas que requieren el sacrificio de otros, viendo nuestro mundo como uno de intereses en conflicto: el nuestro frente al de los demás. El único conflicto real dentro del sueño, sin embargo, es el conflicto en nuestras mentes entre el ego y el Espíritu Santo. En verdad, por supuesto, eso es una ilusión, también. Pero ese conflicto es nuestro único problema: "¿Quiero al ego o a Jesús como mi maestro?"
Jesús está apelando a nuestro deseo de salvación a pesar de nuestras absurdas creencias de lo que es. Por lo tanto, al hacer estos ejercicios, él nos insta a enfocarnos en las maneras dementes y tontas en que creemos que la salvación vendrá a nosotros; lo que creemos nos hará felices, a diferencia de lo que realmente nos hará felices.
Otro punto, que se hizo antes y aparecerá nuevamente en la próxima lección, es que nuestra función es ser feliz. El problema - la arrogancia del ego - es que creemos que sabemos lo que es la felicidad. La humildad, por otro lado, dice que no entendemos lo que nos hará felices, pero hay Uno dentro de nosotros que sí lo sabe. Por lo tanto, vemos secciones paralelas en el texto "La confusión entre dicha y dolor" (T-7.X) y "La diferencia entre aprisionamiento y libertad" (T-8.II), y los siguientes pasajes representativos:
“El Espíritu Santo te dirigirá sólo a fin de evitarte dolor. Obviamente nadie se opondría a este objetivo si lo reconociese. Mas el problema no estriba en si lo que el Espíritu Santo dice es verdad o no, sino en si quieres escucharle o no. No puedes reconocer lo que es doloroso, de la misma manera en que tampoco sabes lo que es dichoso, y, de hecho, eres muy propenso a confundir ambas cosas. La función primordial del Espíritu Santo es enseñarte a distinguir entre una y otra. Lo que a ti te hace dichoso le causa dolor al ego, y mientras tengas dudas con respecto a lo que eres, seguirás confundiendo la dicha con el dolor.” (T-7.X.3:1-6)
“Hemos dicho que el Espíritu Santo te enseña la diferencia que existe entre el dolor y la dicha. Eso es lo mismo que decir que te enseña la diferencia que hay entre estar aprisionado y ser libre. No puedes hacer esta distinción sin Él porque te has enseñado a ti mismo que el aprisionamiento es libertad. ¿Cómo ibas a poder distinguir entre una cosa y otra cuando crees que ambas son lo mismo? ¿Cómo ibas a poder pedirle a la parte de tu mente que te enseñó a creer que son lo mismo que te enseñase de qué manera son diferentes?” (T-8.II.5)
📘(8) «En las sesiones de práctica más cortas, que deben hacerse por lo menos una vez por hora, usa el siguiente modelo al aplicar la idea de hoy:
Mi única función es la que Dios me dio. No quiero ninguna otra ni tengo ninguna otra.
Cierra los ojos en algunas ocasiones al practicar esto, y en otras, manténlos abiertos mientras miras a tu alrededor. Lo que ahora ves será totalmente diferente cuando aceptes la idea de hoy sin reservas.»
De nuevo, vemos el énfasis en el ejercicio «ojos cerrados-ojos abiertos», reflejando que «las ideas no abandonan su fuente»: nuestros pensamientos («ojos cerrados») permanecen dentro, a pesar de los intentos de la proyección del ego de percibirlos afuera («ojos abiertos»). Es por eso que nuestras percepciones cambiarán por completo cuando cambiemos nuestro modo de pensar."
~ Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick. Traducción al Español por Alfonso MartMartinez