LECCIÓN 154 Me cuento entre los ministros de Dios.

LECCIÓN 154

Me cuento entre los ministros de Dios.


1. No seamos hoy ni arrogantes ni falsamente humildes. ²Ya hemos superado tales necedades. ³No podemos juzgarnos a nosotros mismos ni hace falta que lo hagamos. ⁴Eso no haría más que aplazar la decisión que tenemos que tomar y demorar nuestro compromiso con nuestra función. ⁵No es a nosotros a quien corresponde juzgar nuestra valía, ni tampoco podríamos saber cuál es el mejor papel para nosotros o qué es lo que podemos hacer dentro de un plan más amplio que no podemos captar en su totalidad. ⁶Nuestro papel se nos asigna en el Cielo, no en el infierno. ⁷Y lo que pensamos que es debilidad puede ser fortaleza, y lo que creemos que es nuestra fortaleza a menudo es arrogancia.


2. Sea cual sea el papel que se te asignó, fue seleccionado por la Voz que habla por Dios, Cuya función es asimismo hablar por ti. ²Dado que el Espíritu Santo ve tus puntos fuertes exactamente como son y es consciente de dónde se puede hacer el mejor uso de ellos, con qué propósito y a quién pueden ayudar y cuándo, elije y acepta tu papel por ti. ³No actúa sin tu consentimiento. ⁴Pero no se deja engañar con respecto a lo que eres y únicamente escucha Su Voz en ti.


3. Mediante esta capacidad Suya de oír una sola Voz, la Cual es la Suya Propia, es como por fin cobras conciencia de que en ti hay sólo una Voz. ²Y esa única Voz te asigna tu función, te la comunica y te proporciona las fuerzas necesarias para que puedas comprenderla, llevar a cabo lo que requiere, así como triunfar en todo lo que hagas que esté relacionado con ella. ³Dios se une a Su Hijo en esto, y Su Hijo se convierte de este modo en el mensajero de la unidad junto con Él.


4. Esta unión de Padre e Hijo, por medio de la Voz que habla por Dios, es lo que hace que la salvación sea algo aparte del mundo. ²Ésta es la Voz que habla de leyes que el mundo no obedece y la que promete salvarnos de todo pecado y abolir la culpa de la mente que Dios creó libre de pecado. ³Ahora esta mente vuelve a cobrar conciencia de Aquel que la creó y de su eterna unión consigo misma. ⁴Y así, su Ser constituye la única realidad en la que su voluntad y la de Dios están unidas.


5. El mensajero no escribe el mensaje que transmite. ²Tampoco cuestiona el derecho del que lo escribe ni pregunta por qué razón ha escogido aquellos que han de recibir el mensaje del que él es portador. ³Basta con que lo acepte, lo lleve a quienes va destinado y cumpla con su cometido de entregarlo. ⁴Si trata de determinar cuáles deben ser los mensajes, o cuál es su propósito o adónde se deben llevar, no estará desempeñando debidamente su papel de portador de la Palabra.


6. Hay una diferencia fundamental en el papel que desempeñan los mensajeros del Cielo que los distingue de los mensajeros del mundo. ²Los mensajes que transmiten van dirigidos en primer lugar a ellos mismos. ³Y es únicamente en la medida en que los pueden aceptar para sí que se vuelven capaces de llevarlos más lejos y de transmitirlos allí donde se dispuso que fueran recibidos. ⁴Al igual que los mensajeros del mundo, ellos no escribieron los mensajes de los que son portadores, pero se convierten, en rigor, en los primeros que los reciben a fin de prepararse para darlos.


7. Un mensajero terrenal cumple su misión transmitiendo todos los mensajes de que es portador. ²Los mensajeros de Dios desempeñan su papel aceptando Sus mensajes como si fuesen para ellos mismos; y demuestran que han entendido los mensajes cuando se los transmiten a otros. ³No aceptan ningún papel que no les haya sido asignado por Su autoridad. ⁴Y de esta forma, se benefician con cada mensaje que transmiten.


8. ¿Queréis recibir los mensajes de Dios? ²Pues así es como os convertís en Sus mensajeros. ³Sois nombrados ahora. ⁴No obstante, os demoráis en transmitir los mensajes que habéis recibido ⁵y de esta forma no os dais cuenta de que son para vosotros, por lo tanto, no los reconocéis. ⁶Nadie puede recibir y comprender que ha recibido, hasta que no da. ⁷Pues sólo al dar puede aceptar que ha recibido.


9. Vosotros que sois ahora los mensajeros de Dios, recibid Sus mensajes, ²pues es parte de la función que se os asignó. ³Dios no ha dejado de ofreceros lo que necesitáis ni tampoco ha dejado de aceptarse. ⁴No obstante, hay otra parte de la tarea que se os ha encomendado que todavía tiene que llevarse a cabo. ⁵Aquel que recibió los mensajes de Dios por vosotros quisiera que vosotros también los recibierais. ⁶Pues de esta manera os identificáis con Él y reivindicáis lo que es vuestro.


10. Esta unión es lo que nos proponemos reconocer hoy. ²No trataremos de mantener nuestras mentes separadas de Aquel que habla por nosotros, pues es nuestra propia voz la que oímos cuando Le prestamos atención. ³Únicamente Él puede hablarnos a nosotros y hablar por nosotros, al unir en una sola Voz el recibir y el dar de la Palabra de Dios; el dar y el recibir de Su Voluntad.


11. Nuestra práctica de hoy consiste en darle a Él lo que es Su Voluntad tener, de manera que podamos reconocer los dones que nos concede. ²Él necesita nuestra voz para poder hablar por medio de nosotros. ³Necesita nuestras manos para que reciban Sus mensajes y se los lleven a quienes Él nos indique. ⁴Necesita nuestros pies para que nos conduzcan allí donde Su Voluntad dispone, de forma que aquellos que esperan acongojados puedan por fin liberarse. ⁵Y necesita que nuestra voluntad se una a la Suya para que podamos ser los verdaderos receptores de Sus dones.


12. Aprendamos sólo esta lección el día de hoy: que no reconoceremos lo que hemos recibido hasta que no lo demos. ²Has oído esto cientos de veces y de cien maneras diferentes y, sin embargo, todavía no lo crees. ³Mas una cosa es segura: hasta que no lo creas, recibirás miles y miles de milagros pero no sabrás que Dios no se ha quedado con ningún don más allá de los que tú ya posees ni le ha negado a Su Hijo la más mínima bendición. ⁴¿Qué significado puede tener esto para ti mientras no te hayas identificado con el Hijo y con lo que es suyo?


13. Nuestra lección de hoy reza así: 


²Me cuento entre los ministros de Dios, y me siento agradecido de disponer de los medios por los cuales puedo llegar a reconocer que soy libre.


14. El mundo retrocede a medida que iluminamos nuestras mentes y reconocemos la veracidad de estas santas palabras, ²pues constituyen el mensaje que hoy nos envía nuestro Creador. ³Ahora demostraremos cómo esas palabras han cambiado lo que pensábamos acerca de nosotros mismos y de lo que era nuestra función. ⁴Pues al demostrar que no aceptamos ninguna voluntad que no compartamos, los numerosos dones que nuestro Creador nos concede aparecerán de inmediato ante nuestra vista y llegarán a nuestras manos, y así reconoceremos lo que hemos recibido.



AUDIOS de la Lección 154
de CELEBRANDO EL MILAGRO

Lectura de la Lección 154
A través de Blanca Nivia Morales Contreras.


Ocurrir de la Lección 154
a través de Martin Musarra


Lección 154
comentada por 
Jorge Luis Álvarez Castañeda





































LECCIÓN 154

 Me cuento entre los ministros de Dios.

 

Comentada por:

Jorge Luis Álvarez Castañeda

 

*¡Que la paz sea con nosotros hoy!*

 

En esta lección, Jesús, quiere que pensemos acerca de cuál es nuestro papel, cuál es nuestra función en este mundo. Podríamos preguntarnos: lo que estamos haciendo en este momento, la relación especial que tenemos con nuestra familia, profesión, amistades, trabajo, etc. ¿le sirve a Dios en su plan de salvación?


Si contestamos esta pregunta con el ego nos dirá que no hemos hecho lo suficiente, que faltó mucho, que podía ser mejor. Las desvalorizaciones ante nosotros mismos no son sino variantes de la culpabilidad ancestral que cargamos por la creencia en la separación. Con el Espíritu Santo, este nos dirá que tenemos una misión aquí que desempeñar: aceptar la Expiación para nosotros mismos, es decir, el entregarle al Espíritu Santo nuestros errores para que Él los corrija tal como vimos en la lección 139 *Aceptaré la Expiación para mí mismo.*


Jesús, en el capítulo 25 en la sección VI nos aclara sobre nuestro papel en el plan de Dios para la salvación:

_”Esta es la percepción benévola que el Espíritu Santo tiene del deseo de ser especial: valerse de lo que tu hiciste, para sanar en vez de para hacer daño. Él le asigna a cada cual una función especial en la salvación que sólo él puede desempeñar, un papel exclusivamente para él. Y el plan no se habrá llevado a término hasta que cada cual descubra su función especial y desempeñe el papel que se le asignó para completarse así mismo en un mundo donde rige la incomplección”_. T-25. VI. 4: 1-3


Recordemos que el deseo de ser especial surge con la creencia en la separación donde cada una de esas millones de partes de la mente que se creen separadas proyecta un personaje, un ser con minúscula, que se manifiesta en un cuerpo y construye su propio mundo particular: con familia, amigos, etc. 


Y continúa, Jesús, hablándonos sobre la función especial:


     _”El Espíritu Santo necesita que desempeñes tu función especial, de modo que la suya pueda consumarse. No pienses que no tienes un valor especial aquí. Tú lo quisiste, y se te concedió. Todo lo que has hecho se puede utilizar, fácil y provechosamente a favor de la salvación. El Hijo de Dios no puede tomar ninguna decisión que el Espíritu Santo no pueda emplear a su favor, en vez de contra él”_. T-25. VI. 7: 1-5


Jesús, nos dice que el Espíritu Santo escoge y acepta el papel por ti, que Él conoce nuestros puntos fuertes y donde se puede hacer mejor uso de ellos, con qué propósito y, a quienes puede ayudar y cuando. Y lo que es muy importante: El no actúa sin tu consentimiento. Esta última parte es muy importante. De alguna manera, en algún momento, hemos expresado nuestro deseo por determinada situación y El Espíritu Santo nos lo concede. 


Jesús, nos dice que tengamos conciencia de escuchar una sola Voz. De parar el ruido del ego para oír al Espíritu Santo quien asignará tu función, te proporcionará las fuerzas necesarias para poder entender lo que es, así como para poder triunfar en todo lo que hagas que tenga que ver con ello.


Los mensajes que transmiten los ministros, mensajeros o maestros de Dios van dirigidos, en primer lugar, a ellos mismos, pues, enseñan lo que necesitan aprender. Si los aceptan para sí pueden llevarlos más lejos y transmitirlos allí donde se dispuso recibirlos. Son los primeros en recibir el mensaje para darlo. Los mensajeros de Dios desempeñan su papel aceptando Sus mensajes como si fueran para ellos mismos. Si quiero recibir los mensajes de Dios, así me convierto en su mensajero. Cuando doy, acepto que he recibido. Cuando oímos al Espíritu, Santo, nos oímos. 


Este proceso lo podríamos resumir así: 

_*Acepto*_, deseo, recibir los mensajes de Dios: la Palabra de Dios.

_*Recibo*_, el mensaje de Dios, la Palabra de Dios. 

_*Doy*_ el mensaje, la Palabra de Dios a mis hermanos.

_*Reconozco*_, integro el mensaje, la palabra de Dios. 


Jesús, durante las próximas 48 lecciones que empezaron ayer no dará más instrucciones específicas de cómo realizar las prácticas de las lecciones. Voy a resumir lo que se ha hecho anteriormente. Confiemos en que Dios nos dará lo que necesitemos para que cumplamos con nuestro objetivo.


*Proceso de práctica de la lección*.


_Tiempo de quietud por la mañana y por noche_.


 Reflexión sobre la idea del día. Aquietar la mente. No engancharse en pensamientos distractores. Esperar a Dios. Tiempo mínimo 5 minutos. Ideal 30 minutos o más. 


_Recordatorios cada hora_.


1 o 2 minutos a la hora en punto.

Repite la idea recordando que mientras lo haces Cristo permanece a tu lado dándote fortaleza.


Luego, siente la quietud y silencio y espera a Dios. Dale gracias por los regalos de la hora que ha pasado. Y deja que Su Voz te diga lo que Él quiere que hagas en esta hora que empieza.


_Respuesta a la tentación_.


Cada vez que sientas la tentación de desconocer el Hijo de Dios que eres y que necesitas perdonar: repite la idea del día.


Esta es la oración de reflexión de hoy:


_Me cuento entre los ministros de Dios, y me siento agradecido de disponer de los medios a través de los cuales puedo llegar a reconocer que soy libre_.  


Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior. Les recomiendo realizar la lección como se les propone de la mano de Jesús y del Espíritu Santo sin olvidarse de reír, pues la Voluntad de Dios para nosotros es perfecta felicidad.


Muchas, muchísimas, bendiciones.

Jorge Luis Álvarez Castañeda








Kenneth Wapnick



LECCIÓN 154:

Estoy entre los ministros de Dios.


La palabra ministros no se usa muy a menudo en Un Curso de Milagros -de hecho, no se encuentra en el texto ni en el manual- y la discusión central de ese concepto se encuentra aquí y en la lección anterior. De nuevo, por ministros de Dios Jesús significa maestros de Dios -una frase reservada para el manual para maestros- cuya función es aceptar la expiación para sí mismos. En ese sentido la lección es paralela a "La función especial" (T-25.VI). 

(1:1-3) No seamos hoy ni arrogantes ni falsamente humildes. Hemos ido más allá de esa tontería. No podemos juzgarnos a nosotros mismos, ni necesitamos hacerlo. 

La insensatez a la que se refiere Jesús es la arrogancia del ego que dice que está bien y que Dios está equivocado. Cada vez que me juzgo a mí mismo expreso culpa, lo cual afirma que he hecho algo terrible y soy algo terrible: habiendo traicionado el Amor de Dios al destruir la Unidad del Cielo, soy una persona despreciable, un juicio insensato de un pensamiento insano. 

(1:4) Estos no son más que intentos de postergar la decisión y de retrasar el compromiso con nuestra función. 

Juzgarnos a nosotros mismos es la forma en que el ego mantiene la decisión de la mente alejada de nosotros. Entonces juzgamos nuestros cuerpos, inmediatamente después juzgamos los de los demás. Si nos hemos identificado con nuestros cuerpos y juicios negativos de nosotros mismos, o creemos que somos maravillosos y que todos los demás son despreciables, escondemos nuestras mentes. Por lo tanto, sin ser conscientes de la mente, no podemos cambiarla, y por lo tanto retrasar el cumplimiento de nuestra función de perdón que cambia la mente. 

(1:5-7) No nos corresponde juzgar nuestro valor, ni podemos saber qué papel es mejor para nosotros; lo que podemos hacer dentro de un plan más amplio no lo podemos ver en su totalidad. Nuestra parte está echada en el cielo, no en el infierno. Y lo que pensamos que es debilidad puede ser fuerza; lo que creemos que es nuestra fuerza es a menudo arrogancia. 

Esto es paralelo a lo siguiente, donde Jesús nos dice que no tenemos base para una evaluación personal: 

...no se puede distinguir entre avanzar y retroceder. Algunos de sus mayores avances han sido juzgados como fracasos, y algunos de sus retiros más profundos han sido evaluados como éxitos (T-18.V.1:5-6). 

En otras palabras, no hay forma de que podamos entender dónde estamos en nuestro viaje, ni dónde está nadie más. Nuestros juicios se basan en datos muy limitados, interpretados desde el pasado y orientados en torno a nuestra especialidad. Por lo tanto, no podemos saber cómo el perdón cura todos los problemas, ya que no reconocemos que tanto el problema como la respuesta están en la mente. Esto lleva a Jesús a afirmar lo siguiente acerca de la imposibilidad de entender la verdad desde la perspectiva de las ilusiones (es decir, el pasado), pidiéndonos que no juzguemos, sino que le llevemos todos los juicios: 

¿Crees que puedes llevar la verdad a la fantasía y aprender lo que significa la verdad desde la perspectiva de las ilusiones? La verdad no tiene sentido en la ilusión. El marco de referencia para su significado debe ser él mismo. Cuando tratas de llevar la verdad a las ilusiones, tratas de hacerlas realidad, y mantenerlas justificando tu creencia en ellas (T-17.I.5:1-4). 

El lector puede recordar el énfasis inicial de las lecciones sobre cómo el pasado distorsiona nuestro presente. (2:1) Cualquiera que sea tu papel, fue seleccionado por la Voz de Dios, cuya función es hablar por ti también. 

Antes de continuar, permítanme decir algunas palabras sobre el lenguaje de Un Curso de Milagros, como he hecho de vez en cuando en este comentario. Una lección como esta puede mezclarse muy bien con la arrogancia del ego de lo especial: Tengo un papel designado en el plan de Dios; el Espíritu Santo me ha designado para hacer Su obra especial y muy importante. Casi invariablemente, esta arrogancia toma la forma de cosas que debo hacer o decir, obviamente involucrando al cuerpo y su comportamiento. Tal error ocurre fácilmente cuando se sacan las frases de contexto y se olvida la metafísica del Curso. Como digo con frecuencia, cuando aprendes y practicas un Curso de Milagros, nunca dejes que su metafísica no dualista se aleje demasiado de ti. Si lo haces, no reconocerás que Jesús te está hablando en el único nivel que puedes entender y aceptar, y por lo tanto pensarás que te dice la verdad literal. Sin embargo, si recuerdas que todo es una ilusión, incluyendo el "juego feliz" del perdón que Jesús describió en la lección anterior, te darás cuenta de que habla metafóricamente. En efecto, debe hablar así, y por eso dice lo siguiente, desde la familiar Introducción a la clarificación de los términos: 

Este curso permanece dentro del marco del ego, donde es necesario. No se ocupa de lo que está más allá de todo error porque está planeado sólo para establecer la dirección hacia él. Por lo tanto, utiliza palabras que son simbólicas y no pueden expresar lo que está más allá de los símbolos. ... El curso es sencillo. Tiene una función y un objetivo. Sólo en eso permanece totalmente consistente porque sólo eso puede ser consistente (C-in.3:1-3,8-10). 

Una y otra vez Jesús nos dice que debemos perdonar a los demás, que el "arca de la paz entra de dos en dos" (T-20.IV.6,5). Sin embargo, no está hablando de algo que un cuerpo hace con otro cuerpo, lo cual no tendría ningún sentido en este Curso. Sólo habla de la destrucción de un sistema de pensamiento de "uno u otro". El ego dice que llegas al Cielo a expensas de otra persona. Jesús dice que no se puede llegar al cielo a expensas de otra persona porque esa persona eres tú: el Hijo de Dios es uno. Experimentamos esta enseñanza a nivel corporal porque creemos que somos cuerpos. Sin embargo, es esencial, una vez más, entender que Jesús nos está hablando en el nivel con el que nos identificamos. No tendría sentido que lo hiciera de otra manera. Así, como ya hemos visto, su curso utiliza el lenguaje de la dualidad, la condición en la que pensamos que vivimos. Una "unidad unida como uno" -una declaración no dualista- no tiene sentido para nosotros: 

Todo esto toma nota del tiempo y el lugar como si fueran discretos, ya que mientras piensan que una parte de ustedes está separada, el concepto de una Unidad unida como Uno no tiene sentido. Es aparente que una mente tan dividida nunca podría ser el Maestro de una Unidad que une todas las cosas dentro de Sí Mismo. Así que lo que está dentro de esta mente, y une todas las cosas, debe ser su Maestro. Sin embargo, debe usar el lenguaje que esta mente puede entender, en la condición en la que cree que está. Y debe usar todo el aprendizaje para transferir ilusiones a la verdad, tomando todas las ideas falsas de lo que eres, y guiándote más allá de ellas a la verdad que está más allá de ellas (T-25.I.7:1-5). 

Por lo tanto, cuando Jesús habla de ser un ministro de Dios, no se refiere a una misión sagrada que el Espíritu Santo ha designado para ti -y sólo para ti- cumplir. Él quiere decir practicar las lecciones de perdón; y puesto que el plan de estudios es altamente individualizado -como se nos dice al final del manual (M-29.2:6)- las lecciones de cada uno difieren en forma, aunque su contenido es el mismo. Así, puesto que tenemos cuerpos individuales nacidos dentro de familias individuales, en relación con otros cuerpos individuales, el contenido no específico del perdón debe ser practicado de maneras específicas. Mencioné anteriormente "La Función Especial", donde Jesús explica cómo nuestra función especial es perdonar nuestras relaciones especiales. Recuerde al repasar esta lección que Jesús se está dirigiendo al contenido, compartido por nuestra única mente, aunque su expresión en forma obviamente difiere para cada uno de nosotros. 

(2:2) Viendo tus fuerzas exactamente como son, e igualmente consciente de dónde pueden ser mejor aplicadas, para qué, a quién y cuándo, Él escoge y acepta tu parte por ti. En los primeros capítulos del texto, Jesús dice repetidamente-que originalmente significaba para Helen, pero que se aplica a todos nosotros-y parafraseando: 

No elijas el milagro; déjame elegirlo por ti. Su tarea es simplemente aceptar mi ayuda para quitar el ego del camino. Lo que queda entonces es mi amor, que te guiará en lo que sea más útil para ti y para los demás. La forma de esa ayuda no es de vuestra incumbencia, pues sólo se os necesita para llevar vuestras ilusiones a mi verdad, que hará el resto. 

En el nivel de nuestra experiencia, creemos que Jesús nos dice que hagamos cosas. Sin embargo, una vez más, cuando entendamos la metafísica subyacente del Curso, no caeremos en la trampa de la especialidad espiritual, creyendo que la maravillosa voz del Cielo desciende para decirnos específicamente lo que debemos hacer con nuestras vidas. Nuestra experiencia puede reportar tal guía, porque pensamos que somos especiales, pero la realidad es que la Voz celestial es inespecífica o abstracta -sólo ama. La mente inconsciente toma el amor inespecífico y lo traduce en formas específicas que somos capaces de aceptar. El cerebro entonces interpreta esa experiencia como si Jesús nos dijera que hagamos tal o cual cosa. Sin duda, no hay nada malo en esa experiencia, pero no debemos construir una teología sobre ella, ni creer que eso es lo que realmente enseña Un Curso de Milagros. Jesús describe este proceso en la clarificación de los términos, pero en el lenguaje dualista que el homo sapiens puede entender: 

... Dios sabe lo que su Hijo necesita antes de pedirlo. Él no se ocupa en absoluto de la forma, pero habiendo dado el contenido, es Su Voluntad que sea entendida. Y eso es suficiente. La forma se adapta a la necesidad; el contenido es inmutable, tan eterno como su Creador (C-3.3:2-5). 

En otras palabras, nosotros proveemos la forma, el Amor de Dios provee el contenido. 

(2:3-4) Él no trabaja sin su propio consentimiento. Pero Él no está engañado en lo que tú eres, y sólo escucha Su Voz en ti. 

El Espíritu Santo no se ve afectado por los sueños de nuestro ego. Su presencia nos recuerda quiénes somos como Cristo, a pesar de las imágenes ilusorias y destartaladas que hicimos para ocupar su lugar. 

(3:1) Es a través de Su habilidad de escuchar una sola Voz que es Suya que al fin te das cuenta de que hay una Voz en ti. 

Encontramos aquí una reflexión más del importante tema de la unidad: Somos uno con Dios, Cristo es Uno dentro de Sí mismo. Somos uno con el Espíritu Santo y con todos. No hay separación y especificidad, sin embargo la experimentamos porque la unidad es aterradora. Por lo tanto, la experiencia de las dos voces también es ilusoria. ¿Cómo puede tener voz lo que no existe? Sólo en los sueños de separación puede ser verdad, y el Espíritu Santo nos habla desde fuera del sueño. 

(3:2-3) Y que una sola Voz designa tu función, y te la transmite, dándote la fuerza para entenderla, hacer lo que implica, y tener éxito en todo lo que hagas que esté relacionado con ella. Dios ha unido a Su Hijo en esto, y así Su Hijo se convierte en Su mensajero de unidad con Él. 

El mensaje de unidad del Espíritu Santo refleja el único mensaje de amor del Cielo. Sin embargo, mientras creamos que estamos separados, el mensaje de amor unificado será experimentado por nosotros de maneras específicas. Sin embargo, una relación es santa no por lo que una persona específica hace con otra, sino porque nos unimos a la Voz de la Santidad -una Voz de la Unidad- en nuestras mentes. 

(4) Es esta unión, a través de la Voz de Dios, del Padre y del Hijo, que aparta la salvación del mundo. Es esta Voz que habla de leyes que el mundo no obedece; que promete la salvación de todo pecado, con la culpabilidad abolida en la mente que Dios creó sin pecado. Ahora esta mente se vuelve a dar cuenta de Quién la creó, y de Su unión duradera consigo misma. Así es su Ser la única realidad en la que su voluntad y la de Dios están unidas. 

La salvación no tiene nada que ver con el mundo, ni con cuerpos especiales o individuales. Consiste únicamente en unirnos con su Voz en nuestras mentes, a través de la elección contra el ego. Así, el perdón deshace nuestros errores específicos, deshaciendo el único error de separación y restaurando la conciencia de nuestra identidad como Cristo, en Uno con Su Creador y Fuente. 

(5) Un mensajero no es el que escribe el mensaje que transmite. Tampoco cuestiona el derecho del que lo hace, ni se pregunta por qué ha elegido a los que recibirán el mensaje que él trae. Basta con que lo acepte, se lo dé a los destinatarios y cumpla con su papel en su entrega. Si él determina cuáles deben ser los mensajes, o cuál es su propósito, o a dónde deben ser llevados, él está fallando en realizar su parte apropiada como portador de la Palabra. 

Jesús enseña que ser ministro o mensajero de Dios es lo mismo que ser un mensajero mundano. No cuestionamos, sino que simplemente hacemos lo que se nos pide, que es entregar un mensaje de A a B. No abrimos a vapor el sobre y leemos el mensaje, cambiándolo si no nos gusta lo que dice, porque esto nos colocaría en la posición arrogante de presumir saber mejor que el escritor del mensaje. Ostensiblemente, esta posición se basa en la forma, pero el verdadero problema sería el contenido. Por eso nuestra función es la de ser portadores del contenido del mensaje del perdón, sin cuestionar su Fuente, de la cual no entendemos nada: 

No es función de los maestros de Dios evaluar el resultado de sus dones. Es meramente su función darles. Una vez que lo han hecho, también han dado el resultado, porque eso es parte del regalo. Nadie puede dar si está preocupado por el resultado de dar. Esa es una limitación en el darse a sí mismo, y ni el dador ni el receptor tendrían el don.... Es la renuncia a toda preocupación sobre el don que lo hace verdaderamente dado... Y es el Espíritu Santo en la mente del dador que le da el don.... ¿Qué preocupación, entonces, puede tener un maestro de Dios sobre lo que se hace de sus dones? Dada por Dios a Dios, ¿quién en este santo intercambio puede recibir menos que todo? (M-6.3:1-5; 4:1,4,11-12) 

Como mensajero, por lo tanto, se nos pide simplemente que entreguemos el mensaje, y nada más. 

Por cierto, casi siempre en Un Curso de Milagros, la palabra significa algún aspecto de la expiación: perdón, salvación, el Espíritu Santo. 

Jesús ahora explica la diferencia entre ser un mensajero en el mundo y un mensajero de Dios: 

(6:1-2) Hay una gran diferencia en el papel de los mensajeros del cielo, que los aleja de aquellos que el mundo designa. Los mensajes que transmiten están destinados en primer lugar a ellos. 

El único mensaje que debemos llevar al mundo es que la separación nunca ocurrió: el Amor de Dios permanece como lo que es, para siempre sin la ayuda del sistema de pensamiento del ego. Sin embargo, no puedo transmitir ese mensaje a menos que lo haya aceptado antes, porque estamos hablando de contenido, no de forma. No son las palabras las que traen el mensaje, por brillantes que sean, sino el amor con el que lo entrego. Sin embargo, no puedo tener amor sin aceptar la expiación. Por lo tanto, si realmente quiero ser de ayuda en el mundo, no necesito preocuparme por ello ni a quién debo ayudar. Mi preocupación es sólo acerca de ser útil a mí mismo, lo que significa pedirle a Jesús que me ayude a corregir mis percepciones y pensamientos erróneos, dándome cuenta de que yo estaba equivocado y que él tenía razón. Una vez que el ego está fuera del camino, su amor fluye a través de mí, y cualquier palabra que diga o cosa que haga está inevitablemente llena de ese amor. 

El reto es asegurarse de que hemos hecho nuestra parte para deshacernos de lo especial, que es lo más insidioso y sutil. Es por eso que lo esencial de ser un ministro o maestro de Dios, un obrero de milagros, es aceptar la expiación por nosotros mismos. Al negar la realidad de la culpabilidad en nuestras mentes, miramos más allá de la oscuridad del ego, permitiendo que la luz del Cielo -el mensaje de la Expiación- brille a través de nosotros sin impedimentos. 

(6:3-4) Y es sólo en la medida en que pueden aceptarlos por sí mismos que llegan a ser capaces de llevarlos más lejos, y de darles en todas partes lo que se suponía que debían ser. Como los mensajeros terrenales, no escribieron los mensajes que llevan, sino que se convierten en sus primeros receptores en el sentido más verdadero, recibiendo para prepararse para dar. 

Si realmente quiero ser un embajador de Jesús en este mundo, primero debo aceptar su amor por mí mismo. Lo hago tomando conciencia de lo mucho que no lo deseo, porque el amor amenaza mi especialidad e individualidad. Por eso Jesús nos exhorta a ser fieles a él y a sus enseñanzas, en una línea que ya hemos visto antes: 

... No enseñes que morí en vano. Enseña más bien que no morí demostrando que vivo en ti (T-11.VI.7:3-4). 

(7) Un mensajero terrenal cumple su papel dando todos sus mensajes. Los mensajeros de Dios cumplen con su parte al aceptar sus mensajes en cuanto a ellos mismos, y muestran que entienden los mensajes al entregarlos. Ellos no escogen roles que no les son dados por Su autoridad. Y así ganan con cada mensaje que dan. 

Revisamos este tema central en el Curso - Dar y recibir son lo mismo. Si quiero recibir el Amor de Dios, tengo que darlo. Si quiero saber que he sido perdonado, tengo que perdonar, lo que significa darse cuenta de que todas las personas comparten la misma necesidad y propósito. Por muy diferentes que seamos, por muy diferentes que sean nuestros caminos religiosos o espirituales, compartimos la única necesidad de despertar del sueño del ego y regresar a casa. Ese es el único mensaje que necesito recibir para mí, y el único mensaje que puedo dar. Es el corazón del plan de estudios: 

Un maestro de Dios es cualquiera que elige serlo. Sus calificaciones consisten únicamente en esto; de alguna manera, en algún lugar ha hecho una elección deliberada en la que no veía sus intereses como algo aparte de los de otra persona. Una vez que ha hecho eso, su camino está establecido y su dirección es segura.... Él se ha convertido en un portador de salvación. Él se ha convertido en un maestro de Dios (M-1.1:1-3,7-8). 

En otras palabras, aprendo lo que enseño, y enseño lo que aprendo. Tal es el plan del Espíritu Santo para nuestra salvación: 

En la situación de enseñanza-aprendizaje, cada uno aprende que dar y recibir es lo mismo. ... Los que quieren aprender el mismo curso comparten un interés y una meta. Y así, el que aprendía se convierte en un maestro de Dios mismo, pues ha tomado la única decisión que le dio su maestro. Ha visto en otra persona los mismos intereses que en la suya (M-2.5:5,7-9). 

Damos al mundo lo que hemos aceptado para nosotros mismos. Así, la separación da paso a la unidad, ya que nuestra práctica de intereses separados desaparece a la luz de la inclusividad compartida. 

(8) ¿Recibiría usted los mensajes de Dios? Porque así te conviertes en Su mensajero. Ahora está nombrado. Y aún así esperas para dar los mensajes que has recibido. Así que no sabes que son tuyos, y no los reconoces. Nadie puede recibir y entender lo que ha recibido hasta que dé. Porque en el dar está su propia aceptación de lo que recibió. 

Si quieres enseñar este curso sobre el perdón, tienes que aprenderlo. Ese es el significado de: "Y aún así esperas para dar los mensajes que has recibido. Y por eso no sabes que son tuyos, y no los reconoces." Enseñar un Curso de Milagros no tiene nada que ver con lanzar su metafísica, o predicar su mensaje. El Curso se enseña diciendo a alguien en tu mente y en tu corazón: "Tus pecados te son perdonados, porque tú y yo no estamos separados." Sin embargo, no hay manera de enseñar ese mensaje sin ejemplificarlo a través de renunciar a la inversión en el juicio. Por lo tanto, uno de los temas clave del curso es el desarrollo de una relación con el Espíritu Santo. Unirse al Pensamiento del amor que viene de fuera del sueño es la única manera de aprender que su sueño no tuvo efecto. De esta manera recuerdas a tu Ser, y de esa memoria se da gratuitamente Su Amor, porque ha sido totalmente recibido. Y así Jesús define la verdadera generosidad: 

El término generosidad tiene un significado especial para el maestro de Dios. No es el significado usual de la palabra...... Para el mundo, generosidad significa "dar" en el sentido de "darse por vencido". Para los maestros de Dios, significa dar para mantener..... El maestro de Dios es generoso por interés propio. Esto no se refiere, sin embargo, al yo del que habla el mundo. El maestro de Dios no quiere nada que no pueda regalar, porque se da cuenta de que no tendría valor para él por definición.... Pero sí quiere guardar para sí todas las cosas que son de Dios, y por lo tanto para su Hijo. Estas son las cosas que le pertenecen. Los puede dar con verdadera generosidad, protegiéndolos para siempre para sí mismo (M-4.VII.1:1-2,4-5; 2:1-3,10-12). 

(9) Tú que eres ahora el mensajero de Dios, recibe Sus mensajes. Porque eso es parte de tu papel. Dios no ha fallado en ofrecerte lo que necesitas, ni ha sido dejado sin aceptar. Otra parte de la tarea que se les ha encomendado aún no se ha cumplido. El que ha recibido para ustedes los mensajes de Dios quiere que sean recibidos por ustedes también. Porque así te identificas con Él y reivindicas lo tuyo. 

Jesús te está diciendo aquí que si has llegado hasta aquí, probablemente has hablado con la gente acerca de esto y los has influenciado, pero aún no has cumplido tu papel o función: "Otra parte de su tarea aún no ha sido cumplida." Todavía te queda trabajo por hacer: estar siempre atento al ego y a su particularidad, pidiéndole a Jesús que te ayude a mirarlos a través de sus ojos bondadosos que perdonan, para que no juzgues a los demás ni a ti mismo. 

"La Recompensa de la Enseñanza" contiene un pasaje relevante que originalmente estaba destinado a Elena. El escriba de Jesús era un maestro, terapeuta y amigo muy útil, cuyo sabio consejo benefició a muchos. Sin embargo, nunca fue capaz de sacar provecho -al menos hasta cierto punto- de lo que enseñaba, o de quién enseñaba a través de ella. Le pregunté un día, después de haber asistido a una de sus sesiones de consejería informal: "¿Escuchaste lo que dijiste?" Yo sabía que ella no lo había hecho -ella nunca lo hizo- pero yo estaba haciendo este mismo punto; es decir, lo mucho más feliz que sería si pudiera seguir su propio consejo. Esto es lo que Jesús le dijo, en palabras que obviamente son para todos nosotros: 

... Puede que hayas enseñado bien y, sin embargo, puede que no hayas aprendido a aceptar la comodidad de tu enseñanza. Si consideras lo que has enseñado, y lo ajeno que es a lo que pensabas que sabías, te verás obligado a darte cuenta de que tu Maestro vino de más allá de tu sistema de pensamiento.... Porque ciertamente lo que Él ha enseñado, y lo que tú has enseñado a través de Él, no tiene nada en común con lo que tú enseñaste antes de que Él viniera. Y el resultado ha sido llevar la paz allí donde había dolor, y el sufrimiento ha desaparecido para ser reemplazado por la alegría. 

Puede que hayas enseñado libertad, pero no has aprendido a ser libre.... Nunca podrías haber enseñado libertad si no creyeras en ella. Y debe ser que lo que enseñaste vino de ti mismo. Sin embargo, este Ser claramente no lo conoces, y no lo reconoces aunque funcione. Qué funciones debe haber allí..... Este es un curso de cómo conocerse a sí mismo. Has enseñado lo que eres, pero no has dejado que lo que eres te enseñe.... Sin embargo, dentro de ti está todo lo que has enseñado (T-16.III.1:2-3,6-2:1; 3:4-7; 4:1-2,4). 

(10:1-2) Es esta unión la que nos comprometemos a reconocer hoy. No buscaremos mantener nuestras mentes alejadas de Aquel que habla por nosotros, porque es nuestra voz la que escuchamos cuando lo atendemos. Jesús no se refiere a la voz de nuestro ego, que habla del ataque, de la especialidad y del principio de uno u otro, sino a la Voz del Espíritu Santo en nuestra recta mente con la que ahora nos unimos, habiendo renunciado al ego. Su Voz habla del perdón, de la sanación y del principio de que "la salvación es una empresa de colaboración" (T-4.VI.8:2). 

(10:3) Sólo Él puede hablarnos a nosotros y por nosotros, uniendo en una sola voz el recibir y el dar de la Palabra de Dios; el dar y recibir de Su Voluntad. 

Recibir y dar, dar y recibir, son todos uno, así como sólo hay una Voz. La Voz que habla dentro de mi mente es la misma Voz que habla dentro de la tuya. Porque creemos que estamos separados y diferentes, sin embargo, experimentamos la Voz de manera diferente. Se le llama diversamente Jesús, el Espíritu Santo, el Buda, Dios, etc., pero sigue siendo la única Voz de amor y sabiduría. Hablar de entidades desencarnadas, de seres superiores e inferiores y de otros fenómenos diversos es parte del sueño de la separación. En verdad sólo puede haber una Voz, porque sólo hay una verdad. Las formas de ayuda son muchas; la Ayuda es una: 

... Los ayudantes te son dados de muchas formas, aunque sobre el altar son uno. Más allá de cada uno hay un pensamiento de Dios, y esto nunca cambiará. Pero tienen nombres que difieren por un tiempo, pues el tiempo necesita símbolos, siendo en sí mismo irreal. Sus nombres son legión, pero no vamos a ir más allá de los nombres que el propio curso emplea. Dios no ayuda porque no conoce la necesidad. Pero Él crea a todos los Ayudantes de Su Hijo mientras cree que sus fantasías son verdaderas. Agradece a Dios por ellos porque te guiarán a casa (C-5.1:3-9). 

(11:1) Practicamos darle lo que Él quiere, para que podamos reconocer Sus dones para con nosotros. 

Un Curso de Milagros está repleto de pasajes que describen los dones de perdón que tenemos para dar, ya sea que el objeto sea el Espíritu Santo, como lo es aquí, o nuestros hermanos. De hecho, el principio de aceptar el perdón ofreciéndolo va al corazón del mensaje del Curso. He aquí un pasaje representativo y hermoso del final de los Obstáculos a la Paz: 

He aquí a tu amigo, el Cristo que está a tu lado. Qué santo y qué hermoso es! Ustedes pensaron que Él pecó porque echaron el velo del pecado sobre Él para ocultar Su hermosura. Sin embargo, todavía te pide perdón, para compartir Su Santidad.... Este es tu hermano, crucificado por el pecado y esperando la liberación del dolor. ¿No le ofrecerías el perdón, cuando sólo él te lo puede ofrecer? Para su redención os dará la vuestra, como Dios creó todo ser viviente y lo ama. Y él lo dará verdaderamente, porque será ofrecido y recibido. No hay gracia del Cielo que no puedas ofrecer a tu hermano, y recibir de tu santísimo Amigo. Que no lo retenga, porque al recibirlo se lo ofreces. Y él recibirá de ti lo que tú recibiste de él. La redención te ha sido dada para que la des a tu hermano, y así la recibas. A quién perdonas es libre, y lo que das lo compartes (T-19.IV-D.14:1-4; 15:1-9). 

Lo que sigue es una hermosa serie de oraciones -que aparecen también en otros lugares en Un Curso de Milagros, aunque con un tema diferente[1]- que describen cómo el Espíritu Santo necesita la figura del sueño para expresar Su mensaje desde fuera del sueño: 

(11:2-5) Necesita nuestra voz para poder hablar a través de nosotros. Él necesita nuestras manos para sostener Sus mensajes, y llevarlos a aquellos a quienes Él nombra. Él necesita nuestros pies para llevarnos a donde Él quiera, para que aquellos que esperan en la miseria puedan ser finalmente liberados. Y él necesita nuestra voluntad unida a la Suya, para que podamos ser los verdaderos receptores de los dones que Él da. 

Puesto que hicimos el cuerpo como un símbolo de ataque, puede servir una función diferente si se le da al Espíritu Santo. En sí mismo el cuerpo no es nada -ni santo ni impío-; sin embargo, el mundo que se hizo como un ataque a Dios puede convertirse en un aula en la que aprendemos que el ataque no tiene ningún efecto. El cuerpo -que fue hecho para limitar el amor (T-18.VIII.1:2) como prueba de que el amor especial del ego es correcto y el amor de Dios incorrecto- puede ahora expresar un mensaje diferente. Esto no tiene nada que ver con el comportamiento, sino con reflejar nuestra elección de un maestro diferente. Cuando elegimos el amor inespecífico de Jesús, lo inespecífico se traduce en lo específico, es decir, el cuerpo. 

El amor no tiene voz, porque no tiene sonido, pero su reflexión recta puede ser escuchada a través de nosotros. Así como el pensamiento abstracto del amor en la mente de Elena necesitaba su cuerpo -específicamente sus manos- para tomar un Curso de Milagros, Jesús también necesita que reflejemos su amor en el mundo; no porque el mundo sea real, sino porque necesitamos sus símbolos de amor para corregir los símbolos del odio del ego. La lección 184 se ampliará sobre este tema. 

(12:1) Aprendamos esta lección por hoy: No reconoceremos lo que recibimos hasta que lo demos. 

Si quieres saber que Un Curso de Milagros es verdadero, que el amor de Jesús es una realidad, y que eres uno con Dios, debes renunciar a tu inversión en el principio de uno u otro. Si quieres saber que dar y recibir es lo mismo y que no hay pérdida o victoria -a pesar de la cuarta ley del caos (T-23.II.9-11)- debes practicar durante todo el día para ser consciente de la frecuencia con la que eliges uno u otro como tu principio reinante. Cuando quieres que tus juicios y especialidades sean ciertos, sabes que has elegido el sistema de pensamiento del ego como el tuyo propio. Por lo tanto, la manera de hacer que los pensamientos maravillosos de esta lección sean verdaderos para usted es ver cuánto no desea aprender esta lección. Date cuenta, entonces, del tremendo costo de basar tu vida en el principio de uno u otro, porque no te traerá paz, sino tanto dolor como a todos los que siguen al ego. Renunciar a este principio a favor de que el dar y recibir del Espíritu Santo son lo mismo es la clave para encontrar la felicidad que buscas. 

(12:2-3) Habéis oído esto cien veces, cien veces, y sin embargo aún falta la fe. Pero esto es seguro; hasta que la creencia sea dada, recibirás mil milagros y luego recibirás mil más, pero no sabrás que Dios mismo no ha dejado ningún regalo más allá de lo que tú ya tienes; ni ha negado la más mínima de las bendiciones a Su Hijo. 

No conocerás el Amor de Dios a menos que te conviertas en su reflejo dentro del sueño, provocado por la vigilancia de las sombras del ego. Estos emanan de pensamientos de pecado y culpa, que dicen que el principio de uno u otro estableció su realidad y continúa sosteniéndola: Yo existo y alguien más paga el precio de mi pecado. Una vez más, usted debe darse cuenta del terrible costo de aferrarse a este sistema de pensamiento, olvidando el regalo que Dios le ha dado, el regalo que ambos tienen y son, y que usted comparte con todos sus hermanos: 

El regalo de la vida es tuyo para que lo des, porque te fue dado. Por lo tanto, no estáis extendiendo el don que ambos tenéis y que sois, y por eso no conocéis vuestro ser.... Honrad sólo a los Hijos del Dios viviente, y contad con vosotros entre ellos de buena gana. 

Sólo el honor es un regalo apropiado para aquellos a quienes Dios mismo creó dignos de honor, y a quienes Él honra. Dales el aprecio que Dios les concede siempre, porque son Sus hijos amados en quienes Él tiene complacencia. No pueden estar separados de ellos porque no están separados de Él. Descansa en Su Amor y protege tu descanso amando. Pero ama todo lo que Él creó, de lo cual tú eres parte, o no puedes aprender de Su paz y aceptar Su regalo para ti y como tú mismo. No puedes conocer tu propia perfección hasta que hayas honrado a todos los que fueron creados como tú (T-7.VII.5:1-2,4,8; 6). 

(12:4-13:2) ¿Qué puede significar esto para ti, hasta que te identifiques con Él y con los Suyos? 

Nuestra lección de hoy es la siguiente: 

Estoy entre los ministros de Dios, y estoy agradecido de tener los medios para reconocer que soy libre. 

Los medios son mis relaciones especiales, y ahora pido la ayuda de Jesús sin decirle cuál debe ser esa ayuda. Así pues, miro con él mi inversión en lo especial, permitiendo que su amor me guíe para cambiar mi percepción de los demás como separados de mí, hacia su visión de la unidad inherente del Hijo de Dios -en la tierra como Él está en el Cielo. 

(14) El mundo retrocede a medida que iluminamos nuestras mentes, y nos damos cuenta de que estas palabras sagradas son verdaderas. Son el mensaje que nos envía hoy nuestro Creador. Ahora demostramos cómo han cambiado nuestras mentes acerca de nosotros mismos, y cuál es nuestra función. Porque al demostrar que no aceptamos ninguna voluntad que no compartimos, nuestros muchos dones de nuestro Creador saldrán a nuestra vista y saltarán a nuestras manos, y reconoceremos lo que hemos recibido. 

Este párrafo final espera con interés la Lección 155, ya que esta lección amplía la anterior. Resume maravillosamente el mensaje central del Curso de que demostramos su verdad a nuestros hermanos: el ego no tiene poder sobre el Hijo de Dios, cuya paz y amor permanecen para siempre como Dios les dio, inmutables y eternos: 

... Su misión es muy simple. Se te pide que vivas para demostrar que no eres un ego...(T-4.VI.6:2-3). 

Cuando aceptaste la verdad como la meta de tu relación, te convertiste en un dador de paz tan seguramente como tu Padre te dio la paz.... Tu propósito no ha cambiado, y no cambiará, porque aceptaste lo que nunca puede cambiar. Y nada de lo que tiene que ser para siempre inmutable puede ahora retenerlo. Su liberación es segura. Dad como habéis recibido. Y demuestre que usted se ha levantado mucho más allá de cualquier situación que pudiera retenerlo, y manténgalo separado de Aquel cuyo Llamado usted contestó (T-17.VIII.6:1,3-7). 

Por lo tanto, una vez que nos demos cuenta de que los deseos del ego ya no son nuestros, los dones de Dios, nacidos de nuestro perdón, saltarán a la conciencia. Un canto de gratitud fluye por nuestros corazones, en acción de gracias por lo que hemos recibido. Jesús le da palabras a esta canción en "Los dones de Dios". 

Padre, Te damos gracias por estos dones que hemos encontrado juntos. Aquí estamos redimidos. Porque es aquí donde nos unimos, y desde este lugar de santa unión venimos a Ti porque reconocemos los dones que Tú nos diste y no tendríamos nada más. Cada mano que encuentre su camino hacia la mía me quitará Tus dones, y mientras miramos juntos el lugar donde puse tus dones sin valor para ti, no veremos nada más que los dones de Dios reflejados en el resplandor alrededor de nuestras cabezas.... Los dones del miedo, el sueño de la muerte, se hacen realidad. Y damos gracias. Y damos gracias, Amén (Los dones de Dios, p. 119). 

Véase mi Glosario-Indice de UN CURSO DE MILAGROS, sexta edición, p.38 (cuerpo/instrumento de salvación), para una lista completa de referencias.








LECCIÓN 154

Me cuento entre los ministros de Dios.


Comentada por:

Oscar Gómez Díez 


El término  "ministro de Dios " no es de uso frecuente en Un Curso de Milagros, lo vemos en las lecciones 153 y 154,  y se equipara con los conceptos de mensajero de Dios, y más adelante como maestro de Dios. 


Dado el lenguaje cristiano del Curso, vale la pena precisar el significado tanto en la iglesia católica como en las iglesias no tradicionales: "Ministro viene del verbo ministrar o servir, así que un Ministro es alguien que sirve a los demás miembros de su grupo religioso." 


"Ministro es el título dado a ciertas personas en algunas iglesias, quienes son autorizadas para realizar determinadas funciones que varían en cada religión." 


En la Iglesia católica, el ministro es quien administra válidamente los sacramentos. Según el caso  puede ser el obispo o el sacerdote, y en el caso del matrimonio los contrayentes. En las iglesias no tradicionales,  es alguien del clero ordenado,  el pastor o predicador. 


En esta lección el término "ministro de Dios "  se equipara con el de mensajero de Dios, de hecho se utiliza este último término para explicarnos el papel que debemos practicar en este mundo. 


La lección empieza diciéndonos que así como no podemos juzgar a nuestros hermanos, tampoco podemos juzgarnos a nosotros mismos, pues no tenemos la capacidad para ello, ni podemos establecer nuestra propia valía, esa la determinó Dios y no está en cuestión. Tampoco podemos determinar nuestro papel dentro de un plan más amplio, que no podemos captar en su totalidad. Solo el Espíritu Santo tiene esa capacidad. "Nuestro papel se nos asigna en el Cielo, no en el infierno."


"El Espíritu Santo escoge y acepta tu papel por ti, toda vez que ve tus puntos fuertes exactamente como son, y es igualmente consciente de dónde se puede hacer mejor uso de ellos, con qué propósito, a quién pueden ayudar y cuándo."


"Él no actúa sin tu consentimiento"  de ahí que siempre debemos invocarlo para que nos guíe y oriente, para que nos ayude a sanar y perdonar. 


y "asigna tu función, te la comunica, y te proporciona las fuerzas necesarias para poder entender lo que es, para poder llevar a cabo lo que requiere, así como para poder triunfar en todo lo que hagas que tenga que ver con ella."


Una vez asignado el papel, precisemos el como y el para que. El Curso dice que nuestro papel es la de mensajero de Dios. Y nos precisa las características que lo diferencian de los mensajeros del mundo.

 

Un mensajero es quien lleva un mensaje de un emisor a un destinatario, el mensajero no escribe el mensaje, no lo lee, no lo revisa ni lo juzga, sólo lo entrega. En el caso del mensajero de Dios, tampoco  escribe el mensaje, ni  cuestiona a Quien lo escribe, ni lo reescribe, tampoco cuestiona sobre los destinatarios del mensaje, solo acepta la misión y lleva el mensaje, pero si que tienen una característica que lo distingue de los mensajeros de este mundo:  "Los mensajes que transmiten van dirigidos en primer lugar a ellos mismos. Y es únicamente en la medida en que los pueden aceptar para sí que se vuelven capaces de llevarlos aún más lejos, y de transmitirlos allí donde se dispuso que fueran recibidos." el destinatario del mensaje es el propio mensajero, quien una vez ha comprobado en sí mismo la realidad del mensaje, se apropia del mismo,  lo comparte con sus hermanos, y en ese momento se convierte en un mensajero de Dios, 

"Nadie puede recibir, y comprender qué ha recibido, hasta que no dé. Pues sólo al dar puede aceptar que ha recibido."  demostramos que hemos comprendido el mensaje al transmitirlo a otros, es enseñando que aprendemos, aplicando el principio de dar y recibir. Y aquel que recibe el mensaje también querrá compartirlo contigo de tal manera que nos convertimos en una sola Voz bajo la guía del Espíritu Santo, de esta manera unimos nuestras mentes y corazones para retornar a la unidad a la que siempre hemos pertenecido. 


El Espíritu Santo "necesita nuestra voz para poder hablar a través de nosotros. Necesita nuestras manos para que acepten Sus mensajes y se los lleven a quienes Él nos indique. Necesita nuestros pies para que éstos nos conduzcan allí donde Su Voluntad dispone que vayamos, de forma que aquellos que esperan acongojados puedan por fin liberarse. Y necesita que nuestra voluntad se una a la Suya, para que podamos ser los verdaderos receptores de los dones que Él otorga."


Hoy aprenderemos la lección que no reconoceremos lo que hemos recibido hasta que no lo hayamos dado. 


PRÁCTICA:


Aquiétate durante 5 minutos como mínimo, o hasta 15 ó 30 minutos, de acuerdo a tu disposición, en dos ocasiones  en el transcurso del día, preferiblemente una en la mañana y la  otra en la noche. Respira lenta y profundamente y mientras te vas relajando con la respiración, ve introduciendo  en tu consciencia las siguientes palabras:


"Me cuento entre los ministros de Dios, y me siento agradecido de disponer de los medios a través de los cuales puedo llegar a reconocer que soy libre."

 

En la medida que nos aquietamos con estas palabras, hagamos consciencia que sólo puedo reconocer que soy libre, si acepto plenamente la verdad de lo que soy, y lo medios que se me dieron para llegar a tal reconocimiento, que son los milagros y el perdón, que deshacen las creencias de lo que no soy, que me liberan de la esclavitud del ego, y por lo tanto, doy gracias a Dios, al Espíritu Santo, y a Jesús por las bendiciones y la guía recibida; y así como a mis hermanos, que a través de mi perdón me permitieron  reconocerlos y llevarles el mensaje de la salvación como demostración que lo he comprendido, asumiendo mi papel como ministro de Dios, como mensajero del amor y de la paz. 

 

PRÁCTICAS CORTAS Y FRECUENTES:


Y cada hora a lo largo del día nos sentaremos un par de minutos en silencio a recordar nuestro papel como mensajeros de Dios, diciéndonos:


"Me cuento entre los ministros de Dios, y me siento agradecido de disponer de los medios a través de los cuales puedo llegar a reconocer que soy libre."


La mejor demostración que hemos aprendido algo es enseñándolo, pues cuando enseñamos, cuando compartimos lo que hemos aprendido, se vuelve verdad para nosotros. Dar y recibir son lo mismo, esto se nos ha enseñado de múltiples maneras, si queremos recibir los regalos de Dios, primero debemos darlos, esta es una regla universal para todo lo que hacemos en la vida, si queremos recibir amor, ofrezcamos amor, si queremos recibir paz ofrezcamos paz, no hay otra manera de recibir que dando, pues todo lo que doy es a mí mismo a quien se lo doy.






TEXTO




CELEBRANDO EL MILAGRO 


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BENDICIONES!




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