LECCIÓN 167
Sólo hay una vida y ésa es la vida que comparto con Dios.
1. No existen diferentes clases de vida, pues la vida es como la verdad. ²No admite grados. ³Es la única condición que todo lo que Dios creó comparte. ⁴Y al igual que todos Sus Pensamientos, no tiene opuesto. ⁵La muerte no existe porque lo que Dios creó comparte Su Vida. ⁶La muerte no existe porque Dios no tiene opuesto. ⁷La muerte no existe porque el Padre y el Hijo son uno.
2. En este mundo parece haber un estado que es lo opuesto a la vida. ²Tú lo llamas muerte. ³Sin embargo, hemos aprendido que la idea de la muerte adopta muchas formas. ⁴Es la idea subyacente a todos los sentimientos que no son de suprema felicidad. ⁵Es la alarma a la que respondes cuando reaccionas de cualquier forma que no sea con perfecta alegría. ⁶Todo pesar, sensación de pérdida, ansiedad, sufrimiento y dolor, e incluso el más leve suspiro de cansancio, cualquier ligera incomodidad o fruncimiento de ceño, dan testimonio de la muerte. ⁷Por lo tanto, niegan que vives.
3. Tú crees que la muerte es algo que sólo tiene que ver con el cuerpo. ²Sin embargo, es sólo una idea, y no tiene nada que ver con lo que se considera físico. ³Los pensamientos se encuentran en la mente. ⁴Éstos pueden entonces aplicarse según lo dicte la mente. ⁵Y es en su punto de origen donde debe efectuarse el cambio si es que éste ha de tener lugar. ⁶Las ideas no abandonan su fuente. ⁷El énfasis que este curso ha puesto en esta idea se debe al papel central que ocupa en nuestros intentos de que cambies de parecer con respecto a ti mismo. ⁸Es la razón de que puedas curar. ⁹Es la causa de la curación. ¹⁰Es la razón de que no puedas morir. ¹¹Su veracidad te estableció como uno con Dios.
4. La muerte es el pensamiento de que estás separado de tu Creador. ²Es la creencia de que las condiciones cambian y de que las emociones varían debido a causas que no están bajo tu control, que no son obra tuya y que tú jamás puedes cambiar. ³Es la creencia fija de que las ideas pueden abandonar su fuente y adquirir cualidades que ésta no posee, convirtiéndose así en algo diferente de su origen, aparte de éste en lo relativo a su naturaleza, así como en lo relativo al tiempo, a la distancia y a la forma.
5. La muerte no puede proceder de la vida. ²Las ideas permanecen unidas a su fuente. ³Pueden extender todo lo que su fuente contiene. ⁴En este sentido, pueden ir mucho más allá de sí mismas. ⁵Pero no pueden dar origen a lo que jamás se les dio. ⁶Tal como fueron concebidas, así será como ellas a su vez conciban. ⁷Tal como nacieron, así es como darán a luz. ⁸Y de allí de donde provinieron, allí mismo regresarán.
6. La mente puede pensar que duerme, pero eso es todo. ²No puede cambiar su estado de vigilia. ³No puede hacer un cuerpo, ni tampoco habitar en un cuerpo. ⁴Lo que es ajeno a la mente no existe porque no tiene una fuente. ⁵La mente crea todas las cosas que existen, pero no puede otorgarles los atributos que no posee, ni tampoco cambiar su propio estado eterno de plena conciencia. ⁶No puede dar lugar a lo físico. ⁷Lo que parece morir no es sino la señal de que la mente está dormida.
7. Lo opuesto a la vida tan sólo puede ser otra forma de vida. ²Como tal, se puede reconciliar con lo que la creó porque no es realmente un opuesto. ³Su forma puede cambiar, así como aparentar ser lo que no es. ⁴Mas la mente es mente, tanto si está despierta como dormida. ⁵No es lo opuesto a nada que ella misma haya creado, ni a lo que parece hacer mientras cree estar dormida.
8. Dios sólo crea mentes despiertas. ²Él no duerme, y Sus creaciones no pueden poseer algo que Él no les confiera, ni dar lugar a condiciones que Él no comparte con ellas. ³El pensamiento de muerte no es lo opuesto a los pensamientos de vida. ⁴Libres para siempre de toda oposición, los Pensamientos de Dios son eternamente inmutables, y tienen el poder de extenderse inmutablemente para siempre, aunque dentro de sí mismos, pues son omnipresentes.
9. Lo que parece ser lo opuesto a la vida es meramente un sueño. ²Cuando la mente elige ser lo que no es y asumir un poder que le es ajeno y que no posee, un estado foráneo al que no puede adaptarse o una condición falsa que no forma parte de su Fuente, simplemente parece que se va a dormir por un rato. ³Y sueña al tiempo: un intervalo en el que lo que parece acontecer en realidad nunca ha sucedido, los cambios ocurridos carecen de fundamento y los acontecimientos que parecen tener lugar no están en ninguna parte. ⁴Cuando la mente despierta, sencillamente continúa siendo como siempre fue.
10. Seamos hoy criaturas de la verdad, y no neguemos nuestro santo patrimonio. ²Nuestra vida no es como nos la imaginamos. ³¿Quién podría cambiar la vida sólo porque cierre los ojos, o porque haga de sí mismo lo que no es al estar dormido y ver en sueños algo opuesto a lo que él es? ⁴Hoy no pediremos la muerte en ninguna de sus formas. ⁵Tampoco dejaremos que ni siquiera por un instante cosas imaginarias que aparentemente se oponen a la vida moren allí donde Dios Mismo estableció el Pensamiento de vida eterna.
11. Hoy procuraremos mantener su santo hogar tal como Él lo estableció y como Su Voluntad dispone que sea eternamente. ²Él es Dueño y Señor de lo que hoy pensamos. ³Y en Sus Pensamientos, que no tienen opuesto, entenderemos que sólo hay una vida, y ésa es la vida que compartimos con Él, con toda la creación, así como con sus pensamientos, los cuales Él creó como una unidad de vida que no puede separarse con la muerte ni abandonar la Fuente de vida de donde provino.
12. Compartimos una sola vida porque tenemos una sola Fuente desde la que nos llega la perfección, la cual permanece por siempre en las santas mentes que Él creó perfectas. ²Somos ahora tal como siempre hemos sido y como seremos siempre. ³La mente que duerme no puede sino despertar, según ve su propia perfección reflejando al Señor de la Vida tan perfectamente que se funde con lo que allí se ve reflejado. ⁴Y ahora ya no es un simple reflejo, ⁵sino que se convierte en aquello que refleja y en la luz que hace que el reflejo sea posible. ⁶La visión deja ahora de ser necesaria. ⁷Pues una mente despierta es aquella que conoce su Fuente, su Ser y su Santidad.
LECCIÓN 167
Sólo hay una vida y ésa es la Vida que comparto con Dios.
Comentada por:
Jorge Luis Álvarez Castañeda
¡Que la paz sea con nosotros hoy!
La lección 167 Sólo hay una vida y esa es la vida que comparto con Dios acompaña a la lección 163 La muerte no existe. El Hijo de Dios es libre. Jesús, quiere que tomemos consciencia de que no hay diferentes clases de vida y que la única válida es la que Él nos dio.
Jesús nos amplía el concepto de vida.
En el capítulo 6 sección V nos dice:
”Todo se logra con la vida, y la vida forma parte del ámbito de la mente y se encuentra en la mente.” (T-6. V. A. 1:3)
En el capítulo 19 sección IV nos dice:
_”Y la muerte es el resultado del pensamiento al que llamamos ego, tan inequívocamente como la vida es el resultado del Pensamiento de Dios”_. T-19. IV. C.2: 15
En la lección 54 nos dice:
_”Si no pensara no existiría, ya que la Vida es Pensamiento”_. L-54. 2:3
En la lección 156:
_”Hay una sola vida. Esa es la vida que compartes con Él. Nada puede estar separado de Él y vivir”_. L-156. 2:7-9
En la lección 331:
_”La muerte es una ilusión; la vida, la eterna verdad”_. L-331. 1:9
En el Manual para el maestro en la pregunta 20:
_”La Vida no tiene opuesto, pues es Dios. La vida parece ser lo opuesto a la muerte porque tú has decidido que la muerte acaba con la vida.” M. 20. 5:5-6
Es claro, Jesús, que la vida no tiene nada que ver con el cuerpo. Fuimos creados como un Pensamiento santo en la Mente de Dios que nunca abandonó la Mente de Dios. Jesús, nos dice en la lección que no existen diferentes clases de vidas como pretende el ego que siempre está dividiendo, separando. La vida no tiene opuestos, pues, no hay sino una vida y es la que comparto con Dios. La muerte no es el opuesto a la vida. Lo opuesto a la vida sólo puede ser otra clase de vida. Lo que parece ser lo opuesto a la vida es meramente un sueño.
La muerte es el sueño central del ego. Alimenta la culpa inconsciente, originada por la creencia en la separación que se expresa en un auto-odio inconsciente que conlleva a un auto-ataque.
Así Jesús nos dice en la lección:
”Todo pesar, sensación de pérdida, ansiedad, sufrimiento y dolor e incluso el más leve suspiro de cansancio, cualquier ligera incomodidad o fruncimiento de ceño, dan testimonio de la muerte. Por lo tanto, niegas que vives.”
También, la muerte fortalece las creencias del ego: los temores, las defensas, los juicios y las expectativas secretas, nuestros más caros secretos. ¿Cuántos deseos de muerte no originan, por ejemplo, los noticieros? Y los dejamos pasar, como si nada. Pero sabemos que los pensamientos tienen poder y dejan sus huellas. También, las leyes del ego, del caos, como las llama Jesús, se fundamentan en el pensamiento de muerte. ¿Y qué decir de las relaciones especiales, es decir, de las relaciones entre padres e hijos, parejas, novios, relaciones laborales, amistades, etc., cuyo fundamento es el sentirse incompleto y carente? Aquí, el tema de la muerte reviste carácter de inmenso dramatismo.
Nos dice Jesús en la lección:
_”La muerte es el pensamiento de que estás separado de tu Creador. Es la creencia de que las condiciones cambian y de que las emociones varían debido a causas que no están bajo tu control, que no son obra tuya y que nunca podrás cambiar. Es la creencia fija de que las ideas pueden abandonar su fuente y adquirir cualidades que ésta no posee, convirtiéndose así en algo diferente de su origen, aparte de éste en lo relativo a su naturaleza, así como en lo relativo al tiempo, a la distancia y a la forma”_.
Si me creo separado de mi Creador estoy por mi cuenta. No tengo un referente claro que me oriente. No sé para donde voy. Me olvido que el Pensamiento de Dios me creó, como veíamos en la lección anterior. Por eso, nos dice Jesús, el pensamiento de estar separado de Dios es la muerte.
Importante la reflexión de Jesús, de considerar la muerte como el pensamiento de que las condiciones cambian lo cual influye en la variación de las emociones por situaciones que no puedes controlar. Aquí, retomamos las enseñanzas de Jesús de las primeras lecciones. Donde nos llamaba a cambiar los pensamientos que eran los determinantes de nuestro comportamiento y de nuestras emociones. No es que un suceso o un hermano me haga poner triste o iracundo. Son mis interpretaciones, son mis pensamientos sobre la situación o sobre lo que hace el hermano, lo que puede generar estas emociones. Primero, está el pensamiento. Luego, la emoción. Este pensamiento, en fracciones de segundo, se puede ocultar, y, por eso, tendemos a creer que son nuestras emociones las que determinan nuestra conducta. Jesús, de nuevo, insiste en nuestra responsabilidad para cambiar los pensamientos de separación que nos causan sufrimiento. Y nos ha enseñado que, mediante el perdón, la aceptación de la Expiación para nosotros mismos y la Guía del Espíritu Santo y de Él, lo podremos conseguir.
Si creo que la muerte es real y no una ilusión, la muerte de un ser querido, me va a reafirmar en la creencia en la separación y que Dios es injusto. No quiere decir esto que, ante una situación parecida, le digamos al hermano que la muerte es una ilusión. Eso no sería nada amoroso.
Jesús nos propone con respecto a la lección:
_”Seamos hoy criaturas de la verdad...Hoy no pediremos la muerte en ninguna de sus formas.
Tampoco dejaremos que imaginados opuestos a la vida moren ni por un instante allí donde Dios Mismo estableció el Pensamiento de Vida eterna.…Hoy procuraremos mantener su santo hogar tal como Él lo estableció y como Su Voluntad dispone que sea eternamente. Y en Sus Pensamientos, que no tienen opuesto, entenderemos que sólo hay una vida, y que ésa es la Vida que compartimos con Él, con toda la Creación e igualmente con sus pensamientos, que Él creó como una unidad de vida que no puede separarse con la muerte ni abandonar la Fuente de la Vida de donde provino”_.
Proceso de práctica de la lección.
Tiempo de quietud por la mañana y por noche.
Reflexión sobre la idea del día. Cerrar los ojos. Aquietar la mente. No engancharse en pensamientos distractores.
En tu meditación intenta entrar en contacto con esa parte de tu mente donde hay paz y amor, tranquilidad, alegría. Es tu mente recta, donde está Cristo, tu Ser. Allí no hay sino pensamientos de vida con Dios.
Espera a Dios. Él llegará y te dará un mensaje de amor y de paz.
Tiempo mínimo 5 minutos. Ideal 30 minutos o más.
La idea de hoy es:
Sólo hay una vida y esa es la vida que comparto con Dios.
Recordatorios cada hora.
1 o 2 minutos a la hora en punto.
Repite la idea recordando que mientras lo haces Cristo permanece a tu lado dándote fortaleza.
Luego, siente la quietud y silencio y espera a Dios. Dale gracias por los regalos de la hora que ha pasado. Y deja que Su Voz te diga lo que Él quiere que hagas en esta hora que empieza.
Respuesta a la tentación.
Cada vez que sientas la tentación de desconocer el Hijo de Dios que eres, que necesitas perdonar y que estás perdiendo la paz, repite la idea del día.
Les deseo muchas experiencias con est lección que contribuyan a su paz interior. Les recomiendo estudiar y realizar la lección de la mano de Jesús y el Espíritu Santo. Y sin olvidarse de reír, pues la Voluntad de Dios para nosotros es perfecta felicidad.
Muchas, muchísimas, bendiciones.
Jorge Luis Álvarez Castañeda
Kenneth Wapnick
”Sólo hay una vida y ésa es la vida que comparto con Dios.”
Lección 167
“Esta lección extiende el tema que cubrimos en la Lección 163, “La muerte no existe. El Hijo de Dios es libre”. Aquí, también, Jesús habla de la muerte y la contrasta con la vida, y al hacerlo refuerza su enseñanza sobre el contraste entre la mente y el cuerpo. Ten en cuenta, también, el uso de la palabra «mente». En Un Curso de Milagros, «mente» casi siempre está en mayúscula cuando se refiere a las Mentes de Dios y de Cristo, y no en mayúscula cuando se refiere a la mente dividida del Hijo separado. Sin embargo, esta lección es una excepción a esa regla: «mente» está en minúsculas, a veces Jesús se refiere a la mente como espíritu y otras veces como dividida. Como veremos, fue imposible ponerlo en mayúsculas debido a la estructura de la discusión. Por lo tanto, «mente» se mantiene en minúsculas de la misma manera que «espíritu», que se escribe con mayúscula solo cuando se refiere al Espíritu Santo. De lo contrario, espíritu – la esencia de nuestra Identidad como Cristo – es escrito en minúsculas.
(1:1-4) «No existen diferentes clases de vida, pues la vida es como la verdad. No admite grados. Es la única condición que todo lo que Dios creó comparte. Y al igual que todos Sus Pensamientos, no tiene opuesto.»
Esto corrige nuestros pensamientos sobre la vida, en donde creemos que hay diferentes formas en lo que comúnmente se conoce como la gran cadena del ser – desde la ameba unicelular hasta los mamíferos complejos. Además, existen las categorías de vida y no vida, como los animales y los minerales. Jesús enfatiza que no hay jerarquía en las ilusiones: hay vida y no-vida, sin grados intermedios, como leemos nuevamente en este párrafo tan importante:
“Fuera del Cielo no hay vida. La vida se encuentra allí donde Dios la creó. En cualquier otro estado que no sea el Cielo la vida no es más que una ilusión. En el mejor de los casos parece vida, en el peor, muerte. Ambos son, no obstante, juicios acerca de lo que no es la vida, idénticos en su inexactitud y falta de significado. Fuera del Cielo la vida es imposible, y lo que no se encuentra en el Cielo no se encuentra en ninguna parte. Fuera del Cielo lo único que hay es un conflicto de ilusiones, de todo punto insensato, imposible y más allá de la razón, aunque se percibe como un eterno impedimento para llegar al Cielo. Las ilusiones no son sino formas. Su contenido nunca es verdad.” (T-23.II.19)
(1:5) «La muerte no existe porque lo que Dios creó comparte Su Vida.»
La vida no tiene opuestos. Como Jesús nos dice al principio del texto: “Lo opuesto al amor es el miedo, pero aquello que todo lo abarca no puede tener opuestos.”(T-in.1: 8, se omiten las cursivas). Por lo tanto el miedo no existe. En este mundo, pensamos que la muerte es lo opuesto a la vida, pero dado que la vida como perfecta unicidad es todo lo que hay, no hay nada fuera de esta unicidad:
“Pues si Dios es la Suma de todo, entonces lo que no está en Él no existe, y en Su compleción radica la insubstancialidad del cuerpo.” (T-29.II.10:3)
Cualquier cosa en este mundo que parezca estar viva o no viva es igualmente ilusoria, que es por lo que Un Curso de Milagros no es dualista. Luz y oscuridad, espíritu y materia, vida y muerte no coexisten. No hay más que una realidad, una verdad, una vida.
(1:6-7) «La muerte no existe porque Dios no tiene opuesto. La muerte no existe porque el Padre y el Hijo son uno.»
Esta es otra representación del no-dualismo del Curso. Cualquier cosa más allá de la perfecta Unicidad de Dios y Cristo no existe. Lo mismo sucede en el texto:
“La muerte no existe porque todo lo que vive comparte la función que su Creador le asignó. La función de la vida no puede ser morir. Tiene que ser la extensión de la vida, para que sea eternamente una para siempre y sin final.” (T-29.VI.4:9-11)
(2:1-3) «En este mundo parece haber un estado que es lo opuesto a la vida. Tú lo llamas muerte. Sin embargo, hemos aprendido que la idea de la muerte adopta muchas formas.»
La palabra clave es «parece»: parece como si hubiera un opuesto a la vida, porque en este mundo de cuerpos la muerte es un fenómeno real. Jesús repite la declaración con la que comenzó la Lección 163: “La muerte es un pensamiento que adopta muchas formas…”
(2:4-7) «Es la idea subyacente a todos los sentimientos que no son de suprema felicidad. Es la alarma a la que respondes cuando reaccionas de cualquier forma que no sea con perfecta alegría. Todo pesar, sensación de pérdida, ansiedad, sufrimiento y dolor, e incluso el más leve suspiro de cansancio, cualquier ligera incomodidad o fruncimiento de ceño, dan testimonio de la muerte. Por lo tanto, niegan que vives.»
Cualquier cosa en este mundo es una ilusión, y comparte la creencia del ego en «uno o el otro»: para que yo exista, Dios debe ser destruido. Lo que refleja nuestra experiencia individual es esta idea que no ha abandonado su fuente. Así, Jesús dice más adelante en el libro de ejercicios: “El mundo se fabricó como un acto de agresión contra Dios.” (W-pII.3.2: 1). Esto expresa el pensamiento de “todo o nada” que vimos antes cuando nos dijo que “una leve punzada de molestia no es otra cosa que un velo que cubre una intensa furia.” (W-pI.21.2: 5), o que “dos de ellas [ilusiones] están tan desprovistas de sentido como una o mil.” (T-23.I.3: 8). En el manual pregunta:
“¿Sería acaso más difícil desvanecer la creencia que tiene un demente en una alucinación mayor, que la que tiene en una más pequeña? ¿Podría reconocer más rápidamente la irrealidad de una voz estridente, que la de una voz agradable? ¿Desecharía más fácilmente una orden para que mate que se le pide con un susurro, que una que se le pide a gritos? ¿Y afectaría el número de tridentes que tienen los diablos que él ve la credibilidad de éstos en su percepción? Su mente ha calificado todas esas ilusiones de reales, y, por lo tanto, son reales para él. Cuando se dé cuenta de que no son más que ilusiones, desaparecerán.” (M-8.5:2-7)
Por lo tanto, cualquier cosa que refleje nuestra existencia como una personalidad que vive en un cuerpo es parte del sistema de pensamiento ilusorio de separación. Esa parte del sistema del ego – nuestra experiencia como cuerpo – no muere porque no vive.
(3:1) «Tú crees que la muerte es algo que sólo tiene que ver con el cuerpo.»
De hecho, pensamos que la enfermedad, el hambre y las relaciones especiales son del cuerpo, así como la muerte. Ya que creemos que somos cuerpos, creemos que cada experiencia, problema y solución es del cuerpo también. Además, como Jesús nos recuerda en el texto:
“¿Cómo podrías tú, que te ves a ti mismo dentro de un cuerpo, saber que eres una idea? Identificas todo lo que reconoces con cosas externas, con algo externo a ello mismo.” (T-18.VIII.1:5-6)
(3:2-5) «Sin embargo, es sólo una idea, y no tiene nada que ver con lo que se considera físico. Los pensamientos se encuentran en la mente. Éstos pueden entonces aplicarse según lo dicte la mente. Y es en su punto de origen donde debe efectuarse el cambio si es que éste ha de tener lugar.»
La muerte es un pensamiento – Jesús «idea» y «pensamiento» de manera intercambiable – al igual que la enfermedad, el dolor, la felicidad mundana y el especialismo. Ellos provienen del pensamiento de separación, por lo que Jesús es inequívoco a lo largo de Un Curso de Milagros, de que el problema no está en el mundo ni en el cuerpo, sino en la mente que creía que lo que el ego enseñaba era verdadero. Es el pensamiento que dice que prefiero tener razón en lugar de ser feliz. La declaración anterior – “Los pensamientos se encuentran en la mente. Éstos pueden entonces aplicarse según lo dicte la mente.”- nos recuerda esta oración clave y familiar:
“No trates, por lo tanto, de cambiar el mundo, sino elige más bien cambiar de mentalidad acerca de él.” (T-21.in.1:7)
El problema nunca está fuera, sino en el tomador de decisiones de la mente eligiendo al maestro equivocado.
(3:6-7) «Las ideas no abandonan su fuente. El énfasis que este curso ha puesto en esta idea se debe al papel central que ocupa en nuestros intentos de que cambies de parecer con respecto a ti mismo.»
Estamos bien familiarizados con esta enseñanza, y Jesús nos hace saber que «las ideas no abandonan su fuente» es crucial para entender el sistema de pensamiento de su curso. De hecho, no puedes entender el milagro o el perdón, ni aplicarlos, sin el principio de que la «idea» de un mundo, un cuerpo o un problema externo nunca ha abandonado su fuente, que está en la mente. «Causa» y «efecto», «fuente» e «idea», están unificados y siguen siendo uno y lo mismo. La diferencia es que la «idea-efecto» parece estar fuera de la «mente-causa». Sin embargo, Jesús es bastante explícito de que la muerte no le sucede al cuerpo, ni es causada por nada externo. Es meramente una idea en la mente:
“Ya sabemos que ninguna idea abandona su fuente. Y la muerte es el resultado del pensamiento al que llamamos ego, tan inequívocamente como la vida es el resultado del Pensamiento de Dios.” (T-19.IV-C.2:14-15)
El núcleo de ese pensamiento, una vez más, es que Dios debe morir para que yo pueda vivir.
(3:8) «Es la razón de que puedas curar. »
Puedes curar porque «las ideas no abandonan su fuente»: si cambias la creencia de tu mente en la separación, deshaces la enfermedad. Recuerda que la enfermedad no consiste en síntomas físicos o psicológicos, sino que se encuentra en la elección errónea de la mente. Cambia la decisión y se va la enfermedad; el «efecto» ya no existe una vez que se ha eliminado su «causa».
(3:9-11) «Es la causa de la curación. Es la razón de que no puedas morir. Su veracidad te estableció como uno con Dios.»
Recuerda que cuando Jesús dice “no puedes morir”, no quiere decir que vivamos en un estado corporal inmortal. No podemos morir porque la vida fue creada por Dios como espíritu. Todo lo que no sea de espíritu no vive, y por lo tanto no puede morir. La verdad de que «las ideas no abandonan su fuente» nos estableció como uno con Dios: Él es la Fuente, y nosotros la idea en Su Mente que nunca lo abandonó – otra declaración del principio de la Expiación. Volviendo al tercer obstáculo a la paz que acabamos de citar, “La atracción por la muerte”, encontramos a Jesús haciendo el mismo comentario relacionado con la muerte: es un pensamiento que nunca ha abandonado su fuente en la mente, y que no tiene nada que ver con el cuerpo.
(4:1) «La muerte es el pensamiento de que estás separado de tu Creador.»
El ego dice que la separación es vida. Esta es nuestra realidad individual, originada en la separación de Dios que nos dio nuestro mundo, nuestro especialismo y nuestra muerte.
(4:2) «Es la creencia de que las condiciones cambian y de que las emociones varían debido a causas que no están bajo tu control, que no son obra tuya y que tú jamás puedes cambiar.»
En otras palabras, estoy feliz un minuto porque mis socios especiales son amables conmigo, e infelice el siguiente porque no lo son; feliz un minuto porque obtengo lo que quiero, e infeliz al siguiente porque no lo hago. Nuestras emociones suben y bajan como una montaña rusa, y debido a que somos rápidos para culpar de la fuente de nuestra incomodidad, ansiedad y dolor a algo externo, no se deben a una decisión que tomamos. De hecho, nuestro mundo se basa en la necesidad de identificar las causas externas de nuestro malestar. Es por eso que Jesús dice en la Lección 5: “Nunca estoy disgustado por la razón que creo”. Atribuir nuestro estado emocional a “causas que no están bajo tu control, que no son obra tuya y que tú jamás puedes cambiar” es el corazón cara de inocencia del ego: estaba tan feliz hasta que esta persona me dijo esto, o vi el cierre de la bolsa de valores de hoy; mi miseria no es lo que estoy haciendo – algo externo me afectó y cambió mi estado de ánimo pacífico.
(4:3) «Es la creencia fija de que las ideas pueden abandonar su fuente y adquirir cualidades que ésta no posee, convirtiéndose así en algo diferente de su origen, aparte de éste en lo relativo a su naturaleza, así como en lo relativo al tiempo, a la distancia y a la forma.»
El ego ha fabricado magistralmente el mundo para introducir un abismo aparente entre la «causa» y el «efecto»: la elección equivocada de la mente y nuestra angustia. La causa en la mente parece estar a años luz del problema percibido, y por lo tanto es desconocida para nosotros. Luego atacamos la causa aparente del problema, los cuales se ven fuera de la mente. Sin embargo, todos nuestros problemas provienen de la creencia ilusoria de que las ideas «sí» abandonan su fuente. Así que la verdadera razón por la que estoy molesto es que elegí al ego sobre el Espíritu Santo, haciendo realidad la diminuta y alocada idea, así como el pecado, la culpa, el miedo y la muerte. Esa decisión pecaminosa es la verdadera causa de mi angustia, la fuente que proyecto para ver el pecado en otra persona. Esto me permite negar que mi miedo proviene de la mente sino que en cambio proviene de esta persona terrible con poder para retener el amor e infligir dolor. Así, el pecado, arraigado en la elección errónea de mi mente, ha dejado que su fuente sea percibida ahora en otra persona, dejándome a mí la víctima inocente como el efecto sufriente del pecado de esa persona.
El sistema de pensamiento del ego, por lo tanto, descansa en el principio de que «las ideas <sí> abandonan su fuente» – el Hijo de Dios ha abandonado a su Padre y se ha convertido en un ser independiente – como el Espíritu Santo descansa en «las ideas <no> abandonan su fuente» – somos una idea en la Mente de Dios y nunca lo hemos abandonado. El sistema de pensamiento de culpa y ataque del ego se desarrolló a partir de su pensamiento de separación, al igual que el sistema de pensamiento de perdón del Espíritu Santo evolucionó de Su pensamiento de Expiación, el pensamiento reflejado de nuestra unicidad que nunca abandonó su Fuente:
“Dios creó a Sus Hijos extendiendo Su Pensamiento y conservando las extensiones de Su Pensamiento en su Mente. Todos Sus Pensamientos están, por lo tanto, perfectamente unidos dentro de sí mismos y entre sí.” (T-6.II.8:1-2)
“…toda idea tiene su origen en la mente del que la piensa. Lo que se extiende desde la mente, por lo tanto, se encuentra todavía en ella, y la mente se conoce a sí misma por lo «que» extiende…Tu mente, que es semejante a la de Dios, jamás puede ser profanada.” (T-6.III.1:1-2, 6)
(5:1) «La muerte no puede proceder de la vida.»
Como veremos en el párrafo 7, lo opuesto a la vida es la vida, no la muerte; otra forma de decir que Dios no creó la muerte. Esta declaración contradice directamente el tercer capítulo de Génesis, que establece que Dios hizo la muerte como castigo por el pecado de Adán y Eva. Jesús nos enseña, en cambio, que la muerte es hecha por el ego, no por el Dios que sólo es vida.
(5:2-4) «Las ideas permanecen unidas a su fuente. Pueden extender todo lo que su fuente contiene. En este sentido, pueden ir mucho más allá de sí mismas.»
Recuerda las palabras de Jesús a Helen acerca de ser demasiado tolerante con su mente divagante (T-2.VI.4: 6). Los pensamientos de culpa, de hecho, parecen desviarse de su fuente en la mente, mucho más allá de ellos mismos, incluso pareciendo existir fuera de la mente a través de la proyección. Sin embargo, estos pensamientos ilusorios no van a ninguna parte, siempre permanecen dentro de la mente ilusoria que es su fuente, al mismo tiempo que los pensamientos amorosos del Espíritu Santo permanecen dentro de su fuente de mentalidad correcta:
“Cada pensamiento amoroso que cualquier parte de la Filiación abriga es patrimonio de todas sus partes. Se puede compartir porque es amoroso. Dios crea compartiendo, y así es como tú creas también. El ego puede mantenerte exiliado del Reino, pero en el Reino en sí el ego no tiene ningún poder. Las ideas del espíritu no abandonan la mente que las piensa, ni tampoco pueden entrar en conflicto entre sí…Sólo puedes compartir los pensamientos que proceden de Dios, los cuales Él conserva para ti. El Reino de los Cielos se compone de pensamientos de esa clase.” (T-5.IV.3:1-5,8-9)
(5:5) «Pero no pueden dar origen a lo que jamás se les dio.»
Lo que “jamás se les dio” fue la vida o la verdad. Por lo tanto, las ideas pueden abandonar su origen dentro del sueño, y pueden, por ejemplo, hacer un cosmos que parece separado de su fuente – pero eso no lo hace así. La vida sigue siendo un recuerdo en nuestras mentes correctas – mantenido allí por el Espíritu Santo – que nunca ha cambiado a pesar de nuestras dementes divagaciones en el mundo.
“No hay conexión alguna entre la verdad y las ilusiones. Esto será así eternamente, por mucho que intentes que haya conexión entre ellas…El resultado de una idea no está nunca separado de su fuente. La idea de la separación dio lugar al cuerpo y permanece conectada a él, haciendo que éste enferme debido a la identificación de la mente con él.” (T-19.I.7:1-2, 6-7)
(5:6) «Tal como fueron concebidas, así será como ellas a su vez conciban.»
Así como una idea falsa es fabricada por la separación falsa del ego, así también fabricará una idea falsa. El ego es una idea falsa sobre el Hijo de Dios, que entonces fabrica una idea falsa -el mundo- como un hogar para la falsa identidad del Hijo, proyectada en un cuerpo.
(5:6-8) «Tal como nacieron, así es como darán a luz. Y de allí de donde provinieron, allí mismo regresarán.»
Regresarán de donde provinieron porque «las ideas no abandonan su fuente». El ego no puede dar a luz a la vida que nunca se le dio. La vida se extiende sólo a la vida, como lo hace el espíritu, y las ilusiones se proyectan sólo a las ilusiones. En otras palabras, la vida crea vida, las ilusiones fabrican ilusiones – sin interrelación entre ellas. Nuevamente, esto es lo que establece Un Curso de Milagros como un sistema no-dualista. Dios no tiene nada que ver con un mundo que no conoce, porque está fuera de Su Mente. Si el mundo fuera verdaderamente Su opuesto, sería real.
(6:1) «La mente puede pensar que duerme, pero eso es todo.»
Podemos pensar que estamos separados de Dios y habitamos un cuerpo en un mundo que es real, pero no podemos establecer la realidad, como nos recuerda Jesús, si sólo escucháramos:
“Tu tarea no es construir la realidad. La realidad está aquí sin que tú la hayas tenido que construir, pero no sin ti. Tú que has tratado de renunciar a ti mismo y que tan poco has valorado a Dios, escúchame hablar en favor de ti y de Él.” (T-14.IV.8:1-3)
(6:2) «No puede cambiar su estado de vigilia.»
Recuerda que “estamos en nuestro hogar, soñando con el exilio, pero siendo perfectamente capaces de despertar a la realidad.” (T-10.I.2: 1). Por lo tanto, nunca dejamos la Mente de nuestro Creador y permanecemos despiertos en Él, aunque pensamos que dormimos y soñamos con un yo en oposición a Dios:
“Examinemos más de cerca la ilusión de que lo que tú fabricaste tiene el poder de esclavizar a su hacedor. Esta es la misma creencia que dio lugar a la separación. Es la idea insensata de que los pensamientos pueden abandonar la mente del pensador, ser diferentes de ella y oponerse a ella…Aquí vemos nuevamente otra forma de la misma ilusión fundamental que ya hemos examinado muchas veces con anterioridad. Sólo si fuese posible que el Hijo de Dios pudiera abandonar la Mente de su Padre, hacerse diferente y oponerse a Su Voluntad, sería posible que el falso ser que inventó, y todo lo que éste fabricó, fuesen su amo.” (T-22.II.9:1-3, 5-6)
(6:3) «No puede hacer un cuerpo, ni tampoco habitar en un cuerpo.»
Dentro del sueño, la mente hace un cuerpo y se convence de que el cuerpo es real, como de hecho lo hacemos cada noche cuando soñamos. Sin embargo, los sueños siguen siendo sueños, ya sea que nuestros cuerpos estén dormidos o despiertos, y su contenido ilusorio no puede establecer la realidad. Así, la mente no puede habitar en un cuerpo que no existe. En todo caso, es el cuerpo el que habita en la mente porque el pensamiento de separación nunca podría abandonarse. El cuerpo encarna ese pensamiento, ahora percibido en la forma, pero dado que «las ideas no abandonan su fuente», no puede haber ningún cuerpo fuera de la mente:
“Las ideas no abandonan su fuente, y sus efectos sólo dan la impresión de estar separados de ellas. Las ideas pertenecen al ámbito de la mente. Lo que se proyecta y parece ser externo a la mente, no se encuentra afuera en absoluto, sino que es un efecto de lo que está adentro y no ha abandonado su fuente.” (T-26.VII.4:7-9)
(6:4) «Lo que es ajeno a la mente no existe porque no tiene una fuente.»
El cuerpo tiene al ego como su fuente, pero esta no es una fuente real. Así, el cuerpo, así como el mundo y la muerte, es ajeno a la mente, que aquí se equipara con el espíritu.
(6:5) «La mente crea todas las cosas que existen, pero no puede otorgarles los atributos que no posee, ni tampoco cambiar su propio estado eterno de plena conciencia.»
Jesús nuevamente habla de espíritu cuando dice “mente”, reflejando la Palabra de Expiación del Espíritu Santo que compartió con nosotros al principio: “Solo piensas que abandonaste a Dios, pero nada ha cambiado – ‘no se perdió ni una sola nota del himno celestial’ [T-26.V.5: 4]”. Recuerda la primera línea del párrafo 6: “La mente puede pensar que duerme, pero eso es todo”; y estas líneas del texto:
“…creer que las ideas pueden abandonar su fuente es tratar inútilmente de hacer que las ilusiones sean verdad. Pues nunca será posible engañar al Hijo de Dios.” (T-26.VII.13:5-6)
(6:6) «No puede dar lugar a lo físico.»
La mente como espíritu no puede hacer lo físico. La mente dormida puede – en sueños. De hecho, en sus sueños se compone de todo tipo de figuras fantasiosas: macrocósmicamente, el universo físico; microcósmicamente, nuestra vida individual. Jesús diciéndonos que la mente/espíritu no puede hacer lo físico es otra manera de recordarnos que Dios no creó este mundo, como lo hace aquí:
“La Biblia dice: “El Verbo (o pensamiento) se hizo carne”. Estrictamente hablando eso es imposible, puesto que parece implicar que un orden de realidad pasó a ser otro. Los distintos órdenes de realidad, al igual que los distintos grados de dificultad de los milagros, tan sólo dan la impresión de existir. El pensamiento no se puede convertir en carne excepto mediante una creencia, ya que el pensamiento no es algo físico.” (T-8.VII.7:1-4)
(6:7) «Lo que parece morir no es sino la señal de que la mente está dormida.»
El cuerpo parece morir, pero esto simboliza la mente dormida, que no tiene nada que ver con la mente o el espíritu verdaderos:
“Aquello a lo que tú has dado “vida” no está vivo, y sólo simboliza tu deseo de vivir separado de la vida, de estar vivo en la muerte, y de percibir a ésta como si fuese la vida, y al vivir, como la muerte.” (T-29.II.6:2)
(7:1) «Lo opuesto a la vida tan sólo puede ser otra forma de vida.»
Jesús habla del mundo real. Implícito aquí, pero explicado en otra parte, es que el perdón no es verdad sino parte de la ilusión. Sin embargo, como una “ficción feliz” (C-3.2: 1) refleja la verdad y no se opone a ella. De hecho, cualquier cosa de la mente correcta no es literalmente verdad, porque permanece fuera de la Mente de Dios. Sin embargo, el perdón simboliza la verdad en una forma que podemos aceptar y entender, y por lo tanto no se opone a ella. Recuerda el siguiente pasaje en el que Jesús explica cómo, una vez que eliminamos nuestra inversión en el sistema de pensamiento de ilusiones del ego, el perdón del Espíritu Santo – el reflejo de la verdad – puede ser su sustituto, hasta que podamos aceptar la realidad más allá del reflejo:
“Un espacio vacío que no se percibe ocupado, y un intervalo de tiempo que no se considere usado ni completamente empleado, se convierten en una silenciosa invitación a la verdad para que entre y se sienta como en su casa…Pues lo que se deja vacante Dios lo llena, y allí donde Él está tiene que morar la verdad…Nada puede apuntar hacia lo que está más allá de la verdad, pues, ¿qué podría representar a lo que es más que todo? El verdadero des-hacimiento, no obstante, tiene que ser benévolo. Por lo tanto, la primera imagen que reemplaza a la tuya, es otra clase de imagen.
De la misma manera en que la nada no puede ser representada, tampoco existe un símbolo que represente a la totalidad. La realidad, en última instancia, sólo se puede conocer libre de cualquier forma, sin imágenes que la representen y sin ser vista…El perdón es el medio que representa a la verdad temporalmente. Le permite al Espíritu Santo llevar a cabo un intercambio de imágenes, mientras los recursos de aprendizaje aún tengan sentido y el aprendizaje no haya concluido.” (T-27.III.4:1, 3, 5-8; 5:1-2,5-6)
(7:2) «Como tal, se puede reconciliar con lo que la creó porque no es realmente un opuesto.»
El mundo real, o el perdón, no es lo contrario de la verdad, ya que refleja la verdad. Más adelante, Jesús dice que “el perdón es una forma terrenal de amor” (W-pI.186.14: 2). No es amor, sino que lo expresa dentro del sueño porque proviene de la presencia del amor y, por lo tanto, puede reconciliarse con él. Cuando Jesús discute la relación entre la verdadera percepción (“verdadera visión”) y el conocimiento, hace la misma observación:
“La verdadera visión es la percepción natural de la visión espiritual, pero es todavía una corrección en vez de un hecho. La visión espiritual es simbólica, y, por lo tanto, no es un instrumento de conocimiento. Es, no obstante, un medio de percepción correcta, lo cual la sitúa dentro del propio ámbito del milagro.” (T-3.III.4:1-3)
La verdadera percepción no es conocimiento, pero al ser parte de la ilusión, corrige las falsas percepciones del ego. Una vez que se deshacen estas percepciones separadoras, la verdadera percepción de los intereses compartidos se mezcla rápidamente con el conocimiento, donde desaparece. Recordemos este hermoso pasaje:
“Y ahora el «conocimiento» de Dios, inmutable, absoluto, puro y completamente comprensible, entra en su reino. Ya no hay percepción, ni falsa ni verdadera. Ya no hay perdón, pues su tarea ha finalizado. Ya no hay cuerpos, pues han desaparecido ante la deslumbrante luz del altar del Hijo de Dios. Dios sabe que ese altar es el Suyo, así como el de Su Hijo. Y ahí se unen, pues ahí el resplandor de la faz de Cristo ha hecho desaparecer el último instante del tiempo, y ahora la última percepción del mundo no tiene propósito ni causa.” (C-4.7:1-6)
(7:3) «Su forma puede cambiar, así como aparentar ser lo que no es.»
Cuando estás en el mundo real, puedes parecer que estás en el cuerpo – la forma de la vida puede cambiar – pero sabes que no estás allí. El amor se ha reflejado en lo que aparenta ser tú en el mundo, que recuerda a los demás la verdad en ellos.
(7:4) «Mas la mente es mente, tanto si está despierta como dormida.»
Puedes ver por qué «mente» no puede escribirse en mayúsculas aquí, ya que el término se usa de dos maneras – como mente dividida y espíritu/mente.
(7:5) «No es lo opuesto a nada que ella misma haya creado, ni a lo que parece hacer mientras cree estar dormida.»
Mente como espíritu es vida y crea vida – la verdad crea verdad. Se crea a sí misma porque «las ideas no abandonan su fuente»: lo que es sí mismo no puede tener opuesto. Sin embargo, cuando la mente duerme, fabrica ilusiones – una ilusión que fabrica la ilusión de un mundo. Eso tampoco tiene opuesto – «las ideas no abandonan su fuente». La mente ilusoria no hace la vida; su “vida” no es más que una cruel burla de la vida que Dios creó como Su Hijo. Aquí nuevamente vemos el no-dualismo de uno-o-el-otro del Curso. Tienes vida o muerte, verdad o ilusión, sin lugar de encuentro entre ellos. La perfecta unicidad no puede tener opuesto.
(8:1-2) «Dios sólo crea mentes despiertas. Él no duerme, y Sus creaciones no pueden poseer algo que Él no les confiera, ni dar lugar a condiciones que Él no comparte con ellas.»
Estas condiciones son la separación, que se expresa en lo que llamamos vida física. Dios no duerme, y dado que somos una idea en Su Mente, tampoco dormimos. Dentro de la ilusión somos libres de creer que lo hacemos, pero en verdad nunca hemos abandonado nuestra Fuente.
(8:3) «El pensamiento de muerte no es lo opuesto a los pensamientos de vida.»
Si la muerte fuera lo opuesto de la vida, sería real. Nuevamente, Un Curso de Milagros no es un sistema dualista. Lo opuesto a la vida es la vida; lo opuesto al amor es el amor. Esta es la base para saber que nada en el universo físico es real. Recordando nuevamente la Introducción, leemos:
“Lo opuesto al amor es el miedo, pero aquello que todo lo abarca no puede tener opuestos.
Este curso puede, por lo tanto, resumirse muy simplemente de la siguiente manera:
Nada real puede ser amenazado.
Nada irreal existe.
En esto radica la paz de Dios.” (T-in.1:8-2:4; italics, boldface omitted)
(8:4) «Libres para siempre de toda oposición, los Pensamientos de Dios son eternamente inmutables, y tienen el poder de extenderse inmutablemente para siempre, aunque dentro de sí mismos, pues son omnipresentes.»
Esta es una representación poética del principio de que la Deidad – Dios y Cristo (o los Pensamientos de Dios) – es Una. Se extiende para siempre, pero no en el tiempo y el espacio. Así, Padre e Hijo nunca se abandonan a sí mismos – «las ideas no abandonan su fuente». De la maravillosa sección “Más allá de todo ídolo”, reconocerás los bellos paralelos con el pasaje anterior:
“Lo que Dios no conoce no existe. Y lo que Él conoce existe para siempre y es inmutable. Pues los pensamientos duran tanto como la mente que los pensó. Y la Mente de Dios no tiene fin, ni puede haber un instante en que Sus Pensamientos puedan estar ausentes o cambiar. Los pensamientos ni nacen ni mueren. Comparten los atributos de su creador, y no tienen una vida separada aparte de la de él. Tus pensamientos están en tu mente, tal como tú estás en la Mente que te concibió. Por lo tanto, no hay partes separadas en lo que existe dentro de la Mente de Dios. Su Mente es por siempre una, y está eternamente unida y en paz.” (T-30.III.6)
“¡Él no ha abandonado Sus Pensamientos! Pero tú olvidaste Su Presencia y no recordaste Su Amor… Sin embargo, Él nunca dejó Sus Pensamientos a merced de la muerte sin que su Fuente estuviese eternamente en ellos…Y así como Él no podría separarse de ellos, ellos no pueden excluirlo a Él de sí mismos. Moran unidos a Él, y en su unicidad ambos se conservan intactos.” (T-31.IV.9:1-2, 6; 10:2-3)
(9:1) «Lo que parece ser lo opuesto a la vida es meramente un sueño.»
Lo que parece ser lo opuesto a la vida es la muerte. Recordemos que la muerte no es del cuerpo, sino un pensamiento en la mente dormida, soñando con el exilio. Sin embargo, mientras tanto, Dios y su Hijo permanecen despiertos, más allá de todos los sueños de separación y muerte.
(9:2) «Cuando la mente elige ser lo que no es y asumir un poder que le es ajeno y que no posee, un estado foráneo al que no puede adaptarse o una condición falsa que no forma parte de su Fuente, simplemente parece que se va a dormir por un rato.»
Al elegir ser lo que no es, la mente dice: No soy un Hijo de Dios, sino el hijo del ego. Su fanfarronería al contrario, el ego carece del poder para destruir el Cielo e inventar su propio mundo, en el que ingresa en el estado extraño del cuerpo. Todo esto descansa en la condición falsa – no dentro de nuestra Fuente – de la separación. Sin embargo, todo lo que sucedió es que simplemente nos quedamos dormidos, y puedes ver cuán lejos está esta enseñanza metafísica de nuestra experiencia personal.
(9:3) «Y sueña al tiempo: un intervalo en el que lo que parece acontecer en realidad nunca ha sucedido, los cambios ocurridos carecen de fundamento y los acontecimientos que parecen tener lugar no están en ninguna parte.»
Tanto, por lo tanto, para este impresionante mundo en el que creemos que vivimos; pensamos que habitamos este maravilloso cuerpo; y los pensamientos y sentimientos importantes que creemos que pensamos y sentimos, sin mencionar las cosas que apreciamos. Todos no son nada: “Los cambios ocurridos” – el cambio aparente de nuestro estado Celestial – no tienen sustancia, “y los acontecimientos que parecen tener lugar no están en ninguna parte”. Hablando de la separación, Jesús dice en el manual para los maestros:
“En el tiempo esto ocurrió hace mucho. En la realidad, nunca ocurrió.” (M-2.2:7-8)
Es por eso que tratar de explicar el ego y su mundo es infructuoso, porque sólo tratamos de explicar lo que no existe. Como la separación nunca sucedió, la mente dormida simplemente sueña con un mundo, pero no puede hacerlo real.
Es útil recordar pasajes como este cuando te encuentras atrapado en la auto-importancia del especialismo, o la magnitud de los problemas, preocupaciones y ansiedades en los que es tentador pensar que si no se produce cierto resultado, sucederá algo terrible. Cuando estés tan seguro de tener razón y sepas qué es lo mejor para ti o para cualquier otra persona, vuelva a leer este pasaje y volverás a poner tu vida en la perspectiva adecuada.
(9:4) «Cuando la mente despierta, sencillamente continúa siendo como siempre fue.»
Nuevamente, “no se perdió ni una sola nota del himno celestial.” (T-26.V.5: 4). No pasó nada.
(10:1) «Seamos hoy criaturas de la verdad, y no neguemos nuestro santo patrimonio.»
Jesús está apelando al tomador de decisiones de la mente para que elija la verdad en lugar de la ilusión, nuestra herencia como el Hijo de Dios en lugar de los regalos ilusorios de especialismo del ego.
(10:2-3) «Nuestra vida no es como nos la imaginamos. ¿Quién podría cambiar la vida sólo porque cierre los ojos, o por que haga de sí mismo lo que no es al estar dormido y ver en sueños algo opuesto a lo que él es?»
Esta es una referencia directa a nuestros sueños nocturnos. Nos dormimos en la noche, nos identificamos con nuestros cuerpos y sus leyes, y sin embargo soñamos con cosas incrédulas que les suceden. Sin embargo, al despertar, nuestra identidad previa al sueño no ha cambiado, y este es el punto de Jesús. Lo que sucede en el mundo de los cuerpos – no importa lo importante que parezca – no tiene efecto en la realidad. Cuando nuestros ojos finalmente se abren – el fin último del perdón – el sueño desaparece. Este incisivo pasaje del texto destaca la semejanza inherente de nuestros sueños nocturnos y de vigilia:
“Los sueños…son el mejor ejemplo de cómo se puede utilizar la percepción para substituir a la verdad por ilusiones. Al despertar no los tomas en serio, pues el hecho de que la realidad se viola tan radicalmente en ellos resulta evidente… Los sueños te muestran que tienes el poder de construir un mundo a tu gusto, y que por el hecho de desearlo lo ves. Y mientras lo ves no dudas de que sea real…Pareces despertar, y el sueño desaparece…Y pareces despertar a lo que no es sino otra forma de ese mismo mundo que viste en tus sueños. Estás soñando continuamente. Lo único que es diferente entre los sueños que tienes cuando duermes y los que tienes cuando estás despierto es la forma que adoptan, y eso es todo. Su contenido es el mismo.” (T-18.II.2:1-3; 5:1-2, 8, 11-14).
(10:4) «Hoy no pediremos la muerte en ninguna de sus formas.»
Jesús ya nos ha dicho las diferentes formas: fruncir el ceño, estar molesto, un pequeño suspiro de cansancio, ansiedad, juicio, ira, enfermedad. Como siempre, él nos pide en estas lecciones que hagamos otra elección: perdón en lugar de ataque, verdad en lugar de ilusión, vida en lugar de muerte.
(10:5) «Tampoco dejaremos que ni siquiera por un instante cosas imaginarias que aparentemente se oponen a la vida moren allí donde Dios Mismo estableció el Pensamiento de vida eterna.»
Este Pensamiento está en nuestras mentes correctas, ofrecido a nosotros por el Espíritu Santo para que lo elijamos en lugar del pensamiento de muerte del ego. Cuando nos sentimos tentados a hacer real el pensamiento de separación, Jesús nos insta a recordar que esto es simplemente el intento del ego de cambiar la verdad eterna sobre nosotros mismos – haciendo que nuestros cuerpos y necesidades especiales sean tan importantes que una vez más olvidamos quiénes somos como la creación de Dios: el Pensamiento de vida eterna.
(11) «Hoy procuraremos mantener su santo hogar tal como Él lo estableció y como Su Voluntad dispone que sea eternamente. Él es Dueño y Señor de lo que hoy pensamos. Y en Sus Pensamientos, que no tienen opuesto, entenderemos que sólo hay una vida, y ésa es la vida que compartimos con Él, con toda la creación, así como con sus pensamientos, los cuales Él creó como una unidad de vida que no puede separarse con la muerte ni abandonar la Fuente de vida de donde provino.»
Nuestro santo hogar es la unidad de la vida, que compartimos con el Señor de la Vida. Este párrafo es otra hermosa expresión de la Unicidad de la Creación de Dios.
(12:1) «Compartimos una sola vida porque tenemos una sola Fuente desde la que nos llega la perfección, la cual permanece por siempre en las santas mentes que Él creó perfectas.»
La perfección no se encuentra en el mundo, pero se refleja en nuestras mentes correctas. Por lo tanto, se nos pide que desarrollemos una relación con el Espíritu Santo o con Jesús, porque Ellos son nuestros recordatorios, los medios por los cuales recordamos – a través del perdón – la perfección de la mente como espíritu. El objetivo de Un Curso de Milagros no es hacer que el mundo sea perfecto, sino restaurar esta perfección a nuestra conciencia.
(12:2) «Somos ahora tal como siempre hemos sido y como seremos siempre.»
Si fuiste criado como católico, puedes recordar este versículo reflejado en la liturgia. Es de la carta anónima a los hebreos, anteriormente atribuida a San Pablo: “Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre” (13: 8). Esta famosa línea nos recuerda que nuestra Identidad como Cristo permanece como siempre ha sido.
(12:3) «La mente que duerme no puede sino despertar, según ve su propia perfección reflejando al Señor de la Vida tan perfectamente que se funde con lo que allí se ve reflejado.»
En “Los dos cuadros”, Jesús habla de la imagen del Espíritu Santo (el instante santo) como una luz, situada en un marco temporal que desaparece suavemente y que no se opone a la vida, ya que es su expresión dentro del sueño. Ello nos permite, cuando elegimos al Espíritu Santo como nuestro único Maestro, ser guiados al mundo real. Duramos allí sólo un instante, mientras Dios da el último paso, restaurándonos a la unicidad de la creación que nunca dejamos:
“El cuadro de luz, en claro e inequívoco contraste, se transforma en lo que está más allá del cuadro. A medida que lo contemplas, te das cuenta de que no es un cuadro, sino una realidad. No se trata de una representación pictórica de un sistema de pensamiento, sino que es el Pensamiento mismo. Lo que representa está ahí. El marco se desvanece suavemente y brota en ti el recuerdo de Dios, ofreciéndote toda la creación a cambio de tu insignificante cuadro, que no tenía ningún valor ni ningún significado.” (T-17.IV.15)
(12:4-5) «Y ahora ya no es un simple reflejo, sino que se convierte en aquello que refleja y en la luz que hace que el reflejo sea posible.»
En el mundo real reflejamos la santidad del Hijo. Cuando Dios da el último paso y desaparecemos en Su Corazón, recordamos a Su Hijo como realmente es y nos hacemos uno con su luz. Puedes recordar “El reflejo de la santidad” del texto, donde Jesús expresa el mismo pensamiento en el contexto de que veamos que todo es sanador, porque todos los problemas son lo mismo:
“Aquellos que han aprendido a ofrecer únicamente curación, están por fin listos para alcanzar el Cielo debido a la santidad que se refleja en ellos. En el Cielo la santidad no es un reflejo, sino la verdadera condición de lo que aquí no era más que un reflejo en ellos. Dios no es una imagen, y Sus creaciones, en cuanto que parte de Él, lo contienen a Él dentro de ellas mismas. Ellas no reflejan simplemente la verdad, sino que «son» la verdad.” (T-14.IX.8:4-7)
(12:6-7) «La visión deja ahora de ser necesaria. Pues una mente despierta es aquella que conoce su Fuente, su Ser y su Santidad.»
Si la realidad del Hijo de Dios es Una, nuestra verdadera naturaleza, cuando te sientes tentado durante todo el día a ver a alguien como separado, estás haciendo todo lo que Jesús te pide que «no» hagas en esta lección. Has hecho que la muerte y el sistema de pensamiento del ego sean reales, diciendo que las ideas pueden abandonar su fuente. Sin embargo, la verdad permanece: somos «un» Hijo, «una» idea en la Mente de «un» Dios, nuestra «única» Fuente. Por lo tanto, cuando ves a alguien diferente de ti – expresiones de odio u amor especial – ves al Hijo de Dios fragmentado: las ideas han abandonado su fuente. Por lo tanto, para aplicar esta lección a lo largo del día, necesitas identificar las formas sutiles en las que intentas negar su verdad, haciendo que el sistema de pensamiento de muerte sea real. Pedir la ayuda de Jesús asegura que el recuerdo de esta verdad algún día te sea restaurado, cuando finalmente despiertas a la “mente que conoce su Fuente, su Ser y su Santidad.”
Del libro “Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM” por el Dr. Kenneth Wapnick.
LECCIÓN 167
"Sólo hay una vida y ésa es la vida que comparto con Dios."
Comentada por:
Oscar Gómez Díez
Esta lección nos va enseñar la diferencia entre la VIDA eterna, tal como Dios la creó y la creencia en la muerte que tenemos en este mundo que consideramos que es lo opuesto a lo que aquí creemos que es vida.
La explicación que esta lección nos va a dar, será sorprendente para quienes no están familiarizados con la metafísica de Un Curso de Milagros.
Empecemos por la VIDA:
¿QUÉ ES LA VIDA?
1. Es absoluta.
Es como la verdad, es o no es. No existe una verdad relativa. La teoría de la verdad del Curso no da a lugar a dudas.
2. La Vida es lo que Dios creó.
Lo que Dios no ha creado no es vida.
3. La Vida No tiene opuestos.
La muerte no es lo opuesto a la Vida. Pues la primera es real y la segunda es un pensamiento falso.
4. La Vida es suprema felicidad.
Los pensamientos que no son suprema felicidad, son pensamientos de muerte.
5. Dios crea extendiéndose a sí mismo, y lo que crea siempre está unido a Él.
6. Las ideas no abandonan su fuente.
La Vida jamás podrá separarse de la Fuente que la creó.
7.. La Vida es como Dios, no está sujeta a cambios.
8. Dios crea a Su semejanza.
Dios es Espíritu, crear a Su semejanza consiste en que crea igual a si mismo, como Espíritu, como Mente, eterna e inmutable.
9. La Vida es una y es compartida.
No hay varias ni muchas vidas diferentes, solo hay una Vida, y es la que se comparte con el Creador de la Vida, pues Dios no crea nada separado de Él, simplemente se extiende a sí mismo.
10. Todos somos hermanos, somos extensiones de la Vida.
11. La Vida es Amor y felicidad perfecta.
12. Dios es la Vida y la Vida es igual a Dios. No hay nada por fuera de Él , ni separado de Él. Vivimos y nos movemos en Él.
Cómo podemos notar, la Vida no tiene nada que ver con los cuerpos, con la biología, con los pensamientos que cambian, se degradan y creen morir.
¿QUE ES LA MUERTE:?
Ahora examinemos la muerte:
"La muerte no existe porque lo que Dios creó comparte Su Vida."
"La muerte no existe porque Dios no tiene opuesto."
"La muerte no existe porque el Padre y el Hijo son uno."
"En este mundo parece haber un estado que es lo opuesto a la vida. Tú lo llamas muerte.”
La muerte "Es la idea subyacente a todos los sentimientos que no son de suprema felicidad."
La suprema felicidad, es un extraordinario indicador, para preguntarme si estoy experimentando pensamientos de Vida o pensamientos de muerte.
El pensamiento de muerte "Es la alarma a la que respondes cuando reaccionas de cualquier forma que no sea con perfecta alegría."
Muerte es "Todo pesar, sensación de pérdida, ansiedad, sufrimiento y dolor, e incluso el más leve suspiro de cansancio, cualquier ligera incomodidad o fruncimiento de ceño, dan testimonio de la muerte. Por lo tanto, niegan que vives."
"Tú crees que la muerte es algo que sólo tiene que ver con el cuerpo."
"Sin embargo, es sólo una idea, y no tiene nada que ver con lo que se considera físico."
"La muerte es el pensamiento de que estás separado de tu Creador."
La muerte "Es la creencia de que las condiciones cambian y de que las emociones varían debido a causas que no están bajo tu control, que no son obra tuya y que tú jamás puedes cambiar."
La muerte "Es la creencia fija de que las ideas pueden abandonar su fuente y adquirir cualidades que ésta no posee, convirtiéndose así en algo diferente de su origen"
"La muerte no puede proceder de la vida."
"Lo que parece morir no es sino la señal de que la mente está dormida."
"El pensamiento de muerte no es lo opuesto a los pensamientos de vida."
"Lo que parece ser lo opuesto a la vida es meramente un sueño."
El pensamiento de muerte es "Cuando la mente elige ser lo que no es y asumir un poder que le es ajeno y que no posee, un estado foráneo al que no puede adaptarse o una condición falsa que no forma parte de su Fuente, simplemente parece que se va a dormir por un rato."
La lección 163 definía que "La muerte es un pensamiento." la muerte es un pensamiento falso, que pretende negar la Vida, que pretende negar a Dios. Pero un pensamiento no es la Vida en sí, es sólo un pensamiento, que tiene que ser pensado por la mente que lo formuló. La mente puede tener un pensamiento de muerte, pero ello no cambia su naturaleza como mente, eterna e ilimitada. Un pensamiento ilusorio de muerte es sólo eso, un pensamiento ilusorio de muerte, pero no es la muerte, pues la Vida es eterna e inmutable. La Vida es como Dios, simplemente es.
"LA SANACIÓN DEL PENSAMIENTO DE MUERTE:
Para sanar un pensamiento de muerte, hay que ir a la mente que lo pensó, reconocerlo y elegir abandonarlo. La misma mente que tuvo el pensamiento de muerte decide deshacerse de ese pensamiento. Eso es el perdón. Lo logramos cuando elegimos el amor y aceptamos la guía del Espíritu Santo.
"Y es en su punto de origen donde debe efectuarse el cambio si es que éste ha de tener lugar." es aquí donde debe aplicarse el perdón. Donde debemos sanar la parte falsa de nuestra mente y reconocemos como en verdad somos, una Vida de suprema felicidad, y poder decir con certeza que "Sólo hay una vida y ésa es la vida que comparto con Dios." de eso se trata esta lección y su práctica, de reconocer nuestra Indisoluble unidad con Dios, la cual no podrá ser afectada por los falsos pensamientos de muerte, pues toda ilusión desaparece ante la presencia de la verdad, tal como la oscuridad desaparece ante la presencia de luz.
PRÁCTICA:
Aquiétate durante 5 minutos como mínimo, o hasta 15 ó 30 minutos, de acuerdo a tu disposición, en dos ocasiones en el transcurso del día, preferiblemente una en la mañana y la otra en la noche. Respira lenta y profundamente y mientras te vas relajando con la respiración, ve introduciendo en tu consciencia las siguientes palabras:
"Sólo hay una vida y ésa es la vida que comparto con Dios."
Y en la medida que te relajas, y en profundo silencio interior, con mucha convicción reconoce que eres tal como Dios te creó, un espíritu inmortal, esa es la Vida, es mi Vida real, y es la Vida que comparto con Dios. Siente que eres Vida, experiméntate como Vida, siente la felicidad, el gozo de Ser.
PRÁCTICAS CORTAS Y FRECUENTES:
Nos sentaremos un par de minutos cada hora, en silencio a reiterar nuestro único propósito de recordar y aceptar a Dios, de ser una sola Vida con Él, de vivir y moverte en Él. Confía que Él está contigo, que siempre lo ha estado, y con esa devoción nos decimos:
"Sólo hay una vida y ésa es la vida que comparto con Dios."
Cuando iniciamos el proceso de despertar del sueño de separación, cuando vamos perdonando nuestras ilusiones, la visión de Cristo nos ayudará a ver el mundo real, podremos ver y experimentar la Vida que somos en lugar de la muerte. Cuando hayamos perdonado todas nuestras ilusiones, y hayamos despertado totalmente, entonces "La visión deja ahora de ser necesaria." la visión ya cumplió su función de ayudarnos a transitar del mundo ilusorio al mundo real.
Al despertar la visión ya no será necesaria "Pues una mente despierta es aquella que conoce su Fuente, su Ser y su Santidad."
CELEBRANDO EL MILAGRO
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BENDICIONES!