LECCIÓN 192
Tengo una función que Dios quiere que desempeñe.
1. La santa Voluntad de tu Padre es que tú lo completes, y que tu Ser sea Su Hijo sagrado, por siempre puro como Él, creado del Amor y en él, preservado, extendiendo amor y creando en su Nombre, por siempre uno con Dios y con tu Ser. 2Mas ¿qué sentido puede tener tal función en un mundo de envidia, odio y ataque?
2. Tienes, por lo tanto, una función en el mundo de acuerdo a sus propias normas. 2Pues, ¿quién podría entender un lenguaje que está mucho más allá de lo que buenamente puede entender? 3El perdón es tu función aquí. 4No es algo que Dios haya creado, ya que es el medio por el que se puede erradicar lo que no es verdad. 5Pues, qué necesidad tiene el Cielo de perdón? 6En la tierra, no obstante, tienes necesidad de los medios que te ayudan a abandonar las ilusiones. 7La creación aguarda tu regreso simplemente para ser reconocida, no para ser íntegra.
3. Lo que la creación es no puede ni siquiera concebirse en el mundo. 2No tiene sentido aquí. 3El perdón es lo que más se le asemeja aquí en la tierra. 4Pues al haber nacido en el Cielo, carece de forma. 5Dios, sin embargo, creó a Uno con el poder de traducir a formas lo que no tiene forma en absoluto. 6Lo que Él hace es forjar sueños, pero de una clase tan similar al acto de despertar que la luz del día ya refulge en ellos, y los ojos que ya empiezan a abrirse contemplan los felices panoramas que esos sueños les ofrecen.
4. El perdón contempla dulcemente todas las cosas que son desconocidas en el Cielo, las ve desaparecer, y deja al mundo como una pizarra limpia y sin marcas en la que la Palabra de Dios puede ahora reemplazar a los absurdos símbolos que antes estaban escritos allí. 2El perdón es el medio por el que se supera el miedo a la muerte, pues ésta deja de ejercer su poderosa atracción y la culpabilidad desaparece. 3El perdón permite que el cuerpo sea percibido como lo que es: un simple recurso de enseñanza del que se prescinde cuando el aprendizaje haya terminado, pero que es incapaz de efectuar cambio alguno en el que aprende.
5. La mente no puede cometer errores sin un cuerpo. 2No puede pensar que va a morir o ser víctima de ataques despiadados. 3La ira se ha vuelto imposible. a¿Dónde está el terror ahora? 4¿Qué temores podrían aún acosar a los que han perdido la fuente de todo ataque, el núcleo de la angustia y la sede del temor? 5Sólo el perdón puede liberar a la mente de la idea de que el cuerpo es su hogar. 6Sólo el perdón puede restituir la paz que Dios dispuso para Su santo Hijo. 7Sólo el perdón puede persuadir al Hijo a que contemple de nuevo su santidad.
6. Una vez que la ira haya desaparecido, podrás percibir que a cambio de la visión de Cristo y del don de la vista no se te pidió sacrificio alguno, y que lo único que ocurrió fue que una mente enferma y atormentada se liberó de su dolor. 2¿Es esto indeseable? 3¿Es algo de lo que hay que tener miedo? 4¿O bien es algo que se debe anhelar, recibir con gratitud y aceptar jubilosamente? 5Somos uno, por lo tanto, no renunciamos a nada. 6Y Dios ciertamente nos ha dado todo.
7. No obstante, necesitamos el perdón para percibir que esto es así. 2Sin su benévola luz, andamos a tientas en la oscuridad usando la razón únicamente para justificar nuestra furia y nuestros ataques. 3Nuestro entendimiento es tan limitado que aquello que creemos comprender no es más que confusión nacida del error. 4Nos encontramos perdidos en las brumas de sueños cambiantes y pensamientos temibles, con los ojos herméticamente cerrados para no ver la luz, y las mentes ocupadas en rendir culto a lo que no está ahí.
8. ¿Quién puede nacer de nuevo en Cristo sino aquel que ha perdonado a todos los que ve, o en los que piensa o se imagina? 2¿Quién que mantenga a otro prisionero puede ser liberado? 3Un carcelero no puede ser libre, pues se encuentra atado al que tiene preso. 4Tiene que asegurarse de que no escape, y así, pasa su tiempo vigilándolo. 5Y los barrotes que mantienen cautivo al preso se convierten en el mundo en el que su carcelero vive allí con él. 6Sin embargo, de la liberación del preso depende que el camino de la libertad quede despejado para los dos.
9. Por lo tanto, no mantengas a nadie prisionero. 2Libera en vez de aprisionar, pues de esa manera tú quedas libre. 3Los pasos a seguir son muy sencillos. 4Cada vez que sientas una punzada de cólera, reconoce que sostienes una espada sobre tu cabeza. 5Y ésta te atravesará o no, dependiendo de si eliges estar condenado o ser libre. 6Así pues, todo aquel que aparentemente te tienta a sentir ira representa tu salvador de la prisión de la muerte. 7Por lo tanto, debes estarle agradecido en lugar de querer infligirle dolor.
10. Sé misericordioso hoy. 2El Hijo de Dios es digno de tu misericordia. 3Él es quien te pide que aceptes el camino de la libertad ahora. 4No te niegues a ello. 5El Amor que su Padre le profesa te lo profesa a ti también. 6Tu única función aquí en la tierra es perdonarlo, para que puedas volver a aceptarlo como tu Identidad. 7Él es tal como Dios lo creó. 8Y tú eres lo que él es. 9Perdónale ahora sus pecados y verás que eres uno con él.
AUDIOS de la Lección 192
de CELEBRANDO EL MILAGRO
Lectura de la introducción a las Lecciones 181-200
A través de Mariano Noé
Lectura de la Lección 192
A través de Mariano Noé.
Ocurrir de la Lección 192
a través de Martin Musarra
Lección 192
comentada por
Jorge Luis Álvarez Castañeda
LECCIÓN 192
Tengo una función que Dios quiere que desempeñe.
Comentada por:
Jorge Luis Álvarez Castañeda
¡Que la paz sea con nosotros hoy!
Jesús, en la lección 192 Tengo una función que Dios quiere que desempeñe, sigue avanzando en el tema de nuestra Identidad como Hijos de Dios y en los obstáculos que mantienen limitada nuestra mente y que nos impiden, por lo tanto, aceptar nuestra Identidad. Hoy, nos propone, Jesús, abandonar la ira para poder cumplir la función que Dios nos encomendó: perdonar.
Veamos algunos pensamientos de Jesús sobre la ira:
De la introducción al capítulo 6:
_”La ira siempre entraña la proyección de la separación, lo cual tenemos que aceptar en última instancia como nuestra responsabilidad en vez de culpar a otros por ello”_.(T-6.intr.1:2)
Del capítulo 6 sección I:
_”La proyección implica ira; la ira alimenta la agresión y la agresión fomenta el miedo”_. (T-6.I. 3:3)
Del capítulo 15 sección VII:
_”Cada vez que te enfadas, puedes estar seguro que has entablado una relación especial que el ego ha “bendecido” pues la ira es su bendición. La ira se manifiesta de muchas formas, pero no puede seguir engañando por mucho tiempo a los que se han dado cuenta de que el amor no produce culpabilidad en absoluto, y de que lo que produce culpabilidad no puede ser amor, sino ira. La ira no es más que un intento de hacer que otro se sienta culpable, y este intento constituye la única base que el ego acepta para las relaciones especiales”_. (T-15. VII. 10: 1-3)
Del capítulo 29 sección IV:
”Cuando te invade la ira, ¿no es acaso porque alguien no llevo a cabo la función que tú le habías asignado? ¿Y no se convierte esto en la “razón” que justifica tu ataque?” (T-29. IV. 4:1-2)
Del capítulo 30 sección VI
_”La ira nunca está justificada. El ataque no tiene fundamento. Con esto comienza uno a escapar del miedo y con esto también es como lo logrará”_. (T-30. VI. 1:1)
De la pregunta 17 del Manual para el maestro:
_”Dado que la ira procede de una interpretación y no de un hecho, nunca está justificada. Una vez que se entiende esto, aunque sea en parte, el camino queda despejado. Ahora es posible dar el siguiente paso. Por fin se puede hacer otra interpretación”_.
(M-17. 8:6-9)
Del Manual para el maestro pregunta 9:
”Recuerda, maestro de Dios, que la ira reconoce una realidad que no existe. No obstante, es un testigo fidedigno de que tú crees en ella como si se tratase de un hecho.” (M-17. 9:7)
La ira, por lo tanto, como una interpretación que es, limita el reconocimiento de mi Identidad como Hijo de Dios al igual que la de mi hermano, que también lo es. Y es que al cambiar la interpretación de mi hermano como mi enemigo a verlo como mi salvador, contribuye a hacerme el favor de mostrarme lo que tengo que dejar del ego, lo que necesito perdonar.
Jesús nos dice en la lección:
_”La santa Voluntad de tu Padre es que tú Lo completes, y que tu Ser sea Su Hijo sagrado por siempre puro como Él, creado del Amor y en Él preservado, extendiendo Amor y creando en Su Nombre, por siempre uno con Dios y con tu Ser”_.
La santa Voluntad del Padre es que lo complete. Que no siga en el juego de la separación del ego, creyéndome separado de Él y de mis hermanos. Se trata de volver a tomar conciencia de mi Ser que es el Mismo de Dios: Amor. Y cuando extiendo Amor a mis hermanos hago la Voluntad de Dios y creo en Su Nombre, que es mi herencia, Su Ser, que comparte conmigo, como vimos en la lección 184 El Nombre de Dios es mi herencia.
Nos dice Jesús en la lección:
_”Tienes, por lo tanto, una función en el mundo de acuerdo con sus propias normas. Pues ¿quién podría entender un lenguaje que está mucho más allá de lo que buenamente puede entender? El perdón es tu función aquí. No es algo que Dios haya creado, ya que es el medio por el que se puede des-hacer lo que no es verdad. Pues ¿qué necesidad tiene el Cielo de perdón? En la tierra, no obstante, tienes necesidad de los medios que te ayudan a abandonar las ilusiones. La Creación aguarda tu regreso simplemente para ser reconocida, no para ser íntegra”_.
Aquí hace, Jesús, alusión a las dificultades de lenguaje para entender sus enseñanzas. Es necesario retomar lo que hemos visto de los dos niveles en los que está escrito el Curso. El nivel uno, hace relación a Dios y a Su Hijo: el Cristo, el Hijo de Dios, el Ser Mismo. Hace relación al Cielo, al conocimiento. Es de carácter no-dualista. Es decir, no admite sino una sola realidad: Dios, la Mente Una.
En el nivel dos, producto de la parte de la Mente que se creyó separada de Dios. Es de carácter dualista. Admite dos realidades: la mente y el cuerpo. Esa mente colectiva, que se creyó separada de Dios, proyectó este mundo y el cuerpo. Aparece la percepción donde siempre hay un sujeto y un objeto, donde existen las polaridades – alto, bajo; grande, pequeño; obscuridad, luz, etc. – con las cuales se hacen comparaciones y se organizan los juicios. De la percepción, donde entran los sentidos, no podemos escapar solos porque tendemos a creer que lo que nos presentan los sentidos, es real. Necesitamos la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús, para que nos ayuden a ver con la percepción verdadera, con la visión de Cristo, donde se ve un mundo perdonado desde el amor y la paz.
Hablar de Creación es hablar de Dios, de la Unidad, del conocimiento. En este mundo del ego, estamos dominados por los criterios de la percepción basados en la separación. Por eso, no podemos entender lo que hace parte de la Unidad de Dios con nuestros propios medios. Necesitamos al Espíritu Santo que nos ayude a tener los sueños felices que nos proporciona el perdón cuando cumplimos con la función que Dios nos dio. Para poder cumplir la Voluntad de Dios tenemos que cumplir la función que nos ha asignado: perdonar. El perdón es mi función en este mundo. El perdón es lo que más se asemeja a la creación del Cielo. Por medio de él podemos deshacer lo que no es verdad, es decir, las ilusiones con las cuales vivimos atados al mundo del ego.
Jesús, nos plantea la necesidad de estar alerta ante la confusión de niveles. Decir que el mundo no existe, que la muerte no existe, que no soy un cuerpo, son afirmaciones del primer nivel. En este mundo del ego, en el segundo nivel, tanto el mundo, como el cuerpo y la muerte, tienen realidad en nuestra mente porque estamos dominados por la percepción de los sentidos. Por eso necesitamos al Espíritu Santo y a Jesús, para que nos ayuden a salir de ella y tener la visión de Cristo que nos permite ver con los ojos del amor y no del miedo.
Jesús nos describe el perdón:
_”El perdón contempla dulcemente todas las cosas que son desconocidas en el Cielo, las ve desaparecer y deja al mundo como una pizarra limpia y sin marcas en la que la Palabra de Dios puede ahora reemplazar a los absurdos símbolos que antes estaban escritos allí”_.
Para poder realizar el perdón, como describe Jesús, necesitamos la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús, para sanar nuestra mente, de tal manera, que podamos contemplar el mundo y nuestros hermanos con la visión de Cristo. Recordemos que, Jesús, se refiere al mundo que tenemos en nuestra mente. Esa es la pizarra que tenemos que limpiar de resentimientos, de conflictos, de culpas, de miedos, en últimas, de pensamientos no-amorosos. Y esto lo conseguimos con el perdón.
Continúa Jesús:
_”El perdón es el medio por el que se supera el miedo a la muerte, pues ésta deja de ejercer su poderosa atracción y la culpa desaparece”_.
La muerte es el sueño central del ego. Se fundamenta en el miedo ancestral al castigo de Dios por la creencia en la separación. Nos perdonamos por no creer en la naturaleza amorosa de Dios, por desconocer que la Voluntad de Dios es que seamos felices, nos perdonamos por proyectar la ira que tenemos con nosotros mismos a nuestros hermanos, nos perdonamos por creer en la muerte. En la lección 97 Soy espíritu estudiamos que el ser espíritu es nuestra verdadera naturaleza. Es decir, que no somos un cuerpo que perece.
Continúa Jesús:
_”El perdón permite que el cuerpo sea percibido como lo que es: un simple recurso de enseñanza del que se prescinde cuando el aprendizaje haya terminado, pero que es incapaz de efectuar cambio alguno en el que aprende”_.
El ego busca que centremos nuestra atención en el cuerpo y no en la mente que es donde se deben realizar los cambios. El cuerpo es un medio de comunicación, que al servicio del Espíritu Santo y de Jesús, puede servir al plan de Dios para la salvación. Jesús, nos dice que sin el cuerpo la mente no comete errores como creer que puede ser atacada o morir. Deja de angustiarse y sentir temor. Aquí, de nuevo, aparece el perdón como lo que puede liberar a la mente de la idea de que el cuerpo es su hogar. Y al estar centrados en la mente, que perdona, la ira se vuelve imposible.
Jesús, nos da la salida:
_”¿Quién puede nacer de nuevo en Cristo sino aquel que ha perdonado a todo el que ve o a aquellos en los que piensa o se imagina?”_.
Esa es nuestra función aquí. El perdón es un trabajo constante en nuestra mente. Y con cada experiencia de perdón renacemos y se produce el milagro de corregir la manera como veo a mi hermano como nos dice Jesús en el capítulo 13 en la sección VI:
_”Renacer es abandonar el pasado y contemplar el presente sin condenación….. El milagro te permite ver a tu hermano libre de su pasado, y así percibirlo como que ha renacido. Sus errores se encuentran en el pasado, y al percibirlo sin ellos lo liberas. Y puesto que su pasado es también el tuyo compartes esa liberación. (T-13.VI.3:5; 5:1-3)
El odio, la culpa, el miedo, los resentimientos que no queremos soltar y perdonar nos encadenan, nos limitan, nos impiden ver la naturaleza amorosa mía, de mi hermano y de Dios. De esa manera, aprisiono a mi hermano en mi mente y me aprisiono con él. Necesito perdonarme para liberarme, liberando a mi hermano.
Como nos dice Jesús en esta oración del capítulo 15 sección XI:
Te entrego al Espíritu Santo como parte de mí mismo.
Sé que te liberarás, a menos que quiera valerme de ti para aprisionarme a mí mismo.
En nombre de mi libertad elijo tu liberación porque reconozco que nos hemos de liberar juntos.
(T-15. XI. 10: 5-7)
Jesús, llama a hoy ser misericordiosos. Y que recuerde que mi única función aquí es perdonar a mi hermano para volver a aceptarlo como mi verdadera identidad. Él es tal como Dios lo creó y, así, como lo vea a él, así, me veré a mí mismo.
Proceso de práctica de la lección
1. Tiempo de quietud por la mañana y por noche.
Reflexión sobre la idea del día. Cerrar los ojos. Aquietar la mente. No engancharse en pensamientos distractores.
En tu meditación intenta entrar en contacto con esa parte de tu mente donde hay paz y amor, tranquilidad, alegría. Es tu mente recta, donde está Cristo, tu Ser. Mantén la mente quieta sin palabras sólo con la sensación y certeza de que estás con Dios.
Piensa a en los hermanos a los que mantienes prisioneros de tu ira, libéralos. Los pasos a seguir son muy sencillos. Cada vez que sientas una punzada de cólera, reconoce que sostienes una espada sobre tu cabeza. Y ésta te atravesará o no, dependiendo de si eliges estar condenado o ser libre. Así pues, todo aquel que aparentemente te tienta a volverte iracundo representa al que te ha de salvar de la prisión de la muerte. Por lo tanto, debes estarle agradecido en lugar de querer infligirle dolor.
Concluye diciendo como en la lección 46 Dios es el Amor en el que perdono:
Dios es el Amor en el que me perdono a mí mismo.
Espera a Dios. Él llegará y te dará un mensaje de amor y de paz.
Tiempo mínimo 5 minutos. Ideal 30 minutos o más.
La idea de hoy es:
Tengo una función que Dios quiere que desempeñe.
2. Recordatorios cada hora.
1 o 2 minutos a la hora en punto.
Repite la idea recordando que mientras lo haces Cristo permanece a tu lado dándote fortaleza.
Luego, siente la quietud y silencio y espera a Dios. Dale gracias por los regalos de la hora que ha pasado. Y deja que Su Voz te diga lo que Él quiere que hagas en esta hora que empieza.
3. Respuesta a la tentación.
Cada vez que te sientas ira hacia un hermano o hacia ti mismo, que sientas que necesites perdonar y estés perdiendo la paz, repite la idea del día.
Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior. Les recomiendo leer la Introducción a las lecciones 181-200 porque nos ayudará a no perder la perspectiva de lo que estamos haciendo. De igual manera, realizar las prácticas como se les propone en la lección siempre de la mano de Jesús y el Espíritu Santo y sin olvidarse de reír porque la Voluntad de Dios para nosotros es que tengamos perfecta felicidad.
Muchas, muchísimas, bendiciones.
Jorge Luis Álvarez Castañeda
Kenneth Wapnick
”TENGO UNA FUNCIÓN QUE DIOS QUIERE QUE DESEMPEÑE”
Lección 192
No hace falta decir que la función que Dios quiere que desempeñemos es el perdón. Como siempre es el contenido el punto aquí, no la forma. Nuestra función no es hacer cosas específicas con otros, o enseñarle cosas específicas al mundo, sino solo cambiar nuestras mentes acerca de las relaciones y el mundo. Por lo tanto, todos compartimos el mismo contenido de perdón.
(1:1) La santa Voluntad de tu Padre es que tú lo completes, y que tu Ser sea Su Hijo sagrado por siempre puro como Él, creado del Amor y en él preservado, extendiendo amor y creando en su nombre, por siempre uno con Dios y con tu Ser.
Esto describe nuestra verdadera Identidad, la cual hemos negado. Nuestra función en el Cielo como Cristo es completar la Deidad extendiendo el Amor de Dios, como Él lo extendió al crearnos:
Tu función es aumentar el tesoro de Dios creando el tuyo. Su Voluntad hacia ti es Su Voluntad para ti. Él no te negaría la capacidad de crear porque en ello radica Su dicha….. Su gozo estriba en haberte creado a ti y Él te extiende Su Paternidad para que tu puedas extenderte tal como Él lo hizo….. La creación es la Voluntad de Dios. Su Voluntad te creó para que tú a tu vez creases. Tu voluntad no fue creada aparte de la Suya, por lo tanto, tiene que disponer lo mismo que la Suya. (T-8.VI.6:1-3,5,8-10)
(1:2) Mas ¿Qué sentido puede tener tal función en un mundo de envidia, odio y ataque?
Las palabras de Jesús sobre nuestra función Celestial son hermosas, si no exaltadas, pero no significan nada para nosotros que vivimos dentro del sistema de pensamiento de separación del ego – ¿Cómo podemos como cuerpos comprender el significado no-dualista del amor y la creación? Nada de esto es desconocido, por supuesto, porque Jesús lo dice a menudo; aceptar nuestras limitaciones le permite enseñarnos a recordar la verdad.
(2:1) Tienes, por lo tanto, una función en el mundo de acuerdo a sus propias normas.
Tenemos dos funciones: en el Cielo, nuestra función es crear o extender el amor; dentro del sueño es perdonar o sanar. Como veremos pronto, el perdón es la más cercana aproximación a nuestra función Celestial, a la cual refleja, ya que las mentes separadas necesitan ser enseñadas en “el idioma que dicha mente entiende, debido a la condición en que esta mente cree encontrarse” (T-25.I.7:4). El perdón viene así en este lenguaje de separación, la condición en la que creemos que existimos.
(2:2) Pues, ¿Quién podría entender un lenguaje que está mucho más allá de lo que buenamente puede entender?
En esta declaración, Jesús nos dice por qué sus enseñanzas se expresan de forma dual. Como hemos discutido, él no quiere que tomemos sus palabras literalmente, sino que las usemos como un medio para alcanzar el amor que se encuentra detrás de ellas. Mientras pensemos que somos cuerpos, creeremos que se dirige a nosotros como cuerpos, y para estar seguros, el lenguaje de Jesús se presenta de esa manera. La declaración anterior, sin embargo, nos recuerda que no podemos entender directamente la verdad, así que Jesús nos habla en símbolos que reflejan esta verdad. Sus enseñanzas se enseñan así suavemente, recordando las palabras de Desdémona de Otelo:
Aquel que a un niño enseña, lo hace con suaves modos y le da tarea fácil. (IV, ii)
(2:3-4) El perdón es tu función aquí. No es algo que Dios haya creado, ya que es el medio por el que se puede erradicar lo que no es verdad.
Otra declaración simple y explícita. Como hemos visto muchas veces antes, este no es un curso sobre la verdad, sino sobre como deshacer la mentira. Tal es la función del perdón, el cual nos devuelve el recuerdo de Quienes somos en verdad.
(2:5-6) Pues, ¿qué necesidad tiene el Cielo de perdón? En la tierra, no obstante, tienes necesidad de los medios que te ayudan a abandonar las ilusiones.
El perdón no es necesario en el Cielo, y Dios y Cristo no perdonan. Es necesario en el mundo, sin embargo, porque creemos que estamos aquí. Sin embargo, dado que nuestra realidad no está aquí, el perdón deshace lo que nunca existió. Por eso, para citar esta afirmación nuevamente, Jesús habla de ello como una “ficción feliz … una ilusión de ayuda porque [nosotros] estamos desvalidos” (C-3.2:1; 3:1).
(2:7) La creación aguarda tu regreso simplemente para ser reconocida, no para ser íntegra.
En el nivel de la forma, esta oración contradice otras declaraciones, como veremos abajo. Manteniendo nuestro tema de la naturaleza ilusoria del perdón, sin mencionar las palabras usadas para describirlo, es importante reconocer que el lenguaje de Jesús no siempre es consistente. Recordemos sus declaraciones en la Introducción a la clarificación de términos:
Una teología universal es imposible, mientras que una experiencia universal no sólo es posible sino necesaria. Alcanzar esta experiencia es lo que el curso se propone. Sólo cuando esta se alcanza es posible la consistencia porque sólo entonces se acaba la incertidumbre.
Este curso opera dentro del marco de referencia del ego, pues ahí es donde se necesita. No se ocupa de lo que está más allá de todo error, ya que está planeado únicamente para fijar el rumbo en dirección a ello. Por lo tanto, se vale de palabras, las cuales son simbólicas y no pueden expresar lo que se encuentra más allá de todo símbolo….. El curso es simple. Tiene una sola función y una sola meta. Sólo en eso es totalmente consistente, pues sólo eso puede ser consistente. (C-in.2:5-3:1-3,8-10)
En otras palabras, aunque la forma del curso es inconsistente, su contenido permanece consistente en todo momento. Por ejemplo, Jesús nos dice en el texto que el Cielo se siente solo e incompleto sin nosotros (T-2.III.5:11; T-9.VII.8:2). Aquí, por el contrario, nos dice que la creación no nos necesita para ser íntegra porque ya es íntegra; solo necesita ser reconocida o recordada. La razón de la inconsistencia es que Jesús está haciendo un punto aquí y otro diferente en el texto, donde habla de Dios como si Él estuviese hablando con niños pequeños que encontrarían reconfortante que les dijeran que su Papi en el Cielo los extraña. Obviamente, esto no está destinado a ser tomado literalmente, sino para ayudarnos a ir más allá de las palabras a la experiencia del amor. Si quieres encontrar inconsistencias y defectos con la redacción de este Curso, no tendrás dificultades. La oración 7 aquí es solo un ejemplo más. Sin embargo, cuando distingues entre el contenido y la forma, tu crítica a Jesús y su curso se desvanecerá suavemente.
(3:1-2) Lo que la creación es no puede ni siquiera concebirse en el mundo. No tiene sentido aquí.
Una vez más, la creación es inconcebible para nosotros, por eso Jesús habla con tanta frecuencia en términos familiares, pero que no están destinados a ser tomados literalmente. Aquí hay un ejemplo que tú puedes recordar donde Jesús nos hizo saber que no podemos entender lo que no puede ser entendido aquí:
Dios es a la vez Medio y Fin. En el Cielo, los medios y el fin son uno y lo mismo, y son uno con Él. Éste es el estado de verdadera creación, el cual no se encuentra en el tiempo, sino en la eternidad. Es algo indescriptible para cualquiera aquí. No hay modo de aprender lo que ese estado significa. No se comprenderá hasta que vayas más allá de lo Dado y vuelvas a construir un santo hogar para tus creaciones. (T-24.VII.6:5-10)
(3:3) El perdón es lo que más se le asemeja aquí en la tierra.
En el Cielo, Dios y Cristo se extienden eternamente – el Ser extendiendo el Ser – y esta extensión del amor es la creación. Cuando perdonamos y liberamos nuestros egos, el Amor del Espíritu Santo se extiende a través de nosotros, reflejando la creación – “lo que más se le asemeja aquí en la tierra”.
(3:4) Pues al haber nacido en el Cielo, carece de forma.
La creación no tiene forma, lo que reafirma otras declaraciones en Un Curso de Milagros que enseñan que Dios no creó este mundo de cuerpos, y que, de hecho, no sabe nada de ellos. Nacida en el Cielo y sin forma, la creación no puede ser entendida en un mundo de formas y límites, sin embargo, nuevamente, su contenido de amor puede reflejarse aquí. Recordemos esta declaración de perdón como la forma ilusoria que refleja el contenido eterno del amor:
Dios no se ocupa en absoluto de la forma, pero al haber otorgado el contenido, Su Voluntad es que se comprenda….. Las formas se adaptan a las necesidades, pero el contenido es inmutable, tan eterno como su Creador. (C-3.3:3,5)
(3:5) Dios, sin embargo, creó a Uno con el poder de traducir a formas lo que no tiene forma en absoluto.
Jesús habla aquí del Espíritu Santo, y encontramos otro ejemplo de su uso de símbolos. Dios no puede crear el Espíritu Santo como respuesta a nuestro pensamiento de separación, porque eso haría que la separación fuese real. El punto aquí es que la verdad continua de Dios en la eternidad se refleja en nuestras mentes soñadoras por esta memoria mediadora – el Espíritu Santo – de Quienes somos realmente:
He subrayado repetidamente que uno de los niveles de la mente no es comprensible para el otro. Lo mismo ocurre con el ego y el Espíritu Santo….. El Espíritu Santo es el Mediador entre las interpretaciones del ego y el conocimiento del espíritu. Su capacidad para utilizar símbolos le permite actuar con las creencias del ego en el propio lenguaje de éste. Su capacidad para mirar más allá de los símbolos hacia la eternidad le permite entender las leyes de Dios, en nombre de las cuales habla. Puede, por consiguiente, llevar a cabo la función reinterpretar lo que el ego forja. (T-5.III.6:1-2; 7:1-4)
(3:6) Lo que Él hace es forjar sueños pero de una clase tan similar al acto de despertar que la luz del día refulge en ellos, y los ojos que ya empiezan a abrirse contemplan los felices panoramas que esos sueños les ofrecen.
Las correcciones del Espíritu Santo son sueños felices de intereses compartidos, corrigiendo las pesadillas del ego de intereses en conflicto. Estos sueños no son la verdad, pero no se oponen a ella. El perdón es su contenido, como vemos en esta hermosa descripción sobre su papel de llevarnos de la oscuridad de la muerte a la dichosa y alegre luz del despertar:
En el sueño de cuerpos y muerte aún puede vislumbrarse un atisbo de verdad que tal vez no es más que una pequeña chispa, un espacio de luz cerrado en la obscuridad donde Dios refulge todavía. Tú no puedes despertarte a ti mismo. No obstante, puedes permitir que se te despierte….. Hazte a un lado y deja pasar el amor, el cual tú no creaste, pero sí puedes extender. En la tierra eso quiere decir perdonar a tu hermano, para que las tinieblas desaparezcan de tu mente. Una vez que la luz haya llegado hasta tu hermano a través de tu perdón, él no se olvidará de su salvador ni lo dejará sin absolver….. Y ahora la luz en ti tiene que ser tan brillante como la que refulge en él. Ésta es la chispa que brilla en el sueño: que tú puedes ayudarle a despertar, y estar seguro que sus ojos despiertos se posarán sobre ti. Y con su feliz salvación, te salvas tú. (T-29.III.3:1-3; 4:1-3;desperta
(4:1) El perdón contempla dulcemente todas las cosas que son desconocidas en el Cielo, las ve desaparecer y deja al mundo como una pizarra limpia y sin marcas en la que la Palabra de Dios puede ahora reemplazar a los absurdos símbolos que antes estaban escritos allí.
Un resumen encantador del perdón, que mira suavemente la ilusión – “cosas que son desconocidas en el Cielo” – sin juicio, culpa o miedo. No hace nada más que mirar a través de los ojos de Jesús todo lo que hizo el ego y, sonriendo dulcemente, reconoce que no es la verdad. Cuando liberamos la culpa que hizo realidad estos pecados, éstos desaparecen. La mente – no el mundo, el cual es solo la proyección de la mente – se deja limpio de todo, excepto de la Expiación. En nuestra aceptación de su verdad, nuestra función se ha cumplido. De paso, quizás recuerdes a Jesús expresando este mismo pensamiento antes: despejamos nuestras mentes para que la Palabra de Dios pueda verse escrita en ella (L-pI.12.5).
(4:2) El perdón es el medio por el que se supera el miedo a la muerte, pues ésta deja de ejercer su poderosa atracción y la culpabilidad desaparece.
En “Los obstáculos a la paz”, Jesús habla de la atracción por la muerte para enmascarar el miedo a la muerte. Aquí y en la lección anterior, se refiere al miedo de la mente que ha negado su Fuente e Identidad. Sin embargo, a través del perdón, esta atracción y miedo se superan, porque nos damos cuenta de que es el Amor de Dios lo que queremos más que cualquier otra cosa. Con la culpa por nuestro especialismo deshecha, el miedo al castigo esperado – el significado de la muerte en el sistema de pensamiento del ego también se deshace – dejando al amor que la culpa y la muerte ocultaban. El perdón ha cumplido su función.
(4:3) El perdón permite que el cuerpo sea percibido como lo que es: un simple recurso de enseñanza del que se prescinde cuando el aprendizaje haya terminado, pero que es incapaz de efectuar cambio alguno en el que aprende.
El cuerpo es visto por la irrealidad que es, y por lo tanto no es un objeto de ataque ni un medio de contraataque. Sin embargo, sigue siendo una ayuda para la enseñanza en nuestra aula de la vida. El cuerpo vino a la existencia, como se describe en el siguiente párrafo, para servir al propósito del ego de la separación. Por lo tanto, cuando elegimos que el cuerpo sirva al propósito del Espíritu Santo de perdonar la separación, nuestras mentes estarán curadas y no quedará ningún propósito. Siendo ilusorio, el cuerpo no tiene poder para cambiarnos; de hecho, no tiene ningún efecto en absoluto. Pero sirve al maestro de la mente – el ego o el Espíritu Santo – y el que elijamos depende de lección que deseamos aprender: separación o comunicación; ataque o Dios:
Cuando el cuerpo deje de atraerte y ya no le concedas ningún valor como medio de obtener algo, dejará de haber entonces interferencia en la comunicación y tus pensamientos serán tan libres como los de Dios. A medida que le permitas al Espíritu Santo enseñarte a utilizar el cuerpo sólo como un medio de comunicación y dejes de valerte de él para fomentar la separación y el ataque, que es la función que el ego le ha asignado, aprenderás que no tienes necesidad del cuerpo en absoluto. En el instante santo no hay cuerpos, y lo único que se experimenta es la atracción de Dios. (T-15.IX.7:1-3)
(5:1-4) La mente no puede cometer errores sin un cuerpo. No puede pensar que va a morir o ser víctima de ataques despiadados. La ira se ha vuelto imposible. ¿Dónde está el terror ahora? ¿Qué temores podrían aún acosar a los que han perdido la fuente de todo ataque, el núcleo de la angustia y la sede del temor?
Estas líneas reafirman la estrategia fundamental del ego. Piensa en la Lección 161, donde Jesús habla de la razón por la cual el ego hizo el cuerpo: “Así fue como surgió lo concreto” (3:1) – el odio requiere que haya algo específico para odiar. Fundamentalmente, no es cierto la mente no cometa errores sin un cuerpo – la mente dividida ya había cometido un error antes de que el mundo de los cuerpos surgiera. Jesús habla más bien de la necesidad del ego de un cuerpo para poder ver su error de la culpa allí, especialmente si el cuerpo pertenece a otra persona, a quien luego atacamos con ira justificada. El ego por lo tanto necesita que el cuerpo lleve a cabo su estrategia de mantener la existencia que creemos que le robamos a Dios, pero sin ser responsables de ello. Sobre todo, necesita que el cuerpo nos mantenga sin mente. La Lección 161, nuevamente, explica lo que Jesús ha resumido aquí, y el siguiente pasaje del texto describe la necesidad del ego de que el cuerpo actúe sus fantasías de separación y odio, y el uso correctivo amable y gentil del Espíritu Santo para el mismo cuerpo:
Sólo al atribuirle a la mente las propiedades del cuerpo parece posible la separación. Y es la mente la que parece ser algo privado, y estar fragmentada y sola. Proyecta su culpabilidad, que es lo que la mantiene separada, sobre el cuerpo, el cual sufre y muere porque se le ataca a fin de mantener viva la separación en la mente e impedir que conozca su Identidad. La mente no puede atacar, pero puede forjar fantasías y ordenarle al cuerpo que las exteriorice….. Puede proyectar su culpabilidad, pero no puede deshacerse de ella proyectándola. Y aunque es obvio que puede percibir la función del cuerpo erróneamente, no puede cambiar la función que el Espíritu Santo le asignó a éste. El cuerpo no es el fruto del amor. Aun así, el amor no lo condena y puede emplearlo amorosamente, respetando lo que el Hijo de Dios engendró y utilizándolo para salvar al Hijo de sus propias ilusiones. (T-18.VI.3:2-5; 4:5-8)
(5:5) Sólo el perdón puede liberar a la mente de la idea de que el cuerpo es su hogar.
Esto deshace la estrategia del ego de hacernos creer que el cuerpo es nuestro hogar sin mente. La proyección del ego nos trajo de la mente al cuerpo, mientras que el perdón del Espíritu Santo nos devuelve a la mente, la fuente del problema y Su solución.
(5:6-7) Sólo el perdón puede restituir la paz que Dios dispuso para Su santo Hijo. Sólo el perdón puede persuadir al Hijo a que contemple de nuevo su santidad.
El perdón es el proceso por el cual nos damos cuenta de que estábamos equivocados y que Jesús tenía razón todo el tiempo, porque existe en la mente, fuera del mundo y del cuerpo. Cuando volvamos con él a la mente, el origen de toda percepción, veremos todo aquí de manera diferente. Así, el recuerdo de la santidad del Hijo de Dios es restaurado a nuestra conciencia.
(6:1) Una vez que la ira haya desaparecido, podrás percibir que a cambio de la visión de Cristo y el don de la vista no se te pidió sacrificio alguno, y que lo único que ocurrió fue que una mente enferma y atormentada se liberó de su dolor.
El ego nos dice que la ira es del cuerpo y, por lo tanto, cuando la traemos a nuestra mente y la dejamos ir, también dejamos de creer en el cuerpo como nuestra identidad. En consecuencia, nuestra percepción del mundo ya no se rige por el principio dominante del ego de uno u otro. Entregado al Espíritu Santo, el mundo sirve como un aula en la que aprendemos que nuestros intereses no están separados de los de los demás. Además, felizmente descubrimos que no sacrificamos nada, ya que reconocemos que el dolor que creíamos que estaba en nuestros cuerpos era un pensamiento que ya no elegimos hacer realidad.
(6:2-4) ¿Es esto indeseable? ¿Es algo de lo que hay que tener miedo? ¿O bien es algo que se debe anhelar, recibir con gratitud y aceptar jubilosamente?
La visión puede ser “recibida con gratitud y aceptada jubilosamente” solo cuando comenzamos el proceso de liberar nuestra inversión en tener razón sobre nuestra existencia individual. De lo contrario, creeríamos que se nos pide que sacrifiquemos nuestro ser. Necesitamos darnos cuenta de que este yo no tiene valor, antes de que podamos aceptar jubilosamente esta liberación de la nada.
(6:5-6) Somos uno, por lo tanto, no renunciamos a nada. Y Dios ciertamente nos ha dado todnad
En el instante santo nos damos cuenta de que el Hijo de Dios es uno. No es uno u otro, sino juntos o no en absoluto (T-19.IV-D.12:8). Esto marca el final del sacrificio, que fue fundado en el principio de que, si voy a existir, alguien más tiene que sufrir. Esto evolucionó en el núcleo del amor especial: “Si voy a obtener lo que quiero de ti, tengo que darte algo a cambio, pagando por eso que necesito”. Una vez más, cuando reconocemos nuestra unidad, nos damos cuenta de que “a cambio de todo esto renunciaste a lo que no era nada” (T-16.VI.11:4). Y, de hecho, a todos nosotros – como un Hijo – Dios nos ha dado todo.
(7) No obstante, necesitamos el perdón para percibir que esto es así. Sin su benévola luz, andamos a tientas en la obscuridad usando la razón únicamente para justificar nuestra furia y nuestros ataques. Nuestro entendimiento es tan limitado que aquello que creemos comprender no es más que confusión nacida del error. Nos encontramos perdidos en las brumas de sueños cambiantes y pensamientos temibles, con los ojos herméticamente cerrados para no ver la luz, y las mentes ocupadas en rendir culto a lo que no está ahí.
Necesitamos pasar por el proceso de aplicar estos principios día a día, y nuestro aprendizaje avanzará en la medida en que podamos reconocer de manera consistente y humilde, las limitaciones de nuestra comprensión. Todavía no reconocemos nuestros mejores intereses ni a nadie más porque nos hemos perdido en la oscuridad del ego – “las brumas de sueños cambiantes”. El papel del perdón de llevarnos de la oscuridad a la luz está bellamente capturado en el siguiente pasaje:
¡Cuán santo debes ser tú para que el Hijo de Dios pueda ser tu salvador en medio de sueños de desolación y de desastres! Observa cuán deseoso llega, apartando las densas sombras que lo mantenían oculto, para poder brillar sobre ti lleno de gratitud y amor. Él es él mismo, pero no él mismo solo. Y de la misma manera en que su Padre no perdió parte de él al crearte a ti, así la luz en él es aún más brillante por tu haberle dado tu luz para salvarlo de las tinieblas. Y ahora la luz en ti tiene que ser tan brillante como la que refulge en él. Ésta es la chispa que brilla en el sueño: que tú puedes ayudarle a despertar, y estar seguro de que sus ojos despiertos se posarán sobre ti. Y con su feliz salvación, salvas tú. (T-29.III.5)
(8:1) ¿Quién puede nacer de nuevo en Cristo sino aquel que ha perdonado a todos los que ve, o en los que piensa o se imagina?
Jesús a menudo presenta un verso bíblico, dándole un significado diferente. Aquí toma la conocida frase del evangelio de Juan (3:3,7) y la relaciona con su sistema de pensamiento de perdón. Por lo tanto, “nacemos de nuevo” cuando elegimos un maestro diferente. En lugar de vernos a nosotros mismos como nacidos del ego, recordamos nuestro “nacimiento” en Dios. Aquí está otra referencia, en el contexto del instante santo, aunque el término no se use en este punto del texto:
Renacer es abandonar el pasado y contemplar el presente sin condenación….. El milagro te permite ver a tu hermano libre de su pasado, y así te permite percibirlo como que ha renacido. (T-13.VI.3:5; 5:1)
(8:2-6) Quién que mantenga a otro prisionero puede ser liberado? Un carcelero no puede ser libre, pues se encuentra atado al que tiene preso. Tiene que asegurarse de que no escape, y así, pasa su tiempo vigilándolo. Y los barrotes que mantienen cautivo al preso se convierten en el mundo en que su carcelero vive allí con él. Sin embargo, de la liberación del preso depende que el camino de la libertad quede despejado para los dos.
¿Quién es el carcelero y quién es el prisionero? Ambas partes. Aunque el prisionero es mantenido dentro de los barrotes y el carcelero fuera de ellos, están casados, ya que cada uno depende del otro por su respectivo papel. En este nivel, por lo tanto, no importa quién está de qué lado – el uno sin el otro es inconcebible. Es similar a cuando estás enojado con alguien e intentas mantenerlo en la prisión de tu odio. No te das cuenta de que estás encarcelado tú también, porque cuando intentas culpar a alguien por tus pecados, refuerzas la prisión de tu propio pecado.
(9:1-2) Por lo tanto, no mantengas a nadie prisionero. Libera en vez de aprisionar, pues de esa manera tú quedas libre.
Esta es una de las muchas referencias en Un Curso de Milagros a los famosos pasajes en los evangelios de Mateo y Juan, donde Jesús llama a los apóstoles a liberar en lugar de a atar:
Todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo; y todo lo que desates en la tierra será desatado en el cielo (Mateo 16:19b).
A quienes les perdonen sus pecados, les serán perdonados; a quienes no se los perdonen, no les serán perdonados (Juan 20:23).
En otras palabras, tenemos el poder de mantener a las personas encarceladas o de liberarlas. La Iglesia usó este principio como base para el sacramento de la penitencia (confesión), pero Jesús le da un significado totalmente diferente. No habla de nada externo o ritualista, sino de nuestro encarcelamiento compartido en la prisión del pecado, y la liberación compartida cuando dejamos de ver nuestros intereses como algo separado de los demás. La forma en que te percibo refleja la forma en que me percibo, porque mi percepción de mí mismo determina mi percepción de ti. Aquí está la primera referencia en el texto a este pasaje bíblico, elaborando el punto sobre el que hemos hablado:
Siempre que estás con un hermano, estás aprendiendo lo que eres porque estás enseñando lo que eres. Tu hermano reaccionará con dolor o con alegría, dependiendo del maestro que tú estés siguiendo. Será aprisionado o liberado de acuerdo con tu decisión, al igual que tú. Nunca olvides la responsabilidad que tienes hacia él, ya que es la misma responsabilidad que tienes hacia ti mismo. Concédele el lugar que le corresponde en el Reino y tú ocuparás el tuyo. (T-8.III.5:8-12)
(9:3-4) Los pasos a seguir son muy sencillos. Cada vez que sientas una punzada de cólera, reconoces que sostienes una espada sobre tu cabeza.
Esta es una línea útil para recordar. Todos podemos dar fe del hecho de que rara vez, si alguna vez, pasamos un día sin una punzada de ira o incluso una leve punzada de molestia. Jesús nos pide que cuando experimentamos esa punzada, volvamos a la mente y le pidamos ayuda para ver que solo nos condenamos a nosotros mismos. No importa cuán justificado parece estar nuestro enojo, si pudiéramos entender que cuanto más atacamos a alguien más nos mantenemos alejados del Cielo, detendríamos el ataque. El problema es que no lo creemos, creemos en cambio, que al atacar a otro nos aseguramos la permanencia en el Cielo, porque el Cielo es el estado de uno u otro: yo gano y tú pierdes. Sin embargo, como bien se ha dicho, el resentimiento es como tomar veneno y esperar que muera otra persona.
Es importante, para decirlo nuevamente, que practiquemos esta enseñanza tan específicamente como sea posible, y reconozcamos que nos excluimos del amor cuando juzgamos. Nosotros necesitamos detenernos y preguntarnos: “¿Es esto realmente lo que quiero para mí? ¿Tanto odio a Jesús y a mí mismo que quiero excluirlo de mi corazón?” Cuando tenemos clara la verdad ante esa situación, ya no necesitaremos justificar nuestras molestias – ya sean pequeñas o no.
(9:5) Y ésta [esta espada] te atravesará o no, dependiendo de si eliges estar condenado o ser libre.
Una vez más, tu elección de maestros – el ego o Jesús – determinará cómo te percibes a ti y a todos los demás: condenados o libres, en el infierno o en el Cielo.
(9:6-7) Así pues, todo aquel que aparentemente te tienta a sentir ira representa tu salvador de la prisión de la muerte. Por lo tanto, debes estarle agradecido en lugar de querer infringirle dolor.
No estás agradecido por su ego, sino por la oportunidad que te ofrece al reflejarte de vuelta a ti tu decisión equivocada. Recordemos esta importante declaración del texto sobre el encuentro santo:
Cuando te encuentras con alguien, recuerda que se trata de un encuentro santo. Tal como lo consideres a él, así te considerarás a ti mismo. Tal como lo trates, así te tratarás a ti mismo. Tal como pienses de él, así pensarás de ti mismo. Nunca te olvides de esto, pues en tus semejantes o bien te encuentras a ti mismo o bien te pierdes a ti mismo. Cada vez que dos Hijos de Dios se encuentran, se les proporciona una nueva oportunidad para salvarse. No dejes de darle la salvación a nadie, para que así la puedas recibir tú. (T-8.III.4:1-7)
(10:1-4) Se misericordioso hoy. El Hijo de Dios es digno de tu misericordia. Él es quien te pide que aceptes el camino de la libertad ahora. No te niegues a ello.
El Hijo de Dios está en mi hermano, y es el Hijo en mí quien pide la liberación. En las palabras de la Lección 182, el Niño llora para ser llevado a casa y liberado de la cruel prisión dentro de la cual buscamos esclavizarlo a Él y a la Filiación.
(10:5-9) El Amor que su Padre le profesa te lo profesa a ti también. Tu única función aquí en la tierra es perdonarlo, para que puedas volver a aceptarlo como tu Identidad. Él es tal como Dios lo creó. Y tú eres lo que él es. Perdónale ahora sus pecados y verás que eres uno con él.
Así se resume el perdón. Esencial aquí es la conciencia de que lo que veo en otra persona refleja lo que veo en mí mismo, reconociendo que el grado en que juzgo a otros refleja tu juicio de ti mismo. Lee lo siguiente y ve cómo nuestro mundo de odio y muerte se compara con el mundo perdonado, y luego pregúntate: ¿Cómo podría elegir no perdonar?
Esta belleza brotará para bendecir todo cuanto veas, conforme contemples el mundo con los ojos del perdón. Pues el perdón transforma literalmente la visión, y te permite ver el mundo real alzarse por encima del caos y envolverlo dulce y calladamente, eliminando todas las ilusiones que habían tergiversado tu percepción y que la mantenían anclada en el pasado. La hoja más insignificante se convierte en algo maravilloso, y las briznas de hierba en símbolos de la perfección de Dios.
Desde el mundo perdonado el Hijo de Dios es elevado fácilmente hasta su hogar. Y una vez en él sabrá que siempre había descansado allí en paz. Incluso la salvación se convertirá en un sueño y desaparecerá de su mente. Pues la salvación es el final de los sueños, y dejará de tener sentido cuando el sueño finalice. ¿Y quién, una vez despierto en el Cielo, podría soñar que aún pueda haber necesidad de salvación? (T-17.II.6-7)
Del libro “Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM” por el Dr. Kenneth Wapnick. TRADUCCIÓN AL ESPAÑOL POR DANIEL BEZVESELNY.
LECCIÓN 192
"Tengo una función que Dios quiere que desempeñe."
Comentada por:
Oscar Gómez Díez
Esta lección nos va hablar de la única función que tenemos en la tierra si queremos regresar al Cielo. Si queremos sanar nuestras mentes, debemos percibir con los ojos del amor y no con los del juicio, esa única función es el perdón.
Jesús empieza describiéndonos nuestra función en el Cielo, en un corto y hermoso párrafo:
"La santa Voluntad de tu Padre es que tú lo completes, y que tu Ser sea Su Hijo sagrado, por siempre puro como Él, creado del Amor y en él, preservado, extendiendo amor y creando en su Nombre, por siempre uno con Dios y con tu Ser."
Las enseñanzas del Curso se nos presenta en forma de contrastes. Por eso nos pregunta que sentido puede tener el perdón en el Cielo, pero en la tierra si tiene una función que es erradicar lo que no es verdad.
En el Cielo no hay nada que perdonar. "Lo que la creación es no puede ni siquiera concebirse en el mundo. No tiene sentido aquí." en este mundo no alcanzamos a comprender lo que es el Cielo, los límites de la percepción nos lo impiden. Solo cuando alcanzamos la visión de Cristo, podremos acceder al Conocimiento todo abarcante del Cielo.
Mientras tanto, lo único que hace el perdón es deshacer todo lo que no es verdad ni amoroso. Nuestro camino de regreso al Cielo pasa por el perdón.
Nuestra función en el Cielo es crear semejante al Padre. Pero en este mundo solo percibimos carencias, conflictos, miedos y ataques, por lo que es imposible que podamos cumplir la función que Dios nos dio en el Cielo, pues hemos negado al amor y su poder creador.
Para cumplir con nuestra función original, primero debemos sanar nuestras mentes de la creencia en la separación, la culpa y el miedo, y de todos los juicios que ocultan el amor que somos. Ese es el propósito del perdón, esa es nuestra única función en un mundo que ha negado el amor.
Sin el perdón el Cielo se nos haría incomprensible: "Pues, ¿quién podría entender un lenguaje que está mucho más allá de lo que buenamente puede entender?"
En el Cielo donde todo es amor, paz, armonía y perfección el perdón no existe, no es necesario. "Pues, qué necesidad tiene el Cielo de perdón? En la tierra, no obstante, tienes necesidad de los medios que te ayudan a abandonar las ilusiones."
El perdón es el instrumento que nos trae el Espíritu Santo para ayudarnos a despertar del sueño de separación. Cuando hayamos perdonado todas nuestras culpas, y regresado al Cielo, el perdón desaparecerá junto con el mundo ilusorio que dejaremos atrás.
EL PERDÓN, UNA EXPRESIÓN DE AMOR:
Por ahora, mientras estemos en la tierra, el perdón "es el medio por el que se puede erradicar lo que no es verdad."
El perdón sustituye con suavidad amorosa lo que no es verdad, para ello debemos traer las ilusiones ante la luz de nuestra comprensión para borrarlas, y como si de una pizarra se tratara, reemplazar los símbolos de odio y culpa por expresiones de amor y paz.
Con la ayuda del Espíritu Santo el perdón opera como un sustituto, como un reemplazo de la ilusión por la verdad, del miedo por el amor, del conflicto por la paz. No se trata que luchemos o peleemos contra el ego y sus ilusiones, pues lo reforzaríamos en el conflicto, solo lo observamos dulcemente y le sonreímos al comprender que no es verdad. De ahí la dulzura del perdón:
"El perdón contempla dulcemente todas las cosas que son desconocidas en el Cielo, las ve desaparecer, y deja al mundo como una pizarra limpia y sin marcas en la que la Palabra de Dios puede ahora reemplazar a los absurdos símbolos que antes estaban escritos allí."
Jesús no se cansa de explicarnos los beneficios de perdonar: " El perdón es el medio por el que se supera el miedo a la muerte, pues ésta deja de ejercer su poderosa atracción y la culpabilidad desaparece."
LA LIBERACIÓN DE LA MENTE:
El perdón libera a nuestra mente de creerse prisionera de un cuerpo. "El perdón permite que el cuerpo sea percibido como lo que es: un simple recurso de enseñanza del que se prescinde cuando el aprendizaje haya terminado,"
Nuestro error ha sido identificarnos con el cuerpo, creer que nuestra verdadera identidad es ser un cuerpo. ”La mente no puede cometer errores sin un cuerpo." cuando seamos conscientes que sólo somos mente y nada más que mente inmortal e invulnerable, "No puede pensar que va a morir o ser víctima de ataques despiadados." en ese momento comprendemos que "Sólo el perdón puede liberar a la mente de la idea de que el cuerpo es su hogar."
"Sólo el perdón puede restituir la paz que Dios dispuso para Su santo Hijo. Sólo el perdón puede persuadir al Hijo a que contemple de nuevo su santidad." El perdón no te exige ninguna ofrenda o sacrificio, y a cambio de nada te ofrece la visión de Cristo, la visión del amor, que te permitirá contemplar un mundo perdonado y en paz, y cuya luz te conducirá de regreso a tu Hogar eterno.
LA PRISIÓN DE LA IRA:
Sin la benévola luz del perdón, "andamos a tientas en la oscuridad usando la razón únicamente para justificar nuestra furia y nuestros ataques." Nos convertimos prisioneros de nuestros juicios contra nuestros hermanos, estableciendo una mutua relación de ataque y defensa.
”¿Quién que mantenga a otro prisionero puede ser liberado? Un carcelero no puede ser libre, pues se encuentra atado al que tiene preso. Tiene que asegurarse de que no escape, y así, pasa su tiempo vigilándolo."
"Sin embargo, de la liberación del preso depende que el camino de la libertad quede despejado para los dos."
"Por lo tanto, no mantengas a nadie prisionero. Libera en vez de aprisionar, pues de esa manera tú quedas libre."
Mientras percibamos enemigos, ambos estaremos encadenados por el odio y el ataque. La razón la utilizamos solamente para justificar nuestra furia y sed de venganza. Tenemos el poder de decidir entre odiar o perdonar. La decisión es nuestra. Si elegimos a favor del amor y la paz, el Espíritu Santo estará presto a ayudarnos.
PRÁCTICAS:
Cuando te sientes a meditar en la mañana y en la noche, entre 5 o 30 minutos, de acuerdo a tu disposición, haz este sencillo ejercicio:
"Cada vez que sientas una punzada de cólera, reconoce que sostienes una espada sobre tu cabeza. Y ésta te atravesará o no, dependiendo de si eliges estar condenado o ser libre." tu tienes el poder de decidir, si perdonas, te liberas de la espada del juicio y el ataque, o si decides dejarte llevar por la ira y la sed de venganza, en tal caso la espada de tus propios juicios te atravesará, pues todo lo que pienses y haces, solo te lo haces a ti mismo.
"Así pues, todo aquel que aparentemente te tienta a sentir ira representa tu salvador de la prisión de la muerte. Por lo tanto, debes estarle agradecido en lugar de querer infligirle dolor." todo aparente conflicto que creas tener con un hermano, es una oportunidad para perdonar, en ese momento, tu hermano se convierte en tu salvador, lo único que hizo fue reflejar las proyecciones de juicio y culpa que habías emitido contra él.
"Tu única función aquí en la tierra es perdonarlo, para que puedas volver a aceptarlo como tu Identidad. Él es tal como Dios lo creó. Y tú eres lo que él es. Perdónale ahora sus pecados y verás que eres uno con él."
Una vez que hayas aprendido el ejercicio de la espada en tu meditación matutina, utilízalo a lo largo del día, cada vez que sientas la punzada de la ira contra algún hermano, tu eres quien a través del perdón, te liberas de la espada, o te la clavas, si te dejas llevar por el odio y el ataque.
Solo el perdón logra el milagro de convertir tus enemigos en hermanos, en restablecer la verdad y la paz en ti. El perdón te libera del infierno de este mundo y te conduce de regreso al Cielo, de ahí que el perdón es la llave de la felicidad, y tu única función en este mundo. No te olvides de tu función de perdonar, pues te estarías olvidando de ti mismo, te estarías condenando al infierno de odios, ataques y venganzas. Perdónate y serás libre, perdónate y reconocerás quien eres, perdónate y serás feliz.
TEXTO Cap 19.II
CELEBRANDO EL MILAGRO
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