LECCIÓN 199 No soy un cuerpo. Soy libre.

 


 

 Introducción a las lecciones 181-200



LECCIÓN 199

No soy un cuerpo. Soy libre.


1. No podrás ser libre mientras te percibas a ti mismo como un cuerpo. 2El cuerpo es un límite. 3El que busca su libertad en un cuerpo la busca donde ésta no se puede hallar. 4La mente puede ser liberada cuando deja de verse a sí misma como que está dentro de un cuerpo, firmemente atada a él y amparada por su presencia. 5Si esto fuese cierto, la mente sería en verdad vulnerable.

2. La mente que está al servicio del Espíritu Santo es ilimitada para siempre y desde cualquier punto de vista, transciende las leyes del tiempo y del espacio; está libre de ideas preconcebidas y dispone de la fortaleza y del poder necesarios para hacer cualquier cosa que se le pida. 2Los pensamientos de ataque no pueden entrar en una mente así, toda vez que ha sido entregada a la Fuente del amor, y el miedo no puede infiltrarse en una mente que se ha unido al amor. 3Dicha mente descansa en Dios. 4¿Y quién que viva en la Inocencia sin hacer otra cosa que amar podría tener miedo?

3. Es esencial para tu progreso en este curso que aceptes la idea de hoy y que la tengas en gran estima. 2No te preocupes si al ego le parece completamente descabellada. 3El ego tiene en gran estima al cuerpo porque mora en él, y no puede sino vivir unido al hogar que ha construido. 4Es una de las partes de la ilusión que ha ayudado a mantener oculto el hecho de que él mismo es algo ilusorio.

4. Ahí se esconde y ahí se le puede ver como lo que es. 2Declara tu inocencia y te liberas. 3El cuerpo desaparece al no tener tú ninguna necesidad de él, excepto la que el Espíritu Santo ve en él. 4A tal fin, el cuerpo se percibirá como una forma útil para lo que la mente tiene que hacer. 5De este modo se convierte en un vehículo de ayuda para que el perdón se extienda hasta la meta todo abarcadora que debe alcanzar, de acuerdo con el plan de Dios.

5. Ten en gran estima la idea de hoy, y ponla en práctica hoy y cada día. 2Haz que pase a formar parte de cada sesión de práctica que lleves a cabo. 3No hay pensamiento cuyo poder de ayudar no aumente con esta idea, ni ninguno que de esta manera no adquiera regalos adicionales para ti. 4Con esta idea hacemos resonar la llamada a la liberación por todo el mundo. 5¿Y estarías acaso tú excluido de los regalos que haces?

6. El Espíritu Santo es el hogar de las mentes que buscan la libertad. 2En Él han encontrado lo que buscaban. 3El propósito del cuerpo deja de ser ahora ambiguo. 4Y su capacidad de servir un objetivo indiviso se vuelve perfecta. 5Y en respuesta libre de conflicto e inequívoca a la mente que sólo tiene como objetivo el pensamiento de libertad, el cuerpo sirve su propósito y lo sirve perfectamente. 6Al no poder esclavizar, se vuelve un digno servidor de la libertad que la mente que mora en el Espíritu Santo persigue.

7. Sé libre hoy. 2Y da el regalo de libertad a todos aquellos que creen estar esclavizados en el interior de un cuerpo. 3Sé libre, de modo que el Espíritu Santo se pueda valer de tu liberación de la esclavitud y poner en libertad a los muchos que se perciben a sí mismos encadenados, indefensos y atemorizados. 4Permite que el amor reemplace sus miedos a través de ti. 5Acepta la salvación ahora, y entrégale tu mente a Aquel que te exhorta a que le hagas este regalo. 6Pues Él quiere darte perfecta libertad, perfecta dicha, así como una esperanza que alcanza su plena realización en Dios.

8. Tú eres el Hijo de Dios. 2Vives en la inmortalidad para siempre. 3¿No te gustaría retornar tu mente a esto? 4Practica entonces debidamente el pensamiento que el Espíritu Santo te da para el día de hoy. 5En él tus hermanos y tú os alzáis liberados; el mundo es bendecido junto contigo; el Hijo de Dios no volverá a llorar y el Cielo te da las gracias por el aumento de gozo que tu práctica le proporciona incluso a él. 6Dios Mismo extiende Su amor y felicidad cada vez que dices:


7No soy un cuerpo. 8Soy libre. 9Oigo la Voz que Dios me ha dado, 
y es sólo esa Voz la que mi mente obedece.






AUDIOS de la Lección 199
de CELEBRANDO EL MILAGRO


Lectura de la introducción a las Lecciones 181-200
A través de Mariano Noé

Lectura de la Lección 199
A través de Mariano Noé.


Ocurrir de la Lección 199
a través de Martin Musarra


Lección 199
comentada por 
Jorge Luis Álvarez Castañeda






































LECCIÓN 199

No soy un cuerpo. Soy libre.

Comentada por:
Jorge Luis Álvarez Castañeda

¡Que la paz sea con nosotros hoy!

Jesús, en la lección 199 No soy un cuerpo. Soy libre quiere que abandonemos el obstáculo en nuestra mente de sentirnos un cuerpo y que seamos conscientes de la pérdida de libertad que esto implica. En esta lección nos pregunta de nuevo por nuestra Identidad: ¿Qué soy? Y nos contesta que: No soy un cuerpo. Soy libre. Ya en la lección 97 Soy espíritu anticipaba la lección de hoy. Es bueno que recordemos que significan estos términos.

 En la Clarificación de términos del Manual para el maestro Jesús nos dice:
 
_”El término mente se utiliza para representar el principio activo del espíritu, el cual le suministra a este su energía creadora. Cuando el término va con mayúscula, se refiere a Dios o a Cristo (es decir, a la Mente de Dios o a la Mente de Cristo). El Espíritu es el Pensamiento de Dios que Él creó semejante a Sí Mismo. El Espíritu unificado es el único Hijo de Dios o Cristo”_. C. 1. 1:1-4

Jesús nos dice en la lección:

_”No podrás ser libre mientras te percibas a ti mismo como un cuerpo. El cuerpo constituye una limitación”_.

La idea del cuerpo es fundamental para el ego. Él quiere que creamos que somos un cuerpo, a lo sumo que somos un cuerpo y una mente. Ese es el enfoque dualista del ego. El Curso dice: somos es mente. Ese es el enfoque no-dualista del Curso. Si creemos que somos un cuerpo estaremos limitados por sus características temporales y materiales. Jesús, es consciente de que el ego lleva miles de años formándonos en la creencia de que somos un cuerpo y que no va aceptar que somos mente, por eso, nos va a seguir insistiendo en esta idea. El cuerpo tiene límites, la mente no los tiene, por eso, la mente es libre. Como mente, soy libre.

Continúa Jesús:

_”La mente que está al servicio del Espíritu Santo es por siempre ilimitada y desde cualquier punto de vista; trasciende las leyes del tiempo y del espacio, está libre de ideas preconcebidas y dispone de la fortaleza y del poder necesarios para hacer todo lo que se le pida”_. 

Esta es una descripción del instante santo donde no hay juicios, donde no hay pensamientos de ataque y de conflicto, se siente la paz y el amor de Dios, hay conciencia plena de unidad con Dios y la filiación, se superan las barreras del cuerpo. La meta a lograr es hacer nuestra vida como una sucesión de instantes santos donde podamos trascender el cuerpo y sentir la libertad de la mente. Recuerden que, Jesús, siempre confía en nosotros, siempre nos considera capaces de lograr la salvación. De hecho, esta ya se dio. Ya estamos salvados. El tema es que no lo creemos y nos inventamos el mundo y el cuerpo para protegernos de la, supuesta, ira de Dios. Por eso, nuestro Padre creó al Espíritu Santo para que nos ayude a volver a casa y recordar a Dios.

El cuerpo puede ponerse al servicio del Espíritu Santo como un medio de comunicación con tus hermanos contribuyendo, así, al proceso de la salvación. Con el Espíritu Santo como maestro, no se convierte en un instrumento de ataque. 

Las relaciones que se establecen con los hermanos serán saludables como nos dice, Jesús, en el capítulo 8 sección VIII:
_”Se reconoce que la salud es el estado natural de todas las cosas cuando se deja toda interpretación en manos del Espíritu Santo, Quien no percibe ataque en nada. La salud es el resultado de abandonar todo intento de utilizar el cuerpo sin amor. La salud es el comienzo de la correcta perspectiva con respecto a la vida bajo la dirección del único Maestro que sabe lo que ésta es, al ser la Voz de la Vida Misma”_. T-8. VIII. 9: 8-9

La salud, la enfermedad y la curación tienen que ver con la mente. Es en la mente donde se tiene que trabajar, con ayuda del Espíritu Santo, para abandonar todo pensamiento de ataque, todo resentimiento, toda culpa y miedo que impiden la sanación de la mente, que es lo fundamental. El cuerpo, como consecuencia del estado de paz y de amor de la mente, puede o no, dejar los síntomas que lo afecten, pero eso no es lo fundamental. Lo fundamental es la experiencia espiritual de la mente porque no somos un cuerpo. El papel del cuerpo se relaciona con la enseñanza del Espíritu Santo del perdón. Es nuestra aula de aprendizaje para aprender a perdonar. Y la paz que se produce en nuestra mente, cuando aceptamos al Espíritu Santo y perdonamos, se transmite a nuestros hermanos que sufren porque todavía creen que son un cuerpo y no espíritu.

Proceso de práctica de la lección

1. Tiempo de quietud por la mañana y por noche. 

Reflexión sobre la idea del día. Cerrar los ojos. Aquietar la mente. No engancharse en pensamientos distractores. 

Empieza la meditación diciendo:

No soy un cuerpo. Soy libre. Oigo la Voz que Dios me ha dado, y es sólo esa Voz la que mi mente obedece.

Deja, por un momento, tu identificación con el cuerpo y siente la libertad que te produce el no estar atado a él. Entrégale tu libertad al Espíritu Santo para que Él se la conceda a aquellos que todavía se sienten ligados a un cuerpo.

   En tu meditación intenta entrar en contacto con esa parte de tu mente donde hay paz y amor, tranquilidad, alegría. Es tu mente recta, donde está Cristo, tu Ser. Mantén la mente quieta sin palabras sólo con la sensación y certeza de que estás con Dios.

Espera a Dios. Él llegará y te dará un mensaje de amor y de paz.

  Tiempo mínimo 5 minutos. Ideal 30 minutos o más. Trata de dedicarle todo el tiempo que puedas y un poco más.

La idea de hoy es:

No soy un cuerpo. Soy libre.

2. Recordatorios cada hora.

1 o 2 minutos a la hora en punto.
Repite la idea recordando que mientras lo haces Cristo permanece a tu lado dándote fortaleza.

Utiliza la idea del día:

No soy un cuerpo. Soy libre. Oigo la Voz que Dios me ha dado, y es sólo esa Voz la que mi mente obedece.
 
para perdonar todo lo sucedido en la hora anterior. Así, la hora siguiente queda limpia de conflictos y de esa manera se van soltando las cadenas del pasado y puedes disfrutar del presente.

Luego, siente la quietud y silencio y espera a Dios. Dale gracias por los regalos de la hora que ha pasado. Y deja que Su Voz te diga lo que Él quiere que hagas en esta hora que empieza.

3. Respuesta a la tentación.

Cada vez que sientas  la tentación de creer en cualquier sufrimiento o daño se consciente de que oculta un  pensamiento de condena repite: 
_No soy un cuerpo. Soy libre. Oigo la Voz que Dios me ha dado, y es sólo esa Voz la que mi mente obedece.


Les recomiendo leer la Introducción a las lecciones 181-200 porque nos ayudará a no perder la perspectiva de lo que estamos haciendo. De igual manera, realizar las prácticas como se les propone en la lección siempre de la mano de Jesús y el Espíritu Santo y sin olvidarse de reír porque la Voluntad de Dios para nosotros es que tengamos perfecta felicidad.

Muchas, muchísimas, bendiciones. 
Jorge Luis Álvarez Castañeda
















Lección 199 comentada por Ken Wapnick

 Lección 199 – No soy un cuerpo. Soy libre. 

“Esta lección anticipa el Repaso VI (Lecciones 201-220), en el que durante veinte días decimos: “No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó.” Este tema importante se repite a lo largo del libro de ejercicios, y el punto principal de esta lección es que no ser un cuerpo significa que somos una mente. Por lo tanto, vemos el contraste entre nuestra identidad como cuerpo – de lo cual mantenernos convencidos es la meta del ego – y el hecho de que esta identidad existe únicamente en nuestras mentes.

(1:1) «No podrás ser libre mientras te percibas a ti mismo como un cuerpo.»

Jesús continúa desarrollando el tema de la libertad. Mientras crea que soy un cuerpo, estoy aprisionado, y por lo tanto nunca conoceré la libertad que viene cuando retorno mi atención a la mente. Allí tomé la decisión que me aprisionó, que ahora deshago con la ayuda de Jesús. De hecho, esta es mi «única» libertad:

“La única libertad que aún nos queda en este mundo es la libertad de elegir, y la elección es siempre entre dos alternativas o dos voces.” (C-1.7:1)

El rol de Jesús como nuestro maestro, por lo tanto, es ayudarnos a elegir la voz correcta – la suya:

“La curación es un reflejo de nuestra voluntad conjunta…La decisión de unirse tiene que ser inequívoca, o, de lo contrario, la mente misma estaría dividida e incompleta. Tu mente es el medio por el cual determinas tu propia condición, ya que la mente es el mecanismo de decisión. Es el poder mediante el que te separas o te unes, y, consecuentemente, experimentas dolor o alegría. Mi decisión no puede imperar sobre la tuya porque la tuya es tan poderosa como la mía.” (T-8.IV.5:1, 6-9)

Así aprendemos nuestro verdadero poder cuando nos unimos con Jesús, una unión que no puede ocurrir en el cuerpo ilusorio sino sólo en la mente, la fuente del aprisionamiento «y» la libertad.

(1:2) «El cuerpo es un límite.»

El cuerpo, como Jesús nos dice en el texto “es un límite que se le impone al amor” (T-18.VIII.1: 2); y sin embargo insistimos obstinadamente en que somos cuerpos y elegimos continuamente ver a todos los demás como un cuerpo, también. Su mensaje, sin embargo, no es negar estas experiencias, sino tampoco justificarlas. Mientras nos experimentemos a nosotros mismos en el mundo, también debemos experimentar el cuerpo, al cual le hemos otorgado realidad. Jesús simplemente nos pide que reconozcamos las consecuencias desastrosas de tal identificación:

“Estar consciente del cuerpo es lo único que hace que el amor parezca limitado, pues el cuerpo es un límite que se le impone al amor. La creencia en un amor limitado fue lo que dio origen al cuerpo, que fue concebido para limitar lo ilimitado. No creas que esto es algo meramente alegórico, pues el cuerpo fue concebido para limitarte a ti. ¿Cómo podrías tú, que te ves a ti mismo dentro de un cuerpo, saber que eres una idea?…El cuerpo es incapaz de saber nada. Y mientras limites tu conciencia a sus insignificantes sentidos, no podrás ver la grandeza que te rodea. Dios no puede hacer acto de presencia en un cuerpo ni tú puedes unirte a Él ahí. Todo límite que se le imponga al amor parecerá siempre excluir a Dios y mantenerte a ti separado de Él. El cuerpo es una diminuta cerca que rodea a una pequeña parte de una idea que es completa y gloriosa. El cuerpo traza un círculo, infinitamente pequeño, alrededor de un minúsculo segmento del Cielo, lo separa del resto, y proclama que tu reino se encuentra dentro de él, donde Dios no puede hacer acto de presencia.” (T-18.VIII.1:1-5; 2)

¿Quién en su sano juicio elegiría permanecer en el cuerpo, una vez que su papel en la limitación del amor se hiciera claro? Nuestra resistencia a este pensamiento es enorme, como todos podemos atestiguar, pero al menos podemos comenzar el proceso de aprender a des-identificarnos con el cuerpo que nos mantiene alejados del Cielo. Lecciones como estas facilitan este desaprendizaje.

(1:3) «El que busca su libertad en un cuerpo la busca donde ésta no se puede hallar.»

Esto es lo que hacen los oprimidos cuando se rebelan contra un tirano; de hecho, lo que todos hacemos cuando nos rebelamos contra las autoridades. Automáticamente pensamos que nuestra libertad está inhibida por algo que está fuera de nosotros – un gobierno, un cuerpo o un mundo – y no somos conscientes de que la verdadera libertad se encuentra sólo en la mente, donde la elección es nuestra:

“¿Deseas la libertad del cuerpo o la de la mente? Pues no puedes tener ambas. ¿Qué valoras más, el cuerpo o la mente?…Todo aquel que anhela la libertad tratará de encontrarla. Pero la buscará donde cree que está y donde cree que puede hallarla.” (T-22.VI. 1:1-3,8-9)

Regresamos a este tema de buscar y encontrar en la próxima lección.

(1:4-5) «La mente puede ser liberada cuando deja de verse a sí misma como que está dentro de un cuerpo, firmemente atada a él y amparada por su presencia. Si esto fuese cierto, la mente sería en verdad vulnerable.»

Ya estamos bastante familiarizados con la estrategia del ego, que nos dice que la mente – el repositorio del pecado, la culpa y el miedo – es un lugar peligroso, y por lo tanto necesitamos estar protegidos de la ira de Dios escondiéndonos en el cuerpo. Al volvernos insensatos (sin mente), el ego asegura que nunca más podremos usar la mente para elegir contra eso. Recuerda este pasaje perspicaz del texto, que expone la estrategia del ego de convencernos de que estaríamos a salvo dentro del cuerpo, al mismo tiempo que lo establecemos como el epítome de la vulnerabilidad y nos impide – mediante la negación – de alguna vez desafiar su plan:

“El cuerpo es el hogar que el ego ha elegido para sí. Ésta es la única identificación con la que se siente seguro…En este punto es donde la mente queda definitivamente aturdida. Habiéndole dicho el ego que ella es realmente parte del cuerpo y que el cuerpo es su protector, también le dice que el cuerpo no puede protegerla. Por consiguiente, la mente inquiere: “¿Dónde puedo encontrar protección?”, a lo que el ego responde: “En mí”. La mente, y no sin razón, le recuerda al ego que él mismo ha insistido que con lo que ella se tiene que identificar es con el cuerpo, de modo que no tiene objeto recurrir a él para obtener protección. El ego no dispone de una respuesta plausible para esto, puesto que no la hay, pero sí dispone de una solución típica: eliminar la pregunta de la conciencia. Una vez fuera de la conciencia la pregunta puede producir desasosiego, y de hecho lo produce, pero no puede ser contestada porque no puede ser planteada.

Ésta es la pregunta que debes hacerte: “¿Adónde debo acudir en busca de protección?” “Busca y hallarás” no significa que tengas que buscar ciega y desesperadamente algo que no podrías reconocer. La búsqueda que tiene sentido se emprende conscientemente, se organiza conscientemente y se dirige conscientemente.” (T-4.V.4:1-2, 5-5:3)

Un Curso de Milagros, entonces, presenta el mensaje de Jesús sobre la invulnerabilidad de la mente, cuya conciencia es su meta para nosotros. Por lo tanto, nos insta a buscar sólo lo que deseamos encontrar: la seguridad y protección de Dios.

(2:1) «La mente que está al servicio del Espíritu Santo es ilimitada para siempre y desde cualquier punto de vista, transciende las leyes del tiempo y del espacio; está libre de ideas preconcebidas y dispone de la fortaleza y del poder necesarios para hacer cualquier cosa que se le pida.»

Esto describe nuestras mentes cuando estamos fuera del sueño, habiéndonos dado cuenta de nuestro error de elegir al ego en lugar del Espíritu Santo. En el instante santo, nacido de nuestra nueva elección, estamos más allá de la prisión del espacio, el tiempo y todas las ideas preconcebidas. En este instante de perdón no hay pasado ni futuro; sólo el reflejo ilimitado del momento eterno que es el Cielo, en el que nuestra voluntad y la de Dios son una:

“…la Voluntad de Dios no tiene límites, y todo poder y gloria residen en ella. Su fuerza, su paz y su amor son ilimitados. No tiene límites porque su extensión es ilimitada, y abarca todas las cosas porque las creó, y al crearlas, las hizo parte de sí misma. Tú eres la Voluntad de Dios porque así es como fuiste creado. Debido a que tu Creador crea únicamente a Semejanza Propia, eres como Él. Eres parte de Aquel que es todo poder y gloria, y, por lo tanto, eres tan ilimitado como Él.” (T-8.II.7)

(2:2) «Los pensamientos de ataque no pueden entrar en una mente así, toda vez que ha sido entregada a la Fuente del amor, y el miedo no puede infiltrarse en una mente que se ha unido al amor.»

Esta es una referencia indirecta al bien conocido versículo de la primera epístola de Juan, que se cita a menudo en Un Curso de Milagros: “El perfecto amor echa fuera el temor” (1 Juan 4:18). En la presencia del amor no puede haber miedo, porque en el instante de elegir a Jesús como nuestro maestro – el Amor de Dios dentro del sueño – no hay separación ni culpa. Sólo queda la paz cuando los sueños han desaparecido – sin ser elegido y, por lo tanto, no compartido, su miedo no puede sino desaparecer en el amor que es nuestra realidad:

“Lo que les confiere realidad a los perniciosos sueños de odio, maldad, rencor, muerte, pecado, sufrimiento, dolor y pérdida es el hecho de compartirlos. Si no se comparten, se perciben como algo sin sentido. Pues al no prestarles apoyo dejan de ser una fuente de miedo. Y el amor no puede sino llenar el espacio que el miedo ha dejado vacante porque ésas son las únicas alternativas que existen. Donde uno aparece, el otro desaparece. Y el que compartas, será el único que tendrás. Y tendrás el que aceptes, pues es el único que deseas tener.” (T-28.V.2)

(2:3-4) Dicha mente descansa en Dios. ¿Y quién que viva en la Inocencia sin hacer otra cosa que amar podría tener miedo?

Cuando hemos elegido al Espíritu Santo como nuestro Maestro, Él nos recuerda que nuestra verdadera realidad es la Unicidad del Cielo. Incidentalmente, “Inocencia” aquí se refiere a Dios, en Quien no puede morar ningún pecado.

(3:1) «Es esencial para tu progreso en este curso que aceptes la idea de hoy y que la tengas en gran estima.»

Cuando Jesús habla así, debes prestar mucha atención, porque te está diciendo que si realmente quieres progresar, es esencial que te des cuenta de que tu identidad no es el cuerpo sino la mente. Por lo tanto, todo lo que has creído acerca de ti mismo y de los demás está equivocado, ya que se basó en la percepción de que la separación, el mundo y el cuerpo son reales. Por lo tanto, Jesús está enfatizando la necesidad de estar atentos a la idea del día, que se repite a lo largo de la lección.

(3:2) «No te preocupes si al ego le parece completamente descabellada.»

Debes darte cuenta de que eres el ego del que habla Jesús, y para ti esto es una locura. Reconoce que crees que Jesús es un cuerpo, que te habla como un cuerpo y te dice lo que debes hacer. Recuerda la línea importante:

“Identificas todo lo que reconoces con cosas externas, con algo externo a ello mismo. Ni siquiera puedes pensar en Dios sin imaginártelo en un cuerpo, o en alguna forma que creas reconocer.” (T-18.VIII.1:6-7)

Sin embargo, dado que Jesús no es un cuerpo, ciertamente no le estaría diciendo a tu cuerpo qué hacer. Más bien, él apela a tu mente para que lo elijas en tu mente, y a partir del amor que has elegido, el cuerpo automáticamente reflejará su propósito de perdón. Sin embargo, se necesita gran diligencia y práctica para reconocer, y luego aceptar, la locura de la identificación corporal – para Dios, Jesús y nosotros mismos.

(3:3-4) «El ego tiene en gran estima al cuerpo porque mora en él, y no puede sino vivir unido al hogar que ha construido. Es una de las partes de la ilusión que ha ayudado a mantener oculto el hecho de que él mismo es algo ilusorio.»

Una aclaración de la oración 3: El ego no reside realmente en el cuerpo, porque la mente no puede estar en una proyección – «las ideas no abandonan su fuente». Sin embargo, la estrategia del ego nos dice que nuestro yo, que ahora es un ego, realmente reside en un cuerpo. Estas declaraciones reflejan así la estrategia del ego doblemente blindada. El segundo escudo es el cuerpo, que fue fabricado para mantener el pensamiento de separación y culpa ocultos, el primer escudo del ego. El propósito del cuerpo, por lo tanto, es evitar que descubramos que el ego no es más que un pensamiento que habíamos decidido que es la verdad. Sin embargo, desde que tomamos la decisión, podemos cambiar de mentalidad al respecto. Una vez más, el enfoque está en cambiar nuestra atención del ser físico y psicológico a la fuente, la decisión tomada por la mente de no ser tal como Dios la creó.

(4:1) «Ahí se esconde y ahí se le puede ver como lo que es.»

El ego se esconde en el cuerpo y, por lo tanto, cuando ves el cuerpo como lo que realmente es, verás el ego como lo que realmente es. Al igual que el ego, el cuerpo es separación – una prisión de limitación – diseñada para mantenernos alejados del Amor de Dios.

(4:2) «Declara tu inocencia y te liberas.»

Jesús nos dice: “Regresa conmigo al instante santo, donde serás inocente y libre, ya no serás pecaminoso ni atado”. Nada ha cambiado con el cuerpo, pero el sistema de pensamiento de la mente ha cambiado – de la culpa a la ausencia de culpa, del miedo al amor. Este cambio se logra al traer nuestras tenebrosas ilusiones de separación a la luz redentora de la Expiación. Así se proclama nuestra inocencia eterna, al reconocer con alegría nuestra redención:

“Ese “secreto por el que te sientes culpable” no es nada, y si lo sacas a la luz, la Luz lo desvanecerá. No quedará entonces ninguna nube tenebrosa que pueda interponerse entre ti y el recuerdo de tu Padre, pues recordarás a Su inocente Hijo, que no murió porque es inmortal. Y te darás cuenta de que fuiste redimido junto con él y de que nunca has estado separado de él…Pues el hijo redimido del hombre es el Hijo inocente de Dios, y reconocerlo «es» tu redención.” (T-13.II.9:2-4,7)

(4:3-4) «El cuerpo desaparece al no tener tú ninguna necesidad de él, excepto la que el Espíritu Santo ve en él. A tal fin, el cuerpo se percibirá como una forma útil para lo que la mente tiene que hacer.»

El cuerpo no se desvanece en el aire, sino que se convierte en un aula en la que la mente, con su Maestro recién elegido, aprende las lecciones que deshacen su creencia en el cuerpo. Por lo tanto, el propósito del ego para el cuerpo desaparece en la visión de curación del Espíritu Santo, en donde el cuerpo sirve a un propósito amoroso en lugar de uno carente de amor, que representa a la vida en lugar de la muerte:

“El Espíritu Santo te enseña a usar el cuerpo sólo como un medio de comunicación entre tus hermanos y tú, de modo que Él pueda enseñar Su mensaje a través de ti. Esto los curará y, por lo tanto, te curará a ti…No permitas que el cuerpo sea el reflejo de una mente dividida. No dejes que sea una imagen de la percepción de pequeñez que tienes de ti mismo. No dejes que refleje tu decisión de atacar. Se reconoce que la salud es el estado natural de todas las cosas cuando se deja toda interpretación en manos del Espíritu Santo, Quien no percibe ataque en nada. La salud es el resultado de abandonar todo intento de utilizar el cuerpo sin amor. La salud es el comienzo de la correcta perspectiva con respecto a la vida bajo la dirección del único Maestro que sabe lo que ésta es, al ser la Voz de la Vida Misma.” (T-8.VIII.9:1-2, 5-10)

(4:5) «De este modo se convierte en un vehículo de ayuda para que el perdón se extienda hasta la meta todo abarcadora que debe alcanzar, de acuerdo con el plan de Dios.»

El cuerpo, que no tiene significado en sí mismo, se convierte en el medio para cumplir el plan de la Expiación: el “plan de Dios”. Esta es la verdadera fuente de dicha, porque ya no permitimos que el plan de ataque del ego oscurezca la gentil luz del perdón, nuestro único propósito y objetivo:

“La dicha procede de un propósito unificado, y un propósito unificado es algo que es únicamente propio de Dios. Cuando tu propósito está unificado es el Suyo. Si crees que puedes interferir en Su propósito necesitas salvación. Te has condenado a ti mismo, pero la condenación no es algo que proceda de Dios.” (T-8.VII.15:1-4)

(5:1-2) «Ten en gran estima la idea de hoy, y ponla en práctica hoy y cada día. Haz que pase a formar parte de cada sesión de práctica que lleves a cabo.»

En lugar de tener en gran estima nuestro ego y nuestra culpa, Jesús nos pide que aceptemos y apreciemos su sistema de pensamiento, el Curso que lo enseña y su maestro – tenerlos en gran estima porque felizmente nos sacan de la prisión. Nunca debemos ser tan arrogantes como para pensar que sabemos lo que más nos conviene.

(5:3-5) «No hay pensamiento cuyo poder de ayudar no aumente con esta idea, ni ninguno que de esta manera no adquiera regalos adicionales para ti. Con esta idea hacemos resonar la llamada a la liberación por todo el mundo. ¿Y estarías acaso tú excluido de los regalos que haces? »

Nuevamente nos topamos con el tema de dar y recibir como lo mismo: si doy el regalo, lo recibo; si te lo ofrezco, lo acepto para mí mismo. El mundo es así sanado porque el mundo es uno con nosotros. En esta visión de libertad, el propósito de la Expiación se cumple – «para todos»:

“La ofrenda de la Expiación es universal. Es aplicable por igual a todo el mundo y en cualquier circunstancia…Curar es muy simple. La Expiación se recibe y se ofrece. Habiéndose recibido, tiene que haberse aceptado. Es en el recibir, pues, donde yace la curación. Todo lo demás se deriva de este único propósito.” (M-22. 6:1-2, 10-14)

(6:1-4) «El Espíritu Santo es el hogar de las mentes que buscan la libertad. En Él han encontrado lo que buscaban. El propósito del cuerpo deja de ser ahora ambiguo. Y su capacidad de servir un objetivo indiviso se vuelve perfecta.»

Ya no busco la libertad fuera de mí, sino sólo dentro. El único propósito del cuerpo es ser un salón de clases que mi Maestro pueda usar para instruirme en el perdón, el significado de mentalidad correcta de la comunicación dentro del sueño de separación y odio del ego. Sólo veo ese propósito en todo lo que hago hoy, el pensamiento unificador que hace que mi vida tenga significado y deshace la falta de significado del especialismo y el ataque:

“Cuando el cuerpo deje de atraerte y ya no le concedas ningún valor como medio de obtener algo, dejará de haber entonces interferencia en la comunicación y tus pensamientos serán tan libres como los de Dios. A medida que le permitas al Espíritu Santo enseñarte a utilizar el cuerpo sólo como un medio de comunicación y dejes de valerte de él para fomentar la separación y el ataque, que es la función que el ego le ha asignado, aprenderás que no tienes necesidad del cuerpo en absoluto. En el instante santo no hay cuerpos, y lo único que se experimenta es la atracción de Dios. Al aceptarla como algo completamente indiviso te unes a Él por completo en un instante, pues no quieres imponer ningún límite en tu unión con Él.” (T-15.IX.7:1-4)

(6:5) «Y en respuesta libre de conflicto e inequívoca a la mente que sólo tiene como objetivo el pensamiento de libertad, el cuerpo sirve su propósito y lo sirve perfectamente.»

Seguimos en conflicto en la medida en que vemos el cuerpo como un hogar protector y fuente de placer o dolor. Mientras nuestra meta sea hacer que el cuerpo sea real – positiva o negativamente – nunca podremos aceptar el único objetivo del Espíritu Santo de considerar al cuerpo como una herramienta de aprendizaje. En un pasaje particularmente hermoso, Jesús describe el santo propósito de perdón del cuerpo cuando se convierte en el instrumento de Cristo y Su santa visión:

“¿De dónde podría proceder tu paz «sino» del perdón? El Cristo en ti contempla solamente la verdad y no ve ninguna condenación que pudiese necesitar perdón. Él está en paz «porque» no ve pecado alguno. Identifícate con Él, ¿y qué puede tener Él que tú no tengas? Cristo es tus ojos, tus oídos, tus manos, tus pies. ¡Qué afables son los panoramas que contempla, los sonidos que oye! ¡Qué hermosa la mano de Cristo, que sostiene a la de Su hermano! ¡Y con cuánto amor camina junto a él, mostrándole lo que se puede ver y oír, e indicándole también donde no podrá ver nada y donde no hay ningún sonido que se pueda oír!…Regocíjate de no tener ojos con los que ver, ni oídos con los que oír, ni manos con las que sujetar nada, ni pies a los que guiar. Alégrate de que el único que pueda prestarte los Suyos sea Cristo, mientras tengas necesidad de ellos. Los Suyos son ilusiones también, lo mismo que los tuyos. Sin embargo, debido a que sirven a un propósito diferente, disponen de la fuerza de éste. Y derraman luz sobre todo lo que ven, oyen, sujetan o guían, a fin de que tú puedas guiar tal como fuiste guiado.” (T-24.V.3, 5)

(6:6-7:3) «Al no poder esclavizar, se vuelve un digno servidor de la libertad que la mente que mora en el Espíritu Santo persigue.

Sé libre hoy. Y da el regalo de libertad a todos aquellos que creen estar esclavizados en el interior de un cuerpo. Sé libre, de modo que el Espíritu Santo se pueda valer de tu liberación de la esclavitud y poner en libertad a los muchos que se perciben a sí mismos encadenados, indefensos y atemorizados.»

Nos convertimos en maestros de la verdad al ejemplificarla. Con mi paz cada vez mayor, independientemente del destino del cuerpo, me convierto en un brillante recordatorio para que otros puedan elegir como yo lo hice. En el siguiente pasaje, parte del cual ya nos resulta muy familiar, Jesús nos exhorta a demostrar su mensaje resucitado de libertad, perdón y paz que redime al mundo de sus pesadillas de crucifixión:

“¿Qué prefieres, unirte a la resurrección o a la crucifixión? ¿Condenar a tus hermanos o liberarlos? ¿Te gustaría trascender tu prisión y ascender hasta el Padre?…Cree en la resurrección porque ésta ya se ha consumado, y se ha consumado en ti. Esto es tan cierto ahora como lo será siempre, pues la resurrección es la Voluntad de Dios, Quien no sabe de tiempo ni de excepciones…No hallarás paz hasta que hayas extraído los clavos de las manos del Hijo de Dios y hayas sacado la última espina de su frente…No enseñes que mi muerte fue en vano. Enseña, más bien, que no morí, demostrando que vivo en ti. Pues poner fin a la crucifixión del Hijo de Dios es la tarea de la redención, en la cual todo el mundo juega un papel igualmente importante.” (T-11.VI.2:1-3; 4:6-7; 7:1, 3-5)

Nuestra redención se logra, no por nuestras palabras o acciones, sino por la simple tranquilidad dentro de nuestras mentes que dice: “Elijo recordar que no soy un cuerpo, y tú, hermano mío, puedes hacer la misma elección, porque el mismo maestro vive en ambos.”

(7:4-6) «Permite que el amor reemplace sus miedos a través de ti. Acepta la salvación ahora, y entrégale tu mente a Aquel que te exhorta a que le hagas este regalo. Pues Él quiere darte perfecta libertad, perfecta dicha, así como una esperanza que alcanza su plena realización en Dios.»

El tema de la esperanza regresa en la próxima lección, pero recordemos que la esperanza no proviene de un cambio externo. Un Curso de Milagros, por ejemplo, no funcionará en el mundo, ni traerá un cuerpo más feliz viviendo un sueño más feliz. La esperanza en este curso radica en el Maestro que nos guía fuera del sueño al llevarnos a nuestras mentes correctas, permitiéndonos así tomar la decisión correcta. Para que esto suceda, sin embargo, debemos buscar la alegría donde está, no donde no está:

“¿De qué otra forma puedes encontrar dicha en un lugar desdichado, excepto dándote cuenta de que no estás en él? Tú no puedes estar donde Dios no te ubicó, y Dios te creó como parte de Él. Eso es al mismo tiempo donde estás y lo que eres. Esto es algo completamente inalterable. Es inclusión total. No puedes cambiarlo ahora ni nunca. Es verdad para siempre. No es una creencia, sino un Hecho.” (T-6.II.6:1-8)

(8:1-3) «Tú eres el Hijo de Dios. Vives en la inmortalidad para siempre. ¿No te gustaría retornar tu mente a esto? »

Retornar nuestras mentes a Dios significa recuperar nuestros pensamientos divagantes que, siguiendo la estrategia del ego, nos llevaron al mundo corporal de las relaciones especiales. De vuelta en nuestras mentes, elegimos de nuevo – negar lo que nunca ocurrió y aceptar lo que siempre ha sido. Recuerda las líneas finales en el poema de Helen, “Song to My Self”:

“Nunca dejé la casa de mi padre. Qué necesidad
¿Tengo que regresar a Él de nuevo?”

(Los Regalos de Dios, p. 38)

(8:4-9) «Practica entonces debidamente el pensamiento que el Espíritu Santo te da para el día de hoy. En él tus hermanos y tú os alzáis liberados; el mundo es bendecido junto contigo; el Hijo de Dios no volverá a llorar y el Cielo te da las gracias por el aumento de gozo que tu práctica le proporciona incluso a él. Dios Mismo extiende Su amor y felicidad cada vez que dices:

No soy un cuerpo. Soy libre. Oigo la Voz que Dios me ha dado, y es sólo esa Voz la que mi mente obedece.»

Este es el regalo de dicha que damos a todos, incluso a nosotros mismos. El amor y la paz que experimentamos en el interior es el efecto de elegir al Espíritu Santo como nuestra única Voz. Así se libera al mundo de la tristeza, a medida que nuestras felices voces se unen como una sola, junto con las de Helen en “A Brother’s Prayer” (La Oración de un Hermano):

“Hay un final para el dolor. Lo que se hizo
Será deshecho. Los juguetes transitorios de rencor
Se convertirán en polvo. Las cosas del tiempo se disiparán
Y se desvanecerán en la nada. La noche
De los malos sueños cederá suavemente a la luz.
Todas las cosas que Dios creó no cerrarán
Como comenzaron, en secreto y en verguenza,
Que, nunca naciendo, no pueden oponerse
A la santa Voluntad de Dios de dejar que el perdón enmarque
El rostro de Cristo, que entra en Su Nombre.
¿Qué necesitamos hacer para que el perdón llegue?
Nada. Sólo tenemos que darnos cuenta de que nosotros
Y todo el mundo juntos somos la suma
De toda promesa de salvación. Yo soy el
Que habla la Palabra de Dios, y tú junto conmigo.
Hay un final para el dolor. En la Voluntad de Dios
El Cristo descansa serenamente. El santo Hijo de Dios
Es todo lo que es la creación, porque él es todavía
Tal como Dios lo creó. Para siempre uno,
Su Palabra es inmutable; dicha, está hecha.
El parpadeo de un instante está entre
Nosotros y se completa la salvación. ¿Necesitamos hacer
más de lo que Dios pide? Se ve el rostro de Cristo
Y luego se hace invisible para siempre.
El dolor también ha desaparecido, y yo junto contigo.”

(Los Regalos de Dios, p. 63) “

~ Del libro “Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM” por el Dr. Kenneth Wapnick




















LECCIÓN 199

"No soy un cuerpo. Soy libre."

Comentada por:
Oscar Gómez Díez 

¿Si no soy un cuerpo, entonces que soy? Soy una mente. Y la naturaleza de la mente es ser libre e ilimitada. No hay cuerpo que pueda contener a la mente. 

Pero en este mundo nos percibimos como un cuerpo, y creemos que nuestra mente está aprisionada por el cuerpo, o, inclusive que la mente hace parte del cuerpo, que es el cerebro el que piensa. Que somos producto de la materia que se creó a sí misma. Hemos invertido la realidad: La materia, la forma, que es limitada y finita. que está sujeta a las leyes del tiempo, que se degrada y muere, crea a lo que no tiene forma, que es ilimitado y eterna. 

De ahí que Jesús nos dice:
"El cuerpo es un límite."
 "No podrás ser libre mientras te percibas a ti mismo como un cuerpo."
 identificarte con el cuerpo es un intento por limitar a la mente, pero es sólo eso, un intento. 
Por la noche cuando nos acostamos a dormir y soñamos, alli no somos conscientes del cuerpo, nos experimentamos aparte del cuerpo. Cuando el cuerpo se aquieta, podemos sentir como la mente se despliega mucho más allá de los límites del cuerpo, de ahí la importancia de los momentos de quietud y silencio que se nos pide en nuestras prácticas diarias, es en esas meditaciones donde experimentamos los instantes santos, en que conectamos con nuestra realidad inmortal y nos reconocemos como seres de luz, ilimitados, eternos y amorosos. En el instante santo nos reconocemos como mente y actuamos como mente, y somos totalmente libres. 

"La mente que está al servicio del Espíritu Santo es ilimitada para siempre y desde cualquier punto de vista, transciende las leyes del tiempo y del espacio; está libre de ideas preconcebidas y dispone de la fortaleza y del poder necesarios para hacer cualquier cosa que se le pida." una mente así vive en paz consigo misma, se ha liberado del miedo, pues sabe que es invulnerable, y por lo tanto, no tiene pensamientos de ataque, pues no juzga, sólo contempla con amor cualquier ilusión que se haya inventado, y se perdona con la sonrisa de su propia inocencia. 

"La mente puede ser liberada cuando deja de verse a sí misma como que está dentro de un cuerpo, firmemente atada a él y amparada por su presencia." nuestra libertad comienza cuando dejemos de identificarnos con el cuerpo, por eso la idea del día: "No soy un cuerpo. Soy libre."

Es el ego el que se identifica con el cuerpo, pues lo fabricó con el propósito de hacer real la separación, con el propósito de ocultarse de Dios y de su supuesto castigo al creer que había desafiado a la Creación. 
"El ego tiene en gran estima al cuerpo porque mora en él, y no puede sino vivir unido al hogar que ha construido." el cuerpo le ayuda al ego a ocultarse del hecho que él mismo es  una ilusión. 

"El Espíritu Santo es el hogar de las mentes que buscan la libertad."  si reconocemos nuestro verdadero Hogar, habremos dado un paso gigantesco en nuestra liberación. Pues el cuerpo que se fabricó como un instrumento ilusorio para atacar con el propósito de liberarse de la culpa, se le puede dar otro uso: ser un instrumento de comunicación al servicio del Espíritu Santo para extender amor en vez de proyectar culpa, para perdonar en vez de atacar. 

De esta manera el cuerpo "se convierte en un vehículo de ayuda para que el perdón se extienda hasta la meta todo abarcadora que debe alcanzar, de acuerdo con el plan de Dios."

PRÁCTICA LARGA:

Para el ejercicio de hoy recordaremos siempre que "Tú eres el Hijo de Dios. Vives en la inmortalidad para siempre. ¿No te gustaría retornar tu mente a esto?" para ello practicaremos debidamente el pensamiento que el Espíritu Santo nos regala hoy. 

Aquiétate durante 5 minutos como mínimo, o hasta 15 o 30 minutos, de acuerdo a tu disposición, en dos ocasiones  en el transcurso del día, preferiblemente una en la mañana y la  otra en la noche. Respira lenta y profundamente y mientras te vas relajando con la respiración, ve introduciendo  en tu consciencia la idea de hoy: 

"No soy un cuerpo. Soy libre. Oigo la Voz que Dios me ha dado, y es sólo esa Voz la que mi mente obedece."

Y en la medida que profundizas en tu meditación,  pídele al Espíritu Santo que te ayude a experimentar tu realidad inmortal, una mente libre e ilimitada, llena de un gozo infinito de paz y amor, y déjate llevar, estás en manos seguras, cuya luz iluminará el camino de tu regreso a casa, al corazón de Dios. 

"PRÁCTICAS CORTAS Y FRECUENTES:

Recuerda sentarte y  aquietarte durante 2 minutos cada hora, y recordar quien en verdad eres, una mente libre y dichosa de sí misma, diciéndote en silencio:

"No soy un cuerpo. Soy libre. Oigo la Voz que Dios me ha dado, y es sólo esa Voz la que mi mente obedece."

RESPUESTA A LA TENTACION:

Si a lo largo del día, sientes algún dolor, miedo o pensamiento de ataque, recuerda tu verdadera naturaleza, de ser inmortal e invulnerable y libre de todo dolor diciéndote:

"No soy un cuerpo. Soy libre."

Y en cualquier momento de duda y flaqueza recuerda esto:
 “…la Voluntad de Dios no tiene límites, y todo poder y gloria residen en ella. Su fuerza, su paz y su amor son ilimitados. No tiene límites porque su extensión es ilimitada, y abarca todas las cosas porque las creó, y al crearlas, las hizo parte de sí misma. Tú eres la Voluntad de Dios porque así es como fuiste creado. Debido a que tu Creador crea únicamente a Semejanza Propia, eres como Él. Eres parte de Aquel que es todo poder y gloria, y, por lo tanto, eres tan ilimitado como Él.” (T-8.II.7)

Declara tu inocencia y serás libre, proclama tu libertad hoy, no hay otro momento y no hay otro lugar, el momento es ahora y la decisión es ahora, pues no existe otro momento y otro lugar para ser lo que eres, lo que has sido siempre y serás por siempre. El momento es hoy, el Amor espera tu decisión de liberarte del tiempo y adentrarte a la eternidad. 








TEXTO Cap 19



















CELEBRANDO EL MILAGRO 

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BENDICIONES!







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