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Sanando con Jesús: Tu idea de baja o
alta autoestima no tiene razón ser pues tu valía la estableció Dios.
Presentada por:
Jorge Luis Álvarez Castañeda
TEORÍA
Partimos de la definición del diccionario de autoestima
como un conjunto de percepciones, pensamientos y sentimientos que tenemos de
nosotros mismos. Y esta manera de vernos, desde la mirada de Un curso de
milagros, se relaciona con el maestro que guíe nuestras mentes: el ego o el
Espíritu Santo. Con el ego oscilaremos entre la grandiosidad u orgullo y la
pequeñez. Nos valoraremos por lo que tengamos, por el reconocimiento de los
demás, por las metas que alcancemos que siempre nos van a generar
insatisfacción porque, con el ego, siempre buscamos pero no encontramos. La
grandiosidad requiere competencia, comparaciones, juicios, grados, niveles para
ver quien es mejor que el otro, quien tiene más poder. Esto implica siempre
ataque por la sensación de vulnerabilidad que acompaña siempre al ego como manifestación
de las leyes de caos que rigen este mundo.
Con el Espíritu Santo estaremos en la Grandeza y la valía
de Dios. La Grandeza proviene de Dios como Expresión de Su Amor. Desde tu
grandeza tan sólo puedes bendecir porque tu grandeza es tu abundancia. Cuando
bendices la conservas en tu mente y la proteges de las ilusiones. Cuando me
olvido que estoy en la mente de Dios me desespero y ataco. Mi valía la da el
saber que comparto la mente de Dios.
Llegamos a este mundo del ego y empezamos a recibir un
conjunto de valores y creencias donde empezamos a fabricar un personaje que
empieza a formarse con los valores del deseo de creerse mejor y especial que
sus hermanos. Este proceso lo describe
Jesús en el capítulo 31 sección V párrafo 1:
1.
“Las enseñanzas del mundo se basan en un concepto del yo que se ajusta a la
realidad mundana. 2 Y como tal, se adapta muy bien a ella, 3 pues es una imagen
que encaja perfectamente en el mundo de sombras e ilusiones. 4 En él se
encuentra como en su casa, y todo lo que ve es uno con ella. 5 El propósito de
las enseñanzas del mundo es que cada individuo forje un concepto de sí mismo. 6
Éste es su propósito: que vengas sin un yo y que fabriques uno a medida que
creces. 7 Y cuando hayas alcanzado la “madurez” ya lo habrás perfeccionado, y
así podrás enfrentarte al mundo en igualdad de condiciones y perfectamente
adaptado a sus exigencias”. T-31.V. 1:1-7
En
esta sección, Jesús, dice que forjas un concepto que no guarda semejanza con el
Hijo de Dios que eres. El ser, el yo, del ego, es un ser conflictivo, carente,
sometido a la pérdida, al sufrimiento, al dolor, a la enfermedad y a la muerte.
Surgió, después de la creencia en la separación de Dios. El concepto del yo que
forja este mundo presenta dos caras. Por un lado, una cara de inocencia que
pretende desligarse de un mundo que se cree perverso e injusto. Los otros son
los del problema, yo no tengo nada que ver con lo que sucede en el mundo, me
considero una víctima de él. La otra cara, tiene un contenido de miedo y ataque
y de acusación a mi hermano por lo que creo ha hecho de mí. Conviertes a tu
hermano en el símbolo de tus propios pecados y lo condenas por esa cosa odiosa
que no aceptas en ti mismo.
Todo
aprendizaje que el mundo dirige pretende que adquieras las leyes de este mundo
que, en el fondo, tienen un contenido conflictivo. Por eso, Jesús, las llama
del caos y que buscan que tu vida se rija por ellas y las tomes como la
verdad. Recordemos las leyes del caos:
- La
primera ley del caos dice que la verdad es diferente para cada persona.
- La
segunda dice que no hay nadie que no peque y, por lo tanto, todo el mundo
merece ataque y muerte.
- La
tercera ley del caos se relaciona con el temor a Dios quien nos va a castigar
tarde que temprano.
- La
cuarta es que posees aquello de lo que te apropias y, por lo tanto, siempre
habrá ganadores y perdedores.
- La quinta ley del caos parte de que hay un substituto para el amor. Esta es la magia que curará todo tu dolor. Esta es la razón de que tengas que atacar. Es lo que hace que tu venganza esté justificada.
Una
vida construida con estos principios no puede sino causar conflictos de todo
tipo. Con este concepto que hemos forjado acerca de nosotros mismos, no es
posible que tengamos paz interior. Necesitamos la ayuda del Espíritu Santo para
que pueda ser deshecho este concepto. Este concepto está basado en lo externo,
en posesiones, en el reconocimiento de otros, etc. No hay pruebas de lo que
creemos que tu hermano ha hecho de ti sea cierto. Necesitas creerlo para
mantenerte inocente y víctima de los otros y, así, tener a quien culpar. ¿Dónde
está tu responsabilidad al aceptarla visión de tu hermano acerca de ti? Tu
hermano puede decir de ti lo que quiera. El que lo aceptes o no, es tu
responsabilidad. Pero el juego del victimismo, te conviene. Ya, Jesús, lo ha
explicado en el Capítulo 27 sección primera párrafo 1:
“El
deseo de ser tratado injustamente es un intento de querer transigir combinando
el ataque con la inocencia" T-27. I.1: 1
Cargas
tanta culpa, reflejo de la culpa ancestral inconsciente por la creencia en la
separación de Dios, a las cuales les sumamos las culpas que hemos adquirido en
esta vida, que necesitas a quien proyectarla así sea a costa de tu bienestar.
Tu
concepto del mundo se relaciona con el que tienes de ti mismo. Ambos
desaparecerían si cualquiera de ellos se pusiera en duda. El concepto del yo ha
sido la gran preocupación del mundo. Y cada individuo cree que tiene que
encontrar la solución al enigma de lo que él es. Jesús, nos dice que sólo nos relacionamos con
nosotros mismos y que si somos testigos de un mundo culpable es porque lo
consideras tal como te consideras a ti mismo. Si algo te puede herir, lo que
estás viendo es la representación de tus deseos secretos de querer atacar.
Sobre
la relación del mundo que veo y el juicio que tengo con respecto a mí mismo nos
dice Jesús en el Capítulo 20 sección III párrafo 5:
5. ¿Te has preguntado alguna vez cómo es realmente el mundo y qué aspecto
tendría si se contemplase con ojos felices? El mundo que ves no es sino un
juicio con respecto a ti mismo. No existe en absoluto. Tus juicios, no
obstante, le imponen una sentencia, la justifican y hacen que sea real. Ése es
el mundo que ves: un juicio contra ti, que tú mismo has emitido. El ego protege
celosamente esa imagen enfermiza de ti mismo, pues ésa es su imagen y lo que él
ama, y la proyecta sobre el mundo. Y tú te ves obligado a adaptarte a ese mundo
mientras sigas creyendo que esa imagen es algo externo a ti y que te tiene a su
merced. Ese mundo es despiadado, y si se encontrara fuera de ti, tendrías ciertamente
motivos para estar atemorizado. Pero fuiste tú quien hizo que fuera inclemente,
y si ahora esa inclemencia parece volverse contra ti, puede ser corregida. T-20.III. 5:1-7
Forjarás
distintos conceptos de ti mismo. Cada uno producirá cambios que se reflejarán
en tus relaciones, a medida que la manera como te percibas vaya cambiando. El
papel de acusador se presentará pero confía en que se irá superando con la
ayuda del Espíritu Santo. El único estado de ánimo que el Espíritu Santo
fomenta es uno de dicha. No enseña a juzgar a otros. El Espíritu Santo nos
enseña que para poder tener hay que dar todo a todos y que el tener y el ser no
son opuestos. Nos enseña a reaccionar al ego propio y al de los demás como si
no fuera verdad, es decir, verlo como una ilusión que se puede corregir y que
no es de Dios.
Relacionado
con el concepto que se tiene de sí mismo está el concepto de autoestima y de
valía. Para el ego, la valía se relaciona con el tener y continuamente se está
en función de las comparaciones entre niveles, logros, dinero. El ser no
cuenta. Para el Curso la valía la estableció Dios y no tiene relación con lo
que hagamos o dejemos de hacer, con lo que digan o hagan los demás en relación
a nosotros. Es intrínseca a nuestra condición de Hijos Dios.
Hay
relación entre la percepción y la consideración de la valía. La percepción, que
es intrínsecamente enjuiciadora, comenzó con la creencia en la separación de
Dios. Ahí, surgen los niveles y comparaciones que nos mantienen en la
inseguridad de si estamos haciendo las cosas como los otros consideran
importante y valioso, sumándole a esto, los continuos cambios que son
inherentes al mundo del ego. La percepción necesita la creencia en un “mas” y
un “menos” que entraña selectividad a todo nivel y este proceso de selección de
lo que consideramos importante implica el evaluar ya que para poder seleccionar
necesitamos juzgar. Así, las comparaciones de la percepción influyen en la
concepción de valía que se tiene. Por eso, el cómo nos vemos y como creemos que
nos ven, hace que nuestra consideración de nuestra valía cambie continuamente
pudiéndonos causar malestar. Esto desde la mirada del ego.
Desde
la mirada del Espíritu Santo, no necesito hacer comparaciones en la forma con
mis hermanos. Me centro en el contenido del Curso:
“El Hijo de Dios es inocente y en su
inocencia radica su salvación”.
No
tengo ninguna duda con respecto a mi valía. Esto lo consigo mediante el perdón,
que es lo que sana la percepción de la separación. Se hace necesario percibir
correctamente al hermano porque las mentes han decidido percibirse así mismas
como separadas. Tu valía está más allá de la percepción porque está más allá de
toda duda. Se trata de no percibirse bajo ninguna otra luz. Es conocerse en la
Única Luz de Dios en la cual el milagro de la corrección de nuestra mente se
alza con perfecta claridad.
Esto
lo aclara Jesús en el capítulo 4 sección I párrafo 1:
1. “El que enseñes o aprendas no es lo que establece tu valía . 2 Tu valía la estableció Dios. 3 Mientras sigas oponiéndote a esto, todo lo que hagas te dará miedo, especialmente aquellas situaciones que tiendan a apoyar la creencia en la superioridad o en la inferioridad. 4 Los maestros tienen que tener paciencia y repetir las lecciones que enseñan hasta que se aprendan. 5 Yo estoy dispuesto a hacer eso porque no tengo derecho a fijar los límites de tu aprendizaje por ti. 6 Una vez más, nada de lo que haces, piensas o deseas es necesario para establecer tu valía. 7 Este punto no es debatible excepto en fantasías. 8 Tu ego no está nunca en entredicho porque Dios no lo creó. 9 Tu Espíritu no está nunca en entredicho porque Él lo creó. 10 Cualquier confusión al respecto es ilusoria, y mientras esta ilusión perdure ninguna forma de dedicación es posible”
T-4.
I. 7:1-10
Siempre estamos enseñando y aprendiendo
en relación a lo que creemos ser y a lo que creemos que son los otros para
nosotros. Y, en ese proceso, si estamos influidos por el ego, podemos hacer
juicios descalificatorios de nosotros mismos y de nuestros hermanos, lo que nos
puede llevar al miedo al aceptar los criterios de superioridad o inferioridad
del ego. Pero Jesús, es muy claro: _“Tu *valía* la estableció Dios”_.
Es una afirmación de confianza en Dios. De aceptación de la verdadera identidad
como Hijos de Dios que nos caracteriza pues, _“nada de lo que haces, piensas
o deseas es necesario para establecer tu ¨*valía”*. Si esto no lo tenemos claros estaremos a
merced de los cambiantes juicios del ego, siempre basados en criterios externos que
nos llevan a valorarnos por lo que consigamos y por el cómo nos vean los demás
desconociendo nuestra condición de Hijos de Dios. Si Dios no creó el ego, los
criterios de este no deberían ser los que nos guíen. Se trata de no escuchar al
ego. De escuchar únicamente a Dios. Por eso nos dice Jesús en el capítulo 4
sección I párrafo 10:
”Libérate
y libera a otros. No le ofrezcas a otros una imagen de ti mismo falsa e indigna
ni tampoco aceptes una imagen similar de ellos”.
T-4. I. 10:6-7
¿Cómo
veo a mi hermano? El ego pretende que lo vea como un ser carente, conflictivo,
perdedor, vulnerable e incapaz de amar. Si veo esa imagen en mis hermanos la
habré aceptado en mí. Si transmito esta imagen a mi hermano se presenta una
doble traición: a mí mismo y a mi hermano, pues ambos somos Hijo de Dios.
Se
trata de honrar a todos tus hermanos a quienes Dios creó dignos de amor y a quienes
Él honra. Estar separados de ellos es estar separado de Dios. Para conocer mi
propia perfección tengo que reconocer también la perfección de mis hermanos.
Por lo tanto, sino acepto la valía de mis hermanos no puedo aceptar la mía. De
ahí, que todos los juicios descalificadores que hago hacia mis hermanos afectan
la manera como veo mi propia valía. Pero, a pesar de las resistencias del ego
en mi mente sólo hay un Maestro que enseña la misma lección a todo el mundo: Soy
tal como Dios me creó (Lección 162) y que se traduce en la inestimable
valía de cada Hijo de Dios que nunca se ha perdido ni se perderá a pesar de los
ataques de ego. De nuevo, queda claro que mi valía no depende de nada externo.
Atacas
a tu hermano porque crees que te falta algo. La salida que nos propone Jesús es
que compartas tu abundancia con tus hermanos y enseña a tus hermanos a conocer
la suya. No compartas tus ilusiones de escasez. La esencia de la
desvalorización es negar la Fortaleza que hay en ti que proviene de Dios.
Y esto niega la Voluntad de Dios que quiere
para mí perfecta felicidad como dice la lección 101. La Voluntad de Dios es que
seas completamente feliz, ahora. Esa debe ser también tu voluntad y también la
de tus hermanos.
En
tu mente hay dos evaluaciones respecto a ti mismo y ambas no pueden ser
ciertas. El Espíritu Santo no se engaña respecto a lo que eres. El ego te
engaña respecto a todo lo que haces. Cuando respondes amorosamente es muy
posible que te ataque puesto que te ha evaluado como incapaz de ser amoroso y te
estás oponiendo a su juicio.
Jesús
nos dice en el capítulo 9 sección VIII párrafo 5:
”Si
eliges considerarte a ti mismo como incapaz de ser amoroso no podrás ser feliz.
Te estarás autocondenando y no podrás por menos que considerarte inadecuado”.
T-9.V. 5:1-2
Ese
considerarte inadecuado es lo que pretende el ego para que te dediques a buscar
y buscar y no hallar afuera, desconociendo el carácter amoroso que te habita como
Hijo de Dios que eres que es lo único que te puede hacer feliz. Y si mi siento
inadecuado y no soy feliz, tengo problemas con mi valía.
A
pesar de disponer de la Grandeza de Dios, me he decidido por la pequeñez del
ego sustentada en ilusiones que representan cosas imaginarias procedentes de
pensamientos falsos. La pregunta es: ¿Quién decidió el verme desvalorizado y
centrarme en la pequeñez? Esta pregunta para el sistema de pensamiento del ego
no tiene sentido pues lo pondría en cuestión.
Jesús,
nos responde en el Capítulo 27 sección VIII párrafo 10:
_”El secreto de la salvación no es sino éste: que eres tú el que se está haciendo todo esto a sí mismo. No importa cuál sea la forma del ataque, eso sigue siendo verdad. No importa quién desempeñe el papel de enemigo y quién el de agresor, eso sigue siendo verdad. No importa cuál parezca ser la causa de cualquier dolor o sufrimiento que sientas, eso sigue siendo verdad”
T-27.VIII. 10: 1-4
Todo nos lo hacemos a
nosotros mismos con nuestras interpretaciones de acuerdo al maestro que
escojamos: el ego o el Espíritu Santo. Con el ego caeremos en la
desvalorización y en la pequeñez. Con el Espíritu Santo aceptaremos nuestra
valía y la Grandeza de Dios. Cuando caigamos en el ego podemos hacer lo que nos
recomienda Jesús en el capítulo 9 sección VIII párrafo 8:
”Siempre que pongas en duda tu valía, di”:
Dios Mismo está incompleto
sin mí.
_”Recuerda esto cuando el ego te hable y no le oirás. La
verdad acerca de ti es tan sublime que nada que sea indigno de Dios puede ser
digno de ti. Decide, pues, lo que deseas desde este punto de vista y no aceptes
nada que no sea digno de ser ofrecido a Dios. No deseas nada más. Devuélvele tu
parte, y Él te dará la totalidad de Sí Mismo a cambio de la devolución de lo
que es Suyo y de lo que le restaura Su Plenitud”.T-9. VIII.
8:1-7
Si Dios es incomparable,
digno y sublime nosotros, Sus Hijos, también lo somos. El ego quiere que nos
centremos en las faltas o pecados cometidos buscando que nos consideremos
culpables y merecedores de castigo, que nos consideremos indignos del Amor de
Dios y que pongamos, por lo tanto, en duda nuestra valía.
Jesús, nos dice en el Capítulo
12. Sección VI párrafo 3:
3. Tú no deseas el mundo. Lo único de valor en él son aquellos
aspectos que contemplas con amor. Eso le confiere la única realidad que tendrá
jamás. Su valía no reside en sí mismo, pero la tuya se
encuentra en ti. De la misma forma en que la propia valía procede de la auto-extensión, de igual modo la percepción de
la propia valía procede de extender pensamientos amorosos
hacia el exterior. Haz que el mundo real sea real para ti, pues el mundo real
es el regalo del Espíritu Santo, por lo tanto, te pertenece . T-12. VI. 3:1-6
Cuestionador texto de Jesús. Nos dice que no
hay nada de valor en el mundo. Un mundo basado en la separación, en las leyes
del caos, en el conflicto, en las relaciones especiales, en el resentimiento,
en el estar ligados al pasado y al futuro menos al presente, en el deseo de ser
especial, en la defensa y en el ataque, no nos puede ofrecer nada de valor.
Esto si lo miramos con el ego. Si lo miramos con el Espíritu Santo, es decir,
basados en el amor y no en el miedo, lo valioso será lo que contemplemos con amor.
Y este valor que le asigne no proviene del mundo en sí mismo sino de la valía
que, como Hijo de Dios, tengo.
Jesús, nos dice que la propia valía procedede
la auto-extensión, es decir, de la expresión de los pensamientos amoroso hacia
afuera lo que implica relacionarnos con nuestros hermanos desde la paz y el
perdón. Contrario al ego para quien la valía la da todo lo externo: posesiones,
reconocimientos, grados, especialismo, etc., lo cual implica un conflicto
latente de acuerdo a las leyes del caos que rigen el mundo del ego.
El extender pensamientos amorosos hacia el
exterior determina la percepción de nuestra propia valía, nos dice Jesús.
Importante reflexión. La pregunta que debo hacerme a todo momento: ¿Cómo me
estoy relacionando con mis hermanos? ¿Desde la paz o desde el conflicto? ¿Desde
el amor o desde el miedo? ¿Desde la verdad o desde la ilusión? Y esto me aclara
si estoy extendiendo pensamientos amorosos o no. Y esto fortalecerá o, no, mi
percepción de mi propia valía.
Jesús, nos llama a que el mundo real sea real
para nosotros, es decir, a que los pensamientos amorosos que lo componen sea lo
que prime en nuestras mentes. Lo que implica hacer un trabajo de perdón y de
aceptar la Expiación para nosotros mismos.
En el principio 18 de los milagros Jesús se refiere a la
valía:
18. El milagro
es un servicio. ²Es el máximo servicio que le puedes prestar a otro. ³Es una
manera de amar al prójimo como a ti mismo, ⁴ en la que reconoces simultáneamente tu
propia valía y la de él . (T1.I.18)
Hermosa aclaración de
Jesús: amar al prójimo es reconocer simultáneamente tu propia valía y la de él.
No puedo amar al prójimo sino lo valoro y me valoro. Es una forma de cuestionar
el especialismo así como el resentimiento que nos mantiene unidos al pasado.
Veo la grandeza de mi hermano que es la mía propia y que viene de Dios. Es el
máximo servicio que le puedo prestar a un hermano y, así, no me quedo en la
grandiosidad y la pequeñez del ego.
Continúa Jesús
desarrollando el tema de la valía en el Capítulo 3 sección V párrafo 6:
_6 “¡Cuán bellos
son en verdad los Pensamientos de Dios que viven en Su Luz! 7 Tu
valía está más allá de la percepción porque está más allá
de toda duda. 8 No te percibas a ti mismo bajo ninguna otra luz. 9 Conócete en
la Única Luz en la que el milagro que eres se alza en perfecta claridad”.
(T3.V.10: 6.9)
Tu valía no viene de
la percepción que implica separación: donde hay un sujeto que percibe y un
objeto percibido, donde hay comparaciones y polaridades: alto-bajo,
gordo-flaco, etc., donde hay grados y niveles. Viene del Conocimiento, de
nuestra condición como Hijos de Dios que somos, viene de Dios Mismo que es la
completa Unidad. Que llegue el milagro a nuestras mentes y nos decidamos a
reconocer nuestra valía.
También en el
capítulo 7 sección VII párrafo 7 nos habla de la valía:
_7. “Sólo un Hijo de Dios es un maestro lo suficientemente digno como para poder enseñar a otro. 2 En todas las mentes hay un solo Maestro que enseña la misma lección a todo el mundo. 3 Siempre te enseña la inestimable valía de cada Hijo de Dios y lo hace con infinita paciencia, nacida del Amor infinito en nombre del cual habla.
T-7. VII. 7: 1-8
Que
hermoso texto de Jesús. Sólo desde la condición de Hijo de Dios podemos enseñar
a otro, lo que implica que hemos reconocido nuestra verdadera identidad como
Hijo de Dios y no del ego, al igual que la de mi hermano. Y el Maestro, que está en todas las mentes,
enseña la inestimable valía de cada Hijo de Dios, que es inherente a su
naturaleza de amor que lo caracteriza, y que es independiente de lo que tenga,
haga o deje de hacer. El Espíritu Santo enseña a ver la valía en cada hermano y
si no la vemos es porque lo estamos viendo con los ojos del ego y necesitamos
perdonar para retomar la visión de Cristo a lo que continuamente nos exhorta el
Espíritu Santo.
Sigue diciéndonos
Jesús en el Capítulo 9 sección VIII párrafo 10:
10. Eres absolutamente irreemplazable en la Mente de Dios. Nadie más puede ocupar tu lugar en Ella, y mientras lo dejes desocupado, tu eterno puesto simplemente aguardará tu regreso. Dios te recuerda esto a través de Su Voz, y Él Mismo mantiene a salvo tus extensiones dentro de Su Mente. Mas no las conocerás hasta que regreses a ellas. No puedes reemplazar al Reino ni puedes reemplazarte a ti mismo. Dios, que conoce tu valía , no lo permitiría y, por lo tanto, no puede suceder. Tu valía se encuentra en la Mente de Dios y, por consiguiente, no sólo en la tuya. Aceptarte a ti mismo tal como Dios te creó no puede ser arrogancia porque es la negación de la arrogancia. Aceptar tu pequeñez es arrogancia porque significa que crees que tu evaluación de ti mismo es más acertada que la de Dios
.T-9.
VIII. 10: 1-9
Aceptar mi valía
es aceptar mi verdadera identidad como Hijo de Dios que nunca está en juego.
Así, aparentemente, la desconozca haciéndole caso al ego, siempre haré parte de
la Mente de Dios con todas las características de Dios. Mi valía también se encuentra en la mente de
Dios. Como tiendo a olvidarme de ella la Voz de Dios, el Espíritu Santo,
siempre me acompaña para que reconozca mi grandeza y el hecho de que soy, nada
menos, que absolutamente irremplazable en la mente de Dios y supere la pequeñez
en que quiere centrarme el ego. Es cuestión de que ante las tentaciones de
sentir desvalorizaciones pidamos Su ayuda para retornar a nuestra valía.
Nos dice Jesús en el
Capítulo 10 sección III párrafo 6:
6. En el Reino no
hay idólatras, sino un gran aprecio por todo lo que Dios creó, debido al sereno
conocimiento de que cada ser forma parte de Él. 2 El Hijo de Dios no sabe de
ídolos, pero sí sabe Quién es su Padre. 3 En este mundo la salud es el equivalente
de lo que en el Cielo es la valía . 4 No es mi mérito lo que
te aporto, sino mi amor, pues tú no te consideras valioso. 5 Cuando no te
consideras valioso enfermas, pero la valía que te
adjudico puede curarte porque la valía del Hijo de Dios es
una y la misma. 6 Cuando dije: “Mi paz os doy”, eso es exactamente lo que quise
decir. 7 La paz te llega de parte de Dios por mediación mía. 8 Es para ti
aunque tú no la pidas.T-10.III. 6: 1-7
Si
acepto que hago parte de Dios, que Dios es mi Padre, no necesito buscar
reemplazos o ídolos concebidos para impedirme conocer la verdad de lo que
soy. Si acepto creer en ídolos, acepto
que estos tienen el poder de remediar mis supuestas deficiencias y darme la valía que creo no tener como Hijo de Dios y, por, eso la busco afuera.
Jesús, nos dice que la salud es el equivalente
de lo que en el Cielo es la valía y, como, sino me considero valioso,
enfermo. La enfermedad no es otra cosa que separación, que falta de perdón, que
ausencia de paz, que querer las cosas a nuestra manera, rechazando la Ayuda de
nuestro hermano mayor, Jesús y del Espíritu Santo.
Continúa Jesús dándonos claridad sobre la
valía en Capítulo 10 sección III párrafo 7:
_7. Cuando un
hermano está enfermo es porque está pidiendo paz y, por lo tanto, no sabe que
ya dispone de ella. 2 Aceptar la paz es negar lo ilusorio, y la enfermedad es
una ilusión. 3 Todo Hijo de Dios, no obstante, tiene el poder de negar lo
ilusorio en cualquier parte del Reino simplemente negándolo completamente en sí
mismo. 4 Yo puedo curarte porque te conozco. 5 Conozco tu valía por
ti, y esta valía es lo que te hace íntegro. 6 Una mente
íntegra no es idólatra ni sabe de leyes conflictivas. 7 Te curaré simplemente
porque sólo tengo un mensaje y ese mensaje es verdad. 8 Tu fe en él te hará
íntegro cuando tengas fe en mí.
T-10.III.6: 1-8
Importante reflexión de Jesús. Si estoy
enfermo es porque no estoy en paz, es decir, he decidido entrar en el conflicto
al defenderme mediante el ataque a Dios, a un Hijo de Dios o mí mismo tal como
nos ha enseñado Jesús en la LECCIÓN 134 *La enfermedad es una defensa contra
la verdad*. He olvidado mi verdadera
identidad como Hijo de Dios, mi valía como Hijo de Dios y he caído en la trampa
del ego que me hace creer en la ilusión de la enfermedad. Así quiero hacer las
cosas a mi manera, sin la Guía de Jesús.
Sólo a través del perdón podrá ayudarme a sanar mi mente.
Sanar la mente en relación a la valía
Para
ello es necesario pedir la Ayuda del Espíritu Santo y de Jesús para que te
ayude cambiar los pensamientos que afectan tu manera de ver tu valía. Es
importante que recuerdes esto:
1. Tu valía la estableció Dios
Es incondicional, es inherente, hace
parte de tu naturaleza como Hijo de Dios. No depende de ningún logro externo,
ni de ningún reconocimiento externo. Siempre existe.
2. Pedir la Ayuda del Espíritu Santo y de Jesús.
Del reino de la percepción, de las
comparaciones externas no podemos salir sin Ayuda Divina. Necesitamos los
milagros que nos ayudan a corregir los errores de percepción de nuestra mente y
para ello necesitamos al Espíritu Santo y a Jesús. Nos ayudan a recuperar
nuestra valía que se produce al extender, como nos ha enseñado Jesús,
pensamientos amorosos hacia el exterior, hacia nuestros hermanos.
3. En tu hermano ves tu valía
Si no reconozco la valía de mi hermano tampoco reconozco la mía. La valía de mi hermano no depende de su comportamiento. Es inherente, como Hijo de Dios que es. No le enseñes a nadie que él es lo que tú no querrías ser. Si un hermano actúa insensatamente es una oportunidad para que lo bendigas. Tu necesitas su bendición acompañada del perdón y la Guía.
4. Deshacer el ego.
Actúas de acuerdo a lo que crees y
deseas ser. Siempre guiado por elmaestro que escojas: el ego o el Espíritu
Santo. La imagen del ego: desposeído, conflictivo separado, carente, lleno de miedo y de culpa,
centrado en el cuerpo para conspirar contra tu mente que es donde
verdaderamente puede producirse la sanación.… imagen del ego implica
desvalorización. Por lo tanto, hay que cuestionar las creencias del ego que
centran la valía en lo externo, en las comparaciones y logros materiales.
5.
El perdón es el medio para
reconocer mi valía
El perdón sana la percepción de la
separación que me lleva a sentirme indigno y pecador y a no reconocer mi
verdadera identidad como Hijo de Dios. Sana también el concepto de uno mismo
que conlleva, por una parte, cara de inocencia y, por la otra, de tolerancia al
ataque, supuestamente, en defensa propia. Sana la creencia de que lo que yo
soy, en relación a mi valía, se relaciona con la conducta de hermanos: padres,
familiares y otras personas y no debido a mi propia responsabilidad de cambiar
la mirada del miedo del ego por la del amor del Espíritu Santo.
6.
El amor como expresión de
la unidad y la igualdad que me caracteriza como Hijo de Dios y sustenta mi
valía y la de mi hermano.
La función del amor es unir todas las
cosas en sí mismo y mantenerlas unidas extendiendo su plenitud. El amor es
inocente, no culpable, por eso no hay cabida para el miedo que afecte mi valía
y la de mis hermanos. Es decir, el amor no hace excepciones: toda la Filiación
es objeto de amor incondicional y, por lo tanto, de reconocimiento de la valía.
Es decir, nunca está en discusión y no depende de los logros y reconocimientos
externos.
7.
La paz mental como
aceptación de mi valía.
La motivación de este Curso es alcanzar
y conservar el estado de paz mental. Pero esta paz mental comienza con mis
propios pensamientos que deben estar guiados por la aceptación de mi verdadera
identidad como Hijo de Dios lo cual lleva implícito la aceptación de mi valía.
PRÁCTICA
Le propongo un ejercicio de auto- indagación.
Decídase a ir al interior de su mente y mirarse con mente abierta y honestidad.
Tómese el tiempo que necesite. Hágalo sin afán. Le sugiero que escriba. El
escribir ayuda a la concentración, evita el divagar de la mente y ayuda al
compromiso con la actividad.
Le propongo realizar las siguientes actividades:
1.
Invocar la ayuda de un poder superior.
Le sugiero
que lo haga con la ayuda del Espíritu Santo, de Jesús, de Dios o de cualquier
Poder superior que considere. Esto es
abrirse a la aceptación de que necesitas una ayuda superior pues has intentado
realizar las cosas a tu manera y las cosas no han salido como esperabas.
Háblele a ese Poder superior como a un amigo, con la confianza, con la
seguridad, de que, si se aquieta, es decir, si para los juicios, se le
inspirará una respuesta que no fomente la separación.
La oración
de la página 30 del Texto de Un curso de milagros es una excelente ayuda:
”Puedes
hacer mucho en favor de tu propia curación y la de los demás si en situaciones
en que se requiere tu ayuda piensas de la siguiente manera:
Estoy aquí únicamente para ser útil.
Estoy aquí en representación de Aquel que me envío.
No tengo que preocuparme por lo que debo decir ni por lo debo hacer, pues Aquel que me envío me guiará.
Me siento satisfecho de estar dondequiera que Él desee porque sé que Él estará allí conmigo.
Sanaré a medida que le permita enseñarme a sanar.
T-2. V. 18: 1-6
Le propongo que haga un trabajo de honestidad con
usted mismo (a). Trate de contestar con honestidad las siguientes preguntas. Si
le cuesta dificultad haga un momento de silencio y pida la Ayuda del Poder
superior que considere. Y siga adelante. Está haciendo algo de mucha
importancia para su vida. Algo que puede contribuir a cambiarla.
Puede realizar lo siguiente:
Conteste con honestidad las siguientes preguntas
relacionadas con la valía ahora y que le hagan perder la paz:
2 .1. ¿COMO TE VES A TI MISMO?
- ¿Qué ideas o conceptos de ti mismo tienes? Escríbelos.
- ¿Cómo te defines a ti mismo?. Escríbelo.
- ¿Piensas que tu valía se relaciona con tus logros externos, condición social, profesión, reconocimiento, etc., o con el reconocimiento de tu identidad espiritual como Hijo de Dios que no depende de nada ni de nadie externo?
- Forjas un concepto de ti mismo que tiene dos caras: de inocencia, que parece amar y ser “buena persona”. Pero como el mundo es perverso e injusto esto te produce irritación y caes en una ira descontrolada. ¿Has actuado alguna vez de esta manera?
- ¿Cuándo por cualquier situación con un hermano o con el mundo te sientes desvalorizado ¿lo aceptas como un hecho? O ¿te detienes un momento, pides la Ayuda divina y te vales del perdón, mediante la Ayuda de Dios, para perdonarte a ti mismo (a) por esos pensamientos no amorosos con miras a cambiar la percepción de desvalorización del ego que tienes en ese momento?
- · ¿Crees que estos conceptos que tienes de ti mismo representan la verdad? Entendiendo que la verdad se relaciona Dios, con aceptar que fuimos creados por Dios y no por el ego.
- ¿Estas ideas o conceptos de ti mismo las recibiste de alguien? ¿Consideras que lo que eres se relaciona con la conducta de hermanos: padres, familiares y otras personas? Es decir, que tú eres lo que los otros han hecho de ti. ¿Cómo ves esta interpretación?
- ¿Alguna vez cuestionaste lo que tu hermano o hermanos querían hacer de ti?
- ¿Crees que el Espíritu Santo y Jesús están de acuerdo con ese concepto acerca de ti? ¿Porqué?
- ¿Qué busco cuando acepto lo que creo mi hermano ha hecho de mí?
- ¿Me considero inocente por ello y considero al otro culpable?
- ¿Me siento merecedor de respeto y de aceptación de los demás acerca de mí mismo?
- ¿Te comparas con otros hermanos en cuanto como te ves a ti mismo? ¿O admites que tu condición de Hijo de Dios no permite comparación alguna porque tu valía trasciende la percepción que implica separación y acepta únicamente la perfecta unidad que como Hijo de Dios tienes con Dios?
- ¿Cuándo te has sentido enfermo has encontrado alguna conexión con pensamientos y sentimientos de desvalorización?
2.2. COMO TE RELACIONAS CON TUS HERMANOS
- ¿Cuándo veo a un hermano centro mi mirada en sus errores y en sus llamados “defectos” o veo la grandeza que lo caracteriza como Hijo de Dios que va más allá de ellos?
- ¿Has tenido dificultades con hermanos, padres, parejas, hijos?
- ¿De qué los acusas?
- ¿De qué los condenas?
- ¿Cómo te relacionas con tu hermano si este, a tu juicio, actúa insensatamente?
- ¿Lo atacas?
- ¿Lo juzgas?
- ¿Lo ves como el Hijo de Dios que es?
- ¿Reconoces la valía de tu hermano independiente de lo que haga?
- ¿Reconoces tu valía independiente de lo que haces?
- ¿Qué imagen tienes de tu hermano? ¿Esa imagen se relaciona con la tuya?
- ¿Cómo te ves a ti mismo en relación con los demás:
- ¿Valioso?
- ¿Tolerante?
- ¿Conflictivo?
- ¿Dependiente?
- ¿Consideras que en las relaciones con tus hermanos tú eres inocente y los demás culpables?
- ¿Consideras que tienes que sufrir y hacer sacrificios para tener felicidad?
- ¿Lo que atacas en los demás se da en ti mismo?
- ¿Te consideras inocente? ¿los demás son los del problema?
- ¿Guardas resentimiento con tu hermano por lo que crees te ha hecho?
- ¿Miras a tu hermano en el presente o siempre lo miras con los ojos de lo que hizo o dejó de hacer en el pasado?¿Le das oportunidad de corregirse, de reivindicarse en el presente?¿Te das cuenta que cuando lo haces tu hermano permanecerá condenado independiente de lo que haga en el presente y que estás haciendo más profunda la separación con tu hermano?
2. 3. CÓMO VES AL MUNDO
- ¿Cuál es el concepto que tienes del mundo?
- ¿Ves el mundo con ojos felices como un aula de aprendizaje para aprender a perdonar o como un escenario terrible lleno de conflictos del cual hay que defenderse siempre?
- ¿Crees que lo que ves en el mundo se relaciona con la manera como te ves a ti mismo?
- Cómo contemplas el mundo: ¿desde el amor o desde el miedo?
- El propósito de las enseñanzas del mundo es vengas sin un yo y lo fabriques y que forjes un concepto de ti mismo que funcione en este mundo de la separación. Crees que el concepto que tienes de ti mismo está de acuerdo con lo que exige la sociedad. ¿Qué piensas de ello? ¿Esto cómo te hace sentir?
- ¿Percibes el mundo como un lugar terrible y conflictivo o lo ves como una aula de aprendizaje donde los pensamientos amorosos que te caracterizan, como Hijo de Dios, pueden actuar para aprender a perdonar y contribuir a sanar tu mente y la de tus hermanos?
- ¿Relacionas tu propia valía con la extensión de pensamientos amorosos o con los éxitos externos que consigas: dinero, posesiones, reconocimiento…?
2.4. COMO TE VES EN RELACIÓN A DIOS
·
¿Crees que Dios tiene
un amor incondicional hacia ti y tus hermanos y que nuestra valía, ante sus
ojos, se ve afectada por las acciones que realicemos?
·
¿Te sientes digno (a)
del Amor de Dios al igual que tus hermanos?
·
¿Si aceptas que tu
valía la estableció Dios, que nunca está en juego y que nunca se pierde
consideras que el trato que te das a ti mismo y a tus hermanos es el adecuado
cuando las cosas no resultan como esperabas? ¿A qué te llamaría Dios? ¿A descalificarte? ¿O a perdonarte porque, de
momento, te estás mirando desde el ego: con culpa y con miedo?
·
¿Cuándo sientes que
pierdes la paz por una situación que no resulta como esperabas y te
descalificas y atacas tu valía ¿te vales del perdón para retornar a la paz?
·
¿Proyectas
pensamientos de conflicto, de culpa, de miedo, de resentimiento, de odio, de
pérdida, de separación, de desconfianza, de tristeza, de intolerancia…hacia tus
hermanos y el mundo? ¿Cómo crees que esto puede afectar la percepción que tiene
Dios de ti?
·
¿Extiendes
pensamientos de amor, de paz, bondad, unidad, de inocencia, de alegría, de
confianza, de tolerancia…hacia tus hermanos y el mundo?
·
¿Se ha considerado alguna vez no digno del Amor de Dios? ¿En
qué ocasiones? ¿Ha acudido al perdón para volver a ver la Grandeza que lo
caracteriza como Hijo de Dios?
·
¿Cuándo
acepto la idea de pérdida de mi valía porque las cosas no salen como espero,
por opiniones en contra de hermanos, por juicios que hago, me detengo a pensar
que soy absolutamente irremplazable en la mente de Dios?
2.5.
¿Qué
pensamientos considera se relacionan con sus problemas relacionados con la
valía?
Escoja el
más importante. El que más lo mueva.
·
¿Qué
relación le encuentra a este pensamiento con los hechos anteriores relacionados
con su valía?
·
¿Ese
pensamiento es un hecho incontrovertible o una imaginación o interpretación
suya?
·
Si
lo afirma, ¿qué pruebas tiene para comprobarlo? Y a cada prueba le hace la
pregunta anterior.
·
En
las situaciones relacionadas por las dificultades con la valía hay envueltos
pensamientos no amorosos. ¿Cuáles serían?
·
¿Qué
diría el Espíritu Santo, Jesús, Dios ante esos pensamientos no amorosos?
3.
Se hace un trabajo de perdón con el pensamiento o los
pensamientos relacionados con su valía.
Vale la pena
aclarar como en cada hermano, con la Ayuda del Espíritu Santo y de Jesús,
pueden darse, en la forma, diversas maneras de expresión del perdón sin olvidar
nunca el contenido del Curso:
”El
Hijo de Dios es inocente y en su inocencia radica su salvación”.
Las propuestas que presentamos no quieren decir que
son las únicas existentes. Se presentan sólo con un propósito didáctico para
facilitar la terapia.
Puede
valerse de la lección 46 o la lección 121 de Un curso de milagros. Y también de
la oración anexa. Cierre los ojos. Imagine la presencia del Espíritu Santo o el
Poder superior que considere. Está con usted. Es su amigo. Y está a su lado
para ayudarle a dejar todos los pensamientos que le estén causando sufrimiento.
Sienta esa presencia que deshace todos esos pensamientos de miedo y deja sólo
los pensamientos de paz y amor de Dios. Si siente que le es difícil perdonar
considere la posibilidad de hacerlo, únicamente, por un instante. Observe como
se siente al hacerlo.
ORACIÓN DEL PERDÓN
Espíritu Santo, por favor, ayúdame a perdonarme a
mí MISMO(A) por haber usado, sin saberlo, a ____________ (persona, dolor,
enfermedad, falta, ansiedad, miedo, auto-juicio, enojo, etc., en relación a mi valía)
para atacarme, separarme de mis hermanos y del Amor de Dios como mi santo Ser.
Amén.
4.
Se hace un trabajo de Expiación.
La Expiación es el proceso de corrección de la
percepción, de nuestra manera de ver el mundo con el ego y en el que se le pide
al Espíritu Santo que anule todas consecuencias de nuestras decisiones
equivocadas al tener pensamientos no amorosos en relación al pensamiento que me
está quitando la paz. Se trabaja con la oración anexa:
ORACIÓN DE LA EXPIACIÓN
Espíritu Santo, te entrego mi decisión equivocada de tener estos
pensamientos no amorosos acerca de _________ (persona, dolor, enfermedad,
falta, ansiedad, miedo, autojuicio, enojo, relacionados con mi valía) para que
los transformes en pensamientos amorosos. Amén.
5. Tómese un tiempo para integrar
De un tiempo para integrar lo que ha
sucedido. No tenga miedo. No está solo (a). El Espíritu Santo, Jesús, Dios lo acompaña.
Disfrute este momento. Integre este momento de paz, de unidad, de amor con Dios
y tus hermanos. Mereces tener este espacio de silencio. Mereces ser feliz. No
se distraigas de estar contigo mismo (a) y con Dios.
6. Tiempo de milagros
El milagro es una corrección que se
hace en la mente de la manera como nos vemos a nosotros mismos, a nuestros
hermanos y a Dios. Así, donde antes veía un enemigo en mi hermano ahora veo un
salvador porque me muestra lo que tengo que cambiar y perdonar.
¿De que se ha dado cuenta? ¿Qué
correcciones hizo en relación a la situación que le quitaba la paz al principio
en relación con la valía? ¿Cómo se siente?
7.
Agradezca, al Poder superior que considere, por
haberle ayudado a realizar esta terapia.
Agradezca al Poder superior, que le haya dado el
don del perdón con el cual retira todos los obstáculos interpuestos en su mente
para desconocer su valía y, así, justificar la separación.
Esta terapia la puede seguir realizando con
cualquier otro problema con un hermano o situación que le quite la paz en el
futuro y que necesite perdonar.
Nota:
Las oraciones fueron inspiradas en el libro de Nouk
Sánchez “El final de la muerte. Las enseñanzas profundas de Un curso de
milagros”.
Muchísimas bendiciones
Jorge Luis Álvarez Castañeda
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