LECCIÓN 70 Mi salvación procede de mí.

 LECCIÓN 70 Mi salvación procede de mí.

 LECCIÓN 70

Mi salvación procede de mí.


1. Toda tentación no es más que una variante de la tentación básica de no creer la idea de hoy. 2 La salvación parece proceder de cualquier parte excepto de ti. 3 Lo mismo se puede decir del origen de la culpa. 4 Tú no crees que la culpa y la salvación estén en tu mente y sólo en tu mente. 5 Cuando te des cuenta de que la culpa es sólo una invención de la mente, te darás cuenta también de que la culpa y la salvación tienen que encontrarse en el mismo lugar. 6 Al entender esto te salvas.

2. El aparente costo de aceptar la idea de hoy es el siguiente: significa que nada externo a ti puede salvarte ni nada externo a ti puede brindarte paz. 2 Significa también que nada externo a ti puede hacerte daño, perturbar tu paz o disgustarte en modo alguno. 3 La idea de hoy te pone a cargo del universo, donde te corresponde estar por razón de lo que eres. 4 No es éste un papel que se pueda aceptar parcialmente. 5 Y seguramente habrás comenzado a darte cuenta de que aceptarlo es la salvación.

3. Es probable, no obstante, que aún no esté claro para ti por qué razón reconocer que la culpa está en tu mente conlleva asimismo darte cuenta de que la salvación también está allí. 2 Dios no habría puesto el remedio para la enfermedad donde no te pudiese servir de nada. 3 Así es como funciona tu mente, pero no la Suya. 4 Él quiere que sanes, y por eso mantiene la Fuente de la curación allí donde hay necesidad de curación.

4. Tú has tratado de hacer justamente lo contrario, intentando por todos los medios, no importa cuán distorsionados o extravagantes, separar la curación de la enfermedad a la que estaba destinada, conservando de este modo la enfermedad. 2 Tu propósito ha sido asegurarte de que la curación no tuviese lugar. 3 El propósito de Dios ha sido asegurarse de que sí lo tuviera.

5. Nuestra práctica de hoy consiste en darnos cuenta de que la Voluntad de Dios y la nuestra coinciden completamente en esto. 2 Dios quiere que sanemos y nosotros no queremos realmente estar enfermos, pues eso no nos hace felices. 3 Al aceptar la idea de hoy, por lo tanto, estamos en realidad de acuerdo con Dios. 4 Él no quiere que estemos enfermos. 5 Nosotros tampoco. 6 Él quiere que nos curemos. 7 Nosotros también.

6. Hoy estamos listos para dos sesiones de práctica largas, cada una de las cuales debe tener una duración de diez a quince minutos. 2 Dejaremos, no obstante, que seas tú quien decida cuándo llevarlas a cabo. 3 Seguiremos esta norma en varias de las lecciones sucesivas, por lo que una vez más sería mejor que decidieras de antemano la mejor hora para llevar a cabo cada una de las sesiones de práctica y que luego te adhirieras lo más fielmente posible al horario establecido.

7. Empieza estas sesiones de práctica repitiendo la idea de hoy, añadiendo una afirmación en la que se vea expresado tu reconocimiento de que la salvación no procede de nada externo a ti. 2 Podrías, por ejemplo, decir lo siguiente:


3 Mi salvación procede de mí. 4 No puede proceder de ninguna otra parte.


5 Dedica después varios minutos, con los ojos cerrados, a revisar algunas de las fuentes externas en las que en el pasado buscaste la salvación: en otra gente, en posesiones, en diversas situaciones y acontecimientos, y en conceptos de ti mismo que intentaste convertir en realidad. 6 Reconoce que la salvación no se encuentra en nada de eso, y dite a ti mismo:


7 Mi salvación no puede proceder de ninguna de esas cosas.

8 Mi salvación procede de mí y sólo de mí.


8. Trataremos ahora nuevamente de llegar a la luz en ti, que es donde realmente se encuentra tu salvación. 2 No puedes encontrarla en las nubes que rodean la luz, y es ahí donde la has estado buscando. 3 No está ahí. 4 Está más allá de las nubes, en la luz que se encuentra tras ellas. 5 Recuerda que tienes que atravesar las nubes antes de poder llegar a la luz. 6 Pero recuerda también que jamás encontraste nada que fuese duradero, o que realmente quisieras, en los tapices de nubes que te imaginabas.

9. Puesto que todas las ilusiones de salvación te han fallado, seguramente no querrás quedarte en las nubes buscando en vano ídolos falsos cuando te sería tan fácil llegar hasta la luz de la verdadera salvación. 2 Trata de ir más allá de las nubes utilizando cualquier medio que te atraiga. 3 Si te resulta útil, piensa que te estoy llevando de la mano y que te estoy guiando. 4 Y te aseguro que esto no será una vana fantasía.

10. Para las sesiones de práctica cortas y frecuentes de hoy, recuérdate a ti mismo que la salvación procede de ti y que nada, salvo tus propios pensamientos, puede impedir tu progreso. 2 Estás libre de toda interferencia externa. 3 Estás a cargo de tu salvación. 4 Estás a cargo de la salvación del mundo. 5 Di, entonces:


6 Mi salvación procede de mí. 7 No hay nada externo a mí que me pueda detener. 8 En mí se encuentra mi propia salvación y la del mundo.




AUDIOS de la Lección 70
de CELEBRANDO EL MILAGRO

Lectura de la Lección 70
A través de Blanca Nivia Morales Contreras.


Ocurrir de la Lección 70
a través de Martin Musarra


Lección 70 comentada por 
Jorge Luis Álvarez Castañeda





LECTURA DE LA LECCIÓN 70


LECCIÓN 70
COMENTADA POR JORGE LUIS ALVAREZ CASTAÑEDA



OCURRIR DE LA LECCIÓN 70


LECCIÓN JORGE PELLICER


LECCIÓN DAVID HOFFMEISTER


LECCIÓN MARIA IBARS


LECCIÓN KENNETH WAPNICK


MATERIAL EXTRA



LECCIÓN 70

Mi salvación procede de mí.

Comentada por:
Jorge Luis Álvarez Castañeda

¡Que la paz sea con nosotros hoy!

Esta lección es una de las lecciones más importantes del Curso. Recordemos lo que es la salvación: es el deshacer la creencia en la separación y en la culpa que nos trae infelicidad. Y tanto la salvación y la culpa se encuentran en la mente y no afuera. Esto es lo que quiere Jesús que nos demos cuenta hoy.

Jesús nos dice en la lección:
_”Toda tentación no es más que una variante de la tentación básica de no creer la idea de hoy. La salvación parece proceder de cualquier parte excepto de ti. Lo mismo se puede decir del origen de la culpa. Tú no crees que la culpa y la salvación estén en tu mente y sólo en tu mente. Cuando te des cuenta de que la culpa es sólo una invención de la mente, te darás cuenta también de que la culpa y la salvación tienen que encontrarse en el mismo lugar. Al entender esto te salvas”_.

La tentación básica es creer que la salvación procede de afuera, de algo externo a mí: de personas, de bienes, de creencias, de prestigio, de que se presenten ciertas situaciones, etc., con los cuales me reafirme en mi condición de ser especial, y, por lo tanto, separado de mis hermanos. A su vez, pienso lo mismo de la culpabilidad. También, creo sentirme culpable por el pecado o la  falta cometida ancestralmente con la creencia en la separación de Dios, sentimiento muy guardado inconscientemente, pero que se actualiza permanentemente con las faltas cometidas particularmente, de las cuales no queremos responsabilizarnos y preferimos responsabilizar a otros de nuestra conducta. Pero el costo de no responsabilizarnos y quedarnos en la culpabilidad es muy grande: nos sentimos indignos, perdemos la paz, sentimos que no valemos, atacamos a nuestros hermanos con nuestros pensamientos y actos, en consecuencia, a toda hora, estamos esperando lo peor. Y el caso es que la culpa no cesa, se incrementa con más culpa, en un juego de nunca acabar. 

Jesús, nos llama a darnos cuenta de que la culpabilidad y la salvación están en nuestra mente. No somos culpables porque, por el principio de la Expiación, la separación nunca ocurrió. Es la mente dominada por el ego la que quiere creer esto. Cuando tenemos la solución a la mano: acudir a la mente recta y perdonar con la Ayuda del Espíritu Santo y de Jesús, para de esa manera, salvarnos.

Continúa Jesús:
_”El aparente costo de aceptar la idea de hoy es el siguiente: significa que nada externo a ti puede salvarte ni nada externo a ti puede brindarte paz. Significa también que nada externo a ti puede hacerte daño, perturbar tu paz o disgustarte en modo alguno. La idea de hoy te pone a cargo del universo, donde te corresponde estar por razón de lo que eres. No es éste un papel que se pueda aceptar parcialmente. Y seguramente habrás comenzado a darte cuenta de que aceptarlo es la salvación”_.

Jesús nos dice:
_“nada externo a ti puede salvarte ni nada externo a ti puede brindarte paz”_.

Tampoco, nada externo a mí puede hacerme feliz o infeliz. Es muy fuerte esta afirmación. Mi salvación, mi felicidad, mi paz es mi única responsabilidad y no depende de nada ni de nadie externo a mí. El aceptar esta afirmación nos quita todas las excusas con las cuales hemos transitado por el mundo y que trataban de explicar nuestro malestar, nuestra infelicidad, nuestras enfermedades, nuestra mala suerte, nuestros fracasos laborales, nuestras dificultades con nuestros familiares, etc. Era fácil y tranquilizador decir que lo anterior se debía a los padres, a la pareja, a la escuela, a la sociedad, al gobierno, etc. Por eso, nos asegura, Jesús, que aceptar la idea del día, es la salvación.

Continúa Jesús:

_”Es probable, no obstante, que aún no esté claro para ti por qué razón reconocer que la culpa está en tu mente conlleva asimismo darte cuenta de que la salvación también está allí. Dios no habría puesto el remedio para la enfermedad donde no te pudiese servir de nada. Así es como funciona tu mente, pero no la Suya. Él quiere que sanes, y por eso mantiene la Fuente de la curación allí donde hay necesidad de curación”_.

Dios, quiere que sanemos nuestra mente, no quiere que suframos las consecuencias de la culpa. Nuestra mente hace parte de la Mente Una de Dios. Estamos ligados a la Fuente, a Dios y es en nuestra mente donde tenemos que cambiar de decisión. Nos equivocamos, pero podemos tomar otra decisión tal como nos ha enseñado Jesús en el capítulo 5 en la sección VII:
 
”Debo haber decidido equivocadamente porque no estoy en paz. Yo mismo tomé esa decisión, por lo tanto, puedo tomar otra. Quiero tomar otra decisión porque deseo estar en paz. No me siento culpable porque el Espíritu Santo, si se lo permito, anulará las consecuencias de mi decisión equivocada.
_Elijo permitírselo, al dejar que el elija en favor de Dios por mí”_.
  (T-5.VII. 6: 7-11)

Continúa Jesús en la lección:
_”Tú has tratado de hacer justamente lo contrario, intentando por todos los medios, no importa cuán distorsionados o extravagantes, separar la curación de la enfermedad a la que estaba destinada, conservando de este modo la enfermedad. Tu propósito ha sido asegurarte de que la curación no tuviese lugar. El propósito de Dios ha sido asegurarse de que sí lo tuviera”_.

Teniendo al ego como maestro me he decidido a seguir en la culpa, he decidido buscar la solución afuera, pero, como afuera no lo consigo, esto incrementa mi sensación de fracaso, lo que me trae más culpa. Y, de esa manera, aseguro que la curación de la mente no se dé. Pero, Dios ha colocado la solución en la mente, en la mente recta, a la que tengo que acudir con ayuda del Espíritu Santo y de Jesús. 

Continúa Jesús:

_”Nuestra práctica de hoy consiste en darnos cuenta de que la Voluntad de Dios y la nuestra coinciden completamente en esto. Dios quiere que sanemos y nosotros no queremos realmente estar enfermos, pues eso no nos hace felices. Al aceptar la idea de hoy, por lo tanto, estamos en realidad de acuerdo con Dios. Él no quiere que estemos enfermos. Nosotros tampoco. Él quiere que nos curemos. Nosotros también”_.

Es completamente contradictorio que no le hagamos caso a Dios. La Voluntad de Dios para nosotros es que seamos felices, que no suframos, que sanemos. Pero, no le hacemos caso. Queremos seguir en la culpa, queremos seguir sintiéndonos enfermos. Jesús, quiere que hagamos nuestra la Voluntad de Dios.

Proceso de práctica de la lección

Objetivo

Ser consciente de que la salvación y la culpabilidad se encuentran en mi mente, y es ahí, donde necesito realizar los cambios necesarios y no esperar que vengan de afuera.

Ejercicios

Nos pide Jesús:
1. Ejercicios más largos.

Realizar dos sesiones de 10 a 15 minutos. Nos dice Jesús:
Empieza estas sesiones de práctica repitiendo la idea de hoy, añadiendo una afirmación en la que se vea expresado tu reconocimiento de que la salvación no procede de nada externo a ti. Podrías, por ejemplo, decir lo siguiente:

Mi salvación procede de mí. No puede proceder de ninguna otra parte.

Dedica después varios minutos, con los ojos cerrados, a revisar algunas de las fuentes externas en las que en el pasado buscaste la salvación: en otra gente, en posesiones, en diversas situaciones y acontecimientos, y en conceptos de ti mismo que intentaste convertir en realidad. Reconoce que la salvación no se encuentra en nada de eso, y dite a ti mismo:


Mi salvación no puede proceder de ninguna de esas cosas.
Mi salvación procede de mí y sólo de mí.

Trataremos ahora nuevamente de llegar a la luz en ti, que es donde realmente se encuentra tu salvación. No puedes encontrarla en las nubes que rodean la luz, y es ahí donde la has estado buscando. No está ahí. Está más allá de las nubes, en la luz que se encuentra tras ellas. Recuerda que tienes que atravesar las nubes antes de poder llegar a la luz. Pero recuerda también que jamás encontraste nada que fuese duradero, o que realmente quisieras, en los tapices de nubes que te imaginabas.

Puesto que todas las ilusiones de salvación te han fallado, seguramente no querrás quedarte en las nubes buscando en vano ídolos falsos cuando te sería tan fácil llegar hasta la luz de la verdadera salvación. Trata de ir más allá de las nubes utilizando cualquier medio que te atraiga. Si te resulta útil, piensa que te estoy llevando de la mano y que te estoy guiando. Y te aseguro que esto no será una vana fantasía.



2. Ejercicios más cortos

Recordatorios frecuentes.
Muy a menudo.

Para las sesiones de práctica cortas y frecuentes de hoy, recuérdate a ti mismo que la salvación procede de ti y que nada, salvo tus propios pensamientos, puede impedir tu progreso. Estás libre de toda interferencia externa. Estás a cargo de tu salvación. Estás a cargo de la salvación del mundo. Di, entonces:
_”Mi salvación procede de mí. No hay nada externo a mí que me pueda detener. En mí se encuentra mi propia salvación y la del mundo”_.

Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior. Les propongo realizar la lección siempre en compañía del Espíritu Santo y de Jesús, sin olvidarse de reír porque la Voluntad de Dios, para nosotros, es que tengamos perfecta felicidad.

Muchas, muchísimas, bendiciones.
Jorge Luis Álvarez Castañeda





Kenneth Wapnick

Lección 70

“Mi salvación procede de mí.”

“Esta es una lección (70) importante, de la cual citamos mucho. La razón de su importancia radica en su declaración explícita de que el problema de la culpabilidad se encuentra en nuestras mentes. En otras palabras, la causa de nuestra angustia está dentro, así como su deshacimiento. No están, y «no se pueden» encontrar en nada externo.

(1:1) «Toda tentación no es más que una variante de la tentación básica de no creer la idea de hoy.»

Este es el propósito de todas las relaciones especiales, que proclaman: Mi salvación procede de ti, quienquiera o lo que sea que esa persona especial, sustancia o actividad parezca ser. Lo que me hace feliz no proviene de la elección de mi mente, sino de lo que es externo a ella. La verdad, por supuesto, es que la «salvación» solo puede provenir de la mente, ya que la esclavitud solo proviene de la mente.

(1:2-3) «La salvación parece proceder de cualquier parte excepto de ti. Lo mismo se puede decir del origen de la culpabilidad.»

Lo atractivo del libro de ejercicios es que la mayoría de las veces no se tienen las discusiones complicadas que se encuentran en el texto. Las declaraciones son tan claras que te sorprenderá cómo tus ojos las pasan de largo. Si ya has hecho el libro de ejercicios y lo estás leyendo nuevamente, te sorprenderá lo mucho que no recuerdas o ni siquiera notaste la primera vez. Lo anterior es un ejemplo de tal simplicidad.

(1:4-6) «Tú no crees que la culpabilidad y la salvación estén en tu mente y sólo en tu mente. Cuando te des cuenta de que la culpabilidad es sólo una invención de la mente, te darás cuenta también de que la culpabilidad y la salvación tienen que encontrarse en el mismo lugar. Al entender esto te salvas.»

El propósito del sistema de pensamiento del ego es mantener el problema alejado de la respuesta. El ego hace que la culpabilidad sea la defensa contra la salvación – la aceptación de la Expiación que está en nuestras mentes correctas. Nos dice que tomemos el problema de la culpabilidad y lo proyectemos sobre alguien más. Nuestro problema ahora se ha convertido en la culpa de otra persona, no en la nuestra. Por lo tanto, pasamos el resto de nuestras vidas – como individuos y como sociedad – tratando de resolver el problema de la culpabilidad de la mente que se percibe fuera de nosotros. Intentamos aliviar el dolor mediante el comportamiento externo, pero todo el tiempo el problema real – nuestra elección de ser un individuo especial y culpable – queda sepultado de forma segura por la estrategia defensiva del ego. Este es el «doble escudo del olvido» – culpabilidad y cuerpo – que ya hemos discutido.

(2:1) «El aparente costo de aceptar la idea de hoy es el siguiente: significa que nada externo a ti puede salvarte ni nada externo a ti puede brindarte paz.»

Esto incluye a Un Curso de Milagros, su autor y Dios. No hay nadie ni nada afuera que pueda salvarnos. Desde la perspectiva del Curso, esto significa el fin de todos los gurús, en la popularizada expresión de esta práctica oriental. Solo el poder de nuestra mente para elegir – y esto no puede decirse con suficiente frecuencia- puede brindarnos la salvación y la paz.

(2:2) «Significa también que nada externo a ti te puede hacer daño, perturbar tu paz o disgustarte en modo alguno.»

Si uno es verdadero, el otro también debe ser verdadero, porque «no hay nada fuera de nuestras mentes». Nadie afuera puede ayudarnos porque no hay nadie afuera; nada afuera puede dañarnos porque no hay nada afuera. Esta es otra forma de entender “la simplicidad de la salvación” (T-31.I).

(2:3-5) «La idea de hoy te pone a cargo del universo, donde te corresponde estar por razón de lo que eres. No es éste un papel que se pueda aceptar parcialmente. Y seguramente habrás comenzado a darte cuenta de que aceptarlo es la salvación.»

Esto no se refiere al universo del Cielo, sino al universo de nuestras mentes y el mundo. Estamos a cargo porque somos nosotros quienes lo elegimos. El «tú» que está a cargo de este universo, una vez más, es el «tomador de decisiones». Ha elegido estar en el sueño, pero fácilmente puede elegir estar fuera de él.

Decir que este papel no puede ser parcialmente aceptado significa que no podemos afirmar legítimamente: “Sí, puedo ayudarme a mí mismo aquí, pero alguien más tiene que ayudarme allí”; o “Puedo pedir la ayuda de Jesús con este problema en particular, pero no para los demás”.

El perdón funciona todo el tiempo, o de lo contrario no funciona en absoluto. Recuerda que este es un curso de «todo o nada».

(3:1-2) «Es probable, no obstante, que aún no esté claro para ti por qué razón reconocer que la culpabilidad está en tu propia mente conlleva asimismo darte cuenta de que la salvación está allí también. Dios no habría puesto el remedio para la enfermedad donde no te pudiese servir de nada.»

Como un breve resumen de lo que se discutió en mi Prefacio a estos volúmenes, permítanme regresar al tema del lenguaje de Un Curso de Milagros. Si se toma literalmente, 3: 2 significaría que Dios hace las cosas. Obviamente, haciéndolo real, Él ha visto el error del pecado y la enfermedad, y nos da la respuesta. Las palabras de Jesús dicen esto, como a veces lo hacen también en el texto. Sin embargo, para repetir un punto más importante, estas son palabras metafóricas. Dios no tiene un plan en respuesta a la separación, ni crea al Espíritu Santo y lo ubica en nuestras mentes. Además, nuestro Creador no establece un plan elaborado de la Expiación por el cual sus Hijos despertarán del sueño. Jesús acaba de decirnos que no hay nada afuera que pueda salvarnos. Sin embargo, él dice aquí que Dios ¡sí nos salva! Si es así, debe ser un Ser dualista que sea externo al que Él está salvando.

Jesús usa este lenguaje dualista en Un Curso de Milagros porque es uno con el que podemos identificarnos; una manera reconfortante de hablar, ya que nos resulta familiar. Recuerda el pasaje que discutimos antes de “El vínculo con la verdad.” (T-25.I.5-7): Al estar completamente identificado con un yo separado (es decir, dualista), el estado de perfecta Unicidad es desconocido para nosotros y también lo sería el “lenguaje” que hablaba de eso. Por lo tanto, Jesús utiliza el “marco de referencia del ego” (C-in.3: l) en el que expresar sus enseñanzas – el «reflejo» de la no-dualidad es lo que finalmente nos llevará «a» la no-dualidad.

Volvemos ahora a la oración que acabo de leer, y continúo:

(3:2-3) «Dios no habría puesto el remedio para la enfermedad donde no te pudiese servir de nada. Así es como funciona tu mente, pero no la Suya.»

En otras palabras, nuestras mentes han separado el problema de la solución. Afortunadamente, “Dios, no obstante, sabe que eso no es posible.” (T-23.I.2: 7). El recuerdo de Su Amor nos permite traer el problema (proyectado desde la mente) de vuelta a la solución (en la mente).

(3:4) «Él quiere que sanes, y por eso mantiene la Fuente de la curación allí donde hay necesidad de curación.»

Para repetir, Dios no quiere que seas sanado. Si lo hiciera, reconocería que estás enfermo. Si es así, estaría haciendo real el error. Para decirlo nuevamente, este es un conjunto de símbolos reconfortantes que todos encontramos tranquilizadores. Es importante entender que este es el motivo por el cual Un Curso de Milagros está escrito dualísticamente. La verdad no-dualista es que Dios, en virtud de Su propia naturaleza, es la Fuente de sanación omnipresente: Su recuerdo en nuestras mentes separadas y, por lo tanto, enfermas.

(4:1) «Tú has tratado de hacer justamente lo contrario, intentando por todos los medios, no importa cuán distorsionados o extravagantes, separar la curación de la enfermedad a la que estaba destinada, conservando de este modo la enfermedad.»

Ya hemos discutido que el miedo real del ego no es del Amor de Dios, del cual no sabe nada, sino del poder de la mente para tomar la decisión correcta – la capacidad del tomador de decisiones para decir: “Elegí el ego falsamente, pero hay un principio de la verdad en mi mente todavía disponible para que yo elija.” Esa capacidad de corregir la decisión equivocada es el miedo del ego, que proporciona la motivación para llevar a cabo su estrategia de hacer que el Hijo de Dios no se perciba como una mente, protegiéndose así contra el “ataque” del poder del Hijo para cambiar de mentalidad.

La solución, por lo tanto, se encuentra en nuestras mentes, porque esa es la fuente del problema, que no yace en el propio sistema de pensamiento del ego, sino en nuestra decisión de identificarnos con él. En consecuencia, la solución no reside en cambiar el sistema de pensamiento del ego (el primer escudo del olvido), y mucho menos la expresión material del sistema de pensamiento del ego (el segundo escudo del olvido). La solución radica en cambiar de mentalidad acerca del sistema de pensamiento del ego. Para citar de nuevo la maravillosa línea:

“No trates, por lo tanto, de cambiar el mundo, sino elige más bien cambiar de mentalidad acerca de él.” (T-21.in.1:7)

Por lo tanto, cambiar de mentalidad es de lo que trata Un Curso de Milagros, como lo vemos una y otra vez en estas lecciones. Este objetivo del Curso debería ser bastante evidente por ahora, al igual que el lugar del libro de ejercicios en su plan de estudios.

Permítanme volver a leer la primera frase del párrafo: “Tú has tratado de hacer justamente lo contrario, intentando por todos los medios, no importa cuán distorsionados o extravagantes, separar la curación de la enfermedad a la que estaba destinada, conservando de este modo la enfermedad.” Eso es lo que queremos: mantener la enfermedad del especialismo. El intrincado sistema de pensamiento del ego y el complejo mundo que surgió de él tienen un único propósito: mantener la enfermedad de creer que somos especiales, autónomos y separados de Dios.

(4:2-3) «Tu propósito ha sido asegurarte de que la curación no tuviese lugar. El propósito de Dios ha sido asegurarse de que sí tuviese lugar.»

Recuerda, el «tú» cuyo propósito Jesús está hablando es el tomador de decisiones que le gusta la idea de estar por su cuenta. Esto pone al Hijo en directa oposición a Dios, Cuya Voluntad es que Él y Su Hijo sean uno y nunca separados, como el siguiente párrafo refleja:

(5) «Nuestra práctica de hoy consiste en darnos cuenta de que la Voluntad de Dios y la nuestra coinciden completamente en esto. Dios quiere que sanemos, y nosotros no queremos realmente estar enfermos, pues eso no nos hace felices. Al aceptar la idea de hoy, por lo tanto, estamos en realidad de acuerdo con Dios. Él no quiere que estemos enfermos. Nosotros tampoco. Él quiere que nos curemos. Nosotros también.»

Jesús tiene que convencernos de que aferrarse a los resentimientos nos hace infelices. También puede hacer que todos los demás sean infelices. Sin embargo, la única motivación que funcionará es poner fin a nuestra miseria y dolor. No vamos a estudiar y practicar Un Curso de Milagros porque Jesús dice que debemos hacerlo, sino porque finalmente reconocimos que todo lo que intentamos por nuestra cuenta ha fracasado. Aceptamos finalmente que sólo uniéndonos a Jesús nos hará felices. Nuestra decisión de estar con él refleja la unión de nuestra voluntad con la de Dios, lo que refleja la decisión de sanar la separación.

(6) «Hoy estamos listos para dos sesiones de práctica largas, cada una de las cuales debe tener una duración de diez a quince minutos. Dejaremos, no obstante, que seas tú quien decida cuándo llevarlas a cabo. Seguiremos esta norma en varias de las lecciones sucesivas, por lo que una vez más sería mejor que decidieses de antemano la mejor hora para llevar a cabo cada una de las sesiones de práctica y que luego te adhirieses lo más fielmente posible al horario establecido.»

Una vez más vemos a Jesús «pedirnos» que impongamos cierta estructura en nuestra práctica. No es mucho, sin duda, pero es un comienzo. Su propósito aquí, como siempre, es animarnos a seguir nuestro entrenamiento de querer pensar junto con él, para que podamos olvidarnos de nuestros egos y recordar a Dios.

(7) «Empieza estas sesiones de práctica repitiendo la idea de hoy, añadiendo una afirmación en la que se vea expresado tu reconocimiento de que la salvación no procede de nada externo a ti. Podrías, por ejemplo, decir lo siguiente:

Mi salvación procede de mí. No puede proceder de ninguna otra parte.

Dedica después varios minutos, con los ojos cerrados, a revisar algunas de las fuentes externas en las que en el pasado buscaste la salvación: en otra gente, en posesiones, en diversas situaciones y acontecimientos, y en conceptos de ti mismo que intentaste convertir en realidad. Reconoce que la salvación no se encuentra en nada de eso, y dite a ti mismo:

Mi salvación no puede proceder de ninguna de esas cosas. Mi salvación procede de mí, y sólo de mí.»

Este es el propósito de nuestras relaciones especiales: la creencia de que podemos ser ayudados y hechos felices por algo que no sea Dios. El propósito de este ejercicio es revisar cuán importante ha sido este concepto en nuestras vidas y cuán doloroso. Esto es lo que nos impulsará, finalmente, a tomar la decisión que nos traerá verdadera ayuda y felicidad.

(8:1-5) «Trataremos ahora nuevamente de llegar a la luz en ti, que es donde realmente se encuentra tu salvación. No puedes encontrarla en las nubes que rodean la luz, y es ahí donde la has estado buscando. No está ahí. Está más allá de las nubes, en la luz que se encuentra tras ellas. Recuerda que tienes que atravesar las nubes antes de poder llegar a la luz.»

El gráfico antes mencionado (ver la lección 69) también nos servirá aquí, ilustrando el proceso de ir más allá de las nubes hacia la luz; más allá de las ilusiones de nuestras relaciones especiales hacia la verdad del perdón. Estas líneas hacen una declaración muy importante: No podemos ir desde donde creemos que estamos directamente al Cielo; primero debemos atravesar las nubes de ilusiones. Es por eso que Jesús enseña que la libertad radica en mirar la relación de odio especial (T-16.IV.1:1).

Debemos mirar nuestros pensamientos perturbados, enfermos, dementes y odiosos antes de que podamos avanzar más allá de ellos hacia el amor subyacente. La salvación no se puede encontrar en las nubes del mundo, sino únicamente en la luz de la Expiación que el ego ha mantenido oculta, pero que nunca ha dejado de brillar en nuestras mentes.

(8:6) «Pero recuerda también que jamás encontraste nada que fuese duradero o que realmente quisieras en los tapices de nubes que te imaginabas.»

Realmente no creemos esto; hay una parte de nosotros que todavía cree que hay esperanza de algo aquí. Creemos que nuestro especialismo aún funcionará; solo tenemos que hacerlo mejor. Este tipo de pensamiento es la razón por lo que sentimos que Un Curso de Milagros no nos ayuda. Y por eso nos tienen que recordar – continuamente recordar – cómo nada en el mundo ha satisfecho, ni satisfará jamás, nuestro anhelo de amor y paz.

(9) «Puesto que todas las ilusiones de salvación te han fallado, seguramente no querrás quedarte en las nubes buscando en vano ídolos falsos, cuando te sería tan fácil llegar hasta la luz de la verdadera salvación. Trata de ir más allá de las nubes utilizando cualquier medio que te atraiga. Si te resulta útil, piensa que te estoy llevando de la mano, y que te estoy guiando. Y te aseguro que esto no será una vana fantasía.»

Este es uno de los pocos lugares en el libro de ejercicios donde Jesús habla de sí mismo. No hace falta decir que es una afirmación poderosa. Él está diciendo: “Harías mucho mejor al atravesar las nubes conmigo”. De hecho, como Jesús deja en claro en otros lugares: “«No puedes» atravesar las nubes sin mí”. Por eso, por ejemplo, dice que él te necesita tanto como lo necesitas a él (T-8.V.6: 10), una referencia que ya hemos visto. Mientras creas que eres un cuerpo individual, necesitas otro cuerpo individual para ayudarte; una mano para sostener como guía a través del pantano del especialismo. Cuando intentas ir a través de las nubes de culpabilidad del ego por ti mismo está condenado al fracaso, porque tal intento es un fragmento sombrío del error original de tratar de existir y crear por nosotros mismos – «sin Dios».

Al final no hay tú, ni Jesús, ni nubes, – solo Dios. Pero eso es al final. Mientras te identifiques como un estudiante de su Curso, la ayuda de Jesús es extraordinariamente significativa. Esto se hace eco en la exhortación a nosotros en la clarificación de términos, que establece que aunque es el mensaje de Jesús lo que en última instancia es importante, todavía nos puede ayudar:

“Mas para ti, Jesús es el portador del único mensaje de Cristo acerca del Amor de Dios. No tienes necesidad de ningún otro. Es posible leer sus palabras y beneficiarse de ellas sin aceptarle en tu vida. Mas él te ayudaría todavía más si compartieses con él tus penas y alegrías, y renunciases a ambas para hallar la paz de Dios” (C-5.6:4-7)

Por lo tanto, Jesús dice: “No emprendas esta jornada sin mí”.

(10) «Para las sesiones de práctica cortas y frecuentes de hoy, recuérdate a ti mismo que la salvación procede de ti y que nada, salvo tus propios pensamientos, puede impedir tu progreso. Estás libre de toda interferencia externa. Estás a cargo de tu salvación. Estás a cargo de la salvación del mundo. Di, entonces:

Mi salvación procede de mí. No hay nada externo a mí que me pueda detener.

En mí se encuentra la salvación del mundo y la mía propia.»

La lección cierra con el importante recordatorio de que ya no tenemos justificación para trasladar la responsabilidad de nuestros impedimentos espirituales de nosotros mismos a las influencias externas.

Jesús quiere que recordemos tantas veces como sea posible a lo largo del día que la salvación procede solo de nosotros. Estas son malas noticias para nuestros egos, pero las mejores noticias para la parte de nuestras mentes que quiere regresar a casa. Nada en el mundo puede impedir este retorno, y puesto que esto es lo que realmente queremos, no podemos evitar tener éxito.”

Del libro “Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM” por el Dr. Kenneth Wapnick.




LECCIÓN 70

"Mi salvación procede de mí."

Comentada por:
Oscar Gómez Díez 

Esta es una lección muy importante, debido a que nos pone al frente de nuestra propia sanación. Nadie más puede hacerlo por nosotros. Pues no existe nadie más. Somos responsables de todo lo que nos sucede y somos responsables de cambiarlo, si así lo decidimos. "La salvación parece proceder de cualquier parte excepto de ti. Lo mismo se puede decir del origen de la culpabilidad. Tú no crees que la culpabilidad y la salvación estén en tu mente y sólo en tu mente."

Como estamos acostumbrados a proyectar nuestras culpas y miedos sobre el mundo, nos parece. "normal" que exista un culpable de lo que nos sucede. Ese "culpable" sólo existe en nuestra mente, es nuestra propia película mental. Mientras creamos que existe "un otro" que me ha hecho daño o me puede hacer daño, jamás nos vamos a sanar, pues estamos buscando la salvación donde no está. Esta es una de las grandes trampas de nuestro ego.  

"Cuando te des cuenta de que la culpabilidad es sólo una invención de la mente, te darás cuenta también de que la culpabilidad y la salvación tienen que encontrarse en el mismo lugar. Al entender esto te salvas." sólo cuando reconozcamos que todo existe en nuestra mente y sólo en nuestra mente, asumimos la responsabilidad de nuestros pensamientos, renunciamos a realizar juicios y condenas y nos perdonamos las falsas interpretaciones que hicimos del mundo, "Al entender esto te salvas." al entender esto me sano, al entender esto le entrego a la Expiación mis errores de interpretación, y le ofrezco un milagro de amor a todos aquellos a quienes había culpado. El milagro vendrá a mi solo después de ofrecérselo a quienes antes había condenado, pues dar es lo mismo que recibir. 

Renunciar a la interpretación que hacemos desde  el ego, tiene unos resultados muy importantes, el Curso nos enumera dos de gran calado:

1.  "significa que nada externo a ti puede salvarte ni nada externo a ti puede brindarte paz." No existe una salvación externa, llámala  gurú, psicólogo, psiquiatra, sacerdote, pareja, trabajo, dinero, poder. Si sigues creyendo en eso, será una búsqueda inútil, no hallarás nada. No encontrarás sanación ni paz. Reconocer que todo está en nuestra mente nos conduce al perdón y la paz. 

2. "Significa también que nada externo a ti te puede hacer daño, perturbar tu paz o disgustarte en modo alguno." significa que ya no podré culpar a nadie por lo que me acontece, pues no existen los culpables, el mundo que ves es totalmente neutro, y adquiere el significado que tu mente le asigne. Nada te hace daño, nada te produce ira, nada te hace sufrir, excepto tus propios pensamientos. Tu paz no depende del mundo exterior, depende sólo de tu mundo interior, únicamente de tu mundo interior y de nada más. 

"La idea de hoy te pone a cargo del universo, donde te corresponde estar por razón de lo que eres. No es éste un papel que se pueda aceptar parcialmente. Y seguramente habrás comenzado a darte cuenta de que aceptarlo es la salvación."  la conclusión lógica de la anterior exposición, es que eres responsable de ti mismo, eres responsable de tus pensamientos, "La idea de hoy te pone a cargo del universo" eres responsable de tu universo mental. Se acabó el victimismo. No soy víctima de nada y de nadie, solo de mi mismo. Si han sido mis propios pensamientos los que me condujeron al conflicto y la enfermedad, la solución (salvación) no puede estar fuera de mi mente. En mi mente anidó la enfermedad y el conflicto y en mi mente está el remedio que me sanará y me brindará paz. 
”Es probable, no obstante, que aún no esté claro para ti por qué razón reconocer que la culpabilidad está en tu propia mente conlleva asimismo darte cuenta de que la salvación está allí también.”  Creer lo contrario, es como piensa  el ego, pero no Dios  *"Así es como funciona tu mente, pero no la Suya."*. Dios quiere que sanes *"por eso mantiene la Fuente de la curación allí donde hay necesidad de curación"*. Pero nuestro ego ha hecho todo lo contrario, buscar afuera lo que está adentro. Por eso separamos la curación de la enfermedad, y al hacer eso, lo que hacemos es conservar la enfermedad al ignorar la fuente de la curación: nuestra propia mente.

 El ego vive en constante conflicto consigo mismo y con Dios: "Tu propósito ha sido asegurarte de que la curación no tuviese lugar. El propósito de Dios ha sido asegurarse de que sí tuviese lugar." así que nuestra sanación pasa por desligar mi voluntad de la del ego, y ligar mi voluntad a la de Dios.  "Nuestra práctica de hoy consiste en darnos cuenta de que la Voluntad de Dios y la nuestra coinciden completamente en esto. Dios quiere que sanemos, y nosotros no queremos realmente estar enfermos, pues eso no nos hace felices. Al aceptar la idea de hoy, por lo tanto, estamos en realidad de acuerdo con Dios. Él no quiere que estemos enfermos. Nosotros tampoco. Él quiere que nos curemos. Nosotros también."
A partir de reconocer que todo está en mi mente, y que  soy responsable de lo que pienso, ya sea desde el miedo o desde el amor, tengo que tomar una decisión a favor del amor y el perdón, esa es la práctica de hoy:

PRÁCTICA:

Aquiétate unos 10 o 15 minutos, dos veces en el día. Una por la mañana y la otra al finalizar el día. Busca establecer un horario para esta y las siguientes lecciones. 

Esta es una meditación que tiene tres fases:

Primera fase:

 "Empieza estas sesiones de práctica repitiendo la idea de hoy,” 

"Mi salvación procede de mí.”

"la salvación no procede de nada externo a ti. Podrías, por ejemplo, decir lo siguiente:

" Mi salvación procede de mí. No puede proceder de ninguna otra parte."

Segunda fase:

"Dedica después varios minutos, con los ojos cerrados, a revisar algunas de las fuentes externas en las que en el pasado buscaste la salvación: en otra gente, en posesiones, en diversas situaciones y acontecimientos, y en conceptos de ti mismo que intentaste convertir en realidad. Reconoce que la salvación no se encuentra en nada de eso, y dite a ti mismo:"

"Mi salvación no puede proceder de ninguna de esas cosas."
" Mi salvación procede de mí, y sólo de mí."

Tercera fase:

Después de asumir la responsabilidad de mi propia sanación y abandonar la creencia en fuentes externas para mi salvación,  puedo atravesar las nubes para llegar a la  luz en mi. "Trataremos ahora nuevamente de llegar a la luz en ti, que es donde realmente se encuentra tu salvación. No puedes encontrarla en las nubes que rodean la luz, y es ahí donde la has estado buscando. No está ahí. Está más allá de las nubes, en la luz que se encuentra tras ellas. Recuerda que tienes que atravesar las nubes antes de poder llegar a la luz. Pero recuerda también que jamás encontraste nada que fuese duradero o que realmente quisieras en los tapices de nubes que te imaginabas."
Esta meditación  vuelve a la visualización de las nubes y atravesarlas para llegar a la luz. A diferencia de ayer, lo que despejábamos eran las nubes de mis resentimientos, en la de hoy, despejamos las nubes de creer en fuentes externas,  de supuestos “salvadores” ubicados fuera de nuestra mente, podemos llegar a nuestra luz,  liberándonos de las trampas que nos ataban a este mundo. 

DE LA MANO DE JESÚS:

Para esta última fase, Jesús nos ofrece una ayuda adicional:  "Puesto que todas las ilusiones de salvación te han fallado, seguramente no querrás quedarte en las nubes buscando en vano ídolos falsos, cuando te sería tan fácil llegar hasta la luz de la verdadera salvación. Trata de ir más allá de las nubes utilizando cualquier medio que te atraiga. Si te resulta útil, piensa que te estoy llevando de la mano, y que te estoy guiando. Y te aseguro que esto no será una vana fantasía." Ante el riesgo de que te quedes buscando dentro de las nubes (el mundo del ego) Jesús nos asevera que sí pedimos su compañía y su guía,  ”esto no será una vana fantasía." de la mano de Jesús, podemos tener la confianza, asi que no nos perderemos en el mundo de las ilusiones. 

PRÁCTICAS  CORTAS:

"Para las sesiones de práctica cortas y frecuentes de hoy, recuérdate a ti mismo que la salvación procede de ti y que nada, salvo tus propios pensamientos, puede impedir tu progreso. Estás libre de toda interferencia externa. Estás a cargo de tu salvación. Estás a cargo de la salvación del mundo. Di, entonces:"

" Mi salvación procede de MÍ. No hay nada externo a mí que me pueda detener."

" En mí se encuentra la salvación del mundo y la mía propia."

Después de leer y practicar esta lección, no me puede quedar la menor duda que soy responsable de lo que pienso, que soy el origen de mis experiencias, y por lo tanto, el único responsable de mi propia sanación. Tengo el poder de decidir a favor del perdón, la sanación, el amor y la paz. La decisión esta en tus manos, la decisión está en mis manos. La decisión está en nuestras manos, solo tenemos que unir nuestra voluntad a la de Dios, y dejarnos guiar por el Amor. 






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BENDICIONES !






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