1. Aunque hemos reconocido que el plan del ego para la salvación es el opuesto al de Dios, aún no hemos puesto de relieve que es también un ataque directo contra Su plan y un intento deliberado de destruirlo. 2 En dicho ataque se le adjudican a Dios aquellos atributos que de hecho le corresponden al ego, mientras que el ego parece asumir los de Dios.
2. El deseo fundamental del ego es suplantar a Dios. 2 De hecho, el ego es la encarnación física de ese deseo. 3 Pues es este deseo lo que parece encerrar a la mente en un cuerpo, manteniéndola sola y separada e incapaz de llegar a otras mentes, excepto a través del mismo cuerpo que fue hecho para aprisionarla. 4 Poner límites en la comunicación no es la mejor manera de expandirla. 5 No obstante, el ego quiere hacerte creer que lo es.
3. Aunque el intento de mantener las limitaciones que un cuerpo impone es obvio aquí, tal vez no sea tan evidente por qué razón abrigar resentimientos constituye un ataque contra el plan de Dios para la salvación. 2 Examinemos, pues, cuáles son las cosas contra las que tienes la tendencia a abrigar resentimientos. 3 ¿Acaso no están siempre asociadas con algo que un cuerpo hace? 4 Una persona dice algo que no te gusta. 5 O bien hace algo que te desagrada. 6 Dicha persona “delata” sus pensamientos hostiles con su comportamiento.
4. En este caso no estás tratando con lo que la persona realmente es. 2 Por el contrario, en lo único que te fijas es en lo que esa persona hace en el cuerpo. 3 Y no sólo no la estás ayudando a librarse de las limitaciones de su cuerpo, sino que estás tratando activamente de atarla al cuerpo al confundirla con éste y juzgar que ella y su cuerpo son una misma cosa. 4 De este modo se ataca a Dios, pues si Su Hijo no es más que un cuerpo, eso es lo que Él necesariamente debe ser también. 5 Es inconcebible que un creador pueda ser radicalmente distinto de su creación.
5. Si Dios fuese un cuerpo, ¿cuál sería Su plan para la salvación? 2 ¿Qué otra cosa podría ser sino la muerte? 3 Y al tratar de presentarse a Sí Mismo como el Autor de la Vida y no de la muerte, resultaría ser un mentiroso y un impostor lleno de falsas promesas, que ofrece ilusiones en vez de la verdad. 4 La aparente realidad del cuerpo hace que esta perspectiva de Dios parezca convincente. 5 De hecho, si el cuerpo fuese real, sería imposible no llegar a esta conclusión. 6 Cada resentimiento que abrigas reitera que el cuerpo es real. 7 Cada resentimiento que abrigas pasa por alto completamente lo que tu hermano es. 8 Refuerza tu creencia de que él es un cuerpo y lo condena por ello. 9 Y afirma que su salvación tiene que ser la muerte, al proyectar este ataque sobre Dios y hacerlo responsable de ello.
6. A este escenario cuidadosamente preparado, donde animales feroces acechan a sus presas y la clemencia no puede hacer acto de presencia, el ego viene a salvarte. 2 ”Dios te hizo un cuerpo. 3 Muy bien. 4 Aceptemos esto y alegrémonos. 5 En cuanto que cuerpo, no te prives de nada de lo que el cuerpo ofrece. 6 Apodérate de lo poco que puedas. 7 Dios no te dio nada. 8 El cuerpo es tu único salvador. 9 Representa la muerte de Dios y tu salvación.”
7. Ésta es la creencia universal del mundo que ves. 2 Hay quienes odian al cuerpo y tratan de lastimarlo y humillarlo. 3 Otros lo veneran y tratan de glorificarlo y exaltarlo. 4 Pero mientras tu cuerpo siga siendo el centro del concepto que tienes de ti mismo, estarás atacando el plan de Dios para la salvación y abrigando resentimientos contra Él y contra Su Creación a fin de no oír la Voz de la Verdad y acogerla como Amiga. 5 El que has elegido como tu salvador ocupa Su lugar. 6 Él es tu amigo; Dios, tu enemigo.
8. Hoy trataremos de poner fin a estos absurdos ataques contra la salvación, 2 y en lugar de ello, trataremos de darle la bienvenida. 3 Tu percepción invertida ha sido la ruina de tu paz. 4 Te has visto a ti mismo como que estás dentro de un cuerpo y a la verdad como algo que se encuentra fuera de ti, vedada de tu conciencia debido a las limitaciones del cuerpo. 5 Ahora vamos a tratar de ver esto de otra manera.
9. La luz de la verdad está en nosotros, allí donde Dios la puso. 2 El cuerpo es lo que está fuera de nosotros, y no es algo que nos concierne. 3 Estar sin un cuerpo es estar en nuestro estado natural. 4 Reconocer la luz de la verdad en nosotros es reconocernos a nosotros mismos tal como somos. 5 Ver que nuestro Ser es algo separado del cuerpo es poner fin al ataque contra el plan de Dios para la salvación y, en lugar de ello, aceptarlo. 6 Y dondequiera que Su plan sea aceptado, ya se ha cumplido.
10. Nuestro objetivo para las sesiones de práctica más largas de hoy es hacernos más conscientes de que el plan de Dios para la salvación ya se ha realizado en nosotros. 2 Para lograr este objetivo tenemos que reemplazar el ataque por la aceptación. 3 Mientras sigamos atacando, no podremos entender cuál es el plan de Dios para nosotros. 4 Estaremos, por lo tanto, atacando lo que no reconocemos. 5 Vamos a tratar ahora de suspender todo juicio y de preguntarle a Dios cuál es Su plan para nosotros:
9 Luego esperamos en silencio Su respuesta. 10 Hemos atacado el plan de Dios para la salvación sin habernos detenido a escuchar en qué consistía. 11 Hemos expresado nuestros resentimientos con gritos tan ensordecedores, que no hemos escuchado Su Voz. 12 Hemos utilizado nuestros resentimientos para cubrirnos los ojos y para taparnos los oídos.
11. Ahora queremos ver, oír y aprender. 2 ”¿Qué es la salvación, Padre?” 3 Pregunta y se te contestará. 4 Busca y hallarás. 5 Ya no le estamos preguntando al ego qué es la salvación ni dónde encontrarla. 6 Se lo estamos preguntando a la verdad. 7 Ten por seguro, entonces, que la respuesta será verdadera, en virtud de Aquel a Quien se lo estás preguntando.
12. Cada vez que sientas que tu confianza flaquea y que tu esperanza de triunfo titubea y se extingue, repite la pregunta y tu petición, recordando que le estás preguntando al infinito Creador de lo infinito, Quien te creó a semejanza de Sí Mismo:
13. Hoy sólo será necesario una o quizá dos sesiones de práctica cortas por hora, ya que serán un poco más largas que de costumbre. 2 Los ejercicios deben comenzar con lo siguiente:
6 Luego espera en silencio un minuto más o menos, preferiblemente con los ojos cerrados, y aguarda Su respuesta.
Abrigar resentimientos es un ataque contra el plan de dios para la salvación
Comentada por:
Jorge Luis Álvarez Castañeda
¡Que la paz sea con nosotros hoy!
En la lección 72 Abrigar resentimientos es un ataque contra el plan de dios para la salvación, Jesús, nos propone dejar de atacar el plan de Dios para la salvación atribuyéndole lo que no es.
Así nos dice Jesús:
_”El deseo fundamental del ego es suplantar a Dios. De hecho, el ego es la encarnación física de ese deseo. Pues es este deseo lo que parece encerrar a la mente en un cuerpo, manteniéndola sola y separada e incapaz de llegar a otras mentes, excepto a través del mismo cuerpo que fue hecho para aprisionarla. Poner límites en la comunicación no es la mejor manera de expandirla. No obstante, el ego quiere hacerte creer que lo es”_.
Miremos este párrafo. Recordemos que la separación se dio cuando una parte de la Mente Una de Dios le dio por pensar que podía, aparentemente, separarse de la unidad, es decir, atacar a Dios, proyectando a este mundo y al cuerpo creyendo, así, que podía reemplazarlo. Escribí aparentemente porque Jesús nos dice que la separación nunca ocurrió y que es un sueño en que esta mente separada cree. Por eso, nos dio al Espíritu Santo para que nos ayude a despertar del sueño mediante el perdón.
El cuerpo surge, entonces, como la materialización física de ese deseo de reemplazar a Dios y actuar por nuestra cuenta. Además, tiene otro objetivo: hacer que el Hijo de Dios no se considere como mente que sigue siendo parte de la Mente de Dios.
Jesús nos dice que el ego “parece mantener la mente aprisionada en un cuerpo”
y separada de las otras mentes.
Recordemos que la creencia en la separación genera los tres elementos fundamentales del ego: el pecado o separación o ausencia de amor; la culpa y el miedo que originan todos los conflictos que vivimos en este mundo. Proyectamos la culpa en nuestros hermanos, los atacamos con nuestros juicios y abrigamos resentimientos que siempre tienen que concretarse en un cuerpo pues el odio necesita un cuerpo en que concretarse. Este proceso también lo viven nuestros hermanos que hacen lo mismo con nosotros y, por lo tanto, vivimos en un ciclo de ataque –defensa, sin fin.
Jesús, nos dice:
_”Cada resentimiento que abrigas reitera que el cuerpo es real. Cada resentimiento que abrigas pasa por alto completamente lo que tu hermano es. Refuerza tu creencia de que él es un cuerpo y lo condena por ello. Y afirma que su salvación tiene que ser la muerte, al proyectar este ataque sobre Dios y hacerlo responsable de ello”_.
Es decir, los resentimientos nos centran en el cuerpo. No vemos que somos mente, que somos espíritu, aumentando así la creencia en la separación. Jesús, nos dice que nos fijamos es en lo que nuestros hermanos hacen con el cuerpo, no en lo que son realmente.
Si llevamos a cabo la lección podemos darnos cuenta que es maravilloso ir soltando tantas cosas que antes nos hacían daño; Dios nos dio todas las herramientas para ser felices; cuando guardamos resentimientos, odios, rencores no podemos ver desde el Amor de Dios; tenemos muy bien guardados los resentimientos y no nos damos cuenta de que se encuentran envenando nuestra mente.
Pero, Jesús, nos da la salida. Nos pide que hagamos lo que nos ha estado enseñando: ir al interior de nuestras mentes pues allí
_”La luz de la verdad está en nosotros, allí donde Dios la puso. El cuerpo es lo que está fuera de nosotros, y no es algo que nos concierne. Estar sin un cuerpo es estar en nuestro estado natural. Reconocer la luz de la verdad en nosotros es reconocernos a nosotros mismos tal como somos”_.
Para lograr este objetivo, nos dice Jesús tenemos que:
_”hacernos más conscientes de que el plan de Dios para la salvación ya se ha realizado en nosotros”_.
es decir, ya estamos salvados, la separación nunca ocurrió, pero, como creemos que sí ocurrió, necesitamos al Espíritu Santo para que nos ayuda a regresar a casa.
Jesús, nos plantea:
_”Para lograr este objetivo tenemos que reemplazar el ataque por la aceptación. Mientras sigamos atacando, no podremos entender cuál es el plan de Dios para nosotros”_.
Nos llama a suspender todo juicio y preguntarle a Dios cuál es Su plan para nosotros:
¿Qué es la salvación, Padre? No lo sé. Dímelo, para que lo pueda entender.
Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior. Hagamos la lección como se nos propone siempre en compañía del Espíritu Santo y de Jesús, sin olvidarnos de reír, porque la Voluntad de Dios, para nosotros, es que tengamos perfecta felicidad.
Muchas, muchísimas, bendiciones.
Jorge Luis Álvarez Castañeda
Kenneth Wapnick
Lección 72
“Abrigar resentimientos es un ataque contra el plan de Dios para la salvación.”
“Viendo las lecciones como una serie, diferentes movimientos en una sinfonía gigantesca, vemos cómo cada una es parte de un todo más grande, las lecciones se construyen sobre sí mismas a medida que la música del perdón evoluciona. En esta lección (72), Jesús habla mucho sobre el cuerpo.
Sin embargo, el problema no es el cuerpo, sino nuestra creencia en él. Esto defiende contra la fuente del cuerpo: la culpabilidad en nuestras mentes.
(1:1) «Aunque hemos reconocido que el plan del ego para la salvación es el opuesto al de Dios, aún no hemos puesto de relieve que es también un ataque directo contra Su plan y un intento deliberado de destruirlo.»
Si realmente experimentáramos este “intento deliberado” en el instante en que comenzamos a emitir juicios y abrigar resentimientos, nos detendríamos al instante. El ego separa el efecto de la causa, de modo que no somos conscientes de lo que estamos haciendo, permitiéndonos felizmente seguir haciéndolo. Jesús estaba haciendo el mismo punto en el texto cuando discutió la perversidad de la relación especial, no solo para destruir el “plan” de perdón de Dios sino también para destruir a Dios Mismo. Ya hemos discutido el enunciado inicial del párrafo:
“Si percibieses la relación especial como un triunfo sobre Dios, ¿la desearías? No pensemos en su naturaleza aterrante, ni en la culpabilidad que necesariamente conlleva, ni en la tristeza, ni en la soledad. Pues esos no son sino atributos de la doctrina de la separación, y de todo el contexto en que se cree que ésta tiene lugar. El tema central de su letanía al sacrificio es que para que tú puedas vivir Dios tiene que morir. Y ése es el tema que se exterioriza en la relación especial.” (T-16.V.10:1-5)
Es esencial que reconozcamos los efectos de nuestros juicios; de lo contrario, elegir contra ellos no tendría sentido y, de hecho, nunca podría suceder.
(1:2) «En dicho ataque se le adjudican a Dios aquellos atributos que de hecho le corresponden al ego, mientras que el ego parece asumir los de Dios.»
Este es un tema importante en Un Curso de Milagros, y nos ayuda a entender por qué el mundo ha creado imágenes tan horribles de Dios: destructor, vengador, castigador, arbitrador de especialismo, etc. Proyectamos nuestros pensamientos inconscientes sobre nosotros mismos, y los tenemos ahora en Dios. Discutimos esto en la lección anterior, citando la declaración del texto de la imposibilidad de «no» percibir a Dios como un cuerpo una vez que creemos que somos cuerpos – «la proyección da lugar a la percepción». No es solo nuestra creencia en el cuerpo lo que proyectamos en Dios, sino el sistema de pensamiento subyacente de pecado, culpa y miedo. Dada la naturaleza inmutable de este principio fundamental de la mente – de nuevo, «la proyección da lugar a la percepción» – no puede «no» ser el caso que proyectemos nuestros atributos inconscientes de egoísmo y odio en nuestro Creador; Él, el gran asesino. En las siguientes imágenes del sol y el rayo de sol, el océano y la ola, Dios es percibido por el pequeño yo como el monstruo:
“En su increíble ignorancia, ese pequeño rayo ha decidido que él es el sol, y esa ola casi imperceptible se exalta a sí misma como si fuese todo el océano. Piensa cuán solo y asustado tiene que estar ese diminuto pensamiento, esa ilusión infinitesimal, que se mantiene separado del universo y enfrentado a él. El sol se vuelve el “enemigo” del rayo de sol al que quiere devorar, y el océano aterroriza a la pequeña ola y se la quiere tragar.” (T-18.VIII.3 :4-6)
Además, no puede «no» ser el caso que creamos – siguiendo otro principio del ego de «uno o el otro» – que lo que una vez fue de Dios se ha vuelto nuestro. Nosotros – el yo ego separado y autónomo – nos hemos convertido en los creadores. Volveremos a estas dinámicas fundamentales del ego más adelante en el libro de ejercicios.
(2) «El deseo fundamental del ego es suplantar a Dios. De hecho, el ego es la encarnación física de ese deseo. Pues es este deseo lo que parece encerrar a la mente en un cuerpo, manteniéndola sola y separada e incapaz de llegar a otras mentes, excepto a través del mismo cuerpo que fue hecho con el propósito de aprisionarla. Poner límites en la comunicación no es la mejor manera de expandirla. No obstante, el ego quiere hacerte creer que lo es.»
Estas son declaraciones explícitas de la esencia del ego, la cruda realidad de su deseo de volverse autónomo, independiente y libre, « ¡y luego creer que ha logrado esta imposibilidad! » El cuerpo, entonces, “es la encarnación física de ese deseo [del ego]” de reemplazar a Dios y estar por su cuenta. En el texto, Jesús enseña que el cuerpo es un límite para el amor (T-18.VIII.1: 2). La «comunicación» en el Curso, sin embargo, es la canción del amor ilimitado que el Padre y el Hijo entonan uno hacia el otro, una canción de perfecta unicidad y unidad. El cuerpo mantiene esa realidad separada de nuestra conciencia. “El pequeño jardín” también expresa la idea de que el cuerpo nos mantiene separados de Dios, como vemos en este pasaje representativo:
“Dios no puede hacer acto de presencia en un cuerpo ni tú puedes unirte a Él ahí. Todo límite que se le imponga al amor parecerá siempre excluir a Dios y mantenerte a ti separado de Él. El cuerpo es una diminuta cerca que rodea a una pequeña parte de una idea que es completa y gloriosa. El cuerpo traza un círculo, infinitamente pequeño, alrededor de un minúsculo segmento del Cielo, lo separa del resto, y proclama que tu reino se encuentra dentro de él, donde Dios no puede hacer acto de presencia.” (T-18.VIII.2:3-6)
En los siguientes dos párrafos, Jesús explica que cuando abrigamos resentimientos siempre están en contra de un cuerpo. Esto se relaciona con la idea en la Lección 161, que mencioné anteriormente, de que el odio es específico. Si voy a odiar, debe haber un cuerpo ahí fuera para ser odiado. Jesús nos está ayudando a darnos cuenta de que nuestros resentimientos siempre se relacionan con los cuerpos, la antítesis de nuestra identidad y la de nuestros hermanos como espíritu:
(3) «Aunque el intento de mantener las limitaciones que un cuerpo impone es obvio aquí, tal vez no sea tan evidente por qué razón abrigar resentimientos constituye un ataque contra el plan de Dios para la salvación. Examinemos, pues, cuáles son las cosas contra las que tienes la tendencia a abrigar resentimientos. ¿Acaso no están siempre asociadas con algo que un cuerpo hace? Una persona dice algo que no te gusta. O bien hace algo que te desagrada. Dicha persona “delata” sus pensamientos hostiles con su comportamiento.»
Recuerda el papel esencial que desempeña el cuerpo de mantener su plan de hacer que el Hijo de Dios no se perciba como una mente. Ello no solo solidifica la afirmación del ego de que la separación realmente ocurrió, sino también la esperanza mágica de que el cuerpo de otra persona será el depositario seguro de nuestra culpa. Por lo tanto, los ojos de nuestros cuerpos deambulan ferozmente alrededor de su mundo, prestos para saltar sobre cualquier prueba de que nuestro hermano es el pecador, dejándonos inocentes y libres de cualquier amenaza de castigo. Nuestro hermano “dice algo que no nos gusta” porque queremos que diga algo que no nos gusta. Esto no significa que somos responsables de lo que se dice, pero definitivamente somos responsables de nuestra interpretación de lo que dijo. En otras palabras, «queremos» que la hostilidad esté en otro, dirigida hacia nosotros mismos, y así la vemos allí, como este pasaje gráfico sobre los “perros hambrientos del miedo” del ego (T-19.IV-A.15: 6) representa:
“A los mensajeros del miedo se les ordena con aspereza que vayan en busca de culpabilidad, que hagan acopio de cualquier retazo de maldad y de pecado que puedan encontrar sin que se les escape ninguno so pena de muerte, y que los depositen ante su señor y amo respetuosamente…A los mensajeros del miedo se les adiestra mediante el terror, y …Sus mensajeros saquean culpablemente todo cuanto pueden en su desesperada búsqueda de culpabilidad, pues su amo los deja hambrientos y a la intemperie, instigando en ellos la crueldad y permitiéndoles que se sacien únicamente de lo que le llevan. Ni el más leve atisbo de culpabilidad se escapa de sus ojos hambrientos. Y en su despiadada búsqueda de pecados se abalanzan sobre cualquier cosa viviente que vean, y dando chillidos se la llevan a su amo para que él la devore…Pues te traerán noticia de carne, pellejo y huesos. Se les ha enseñado a buscar lo corruptible, y a retornar con los buches repletos de cosas podridas y descompuestas. Para ellos tales cosas son bellas, ya que parecen mitigar las crueles punzadas del hambre.” (T-19.IV-A.11:2; 12:3,5-7; 13:2-4
Sin el cuerpo, estos perros cargados de miedo no tendrían nada de lo que festejar, y su culpa los devoraría como castigo por su pecado.
(4:1-4) «En este caso no estás tratando con lo que la persona es. Por el contrario, en lo único que te fijas es en lo que esa persona hace en el cuerpo. Y no sólo no la estás ayudando a librarse de las limitaciones de su cuerpo, sino que estás tratando activamente de atarla al cuerpo, al confundirla con éste y juzgar que ella y su cuerpo son una misma cosa.»
Las “Sombras del pasado” también nos dice que no vemos a las personas por el Cristo que son, sino como cuerpos tenebrosos basados en la proyección de la culpa: nuestro mal percibido se ve en ellos. El siguiente pasaje describe el uso impío del ego del cuerpo: “como un medio de venganza”:
“Las tenebrosas figuras son los testigos que traes contigo para demostrar que el Hijo de Dios hizo lo que no hizo…Representan el mal que crees que se te infligió. Las traes contigo sólo para poder devolver mal por mal, con la esperanza de que su testimonio te permita pensar que otro es culpable sin que ello te afecte a ti…Te ofrecen las “razones” por las cuales deberías entablar alianzas no santas a fin de apoyar los objetivos del ego y hacer de tus relaciones testimonios de su poder…Tales relaciones tienen, sin excepción, el propósito de excluir la verdad del otro, así como la verdad acerca de ti. Por eso es por lo que ves tanto en ti como en el otro lo que no está ahí… Y por eso es por lo que cualquier cosa que te recuerde tus resentimientos pasados te atrae y te parece que es amor, … Y finalmente, ésa es la razón de que todas las relaciones de ese tipo se convierten en intentos de unión a través del cuerpo, pues sólo los cuerpos pueden considerarse medios de venganza. Es evidente que los cuerpos son el foco central de todas las relaciones no santas.” (T-17.III.1:6,9-10,12; 2:3-7)
Estrictamente hablando, no puedo tenerte en el infierno del ego; pero ciertamente puedo reforzar tu elección de estar allí al equipararte con el cuerpo, el propósito de la relación especial. Por lo tanto, cada relación especial – desafortunadamente eso significa casi todas nuestras relaciones – se basa en una ilusión. Comienza con la ilusión que tenemos sobre nosotros mismos: “el hogar del mal, la oscuridad y el pecado” (W-pI.93.1: 1), de la que tratamos de deshacernos proyectándola en otros. Nuestra creencia de que estamos separados, ahora proyectada en otro, nos lleva a ese pensamiento proyectado dado forma «y hecho realidad». Por lo tanto, nuestro hermano «es» un cuerpo, y si nosotros también lo somos, no es nuestra culpa. Las sombras pecaminosas y culpables de la decisión equivocada de nuestro pasado se han convertido en realidad para nosotros, y nuestra realidad como espíritu se ha convertido en la ilusión.
(4:5-6) «De este modo se ataca a Dios, pues si Su Hijo no es más que un cuerpo, eso es lo que Él debe ser también. Es inconcebible que un creador pueda ser radicalmente distinto de su creación.»
En la Lección 68 me referí al concepto de que Dios sea lo que sea que concibamos que sea Su Hijo. Por lo tanto, de nuevo, si nos vemos a nosotros mismos y a los demás como cuerpos, es imposible que no veamos a Dios como uno, también. Esto se debe a que cada creencia que albergamos sobre otro proviene directamente de nuestra creencia acerca de nosotros mismos: «la proyección da lugar a la percepción». La forma en que nos percibimos a nosotros mismos debe ser la forma en que percibimos a Dios, a Jesús y a todos los demás en la Filiación – «sin excepción». Es por eso que, para repetir este punto importante, Jesús habla acerca de Dios como si Él fuera un cuerpo. Él lo llama “Padre”, nos pide que conversemos con Él y Le hagamos preguntas. Sin embargo, esto no es porque Dios sabe sobre la ilusión, como la continuación del pasaje del sol y el océano – metáforas para Dios – deja en claro:
“Mas ni el sol ni el océano se dan cuenta de toda esta absurda e insensata actividad. Ellos sencillamente continúan existiendo, sin saber que son temidos y odiados por un ínfimo fragmento de sí mismos.” (T-18.VIII.4:1-2)
Una vez más, Jesús nos habla «como si» Dios supiera de nosotros, porque así es como «nosotros» experimentamos a Dios: lo semejante percibe lo semejante, los cuerpos perciben cuerpos, las ilusiones perciben ilusiones.
(5:1-5) «Si Dios fuese un cuerpo, ¿cuál sería Su plan para la salvación? ¿Qué otra cosa podría ser sino la muerte? Y al tratar de presentarse a Sí Mismo como el Autor de la vida y no de la muerte, resultaría ser un mentiroso y un impostor, lleno de falsas promesas, que ofrece ilusiones en vez de la verdad. La aparente realidad del cuerpo hace que esta perspectiva de Dios parezca convincente. De hecho, si el cuerpo fuese real, sería imposible no llegar a esta conclusión.»
Este pasaje describe al Dios bíblico – ¡con creces! Cuando hicimos nuestro sistema de pensamiento de la individualidad, fabricamos el cuerpo. Esto significa que creemos que hemos destruido al verdadero Dios, reemplazándolo con una deidad literalmente hecha a semejanza de nuestra propia imagen corporal, y una mentirosa e impostora. Si el cuerpo fuera real, lo cual ciertamente creemos, esta imagen de Dios también «debe» ser real. El sistema del pensamiento del ego, como recordarán, es totalmente coherente e internamente consistente. Por lo tanto, si el cuerpo fuera real, el sistema de pensamiento que lo hizo y aún así lo informa es real también. Y Dios, la proyección de nuestra culpabilidad, también debe ser un ego. Este mismo argumento comienza el Capítulo 13 en el texto, el contexto es el mundo de los cuerpos, hecho por “aquellos a quienes la culpabilidad ha enloquecido”:
“La aceptación de la culpabilidad en la mente del Hijo de Dios fue el comienzo de la separación, de la misma manera en que la aceptación de la Expiación es su final. El mundo que ves es el sistema ilusorio de aquellos a quienes la culpabilidad ha enloquecido. Contempla detenidamente este mundo y te darás cuenta de que así es. Pues este mundo es el símbolo del castigo, y todas las leyes que parecen regirlo son las leyes de la muerte. Los niños vienen al mundo con dolor y a través del dolor. Su crecimiento va acompañado de sufrimiento y muy pronto aprenden lo que son las penas, la separación y la muerte. Sus mentes parecen estar atrapadas en sus cerebros, y sus fuerzas parecen decaer cuando sus cuerpos se lastiman. Parecen amar, sin embargo, abandonan y son abandonados. Parecen perder aquello que aman, la cual es quizá la más descabellada de todas las creencias. Y sus cuerpos se marchitan, exhalan el último suspiro, se les da sepultura y dejan de existir. Ni uno solo de ellos ha podido dejar de creer que Dios es cruel.
Si éste fuese el mundo real, Dios sería ciertamente cruel. Pues ningún Padre podría someter a Sus hijos a eso como pago por la salvación y al mismo tiempo ser amoroso.” (T-13.in.2 :1-3 :2)
No es de extrañar que el Dios bíblico sea una criatura tan despreciable. ¡Él es «nosotros»!
(5:6-9) «Cada resentimiento que abrigas reitera que el cuerpo es real. Cada resentimiento que abrigas pasa por alto completamente lo que tu hermano es. Refuerza tu creencia de que él es un cuerpo y lo condena por ello. Y afirma que su salvación tiene que ser la muerte, al proyectar este ataque sobre Dios y hacerlo responsable de ello.»
La proyección al rescate del ego, ¡una vez más! Qué mejor manera de mantener oculta nuestra verdadera Identidad que ver solo el cuerpo sin mente como real. Qué mejor manera de mantener el cuerpo real que verlo continuamente como el objeto y el perpetrador del ataque. Qué mejor manera de mantener real la creencia en el ataque que castigándolo a través de la ley “natural” de la muerte. Finalmente, cuán diabólicamente astuto por parte del ego es mantener esta ley inmutable atribuyéndola a Dios Todopoderoso, como la Biblia afirma tan descaradamente. Uno solo puede admirar el ingenio del ego, incluso mientras sufrimos bajo su yugo repleto de culpa.
(6) «A esta arena cuidadosamente preparada, donde animales feroces acechan a sus presas y la clemencia no puede hacer acto de presencia, el ego viene a salvarte. Dios te hizo un cuerpo. Muy bien. Aceptemos esto y alegrémonos. En cuanto que cuerpo, no te prives de nada de lo que el cuerpo te ofrece. Apodérate de lo poco que puedas. Dios no te dio nada. El cuerpo es tu único salvador. Representa la muerte de Dios y tu salvación.»
Este es un pasaje bastante fuerte, pero si somos honestos con nosotros mismos nos daremos cuenta de que esto no solo es lo que las religiones han creído, sino también lo que nosotros creemos. De hecho, las religiones enseñan esto porque fueron hechas por el ego. La referencia aquí es a los pequeños restos de especialismo que estamos tan desesperados por obtener, por los que nos conformamos tan lamentablemente. Es por eso que Jesús dice en el texto que el problema no es que pidamos mucho, sino demasiado poco (T-26.VII.11: 7); y por qué nos pide que consideremos nuestro uso del cuerpo:
“Pensar que podrías estar contento y satisfecho con tan poco es herirte a ti mismo…”
(T-191V-A.17:12)
En “El Canto de la Oración” él nos insta a no conformarnos con las partes de la canción, sino a buscar en cambio la experiencia de la canción misma. En otras palabras, no deberíamos aceptar los pobres y específicos sustitutos del especialismo del ego cuando Jesús nos está ofreciendo la totalidad del Amor de Dios:
“No puedes, por lo tanto, pedir el eco. Es la canción la que constituye el regalo. Con ella vienen los sobreagudos, las armonías, los ecos, pero estos son secundarios. En la verdadera oración sólo escuchas el canto. Todo lo demás es simplemente agregado. Has buscado primero el Reino de los Cielos, y ciertamente, todo lo demás se te ha dado por añadidura.” (S-1.I.3)
El ego nos ha dicho que Dios no nos ha dado nada, porque nos dio el cuerpo y nos dejó aquí, y no hay nada que podamos hacer al respecto. Además, Él nos va a matar. Por lo tanto, el ego continúa, mientras estemos aquí, hagámoslo lo mejor posible, ¡y obtengamos cualquier migaja de placer corporal que podamos! En las palabras pesimistas de Isaías, digno del autor del Libro de Eclesiastés: “Comamos y bebamos [y seamos felices, agrega el Eclesiastés 8:15]; porque mañana moriremos “(Isaías 22:13). El ego entonces cree que tiene la última risa, porque el mismo hecho de que hay un cuerpo que puede vivir «y» morir significa que la realidad de Dios y de Cristo como espíritu eterno debe ser ilusoria. Por lo tanto, somos salvados «del» Amor de Dios y «por» el especialismo del ego.
(7) «Ésta es la creencia universal del mundo que ves. Hay quienes odian al cuerpo y tratan de lastimarlo y humillarlo. Otros lo veneran y tratan de glorificarlo y exaltarlo. Pero mientras tu cuerpo siga siendo el centro del concepto que tienes de ti mismo, estarás atacando el plan de Dios para la salvación y abrigando resentimientos contra Él y contra Su creación, a fin de no oír la Voz de la verdad y acogerla como Amiga. El que has elegido como tu salvador ocupa Su lugar. Él es tu amigo; Dios, tu enemigo.»
No hay nadie en este mundo que no crea que el cuerpo nos salve de Dios, porque cada uno de nosotros ha elegido venir a este mundo como un cuerpo. ¿Y quién sino los locos elegirían ir al infierno en lugar de permanecer en el Cielo? Todos nos hemos reído por la respuesta del Gato de Cheshire a la pobre Alicia, tal vez sin reconocer la sabiduría de Lewis Carroll:
“-En esta dirección -dijo el Gato, haciendo un gesto con la pata derecha – vive un Sombrerero. Y en esta dirección -e hizo un gesto con la otra pata- vive una Liebre de Marzo. Visita al que quieras: los dos están locos.
-Pero es que a mí no me gusta tratar a gente loca -protestó Alicia.
-Oh, eso no lo puedes evitar -repuso el Gato-. Aquí todos estamos locos. Yo estoy loco. Tú estás loca.
-¿Cómo sabes que yo estoy loca? -preguntó Alicia.
-Tienes que estarlo – afirmó el Gato-, o no habrías venido aquí. ”
No hace ninguna diferencia para el ego demente si abrazamos el cuerpo o sentimos repulsión por él. De cualquier manera, lo hemos hecho real. Es por eso que Jesús nos dice (¡dos veces!) En las secciones sobre los obstáculos a la paz que si el cuerpo es percibido como placentero o doloroso es irrelevante, siempre que creamos que tiene esa capacidad (T-19.IV-A.17 : 10-11; T-19.IV-B .12). Así lo hemos hecho real en nuestra percepción, y hemos convertido al espíritu en una ilusión. Estos lados opuestos – placer y dolor – de la misma moneda corporal se discuten nuevamente en la Lección 155.
Esta devoción al cuerpo va directamente al corazón de nuestra motivación: no queremos escuchar la Voz de la verdad, que señala el fin de nuestro ego. Por lo tanto, primero silenciamos al Espíritu Santo mediante nuestra culpabilidad y luego glorificamos al cuerpo como nuestro amigo y salvador.
(8) «Hoy trataremos de poner fin a estos ataques absurdos contra la salvación, y en lugar de ello, trataremos de darle la bienvenida. Tu percepción invertida ha sido la ruina de tu paz. Te has visto a ti mismo como que estás dentro de un cuerpo y a la verdad como algo que se encuentra fuera de ti, vedada de tu conciencia debido a las limitaciones del cuerpo. Ahora vamos a tratar de ver esto de otra manera.»
Una vez más, después de presentar su caso, Jesús nos llama a escuchar y, por lo tanto, a elegir nuevamente. Al final del texto, Jesús hace este mismo llamado, aún más enfáticamente:
“La lección que la tentación siempre quiere enseñar, en cualquier forma en que se presente e independientemente de donde ocurra, es ésta: quiere persuadir al Hijo de Dios de que él es un cuerpo, nacido dentro de lo que no puede sino morir, incapaz de librarse de su flaqueza y condenado a lo que el cuerpo le ordene sentir. El cuerpo fija los límites de lo que el Hijo de Dios puede hacer. El poder del cuerpo es la única fuerza de la que el Hijo de Dios dispone y el dominio de éste no puede exceder el reducido alcance del cuerpo. ¿Querrías seguir siendo eso, si Cristo se te apareciese en toda Su gloria, pidiéndote solamente esto?:
Elige de nuevo si quieres ocupar el lugar que te corresponde entre los salvadores del mundo, o si prefieres quedarte en el infierno y mantener a tus hermanos allí. Él ha venido, y esto es lo que te está pidiendo.” (T-31.VIII.1)
La pregunta es clara, el problema aún más claro. La respuesta simplemente espera nuestra decisión inevitable.
(9) «La luz de la verdad está en nosotros, allí donde Dios la puso. El cuerpo es lo que está fuera de nosotros, y no es lo que nos concierne. Estar sin un cuerpo es estar en nuestro estado natural. Reconocer la luz de la verdad en nosotros es reconocernos a nosotros mismos tal como somos. Ver que nuestro Ser es algo separado del cuerpo es poner fin al ataque contra el plan de Dios para la salvación y, en lugar de ello, aceptarlo. Y dondequiera que Su plan se acepta, ya se ha consumado.»
Refiriéndonos a nuestro gráfico (véase la lección 69), la luz de la verdad está en nuestras mentes – el círculo interno – y el cuerpo se encuentra en las nubes – el círculo externo. Una vez más, la decisión es nuestra. Es útil volver al propósito básico del libro de ejercicios: entrenarnos para regresar a nuestras mentes, dentro de la cual podemos elegir entre el estado antinatural del cuerpo – reflejando el sistema de pensamiento antinatural del ego – y el estado natural de nuestro Ser como espíritu. La decisión se hace posible al reconocer la dolorosa inutilidad de aferrarse a nuestros resentimientos, cuando en cambio podemos tener la paz de Dios.
(10) «Nuestro objetivo para las sesiones de práctica más largas de hoy, es hacernos más conscientes de que el plan de Dios para la salvación ya se ha consumado en nosotros. Para lograr este objetivo tenemos que reemplazar el ataque por la aceptación. Mientras sigamos atacando, no podremos entender cuál es el plan de Dios para nosotros. Estaremos, por lo tanto, atacando lo que no reconocemos. Vamos a tratar ahora de suspender todo juicio y de preguntarle a Dios cuál es Su plan para nosotros:
¿Qué es la salvación, Padre? No lo sé. Dímelo, para que lo pueda entender.
Luego aguardaremos quedamente Su respuesta. Hemos atacado el plan de Dios para la salvación sin habernos detenido a escuchar en qué consistía. Hemos expresado nuestros resentimientos con gritos tan ensordecedores que no hemos escuchado Su Voz. Hemos utilizado nuestros resentimientos para cubrirnos los ojos y para taparnos los oídos.»
Ya hemos discutido extensamente el uso del lenguaje dualista en Un Curso de Milagros, que se ve de nuevo aquí y no requiere más comentarios. Jesús nos está pidiendo que dejemos a un lado nuestros juicios y resentimientos, ya que estos son los “chillidos estridentes” del ego que nos impiden escuchar la dulce Voz que refleja el plan de Dios para la salvación: la Expiación. Para citar nuevamente ese importante pasaje sobre el especialismo:
“¿Qué respuesta del Espíritu Santo podría llegar hasta ti, cuando a lo que escuchas es a tu deseo de ser especial, que es lo que pregunta y lo que responde? Tan sólo prestas oídos a su mezquina respuesta, la cual, ni siquiera se oye en la melodía que en amorosa alabanza de lo que eres fluye eternamente desde Dios a ti. Y este colosal himno de honor que amorosamente se te ofrece por razón de lo que eres parece silencioso e inaudible ante el “poderío” de tu especialismo. Te esfuerzas por escuchar una voz que no tiene sonido, y, sin embargo, la Llamada de Dios Mismo te parece insonora.” (T-24.II.4:3-6)
Nuestros juicios son así calculados por el ego inconsciente para desviar nuestra atención de la culpabilidad en nuestras mentes, enfocándola en el cuerpo: ¡nuestro hermano pecador!
(11) «Ahora queremos ver, oír y aprender. “¿Qué es la salvación, Padre?” Pregunta y se te contestará. Busca y hallarás. Ya no le estamos preguntando al ego qué es la salvación ni dónde encontrarla. Se lo estamos preguntando a la verdad. Ten por seguro, entonces, que la respuesta será verdad, en virtud de Aquél a Quien se lo estás preguntando.»
Jesús está asumiendo que hemos hecho nuestra elección, hemos liberado nuestros resentimientos y somos libres para escuchar la verdad. Hemos «buscado» la respuesta donde se puede «encontrar», donde ha esperado nuestro regreso. La salvación no es realmente una respuesta, sino una decisión, y una que ahora tomamos felizmente.
(12) «Cada vez que sientas que tu confianza flaquea y que tu esperanza de triunfo titubea y se extingue, repite tu pregunta y tu petición, recordando que le estás preguntando al infinito Creador de lo infinito, Quien te creó a semejanza de Sí Mismo:
¿Qué es la salvación, Padre? No lo Sé. Dímelo, para que lo pueda entender.
Él te contestará. Resuélvete a escuchar.»
Como casi siempre lo hace al final de una lección, Jesús nos insta a recordar su verdad cuando tengamos la tentación de olvidar nuestra función y abrazar la ilusión de ataque y juicio. Recuerda de nuevo que el juicio está motivado por la decisión de «no» escuchar la Voz que habla en favor de la Expiación – la salvación de la separación y el dolor. Tal recuerdo trae a la mente nuestro propósito de recordar el Amor que es la Respuesta a todos nuestros problemas y preocupaciones.
(13) «Hoy sólo será necesario una o quizás dos sesiones de práctica cortas por hora, ya que serán un poco más largas que de costumbre. Los ejercicios deben comenzar con lo siguiente:
Abrigar resentimientos es un ataque contra el plan de Dios para la salvación. Permíteme aceptarlo en lugar de atacarlo. ¿Qué es la salvación, Padre?
Luego espera en silencio un minuto más o menos, preferiblemente con los ojos cerrados, y aguarda Su respuesta.»
Las instrucciones de hoy requieren menos sesiones de práctica que antes, y podemos ver cómo Jesús no quiere que estemos sujetos a una estructura rígida. Su objetivo es que dependamos del «contenido» de su mensaje, no de la «forma» en que ello viene y con la que lo practicamos. Por lo tanto, él varía la «forma» de los ejercicios diarios, aunque apenas su «contenido». “
Del libro “Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM” por el Dr. Kenneth Wapnick.
LECCIÓN 72
"Abrigar resentimientos es un ataque contra el plan de Dios para la salvación."
Comentada por:
Oscar Gómez Díez
Esta es una lección de un profundo contenido metafísico, explicarla y comprenderla de manera sucinta y clara no es un ejercicio fácil para quienes no se han adentrado al estudio del Texto de Un Curso de Milagros. Pues hemos invertido la realidad, y creemos que el mundo que fabricamos es real, y que Dios es simplemente un reflejo de lo que creemos ser: un cuerpo. Por lo que terminamos otorgándole a Dios los atributos del ego y al ego los atributos de Dios. Esta es la locura de este mundo.
Para que esto sea posible, primero debemos hacer real el cuerpo, no importa si este sufre o disfruta de algún momentáneo placer, no importa si está enfermo o saludable, ambos dan testimonio de su existencia. Por eso el Curso afirma que "Es inconcebible que un creador pueda ser radicalmente distinto de su creación." de lo que se colige, que Dios nos creó a su semejanza, o sea, como espíritu, entonces no somos un cuerpo. O nuestro ego creó a Dios a su semejanza, entonces Dios es un cuerpo!!
Finalmente eso fue lo que hicimos. Invertimos la realidad y por eso creemos en este mundo, y por ello pagamos un precio: "Tu percepción invertida ha sido la ruina de tu paz."
Pero hasta ahora no nos queda claro, ¿porque "Abrigar resentimientos es un ataque contra el plan de Dios para la salvación.? "
Básicamente por la relación culpa - cuerpo -proyección y ataque. Como no soportamos la culpa, buscamos deshacernos de ella, y la proyectamos sobre nuestros hermanos, con la falsa creencia que así preservamos nuestra inocencia. Al señalarlos como culpables, los vemos como cuerpos, aspiramos que sus cuerpos sean castigados. En ese momento no vemos la luz de amor que ellos son. Al atacar a mis hermanos, estoy atacando lo que Dios Es, (Amor) y afirmando lo que Dios no es (cuerpo). "De este modo se ataca a Dios; pues si Su Hijo no es más que un cuerpo, eso es lo que Él debe ser también." De esta manera se consuma el deseo del ego de reemplazar a Dios: "El deseo fundamental del ego es suplantar a Dios." y lo hace cuando fabrica este mundo, lo mismo que a los cuerpos, "De hecho, el ego es la encarnación física de ese deseo." nuestros cuerpos son la encarnación del deseo del ego de sustituir a Dios.
Al invertir la realidad, también invertimos las responsabilidades: "En dicho ataque se le adjudican a Dios aquellos atributos que de hecho le corresponden al ego, mientras que el ego parece asumir los de Dios." la culpa y el castigo quedan en manos de Dios y la inocencia en el ego, El rol de sentirnos injustamente tratados, de sentirnos víctimas es una de las características más destacadas del ego, no reconocemos ni aceptamos que toda experiencia la hemos generado en nuestras mentes.
"Si Dios fuese un cuerpo, ¿cuál sería Su plan para la salvación?" y nos responde, "¿Qué otra cosa podría ser sino la muerte?" Si Dios nos castiga y nos condena a morir, la conclusión del ego no puede ser si no esta: "Dios te hizo un cuerpo. Muy bien. Aceptemos esto y alegrémonos. En cuanto que cuerpo, no te prives de nada de lo que el cuerpo te ofrece. Apodérate de lo poco que puedas. Dios no te dio nada. El cuerpo es tu único salvador. Representa la muerte de Dios y tu salvación." Para el ego el cuerpo es lo único real, y Dios el responsable de su muerte.
Volver a la realidad significa reconocer que no somos un cuerpo, que nuestras mentes no están limitadas por un cuerpo, que de hecho lo trasciende, incluso no están dentro del cuerpo. "Te has visto a ti mismo como que estás dentro de un cuerpo y a la verdad como algo que se encuentra fuera de ti, vedada de tu conciencia debido a las limitaciones del cuerpo. Ahora vamos a tratar de ver esto de otra manera." La salvación consiste en volver a enderezar lo que el ego había invertido. "La luz de la verdad está en nosotros, allí donde Dios la puso. El cuerpo es lo que está fuera de nosotros, y no es lo que nos concierne." Precisamente esto es lo más difícil de aceptar por nuestros egos, pues nos experimentamos como cuerpos, nos relacionamos como cuerpos, y creemos amarnos y atacarnos como cuerpos. Por eso la siguiente afirmación es todo un desafío a la existencia del ego: "Estar sin un cuerpo es estar en nuestro estado natural." Jesús es consciente de nuestra resistencia a la verdad, por eso nos propone un ejercicio basado en la aceptación.
PRÁCTICA:
"Vamos a tratar ahora de suspender todo juicio y de preguntarle a Dios cuál es Su plan para nosotros:"
"¿Qué es la salvación, Padre? No lo sé. Dímelo, para que lo pueda entender."
"Luego aguardaremos quedamente Su respuesta."
"Hemos atacado el plan de Dios para la salvación sin habernos detenido a escuchar en qué consistía. Hemos expresado nuestros resentimientos con gritos tan ensordecedores, que no hemos escuchado Su Voz. Hemos utilizado nuestros resentimientos para cubrirnos los ojos y para taparnos los oídos."
"Ahora queremos ver, oír y aprender. "¿Qué es la salvación, Padre?" Pregunta y se te contestará. Busca y hallarás."
"Ya no le estamos preguntando al ego qué es la salvación ni dónde encontrarla. Se lo estamos preguntando a la verdad. Ten por seguro, entonces, que la respuesta será verdad, en virtud de Aquél a Quien se lo estás preguntando."
RESPUESTA A LA TENTACION:
"Cada vez que sientas que tu confianza flaquea y que tu esperanza de triunfo titubea y se extingue, repite tu pregunta y tu petición, recordando que le estás preguntando al infinito Creador de lo infinito, Quien te creó a semejanza de Sí Mismo:"
"¿Qué es la salvación, Padre? No lo sé. Dímelo, para qué lo pueda entender."
"Él te contestará. Resuélvete a escuchar."
Si observamos con atención el ejercicio está centrado en comunicarnos con Dios, usando lo único real que tenemos: nuestra mente. Pará escucharlo tenemos que cesar todo juicio, reconocer que no sabemos y estar dispuesto a escucharlo. Ahí toda discusión sobre el cuerpo y su existencia desaparece, todo ataque o resentimiento contra mis hermanos se desvanece.
PRÁCTICA CORTA:
"Hoy sólo será necesario una o quizás dos sesiones de práctica cortas por hora, ya que serán un poco más largas que de costumbre. Los ejercicios deben comenzar con lo siguiente:"
"Abrigar resentimientos es un ataque contra el plan de Dios para la salvación. Permíteme aceptarlo en lugar de atacarlo. ¿Qué es la salvación, Padre?"
"Luego espera en silencio un minuto más o menos, preferiblemente con los ojos cerrados, y aguarda Su respuesta."
Aceptar el plan de Dios para la salvación, es aceptar el perdón como el mecanismo que me permite deshacer mis errores de percepción, es acallar todo juicio, aquietar la mente, y en un silencio receptivo escuchar la Voz que habla por Dios, recordarnos quienes somos y retornar a nuestra realidad eterna: amor, paz y dicha.