Busco únicamente lo que en verdad me pertenece.
1. La idea de hoy continúa con el tema de que la dicha y la paz no son sueños vanos. ²Tienes derecho a ellas por razón de lo que eres. ³Te llegan procedentes de Dios, Quien no puede dejar de darte lo que Su Voluntad dispone. ⁴Pero primero tiene que haberse preparado un lugar donde poder recibir Sus regalos, ⁵pues no son bien recibidos por la mente que ha aceptado los regalos que ella misma inventó allí donde sólo a los de Dios les corresponde estar.
2. Hoy queremos deshacernos de cuanto regalo inútil nosotros mismos hayamos fabricado y depositado ante el santo altar donde sólo a los regalos de Dios les corresponde estar. ²Sus regalos son los que en verdad son nuestros. ³Sus regalos son los que heredamos desde antes de que el tiempo comenzara y los que seguirán siendo nuestros después de que éste haya pasado a ser eternidad. ⁴Sus regalos son los que se encuentran en nosotros ahora, pues son intemporales. ⁵Y no tenemos que esperar a que sean nuestros. ⁶Son nuestros hoy.
3. Por lo tanto, elegimos tenerlos ahora, sabiendo que al elegirlos en lugar de lo que nosotros mismos hemos fabricado, no estamos sino uniendo nuestra voluntad a la de Dios y reconociendo que ambas disponen lo mismo. ²Nuestros períodos de práctica más prolongados de hoy, los cinco minutos que cada hora le dedicamos a la verdad para tu salvación, deben comenzar con lo siguiente:
⁴Deja a un lado entonces los conflictos mundanos que ofrecen otros regalos y otros objetivos que sólo pueden perseguirse en un mundo de sueños y que se componen de ilusiones, de las cuales dan testimonio.
4. Dejamos todo esto a un lado y, en su lugar, buscamos aquello que verdaderamente es nuestro cuando pedimos poder reconocer lo que Dios nos ha dado. ²Despejamos en nuestras mentes un santo lugar ante Su Altar, en el que Sus regalos de paz y dicha son bien recibidos y al que venimos a encontrar lo que Él nos ha dado. ³Venimos llenos de confianza hoy, conscientes de que lo que Él da es lo que en verdad nos pertenece. ⁴Y ya no deseamos nada más, pues no hay nada más que en verdad nos pertenezca.
5. De esta manera, hoy despejamos el camino para Él al reconocer simplemente que Su Voluntad ya se ha cumplido y que la dicha y la paz nos pertenecen por ser Sus eternos regalos. ²No nos permitiremos perderlos de vista entre cada uno de los períodos en que venimos a buscarlos allí donde Él los depositó. ³Traeremos a la memoria el siguiente recordatorio tan a menudo como podamos:
LECCIÓN 104
Busco únicamente lo que en verdad me pertenece.
Comentada por:
Jorge Luis Álvarez Castañeda
Jesús nos plantea en esta lección:
_”La idea de hoy continúa con el tema de que la dicha y la paz no son sueños vanos. Tienes derecho a ellas por razón de lo que eres. Te llegan procedentes de Dios, Quien no puede dejar de darte lo que Su Voluntad dispone. Pero primero tiene que haberse preparado un lugar donde poder recibir Sus regalos, pues no son bien recibidos por la mente que ha aceptado los regalos que ella misma inventó allí donde sólo a los de Dios les corresponde estar”_.
Es decir, tenemos derecho a la dicha y la paz porque esa es la Voluntad de Dios. Necesitamos abrir un lugar en nuestra mente para que los regalos de Dios puedan estar. Nuestra mente está llena de resentimientos, de agravios que hemos hecho o nos han hecho, de culpa, de miedo, de situaciones que no queremos perdonar, de separación, de inseguridades, de desvalorizaciones, del pasado que no queremos soltar, etc., etc., es decir, tenemos que abrir este lugar para que puedan llegar los milagros como vimos en la lección 78 ¡Que los milagros reemplacen todos mis resentimientos!
El principio 7 de los milagros dice:
_“Todo el mundo tiene derecho a los milagros, pero antes es necesario una purificación”_. (T-1.I.Pr 7).
Aquí el término “purificación” no se refiere al cuerpo, se refiere a la mente. La mente habría que “purificarla” de los pensamientos no amorosos, de ataque, de miedo y de culpa, de separación, de miedo a Dios. Y esta purificación se consigue con la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús mediante el perdón y la aceptación de la Expiación para nosotros mismos.
Jesús nos dice:
_”Hoy queremos deshacernos de cuanto regalo inútil nosotros mismos hayamos fabricado y depositado ante el santo altar donde sólo a los regalos de Dios les corresponde estar. Sus regalos son los que en verdad son nuestros. Sus regalos son los que heredamos desde antes de que el tiempo comenzara y los que seguirán siendo nuestros después de que éste haya pasado a ser eternidad. Sus regalos son los que se encuentran en nosotros ahora, pues son intemporales. Y no tenemos que esperar a que sean nuestros. Son nuestros hoy”_.
La metáfora del altar la utiliza otra vez Jesús cuando habla de la salvación en el tema especial 2. ¿Qué es la salvación? de la segunda parte de las lecciones:
_“La salvación es un des-hacer en el sentido de que no hace nada, al no apoyar el mundo de sueños y de malicia. De esta manera, las ilusiones desaparecen. Al no prestarles apoyo, deja que simplemente se conviertan en polvo. Y lo que ocultaban queda ahora revelado: un altar al santo Nombre de Dios donde Su Palabra está escrita, con las ofrendas de tu perdón depositadas ante él, y tras ellas, no mucho más allá, el recuerdo de Dios”_. (L.IIP.2 ¿Qué es la salvación? 3.: 1-4)
Este párrafo es muy importante. Nos dice de deshacernos de las ilusiones como parte del proceso de la salvación para que aparezca ese altar, ese lugar puro de nuestra mente a donde se llevan, _“las ofrendas de nuestro perdón”_. Es decir, no podemos llegar a Dios sino perdonamos. Antes de orar debemos perdonar. Esa es la purificación de la mente que nos plantea Jesús que va permitir dejar los regalos que hemos fabricado como ego y que podamos encontrar los dones de la dicha y la paz que nos han pertenecido siempre, pero que nos hemos negado a aceptar.
Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior. Hagamos la lección, como se nos propone, siempre en compañía del Espíritu Santo y de Jesús, sin olvidarnos de reír la Voluntad de Dios, para nosotros, es que tengamos perfecta felicidad.
Muchas, muchísimas, bendiciones.
Jorge Luis Álvarez Castañeda
Kenneth Wapnick
"Busco únicamente lo que en verdad me pertenece."
Lección 104
"A medida que Jesús continúa con su tema de la felicidad, nos habla específicamente sobre dejar ir lo que el ego nos ha dicho que es la verdad, porque solo la verdad verdadera nos hará felices.
(1:1) «La idea de hoy continúa con el tema de que la dicha y la paz no son sueños vanos.»
Puede ser tentador, cuando se trabaja con Un Curso de Milagros, creer que cuando Jesús habla de nuestra paz, dicha y felicidad, son palabras vanas que suenan bonitas, pero que no funcionan. Sin embargo, no funcionan porque no queremos que lo hagan. Si fuéramos verdaderamente pacíficos, dichosos y felices, ya no seríamos los seres miserables y victimizados que pensábamos que éramos. Por lo tanto, nos sentimos atraídos a encontrar culpabilidad en los demás, reforzando su presencia en nosotros mismos y demostrando que estamos en lo correcto y que Jesús está equivocado.
(1:2-5) «Tienes derecho a ellos por razón de lo que eres. Te llegan procedentes de Dios, Quien no puede dejar de darte lo que Él dispone. Pero primero tiene que haberse preparado un lugar donde recibir Sus dones. Pues éstos no son bien acogidos por la mente que ha aceptado los regalos que ella misma fabricó allí donde sólo a los de Dios les corresponde estar.»
Esta condición - "Pero primero tiene que haberse preparado un lugar" - no es algo que Dios ordene, una condición a la que debamos adherirnos, o de lo contrario, Él no nos amará. El hecho es que no podemos saber que somos el hijo amado de Dios cuyos pecados son deshechos mientras valoremos los dones que fabricamos. En otras palabras, la responsabilidad vuelve a nosotros, un tema enunciado una y otra vez en esta lección. Es corta, pero lo que aparece repetidamente en la lección es que para que podamos experimentar la verdad, primero tenemos que dejar ir lo que creíamos que era la verdad. Un Curso de Milagros nos está ayudando a restaurar a la mente su poder de haber elegido en contra de Dios, darnos cuenta del error y luego corregirlo eligiendo a Jesús como nuestro maestro. Su amor nos enseña a llevar nuestra ilusoria imagen de nosotros mismos a la verdad de lo que somos: el santo Hijo de Dios.
Jesús continúa con el mismo pensamiento:
(2:1) «Hoy queremos deshacernos de cuanto regalo inútil nosotros mismos hayamos fabricado y depositado ante el santo altar donde sólo a los dones de Dios les corresponde estar.»
Jesús no puede darnos los dones de amor de Dios hasta que primero le demos los nuestros de pecado, culpabilidad y especialismo. Intercambiamos los regalos que fabricamos por el Amor que Él nos ofrece. Él no puede tomarlos de nuestras manos, ya que es nuestra responsabilidad dárselos a él. Es por eso que el perdón no es algo que hacemos, como tampoco el perdón es algo que hace Jesús; lo hacemos juntos. Esto significa que debemos llevarle - en el lenguaje de las últimas páginas del texto - nuestros "pecados secretos y odios ocultos" (T-3 1.VIII.9: 2).
Otro hermoso pasaje de "Los Regalos de Dios" expresa el llamado de Jesús:
“Abre tus manos, y dame todas las cosas que has esgrimido contra tu santidad y guardado como calumnias contra el Hijo de Dios ... Dame estas cosas inútiles en el instante en que las ves a través de mis ojos y entiendes su costo … Los tomo de ti gustosamente, poniéndolos junto a los dones de Dios que Él ha colocado sobre el altar de Su Hijo. Y estos te doy para que ocupen el lugar de aquellos que me diste en misericordia contigo mismo. Estos son los regalos que pido, y solo estos. Porque cuando los depositas por tu propia mano, llegas a mí, y puedo venir entonces como salvador a ti. Los dones de Dios están en mis manos, para dar a todo aquel que quiera intercambiar el mundo por el Cielo. Solo necesitas invocar mi nombre y pedirme que acepte el regalo de dolor de manos dispuestas que lo pondrían en las mías ... En mis manos está todo lo que quieres, necesitas y esperabas encontrar entre los andrajosos juguetes de la tierra. Los tomo todos de ti y han desaparecido. Y resplandeciendo en el lugar donde una vez estuvieron, hay un portal a otro mundo a través de la cual entramos en el Nombre de Dios.” (Los Regalos de Dios, pp. 118, 119).
El resto de este párrafo es una elaboración de los dones de Dios para nosotros, salvaguardados para nosotros por el amor de Jesús:
(2:2-3) «Sus dones son los que en verdad son nuestros. Sus dones son los que heredamos desde antes de que el tiempo comenzara, y los que seguirán siendo nuestros después de que el tiempo haya pasado a ser eternidad.»
Estos son los dones de nuestra vida como Cristo: amor, libertad sin trabas, creación y vida eterna.
(2:4) «Sus dones son los que se encuentran en nosotros ahora, pues son intemporales.»
Jesús es la presencia dentro de nuestras mentes durmientes que nos recuerda que la verdad está allí, aunque nos hayamos escapado de ella. Nuestro libre albedrío dentro del sueño tiene poder «únicamente» dentro del sueño. Los dones de Dios permanecen afuera, donde el ego no tiene poder:
“El Reino está perfectamente unido y perfectamente protegido, y el ego no prevalecerá contra él.” (T-4.III.1:12)
(2:5-6) «Y no tenemos que esperar a que sean nuestros. Son nuestros hoy.»
El cristianismo tradicional, así como otras religiones, enseña que ahora sufrimos para recibir el amor de Dios en el más allá como recompensa por nuestro sacrificio. Como sabemos, un tema principal en Un Curso de Milagros es que la salvación es ahora, ya que no hay ningún futuro para el que debamos prepararnos:
“Sin embargo, la salvación «es» inmediata...Pues el milagro es algo que es «ahora». Se encuentra ya aquí, en gracia presente, dentro del único intervalo de tiempo que el pecado y el miedo han pasado por alto, pero que, sin embargo, es el único tiempo que hay. Llevar a cabo la corrección en su totalidad no requiere tiempo en absoluto.” (T-26.VIII.3:1; 5:8-6:1)
Solo nuestra culpabilidad, nacida del «pasado», exige que paguemos a Dios en el "presente" por la promesa esperada de la salvación futura. Jesús, sin embargo, felizmente nos dice que no necesitamos esperar por los dones del Cielo (W-pI.131.6: 1); simplemente necesitamos aceptarlos ahora.
(3:1) «Elegimos, por lo tanto, tenerlos ahora, sabiendo que al elegirlos en lugar de lo que nosotros mismos hemos fabricado, no estamos sino uniendo nuestra voluntad a la de Dios y reconociendo que ambas disponen lo mismo.»
Jesús vuelve a enfatizar el papel de nuestras mentes para elegir. El enfoque no está en los dones maravillosos, ya que no significan nada si no sabemos que podemos elegirlos. El propósito de Un Curso de Milagros es ayudarnos a elegir estos dones eligiendo contra los pobres sustitutos del ego. Las palabras que describen estos dones son hermosas y reconfortantes, pero no son de ayuda mientras no seamos conscientes de nuestro miedo. Jesús así nos recuerda que tenemos miedo del amor, y nos enseña que es la atracción a este temor, nacida de la necesidad de preservar nuestra individualidad, lo que mantiene los dones de Dios separados de nosotros. Una vez que tomamos conciencia de esta decisión de tener miedo, podemos deshacer nuestro error y elegir de nuevo, reflejando el reconocimiento de que nuestra voluntad y la de Dios son una.
(3:2-4) «Nuestros períodos de práctica más prolongados de hoy, los cinco minutos que cada hora le dedicamos a la verdad para tu salvación, deben comenzar con lo siguiente:
Busco únicamente lo que en verdad me pertenece,
y la dicha y la paz son mi herencia.
Deja a un lado entonces los conflictos mundanos que ofrecen otros regalos y otros objetivos que sólo pueden perseguirse en un mundo de sueños y que se componen de ilusiones, de las cuales dan testimonio.»
Recuerda, Jesús no dice que él nos quitará nuestros conflictos. Más bien, tenemos que dejarlos a un lado, lo que significa mirar nuestra necesidad de estar en conflicto y dolor: culpables, enojados y deprimidos. Estos son la atracción secreta del ego, y es nuestra responsabilidad elegir atracciones diferentes a las del especialismo, los "otros regalos" ofrecidos por el mundo. Ahora optamos por practicar los ejercicios que restaurarán a nuestra conciencia los verdaderos dones de dicha y paz - nuestra herencia - que felizmente aguardan por nosotros.
Jesús continúa reiterando el mismo punto:
(4:1) «Dejamos todo esto a un lado y, en su lugar, buscamos aquello que verdaderamente es nuestro cuando pedimos poder reconocer lo que Dios nos ha dado.»
La única manera en que pido ayuda de manera significativa para reconocer el don amoroso de Dios es decir que estoy dispuesto a dejar ir el especialismo que puse en su lugar. Eso es lo que Jesús quiere decir más adelante en el libro de ejercicios cuando habla de la paz de Dios: "Decir estas palabras no es nada. Pero decirlas de corazón lo es todo." (W-pI.185.1: 1-2). Si me tomo en serio el deseo de estar con Jesús y experimentar su amor, debo estar dispuesto a dejar de lado las exigencias de mi especialismo. O, ciertamente, como un primer paso, debo estar dispuesto a reconocer que estas «son» las exigencias del especialismo, cuyo propósito es mantener alejado el amor del Cielo. Esto asegura que no me engañe a mí mismo pensando que realmente quiero el amor de Jesús. Podría decirle, por ejemplo: "Todavía no quiero tu amor; tal vez mañana, pero por ahora quiero mi especialismo. Es lo primero." Al menos esa es una declaración honesta, lo que significa que no habrá culpa. Sin culpa, dejo abierta la puerta de mi mente para que Jesús entre y me ayude. Él dice lo mismo en la siguiente frase:
(4:2) «Despejamos en nuestras mentes un santo lugar ante Su Altar, en el que Sus dones de paz y felicidad son bien recibidos y al que venimos a encontrar lo que Él nos ha dado.»
El altar es nuestra mente. Siempre que Jesús use este término, piensa en ello como el tomador de decisiones, que puede elegir que su mente sea un altar que escurre sangre - cuando elige adorar al ego - o uno que irradia el amor y la luz de Dios cuando elige a Jesús como su maestro. Él nos está pidiendo que despejemos nuestras mentes trayendo a él el desorden - nuestra creencia en el pecado, la culpa, el secretismo y la vergüenza - para que la luz de su amor pueda desvanecerlo. Así nuestras mentes, limpias de todo pecado, se convierten en los santos recordatorios de la gozosa luz de Cristo que es nuestra verdadera y única realidad:
“El más santo de los altares se erige donde una vez se creyó reinaba el pecado. Y a él vienen todas las luces del Cielo, para ser reavivadas y para incrementar su gozo. Pues en este altar se les restituye lo que habían perdido y recobran todo su fulgor.” (T-26.IV.3:6-8)
(4:3-4) «Venimos llenos de confianza hoy, conscientes de que lo que Él da es lo que en verdad nos pertenece. Y ya no deseamos nada más, pues no hay nada más que en verdad nos pertenezca.»
Jesús nos dice una vez más que para tener los dones de Dios y aceptar Su amor y verdad, debemos dejar ir todo lo que hemos deseado. No podemos tener amor sin soltar nuestra inversión en el miedo, el sufrimiento y el especialismo.
Jesús cierra la lección repitiendo lo que ya ha dicho seis, siete y ocho veces en esta lección muy breve:
(5:1-2) «De esta manera, despejamos hoy el camino para Él, al reconocer simplemente que Su Voluntad ya se ha cumplido y que la dicha y la paz nos pertenecen por ser Sus eternos dones. No nos permitiremos perderlos de vista entre cada uno de los períodos en que venimos a buscarlos allí donde Él los depositó.»
Tenemos el poder de perder de vista estos dones al ser atraídos por el regalo del especialismo. Sin embargo, el poder también es nuestro para borrar de nuestras mentes los impedimentos del ego a la verdad. Por lo tanto, dedicamos este día a la práctica que acercará cada vez más el tiempo cuando se haga la elección irrevocable en favor de la paz y la dicha.
(5:3-5) «Traeremos a la memoria el siguiente recordatorio tan a menudo como podamos:
Busco únicamente lo que en verdad me pertenece.
Lo único que quiero son los dones de dicha y paz de Dios.»
Cuando durante el día no sintamos tentados a no ser dichosos y pacíficos, en lugar de culparnos a nosotros mismos o a cualquier otra persona, deberíamos darnos cuenta en cambio: "Me siento atraído a sentirme molesto porque no quiero recordar la gloriosa verdad de Quién soy. El brillo de mi individualidad es la causa de mi angustia." Cuando miremos la situación claramente, no tendrá ningún sentido en absoluto. La elección original de ser un individuo, nos dijo el ego, era hacernos felices, pero ahora vemos que el sistema de pensamiento del ego no nos hizo felices en absoluto; todo lo contrario. Nuestros ojos se abren, vemos la conexión causal entre nuestra decisión y nuestra miseria: sentirse molesto es el «efecto», y la creencia de que estar por nuestra cuenta nos haría felices es su «causa». Por fin sabemos que nuestra elección en favor del ego reflejaba el pensamiento demente que nos impedía buscar al otro Maestro. Por lo tanto, estamos agradecidos por haber estado equivocados y saber que hay Uno que tiene razón, mientras gustosamente reclamamos los dones de dicha y paz que son nuestra verdadera herencia como Hijo de Dios."
Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick.
LECCIÓN 104
"Busco únicamente lo que en verdad me pertenece."
Comentada por:
Oscar Gómez Díez
Esta lección le da continuidad al ciclo sobre la felicidad que iniciamos con la lección 100. En esta lección se adiciona el tema de la paz junto con la felicidad.
Nuestro principal indicador para verificar si nuestro acto de perdón ha sido efectivo, es una sensación de paz y tranquilidad. Si no logro recuperar mi paz después de haber practicado el perdón, debo revisar mi práctica, examinar que pude haber hecho mal, pedir la guía del Espíritu Santo para que me oriente en cómo soltar los pensamientos no amorosos para recuperar mi paz.
LA PAZ ES POSIBLE:
Jesús empieza la lección diciéndonos que "la dicha y la paz no son sueños vanos." en otras palabras nos está diciendo que la paz y la felicidad la podemos experimentar en este mundo, si así lo elegimos. "Tienes derecho a ellos por razón de lo que eres." nos dice que la paz y la felicidad son nuestro derecho natural por ser el Hijo de Dios. La felicidad y la paz "Te llegan procedentes de Dios, Quien no puede dejar de darte lo que Él dispone." Si bien Dios es la fuente de nuestra paz y dicha, debemos estar dispuestos a recibirlas. "Pero primero tiene que haberse preparado un lugar donde recibir Sus dones." ese lugar es la mente, y muy específicamente aquella parte de nuestra mente donde reside nuestra voluntad, que Kenneth Wapnick llama "el tomador de decisiones".
Pues la paz y la dicha "no son bien acogidos por la mente que ha aceptado los regalos que ella misma fabricó allí donde sólo a los de Dios les corresponde estar." esa mente "que ha aceptado los regalos que ella misma fabricó" es nuestro ego, que ha inventado un mundo ilusorio, y aparentemente ha intentado nublar el Amor que Dios nos ha prodigado. Para trascender esta situación, se nos ha facilitado el mecanismo de los milagros y el perdón: "Hoy queremos deshacernos de cuanto regalo inútil nosotros mismos hayamos fabricado y depositado ante el santo altar donde sólo a los dones de Dios les corresponde estar." este "santo altar" no es un altar físico del edificio de alguna iglesia, este santo altar es nuestra mente, que tras el perdón, brillará con la luz del amor, reconociendo nuestra impecabilidad, nuestra santidad, nuestra unión eterna con Dios.
Los dones de Dios de paz y felicidad "se encuentran en nosotros ahora, pues son intemporales." así que no "tenemos que esperar a que sean nuestros. Son nuestros hoy." siempre han sido nuestros, pues Dios cuando da algo lo da eternamente, no ha cambiado de “opinión” ni ha cambiado su “temperamento”. Son nuestras creencias en la separación, en la carencia, la culpa y el miedo lo que nos lleva a creer que Dios cambia de opinión. Solo necesitamos recordar lo que somos, para que los atributos que Dios nos dio brillen en nuestras consciencias
"Sus dones son los que heredamos desde antes de que el tiempo comenzara, y los que seguirán siendo nuestros después de que el tiempo haya pasado a ser eternidad." la paz y la felicidad ya estaban en nosotros antes de la separación y continúan en nuestras mentes, solo que la habíamos olvidado al acoger el miedo y el conflicto en nuestra consciencia. Así que simplemente elegimos de nuevo, y reconocemos que la dicha y la paz nos pertenece desde antes del origen del tiempo y seguirán haciendo parte nuestra cuando regresemos a la eternidad.
PROPÓSITO:
Perdonar y sanar esa parte de nuestra mente que ha acogido al ego y ha sustituido el Amor de Dios, lo que nos impide experimentar la paz y la dicha a la que tenemos derecho por nuestro origen como perfectos hijos de Dios.
PRÁCTICA:
Esta es una meditación corta y frecuente que haremos los primeros 5 minutos de cada hora, y debe comenzar con lo siguiente:
"Busco únicamente lo que en verdad me pertenece, y la dicha y la paz son mi herencia."
Entra en meditación, dejando a un lado los conflictos de este mundo, deja que esos pensamientos sean sustituidos por tu elección a favor de la paz y la dicha.
"Venimos llenos de confianza hoy, conscientes de que lo que Él da es lo que en verdad nos pertenece."
"Y ya no deseamos nada más, pues no hay nada más que en verdad nos pertenezca." debemos hacer de la paz nuestro principal propósito, supeditando todo otro deseo al logro de la paz.
PRÁCTICAS CORTAS Y FRECUENTES:
Trata de recordar y repetir lo que más puedas a lo largo del día:
"Busco únicamente lo que en verdad me pertenece."
"Lo único que quiero son los dones de dicha y paz de Dios."
La paz y la felicidad no son una utopía inalcanzable, la podemos experimentar como un reflejo del Amor de Dios en este mundo. Solo necesitamos recordar que la paz y la felicidad siempre han sido parte de nuestra, siempre nos ha pertenecido para que Él recuerdo de Dios se haga real en nuestras mentes.
TEXTO