LECCIÓN 93 La luz, la dicha y la paz moran en mí.

LECCIÓN 93

La luz, la dicha y la paz moran en mí.


1. Crees ser la morada del mal, de las tinieblas y del pecado. 2 Piensas que si alguien pudiera ver la verdad acerca de ti sentiría tal repulsión que se alejaría de ti como si de una serpiente venenosa se tratase. 3 Piensas que si la verdad acerca de ti te fuese revelada, te sobrecogería un horror tan grande que te apresurarías de inmediato a quitarte la vida, pues sería imposible seguir viviendo después de haber contemplado semejante atrocidad.

2. Estas creencias están tan firmemente arraigadas en ti que resulta difícil hacerte entender que no tienen fundamento alguno. 2 Que has cometido errores es obvio. 3 Cierto es también, teniendo en cuenta lo que ahora crees, que has buscado la salvación por extraños caminos; que te has dejado engañar y que a tu vez has engañado; que has tenido miedo de fantasías pueriles y de sueños crueles y que te has postrado ante ídolos de polvo.

3. Hoy vamos a cuestionar todo esto, no desde el punto de vista de lo que piensas, sino desde un punto de referencia muy distinto, desde el cual tales pensamientos vanos carecen de sentido. 2 Esos pensamientos no concuerdan con la Voluntad de Dios. 3 Él no comparte contigo estas extrañas creencias. 4 Esto es suficiente para probarte que son erróneas, pero tú no lo percibes así.

4. ¿Por qué no habrías de dar saltos de alegría cuando se te asegura que todo el mal que crees haber hecho nunca ocurrió; que todos tus pecados no son nada; que sigues siendo tan puro y santo como fuiste creado, y que la luz, la dicha y la paz moran en ti? 2 La imagen que tienes de ti mismo no puede resistir la Voluntad de Dios. 3 Tú piensas que eso es la muerte, sin embargo, es la vida. 4 Tú piensas que se te está destruyendo, sin embargo, se te está salvando.

5. El ser que tú fabricaste no es el Hijo de Dios. 2 Por lo tanto, no existe en absoluto. 3 Y todo lo que aparentemente hace o piensa no significa nada. 4 No es bueno ni malo. 5 Es simplemente irreal; nada más. 6 No batalla con el Hijo de Dios. 7 No le hace daño ni ataca su paz. 8 No ha alterado la Creación en absoluto, ni ha convertido la eterna impecabilidad en pecado o el amor en odio. 9 ¿Qué poder puede poseer ese ser que tú fabricaste, cuando lo que quiere es contradecir la Voluntad de Dios?

6. Tu impecabilidad está garantizada por Dios. 2 Esto tiene que repetirse una y otra vez, hasta que se acepte. 3 Es la verdad. 4 Tu impecabilidad está garantizada por Dios. 5 Nada puede afectarla, y nada puede cambiar lo que Dios creó eterno. 6 El ser que tú fabricaste, lleno de maldad y de pecado, no es nada. 7 Tu impecabilidad está garantizada por Dios, y la luz, la dicha y la paz moran en ti.

7. La salvación requiere que aceptes este único pensamiento: que eres tal como Dios te creó, y no lo que has hecho de ti mismo. 2 Sea cual sea el mal que creas haber hecho, eres tal como Dios te creó. 3 Sean cuales sean los errores que hayas cometido, la verdad con respecto a ti permanece inalterada. 4 La Creación es eterna e inalterable. 5 Tu impecabilidad está garantizada por Dios. 6 Eres, y siempre serás, exactamente como fuiste creado. 7 La luz, la dicha y la paz moran en ti porque ahí las puso Dios.

8. En nuestras sesiones de práctica más largas de hoy, las cuales serían más provechosas si las llevases a cabo durante los primeros cinco minutos de cada hora de vigilia, comienza afirmando la verdad acerca de tu creación:


2 La luz, la dicha y la paz moran en mí.

3 Mi impecabilidad está garantizada por Dios.

 

4 Luego deja a un lado las disparatadas imágenes que tienes de ti mismo, y pasa el resto de la sesión de práctica tratando de experimentar lo que Dios te ha dado, en lugar de lo que tú has decretado para ti mismo.

9. Pues o bien eres lo que Dios creó o bien lo que tú mismo has hecho de ti. 2 Un Ser es real; el otro no existe. 3 Trata de experimentar la unidad de tu único Ser. 4 Trata de apreciar Su santidad y el Amor del que fue creado. 5 Trata de no ser un obstáculo para el Ser que Dios creó como lo que eres, ocultando Su majestad tras los insignificantes ídolos de maldad y de pecado que has inventado para reemplazarlo. 6 Permítele ser todo lo que es. 7 Ahí es donde estás; Eso es lo que eres. 8 Y la luz, la dicha y la paz moran en ti porque esto es así.

10. Tal vez no estés dispuesto o no puedas dedicar los primeros cinco minutos de cada hora a hacer estos ejercicios. 2 Trata, no obstante, de hacerlos cuando puedas. 3 Al menos, acuérdate de repetir estos pensamientos cada hora:


4 La luz, la dicha y la paz moran en mí.

5 Mi impecabilidad está garantizada por Dios.


6 Trata luego de dedicar un minuto más o menos, con los ojos cerrados, a darte cuenta de que se trata de una afirmación de la verdad acerca de ti.

11. Si surge alguna situación que parezca perturbarte, desvanece de inmediato la ilusión de miedo repitiendo nuevamente estos pensamientos. 2 Si te sientes tentado de enfadarte con alguien, dile silenciosamente:

3 La luz, la dicha y la paz moran en ti.

4 Tu impecabilidad está garantizada por Dios.


5 Hoy puedes hacer mucho por la salvación del mundo. 6 Hoy puedes hacer mucho por desempeñar más fielmente el papel que Dios te ha asignado en la salvación. 7 Y hoy puedes asimismo hacer mucho por convencer a tu mente de que la idea de hoy es ciertamente verdad.










AUDIOS de la Lección 93
de CELEBRANDO EL MILAGRO

Lectura de la Lección 93
A través de Mariano Noé


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a través de Martin Musarra


Lección 93 comentada por 
Jorge Luis Álvarez Castañeda







































LECCIÓN 93

La luz, la dicha y la paz moran en mí.


Comentada por:

Jorge Luis Álvarez Castañeda


¡Que la paz sea con nosotros hoy!


La lección 93 La luz, la dicha y la paz moran en mí es una de las lecciones  más importantes del Curso. Tiene que ver con la imagen que hemos fabricado de nosotros mismos, con la que nos identificamos y con su  cuestionamiento.


  Nos dice Jesús: 

_”Crees ser la morada del mal, de las tinieblas y del pecado. Piensas que si alguien pudiera ver la verdad acerca de ti sentiría tal repulsión que se alejaría de ti como si de una serpiente venenosa se tratase. Piensas que si la verdad acerca de ti te fuese revelada, te sobrecogería un horror tan grande que te apresurarías de inmediato a quitarte la vida, pues sería imposible seguir viviendo después de haber contemplado semejante atrocidad”_.


Jesús, no podría ser más gráfico. Esta es la imagen que el ego quiere que tengamos de nosotros mismos: somos lo peor, de lo peor. Hay una culpa ancestral que alimenta todas estas imágenes: la creencia en la separación de Dios por la cual nos creemos inmensamente culpables y temerosos de ser castigados. Por eso, para evitar ese castigo, proyectamos la culpa hacia nuestros hermanos y queremos  que ellos sean  más culpables que nosotros para, así, sentirnos inocentes. Lo cual no trae paz sino más culpa. 


Jesús, nos plantea que cuestionemos esto, que no creamos en esas imágenes de sufrimiento y dolor, de indignidad, de desvalorización, de conflicto, de enfermedad, de muerte…que hemos fabricado cuando aceptamos al ego como nuestro maestro.


Por eso nos dice Jesús:

_”¿Por qué no habrías de dar saltos de alegría cuando se te asegura que todo el mal que crees haber hecho nunca ocurrió; que todos tus pecados no son nada; que sigues siendo tan puro y santo como fuiste creado, y que la luz, la dicha y la paz moran en ti? La imagen que tienes de ti mismo no puede resistir la Voluntad de Dios. Tú piensas que eso es la muerte, sin embargo, es la vida. Tú piensas que se te está destruyendo, sin embargo, se te está salvando”_.


Este es el principio de la Expiación: la separación nunca ocurrió. Sólo necesitamos reconocer nuestros errores y entregárselos al Espíritu Santo para que los corrija, pidiéndole que nos ayude a perdonar esas imágenes que, con el ego, hemos fabricado de nosotros mismos.


En la lección de ayer, Jesús, nos planteaba que le pidiéramos a la verdad que nos mostrara

_“como hallar el lugar de encuentro entre el ser y el Ser, en el que la luz y la fortaleza son una”_.(L-92. 10:4)


El ser con minúscula es lo que hemos fabricado como ego: carente, pecador, que sufre, malvado…Ese no es el Hijo de Dios, ese no es el Ser con mayúscula que somos.


Hemos recibido una imagen muy pecadora, indigna, culpable de nosotros mismos y, lo peor de todo, es que lo hemos creído y la hemos reproducido. Y esto lo hacemos cuando proyectamos los juicios en los demás y buscamos verlos culpables, cuando los descalificamos, cuando criticamos su conducta, en realidad esto se nos devuelve y resultamos es atacándonos a nosotros mismos. Esto obedece al sistema de pensamiento del ego, la parte de nuestra mente que se cree separada de Dios. 


Por fortuna, hay otra parte de nuestra mente orientada por el Espíritu Santo que es la que nos tiene en estos momentos haciendo estas lecciones de Un curso de milagros. Que se orienta hacia Dios. Que, a través del perdón, de los milagros, de la Expiación busca sanar la mente de tal manera que pueda creer en la afirmación de Jesús: 

La luz, la dicha y paz moran en mí. Mi impecabilidad está garantizada por Dios.


Jesús nos aclara más esta idea en el capítulo 4 en la sección III: 

_“En tu propia mente, aunque negada por el ego, se encuentra la declaración que te hará libre: Dios te ha dado todo. Este simple hecho significa que el ego no existe, y esto le atemoriza mortalmente. En el lenguaje del ego, “tener” y “ser” significan dos cosas distintas, si bien para el Espíritu Santo son exactamente lo mismo. El Espíritu Santo sabe que lo “tienes” todo y que lo “eres” todo. Cualquier distinción al respecto es significativa solamente cuando la idea de “obtener”, que implica carencia, ha sido previamente aceptada. Por eso es por lo que no hacemos ninguna distinción entre tener el Reino de Dios y *ser el Reino de Dios…Tú *eres el Reino de los Cielos. ¿Qué otra cosa sino a ti creó el Creador y qué otra cosa sino tú es Su Reino? Éste es el mensaje de la Expiación, mensaje que, en su totalidad, trasciende la suma de sus partes”_. 

(T-4.III. 9: 1-7, 1:4-6). 


Dios, nos ha dado todo: tenemos todas las características de Dios. Pero el ego, a todo momento, nos dice que eso no es cierto y que es mejor que nos veamos como carentes. 


La propuesta de Jesús de que no somos ese ser, ese personaje que hemos fabricado a lo larga de muchos años y tras mucho esfuerzo, que ha construido una familia, una profesión, unas relaciones sociales puede atemorizar e incomodar mucho. Esta es una de las principales resistencias que genera el Curso. Jesús, que sabe de nuestro miedo a cambiar, no nos pide que dejemos nuestro personaje, no nos pide que dejemos nuestra familia, pareja, amigos, profesión… Nos pide, solamente, que lo miremos y que nos abramos a contemplar la posibilidad de que somos algo más que este personaje. Nada más nos pide. 


Nos dice:

_“Pues o bien eres lo que Dios creó, o bien lo que tú mismo has hecho de ti. Un Ser es real; el otro no existe. Trata de experimentar la unidad de tu único Ser. Trata de apreciar Su santidad y el Amor del que fue creado”_.


Para alcanzar al Ser necesitamos perdonar con la ayuda de Espíritu Santo y de Jesús.


Les recomiendo realizar esta lección como se les propone. Es muy importante. Es toda una declaración de independencia. Hay mucho en juego. Y no teman. Vayan de la mano de Jesús y el Espíritu Santo y hoy, con mayor razón, no se olviden de reír, porque la Voluntad de Dios, para nosotros, es que tengamos perfecta felicidad.


Muchas, muchísimas, bendiciones.

Jorge Luis Álvarez Castañeda


Kenneth Wapnick

“La luz, la dicha y la paz moran en mí.”


Lección 93


“Esta lección (93) se encuentra entre las más importantes del libro de ejercicios, ya que proporciona descripciones claras de ambos seres. La lección termina con “La luz, la dicha y la paz moran en mí”, nuestro verdadero Ser, pero antes de poder alcanzar esa gloriosa verdad, primero tenemos que trabajar a través de la oposición del ego.


(1:1) «Crees ser la morada del mal, de las tinieblas y del pecado.»


Esta es otra expresión de la trinidad impía del ego de pecado, culpa y miedo. ¿Por qué es esta mi morada? Porque asesiné a Dios para llegar aquí. Para que yo pueda existir como individuo, Dios tuvo que ser destruido y el mundo del bien, la luz y la inocencia junto con Él.


(1:2) «Piensas que si alguien pudiese ver la verdad acerca de ti sentiría tal repulsión que se alejaría de ti como si de una serpiente venenosa se tratase.»


¡Una descripción maravillosa y gráfica de la culpa! Sin embargo, debido a que no quiero experimentar mi pecado serpentino, lo proyecto y lo veo en ti en su lugar. Ahora «tú» eres la serpiente venenosa y yo estoy “a salvo” libre de culpa.


(1:3) «Piensas que si la verdad acerca de ti te fuese revelada, te sobrecogería un horror tan grande que te apresurarías de inmediato a quitarte la vida, pues sería imposible seguir viviendo después de haber contemplado semejante atrocidad.»


En otras palabras, si nuestras defensas se hicieran añicos y nos diéramos cuenta de la verdad percibida acerca de nosotros mismos, nos “sobrecogería un horror tan grande” que el suicidio sería una tentación irresistible y el infierno la consecuencia inevitable. Nuestro horror, por lo tanto, al mirar nuestro pecado nos impulsa a proyectar, fabricando un mundo de cuerpos específicos que serán castigados en lugar de nosotros. La culpa por esa proyección es aún más enorme, porque sabemos que atacamos a otros falsamente: nuestros egos quieren que Dios confine a otros al infierno para que podamos ir al Cielo. Sin embargo, susurra que somos los verdaderos culpables, y Dios nos perseguirá más allá de la tumba hasta el infierno eterno.


Este es el ciclo vicioso de culpa-ataque que discutí en el Preludio y en otros lugares: Cuanto más culpables me siento, mayor es mi necesidad de proyectar y atacar a los demás para que sean castigados en vez de mí. Sin embargo, mi culpa se ve reforzada por estas acusaciones falsas, y doy vueltas y vueltas y vueltas alrededor del círculo del ego: culpa-ataque-culpa-ataque-culpa-ataque.


(2:1) «Estas creencias están tan firmemente arraigadas en ti que resulta difícil hacerte entender que no tienen fundamento alguno.»


Esta frase es importante para contrarrestar el Curso para tontos o ingenuos felices (“blissninnies”). Nuestro maestro nos dice que es difícil ayudarnos a darnos cuenta de que todo lo que creemos sobre nosotros mismos “no tiene fundamento alguno”. Una vez más, este es un proceso, conducido por Jesús de una manera paciente y gentil. Nuestro miedo – primero de confrontar la verdad del pecado y la culpa del ego, y luego el miedo más profundo de la verdad real – es lo que hace que acercarse al Amor de Dios sea tan difícil.


(2:2-3) «Que has cometido errores es obvio. Cierto es también, teniendo en cuenta lo que ahora crees, que has buscado la salvación por extraños caminos; que te has dejado engañar y que a tu vez has engañado; que has tenido miedo de fantasías pueriles y de sueños crueles y que te has postrado ante ídolos de polvo.»


Jesús nos habla una vez más sobre nuestra necesidad de honestidad y sus buenas nuevas: “Ya no tienes que pretender que la luz, la dicha y la paz moran en ti. Yo sé que en el fondo tú lo sabes, así que ahora tú sabrás que yo sé que tú sabes que tú, sin embargo, crees que eres la morada del mal, de las tinieblas y del pecado. Comencemos con tus “hechos” y luego avancemos más allá de ellos hacia la verdad”. En otras palabras, no hay necesidad de pretender que no somos criaturas del especialismo, dedicados a preservar nuestro seres especiales alimentándose de otros seres especiales. Sin la necesidad de fingir, no habrá culpa, porque habremos llevado nuestro especialismo al amor de Jesús, dejándolo así ir. Por lo tanto, él continúa:


(3:1) «Hoy vamos a poner en tela de juicio todo esto, no desde el punto de vista de lo que piensas, sino desde un punto de referencia muy distinto, desde el cual tales pensamientos vanos carecen de sentido.»


En efecto, Jesús nos dice: “No me arrastres hasta donde tú estás, sino ven a donde yo estoy. Desde tu punto de referencia – el campo de batalla – no comprenderás nada. Para unirte a mí, debes tener la humildad que dice: ‘Gracias a Dios estoy equivocado, y con este reconocimiento te elijo como mi maestro porque sé que eres más sabio que yo’ “. Si somos verdaderamente honestos, veremos la dificultad de decir y decir de corazón estas palabras. Como dice Jesús más tarde, en el contexto de querer la paz: “Decir estas palabras no es nada. Pero decirlas de corazón lo es todo.” (W-pI.185.1: 1-2). Estar equivocados acerca de todo significa que estamos mirando desde nuestro punto de referencia – el yo insignificante que piensa que ve y piensa, e incluso piensa que existe – y necesitamos ayuda de un punto de referencia fuera de nuestro sistema de pensamiento. Al final del capítulo 23 del texto, Jesús llama a este punto de referencia “por encima del campo de batalla”, el lugar al que vamos con él para mirar de otra manera nuestras relaciones especiales, y en el que elegimos el perdón en lugar del ataque, los milagros en lugar del asesinato:


“Tu propósito ahora es pasar por alto el campo de batalla. Elévate, y desde un lugar más alto, contémplalo. Desde ahí tu perspectiva será muy diferente…Aquí tu elección es asesinar. Mas desde lo alto eliges los milagros en vez del asesinato. Y la perspectiva que procede de esta elección te muestra que la batalla no es real y que es fácil escaparse de ella…Cuando la tentación de atacar se presente para nublar tu mente y volverla asesina, recuerda que puedes ver la batalla desde más arriba…No contemples a nadie desde dentro del campo de batalla, pues lo estarías viendo desde un lugar que no existe. No tienes un punto de referencia desde el que observar y desde el que lo que ves pueda tener significado.” (T-23.IV.4:7-5:2, 5-7; 6:1; 7:1-2)


(3:2-4) «Esos pensamientos no concuerdan con la Voluntad de Dios. Él no comparte contigo estas extrañas creencias. Esto es suficiente para probarte que son erróneas, pero tú no te das cuenta de ello.»


Jesús te está diciendo, una vez más, que él sabe que todavía crees que tienes razón y que él está equivocado. Esta es una idea extraordinariamente importante, porque estudiar, aprender y practicar Un Curso de Milagros, sin mencionar vivirlo, se basa en la suposición de que has aceptado que no entiendes nada, comenzando con las palabras de este curso.


“And God thinks otherwise” (T-23.I.2:7).


Recuerda, crees que entiendes porque tu cerebro interpreta las palabras por ti, en función de tu experiencia pasada y tu aprendizaje. Sin embargo, si su cerebro no piensa, todo lo que piensas que Un Curso de Milagros dice debe ser incorrecto. Las palabras no significan lo que tú piensas que significan, porque su significado proviene de tu interpretación. Los entiendes a través de la lente filtrante de la dualidad, no a través de la lente transparente de la verdad no dualista. Por lo tanto, malinterpretarás todo lo que lees aquí. Como Jesús afirma sucintamente con respecto a los perennes llamados del ego a la guerra, una frase que hemos citado a menudo antes:


“Dios, no obstante, sabe que eso no es posible.” (T-23.I.2: 7).


(4:1) «¿Por qué no habrías de dar saltos de alegría cuando se te asegura que todo el mal que crees haber hecho nunca ocurrió; que todos tus pecados no son nada; que sigues siendo tan puro y santo como fuiste creado, y que la luz, la dicha y la paz moran en ti?»


La respuesta es obvia, porque aceptar esto significa que no somos quienes pensamos que somos, y así nuestro especialismo desaparecería. La verdad es que deberíamos alegrarnos de saber que nuestro mal, oscuridad y pecado no son verdaderos. Sin embargo, esto significaría que el yo ego que precede a estas creencias tampoco es verdadero. Debemos ver el miedo de nuestro ego a Un Curso de Milagros y sus enseñanzas, porque sólo entonces podremos ir más allá de esta resistencia al aprendizaje y aceptar sus verdades felices.


(4:2-4) «La imagen que tienes de ti mismo no puede resistir la Voluntad de Dios. Tú piensas que eso es la muerte, sin embargo, es la vida. Tú piensas que se te está destruyendo, sin embargo, se te está salvando.»


El «tú»que piensa que se le está destruyendo es el tomador de decisiones que se ha identificado con el ego. El «tú» que piensa que la verdad, la Voluntad de Dios y este curso son la muerte, es el «tú» que se ha identificado con su existencia especial. Jesús está diciendo que, sí, tu individualidad finalmente desaparecerá en su nada; pero la verdad gloriosa sobre ti retornará a tu conciencia. Así somos salvados de la terrible imagen que hicimos de nosotros mismos. Como hemos visto repetidamente, el proceso de la salvación es solo eso: un «proceso». Una vez más: no temas que serás abruptamente elevado y arrojado a la realidad (T-16.VI.8: 1).


(5:1) «El ser que tú fabricaste no es el Hijo de Dios.»


Mientras lees estas líneas, piensa en lo que crees que eres, usando cualquier palabra o concepto que te llegue. Entonces date cuenta de que ninguno de ellos es el Hijo de Dios, porque ellos definen al hijo del ego. Como Jesús observa en el texto:


“El hijo del hombre [el ego] no es el Cristo resucitado.” (T-25.in.2:6)


(5:2) «Por lo tanto, no existe en absoluto.»


Muchos han pasado por el libro de ejercicios y lo más probable es que lean estas líneas muy rápido, sin prestar ninguna atención. Si lo hubieran hecho, probablemente habrían cerrado el libro, ya que no era lo que ellos pensaban que era y ciertamente no era lo que querían. “¡El ser que tú fabricaste no es el Hijo de Dios”! Cuando se miran en el espejo, ¿a quién ven sino al ser que fabricaron? No solo no es el Hijo de Dios; ese ser no existe.


¿Qué ego que se respete no tendría miedo? Una vez más, es por eso que para estudiar un curso de milagros necesitas ser serio y comprometido. Esto no significa que te comprometes a dejar ir tu ego, sino simplemente a mirar lo que es el ego. Jesús sólo te pide que mires. No intentes cambiarlo, corregirlo o dejarlo ir. Solo mira, un proceso que gradualmente terminará con tu identificación con el ego, ya que el ser que mira no es el ser que se mira. Por lo tanto, tu identidad regresa a la parte tomadora de decisiones de tu mente y se aleja del ego.


(5:3) «Y todo lo que aparentemente hace o piensa carece de significado.»


Esta declaración simplemente invalida nuestras vidas, por no decir la civilización de la que creemos que somos el glorioso producto.


(5:4) «No es bueno ni malo.»


Sería genial si el ser «fuera» bueno o malo. Las religiones, por ejemplo, siempre nos dicen eso. El problema es que el ser no es nada, por lo que “bueno” y “malo” no tienen sentido.


(5:5-9) «Es simplemente irreal; nada más. No batalla con el Hijo de Dios. No le hace daño ni ataca su paz. No ha alterado la creación en absoluto, ni ha convertido la eterna impecabilidad en pecado, o el amor en odio. ¿Qué poder puede poseer ese ser que tú fabricaste, cuando lo que hace es contradecir la Voluntad de Dios?»


Esta es una hermosa declaración del principio de Expiación. La separación nunca ocurrió y, por lo tanto, no tuvo ningún efecto. Por lo tanto, vemos el propósito del ego al acecho detrás de nuestras vidas individuales y colectivas, que cumplen el objetivo del ego de probar que existe y Dios no. Nuestra única esperanza es elevarnos por encima del campo de batalla y cambiar nuestro punto de referencia, para que finalmente veamos más allá del ego a la enseñanza del Espíritu Santo para el mundo: aprender a perdonar.


(6:1-2) «Tu impecabilidad está garantizada por Dios. Esto tiene que repetirse una y otra vez, hasta que se acepte.»


Una vez más, Jesús nos dice que no vamos a aceptar su verdad. Sin embargo, no quiere decir que debemos repetir esta frase como una afirmación para hacer callar el sistema de pensamiento del ego. Simplemente se nos pide que llevemos nuestro sistema de pensamiento ilusorio a la verdad, «y que lo miremos».


(6:3-5) «Es la verdad. Tu impecabilidad está garantizada por Dios. Nada puede afectarla, y nada puede cambiar lo que Dios creó eterno.»


Jesús conoce a su audiencia, por lo que necesita asegurarnos: “Es la verdad”. En verdad somos impecables, la separación nunca ocurrió y el Espíritu Santo ha dicho la verdad desde el principio. Simplemente cometimos un error, que ahora se puede corregir fácilmente.


(6:6-7) «El ser que tú fabricaste, lleno de maldad y de pecado, no es nada. Tu impecabilidad está garantizada por Dios, y la luz, la dicha y la paz moran en ti.»


La forma en que alcanzamos la luz es mirando el ser que fabricamos, que creemos que es el hogar del mal, las tinieblas y el pecado. Nuestra creencia profundamente arraigada en este yo impide la experiencia de nuestra impecabilidad. Para dejar claro este punto esencial una vez más, el ego no desaparecerá simplemente repitiendo frases encantadoras. Su deshacimiento requiere mucho trabajo y compromiso, ya que la resistencia a mirar a este ser malvado es enorme. Es por eso que Jesús hace declaraciones importantes como las siguientes, como ya hemos visto:


“Tal vez te preguntes por qué es tan crucial que observes tu odio y te des cuenta de su magnitud. Puede que también pienses que al Espíritu Santo le sería muy fácil mostrártelo y desvanecerlo sin que tú tuvieses necesidad de traerlo a la conciencia. Hay, no obstante, un obstáculo adicional que has interpuesto entre la Expiación y tú.” (T-13.III.1:1-2)


Una vez que tomamos conciencia de nuestro odio a nosotros mismos al reconocer nuestras proyecciones en los demás, podemos llevarlo de manera significativa al amor sanador de Jesús. Sin nuestra resistencia, su mensaje de luz, dicha y paz es aceptado con gratitud y gozo.


(7) «La salvación requiere que aceptes un solo pensamiento: que eres tal como Dios te creó, y no lo que has hecho de ti mismo. Sea cual sea el mal que creas haber hecho, eres tal como Dios te creó. Sean cuales sean los errores que hayas cometido, la verdad con respecto a ti permanece inalterada. La creación es eterna e inalterable. Tu impecabilidad está garantizada por Dios. Eres, y siempre serás, exactamente como fuiste creado. La luz, la dicha y la paz moran en ti porque ahí las puso Dios.»


Esto anticipa la próxima lección y, junto con sus variantes, es la afirmación más ampliamente citada en el libro de ejercicios: “Eres tal como Dios te creó”. Recuerda, el principio de Expiación siempre se cumple. Sin importar lo que pensemos que hicimos, la separación no tuvo efecto: la creación de Dios no se ve afectada por nuestros enloquecidos y febriles sueños, el mal no tiene poder sobre el Bien y seguimos siendo tal como Dios nos creó: la morada de la luz, la dicha y la paz.


(8:1-3) «En nuestras sesiones de práctica más largas de hoy, las cuales serían mas provechosas si las llevases a cabo durante los primeros cinco minutos de cada hora de vigilia, comienza afirmando la verdad acerca de tu creación:


La luz, la dicha y la paz moran en mí. Mi impecabilidad está garantizada por Dios.»


El trabajo duro comienza. Jesús nos pide que recordemos la lección cada hora durante cinco minutos y que hagamos lo siguiente:


(8:4) «Luego deja a un lado las disparatadas imágenes que tienes de ti mismo, y pasa el resto de la sesión de práctica tratando de experimentar lo que Dios te ha dado, en lugar de lo que tú has decretado para ti mismo.»


¿Cómo puedes “dejar a un lado las disparatadas imágenes que tienes de ti mismo” si no sabes que las tienes? Es para hacerte consciente de tu ego que Jesús enseña cómo lo hace. Si quieres ir más allá de estas imágenes – la morada del mal, las tinieblas y el pecado – debes reconocer que provienen de tu creencia; de lo contrario, no habría ninguna motivación para dejarlas a un lado para saber que la luz, la dicha y la paz moran en ti. La manera de conocer la verdad acerca de ti mismo es ser honesto acerca de las ilusiones del ser en las que creíste primero. En ese punto puedes llevar tu oscuridad a la luz de la verdad, de la cual esta lección felizmente te recuerda.


(9:1-2) «Pues o bien eres lo que Dios creó, o bien lo que tú mismo has hecho de ti. Un Ser es real; el otro no existe.»


Una vez más, no se nos pide intercambiar el pequeño ser que fabricamos por el glorioso Ser que Dios creó. Esto sería muy amenazante. Simplemente se nos pide que comprendamos que a la luz de la verdad de nuestro Ser, el ser que fabricamos no tiene sentido. Jesús quiere que comencemos el proceso de cuestionar la validez de todo lo que creemos que somos. Por lo tanto, el reflejo bondadoso del principio de «uno o el otro» – Dios o el ego – es la elección entre los ataques separadores del ego y el perdón sanador del Espíritu Santo. Con cualquiera de las dos opciones, nuestro ser permanece; hasta el final, cuando incluso el ser de mentalidad recta desaparece suavemente en el Corazón de Dios. Esa es la culminación del proceso. Sólo se nos pide comenzarlo.


(9:3-8) «Trata de experimentar la unidad de tu único Ser. Trata de apreciar Su santidad y el Amor del que fue creado. Trata de no ser un obstáculo para el Ser que Dios creó como lo que tú eres, ocultando Su majestad tras los insignificantes ídolos de maldad y de pecado que has inventado para reemplazarlo. Permítele venir ahí donde le corresponde estar. Ahí estás tú; Eso es lo que eres. Y la luz, la dicha y la paz moran en ti porque esto es así.»


Jesús señala nuestra ocultación y nos pide que veamos cómo hemos usado el ego y sus imágenes falsas para ocultar la verdad. Los “insignificantes ídolos de maldad y de pecado ” simbolizan nuestros conceptos de nosotros mismos y las imágenes especiales que hicimos de nuestras relaciones. Los entregamos en la medida en que reconocemos que ya no deseamos el propósito de la culpa que sirvieron. Solo el perdón nos traerá la felicidad que buscamos y abrirá las puertas al Cielo, lo que permite que el recuerdo de nuestro Ser regrese a nuestra conciencia. Habiendo desaparecido los obstáculos de los ídolos del ego, el Amor de Cristo fluye sin obstáculos y sin cesar a través de nuestras mentes, y estamos en casa.


(10:1-2) «Tal vez no estés dispuesto o no puedas dedicar los primeros cinco minutos de cada hora a hacer estos ejercicios. Trata, no obstante, de hacerlos cuando puedas.»


Jesús nos dice: “Sé que no vas a hacer esto, porque es difícil. Pero ház el intento.” Como veremos enseguida, Jesús nos ayuda a entender que su propósito para estos ejercicios no es tanto que los hagamos, sino que nos perdonemos a nosotros mismos cuando no los hagamos. Él espera que nos atemoricemos y olvidemos. Sin embargo, también espera que aprendamos honestidad y veamos cuán resistentes somos a entender sus enseñanzas.


(10:3-6) «Acuérdate por lo menos de repetir estos pensamientos cada hora:


La luz, la dicha y la paz moran en mí. Mi impecabilidad está garantizada por Dios.


Trata luego de dedicar un minuto más o menos, con los ojos cerrados, a cobrar conciencia de que se trata de una afirmación de la verdad acerca de ti.»


Las instrucciones de Jesús son siempre gentiles. Si no podemos gestionar cinco minutos por hora, deberíamos intentar al menos recordar las ideas del día. Incluso este pequeño esfuerzo ayudará a romper nuestra identificación con el sistema de pensamiento del ego del mal, las tinieblas y el pecado.


(11:1) «Si surge alguna situación que parezca perturbarte, desvanece la ilusión de miedo de inmediato, repitiendo de nuevo estos pensamientos.»


Es importante tener en cuenta que el objetivo de estos ejercicios es aplicar las ideas cada vez que estamos enojados. La honestidad aquí significa darse cuenta de que estamos enojados casi todo el tiempo, ya sea que involucre algo que consideramos importante o que juzgamos como trivial. Al principio del libro de ejercicios, Jesús explicó que incluso “una leve punzada de molestia” es lo mismo que una “intensa furia” (W-pI.21.2: 5). Él nos pide que vigilemos nuestras mentes para que cuando nos veamos perturbados, podamos decir: “Esto proviene de una imagen de mí mismo, que he usado para proteger mi existencia separada. Sin embargo, esto no me ha hecho feliz, así que ya no lo quiero “.


(11:2-4) «Si te sientes tentado de enfadarte con alguien, dile silenciosamente:


La luz, la dicha y la paz moran en ti.


Tu impecabilidad está garantizada por Dios.»


Del mismo modo y más específicamente, cuando nos encontremos listos para atacar, criticar o encontrar fallas, deberíamos intentar lo mejor que podamos recordar que tales pensamientos nos ocultan la luz, la dicha y la paz. Puesto que nosotros y nuestros hermanos somos iguales, nuestras acusaciones vuelven para lastimarnos. Sin embargo, al darles a los demás el mensaje de luz, nos recordamos que la misma luz está en nosotros también. Así todos regresamos a casa juntos.


(11:5-7) «Hoy puedes hacer mucho por la salvación del mundo. Hoy puedes hacer mucho por desempeñar más fielmente el papel que Dios te ha asignado en la salvación. Y hoy puedes asimismo hacer mucho por convencer a tu mente de que la idea de hoy es en efecto la verdad.»


La razón por la que podemos hacer mucho por la salvación del mundo es porque el Hijo de Dios es uno. Este tema regresará muy pronto. Si mi Ser es uno, una parte indivisible de la perfecta Unicidad, toda la Filiación está contenida en mí. Sin embargo, este no es el «yo» que es la morada del mal, las tinieblas y el pecado. Por lo tanto, lo que me permite salvar al mundo es salvar mi mente, lograda mediante la práctica diligente de la lección del día. Acepto que lo que Jesús enseña es en efecto la verdad, cuando acepto mi resistencia a esta verdad. Con esa honestidad, mi resistencia se disolverá suavemente, dejando solo la luz, la dicha y la paz que moran en mí, el Hijo de Dios.”


~ Del libro “Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM” por el Dr. Kenneth Wapnick.


LECCIÓN 93

"La luz, la dicha y la paz moran en mí."


Comentada por:

Oscar Gómez Díez 


Esta es una hermosa lección, que expone muy nítidamente los dos opuestos que protagonizan el Curso: el ego versus  el Amor. 


La primera parte describe la falsa creencia que tenemos de nosotros mismos, originada a partir de la separación, de la que emana la culpa, de considerarnos pecadores, merecedores del castigo divino, o de la proyección, con el objeto de transferir la culpa sobre mis hermanos, en un vano intento por liberarme de la mía, y lo único que logro con ello, es crear una espiral de  ataques y  conflictos. 


Frente a este universo del ego, el Curso contrapone la idea de la lección de hoy "La luz, la dicha y la paz moran en mí." complementada con la frase "Mi impecabilidad está garantizada por Dios." ambas ideas buscan recordarnos quiénes somos realmente: los perfectos e inocentes Hijos de Dios. Veamos cómo nos lo describe a partir de nuestro propio sistema de creencias:

"Crees ser la morada del mal, de las tinieblas y del pecado."

"Piensas que si alguien pudiese ver la verdad acerca de ti sentiría tal repulsión que se alejaría de ti como si de una serpiente venenosa se tratase."

"Piensas que si la verdad acerca de ti te fuese revelada, te sobrecogería un horror tan grande que te apresurarías de inmediato a quitarte la vida, pues sería imposible seguir viviendo después de haber contemplado semejante atrocidad."

Luego nos  dice que creemos profundamente en las creencias anteriormente descritas.  "Estas creencias están tan firmemente arraigadas en ti que resulta difícil hacerte entender que no tienen fundamento alguno."

Luego relativiza nuestro sistema de creencias:

"Que has cometido errores es obvio." nótese que no habla de culpa sino de errores, y reseña como hemos realizado búsquedas equivocadas,  hemos engañado y nos hemos engañado, para pasar a cuestionar todo nuestro sistema de pensamiento. 

"Hoy vamos a poner en tela de juicio todo esto, no desde el punto de vista de lo que piensas, sino desde un punto de referencia muy distinto, desde el cual tales pensamientos vanos carecen de sentido."

Se exponen los argumentos que cuestionan nuestro sistema de creencias: "La imagen que tienes de ti mismo no puede resistir la Voluntad de Dios." La voluntad de Dios para Sus Hijos es de perfecta felicidad, pues nos creó perfectos e impecables. Nada ni nadie puede cambiar esa condición, de ahí que nos pregunte 

"¿Por qué no habrías de dar saltos de alegría cuando se te asegura que todo el mal que crees haber hecho nunca ocurrió; que todos tus pecados no son nada; que sigues siendo tan puro y santo como fuiste creado, y que la luz, la dicha y la paz moran en ti?"


EL  EGO  NO  ES  REAL:


" El ser que tú fabricaste no es el Hijo de Dios. Por lo tanto, no existe en absoluto." ese ser que hemos fabricado es el ego. "No ha alterado la creación en absoluto, ni ha convertido la eterna impecabilidad en pecado, o el amor en odio."


ERROR  EN   LUGAR DE PECADO:


Recordemos que el Curso no reconoce el concepto de pecado, que implica juicio y castigo, y los sustituye por el concepto de error que implica corrección a través del perdón. Las reflexiones anteriores son las que sustentan la propuesta de la práctica: "Tu impecabilidad está garantizada por Dios. Esto tiene que repetirse una y otra vez, hasta que se acepte. Es la verdad."

La lección va insistir que no somos culpables de nada, que somos inocentes. 


La culpa  ha cimentado todo el sistema de creencias del ego, todas nuestros pensamientos de miedo, carencia, ataque, todos nuestros resentimientos tienen su origen en la culpa; de ahí que se nos diga:  ”La salvación requiere que aceptes un solo pensamiento: que eres tal como Dios te creó, y no lo que has hecho de ti mismo.” Y lo reafirma, que estamos libres de toda culpa, y repito, de toda culpa, como nos lo dice Jesús a continuación:

”Sea cual sea el mal que creas haber hecho, eres tal como Dios te creó.”

”Sean cuales sean los errores que hayas cometido, la verdad con respecto a ti permanece inalterada.” la inocencia es nuestra marca de origen, fuimos creados eternamente inocentes, lo que Dios crea no cambia, no muta, no se degrada y no muere. 


PRÁCTICA:


Esta lección cambia el método de práctica que veníamos realizando. Aquí se nos propone un ejercicio  de 5 minutos cada hora. Este es un cambio sustancial en las prácticas largas. En lugar de dos sesiones, una en la mañana y otra en la noche, hoy se nos está pidiendo que la práctica sea durante todo el día, 5 minutos cada hora, ello requiere programación y mucha atención a lo largo del día. Cada hora nos aquietamos durante 5 minutos  y nos decimos:


"La luz, la dicha y la paz moran en mí."

"Mi impecabilidad está garantizada por Dios."


"Luego deja a un lado las disparatadas imágenes que tienes de ti mismo, y pasa el resto de la sesión de práctica tratando de experimentar lo que Dios te ha dado, en lugar de lo que tú has decretado para ti mismo."


"Un Ser es real; el otro no existe. Trata de experimentar la unidad de tu único Ser. Trata de apreciar Su santidad y el Amor del que fue creado."


PRÁCTICAS  FRECUENTES:

Opción alterna


Jesús nos dice que es posible que no quieras o no puedas hacer la práctica de 5 minutos cada hora, no pretende hacerte un juicio sobre tu falta de compromiso, sino más bien que recuerdes que tus resultados son proporcionales a tu dedicación.  En este caso, nos pide repetir los siguientes pensamientos cada hora:

 

" La luz, la dicha y la paz moran en mí."

"Mi impecabilidad está garantizada por Dios."


"Trata luego de dedicar un minuto más o menos, con los ojos cerrados, a cobrar conciencia de que se trata de una afirmación de la verdad acerca de ti."


RESPUESTA A LA TENTACION:


Si tienes alguna situación que altere tu paz respecto a alguien, puedes decirle silenciosamente:


"La luz, la dicha y la paz moran en ti."

"Tu impecabilidad está garantizada por Dios."


Finalmente nos recuerda que:  "hoy puedes asimismo hacer mucho por convencer a tu mente de que la idea de hoy es en efecto la verdad."


Esta lección describe las falsas creencias que tenemos de sentirnos pecadores y culpables y nos lleva hasta donde realmente somos, como los perfectos e impecable Hijos de Dios. La práctica reiterada cada hora busca que interioricemos nuestra verdad, que la aceptemos, que  nos la creamos, esa es la condición para que pueda tener un efecto permanente en nuestra consciencia. Así que hagamos la práctica con la fe y la convicción de lo que somos, para que desterremos lo que no somos. 


TEXTO




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