1. Aunque eres un solo Ser, te experimentas a ti mismo como si fueras dos: uno bueno y otro malo, uno lleno de amor y otro lleno de odio, uno que es mente y otro que es cuerpo. 2 Esta sensación de estar dividido en dos seres opuestos da lugar a un constante y agudo conflicto, y conduce a desesperados intentos de reconciliar los aspectos contradictorios de esa auto-percepción. 3 Has buscado muchas de estas soluciones reconciliadoras, pero ninguna te ha dado resultado. 4 Los opuestos que percibes en ti jamás serán compatibles. 5 Tan sólo uno de ellos existe.
2. Si has de salvarte, tienes que aceptar el hecho de que por mucho que lo intentes, la verdad y lo ilusorio no pueden reconciliarse, independientemente de los medios que utilices o de dónde percibas el problema. 2 Hasta que no aceptes esto, irás en pos de un sinnúmero de metas irrealizables, desperdiciarás el tiempo, tus esfuerzos serán en vano, fluctuarás entre la esperanza y la duda, y cada intento será tan fútil como el anterior y tan inútil como sin duda alguna será el siguiente.
3. Los problemas que no tienen sentido no pueden resolverse dentro del marco en el que se plantean 2 Dos seres en conflicto supone una condición que no se puede resolver, y no puede haber tampoco un punto de encuentro entre el bien y el mal. 3 El ser que tú fabricaste jamás podrá ser tu Ser, ni tampoco puede tu Ser dividirse en dos y seguir siendo lo que es y lo que no puede sino ser eternamente. 4 Una mente y un cuerpo no pueden coexistir. 5 No trates de reconciliarlos, pues cada uno niega que el otro sea real. 6 Si eres lo físico, tu mente desaparece del concepto que tienes de ti mismo, pues no tiene un lugar en el que realmente pueda formar parte de ti. 7 Si eres Espíritu, el cuerpo es entonces el que no tiene ningún sentido en tu realidad.
4. La mente es el medio del que el Espíritu se vale para expresarse a Sí Mismo. 2 Y la mente que sirve al Espíritu está en paz y llena de júbilo. 3 Deriva su poder del Espíritu y desempeña gustosamente su función aquí. 4 Por otro lado, la mente puede también verse a sí misma como divorciada del Espíritu, y percibirse como dentro de un cuerpo al que confunde consigo misma. 5 Sin su función, pues, no tiene paz, y la felicidad se vuelve algo ajeno a su pensamiento.
5. Mas una mente separada del Espíritu no puede pensar. 2 Ha negado la Fuente de su fortaleza, y se considera a sí misma desvalida, limitada y débil. 3 Disociada ahora de su función, cree estar sola y separada, atacada por ejércitos que se organizan en su contra, y que se ocultan en la frágil estructura del cuerpo. 4 Ahora tiene que reconciliar lo que es diferente con lo que es lo mismo, pues para eso es para lo que cree que es.
6. No pierdas más tiempo en esto. 2 ¿Quién puede resolver los insensatos conflictos que presenta un sueño? 3 ¿Qué significado podría tener su resolución? 4 ¿Qué objeto tendría? 5 ¿De qué serviría? 6 La salvación no puede hacer que las ilusiones sean reales ni tampoco resolver un problema que no existe. 7 Tal vez albergas la esperanza de que puede. 8 Mas ¿querrías que el plan de Dios para la liberación de Su amado Hijo le causara dolor y no lograra liberarlo?
7. Tu Ser aún conserva Sus pensamientos, los cuales permanecen dentro de tu mente y en la Mente de Dios. 2 El Espíritu Santo conserva la salvación en tu mente y le ofrece el camino que conduce a la paz. 3 La salvación es un pensamiento que compartes con Dios porque Su Voz lo aceptó por ti y respondió en tu Nombre que se había consumado. 4 De esta manera, la salvación está salvaguardada entre los pensamientos que tu Ser aprecia y abriga por ti con amor.
8. Hoy intentaremos localizar este pensamiento, cuya presencia en tu mente está garantizada por Aquel que te habla desde tu único Ser. 2 Nuestras prácticas de cinco minutos cada hora estarán dedicadas a buscar este Ser en tu mente. 3 La salvación procede de Él a través de Aquel que es el puente entre tu mente y Él. 4 Espera pacientemente y deja que te hable acerca de tu Ser y de lo que tu mente puede hacer una vez que haya sido restituida a Éste y se encuentre libre para servir Su Voluntad.
9. Comienza diciendo lo siguiente:
2 La salvación procede de mi único Ser.
3 Sus pensamientos están a mi disposición.
4 Luego busca Sus pensamientos y reclámalos como tuyos. 5 Son tus pensamientos reales, los cuales has negado mientras dejabas que tu mente vagara por un mundo de sueños en busca de ilusiones que los substituyesen. 6 He aquí tus pensamientos, los únicos que tienes. 7 La salvación se halla entre ellos. a Encuéntrala allí.
10. Si tienes éxito, los pensamientos que se te ocurran te dirán que te has salvado y que tu mente ha encontrado la función que procuró perder. 2 Tu Ser le dará la bienvenida y la colmará de paz. 3 Una vez que su fortaleza haya sido restaurada, tu mente podrá fluir de nuevo desde su espíritu al espíritu de todas las cosas creadas por el Espíritu a semejanza de Sí Mismo. 4 Tu mente bendecirá todas las cosas. 5 Una vez que la confusión haya cesado, quedarás restaurado, pues habrás hallado tu Ser.
11. Tu Ser sabe que hoy no puedes fracasar. 2 Tal vez tu mente siga dudándolo por un rato, 3 pero no te dejes desanimar por ello. 4 Tu Ser conservará para ti la dicha que experimenta, y gozarás de ella con plena conciencia. 5 Cada vez que dedicas cinco minutos de cada hora a buscar a Aquel que une a tu mente con tu Ser, le ofreces un tesoro adicional para que lo salvaguarde para ti.
12. Cada vez que le dices hoy a tu agitada mente que tu salvación procede de tu único Ser, añades otro tesoro más a tu creciente almacén. 2 Y éste se le da en su totalidad a todo aquel que lo pida y acepte el regalo. 3 Piensa, pues, ¡ cuánto se te está dando este día para que lo des, de manera que se te pueda dar a ti!
AUDIOS de la Lección 96
de CELEBRANDO EL MILAGRO
Lectura de la Lección 96
A través de Mariano Noé
Ocurrir de la Lección 96
a través de Martin Musarra
Lección 96 comentada por
Jorge Luis Álvarez Castañeda
Lección 96 comentada por Ken Wapnick
( Lección 96: “La salvación procede de mi único Ser.” )
“Esta es una lección (96) potencialmente confusa debido a las formas contradictorias en que Jesús usa el término «mente». Abordar esta confusión hará que seguir esta lección sea mucho más fácil. El término «mente» se usa aquí de dos maneras, similar a lo que se encuentra en la sección “Mente – Espíritu” en la Clarificación de Términos (C-1). Se equipara tanto con el espíritu como con la mente dividida. La confusión se produce porque el referente específico no siempre se especifica. Voy a aclarar esto a medida que avancemos por la lección.
Cuando se usa como el equivalente del espíritu, «mente» se refiere al “principio activo” del espíritu (C-1.1: 1). La palabra «espíritu», refiriéndose a nuestra verdadera naturaleza como Cristo, no se escribe con mayúscula en Un Curso de Milagros, excepto cuando se usa, rara vez, como sinónimo de Dios o del Espíritu Santo. El término «mente» no está en mayúscula a menos que se refiera específicamente a la Mente de Dios y la Mente de Cristo.
Esta lección es esencialmente una discusión de la relación entre el espíritu, la mente y el cuerpo. Esta trinidad es adoptada por la mayoría de los pensadores de la nueva era y por muchos seguidores de la medicina alternativa, pero la visión de Un Curso de Milagros es bastante diferente, como veremos.
(1:1) «Aunque eres un solo Ser, te percibes a ti mismo, como si fueses dos: bueno y malo, lleno de amor y lleno de odio, mente y cuerpo.»
Aquí «mente» se refiere al «espíritu», paralelo a las palabras «bueno» y «lleno de amor». Creemos que estamos divididos, y que es posible que el Hijo de Dios se separe de la Mente de Dios y Cristo. Esto es exactamente lo opuesto al principio de Expiación, que enseña que la separación no ocurrió: el perfecto Ser de Unicidad nunca puede estar separado «de»; de lo contrario, no podría haber sido perfecto y perfectamente uno.
(1:2-5) «Esta sensación de estar dividido en dos estados opuestos da lugar a un constante y agudo conflicto, y conduce a desesperados intentos de reconciliar los aspectos contradictorios de esa auto-percepción. Has buscado muchas de estas soluciones reconciliatorias, pero ninguna de ellas te ha dado resultado. Los opuestos que percibes en ti jamás serán compatibles. Tan sólo uno de ellos existe.»
Hemos establecido una guerra en nuestras mentes, habiendo sido convencidos por el ego de que estamos en guerra con Dios. La comprensión del ego, por supuesto, no tiene nada que ver con el Dios verdadero, que no sabe acerca de la separación o la mente dividida. El Dios del ego definitivamente lo hace. Cuando nos apartamos de nuestra Fuente, y luego de Su recuerdo – el Espíritu Santo – establecimos un conflicto en nuestras mentes. El ego fabricó la causa del problema diciéndonos que el Espíritu Santo nos haría dar marcha atrás y arrastraría hacia Dios, Quien nos destruiría por nuestros pecados. Al creer en la realidad de este conflicto, lo dividimos y lo proyectamos desde nuestras mentes para que nuestro ser pecaminoso fuera percibido como estando afuera y en guerra con nosotros.
Esto culmina en nuestra experiencia de que somos las víctimas inocentes, y este ser pecaminoso recién hecho es el victimario. Nuestras relaciones especiales – nuestros “desesperados intentos de reconciliar” – representan el plan del ego para resolver el conflicto. En la forma de odio especial, creo que el enemigo está afuera, y al destruirlo prevalecerá mi inocencia. En la forma de amor especial, mi conflicto interior está oculto por el amor que experimento cuando estoy con esta persona especial. No tengo que sentir el dolor y el terror acechando en mi mente, porque en presencia de esta persona especial me siento cómodo y seguro. La atención, la devoción y la aprobación de esta persona me hacen sentir bien conmigo mismo, y nunca tengo que mirar el hecho de que creo que soy “la morada del mal, las tinieblas y el pecado”.
(2:1) «Si has de salvarte, tienes que aceptar el hecho de que, por mucho que lo intentes, la verdad y lo ilusorio no pueden reconciliarse, independientemente de los medios que utilices o de dónde percibas el problema.»
Aquí vemos nuevamente a Jesús recurrir a la metafísica no dualista de su curso: «no hay ningún conflicto». No estamos en guerra con Dios ni con nadie más, porque la verdad es indivisa e indivisible. Cuando creemos que nos separamos de la verdad y la atacamos, la verdad se percibe como coexistente con la ilusión y en conflicto con ella. Así encontramos religiones dualistas que enseñan que la verdad está en guerra con el pecado, que es la razón por la cual, por ejemplo, la Biblia está repleta de relatos de grandes batallas, que culminan en el Apocalipsis, hogar de la batalla más sangrienta de todas – El Armagedón. Al final, la verdad y el bien triunfarán sobre la ilusión y el mal, ejemplificado por el relato bíblico del triunfo de Jesús sobre la cruz. Desde la perspectiva de Un Curso de Milagros, sin embargo, una vez que vemos la verdad como parte de la ilusión, ya no hablamos de la verdad real, que es absoluta y completa. Nada más lo «es» en absoluto, como Jesús nos recuerda en este importante pasaje:
“No hay nada externo a ti. Esto es lo que finalmente tienes que aprender, pues es el reconocimiento de que el Reino de los Cielos te ha sido restaurado. Pues eso fue lo único que Dios creó, y Él no lo abandonó ni se separó a Sí Mismo de él. El Reino de los Cielos es la morada del Hijo de Dios, quien no abandonó a su Padre ni mora separado de Él. El Cielo no es un lugar ni tampoco una condición. Es simplemente la conciencia de la perfecta unicidad y el conocimiento de que no hay nada más: nada fuera de esta unicidad, ni nada adentro.” (T-1 8 .VI. 1)
Al recordar este hecho feliz, provocado por nuestra aceptación de la Expiación, somos salvos del conflicto que nunca fue.
(2:2) «Hasta que no aceptes esto [la irreconciliabilidad de la verdad y la ilusión], irás en pos de un sinnúmero de metas irrealizables, desperdiciarás el tiempo, tus esfuerzos serán en vano, fluctuarás entre la esperanza y la duda, y cada intento será tan fútil como el anterior y tan inútil como sin duda alguna habrá de ser el siguiente.»
Así es como experimentamos todo en este mundo, y por qué nada funciona. Constantemente intentamos resolver el problema insoportable de ansiedad y culpa. Sin embargo, mientras tanto nuestro intento secreto de perpetuar nuestra individualidad «a través» de la ansiedad y la culpa permanece en plena vigencia, dictando los fútiles intentos de encontrar la paz a través de la guerra y el conflicto, la doctrina familiar del ego de «busca, pero no halles».
(3:1) «Los problemas que no tienen sentido no se pueden resolver dentro del marco en que se han planteado.»
Todos los problemas se experimentan dentro del marco del cuerpo y el mundo, pero no se pueden resolver aquí porque no existen aquí. Están dentro de nuestras mentes, viniendo de la elección de creer en el ego. Este problema está reprimido porque la culpa es abrumadora y, habiéndola proyectado, ahora vemos problemas a nuestro alrededor, pero nunca dentro de nosotros. Una vez que se logra la estrategia del ego, continuamente buscamos resolver estos pseudo-problemas, invirtiendo grandes gastos de tiempo y esfuerzo para hacerlo. Sin embargo, nuestros esfuerzos de resolución de problemas nunca funcionarán porque nunca «podrán» funcionar. De hecho, nada funciona en este mundo, y por lo tanto, nadie es realmente feliz aquí. Desde luego, nuestras necesidades de especialismo pueden satisfacerse en cualquier momento dado, pero ese momento es efímero, ya que la culpa exige que nunca seamos verdaderamente felices. Por lo tanto, nunca podríamos ser capaces de aceptar la felicidad que el especialismo nos brinda. Nuestros egos cuestionarían, por ejemplo: ¿Cómo podría alguien amarnos, y mucho menos quedarse con nosotros ?; o: déjame esperar a que caiga el otro zapato (https://www.martinoticias.com/a/15446.html). Estas dudas surgen solo porque el problema subyacente de la culpabilidad nunca se examina. Por lo tanto, el perdón procede a ir en el sentido contrario, invirtiendo la proyección. Nuestro nuevo Maestro nos enseña a llevar el problema a la respuesta, la ilusión del ego a Su verdad. Una vez que el problema de la culpa es llevado a su marco correcto – la decisión de la menta de ser culpable – se puede resolver fácilmente.
(3:2) «Dos seres en conflicto supone una condición que no se puede resolver, y no puede haber tampoco un punto de encuentro entre el bien y el mal.»
Esto, una vez más, expresa la metafísica subyacente de Un Curso de Milagros, que, discutido en gran detalle en el texto, forma la base del libro de ejercicios. Sus primeras lecciones -por no hablar de la declaración que acabamos de ver- no pueden entenderse sin antes reconocer que este es un sistema de pensamiento no dualista. Existe Dios, el Cielo, la verdad y nada más. El problema radica en que creemos que hay algo más. Es esta creencia la que hay que deshacer, no los pseudo-problemas que simplemente reflejan el verdadero problema. La frase anterior es paralela a “El punto de encuentro”, que hace el mismo punto en el contexto de los dos hijos: nuestro propio hijo amado (el especialismo) y el Hijo del Padre:
“De esta manera se concibieron dos hijos, y ambos parecen caminar por esta tierra sin un lugar donde poderse reunir y sin un punto de encuentro. A uno de ellos -tu amado hijo- lo percibes como externo a ti. El otro -el Hijo de su Padre- descansa en el interior de tu hermano tal como descansa en el tuyo. La diferencia entre ellos no estriba en sus apariencias, ni en el lugar hacia donde se dirigen y ni siquiera en lo que hacen. Tienen distintos propósitos. Eso es lo que los une a los que son semejantes a ellos y lo que los separa de todo lo que tiene un propósito diferente. El Hijo de Dios conserva aún la Voluntad de su Padre. El hijo del hombre percibe una voluntad ajena y desea que sea verdad. Y así, su percepción apoya su deseo, haciendo que parezca verdad.” (T-24.VII.11:1-9)
Así, vemos que el tema de suma importancia del propósito es la clave para comprender nuestra fascinación por el “mal” del especialismo, que respalda el deseo de convertirlo en nuestro hijo. Nuestra elección del “bien” del Hijo de Dios sirve al propósito de demostrar que estábamos equivocados, y felizmente así fue.
(3:3) «El ser que tú fabricaste jamás podrá ser tu Ser, ni tampoco puede tu Ser dividirse en dos y seguir siendo lo que es y lo que no puede sino ser eternamente.»
Cuando creemos que nuestro Ser puede dividirse, lo que lleva al especialismo que creemos que es nuestro ser y que debe ser deshecho, estamos diciendo que realmente sucedió. Sin embargo, lo que tiene que deshacerse no es la división ni nuestro especialismo, sino nuestra creencia en ellos. La distinción es crucial. Cuando decimos que tenemos que deshacer nuestra creencia, hablamos de la decisión de la mente que puede corregirse. Si intentamos deshacer la división o nuestro especialismo, simplemente hemos fortalecido la creencia en su realidad.
(3:4) «Una mente y un cuerpo no pueden ambos coexistir.»
Jesús no está hablando de la mente dividida, sino de la «mente» que se equipara con el «espíritu», expresando la idea familiar de «uno o el otro» – el ego o Dios. También lo encontramos en el siguiente pasaje del texto:
“O bien ves la carne o bien reconoces el espíritu. En esto no hay términos medios. Si uno de ellos es real, el otro no puede sino ser falso, pues lo que es real niega a su opuesto. La visión no ofrece otra opción que ésta.” (T-31.VI.1:1-4)
(3:5) «No trates de reconciliarlos, pues cada uno de ellos niega que el otro sea real.»
Muchos estudiantes de Un Curso de Milagros intentan reconciliar ambos (mente y cuerpo) al traer al espíritu, a Dios o a Jesús al mundo para arreglarlo. Cuando las personas hablan de integrar la mente, el cuerpo y el espíritu, desde la perspectiva de Un Curso de Milagros están negando la realidad del espíritu. Una vez arrastrado al mundo, el espíritu deja de ser él mismo. “Aquello que todo lo abarca no puede tener opuestos” (T-in.1: 8), y el espíritu todo-abarcador no tiene cabida en un mundo de opuestos. El pensamiento actual es que para estar verdaderamente integrado como persona debemos integrar la mente, el cuerpo y el espíritu. Esto nuevamente es exactamente lo que quiere el ego. Tal enfoque puede funcionar, pero no es lo que enseña «este curso». El espíritu, la mente y el cuerpo no pueden integrarse, porque el espíritu trasciende por completo la mente y el cuerpo. Además, el cuerpo no tiene una sustancia verdadera, es solo un pensamiento en la mente y nunca ha dejado esa fuente.
(3:6-7) «Si eres lo físico, tu mente [espíritu] desaparece del concepto que tienes de ti mismo, pues no tiene un lugar en el que realmente pueda ser parte de ti. Si eres espíritu [mente], el cuerpo es entonces el que no tiene ningún sentido en tu realidad.»
Ese es el problema. Si soy único Ser unido a mi Creador, unificado dentro de mí mismo, no puedo ser un cuerpo. Esto significa que no puedo ser un individuo, ni tampoco especial. Esta idea se presenta de manera más completa en lo que sigue, parte del pasaje citado anteriormente:
“De esta elección [entre el espíritu y la carne] depende todo tu mundo, pues mediante ella estableces en tu propio sistema de creencias lo que eres: carne o espíritu. Si eliges ser carne jamás podrás escaparte del cuerpo al verlo como tu realidad, pues tu decisión reflejará que eso es lo que quieres. Pero si eliges el espíritu, el Cielo mismo se inclinará para tocar tus ojos y bendecir tu santa visión a fin de que no veas más el mundo de la carne, salvo para sanar, consolar y bendecir.” (T-31.VI.1: 6-8)
En otras palabras, en todos y cada uno de los momentos tenemos la oportunidad de decidir quiénes somos: hijos del especialismo o de Dios; de la separación o la unidad, del cuerpo o del espíritu. Lo que elegimos determina nuestra experiencia. Simplemente, es la elección entre el Cielo o el infierno.
(4:1) «La mente es el medio del que el espíritu se vale para expresarse a Sí Mismo.»
Esto es análogo a la línea a la que me refería anteriormente: “la mente se utiliza para representar el principio activo del espíritu,” (C-1.1: 1). Aquí, también, la «mente» se usa en el sentido del «espíritu». Podemos volver a ver la importancia de leer Un Curso de Milagros «como» una obra de arte en lugar de un tratado científico, donde las palabras deben ser diseccionadas, analizadas y entendidas por su significado literal. Sin embargo, nuestro estudio y práctica del Curso se logra mejor al permitir que las palabras penetren en nuestros corazones, el cerebro simplemente es el vehículo que permite que los pensamientos vuelvan a la conciencia de la mente. Así Jesús usa conceptos con connotaciones espaciales y temporales – “el medio del que se vale para expresarse a Sí Mismo” – para elevarnos más allá de estas dimensiones hacia el reino infinito de lo intemporal.
El enfoque ahora cambia:
(4:2-3) «Y la mente que sirve al espíritu está en paz y llena de gozo. Deriva su poder del espíritu y desempeña gustosamente su función aquí.»
Nuestra función aquí es la salvación, la curación y el perdón. El poder de perdonar proviene del Espíritu Santo, el recuerdo de nuestra realidad como espíritu. Por lo tanto, Jesús habla de la mente correcta, en lugar de la Mente de Cristo, Cuya función es solo creación.
(4:4) «La mente puede, por otro lado, verse también a sí misma como divorciada del espíritu y percibirse como dentro de un cuerpo al que confunde consigo misma.»
Aquí Jesús habla de la mente errada. Nuestras mentes correctas están vinculadas con el espíritu a través del Espíritu Santo, a Quien definimos como el recuerdo de Dios que llevamos con nosotros al sueño de separación. Por lo tanto, en nuestras mentes correctas nos unimos para siempre con el Espíritu Santo y, por lo tanto, con Cristo. Sin embargo, cuando nos separamos de esa unidad, estamos en la mente errada, creyendo que existimos en un cuerpo, independientemente de Dios, el espíritu y nuestro verdadero Ser. Esta mente errada es el hogar del pecado, la culpa, el miedo y la individualidad. Proyectamos nuestro pecado y lo vemos en otros cuerpos, que establecen a los nuestros como inocentes de lo que se nos ha hecho. Incluso si nos vemos como pecadores, sigue habiendo un pensamiento que dice que alguien nos hizo de esta manera.
No nacimos así, y aunque lo fuéramos, protestamos que no fue nuestra elección. Los malos genes malos nos fueron dados por alguien más. En otras palabras, no importa si te veo a ti o a mi cuerpo como pecaminoso. Siempre habrá aquellos a los que considero responsables: la culpa y culparse a uno mismo no son más que la misma dinámica con diferentes formas:
“Si tus hermanos forman parte de ti y los culpas por tu privación, te estás culpando a ti mismo. Y no puedes culparte a ti mismo sin culparlos a ellos. Por eso es por lo que la culpa tiene que ser deshecha, no verse en otra parte. Échate a ti mismo la culpa y no te podrás conocer, pues sólo el ego culpa. Culparse uno a sí mismo es, por lo tanto, identificarse con el ego, y es una de sus defensas tal como culpar a los demás lo es.”
(T-11.IV.5:1-5)
(4:5) «Sin su función, pues, no tiene paz, y la felicidad se vuelve algo ajeno a su pensamiento.»
La función de nuestras mentes es deshacer la culpa – la creencia en la realidad del cuerpo- a través del perdón. Este concepto de deshacer es un leitmotiv que recorre el Curso. No se nos pide negar el cuerpo – el nuestro o el de otro – sino deshacer la falsa percepción del propósito del cuerpo, sustituyéndola con la del Espíritu Santo en cambio: perdón por ataque, espíritu por cuerpo, regresar a casa por permanecer en el lejano país de separación del ego:
“La salvación es un deshacer…no te pide que contemples el espíritu y no percibas el cuerpo. Simplemente te pide que ésa sea tu elección. Pues puedes ver el cuerpo sin ayuda, pero no sabes cómo contemplar otro mundo aparte de él. Tu mundo es lo que la salvación habrá de deshacer, permitiéndote así ver otro que tus ojos jamás habrían podido encontrar…El velo de la ignorancia está corrido igualmente sobre lo bueno que sobre lo malo, y se tiene que traspasar para que ambas cosas puedan desaparecer a fin de que la percepción no encuentre ningún lugar donde ocultarse. ¿Cómo se puede hacer esto? No se puede hacer en absoluto. Pues ¿qué podría aún quedar por hacer en el universo que Dios creó?” (T-31.VI.2:1; 3:1-4, 8-11)
La paz se logra deshaciendo los pensamientos de conflicto, lo que no requiere ningún esfuerzo, pues “¿qué podría aún quedar por hacer?” Al elegir perdonar la decisión de la mente en favor de la culpabilidad, en lugar de resolverla en el cuerpo, tomamos la decisión de aceptar la realidad tal como es. No buscamos cambiarla, y luego preservar su imagen transformada e ilusoria. Al deshacer lo que nunca fue, la visión de Cristo levanta el velo que mantuvo oculto el recuerdo de nuestro Ser. El perdón es completo, y desaparece a medida que la función de creación alborea en nuestras mentes que despiertan.
(5:1) «Mas una mente separada del espíritu no puede pensar.»
Esto se refiere a la mente errada; y, como sabemos, el ego no puede pensar. El Pensamiento verdadero se refleja en nuestras mentes correctas como el principio de la Expiación, que nos recuerda nuestra Identidad como un Pensamiento de Dios. Cuando nos separamos de ese Pensamiento, pensamos que estamos pensando, pero eso no es pensar en absoluto, del mismo modo que no vemos realmente a través de nuestros ojos, ni escuchamos a través de nuestros oídos.
(5:2-3) «Ha negado la Fuente de su fortaleza, y se considera a sí misma desvalida, limitada y débil. Desasociada ahora de su función, cree estar sola y separada, atacada por ejércitos que se organizan contra ella; cree asimismo estar oculta en la frágil estructura del cuerpo.»
Esto es lo que sucede cuando nos separamos del Amor de Dios y la Fuente de nuestra fortaleza. Proyectamos la responsabilidad de ese estado de mentalidad errónea y, por lo tanto, creemos que todos son nuestros enemigos. Nos sentimos totalmente solos, y no hay esperanza, porque la vulnerabilidad que nuestra culpa enseña es que nuestra realidad exige que nos veamos para siempre “a merced de cosas que se encuentran más allá de nosotros, de fuerzas que no podemos controlar o de pensamientos que nos asaltan en contra de nuestra voluntad.” (T-19.IV-D.7: 4). Solo cambiando nuestra percepción de nosotros mismos podremos encontrar la paz y el descanso de los inocentes. Por lo tanto, leemos:
“¿Eres invulnerable? Entonces el mundo te parece un lugar inofensivo. ¿Perdonas? Entonces el mundo es misericordioso, pues le has perdonado sus ofensas, de modo que te contempla tal como tú lo contemplas a él. ¿Eres un cuerpo? Entonces ves en cada hermano un traidor, listo para matar. ¿Eres espíritu, inmortal y sin la más mínima posibilidad de corrupción ni mancha alguna de pecado sobre ti? Entonces ves estabilidad en el mundo, pues ahora es absolutamente digno de toda tu confianza: un lugar feliz en donde descansar por un tiempo, en donde no hay nada que temer, sino sólo amar. ¿Le negarían los puros de corazón la bienvenida a alguien? ¿Y qué podría herir a los que son verdaderamente inocentes?” (T-31.VI.6)
(5:4) «Ahora tiene que reconciliar lo que es diferente con lo que es lo mismo, pues para eso es para lo que piensa que es.»
Ahora tratamos de resolver el conflicto donde no está, viéndonos a nosotros mismos como diferentes de Dios, Jesús y el Espíritu Santo. Nosotros somos la ilusión, Ellos son la verdad; y buscamos reconciliarnos con Ellos pidiéndoles Su ayuda – pero no Su «verdadera» ayuda. Buscamos reforzar nuestra existencia ilusoria individual y la falsa sensación de seguridad y felicidad en la que prosperan nuestros egos. Al llevar la verdad a la ilusión, el ego ha asegurado su supervivencia, que nunca puede resistir la exposición de sus mentiras. Lo último que nuestros egos quieren que recordemos es que nosotros, al igual que la Trinidad, somos espíritu, y que la «Idea del Hijo de Dios (espíritu) nunca ha abandonado Su Fuente (espíritu)». Lo Semejante sigue unido para siempre con lo Semejante.
(6:1-2) «No pierdas más tiempo en esto. ¿Quién puede resolver los insensatos conflictos que los sueños presentan?»
En otras palabras, Jesús nos está diciendo que dejemos de perder nuestro tiempo tratando de resolver problemas en el mundo. Este es el significado de “No tengo que hacer nada” (T-18.VII). Creemos que tenemos que hacer algo, porque hay un problema percibido que demanda nuestra atención y acción. Sin embargo, no tenemos que hacer nada porque lo que creemos que es el problema – algo externo a nuestras mentes – no es el problema en absoluto. Sin embargo, esto no significa que, en el nivel del sueño, no deberíamos resolver problemas aquí ni cuidar de nuestros cuerpos ni el de otras personas. Jesús quiere decir que no debemos proceder por nuestra cuenta. Debemos comprender, nos dice, que el problema real de nuestro descontento o enfermedad es nuestra separación de él. Al no separarnos de él y su amor pidiéndole que nos ayude, el verdadero problema de la separación del amor será deshecho. Esto ha llevado a nuestra ansiedad, miedo, depresión y sensación de fracaso. Una vez que esos pensamientos están fuera del camino y el amor de Jesús se ha vuelto realidad, juntos, unidos en ese amor, podemos abordar lo que debe abordarse, y no habrá tensión, ansiedad o fatiga. El problema se resolverá sin contratiempos, ya que seremos liberados del conflicto interno que habría impedido la solución efectiva de cualquier problema percibido en el mundo.
Para repetir este pensamiento crucial: Jesús no está diciendo que ignores los problemas aquí. Él nos está instruyendo para que abordemos nuestras preocupaciones con él a nuestro lado, que su visión se haga nuestra y que podamos llegar a comprender la verdadera naturaleza del problema y su solución.
(6:3-5) «¿Qué significado podría tener en verdad su resolución? ¿Qué objeto tendría? ¿De qué serviría?»
Hemos visto esta idea – el propósito lo es todo – muchas veces antes. El propósito de los problemas del mundo es enraizarnos en el sueño y mantener nuestra identidad de ego sacrosanta. Por lo tanto, nunca recordaríamos nuestra Identidad no dualista. El tomador de decisiones, el soñador de nuestro sueño, inventa pantallas de humo para distraernos y disgustarnos «aquí» (en el cuerpo), para que nada cambie «ahí» (en la mente). Una vez más, la naturaleza del problema real es que rechazamos a Jesús. Si lo invitamos a regresar y nos unimos a él en nuestras mentes, el problema de la separación se deshace. Nuestras preocupaciones con los problemas externos son así aliviadas, lo que nos permite dedicar una atención no conflictiva a ellos y a su resolución.
(6:6) «La salvación no puede hacer que las ilusiones sean reales, ni tampoco resolver un problema que no existe.»
Si lees esta declaración cuidadosamente, es claro que Jesús está diciendo que no debemos pedirle al Espíritu Santo que resuelva nuestros problemas mundanos: “La salvación no puede hacer que las ilusiones sean reales”, que es lo que significa resolver un problema, ni puede “resolver un problema que no existe”, lo que obviamente no tendría sentido. La salvación resuelve un problema en su origen: elegir al ego sobre el Espíritu Santo. Pedir la ayuda del Espíritu Santo deshace el problema por completo, permitiendo que el recuerdo de Su respuesta vuelva.
(6:7-8) «Tal vez albergas la esperanza de que puede. Mas ¿querrías que el plan de Dios para la liberación de Su amado Hijo le causase dolor a éste y además no lo liberase?»
Nuestra esperanza es que la “salvación” resolvería un problema aquí. Sin embargo, cada vez que le pedimos ayuda a Jesús en el mundo, nos aseguramos de que nunca lo abandonemos y volvamos a casa. Además, nos aseguramos de que el dolor llegue a la Filiación, ya que la salvación del ego sólo puede lograrse a través del sacrificio de la felicidad – la nuestra o la de otro – esclavizándonos así en su sistema de pensamiento. Es por eso que lo llamamos esclavitud (“slavation” en el texto original).
(7:1) «Tu Ser aún conserva Sus pensamientos, los cuales permanecen dentro de tu mente y en la Mente de Dios.»
Esta es la mente correcta otra vez, y sus pensamientos son expresiones del principio de Expiación, tales como el perdón o la curación. Estos reflejan el Pensamiento de Amor unificado, que está en la Mente de Dios y nunca ha abandonado su Fuente.
(7:2) «El Espíritu Santo conserva la salvación en tu mente y le ofrece el camino de la paz.»
El camino de la paz es pasar del ego al Espíritu Santo, el pensamiento de la Expiación que nos salva de nuestra creencia en la realidad de la separación.
(7:3) «La salvación es un pensamiento que compartes con Dios porque Su Voz lo aceptó por ti y respondió en tu nombre que se había consumado.»
Cuando decidimos hacer real la separación, ahogamos la Voz del Espíritu Santo y solo escuchamos la voz del especialismo. La efectividad del plan del ego de utilizar el especialismo como estática para evitar que escuchemos la Voz de la verdad se expresa conmovedoramente en este pasaje de “La perfidia de creerse especial”:
“¿Qué respuesta del Espíritu Santo podría llegar hasta ti, cuando a lo que escuchas es a tu deseo de ser especial, que es lo que pregunta y lo que responde? Tan sólo prestas oídos a su mezquina respuesta, la cual, ni siquiera se oye en la melodía que en amorosa alabanza de lo que eres fluye eternamente desde Dios a ti. Y este colosal himno de honor que amorosamente se te ofrece por razón de lo que eres parece silencioso e inaudible ante el “poderío” de tu especialismo. Te esfuerzas por escuchar una voz que no tiene sonido, y, sin embargo, la Llamada de Dios Mismo te parece insonora.” (T-24.II.4:3-6)
La buena noticia es que, aunque tenemos el poder dentro del sueño de no escuchar, esto no significa que la Voz del Amor no se encuentre en nuestras mentes correctas, mantenida para nosotros en salvaguarda.
(7:4) «De esta manera, la salvación está salvaguardada entre los pensamientos que tu Ser aprecia y abriga por ti con amor.»
Esta, entonces, es otra declaración del tema de la Expiación: el pensamiento de separación nunca ocurrió, y simplemente parece cubrir la conciencia del Pensamiento que nos recuerda nuestra Identidad. Jesús, la voz que habla en favor de nuestro Ser, ha salvaguardado este Pensamiento para nosotros, como recordamos de este pasaje inspirador que ya hemos citado, y felizmente leemos de nuevo:
“He salvaguardado todas tus bondades y cada pensamiento amoroso que jamás hayas abrigado. Los he purificado de los errores que ocultaban su luz, y los he conservado para ti en su perfecta luminiscencia. Se encuentran más allá de la destrucción y de la culpabilidad. Procedieron del Espíritu Santo en ti, y sabemos que lo que Dios crea es eterno.” (T-5.IV.8:3 -6)
Es por eso que la salvación no es algo que deba lograrse, sino simplemente ser aceptado.
(8:1-2) «Hoy intentaremos localizar este pensamiento, cuya presencia en tu mente está garantizada por Aquel que te habla desde tu único Ser. Nuestras prácticas de cinco minutos cada hora estarán dedicadas a buscar este Ser en tu mente.»
Como ya hemos visto, la forma en que buscamos al Espíritu Santo dentro de nuestras mentes rectas, que es el significado para «mente» aquí, es apartarnos de nuestras mentes erradas. Esto significa abandonar nuestra inversión en tener la razón sobre nuestra individualidad autónoma. Nuestro reconocimiento de que tal autosuficiencia no nos ha traído la felicidad y la paz que buscamos es lo que nos motivará a recordar cada práctica de cada hora. Es nuestro miedo a tal reconocimiento lo que nos hace olvidar.
(8:3-9:3) «La salvación procede de Él a través de Aquel que es el puente entre tu mente y Él. Espera pacientemente y deja que Él te hable acerca de tu Ser y de lo que tu mente puede hacer una vez que haya sido restituida a Éste y se encuentre libre para servir Su Voluntad.»
Comienza diciendo lo siguiente:
La salvación procede de mi único Ser. Sus pensamientos están a mi disposición.
Recordando que solo podemos encontrar la felicidad a través del cambio de maestros, dedicamos nuestro día a reforzar lo que deseamos aprender. Así, nos alejamos del falso ser del especialismo al elegir los pensamientos que reflejan el Pensamiento de Quién realmente somos, mientras escuchamos la Voz que nos recuerda de nuestro Ser; así acudimos al Espíritu Santo, la Voz que cierra la brecha entre la ilusión y la verdad, y nos enseña suavemente a perdonar lo que nunca ocurrió.
(9:4-7) «Luego busca Sus Pensamientos, y reclámalos como tuyos. Son tus pensamientos reales, los cuales has negado mientras dejabas que tu mente vagase por un mundo de sueños en busca de ilusiones que los substituyesen. He aquí tus pensamientos, los únicos que tienes. La salvación se encuentra entre ellos. Hállala allí.»
Nuestro tomador de decisiones valoraba la idea de estar por su cuenta, y por lo tanto optó por negar sus pensamientos reales – expresiones del principio de Expiación – y aceptó en su lugar los pensamientos de especialismo. Esto hizo que su mente divagara en el lejano país del mundo de los sueños, que tomó el lugar de la verdad. Al igual que el Hijo Pródigo en la parábola, hemos llegado a ver el error de nuestros caminos – las decisiones equivocadas que llevaron al dolor y al sufrimiento – y elegimos en cambio los pensamientos de la salvación que nos llevarán a casa al Padre que nunca abandonamos. Una vez que hemos elegido estos pensamientos, se vuelven nuestros.
(10:1) «Si tienes éxito, los pensamientos que se te ocurran te dirán que te has salvado y que tu mente ha encontrado la función que procuró perder.»
Esta es la función de nuestras mentes correctas: elegir la salvación. No podemos sino tener éxito, una vez que cambiemos nuestro propósito de la culpa al perdón, de la condenación a la salvación, del ser al Ser.
(10:2-5) «Tu Ser le dará la bienvenida y la colmará de paz. Una vez que su fortaleza haya sido restaurada, tu mente podrá fluir de nuevo desde su espíritu al espíritu de todas las cosas creadas por el Espíritu a semejanza de Sí Mismo. Tu mente bendecirá todas las cosas. Una vez que la confusión haya cesado, quedarás restaurado, pues habrás hallado tu Ser.»
Esta es la Unicidad de la creación, lo opuesto a la separación que fluye desde el ego. Restaurando la función del perdón a nuestra conciencia, reclamamos la fortaleza que habíamos buscado perder. Al ser encontrada, vuelve a unirse a la Fuente de fortaleza, que descansa en nuestra función de creación: el amor se extiende al amor, la alegría fluye a la alegría, Cristo viene a lo Suyo.
“Juntos desapareceremos en la Presencia que se encuentra detrás del velo, no para perdernos sino para encontrarnos a nosotros mismos; no para que se nos vea, sino para que se nos conozca. Y al gozar de conocimiento, no quedará nada sin hacer en el plan de salvación que Dios estableció. Éste es el propósito de la jornada, sin el cual ésta no tendría sentido. He aquí la paz de Dios, que Él te dio para siempre. He aquí el descanso y la quietud que buscas, la razón de la jornada desde su comienzo.” (T-19.IV-D.19:1-5)
“…y finalmente estamos en casa, donde Tú quieres que estemos.” (T-31.VIII.12:8)
(11) «Tu Ser sabe que hoy no puedes fracasar. Tal vez tu mente siga dudándolo por un rato, pero no te dejes desanimar por ello. Tu Ser conservará para ti la dicha que experimenta, y gozarás de ella con plena conciencia. Cada vez que dedicas cinco minutos de cada hora a buscar a Aquel que une a tu mente con tu Ser, le ofreces un tesoro adicional para que lo salvaguarde para ti.»
No sabemos que estamos en casa, porque la experiencia de nuestro Ser todavía nos espera. Sin embargo, Jesús nos asegura que Cristo está allí, y nos asegura que recordaremos, ya que cada recuerdo diario y de cada hora nos acerca más a nuestro objetivo.
(12:1-2) «Cada vez que le dices hoy a tu agitada mente que tu salvación procede de tu único Ser, añades otro tesoro más a tu creciente almacén. Y éste se le da en su totalidad a todo aquel que lo pida y acepte el regalo.»
Nuestra “charla de ánimo” celestial continúa. Jesús quiere que tengamos fe en nuestra práctica y que no nos desanimemos cuando olvidemos una sesión de práctica, o estemos tentados a creer que lo que estamos haciendo no tiene ningún efecto. Huelga decir que el «tú» mencionado aquí es el tomador de decisiones, que le dice a la mente errada y frenética que se equivocó en su elección original. Es nuestro ser diciendo a nuestro ser que nuestra identidad como una mentalidad errada individual es falsa. Así llegamos a entender que elegimos esa identidad porque teníamos miedo de la gloriosa verdad de nuestro único Ser, un error que ahora podemos perdonar a medida que gozosamente aceptamos con alegría el regalo de la Salvación del Espíritu Santo.
Además, el regalo se da a todos porque las mentes están unidas, a pesar de que cada Hijo separado debe aceptarlo para sí mismo. Esa es la clave. A veces las personas se preguntan por qué están aquí si Jesús ya ha aceptado la Expiación. Desde su punto de vista, por supuesto, no estamos aquí. El problema es que nos hemos negado a aceptar su Expiación y amor, y por lo tanto permanecemos dormidos en nuestro mundo de sueños, todavía soñando. De nuevo, nuestro regalo de recordar es dado a todos, pero debemos desearlo para nosotros mismos.
(12:3) «Piensa, pues, cuánto se te está dando este día para que lo des, de manera que se te pueda dar a ti.»
Lo que se nos da para dar es el recuerdo de Quién somos como el único Hijo de Dios, el Cristo que Dios creó uno con Él. Una vez que elegimos eso para nosotros mismos, sabemos que Dios tiene un solo Hijo, nuestro Ser. Entonces nos convertimos en el símbolo de la salvación para el mundo. Esta aceptación de nuestra verdadera Identidad – la aceptación de la Expiación para nosotros mismos – se convierte en un tema importante en las lecciones que siguen. “
~ Del libro “Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM” por el Dr. Kenneth Wapnick.
LECCIÓN 96
"La salvación procede de mi único Ser."
Esta lección trabaja la aparente relación cuerpo - mente y espíritu tan preciada en algunas tradiciones religiosas y en la cultura de la nueva era. Esta lección nos enseñará que sólo la mente al servicio del espíritu es real, todo lo demás es ilusorio, incluyendo al cuerpo.
CUERPO - MENTE: LA ILUSIÓN A SANAR:
Desde la cultura griega se asumió la relación cuerpo, mente y espíritu, con los nombres de soma-psique y nous. La ciencia moderna lo recuperó como la relación cuerpo-mente, (psico-somático), tanto en medicina como en psicología. El Curso de Milagros tiene un abordaje radicalmente distinto.
Para el Curso el cuerpo no es real, es sólo una imagen proyectada de nuestra mente errada. El cuerpo no es auto-motivado, es neutro, obedece lo que le ordene la mente. La mente errada se identifica con el cuerpo y lo defiende, y el yo individual que sostiene esta creencia lo definimos como nuestro ego. Ese “yo individual” se experimenta dividido, como si en su interior convivieran el ángel y el demonio, lo que se convierte en la fuente de su conflicto interior y de su conflicto con el mundo. El ego y el cuerpo, no tienen ninguna relación y comunicación con el espíritu, que es lo único real, pues "Los opuestos que percibes en ti jamás serán compatibles. Tan sólo uno de ellos existe." pero en el medio pareciera estar la mente. La mente parece ser el campo de batalla entre el ego y el Espíritu Santo, en realidad el único que batalla es el ego.
Para ayudarnos a comprender la dinámica de nuestra mente el Curso nos habla de una mente errada (gobernada por el ego) y una mente recta (gobernada por el Espíritu Santo). Pero a un nivel más profundo, tal división no existe. "Una mente y un cuerpo no pueden ambos coexistir." .... "Si eres espíritu, el cuerpo es entonces el que no tiene ningún sentido en tu realidad." el espíritu es inmortal y el cuerpo es mortal. No hay ningún punto de encuentro. "No trates de reconciliarlos, pues cada uno de ellos niega que el otro sea real."
"¿QUE ES LA MENTE?:
Para qué comprendamos mejor este tema que no hay relación entre el espíritu y el cuerpo, precisemos la definición de la mente desde la perspectiva del Curso. "La mente es el medio del que el espíritu se vale para expresarse a Sí Mismo." aquí tenemos una definición de mente, que no tiene ninguna relación con el cuerpo. En otro pasaje del Curso define la mente como "el principio activo del espíritu" (C-1.1: 1) "el cual le suministra a este su energía creativa"*. Y la lección nos describe algunos atributos de esta mente: *"la mente que sirve al espíritu está en paz y llena de gozo."
"Deriva su poder del espíritu y desempeña gustosamente su función aquí."
SÓLO EL ESPÍRITU ES REAL:
Para el Curso la única mente real es la que está relacionada con el espíritu, la "otra mente", la mente errada en realidad no existe, no piensa, así nosotros creamos que sí: "Mas una mente separada del espíritu no puede pensar." aquí pensar equivale al poder creativo del que gozamos en nuestra condición de espíritu, creado a semejanza de Dios.
La mente errada, "Ha negado la Fuente de su fortaleza, y se considera a sí misma desvalida, limitada y débil."
"Desasociada ahora de su función, cree estar sola y separada, atacada por ejércitos que se organizan contra ella; cree asimismo estar oculta en la frágil estructura del cuerpo."
Esta mente disociada busca resolver su conflicto tratando reconciliar lo irreconciliable con su triada cuerpo-mente-espíritu, pero ello no es más que un truco para darle realidad al cuerpo y el ego. "El ser que tú fabricaste jamás podrá ser tu Ser, ni tampoco puede tu Ser dividirse en dos y seguir siendo lo que es y lo que no puede sino ser eternamente." No es posible que el Ser se degrade, se divida y esté en conflicto consigo mismo. "Si has de salvarte, tienes que aceptar el hecho de que, por mucho que lo intentes, la verdad y lo ilusorio no pueden reconciliarse, independientemente de los medios que utilices o de dónde percibas el problema." No es posible conciliar la verdad con el error.
Para lograr sanar nuestra mente, tenemos que aceptar el hecho de que sólo el espíritu es real, lo mismo que la mente al servicio del espíritu, todo lo demás es irreal. Y reconocer que "Los problemas que no tienen sentido no se pueden resolver dentro del marco en que se han planteado." el conflicto que creemos vivir en este mundo, no se puede resolver dentro del marco de referencia de este mundo, así de sencillo y así de radical. Y nos pide que "No pierdas más tiempo en esto. ¿Quién puede resolver los insensatos conflictos que los sueños presentan?" Pues "La salvación no puede hacer que las ilusiones sean reales, ni tampoco resolver un problema que no existe." O aceptamos la realidad del espíritu y de la mente a su servicio, o aceptamos al cuerpo y su mente falsa, aquí no hay términos medios. Simplemente reconocemos que el problema no existe, que lo único real es el espíritu y fin del problema. Si albergamos la esperanza de conciliar el ego con el Espíritu Santo, lo único que lograremos es añadirle más sufrimiento a nuestra existencia en este mundo.
PROPÓSITO:
Experimentar tu Ser dentro de tu mente y en la Mente de Dios. "Tu Ser aún conserva Sus pensamientos, los cuales permanecen dentro de tu mente y en la Mente de Dios."
"Hoy intentaremos localizar este pensamiento, cuya presencia en tu mente está garantizada por Aquel que te habla desde tu único Ser."
PRÁCTICA:
Aquiétate durante 5 minutos cada hora, con el propósito de "buscar este Ser en tu mente."
Pídele al Espíritu Santo que te guíe en este viaje interior, el gustosamente te conducirá: "Espera pacientemente y deja que Él te hable acerca de tu Ser y de lo que tu mente puede hacer una vez que haya sido restituida a Éste y se encuentre libre para servir Su Voluntad."
Empieza diciéndote lo siguiente cada hora al iniciar la sesión de 5 minutos:
"La salvación procede de mi único Ser."
"Sus pensamientos están a mi disposición."
"Luego busca Sus pensamientos, y reclámalos como tuyos. Son tus pensamientos reales, los cuales has negado mientras dejabas que tu mente vagase por un mundo de sueños en busca de ilusiones que los substituyesen. He aquí tus pensamientos, los únicos que tienes. La salvación se encuentra entre ellos. Hállala allí."
"Si tienes éxito, los pensamientos que se te ocurran te dirán que te has salvado y que tu mente ha encontrado la función que procuró perder. Tu Ser le dará la bienvenida y la colmará de paz."
"Una vez que su fortaleza haya sido restaurada, tu mente podrá fluir de nuevo desde su espíritu al espíritu de todas las cosas creadas por el Espíritu a semejanza de Sí Mismo."
Es posible que sientas que no lo logras, pero Jesús nos dice que: "Tu Ser sabe que hoy no puedes fracasar. Tal vez tu mente siga dudándolo por un rato, pero no te dejes desanimar por ello. Tu Ser conservará para ti la dicha que experimenta, y gozarás de ella con plena conciencia. Cada vez que le dices hoy a tu agitada mente que tu salvación procede de tu único Ser, añades otro tesoro más a tu creciente almacén."
Reconocer que solo soy espíritu y nada más que espíritu, y que la única mente real es la que está al servicio del espíritu y del Amor, es reconocer que ese es mi único Ser. Al reconocer mi unidad con mi espíritu estoy reconociendo mi unidad con el Espíritu de Dios, al contemplar el amor en mi, reconoceré el Amor en toda la Existencia. Aceptar el Ser que soy, es la condición de mi salvación. Aquiétate, y en el silencio de tu mente encuentra al Ser que eres, búscalo con amor pues el Amor siempre va en busca de su semejanza.
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