LECCIÓN 171 (Repaso 151-152)

 LECCIÓN 171

 Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.

 

1. (151) Todas las cosas son ecos de la Voz que habla por Dios.

²Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.

 

2. (152) Tengo el poder de decidir.

²Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.





AUDIOS de la Lección 171
de CELEBRANDO EL MILAGRO


Lectura de la introducción al 5to Repaso
A través de Blanca Nivia Morales Contreras.

Lectura de la Lección 171
A través de Blanca Nivia Morales Contreras.


Ocurrir de la Lección 171
a través de Martin Musarra


Lección 171
comentada por 
Jorge Luis Álvarez Castañeda






































LECCION 171


Dios es sólo Amor, y, por ende, eso es lo que soy yo.


(151) Todas las cosas son ecos de la Voz que habla por Dios.


Dios es sólo Amor, y, por ende, eso es lo que soy yo.


(152) Tengo el poder de decidir.


Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.


Comentada por:

Jorge Luis Álvarez Castañeda


¡Que la paz sea con nosotros hoy!


QUINTO REPASO


Damos comienzo al quinto repaso. Les recomiendo que lean la introducción al Quinto Repaso porque es muy hermoso y clarificador. En él, Jesús, nos habla en primera persona: ”Yo te acompaño en esta jornada…Caminamos juntos.”


En este repaso nos estamos preparando para la segunda parte del libro de ejercicios. Jesús, cree que esta vez estamos listos para poner más empeño en las prácticas y dedicarle más tiempo. Jesús, sabe que a veces no le dedicamos el tiempo suficiente porque las cosas relacionadas con nuestro personaje las creemos más importantes. Pero, ahora, lo que está en juego es adquirir la gracia para ayudar a nuestros hermanos y ayudarnos nosotros. 


Nos estamos preparando para un nuevo nivel de entendimiento. Tenemos que decidirnos a cambiar nuestros pensamientos, como nos ha enseñado Jesús, desde las primeras lecciones. Que sus prácticas nos den la experiencia para solucionar las situaciones de perdón pendientes, las preocupaciones, la culpa, los miedos, las relaciones especiales, etc. 


Jesús, nos pide que avancemos hacia ese nuevo entendimiento para seguir adelante con mayor certeza. La certeza que da el tener claro mi objetivo en este mundo: Dios. Al igual que mi función en este mundo: ser la luz del mundo, salvar el mundo, perdonar. Jesús, nos pide que tengamos mayor sinceridad, vale decir, que toquemos aquello que no queremos hacer, observarnos cuando no queremos avanzar y preguntarnos qué es lo que en realidad queremos.  Esto no podemos hacerlo solos. Necesitamos la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús. Si avanzamos así, tendremos mayor seguridad, pues se avanza hacia la confianza que da el tener la visión de Cristo que permite caminar sin temor: por lo tanto, no hay ataques y no hay defensas.  


Jesús, nos dice que nuestros pasos han sido inciertos y hemos tenido dudas. Dudas que se relacionan con el personaje que hemos fabricado siguiendo al ego. 


Jesús, nos llama a ir más de prisa pues nos estamos acercando a una mayor certeza. La certeza que da el reconocernos como Hijo de Dios, el ganar cada día mayor confianza con miras a que la meta de la paz, que me proporcionan las enseñanzas de Jesús, se haga realidad.


Jesús, nos aporta una oración para que nos ayude en este repaso:


”Padre nuestro, afianza nuestros pasos. Aplaca nuestras dudas, aquieta nuestras santas mentes y háblanos. No tenemos nada que decirte, pues sólo deseamos escuchar Tu Palabra y hacerla nuestra. Guía nuestras prácticas tal como un padre guía a su hijo pequeño por un camino que éste desconoce, pero que aun así él sigue, seguro de que está a salvo porque su padre le muestra el camino.

 

_De este modo es como llevamos nuestras prácticas hasta Ti. Si tropezamos, Tú nos levantarás. Si se nos olvida el camino, sabemos que siempre nos lo recordarás. Y si nos extraviamos, no te olvidarás de llamarnos de vuelta. Aligera nuestros pasos ahora de modo que podamos caminar con mayor certeza y mayor rapidez hasta llegar a Ti. Y aceptamos la Palabra que nos ofreces para unificar nuestras prácticas, a medida que repasamos los pensamientos que nos has dado”_.

 

Jesús, nos dice que le pidamos al Padre que aplaque nuestras dudas y aquiete nuestras santas mentes. Es decir, que tengamos menos juicios, menos resentimientos y pensamientos no amorosos. Para poder escucharlo cuando le pedimos que nos hable. Sólo deseemos escucharlo. Queremos escuchar Su Palabra y hacerla nuestra.

 

Le pedimos que guíe nuestras prácticas como un padre lo hace con su hijo. Necesitamos aceptar que no sabemos nada pero que hay Alguien a nuestro lado que, si sabe y está dispuesto a ayudarnos, si se lo pedimos. Necesitamos confiar que, si nos tropezamos, nos levantará.  Si nos extraviamos y olvidamos el camino, Él nos ayudará a no perder el rumbo. Le pedimos que aligere nuestros pasos al ayudarnos a quitarnos las culpas y miedos del pasado y el futuro. Y, en esa forma, tendremos mayor certeza al tener claro el propósito de lo que hagamos. Todo esto hará que más rápido lleguemos a nuestro objetivo central: Dios. Lo que implica la aceptación de la Palabra de Dios como lo que unificará nuestras prácticas.

 

El pensamiento central del repaso:

 

Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo. 

 

Precede a los pensamientos a repasar que clarifican algún aspecto del Ser que expresa ese pensamiento central. Sólo este Ser conoce el Amor, nos dice Jesús. Siempre hemos tenido el recuerdo de Dios que está en este Ser. Los Pensamientos del Ser son perfectamente congruentes: lo que piensa, lo que dice, lo que hace, son lo mismo. El Ser conoce a Su creador: acepta que fue creado por Dios y no por el ego, como el ser con minúscula del ego. Se comprende a Sí Mismo al aceptar Su Identidad como Hijo de Dios. Goza de un conocimiento y amor perfectos al estar en el Cielo con Dios y disfruta de Su Amor y conocimiento perfectos. Y nunca abandona su estado de unión con Dios y con Su Padre, no tiene nada que ver con la separación.

 

Esto es lo que nos espera al final de la jornada, nos dice Jesús. Cada paso que damos nos acerca un poco más. Se requiere constancia, persistencia en seguir este camino. De esa manera se acortará el tiempo. Con cada paso que damos crece la confianza y mantendremos la mente abierta que permitirá ver a los testigos que antes no veíamos y que están para ayudarnos. Jesús, nos dice que con este repaso acortaré el tiempo de una manera inconmensurable. Jesús, nos llama a levantar nuestros corazones hacia la Vida que tenemos con Dios. Este curso cumple esa función de ayudarnos a regresar a casa.

 

Jesús nos dice:

 

_”Yo te acompaño en esta jornada. Pues por un tiempo compartiré contigo tus dudas y tus miedos, de manera que puedas recurrir a mí que conozco el camino por el que se supera toda duda y temor. Caminamos juntos, por consiguiente, es preciso que yo entienda lo que es la incertidumbre y el dolor, aun cuando sé que no tienen ningún significado”_.

 

Jesús, aparece hablándonos en forma personal. Se compromete con nosotros. Conoce el camino por el que se supera toda duda y temor. La salvación es una empresa de colaboración y él está con nosotros para ayudarnos. Pero nos habla de nuestra responsabilidad en este proceso:

 

_”Al Hijo de Dios se le seguirá crucificando hasta que te decidas a caminar por esta senda conmigo”_.

 

Jesús, nos dice que su resurrección se repite cada vez que ayuda a un hermano. Se siente renovado cuando un hermano aprende que hay otro camino que lo libera de la aflicción y el dolor. Y renace cada vez que un hermano se vuelve hacia la luz que hay en él y lo busca. Pero esto requiere la ayuda de cada uno para que, con Jesús y el Espíritu Santo, hagamos este repaso para sanar nuestra mente y de esa manera poder ayudarle a nuestros hermanos a hacer lo mismo. 

 

Jesús, nos dice que hagamos de este repaso un regalo que le hacemos. Lo único que Jesús requiere es que oigamos sus palabras y se las ofrezcamos al mundo. Nos dice que somos su voz, sus pies, sus manos, por medio de los cuales lleva la salvación. Nos pide que tomemos la mano del hermano y avancemos junto con él.

 

Nos dice que le recordamos al mundo que está libre de toda ilusión cada vez que decimos:

 

Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.

 

Con esto se empieza el repaso cada día y se concluye cada período de práctica. Y con este pensamiento nos vamos a dormir y despertaremos con él. Ponemos nuestra fe en las experiencias que se derivan de las prácticas. Cada práctica debe aportar nuevas experiencias. No hacerlo de forma mecánica, sino pensando en lo que se hace. La pregunta que deberíamos hacernos es ¿de qué me di cuenta con esta experiencia? ¿cómo me sentí? ¿hubo resistencia a hacerla? ¿hubo situaciones de perdón?

 

Jesús, nos dice que sólo en la experiencia radica la convicción. Nos llama a ir más allá de las palabras hasta llegar al significado que está más allá de su sonido. Este finalmente desaparecerá y así nos acercaremos a la Fuente del significado: Dios. Y, ahí, tendremos reposo.

 

Maravilloso panorama que nos plantea Jesús con este repaso. Bueno, pongamos todo nuestro empeño en realizarlo.

 

LECCION 171

 

Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.


(151) Todas las cosas son ecos de la Voz que habla por Dios.


Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.


Si acepto que Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo tengo claro mi verdadera identidad como el Hijo de Dios que soy. No haré ningún juicio sobre las cosas porque no tengo elementos para hacerlo pero acudo al Espíritu Santo quien me orientará de tal manera que las cosas, que son neutras, pueda ponerlas al servicio de la salvación y de la unidad. No le haré caso al ego que quiere que me enrede en la forma de las cosas y descuide el contenido que me caracteriza:  el Hijo de Dios, el Cristo, el Ser que soy.  Le ofrezco mis pensamientos al Espíritu Santo para que Él me los devuelva en forma de milagros.  



Dios es sólo Amor, y, por ende, eso es lo que soy yo.


(152) Tengo el poder de decidir.


Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.


De igual manera, si acepto que Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo, no tendré dudas en las decisiones que tome y me decidiré, siempre, por el amor y la paz de Dios y no por el conflicto y el sufrimiento del ego. Todo lo que me pasa se debe a mi propia decisión. Pues bien, se trata ahora de tomar decisiones a favor de Dios y no del ego. De esa manera, asumo mi responsabilidad y dejo de atribuirle lo que me pasa a los demás. Tengo el poder de decidir a favor de Dios y lo hago, ahora. Se acaban las vacilaciones y las dudas: reconozco mi Identidad como Hijo de Dios.


Proceso de práctica de la lección.


Tiempo de quietud por la mañana y por noche.


Les recomiendo leer la Introducción al QUINTO REPASO. Es muy inspiradora y nos ayuda a clarificar para donde vamos con Jesús.


El centro del repaso es asimilar esta idea:


 Dios es sólo Amor, y, por ende, eso es lo que soy yo.


Apóyate de la oración para pedir la ayuda y la presencia de Dios en estos repasos para que contribuyan a tu proceso espiritual:


”Padre nuestro, afianza nuestros pasos. Aplaca nuestras dudas, aquieta nuestras santas mentes y háblanos. No tenemos nada que decirte, pues sólo deseamos escuchar Tu Palabra y hacerla nuestra. Guía nuestras prácticas tal como un padre guía a su hijo pequeño por un camino que éste desconoce, pero que aun así él sigue, seguro de que está a salvo porque su padre le muestra el camino.

_De este modo es como llevamos nuestras prácticas hasta Ti. Si tropezamos, Tú nos levantarás. Si se nos olvida el camino, sabemos que siempre nos lo recordarás. Y si nos extraviamos, no te olvidarás de llamarnos de vuelta. Aligera nuestros pasos ahora de modo que podamos caminar con mayor certeza y mayor rapidez hasta llegar a Ti. Y aceptamos la Palabra que nos ofreces para unificar nuestras prácticas, a medida que repasamos los pensamientos que nos has dado”_.



 Cerrar los ojos. Aquietar la mente. No engancharse en pensamientos distractores. El propósito del repaso es que logremos asimilar e integrar la idea central de verdad pues es fundamental en nuestro proceso. Lo que se busca con las ideas que se repasan es que clarifiquen la idea central, es decir, que encontremos aspectos de ella en las ideas del repaso para hacerla más significativas para nosotros que contribuyan a nuestros procesos de perdón.


En tu meditación intenta entrar en contacto con esa parte de tu mente donde hay paz y amor, tranquilidad, alegría. Es tu mente recta, donde está Cristo, tu Ser. Mantén la mente quieta sin palabras sólo con la sensación y certeza de que estás con Dios.


Espera a Dios. Él llegará y te dará un mensaje de amor y de paz.


  Tiempo mínimo 5 minutos. Ideal 30 minutos o más. 


Las ideas de hoy a repasar son:


Dios es sólo Amor, y, por ende, eso es lo que soy yo.


1. Todas las cosas son ecos de la Voz que habla por Dios.

Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.


2 Tengo el poder de decidir.

Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.




Recordatorios cada hora.


1 o 2 minutos a la hora en punto.

Repite la idea recordando que mientras lo haces Cristo permanece a tu lado dándote fortaleza.

Luego, siente la quietud y silencio y espera a Dios. Dale gracias por los regalos de la hora que ha pasado. Y deja que Su Voz te diga lo que Él quiere que hagas en esta hora que empieza.


Respuesta a la tentación.


Cada vez que sientas la tentación de  desconocer el Hijo de Dios que eres, que necesites perdonar y que estés perdiendo la paz perdonar: repite las ideas del día.


Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior. Les recomiendo leer la Introducción al QUINTO REPASO y realizar la lección de la mano de Jesús y el Espíritu Santo tal como se les propone. Y sin olvidarse de reír, pues la Voluntad de Dios para nosotros es perfecta felicidad.


Muchas, muchísimas, bendiciones.

Jorge Luis Álvarez Castañeda













Lección 171 comentada por Ken Wapnick

( Introducción al 5to. Repaso del Libro de Ejercicios)


“La Introducción a este quinto Repaso es particularmente hermosa, siendo uno de los pocos lugares en el libro de ejercicios donde Jesús nos habla directamente en primera persona. Permítanme comenzar con algo obvio, pero no por ello menos importante: Jesús toma sus repasos muy en serio, como vemos no solo aquí, sino en todo el libro de ejercicios. Inherente a esta actitud es su expectativa de que tomemos el libro de ejercicios con la misma seriedad.


Aquí él analiza – así como en otros lugares que examinaremos más adelante – nuestra débil dedicación y cómo debemos trabajar para fortalecerla. Él nos pide que tomemos en serio el significado que subyace a las lecciones del libro de ejercicios, deseando que reconozcamos nuestra inversión en el sistema de pensamiento del ego, cuán incondicionales somos para mantenerlo y cuán infelices nos hace. Nuestra seriedad se expresa en pasar el mayor tiempo posible a lo largo del día, considerando con qué frecuencia elegimos contra él y su perdón, y en favor del especialismo del ego. En lo que sigue, por lo tanto, Jesús reafirma cuán decididos quiere que seamos, porque sólo entonces encontraremos la felicidad. Por lo tanto, nos pide que reconozcamos nuestra infelicidad, que proviene específicamente de mantener que tenemos razón y de que él está equivocado. Tratemos de tener esto en cuenta a medida que avancemos por esta hermosa Introducción.


(1:1-2) «Ahora iniciamos otro repaso. Esta vez estamos listos para poner más de nuestra parte y dedicar más tiempo a nuestro empeño.»


Vemos en esta declaración que Jesús quiere que pasemos tiempo – tiempo de calidad, no solo horas de reloj – pensando en sus enseñanzas. De hecho, nuestra propia salvación depende de ello.


(1:3) «Reconocemos que nos estamos preparando para un nuevo nivel de entendimiento.»


Una metáfora prevaleciente de esta Introducción – como lo es en todo Un Curso de Milagros – es un viaje, que refleja el proceso de nuestro aprendizaje. El año que pasamos con el libro de ejercicios es un viaje en sí mismo, y Jesús nos dice ahora que estamos listos para la siguiente etapa, “un nuevo nivel de entendimiento”. Lo que caracteriza a estas etapas es nuestro compromiso de aprender a ser tan firmes como podamos a lo largo del día al aplicar estas lecciones, y, sobre todo, estar atentos a las divagaciones de nuestra mente.


(1:4-5) «Queremos dar este paso resueltamente, para poder seguir adelante con mayor certeza, mayor sinceridad y mayor fe. Nuestros pasos han sido inciertos, y las dudas nos han hecho andar con lentitud e inseguridad por el camino que este curso señala.»


Jesús nos está diciendo una vez más que sabe que hemos estado vacilantes e inestables en nuestro aprendizaje. Por lo tanto, nos insta a ser conscientes de ello y perdonarnos a nosotros mismos – ciertamente no dejarnos llevar por nuestras dudas más de lo necesario – y esforzarnos continuamente por ser más claros sobre la distinción entre su sistema de pensamiento y el nuestro.


(1:6) «Pero ahora vamos a ir más de prisa, pues nos estamos acercando a una mayor certeza, a un propósito más firme y a una meta más segura.»


Este es un indicador de nuestro progreso en el viaje: no tanto el grado en que todavía tenemos ataques de ego, sino hasta que punto intentamos justificarlos. Jesús nos presenta ahora esta hermosa oración, que él le dice a Dios en nuestro nombre. Su contenido – en vista del hecho de que Dios no hace nada en el mundo – es que tengamos la humildad de un niño, reconociendo cuánto tenemos que aprender y cuánto necesitamos la guía de un hermano mayor.


(2:1-2) «Padre nuestro, afianza nuestros pasos. Aplaca nuestras dudas, aquieta nuestras santas mentes, y háblanos.»


El punto esencial es que silenciamos el ego. El propósito de nuestra relación con Jesús o el Espíritu Santo es ayudarnos a aquietar nuestras mentes, para que escuchemos la Voz de Dios hablarnos.


(2:3) «No tenemos nada que decirte,… »


Ese es el problema. Cuando pedimos ayuda, la solicitamos con «nuestras» palabras. Nosotros somos los que definimos nuestros problemas, exigencias y necesidades, poniendo así palabras y respuestas en la boca de Jesús. Jesús habló de este tema directamente a Helen en un mensaje en 1977, un año después de la publicación del Curso. Él le advirtió sobre el uso de «sus» palabras (Helen) para formular una pregunta, pidiendo en cambio que ella confíe en la Respuesta más allá de todas las palabras – el Amor ilimitado de Dios:


Cualquier pregunta específica implica una gran cantidad de suposiciones que inevitablemente limitan la respuesta. Una pregunta específica es en realidad una decisión sobre el tipo de respuesta que es aceptable. El propósito de las palabras es limitar, y al limitar, hacer a una vasta área de la experiencia más manejable. Pero eso significa más manejable para «ti». Para muchos aspectos de la vida en este mundo eso es necesario. Pero no para pedir. Dios no usa palabras, y no responde en palabras. Él solo puede “hablar” al Cristo en ti, Quien traduce Su Respuesta en cualquier lenguaje que puedas entender y aceptar (Ausencia de Felicidad, pp. 445, 446).


Por lo tanto, hemos de venir ante Dios en el silencio de la humildad y la confianza.


(2:4-3:4) «…pues sólo deseamos escuchar Tu Palabra y hacerla nuestra. Guía nuestras prácticas tal como un padre guía a su hijo pequeño por un camino que éste desconoce, pero que aun así, el hijo lo sigue, seguro de que está a salvo porque su padre le muestra el camino. De este modo es como llevamos nuestras prácticas hasta Ti. Si tropezamos, Tú nos levantarás. Si se nos olvida el camino, sabemos que Tú siempre lo recordarás. Y si nos extraviamos, Tú no te olvidarás de llamarnos.»


Jesús reconoce que cometeremos errores y tropezaremos a lo largo de nuestro camino, olvidándonos de él al elegir al ego como nuestro maestro. Sin embargo, él no quiere que nos sintamos culpables de nuestro miedo, sino que reconozcamos nuestro error y acudamos al Espíritu Santo en busca de ayuda. Esencial para nuestro progreso es la humildad de darse cuenta de que no sabemos, pero que Alguien sí. Ni siquiera sabemos qué pedir, y mucho menos la naturaleza de nuestros problemas, sin embargo, todo lo que debemos tener en cuenta es que estamos equivocados y que Alguien dentro de nosotros tiene razón. La culpa por nuestra elección “pecaminosa” nos impide dejar ir nuestro sistema de pensamiento. Así, Jesús nos exhorta en el texto a mirar el pensamiento de separación a través de los ojos de la visión y no del juicio:


“No llames pecado a esa proyección sino locura, pues eso es lo que fue y lo que sigue siendo. Tampoco la revistas de culpabilidad, pues la culpabilidad implica que realmente ocurrió. Pero sobre todo, «no le tengas miedo».” (T-18.I.6:7-9)


(3:5-6) «Aligera nuestros pasos ahora de modo que podamos caminar con mayor certeza y mayor rapidez hasta Ti. Y aceptamos la Palabra que Tú nos ofreces para unificar nuestras prácticas, a medida que repasamos los pensamientos que Tú nos has dado.»


La unificación de mi práctica viene a través del reconocimiento de que todos los problemas son lo mismo. Mi único problema es creer que es mejor estar separado de Dios y de Jesús. En consecuencia, tengo una solución: reconocer que estaba equivocado al aceptar la premisa de la separación como verdadera.


(4:1-3) «He aquí -al final de este párrafo- el pensamiento que debe preceder a los pensamientos que vamos a repasar. Cada uno de éstos clarifica algún aspecto de dicho pensamiento o contribuye a hacerlo más significativo, más personal y verdadero, así como más descriptivo del santo Ser que compartimos y que ahora nos preparamos para conocer de nuevo:


Dios es sólo Amor, y, por ende, eso es lo que soy yo.»


Si “Dios es sólo Amor, y, por ende, eso es lo que soy yo”, no hay ningún lugar dentro de mí – como vimos en la Lección 170 con respecto a la crueldad – para el juicio, el dolor o la separación en cualquier forma. En este repaso de diez días, Jesús nos pide que sopesemos las diferencias entre el sistema de pensamiento de Amor de Dios y el nuestro de odio, dándonos cuenta de que uno nos hará felices y el otro continuará con nuestra miseria. Debemos pensar con detenimiento acerca de cada título de las veinte lecciones en el contexto de “Dios es sólo Amor, y, por ende, eso es lo que soy yo”, lo que significa que cualquier pensamiento de ego en mí o en otro es ilusorio. Esto se hace eco del siguiente pensamiento que sigue directamente a nuestra cita anterior. Jesús nos pide que llevemos la oscuridad de nuestras retorcidas ilusiones a la verdad del Amor de Dios:


“Cuando te parezca ver alguna forma distorsionada del error original tratando de atemorizarte, di únicamente: “Dios es Amor y el miedo no forma parte de Él”, y desaparecerá. La verdad te salvará,…” (T-18.I.7:1-2)


(4:4-5) «Sólo este Ser conoce el amor. Sólo sus pensamientos son perfectamente congruentes; sólo ese Ser conoce a Su Creador, se comprende a Sí Mismo y goza de un conocimiento y amor perfectos, así como de un estado de unión constante con Su Padre y Consigo Mismo.»


Este Ser es Cristo, nuestra verdadera Identidad como parte del Amor de Dios.


(5:1-3) «Y Eso es lo que nos espera al final de la jornada. Cada paso que damos nos acerca un poco más. Este repaso acortará el tiempo de manera inconmensurable si tenemos presente que Eso es nuestra meta y que a medida que lo ponemos en práctica es a Eso a lo que nos acercamos.»


De nuevo, estamos en un viaje, y nuestra meta – aún no alcanzada – es recordar Quien somos como el único Hijo de Dios. Deberíamos estar agradecidos por estas lecciones de libro de ejercicios, así como por las lecciones diarias que nos ofrecen nuestras relaciones especiales: los medios que Jesús usa para llevarnos – paso a paso – más cerca de nuestro objetivo. Para repetir, él quiere que seamos tan serios como podamos sobre nuestra práctica diaria del libro de ejercicios.


(5:4) «Levantemos de las cenizas nuestros corazones y dirijámoslos hacia la vida, recordando que Eso es lo que se nos promete, y que este curso nos fue enviado para allanar el sendero de la luz y enseñarnos, paso a paso, cómo regresar al eterno Ser que creíamos haber perdido.»


Vemos nuevamente que Jesús concibe su curso como un proceso paso a paso. No saltamos del sistema de pensamiento del ego a los Brazos de Dios, sino que debemos prestar cuidadosa atención a los pensamientos de nuestro ego a lo largo del día, pidiendo ayuda para verlos de otra manera. Así, “levantamos de las cenizas nuestros corazones y nos dirigimos hacia la vida”, desde el pensamiento de muerte del ego hacia el pensamiento de vida del Espíritu Santo, en el cual recuperamos el recuerdo de nuestro verdadero Ser. Este proceso gradual se refleja en la metáfora del Curso de la escalera que ascendemos con Jesús, remontando el demente descenso del ego de la unicidad al especialismo:


“Lo que espera en perfecta certeza más allá de la salvación no nos concierne ahora, pues apenas has empezado a dejar que se te guíe en tus primeros e inciertos pasos de ascenso por la escalera que la separación te hizo descender. El milagro es lo único que debe concernirte ahora. Éste es nuestro punto de partida. Y habiendo comenzado, el camino de ascenso hacia el despertar y el final del sueño quedará libre y despejado.” (T-28.III.1:1-5)


Venimos ahora a donde Jesús nos habla directa y personalmente. Este pasaje refleja su presencia en el mundo real fuera del sueño. En este estado de curación, reconocemos que estamos más allá del sueño de separación, conscientes de que nuestra identidad no está separada ni fragmentada, sino que es el único Hijo de Dios. Seguimos conscientes de lo que está dentro del sueño, pero sabemos que nuestra realidad está fuera de él. Aquí, entonces, está Jesús, nuestro amado hermano mayor:


(6:1-2) «Yo te acompaño en esta jornada. Pues por el momento comparto tus dudas y tus miedos, de manera que puedas recurrir a mí que conozco el camino por el que se supera toda duda y temor.»


Jesús se encuentra en nuestras mentes, y el viaje que él toma con nosotros es a través de la mente equivocada hacia la correcta, y luego más allá. Cuando estamos en un estado de duda y temor solo necesitamos invocar su ayuda, lo que significa volver al lugar de elección en nuestras mentes, donde vemos lo que creemos que nos está causando miedo, incertidumbre y malestar. Con su amor a nuestro lado, liberamos estos pensamientos del ego. Ya hemos visto el pasaje donde Jesús discute específicamente nuestro viaje con él. Esto es lo que le precede, una expresión gozosa de la Unicidad de Dios y Su único Hijo:


“La Unicidad de Dios y la nuestra no están separadas porque Su Unicidad incluye la nuestra. Unirte a mí es restituir Su poder en ti toda vez que es algo que compartimos. Te ofrezco únicamente el reconocimiento de Su poder en ti, pero en eso radica toda la verdad. A medida que tú y yo nos unimos, nos unimos a Él. ¡Gloria a la unión de Dios con Sus santos Hijos! Toda gloria reside en ellos porque están unidos. Los milagros que obramos dan testimonio de lo que la Voluntad del Padre dispone para Su Hijo, y de nuestro gozo al unirnos a lo que Su Voluntad dispone para nosotros.” (T-8.V.3)


(6:3) «Caminamos juntos.»


El tema central de esta Introducción es que hacemos esto con Jesús: “Caminamos juntos”. Lo siguiente también nos es familiar, expresando cómo encontramos la verdad examinando las ilusiones, «juntos»:


“Estamos listos para examinar más detenidamente el sistema de pensamiento del ego porque juntos disponemos de la lámpara que lo desvanecerá, y, puesto que te has dado cuenta de que no lo deseas, debes estar listo para ello. Mantengámonos muy calmados al hacer esto, pues lo único que estamos haciendo es buscando honestamente la verdad.” (T-11.V.1:3-4)


(6:4) «Es preciso que yo entienda lo que es la incertidumbre y el dolor, aun cuando sé que no tienen ningún significado.»


Una vez más, Jesús está fuera del sueño, consciente de lo que hay dentro de él, pero no siendo parte de él – de ahí la importancia de no hacer que su cuerpo sea real. Él se nos apareció en forma física porque no había otra manera en que el mundo pudiera percibirlo. Recuerda estas líneas:


“¿Cómo podrías tú, que te ves a ti mismo dentro de un cuerpo, saber que eres una idea? Identificas todo lo que reconoces con cosas externas, con algo externo a ello mismo. Ni siquiera puedes pensar en Dios sin imaginártelo en un cuerpo, o en alguna forma que creas reconocer.” (T-18.VIII.1:5-7)


(6:5-6) «Sin embargo, un salvador debe permanecer con aquellos a quienes enseña, viendo lo que ellos ven, pero conservando en su mente el camino que lo condujo a su propia liberación, y que ahora te conducirá a ti a la tuya junto con él. Al Hijo de Dios se le sigue crucificando hasta que camines por esta senda conmigo.»


Mientras creamos que estamos separados y no somos parte del único Hijo de Dios, creemos que ha sido crucificado, incluido Jesús. Es sólo cuando entendemos que este es un sueño que nos damos cuenta de que no ha habido crucifixión. Jesús nos ruega que estemos con él fuera del sueño – por encima del campo de batalla de odio y asesinato – y miremos hacia abajo y veamos solo figuras en un sueño, no en la realidad. Puesto que somos los soñadores del sueño, podemos hacer otra elección. Es evidente a lo largo de Un Curso de Milagros que no podemos hacer esto sin la ayuda de Jesús, ni él puede ayudarnos sin nuestra invitación. En este sentido, “La salvación es una empresa de colaboración.” (T-4.VI.8: 2).


(7:1) «Mi resurrección se repite cada vez que conduzco a un hermano sin contratiempo alguno allí donde la jornada termina para ya no recordarse más.»


Este lugar es el tomador de decisiones, la parte de nuestras mentes donde el viaje comenzó cuando elegimos al ego y descendimos por la escalera de la separación. Por lo tanto, el viaje vuelve sobre los pasos que conducen al punto de elección – donde el viaje comenzó con una elección equivocada y donde termina con la correcta. Jesús nos guía de regreso a donde elegimos erróneamente, enseñándonos que tal elección nos ha hecho infelices, y que elegirlo ahora nos traerá una alegría indescriptible. Su resurrección – definida como el despertar del sueño de muerte – se repite nuevamente cuando tomamos su mano y completamos el viaje.


(7:2-3) «Me siento renovado cada vez que un hermano aprende que hay un camino que nos libera a todos de la aflicción y del dolor. Y renazco cada vez que un hermano se vuelve hacia la luz que mora en él y me busca.»


Cité las palabras de Jesús: “No enseñes que mi muerte fue en vano. Enseña, más bien, que no morí, demostrando que vivo en ti.” (T-11.VI.7: 3-4). Cuando enseñamos que él no murió demostrando que podemos hacer la misma elección en favor del Amor de Dios que él hizo, su resurrección se renueva y él renace. Esto no tiene nada que ver con Jesús, sino que simplemente significa que nosotros también elegimos despertar del sueño de muerte. Volveremos sobre este importante tema de volver a nacer en la Lección 182.


(7:4) «No me he olvidado de nadie.»


En la Lección 160 leemos: “Cristo no se olvida de nadie.” (W-pI.160.10: 1). Jesús no olvida a nadie porque todos somos – «juntos» – parte de Cristo: el único Hijo de Dios. Recuerda las primeras líneas de “The Gifts of Christmas” de Helen:


«Cristo no es indiferente. Por esto tu sabes que

Él es el Hijo de Dios. Reconoces Su toque

En la dulzura universal.»


(Los Regalos de Dios, p.95)


(7:5) «Ayúdame ahora a conducirte de regreso allí donde la jornada empezó para que puedas llevar a cabo otra elección conmigo.»


Esta es una declaración explícita del núcleo de las enseñanzas de Jesús: él no puede ayudarnos a menos que lo solicitemos. Decir “Ayúdame ahora” significa: “Por favor, únete a mí en tu mente, y no me traigas al mundo de los específicos, porque esto te enlodará aún más en la ilusión. Ven a mí ‘donde la jornada empezó’ y déjame ayudarte a tomar la decisión correcta al fin”. Esto se reitera en el texto:


“Sé muy firme contigo mismo con respecto a esto, y mantente plenamente consciente de que el proceso de des-hacimiento, que no procede de ti, se encuentra no obstante en ti porque Dios lo puso ahí. Tu papel consiste simplemente en hacer que tu pensamiento retorne al punto en que se cometió el error, y en entregárselo allí a la Expiación en paz.” (T- 5.VII.6:4-5)


(8:1) «Libérame mientras practicas una vez más los pensamientos que te he traído de Aquel que ve tu extrema necesidad, y que conoce la respuesta que Dios le ha dado.»


El “Aquel” es el Espíritu Santo, que en términos de función como nuestro Maestro interno es intercambiable con Jesús. No hay, por supuesto, dos voces en nuestra mente, sino dos símbolos que expresan la misma Presencia no específica del Amor de Dios. La súplica de Jesús de que lo liberemos es la misma súplica que nos hace en el texto, cuando dice que necesita que lo perdonemos:


“Deja que yo sea para ti el símbolo del fin de la culpabilidad, y contempla a tu hermano como me contemplarías a mí. Perdóname por todos los pecados que crees que el Hijo de Dios cometió. Y a la luz de tu perdón él recordará quién es y se olvidará de lo que nunca fue. Te pido perdón, pues si tú eres culpable, también lo tengo que ser yo…Formo parte de tu relación santa, sin embargo, preferirías aprisionarme tras los obstáculos que interpones a la libertad e impedirme llegar hasta ti. Mas no es posible mantener alejado a Uno que ya está ahí. Y en Él se hace posible que nuestra comunión, en la que ya estamos unidos, sea el foco de la nueva percepción que derramará la luz que reside en ti por todo el mundo.” (T-19.IV-B.6:1-4; 8:3-5).


No es que Jesús esté aprisionado por nuestra elección del ego. En nuestras mentes, sin embargo, no lo reconoceremos como el símbolo del Hijo perfecto de Dios a menos que lo perdonemos, lo cual ocurre cuando perdonamos a los demás. Por lo tanto, Jesús «está» aprisionado siempre que aprisionemos a una sola persona, porque – esto no se puede decir con demasiada frecuencia – «el Hijo de Dios es uno». Lo que te hago a ti me lo hago a mí, a Jesús y a Dios – «las ideas no abandonan su fuente». El ego forma un solo paquete, y no hay diferenciación dentro de su sistema de pensamiento de separación, culpa y odio.


(8:2-4) «Juntos repasaremos estos pensamientos. Juntos les dedicaremos nuestro tiempo y esfuerzos. Y juntos se los enseñaremos a nuestros hermanos.»


Tenemos tres “juntos” en tres oraciones, ya que este es un viaje que emprendemos con Jesús. Cuando lo intentamos sin él, no lo tomamos en absoluto, porque este curso no puede completarse sin su ayuda. Si no lo quieres, necesitas mirar lo que él simboliza para ti que continuamente lo excluyes. En otro nivel, cuando tratamos de hacer las cosas por nosotros mismos, recreamos el instante ontológico cuando le dijimos a Dios en términos inequívocos: “Puedo hacer las cosas por mi cuenta «sin Ti». Puedo tener un yo y un mundo «sin Ti». Puedo existir muy bien «sin Ti»”.


(8:5-7) «Dios no permitiría que en el Cielo faltase nada. Éste te está esperando, al igual que yo. Sin ti yo estoy incompleto.»


Obviamente, no es que Dios no quiera que en el Cielo faltase nada; Su Unicidad asegura que el Cielo nunca puede estar incompleto. Y Jesús no está sufriendo porque hayamos tropezado con holograma de tiempo y espacio. Esta declaración simplemente refleja la verdad de que el Hijo de Dios es uno, y si en nuestras mentes delirantes nos mantenemos incompletos, entonces debemos verlo como incompleto, también, o de alguna manera teniendo que lidiar con ello. Varios pasajes en el texto hacen el mismo punto de la incompletitud metafórica de Dios:


“Siempre que pongas en duda tu valor, di:


Dios Mismo está incompleto sin mí.


Recuerda esto cuando el ego te hable, y no le oirás. La verdad acerca de ti es tan sublime que nada que sea indigno de Dios puede ser digno de ti. Decide, pues, lo que deseas desde este punto de vista, y no aceptes nada que no sea digno de ser ofrecido a Dios.” (T-9.VII.8:1-4, 6-7).


“Dios está incompleto sin ti porque Su grandeza es total, y tú no puedes estar excluido de ella.” (T-9.VIII.9:8)


“Sin ti, a Dios le faltaría algo, el Cielo estaría incompleto y habría un Hijo sin Padre. No habría universo ni realidad. Pues lo que Dios dispone es íntegro y forma parte de Él porque Su Voluntad es una. No hay cosa viviente que no forme parte de Él ni nada que no viva en Él.” (T-24.VI.2:1-4)


(8:8) «Conforme me complete regresaremos juntos a nuestro hogar ancestral, el cual se preparó para nosotros desde antes de que el tiempo comenzara, y se ha mantenido a salvo de los azotes de éste, así como inmaculado y seguro, tal como será cuando al tiempo le llegue su fin.»


Este es nuestro hogar en el Cielo como nuestro Ser. El contenido subyacente, más que familiar a estas alturas, es que somos uno, incluido Jesús. En el tiempo, él es el hermano mayor que nos ayuda, pero cuando regresamos a casa, desaparecemos juntos en el Corazón de Dios como un solo Hijo. Recuerda este importante pasaje, que pone fin a más de dos mil años de especialismo:


“La reverencia se debe reservar sólo para la revelación, a la que se puede aplicar perfecta y correctamente…Los que son iguales no deben sentir reverencia los unos por los otros, pues la reverencia implica desigualdad. Por consiguiente, no es una reacción apropiada hacia mí. Un hermano mayor merece respeto por su mayor experiencia, y obediencia por su mayor sabiduría. También merece ser amado por ser un hermano, y devoción si es devoto. Es tan sólo mi devoción por ti lo que me hace merecedor de la tuya. No hay nada con respecto a mí que tú no puedas alcanzar. No tengo nada que no proceda de Dios. La diferencia entre nosotros por ahora estriba en que yo no tengo nada más. Esto me coloca en un estado que en ti es sólo latente.” (T-1.II.3:1, 5-13)


Uno de los propósitos que Jesús tiene para su curso es que reivindiquemos nuestro potencial y borremos todas las percepciones de las diferencias entre él y nosotros – el Hijo de Dios siempre y para siempre es uno.


(9:1) «Permite, entonces, que este repaso sea el regalo que me haces a mí.»


Jesús dice: “Demuestra tu amor por mí prestando cuidadosa atención a las palabras que te doy. No fanfarronees sobre lo que dice Un Curso de Milagros ni sobre nuestra relación. Si realmente me amas y quieres regresar a Dios, estate atento a estas lecciones y sigue los períodos de repaso tan fielmente como puedas “.


(9:2-3) «Pues esto es lo único que necesito: que oigas mis palabras y que se las ofrezcas al mundo. Tú eres mi voz, mis ojos, mis pies y mis manos, con los cuales llevo la salvación al mundo.»


Si Jesús necesita nuestra voz, ojos, pies y manos, el cuerpo no puede ser pecaminoso. De hecho, dado que el cuerpo es neutro (W-pII.294), puede servir al propósito santo del perdón al deshacer el propósito impío del ego de mantener el especialismo vivo y bien. Estas líneas también expresan la presencia abstracta y no específica de Jesús, ya que su amor – un reflejo del Amor de Dios – necesita de una forma específica para que podamos entenderlo y aceptarlo. El hecho de que Helen escribiera palabras específicas – encapsulando un amor abstracto y no-específico – expresaba esta misma necesidad. Nada de esto, sin embargo, debe ser tomado como que él nos necesita literalmente para salir y predicar Un Curso de Milagros al mundo. Esto iría directamente contra todo lo que está enseñando. Sin embargo, sí quiere que demostremos en «forma» corporal el «contenido» de perdón de su mensaje. Por lo tanto, él necesita nuestros ojos, pies, manos y voz.


(9:4-9) «El Ser desde el que te llamo no es sino tu propio Ser. A Él nos dirigimos juntos. Toma a tu hermano de la mano, pues no es éste un camino que recorramos solos. En él yo camino contigo y tú conmigo. La Voluntad del Padre es que Su Hijo sea uno con Él. ¿Cómo no iba a ser, entonces, todo lo que vive uno contigo?»


Estas líneas afirman la Unicidad de la creación y su Unidad con Dios. Por eso es imperativo que no excluyas a otro de la Filiación, y cuando lo hagas, que sepas que no estás excluyendo a nadie más que a ti mismo. Debido a que el Hijo de Dios es uno, lo que le haces a alguien más te lo haces a ti mismo, como lo expresa este pasaje sobre la justicia:


“A menos que pienses que todos tus hermanos tienen el mismo derecho a los milagros que tú, no reivindicarás tu derecho a ellos, al haber sido injusto con otros que gozan de los mismos derechos que tú. Si tratas de negarle algo a otro, sentirás que se te ha negado a ti. Si tratas de privar a alguien de algo, te habrás privado a ti mismo. Es imposible recibir un milagro que otro no pueda recibir. Sólo el perdón ofrece milagros. Y el perdón tiene que ser justo con todo el mundo.” (T-25.IX.8)


(10:1) «Permite que este repaso sea un intervalo en el que compartimos una experiencia que es nueva para ti, aunque tan antigua como el tiempo e incluso aún más antigua.»


Jesús habla de la paz, el heraldo del amor.


(10:2) «Santificado sea tu Nombre…»


Esta frase está tomada del Padrenuestro (Mateo 6: 9). Sin embargo, no es sólo el Nombre de Dios lo que se santifica. Nuestro Nombre es igualmente santo, como veremos en las Lecciones 183 y 184, porque el Nombre de Dios y Su creación es lo mismo: la Unicidad no puede ser diferenciada.


(10:3-8) «…e inmaculada tu gloria para siempre. Tu plenitud ahora es total, tal como Dios lo dispuso. Tú eres Su Hijo, y completas Su extensión con la tuya. No practicamos sino una antigua verdad que sabíamos desde antes de que la ilusión pareciese apoderarse del mundo. Y le recordamos al mundo que está libre de toda ilusión cada vez que decimos:


Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.»


Le recordamos al mundo no por nuestras palabras, sino al cambiar de mentalidad. La “antigua verdad” que reflejamos es la verdad de la Expiación: la separación del Amor nunca sucedió. Al volver a unir nuestras mentes con el Espíritu Santo, volvemos a unirnos a nuestro Ser – la compleción del Hijo de Dios – dejando para siempre la ilusión del yo separado y “completo” del ego:


“Para todo el mundo el Cielo es la compleción. En esto no puede haber desacuerdo porque tanto el ego como el Espíritu Santo lo aceptan. Están, no obstante, en completo desacuerdo con respecto a lo que es la compleción y a cómo se alcanza. El Espíritu Santo sabe que la compleción reside en primer lugar en la unión, y luego en la extensión de ésta. Para el ego, la compleción reside en el triunfo, y en la extensión de la “victoria” incluso hasta el triunfo definitivo sobre Dios. El ego cree que con esto el ser se libera finalmente, pues entonces no quedaría nada que pudiese ser un obstáculo para él. Ésa es su idea del Cielo. Para el ego, pues, la unión -la condición en la que él no puede interferir- tiene que ser el infierno.” (T-16.V.5)


(11:1-3) «Con esto damos comienzo a cada día de nuestro repaso. Con esto empezamos y con esto concluimos cada período de práctica. Y con ese pensamiento nos vamos a dormir para despertar con esas mismas palabras de nuevo en nuestros labios, y darle así la bienvenida al nuevo día.»


Esta es una petición de Jesús para que estas lecciones de repaso sean el punto central de tu día y de tu noche. Él quiere que seas consciente de cuán tentado estarás a sustituirlas por otros dioses – los ídolos de especialismo del ego. Subyacente a estas palabras está su mensaje: “¿Qué podría ser más importante que recordar Quién eres como Hijo de Dios y aprender los medios que te devolverán a Él? Sé consciente de cómo te resistes a este aprendizaje olvidando mis palabras.” Él repite esta instrucción en el ya familiar final del manual para maestros:


“Si has formado el hábito de pedir ayuda en toda circunstancia o situación, puedes estar seguro de que te dará sabiduría cuando la necesites. Prepárate para ello cada mañana; recuerda a Dios cuantas veces puedas a lo largo del día; pídele ayuda al Espíritu Santo siempre que te sea posible, y por la noche, dale las gracias por Sus consejos.” (M-29.5:8-9)


(11:4) «Todo pensamiento que repasemos lo envolvemos con ése, y utilizaremos dichos pensamientos para mantenerlo firme en la mente y claro en nuestra memoria a lo largo del día.»


Esta es la idea de figura y fondo, de la que hablamos antes. Lo que es más importante para ti es el pensamiento: “Soy el Hijo de Dios y, por lo tanto, soy un Hijo del Amor”. Mantener ese pensamiento en primer plano en tu mente garantiza que todo en tu día sirva como fondo, en lugar de ser el centro de atención. Una vez más, trata de notar qué tan rápido reviertes esta perspectiva, y haces que estos pensamientos del libro de ejercicios pasen a un segundo plano y tus necesidades de especialismo ocupen la vanguardia de tu mente – pero mira esta inversión en el ego sin juicio o culpa.


(11:5) «Y así, cuando hayamos terminado este repaso, habremos reconocido que las palabras que decimos son verdad.»


Practicar esto nos enseñará la verdad de las palabras de Jesús. Recuerda el cierre de la Introducción al libro de ejercicios:


“Algunas de las ideas que el libro de ejercicios presenta te resultarán difíciles de creer, mientras que otras tal vez te parezcan muy sorprendentes. Nada de eso importa. Se te pide simplemente que las apliques tal como se te indique. No se te pide que las juzgues. Se te pide únicamente que las uses. Es usándolas como cobrarán sentido para ti, y lo que te demostrará que son verdad.


Recuerda solamente esto: no tienes que creer en las ideas, no tienes que aceptarlas y ni siquiera tienes que recibirlas con agrado. Puede que hasta te opongas vehementemente a algunas de ellas. Nada de eso importa, ni disminuye su eficacia. Pero no hagas excepciones al aplicar las ideas expuestas en el libro de ejercicios. Sean cuales sean tus reacciones hacia ellas, úsalas. No se requiere nada más.” (W-in.8-9)


(12:1) «Las palabras, sin embargo, no son sino recursos auxiliares y, excepto por el uso que hacemos de ellas al principio y al final de cada período de práctica, se usarán sólo para recordarle a la mente su propósito, según lo dicte la necesidad.»


El propósito de la mente es elegir de nuevo, lo que específicamente significa perdonar. Las palabras en sí mismas no son sagradas, pero lo que simbolizan «sí lo es»: el recuerdo de que podemos hacer otra elección – el corazón de Un Curso de Milagros. Elegir de nuevo es así nuestro propósito, y las palabras son los medios para ayudarnos a lograrlo. Cuando los estudiantes hacen el libro de ejercicios, a menudo se involucran tanto en los rituales y en una comprensión literal que olvidan que las palabras en sí mismas no significan nada. Para reiterar este punto crucial: las palabras solo «representan» lo que es significativo, y tienen la intención de enseñarnos que tenemos dos mentes – errada y correcta – y un tomador de decisiones que puede elegir entre ellas. Ese es el propósito de cada palabra en este curso – recordarnos que hemos tomado una decisión incorrecta y ahora podemos hacer una mejor (T-31.VIII.3: 1). Un Curso de Milagros en sí proporciona el modelo y la guía de cómo debemos usar las palabras, como lo vemos en el siguiente pasaje del manual:


“¿Debe evitar, entonces, el maestro de Dios el uso de las palabras cuando enseña? ¡Por supuesto que no! Son muchos a los que aún es necesario acercarse por medio de las palabras, ya que todavía son incapaces de oír en silencio. No obstante, el maestro de Dios debe aprender a utilizar las palabras de otra manera. Poco a poco aprenderá a dejar que las palabras le sean inspiradas, a medida que deje de decidir por sí mismo lo que tiene que decir. Este proceso no es más que un caso especial de la lección del libro de ejercicios que reza: “Me haré a un lado y dejaré que Él me muestre el camino”. El maestro de Dios acepta las palabras que se le ofrecen y las expresa tal como las recibe. No controla lo que dice. Simplemente escucha, oye y habla.” (M-21.4)


(12:2) «Ponemos nuestra fe en la experiencia que se deriva de las prácticas, no en los medios que utilizamos.»


Nuestra fe, una vez más, no está en las palabras – son solo símbolos – sino en la experiencia que surge cuando las palabras se utilizan para recordarnos nuestra elección equivocada. Esta experiencia es paz, felicidad y dicha, y la ausencia de dolor, conflicto y miedo. Es la experiencia en la que confiamos, no las palabras mismas. Desafortunadamente, muchos estudiantes usan las palabras y nunca van más allá de ellas, lo que significa que realmente no cambian de mentalidad. Es por eso que Un Curso de Milagros enfatiza la importancia del «contenido», no la «forma», y ​​por qué Jesús nos dice que no pidamos específicos, ya que abrazan la forma. Él nos recuerda que es el contenido lo que queremos: la experiencia del Amor de Dios a través de él que nos llevará a casa. Los específicos, en cierto sentido, es como una zanahoria que él usa para atraernos, así nos daremos cuenta de que él es un mejor maestro que el ego. Sin su consejo, sin embargo, quedaríamos atrapados para siempre en la forma, olvidando que no es más que un medio para nuestro fin deseado.


(12:3-4) «Esperamos la experiencia, y reconocemos que sólo en ella radica la convicción. Usamos las palabras y tratamos una y otra vez de ir más allá de ellas hasta llegar a su significado, el cual está mucho más allá de su sonido.»


¡Una declaración más explícita de hecho! Debes recordar que hay una diferencia crucial entre las palabras y el significado, el símbolo y la fuente, como Jesús nos dice en “Los obstáculos a la paz”:


“Recuerda entonces que ni el signo ni el símbolo se deben confundir con su fuente, pues deben representar algo distinto de ellos mismos. Su significado no puede residir en ellos mismos, sino que se debe buscar en aquello que representan.” (T-19.IV-C.11:2-3)


Nuevamente, las palabras son símbolos, como lo es Un Curso de Milagros mismo. Es su fuente lo que queremos: el Amor de Dios. Los símbolos del Curso representan el significado de nuestra relación con Jesús o el Espíritu Santo, que nos llevan a este Amor. Como Jesús nos enseña, la Voz del Espíritu Santo es una ilusión, desaparece cuando se cumple su propósito, como ya hemos visto:


“Su Voz es la Voz de Dios, y, por lo tanto, ha adquirido forma. Dicha forma no es Su realidad, la cual sólo Dios conoce junto con Cristo, Su verdadero Hijo, Quien es parte de Él.” (C-6.1:4-5)


Por lo tanto, cuando los estudiantes ponen énfasis excesivo en escuchar una voz, están hablando de escuchar una ilusión. Olvidan que dado que «todos» somos títeres, «todos» estamos canalizando – todo el tiempo – porque solo podemos escuchar una voz interior. Lo único que importa es si elegimos escuchar la voz llena de odio del ego, o la voz perdonadora del Espíritu Santo. Simplemente “ir dentro” y escuchar no es garantía de que estamos escuchando la Voz de Dios. Solo renunciar a juzgar nos lo asegura.


(12:5-6) «Éste se hace cada vez más tenue hasta que finalmente desaparece, a medida que nos acercamos a la Fuente del significado. Y Ahí es donde hallamos reposo.»


En El Canto de la Oración, Jesús habla sobre el viaje del perdón que lleva más allá de los sonidos del mundo hacia el silencio de la ausencia de forma – la Fuente del significado:


“El perdón es la llamada a la cordura, porque ¿quién si no un demente podría fijarse en el pecado cuando podría ver en su lugar la faz de Cristo? Esta es la elección que haces; la más simple de todas, y aun así la única que puedes hacer. Dios te llama para que ofrezcas a Su Hijo el amor de Cristo y así lo salves de la muerte. Esta es tu necesidad, y Dios te ofrece este regalo. Tal como Él da, así tienes que dar también. Y así la oración se restituye a lo informe, más allá de todo límite a la intemporalidad, sin nada del pasado que le impida volver a unirse al perenne canto que toda la creación entona a su Dios.” (S-2.I.8)


Solo en el regreso a casa se encuentra nuestro propósito. Solo en Dios está nuestro descanso seguro. Solo en el silencio escuchamos la Canción y sabemos que es nuestro Ser.”


~ Del libro “Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM” por el Dr. Kenneth Wapnick.










QUINTO REPASO

Y LECCIÓN 171


Introducción


Comentada por:

Oscar Gómez Díez 


Llegamos al quinto repaso, y no precisamente para descansar ni para disminuir el ritmo, sino "para poner más de nuestra parte y dedicar más tiempo a nuestro empeño:" pues nos estamos preparando para la segunda parte del libro de ejercicios que inicia a partir de la lección 221,  "para poder seguir adelante con mayor certeza, mayor sinceridad y mayor fe." y así pasar a un nuevo nivel de entendimiento. 


Hasta ahora hemos tenido muchas dudas y resistencias, que han hecho que el aprendizaje sea más lento. Pero ahora vamos más de prisa "pues nos estamos acercando a una mayor certeza, a un propósito más firme y a una meta más segura."


APRENDAMOS A ORAR PIDIENDO GUÍA EN NUESTRAS PRÁCTICAS:


Para ello haremos diariamente la siguiente oración en la que pedimos guía y fortaleza a Dios:


"Padre nuestro, afianza nuestros pasos. Aplaca nuestras dudas, aquieta nuestras santas mentes, y háblanos. No tenemos nada que decirte, pues sólo deseamos escuchar Tu Palabra y hacerla nuestra. Guía nuestras prácticas tal como un padre guía a su hijo pequeño por un camino que éste desconoce, pero que aun así, el hijo lo sigue, seguro de que está a salvo porque su padre le muestra el camino."

"De este modo es como llevamos nuestras prácticas hasta Ti. Si tropezamos, Tú nos levantarás. Si se nos olvida el camino, sabemos que Tú siempre lo recordarás. Y si nos extraviamos, Tú no te olvidarás de llamarnos. Aligera nuestros pasos ahora de modo que podamos caminar con mayor certeza y mayor rapidez hasta Ti. Y aceptamos la Palabra que Tú nos ofreces para unificar nuestras prácticas, a medida que repasamos los pensamientos que Tú nos has dado."

Amén. 


Durante los 10 días del repaso iniciamos y cerramos la práctica con la siguiente idea:


"Dios es sólo Amor, y, por ende, eso es lo que soy yo." 

 

Este pensamiento será anterior  y posterior a las ideas de repaso de cada día, cuya importancia y función es darle mayor significado y profundidad a las prácticas. 


CONFIEMOS EN LA COMPAÑÍA DE JESÚS :


Jesús nos dice que "Este repaso acortará el tiempo de manera inconmensurable" si realizamos las prácticas como se nos señala.  Y nos asegura que "Yo te acompaño en esta jornada." podemos compartirle a Jesús nuestras dudas, y nuestros miedos. 

 

"Pues por el momento comparto tus dudas y tus miedos, de manera que puedas recurrir a mí que conozco el camino por el que se supera toda duda y temor." Él nos recuerda que "No me he olvidado de nadie." y que "Caminamos juntos."


"Ayúdame ahora a conducirte de regreso allí donde la jornada empezó para que puedas llevar a cabo otra elección conmigo." recordemos que a través del ego hicimos la elección equivocada de la separación, con el apoyo de Jesús haremos la elección correcta del perdón, la sanación y el regreso a nuestro hogar eterno. 


Es importante que comprendamos que no realizamos esta jornada solos, Jesús nos reitera:

"Juntos repasaremos estos pensamientos."

"Juntos les dedicaremos nuestro tiempo y esfuerzos."

"Y juntos se los enseñaremos a nuestros hermanos."


Igualmente Jesús nos dice que necesita nuestra ayuda para desempeñar su función  en la salvación del mundo: "Tú eres mi voz, mis ojos, mis pies y mis manos, con los cuales llevo la salvación al mundo." la salvación es una empresa conjunta, y así como recibimos el amor y la compañía de Jesús, así también lo daremos a todos nuestros hermanos. 


PRÁCTICA:


El tiempo y la frecuencia de las prácticas será el mismo que venimos realizando desde la lección 153, en la que dedicamos de 5 a 30 minutos de meditación en la mañana y en la noche, y una práctica frecuente de un par de minutos cada hora. 

Iniciamos y cerramos la jornada con esta idea:


"Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo." 


"Todo pensamiento que repasemos lo envolvemos con ése; y utilizaremos dichos pensamientos para mantenerlo firme en la mente y claro en nuestra memoria a lo largo del día."


Recordaremos y repetiremos este pensamiento a lo largo del día, lo utilizaremos como como si se tratara de un mantra, o como si estuviéramos practicando un rosario. 


LECCIÓN 171


"Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo." 


1. (151) "Todas las cosas son ecos de la Voz que habla por Dios."


2 "Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo."


2. (152) "Tengo el poder de decidir."


2 "Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo."


La intensidad que se nos pide para la práctica es cada vez mayor: "con ese pensamiento nos vamos a dormir para despertar con esas mismas palabras de nuevo en nuestros labios, y darle así la bienvenida al nuevo día."


Cuando repasamos un aprendizaje, lo que buscamos es profundizar en el mismo, experimentar la enseñanza, hacerla nuestra, identificarnos con ella, hasta convertirnos en los pensamientos que estamos anhelando. Pues a Dios sólo se llega reconociéndolo, aceptándolo, deseándolo, amandolo y anhelándolo, a tal punto que nuestro corazón sólo late con el Amor de Dios, dance con Su Dicha y repose en Su infinita paz. No hay otra manera que Dios se nos revele, pues el Amor sólo escucha el llamado del Amor, y sólo se comunica a través de pensamientos de Amor. 



Texto









CELEBRANDO EL MILAGRO 


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BENDICIONES!





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