Lea aquí la Introducción al 4to Repaso
LECCIÓN 141
Comentada por:
Jorge Luis Álvarez Castañeda
¡Que la paz sea con nosotros hoy!
Iniciamos el CUARTO REPASO.
Estos repasos de las lecciones aportan mucho. Ya estamos en el Cuarto repaso de las últimas 20 lecciones. Vamos en la lección 141. Esto es muy meritorio. Pues Un curso de milagros es un cuestionamiento total al sistema de pensamiento en el que nos hemos movido toda la vida. Y esta situación cuestiona mucho. Ustedes se han mantenido, así, en algunas ocasiones no hayan entendido del todo las lecciones. Han confiado y han persistido, por eso, hoy, Jesús les dice:
_”Dios te da las gracias a ti que practicas de esta manera el cumplimiento de Su Palabra”_.
Jesús, nos dice que con este repaso nos estamos preparando para la segunda parte del aprendizaje de las lecciones en la que _”se nos enseña cómo aplicar la verdad”_.
Cada repaso tiene un tema central que unifica cada repaso:
_”Mi mente alberga sólo lo que piensa con Dios”_.
Hemos estudiado que fuimos creados como pensamientos en la Mente de Dios, como extensiones de Su Pensamiento. Recordemos la lección 35 Mi mente es parte de la de Dios. Soy muy santo.
Así, nos decía Jesús:
_”La idea de hoy presenta una perspectiva de ti muy diferente. Al establecer tu Origen establece también tu Identidad, y te describe como realmente debes ser en verdad”_. L-35. 3:1-2
Nos cuesta aceptar que
”Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios” por nuestra falta de perdón que nos mantiene ligados a pensamientos de ataque y resentimientos que no queremos soltar. Rechazamos la intervención del Espíritu Santo que nos puede ayudar a llegar a nuestra mente recta y hacer realidad lo que nos propone Jesús.
A pesar de los ataques continuos del ego que hace todo lo posible por llenar nuestras mentes de conflictos y pensamientos no amorosos, Jesús, nos dice que:
“Tu mente, sin embargo, alberga sólo lo que piensas con Dios. Tus autoengaños no pueden ocupar el lugar de la verdad.”
Jesús, nos da las pautas para hacer las prácticas de este repaso. En dos ocasiones de cinco minutos al comenzar y terminar el día:
_”Comienza cada día dedicando cierto tiempo a preparar tu mente para que aprenda la libertad y la paz que cada idea que repases ese día puede ofrecerte”_.
La libertad y la paz nos van a guiar en estas prácticas. ¿Y de qué libertad y paz se trata? De la libertad y la paz que sentimos cuando nos sentimos unidos a Dios, seguros y protegidos por Dios, confiados en Dios, sabedores de Su Amor, sabedores de que contamos con su fortaleza, con su luz, con su verdad, con su inagotable paciencia, con Su Palabra de que hemos sido salvados…Todo esto y más encierra el pensamiento central de la lección:
”Mi mente sólo alberga lo que pienso con Dios.”
A este pensamiento, nos propone Jesús, que le dediquemos cinco minutos, que sólo pensemos en este pensamiento y sintamos las bondades que se derivan de él. Sintamos la libertad y la paz que se derivan de sentirnos unidos a Dios y
_”para poner Su Mente a cargo de todos los pensamientos que has de recibir en ese Día”_.
Estemos decididos a tener sólo los Pensamientos de Dios. Ante cualquier situación que nos haga perder la paz podríamos preguntarnos: “Qué pensaría Dios de esta situación?” Eso nos podría ayudar a retornar a la senda del perdón.
Después de este período de preparación de nuestra mente que, Jesús, nos propone sea de cinco minutos, nos dice que cerremos los ojos, repitamos las ideas lentamente y pensemos en las dos ideas del repaso que se presentan sin comentarios. Pídele ayuda al Espíritu Santo para que sea el que te explique los pensamientos:
”Deja que cada palabra refulja con el significado que Dios le ha dado, tal como se te ha dado a ti a través de Su Voz. Deja que cada idea que repases ese día te conceda el regalo que Él ha depositado en ella para que tú lo recibas de parte de Él.”
También, nos propone hacer repasos, cuando marque la hora, en los cuales repitamos, lentamente, las dos ideas del día y nos demos un tiempo de recogimiento y de paz sin ninguna premura
”con tiempo suficiente para que puedas ver los regalos que encierran para ti.”
Y Jesús nos dice finalmente:
”Dios te da las gracias a ti que practicas de esta manera el cumplimiento de Su Palabra.”
LECCIÓN 141
Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios.
(121) El perdón es la llave de la felicidad.
(122) El perdón me ofrece todo lo que deseo.
Hemos estudiado la importancia del perdón. Sin el perdón no podemos ser felices, sin el perdón no podemos unirnos a nuestros hermanos, sin el perdón no podemos alcanzar seguridad, sin el perdón vivimos a merced de los conflictos y los resentimientos, sin el perdón no podremos disfrutar del presente pues estamos anclados a la culpa del pasado y al miedo del futuro, sin el perdón no es posible sentir bienestar, sin el perdón no tenemos certeza de propósito…sin el perdón no podemos tener paz y libertad.
Se trata de perdonar los resentimientos que nos negamos a soltar y reemplazarlos por milagros, como nos dice Jesús en la lección 78 Que los milagros reemplacen todos los resentimientos:
_”Tal vez aún no esté completamente claro para ti el hecho de que en cada decisión que tomas estás eligiendo entre un resentimiento y un milagro. Cada resentimiento se alza cual tenebroso escudo de odio ante el milagro que pretende ocultar. Y al alzarlo ante tus ojos no puedes ver el milagro que se encuentra tras él. Éste, no obstante, sigue allí aguardándote en la luz, pero en lugar de él contemplas tus resentimientos”_. L-78. 1: 1-4
Si integro, hago mío en mi corazón, el tema central de la lección Mi mente alberga solo lo que pienso con Dios me valgo del perdón y el Espíritu Santo, suelto los resentimientos y permito que se reemplacen por milagros, puedo obtener la paz y la libertad que necesito.
Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior. Les propongo leer bien la introducción al Cuarto Repaso y hacer la lección como se les propone de la mano de Jesús y el Espíritu Santo. Y, como siempre, sin olvidarse de reír.
Muchas, muchísimas, bendiciones.
Jorge Luis Álvarez Castañeda
Lección 141
comentada por Ken Wapnick
Introducción al repaso iV
“Como este cuarto repaso hace referencia a las veinte lecciones anteriores y las siguientes, me gustaría revisar brevemente el sistema de pensamiento del Curso, específicamente el plan del ego, ya que esto surgirá en nuestra discusión de este repaso.
La realidad es el Cielo y la perfecta Unicudad de Dios y Su Hijo. Cuando la diminuta y alocada idea de estar separado de Dios pareció surgir en la mente del Hijo, su tomador de decisiones tuvo que elegir entre la interpretación del ego y la del Espíritu Santo. Eligió al ego porque ya se había enamorado de su individualidad, autonomía y especialismo. Una vez que se eligió la separación, el sistema de pensamiento de Expiación del Espíritu Santo desapareció de la conciencia del Hijo.
El ego – el deseo del Hijo por su yo separado – desarrolló un plan para asegurar que el Hijo de Dios nunca cambiaría su decisión equivocada, sabiendo muy bien que si elegía en contra de su individualidad, desaparecería. Así, el ego llevó a cabo su estrategia brillantemente concebida para hacer que el Hijo se volviera loco, porque ¿cómo puede cambiar una mente que no sabe que tiene? Esta estrategia tiene dos niveles de defensa. El primero es el mito del ego sobre el pecado, la culpa y el miedo, que establece que la separación realmente sucedió: «pecado», porque el Hijo de Dios tuvo que matar a su Padre para adquirir su existencia individual; «culpa» por sus acciones percibidas; y «miedo» a la retribución iracunda de un Dios que se levanta de la tumba para perseguirlo. La mente del Hijo se convierte en un campo de batalla en el cual, si permanece, sin duda será destruido. Este primer nivel de defensa, por lo tanto, es el sistema de pensamiento de pecado y muerte, que da lugar al segundo nivel – el mundo y el cuerpo. El propósito del mundo, y específicamente el cuerpo como fuente de placer o dolor, es garantizar que el Hijo permanezca firmemente identificado con su cuerpo. Así se olvida que tiene una mente, asegurando la supervivencia del ego. En pocas palabras dementes, ese es el sistema de pensamiento del ego.
El “plan” del Espíritu Santo deshace las defensas del ego al mostrar al Hijo de Dios que lo que ve afuera es simplemente una proyección de lo que ha hecho real dentro – la creencia de que está separado de todos los demás, estableciendo el cuerpo como el testigo «por excelencia» para esta separación. El reflejo de la Unicidad del Cielo es que tú y yo compartimos un objetivo e interés común. Lo que sea que nuestros cuerpos le hagan a, o para cada uno de nosotros no tiene ningún efecto en el hecho de que dentro de la mente dividida compartimos el sistema de pensamiento de pecado, culpa y miedo, así como el recuerdo de Cristo. En pocas palabras cuerdas, ese es el sistema de pensamiento de perdón del Espíritu, que corrige la creencia del ego en la separación.
Comenzamos ahora con la cuarto repaso. Una de las ventajas de estos repasos, destacada en sus introducciones, es que nos recuerdan que el perdón es un proceso: aprender Un Curso de Milagros en general y practicar el libro de ejercicios específicamente. En la Introducción, Jesús habla del libro de ejercicios como dividido en dos partes; el primero se enfoca en deshacer el sistema de pensamiento del ego, preparándonos para la segunda parte que trata sobre adquirir la verdadera percepción. Al comienzo de la Introducción a este repaso, Jesús anticipa la Parte II, mientras que las lecciones anteriores y las inmediatamente posteriores comparten el propósito de deshacer el ego, permitiéndonos elegir al Espíritu Santo. Ver a través de Sus ojos es visión o percepción verdadera, lo cual no es posible en tanto nos aferremos a la capa de defensas de dos niveles del ego. Nuestro enfoque, por lo tanto, siempre es deshacer estas defensas como el requisito previo para la visión y el despertar del sueño.
(1) «Damos comienzo ahora a un nuevo repaso, conscientes esta vez de que nos estamos preparando para la segunda parte del aprendizaje en la que se nos enseña cómo aplicar la verdad. Hoy empezaremos a prepararnos para lo que sigue más adelante. Tal es nuestro propósito para este repaso y para las lecciones que siguen. Así pues, repasaremos las lecciones más recientes y sus pensamientos centrales de forma que faciliten el estado de preparación que ahora queremos alcanzar.»
El perdón es el medio por el cual alcanzamos esta preparación, y estas lecciones de repaso facilitarán nuestra preparación a medida que la comprensión se profundice con cada lectura y práctica de cada día.
(2:1-2) «Hay un tema central que unifica cada paso del repaso que ahora emprendemos, el cual puede enunciarse de manera muy simple con estas palabras:
Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios.»
Esto refleja la Unicidad del Cielo – Dios y Cristo, nuestro verdadero Ser, están totalmente unificados, sin distinción ni separación. El principio de la Expiación dice que la separación del ego nunca ocurrió; expresado específicamente en el pensamiento: “Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios.” Por lo tanto, los únicos pensamientos reales en la mente dividida son aquellos que reflejan nuestra perfecta Unicidad, los pensamientos que pensamos con Dios:
“Y la Mente de Dios no tiene fin, ni puede haber un instante en que Sus Pensamientos puedan estar ausentes o cambiar. Los pensamientos ni nacen ni mueren. Comparten los atributos de su creador, y no tienen una vida separada aparte de la de él. Tus pensamientos están en tu mente, tal como tú estás en la Mente que te concibió. Por lo tanto, no hay partes separadas en lo que existe dentro de la Mente de Dios. Su Mente es por siempre una, y está eternamente unida y en paz.” (T-30.III.6:4-9)
(2:3) «Esto es un hecho, y representa la verdad de lo que eres y de lo que tu Padre es.»
Este hecho y verdad deshacen el sistema de pensamiento del ego. No puede haber individualidad si nuestras mentes albergan sólo lo que pensamos con Dios, porque Su pensamiento es unidad y amor, sostenido para nosotros por el Espíritu Santo. Nuestra aceptación de su regalo es la principal preocupación del ego, lo que motivó su estrategia de hacernos temer a nuestras mentes. El ego nos dice que no tememos al amor, sino al pecado y la culpa. Así es nuestra identidad como Cristo – el Hijo de la Inocencia – reemplazado por la identidad del ego – el hijo de la culpa.
(2:4-8) «Éste fue el pensamiento mediante el cual el Padre creó a Su Hijo, estableciéndolo así como co-creador con Él. Éste es el pensamiento que garantiza plenamente la salvación del Hijo. Pues en su mente no puede haber otros pensamientos, salvo los que su Padre comparte con él. La falta de perdón es lo que impide que este pensamiento llegue a su conciencia. No obstante, es verdad eternamente.»
Para bloquear de la conciencia este pensamiento de la Unicidad del Cielo, el ego necesita pensamientos para sustituir los de la Expiación. El pecado, la culpa, el miedo y las expresiones específicas de la falta de perdón vienen todos al rescate. Por lo tanto, creo que he hecho algo terrible e imperdonable. Tal es el significado de la culpa, que proyecto, manteniendo así la falta de perdón de mí mismo contra todos los demás. Sin embargo, todo el tiempo, el recuerdo de la Unicidad de la creación permanece en mi mente recta, salvaguardado por el Espíritu Santo, que espera pacientemente mi decisión de regresar a Él. Luego recordamos la promesa de Dios: “el pensamiento mediante el cual el Padre creó a Su Hijo”:
“Ésta es la promesa del Dios viviente: que Su Hijo viva, que toda criatura viviente forme parte de él y que nada más viva.” (T-29.II.6:1)
(3:1) «Comencemos nuestra preparación tratando de entender las múltiples formas tras las que se puede ocultar muy cuidadosamente la falta de verdadero perdón.»
Nuevamente vemos el «modus operandi» del Curso de entrenarnos para ser conscientes de las muchas formas que usamos para defendernos de la Presencia del Espíritu Santo en nuestras mentes. De tal comprensión surge la generalización final, en la cual reconocemos el hilo común que corre a través de todas las ilusiones. El siguiente pasaje articula esta enseñanza, usando el «contenido» del sacrificio – «uno o el otro»: uno gana, otro pierde – como el pensamiento subyacente a las «formas» del ego:
“Pues sólo hay un error: la idea de que es posible perder y de que alguien puede ganar como resultado de ello…Para este único error, en cualquiera de sus formas, sólo hay una corrección. Es imposible perder, y creer lo contrario es un error. Tú no tienes problemas, aunque pienses que los tienes. No podrías pensar que los tienes si los vieses desaparecer uno por uno, independientemente de la magnitud, de la complejidad, del lugar, del tiempo, o de cualquier otro atributo que percibas que haga que cada uno de ellos parezca diferente del resto…Todo problema es un error. Es una injusticia contra el Hijo de Dios, y, por lo tanto, no es verdad. El Espíritu Santo no evalúa las injusticias como grandes o pequeñas, mayores o menores. Para Él todas están desprovistas de atributos.” (T-26.II.2:5; 3:1-4; 4:2-5)
(3:2) «Puesto que son ilusiones, no se perciben simplemente como lo que son: defensas que te impiden ver y reconocer tus pensamientos rencorosos.»
Los pensamientos rencorosos que no se reconocen son la culpabilidad de la mente. Las defensas constituyen el segundo nivel de nuestra experiencia corporal. Es importante leer Un Curso de Milagros atentamente, ya que se puede encontrar un verdadero tesoro de información en casi cada oración. De hecho, si entendieras una oración en su totalidad, entenderías todo el sistema de pensamiento del Curso. En la presente oración encontramos la estrategia del ego revelada: los pensamientos rencorosos y artificiosos en nuestras mentes están protegidos por el mundo y el cuerpo, que también son artificiosos.
(3:3) «Su propósito es mostrarte otra cosa y demorar la corrección mediante autoengaños diseñados para que ocupen su lugar.»
El propósito de las defensas – las experiencias corporales de placer o dolor – es demostrar que nuestros problemas y soluciones existen fuera de nosotros, al igual que la felicidad, la espiritualidad y la enfermedad. Por lo tanto, nos muestran el “algo más”. Recuerda, el temor del ego es que en algún momento nos daríamos cuenta de nuestro error y elegiríamos la Expiación. La defensa de doble nivel, por lo tanto, tiene como propósito evitar que alguna vez elijamos la corrección. Enraizar nuestra atención en lo sin sentido – la “otra cosa” – nos impide de manera efectiva regresar a la plena conciencia que es nuestro objetivo de mentalidad recta. En el siguiente pasaje, Jesús nos insta a reconocer el poder de nuestras mentes, ya que él expone la estrategia del ego de menospreciarlo:
“Tu pensamiento ha dado lugar a esto [aceptado la mentira del ego] debido a su poder, pero puede también salvarte de ello porque su poder no lo creaste tú. Tu capacidad para dirigir tu pensamiento de acuerdo con lo que elijas es parte de ese poder. Si no crees que puedes dirigirlo, es que has negado que tu pensamiento tenga poder, y, por lo tanto, has hecho que sea impotente en tu pensamiento.
El ingenio del ego para asegurar su supervivencia es enorme, mas dicho ingenio emana del mismo poder de la mente que el ego niega. Esto quiere decir que el ego ataca lo que lo sustenta..Pues para subsistir el ego se nutre de la única fuente que es totalmente adversa a su existencia. Temeroso de percibir el poder de esa fuente, se ve forzado a menospreciarla…Desea, por lo tanto, involucrar a tu mente en su propio sistema ilusorio, ya que de otra manera la luz de tu entendimiento lo desvanecería.” (T-7.VI.2:5-3:2, 5-6; 8:5)
(4:1-2) «Tu mente, sin embargo, alberga sólo lo que piensas con Dios. Tus auto-engaños no pueden ocupar el lugar de la verdad,…»
A pesar de nuestros sueños febriles de pecado, culpa y miedo, o cualquiera de nuestras experiencias autodestructivas en el mundo, la realidad no se ha visto afectada. En el texto, Jesús compara la culpa con nubes endebles, volutas de humo o velos frágiles sin ningún poder para ocultar la luz. Ya hemos examinado un pasaje que describe esta fragilidad. Aquí hay dos oraciones:
“Su delgadez y transparencia [de la culpa] no se vuelven evidentes hasta que ves la luz que yace tras ella. Y ahí, ante la luz, la ves como el frágil velo que es.” (T-18.IX.5 :3- 4)
La misma idea se expresa nuevamente, pero con diferentes imágenes:
(4:3) «…de la misma manera en que un niño que arroja un palo al mar no puede cambiar el ir y venir de las olas, evitar que el sol caliente las aguas o impedir que el plateado reflejo de luna se vea por la noche en ellas.»
El ego es como un niño sacudiendo un pequeño palo, tratando de detener la inevitabilidad de la verdad, pero sin ningún efecto. O, para cambiar las imágenes, somos como pequeños ratones que rugen en un pequeño rincón del universo, pensando que podemos efectuar el cambio o que alguien incluso nos nota (T-21.VII.3: 11). Recuerda este pasaje de “El pequeño jardín” que también captura la insignificancia del ego; tan insignificante, de hecho, que Dios (el sol y el océano) ni siquiera es consciente de su existencia:
“Ese fragmento de tu mente es una parte tan pequeña de ella que, si sólo pudieses apreciar el todo del que forma parte, verías instantáneamente que en comparación es como el más pequeño de los rayos del sol; o como la ola más pequeña en la superficie del océano. En su increíble ignorancia, ese pequeño rayo ha decidido que él es el sol, y esa ola casi imperceptible se exalta a sí misma como si fuese todo el océano…Mas ni el sol ni el océano se dan cuenta de toda esta absurda e insensata actividad.” (T-18.VIII.3:3-4; 4:1)
(4:4) «Así es como daremos comienzo a cada período de práctica de este repaso, preparando nuestras mentes para que comprendan las lecciones que nos corresponde leer y comprendan el significado que tienen para nosotros.»
Primero debemos tomar conciencia de nuestras defensas contra la verdad: “Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios”. Continuamente nos vemos atraídos al principio fundamental en Un Curso de Milagros de que el propósito de una relación con el Espíritu Santo es para ayudarnos a mirar las defensas de nuestro ego. El amor en nuestras mentes no es el problema, sino el miedo a lo que representa – la pérdida de nuestro yo separado. Necesitamos ver cómo protegemos este yo por las cosas dementes que hacemos en el mundo, pensando que son importantes porque creemos que nuestro especialismo es importante.
(5:1-2) «Comienza cada día dedicando cierto tiempo a preparar tu mente para que aprenda la libertad y la paz que cada idea que repases ese día puede ofrecerte. Haz que tu mente tenga una actitud receptiva, despéjala de todo pensamiento engañoso»
(5:2-4) «…y deja que sólo éste la ocupe completamente y elimine los demás:
Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios.
Cinco minutos que le dediques a este pensamiento serán suficiente para encauzar el día según las pautas que Dios ha fijado y para poner Su Mente a cargo de todos los pensamientos que has de recibir ese día.»
Cuando liberamos nuestra inversión en los pensamientos del ego, solo queda el Espíritu Santo. No necesitamos hacer nada acerca de Sus pensamientos, solo con los nuestros. Esa es la vigilancia de la que Jesús habla a menudo en el texto:
“Si «tuvieras presente» lo que el Espíritu Santo te ofrece, no podrías mantenerte alerta excepto en favor de Dios y de Su Reino. La única razón por la que te puede resultar difícil aceptar esto es porque tal vez aún creas que hay algo más. Las creencias no requieren vigilancia a menos que estén en conflicto. Si lo están, es que hay elementos conflictivos en ellas que han desencadenado un estado de guerra, haciendo que sea imprescindible mantenerse alerta. Cuando se está en paz no es necesario estar alerta. El estado de alerta es necesario contra las creencias que no son ciertas, y el Espíritu Santo nunca lo habría solicitado si tú no hubieses creído lo falso. Cuando crees en algo, haces que sea real para ti. Cuando crees en lo que Dios no conoce, tu pensamiento parece contradecir al Suyo y esto hace que parezca que lo estás atacando.” (T-7.VI.7:1-7)
Por lo tanto, estar “alerta sólo en favor de Dios y de Su Reino” (T-6.VC) significa que buscamos mantener la vigilancia de nuestro ego, llevando nuestras elecciones erróneas en favor de la separación y el especialismo a la Expiación, que refleja el Pensamiento de creación que albergamos con Dios.
(6) «Éstos [pensamientos] no procederán únicamente de ti, pues los compartirás con Él. Y así, cada uno de ellos te traerá mensajes de Su Amor, devolviéndole a Él mensajes del tuyo. De esta forma es como estarás en comunión con el Señor de las Multitudes, tal como Él Mismo lo ha dispuesto. Y así como Su compleción se une a Él, del mismo modo Él se unirá a ti que te completas al unirte a Él y al Él unirse a ti.»
Esta es otra hermosa expresión de nuestra Unicidad como Cristo, uno con Sí Mismo y uno con Su Fuente. La frase bíblica “Señor de los ejércitos” simboliza la Deidad: Dios y Cristo. Es interesante notar que en este repaso, Jesús nos está pidiendo que nos enfoquemos principalmente en nuestra Unicidad con Dios. En otra parte, su énfasis ha estado en darnos cuenta de nuestra unicidad entre nosotros, a través del perdón, como el paso hacia el recuerdo de nuestra Unicidad en el Cielo.
El procedimiento para este repaso es que primero nos demos cuenta de los pensamientos interferentes de nuestro ego, pidiéndole a Jesús que nos ayude a mirarlos. A medida que su oscuridad desaparece en su luz, lo que quedan son los pensamientos que albergamos con Dios. Jesús ahora nos presenta las instrucciones específicas para los diez días de repaso siguientes, dos lecciones por día:
(7:1-5) «Después de haberte preparado, lee simplemente cada una de las dos ideas que se han asignado para el repaso de ese día. Luego cierra los ojos y repítelas lentamente para tus adentros. No hay prisa ahora, pues estás utilizando el tiempo para el propósito que se le dio. Deja que cada palabra refulja con el significado que Dios le ha dado, tal como se te ha dado a ti a través de Su Voz. Deja que cada idea que repases ese día te conceda el regalo que Él ha depositado en ella para que tú lo recibas de parte de Él.»
Al dejar de lado nuestra inversión en los “pensamientos interferentes” del ego – los chillidos estridentes que nos impiden escuchar la Voz de Dios – el significado de Sus palabras resplandece a través de nuestras mentes felices. Cada una simboliza el final de la oscuridad, mientras llevamos nuestros pensamientos de culpa y juicio a Su luz de perdón. Así cada período de práctica será de alegría, reflejando nuestro gozo eterno cuando las palabras del Espíritu Santo para nosotros se conviertan en la Palabra de Dios, y estemos en casa.
(7:6-8:2) «Y no utilizaremos en nuestra práctica otro formato que éste: Cada vez que el reloj marque la hora, trae a la mente el pensamiento con el que comenzó el día y pasa un momento de recogimiento con él. Luego repite las dos ideas correspondientes a ese día sin ninguna sensación de premura, con tiempo suficiente para que puedas ver los regalos que encierran para ti, y deja que se reciban allí donde se dispuso que fuesen recibidos.»
Jesús nos está pidiendo que unifiquemos nuestros días en torno a estos dos pensamientos, para que nuestros regalos de separación y especialismo puedan ser transformados por el perdón en los regalos de amor que él nos ofrece. Él siempre los tuvo en nuestras mentes, pero cuando los abandonamos, estos regalos amorosos esperaban nuestro regreso. Como parte de nuestra práctica meditativa, volvamos a leer las amorosas palabras de Jesús del texto, que expresan los mismos regalos que nos ofrece su repaso:
“¿Cómo es posible que tú que eres tan santo puedas sufrir? Todo tu pasado, excepto su belleza, ha desaparecido, y no queda ni rastro de él, salvo una bendición. He salvaguardado todas tus bondades y cada pensamiento amoroso que jamás hayas abrigado. Los he purificado de los errores que ocultaban su luz, y los he conservado para ti en su perfecta luminiscencia. Se encuentran más allá de la destrucción y de la culpabilidad. Procedieron del Espíritu Santo en ti, y sabemos que lo que Dios crea es eterno. Puedes ciertamente partir en paz porque te he amado como me amé a mí mismo. Mi bendición va contigo para que la extiendas. Consérvala y compártela, para que sea siempre nuestra. Pongo la paz de Dios en tus manos y en tu corazón para que la conserves y la compartas. El corazón la puede conservar debido a su pureza y las manos la pueden ofrecer debido a su fuerza. No podemos perder. Mi juicio es tan poderoso como la sabiduría de Dios, en Cuyo Corazón y Manos radica nuestra existencia. Sus sosegadas criaturas son Sus Hijos benditos. Los Pensamientos de Dios están contigo.”
(9) «No vamos a añadir otros pensamientos, sino que dejamos que estos mensajes sean lo que realmente son. No necesitamos otra cosa que esto para que se nos dé felicidad y descanso, eterna quietud, perfecta certeza y todo lo que nuestro Padre dispone que recibamos como nuestra herencia de parte de Él. Y concluiremos cada día de práctica a lo largo de este repaso tal como lo comenzamos, repitiendo en primer lugar el pensamiento que hizo de ese día una ocasión especial de bendición y felicidad para nosotros, y que, mediante nuestra fe, substituyó en el mundo la luz por la obscuridad, el gozo por los pesares, la paz por el sufrimiento y la santidad por el pecado.»
El objetivo de Jesús para nosotros, una vez más, es que cada uno de nuestros días se enmarque en un pensamiento de perdón, comenzando y terminando igual, con cada momento entre ellos lleno del mismo pensamiento, al cual traemos nuestro miedo, culpa, y dolor, para que puedan ser gentilmente reemplazados por la alegría, la paz y la curación. Me recuerda la imagen del arco – más tarde transmutada en un arcoíris – que D.H. Lawrence inmortalizó en su magnífica novela, El Arcoiris. Después de que Tom y Lydia sanan su inestable relación matrimonial, Lawrence describe el amor protector dentro del cual su hija Anna ahora puede crecer, su vida enmarcada por los dos pilares de amor y fortaleza representados por sus padres:
“El espíritu de Anna encontró la paz junto a sus padres. Los miraba y, al verlos tranquilos, se sentía segura y libre. Jugaba con confianza entre el pilar de fuego y el pilar de nubes, sintiendo la seguridad a su derecha y la seguridad a su izquierda. Ya no se sentía obligada a sostener con su poder infantil el extremo del arco roto. Su padre y su madre se encontraban ahora en la inmensidad de los cielos, y ella, la niña, era libre de jugar en el espacio inferior, intermedio.”
Jesús así nos pide que veamos nuestros días como enmarcados por los pilares del perdón y el amor, permitiendo que su serena fortaleza y su dulce protección nutran nuestra experiencia y sustenten nuestro aprendizaje, mientras nos movemos “de la oscuridad a la luz, del pesar al gozo, del sufrimiento a la paz, del pecado a la santidad “.
(10) «Dios te da las gracias a ti que practicas de esta manera el cumplimiento de Su Palabra. Y cuando expongas tu mente de nuevo a las ideas del día antes de irte a dormir, Su gratitud te envolverá en la paz en la que Su Voluntad dispone que estés para siempre, y que ahora estás aprendiendo a reivindicar como tu herencia.»
¿Qué mejor manera de terminar estas instrucciones, en preparación para nuestro período de repaso de diez días, que citar este precioso pasaje que nos recuerda el Amor y la gratitud de Dios, a medida que abrimos nuestras mentes y corazones para recibir Su regalo de Plenitud, el regalo de nuestro Ser:
“Dios le da las gracias al santo anfitrión que desee recibirle y le deje entrar y morar allí donde Él desea estar. Y al tú darle la bienvenida, Él te acoge en Sí Mismo, pues lo que se encuentra en ti que le das la bienvenida, se le devuelve a Él. Y nosotros no hacemos sino celebrar Su Plenitud cuando le damos la bienvenida dentro de nosotros. Los que reciben al Padre son uno con Él, al ser los anfitriones de Aquel que los creó. Y al abrirle las puertas, Su recuerdo llega con Él, y así recuerdan la única relación que jamás tuvieron y que jamás querrán tener.” (T-15.XI.9) “
~ Del libro “Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM” por el Dr. Kenneth Wapnick.
LECCIÓN 141
CUARTO REPASO
Introducción
Comentada por:
Oscar Gómez Díez
De la lección 141 hasta la lección 150, realizaremos el cuarto repaso de las últimas 20 lecciones. Con esta lección (L 141) viene una introducción al repaso, es recomendable que leamos está introducción cada día antes de iniciar nuestras prácticas de repaso.
Este repaso es muy distinto a los anteriores, que tenían una idea central y un breve comentario. En este nos vamos a encontrar solo con las ideas centrales de las 2 lecciones que se repasarán cada día, y una idea central que articulará los 10 días de repaso.
Este estilo de repaso es congruente con el propósito de prepararnos para la segunda parte del libro de ejercicios (lección 221 hasta la 365) "en la que se nos enseña cómo aplicar la verdad." y en la que se utiliza cada vez menos la palabra y se busca la experiencia, hasta que la palabra sea cada vez menos necesaria como medio de comunicación, tal como nos lo dice la introducción a la segunda parte del Libro de Ejercicios: "Las palabras apenas significarán nada ahora. Las utilizaremos únicamente como guías de las que no hemos de depender. Pues lo único que nos interesa ahora es tener una experiencia directa de la verdad." (L-II. In.1:1-3)
Así que este repaso intenta ser un ensayo preparatorio de lo que será la segunda parte del libro de ejercicios.
Se repasaran 2 ideas centrales por día, desde las lecciones 121 y 122 como primer día de repaso, y así sucesivamente, más "un tema central que unifica cada paso del repaso que ahora emprendemos, el cual puede enunciarse de manera muy simple con estas palabras:"
"Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios."
Esta idea central la introducimos en nuestra consciencia en un estado meditativo durante 5 minutos y luego introducimos las 2 ideas de repaso. Esta práctica se realizará tanto en la mañana como en la noche.
Durante el día, buscamos aquietarnos un par de minutos cada hora para repasar las ideas de repaso del día. Cierra los ojos y las repites lentamente para tus adentros.
Esta Introducción la continuaré comentando en los próximos días, para no hacerla muy extensa hoy. Por ahora, lo importante es comprender la mecánica de la práctica de hoy y de los siguientes días.
Así que pasemos a los ejercicios de hoy, siguiendo el esquema de práctica que les he venido sugiriendo en los últimos días.
PRÁCTICA:
De la lección 141
Aquiétate durante 5 minutos, en dos ocasiones en el transcurso del día, preferiblemente una en la mañana y la otra en la noche. Respira lenta y profundamente y mientras te vas relajando con la respiración, ve introduciendo en tu consciencia las siguientes palabras:
”Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios.”
Después de unos minutos en que introduces esta frase, en la que afirmas la indisoluble unidad de tu mente con la de Dios, en la que excluyes de tu mente cualquier pensamiento contrario al amor, procedes a incluir las dos ideas de repaso, así:
(121) "El perdón es la llave de la felicidad."
(122) "El perdón me ofrece todo lo que deseo."
Repite estas dos ideas ”sin ninguna sensación de premura, con tiempo suficiente para que puedas ver los regalos que encierran para ti, y deja que se reciban allí donde se dispuso que fuesen recibidos."
Y en la medida que estas palabras se asientan en tu consciencia, te relajas y te dejas ir de la mano de la Fuente de todo amor y perdón, y "Deja que cada palabra refulja con el significado que Dios le ha dado, tal como se te ha dado a ti a través de Su Voz."
PRACTICAS CORTAS Y FRECUENTES:
Cada hora te aquietas durante un minuto y pasa un momento de recogimiento con el pensamiento que empezó el día, cierra los ojos y las repites lentamente para tus adentros.
"Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios."
(121) "El perdón es la llave de la felicidad."
(122) "El perdón me ofrece todo lo que deseo."
Terminaremos este día de práctica tal como lo empezamos, con una meditación de 5 minutos en la noche, ”repitiendo en primer lugar el pensamiento que hizo de ese día una ocasión especial de bendición y felicidad para nosotros, y que, mediante nuestra fe, sustituyó en el mundo la luz por la oscuridad, el gozo por los pesares, la paz por el sufrimiento y la santidad por el pecado."
Cuando decidimos albergar solo los pensamientos que tenemos con Dios, estamos reconociendo nuestra verdadera identidad, excluyendo de nuestra mente todo pensamiento de separación, culpa, miedo o ataque, y restableciendo la unidad con todos nuestros hermanos, y ello es posible gracias al perdón, que nos ha ayudado a liberar de las ataduras del ego, de todo aquello que nos impedía experimentar el amor. Despejada la mente del velo de las ilusiones, la verdad brillará por nuestra elección a favor del amor. En ese momento la unidad de nuestra mente con la de Dios, ya no será una decisión sino una aceptación, ya no será un anhelo sino un reconocimiento de lo que somos y de lo que siempre hemos sido: un solo Ser unido con Dios y con toda la Creación.
CELEBRANDO EL MILAGRO
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BENDICIONES!