LECCIÓN 60 (1er Repaso)


 Lea aquí la Introducción al 1er Repaso


LECCIÓN 60

Éstas son las ideas para el repaso de hoy:

 

1. (46) Dios es el Amor en el que perdono.

 2Dios no perdona porque jamás ha condenado. 3Los que están libres de culpa no pueden culpar, y aquellos que han aceptado su inocencia no ven nada que tengan que perdonar. 4Con todo, el perdón es el medio por el cual reconoceré mi inocencia. 5Es el reflejo del Amor de Dios en la tierra. 6Y me llevará tan cerca del Cielo que el Amor de Dios podrá tenderme la mano y elevarme hasta Él.

 

2. (47) Dios es la fortaleza en la que confío.

 2No es con mi propia fortaleza con la que perdono. 3Es con la fortaleza de Dios en mí, la cual recuerdo al perdonar. 4A medida que comienzo a ver, reconozco Su reflejo en la tierra. 5Perdono todas las cosas porque siento Su fortaleza avivarse en mí. 6Y empiezo a recordar el Amor que decidí olvidar, pero que nunca se olvidó de mí.

 

3. (48) No hay nada que temer.

 2¡Cuán seguro me parecerá el mundo cuando lo pueda ver! 3No se parecerá en nada a lo que ahora me imagino ver. 4Todo el mundo y todo cuanto vea se inclinará ante mí para bendecirme. 5Reconoceré en todos a mi Amigo más querido. 6¿Qué puedo temer en un mundo al que he perdonado y que a su vez me ha perdonado a mí?

 

4. (49) La Voz de Dios me habla durante todo el día.

 2No hay un solo momento en el que la Voz de Dios deje de apelar a mi perdón para salvarme. 3No hay un solo momento en el que Su Voz deje de dirigir mis pensamientos, guiar mis actos y conducir mis pasos. 4Me dirijo firmemente hacia la verdad. 5No hay ningún otro lugar adonde pueda ir porque la Voz de Dios es la única voz y el único guía que se le dio a Su Hijo.

 

5. (50) El Amor de Dios es mi sustento.

 2Cuando escucho la Voz de Dios, Su Amor me sustenta. 3Cuando abro los ojos, Su Amor alumbra al mundo para que lo pueda ver. 4Cuando perdono, Su Amor me recuerda que Su Hijo es impecable. 5Y cuando contemplo al mundo con la visión que Él me dio, recuerdo que yo soy Su Hijo.




AUDIOS de la Lección 60
de CELEBRANDO EL MILAGRO

Lectura de la Lección 60
A través de Blanca Nivia Morales Contreras.


Ocurrir de la Lección 60
a través de Martin Musarra


Lección 60 comentada por 
Jorge Luis Álvarez Castañeda



MATERIAL DE APOYO















LECCIÓN 60

 

Comentada por:

Jorge Luis Álvarez Castañeda

 

¡Que la paz sea con nosotros hoy!

 

 

 

Éstas son las ideas para el repaso de hoy:

(46) Repaso de la lección 46:

 

(46) Dios es el Amor en el que perdono

 

Dios no perdona porque jamás ha condenado. Los que están libres de culpa no pueden culpar, y aquellos que han aceptado su inocencia no ven nada que tengan que perdonar. Con todo, el perdón es el medio por el cual reconoceré mi inocencia. Es el reflejo del Amor de Dios en la tierra. Y me llevará tan cerca del Cielo que el Amor de Dios podrá tenderme la mano y elevarme hasta Él.

 

 

 

Cuando perdono solo, fracaso. Pongo condiciones: unas cosas las perdono y otras no.

 

 Jesús nos dice: 

_”Dios  no perdona porque jamás ha condenado”.

 

Cometo errores al creerme separado de Dios. Pero la separación de Dios nunca ocurrió. Soy inocente y Dios siempre me considera así. No necesito culpar a nadie para creerme inocente porque estoy libre de culpa. No necesito tampoco realizar algo en contra de alguien. Mi hermano es tan inocente como yo. Con el perdón reconozco mi inocencia que proviene de aceptar mi Identificación como Hijo de Dios. El perdón es el medio para sanar mi mente de la creencia de que soy culpable y es _“el reflejo del Amor de Dios en la tierra”_, como dice Jesús. Con el perdón, con Dios, con el Espíritu Santo, dejo de atacarme a mí mismo, de separarme de mis hermanos, de separarme de Dios y de mi santo Ser. Dios no quiere que Su Hijo sufra. Puedo decidirme a cambiar las interpretaciones que tengo sobre lo que hacen los demás de acuerdo al maestro que elija para verlas. Con el ego veré resentimientos y conflictos imperdonables. Con el Espíritu Santo veré errores que puedo perdonar y peticiones de ayuda o de amor. El perdón me llevará tan cerca del Cielo donde Dios dará el último paso para elevarme hasta Él. Previo, proceso de perdón y de la aceptación de la Expiación para mí mismo.

 

Repaso de la lección 47:

 

(47) Dios es la Fortaleza en la que confío.

 

No es con mi propia fortaleza con la que perdono. Es con la Fortaleza de Dios en mí, la cual recuerdo al perdonar. A medida que comienzo a ver, reconozco Su reflejo en la tierra. Perdono todas las cosas porque siento Su Fortaleza avivarse en mí. Y empiezo a recordar el Amor que decidí olvidar, pero que nunca se olvidó de mí.

 

 

Jesús dice: 

_”No es con mi propia fortaleza con la que perdono. Es con la fortaleza de Dios en mí, la cual recuerdo al perdonar”_.

 

La Fortaleza, el poder de Dios dentro de mí, siempre está conmigo. Otra cosa, es que escuche al ego que me dice que soy débil, vulnerable, indigno. Por eso, necesito al Espíritu Santo para que me ayude a verme de otra manera: con el poder de Dios, con la Fortaleza de Dios dentro de mí. Perdono todas las cosas. No hay cosas imperdonables. Todas son errores cometidos a partir de la creencia en la separación donde surge el deseo de ser especial y de manipular a los hermanos para conseguir las ilusiones que, supuestamente, me van a hacer feliz. 

Y a medida que perdone Jesús nos asegura que: 

_”empiezo a recordar el Amor que decidí olvidar, pero que nunca se olvidó de mí”_. 


Repaso de la lección 48:


(48) No hay nada que temer.

 

¡Cuán seguro me parecerá el mundo cuando lo pueda ver! No se parecerá en nada a lo que ahora me imagino ver. Todo el mundo y todo cuanto vea se inclinará ante mí para bendecirme. Reconoceré en todos a mi Amigo más querido. ¿Qué puedo temer en un mundo al que he perdonado y que a su vez me ha perdonado a mí?

 

Si me decido a ver la verdad, de que soy una expresión de la Fortaleza y el Amor de Dios y que mis pensamientos son una manifestación de Dios, desde ese lugar de perfecta seguridad en mi mente veré un mundo diferente donde no hay nada que temer. Y en todos los hermanos con los que me encuentre “reconoceré en todos a mi Amigo más querido”, es decir, veré a Jesús en todas partes. Lo que implica no excluir a ningún hermano. Ese hermano, que no me gusta está, ahí, para enseñarme a perdonar, a dejar el miedo y a decidirme por el amor. Estaré avanzando hacia el mundo real donde no hay nada que temer porque no tengo culpa que proyectar y puedo sentir que he perdonado y me han perdonado.


Repaso de la lección 49:

 

(49) La Voz de Dios me habla durante todo el día.

 

No hay un solo instante en el que la Voz de Dios deje de apelar a mi perdón para salvarme. No hay un solo instante en el que Su Voz deje de dirigir mis pensamientos, guiar mis actos y conducir mis pasos. Me dirijo firmemente hacia la verdad. No hay ningún otro lugar adonde pueda ir porque la Voz de Dios es la única voz y el único guía que se le dio a Su Hijo.

 

_“No hay un solo momento en que la Voz de Dios deje de apelar a mi perdón para salvarme”_, dice Jesús, es decir, para dejar la culpa y deshacer la creencia en la separación. Siempre el Espíritu Santo me está hablando y me dice: Perdona, perdona, perdona. Otra cosa, es que decidamos no escucharla porque tenemos tantas preocupaciones, dudas, miedos, conflictos, ilusiones del ego en que pensar que no nos permitimos momentos de quietud para escuchar al Espíritu Santo, mi único Guía en este mundo de separación y de conflicto. Con su guía podemos trascender este mundo y alcanzar el mundo real y reconocer la verdad de que soy Hijo de Dios y no del ego. Ese es el único lugar seguro a donde puedo ir en mi mente con la Guía del Espíritu Santo.

 

 

Repaso de la lección 50:

 

(50) El Amor de Dios es mi sustento.

 

Cuando escucho la Voz de Dios, Su Amor me sustenta. Cuando abro los ojos, Su Amor alumbra al mundo para que lo pueda ver. Cuando perdono, Su Amor me recuerda que Su Hijo es impecable. Y cuando contemplo al mundo con la visión que Él me dio, recuerdo que yo soy Su Hijo.

 

El Amor de Dios es lo que sustenta a mi Ser que es impecable, inocente, pleno, perfecto, expresión de la Mente de Dios y que no está en el cuerpo. Está en esa parte de la mente donde está el recuerdo de Dios. A la que acudimos con el Espíritu Santo para poder ver este mundo con la visión de Cristo.


Proceso de práctica de la lección


Objetivo


Hacer un repaso de las lecciones que buscan ayudarte a cambiar tu manera de percibir el mundo para que la quietud te acompañe y te cures de toda aflicción e inquietud. También, apuntan a que seas consciente de la cohesión del sistema de pensamiento hacia el cual te están conduciendo.


Ejercicios


Realizar dos sesiones largas: una por la mañana y otra por la noche. Después se harán sesiones tan a menudo como puedas.


Comienza el día leyendo las cinco ideas, incluyendo los comentarios. De ahí en adelante no es necesario seguir un orden determinado al repasarlas, aunque se debe practicar con cada una de ellas por lo menos una vez. Dedica dos minutos o más a cada sesión de práctica, pensando en la idea y en los comentarios que le siguen después que los hayas leído.  Haz esto tan a menudo como te sea posible durante el día. Se sugiere que se haga cada hora al comienzo. Si una de las cinco ideas te atrae más que las otras, concéntrate en ella. Sin embargo, asegúrate de repasarlas todas una vez más al final del día.

 

No es necesario abarcar, ni literal ni concienzudamente, los comentarios que siguen a cada idea en las sesiones de práctica. Trata, más bien, de poner de relieve el punto central y de pensar en dicho comentario como parte de tu repaso de la idea en cuestión. Trata de traer ideas afines y trata de adentrarte en tu mente. Después de leer la idea y sus comentarios, los ejercicios deben hacerse, a ser posible, con los ojos cerrados y cuando estés solo en un lugar tranquilo.


Observaciones

 

Lee todas las lecciones de repaso con sus comentarios en la sesión de la mañana y en la de la noche.

En las sesiones cortas puedes escoger la lección que quieras.

Repasa cada lección por lo menos una vez.

Después puedes dedicarle más tiempo a la lección que quieras.

Estás entrenando tu mente para que no necesite un ambiente especial para las sesiones. A eso se llegará.

 

Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior. Hagamos la lección siempre en compañía del Espíritu Santo y de Jesús, sin olvidarnos de reír porque la Voluntad de Dios para nosotros es que tengamos perfecta felicidad.


Muchas, muchísimas, bendiciones.

Jorge Luis Álvarez Castañeda





LECCIÓN 60 

Repaso I «Éstas son las ideas para el repaso de hoy:» 

Esta última lección vuelve al perdón, el tema central en la sinfonía de amor y verdad de Jesús. 

(1:1) (46) «Dios es el Amor en el que perdono.» 

(1:2-3) «Dios no perdona porque jamás ha condenado. Los que están libres de culpa no pueden culpar, y aquellos que han aceptado su inocencia no ven nada que tengan que perdonar.» 

El hecho de que Dios no perdona se convierte en la base de nuestro perdón en el sueño. El perdón es necesario únicamente como una corrección al pensamiento de condena. Cuando el juicio hacia nosotros mismos se retira, nuestro juicio hacia los demás también se retira: la «idea» de juicio nunca puede abandonar su «fuente». Por lo tanto, Jesús nos pide que aceptemos nuestros errores pasados, aceptando así la inocencia llena de luz que reside en paz justo más allá de la oscuridad de nuestra creencia en el pecado. Cuando la condenación se va no queda nada que tenga que ser perdonado. 

(1:4-6) «Con todo, el perdón es el medio por el cual reconoceré mi inocencia. Es el reflejo del Amor de Dios en la tierra. Y me llevará tan cerca del Cielo que el Amor de Dios podrá 

tenderme la mano y elevarme hasta Él.» Ese es el problema: no queremos ser elevados hasta el Cielo, porque entonces nuestra individualidad desaparece. Reconocer nuestra inocencia nos permite darnos cuenta de cuán pecaminosos y culpables creíamos que éramos, porque queríamos estar separados de Dios. Al ver el dolor que ha resultado de tal creencia, podemos elegir en favor de la cordura. Ya no tenemos miedo del «último paso» de Dios, que termina el proceso que comenzó nuestra decisión de perdonar a nuestro hermano, permitimos que Su Amor nos eleve de la tierra hasta el Cielo. 

Otro tema importante en estas cinco lecciones, por no mencionar en todo el Curso de Milagros, es que no perdonamos por nuestra cuenta, como vemos ahora: 

(2:1) (47) «Dios es la fortaleza en la que confío.» 

(2:2-3) «No es con mi propia fortaleza con la que perdono. Es con la fortaleza de Dios en mí, la cual recuerdo al perdonar.» 

No soy yo quien te perdona. Solo puedo pedirle ayuda al Espíritu Santo para verte de otra manera, porque la forma en que te veo ahora no me hace feliz. El punto fundamental es reconocer que hay efectos dolorosos de mi elección de tener la razón, ser egoísta y especial. De este modo, dejo de lado la debilidad de mi aparente fortaleza, y en su lugar elijo la fortaleza de Cristo que es restaurada a mi conciencia a través del perdón. 

(2:4-6) «A medida que comienzo a ver, reconozco Su reflejo en la tierra. Perdono todas las cosas porque siento Su fortaleza avivarse en mí. Y empiezo a recordar el Amor que decidí olvidar, pero que nunca se olvidó de mí.» 

El problema de nuevo es simplemente que hemos olvidado. Sin embargo, el olvido es activo. Hemos optado por olvidar porque queríamos recordar la debilidad de nuestra individualidad en lugar de la fortaleza de Cristo. Sin embargo, olvidar nuestra Identidad no la destruyó. Nuestro Ser simplemente aguardó a que cambiáramos de mentalidad, efectuado por nuestro cambio de percepción: del juicio a la visión, de la debilidad a la fortaleza. 

Paragraph 3 returns us to the real world: 

(3:1) (48) «No hay nada que temer.» 

(3:2-4) « ¡Cuán seguro me parecerá el mundo cuando lo pueda ver! No se parecerá en nada a lo que ahora me imagino ver. Todo el mundo y todo cuanto vea se inclinará ante mí para bendecirme.» 

Una vez que elegimos el lugar de perfecta seguridad en nuestras mentes, representado por Jesús, el mundo que experimentamos afuera será su reflejo. «No» puede ser de otra manera, ya que «las ideas no abandonan su fuente». La belleza de este mundo perdonado se refleja en este hermoso pasaje del texto: 

“¡Imagínate cuán hermosos te parecerán todos aquellos a quienes hayas perdonado! En ninguna fantasía habrás visto nunca nada tan bello. Nada de lo que ves aquí, ya sea en sueños o despierto, puede compararse con semejante belleza. Y no habrá nada que valores tanto como esto ni nada que tengas en tanta estima. Nada que recuerdes que en alguna ocasión hiciera cantar a tu corazón de alegría te brindó ni una mínima parte de la felicidad que esta visión ha de brindarte. Pues gracias a ella podrás ver al Hijo de Dios. Contemplarás la belleza que el Espíritu Santo adora contemplar, y por la que le da gracias al Padre. Él fue creado para ver esto por ti hasta que tú aprendas a verlo por tu cuenta. Y todas Sus enseñanzas conducen a esa visión y a dar gracias con Él. Esta belleza no es una fantasía. Es el mundo real, resplandeciente, puro y nuevo, en el que todo refulge bajo la luz del Sol. No hay nada oculto aquí, pues todo ha sido perdonado y ya no quedan fantasías que oculten la verdad.” (T-17.II.1:1-2:3) 

Recordar esta belleza nos ayudará a elegir de nuevo cuando estemos tentados de hacer realidad el feo mundo de especialismo del ego. 

Ten en cuenta el uso de "todo el mundo" y "todo" en 3: 4 para describir nuestra visión. Si alguien o algo quedan excluido de la luz de la seguridad, todo el mundo se sumerge en la oscuridad, la sombra de los pensamientos oscurecidos de culpabilidad de nuestra mente. 

(3:5-6) «Reconoceré en todos a mi Amigo más querido. ¿Qué puedo temer en un mundo al que he perdonado y que a su vez me ha perdonado a mí?» 

Esta es la visión de Cristo, en la cual se percibe la totalidad de la Filiación a través de los ojos de la santidad. No se excluye un sólo aspecto del Hijo, y con la separación desaparecida, también lo es todo el miedo, que había sido el resultado inevitable de nuestra creencia en el pecado y la culpa. Esta visión está muy bien representada en las primeras líneas del primer poema de Helen, "Los Regalos de la Navidad": 

«Cristo nunca pasa a nadie de largo. Y por esto puedes saber 

Que Él es el Hijo de Dios. Reconoces Su toque 

En cuanto a Su gentileza y amabilidad universal. Su Amor 

Se extiende a todo el mundo. Sus ojos contemplan 

El Amor de Dios en todo lo que Él ve.» 

(Los Regalos de Dios, p. 95) 

Con tal amor a nuestro lado y dentro de nosotros el miedo es imposible; ya que el miedo ha sido reemplazado por el amor que el perdón trae consigo. 

(4:1) (49) «La Voz de Dios me habla durante todo el día.» 

(4:2-3) «No hay un solo momento en el que la Voz de Dios deje de apelar a mi perdón para salvarme. No hay un solo momento en el que Su Voz deje de dirigir mis pensamientos, guiar mis actos y conducir mis pasos.» 

Como mencioné cuando hicimos la Lección 49, esto no significa que «escuchemos» Su Voz durante todo el día; simplemente significa que Él nos está «llamando» durante todo el día. Esta es la Llamada que ferviente y ferozmente intentamos ocultar - el propósito del mundo que hemos fabricado; el propósito de nuestros pensamientos de especialismo de ataques, juicios y deseos. Estos se pueden dejar de lado fácilmente cuando decidimos que ya no deseamos escuchar el chillido estridente del ego. La asombrosa pero amable Voz silenciosa de Dios regresa en el instante en que deseamos escuchar su sonido, y «únicamente» su sonido. Así, la dulce melodía del amor de Dios se extiende a través del sueño, guiando nuestros pensamientos, palabras y acciones. 

(4:4-5) «Me dirijo firmemente hacia la verdad. No hay ningún otro lugar adonde pueda ir porque la Voz de Dios es la única voz y el único guía que se le dio a Su Hijo.» 

No existe nada más. Cualquier otro camino que elijamos es nada y no lleva a ninguna parte, porque proviene de una voz que no existe. La belleza de este reconocimiento se describe en estos hermosos párrafos finales en "La verdadera alternativa", que nos recuerda que, como Pensamientos de Dios, nunca hemos podido abandonar nuestra Fuente; el camino que nos lleva de regreso a Él deshace el camino que nunca existió en realidad: 

¡Él no ha abandonado Sus Pensamientos! Pero tú olvidaste Su Presencia y no recordaste Su Amor. No hay senda en el mundo que te pueda conducir a Él, ni objetivo mundano que pueda ser uno con el Suyo. ¿Qué camino puede haber en todo el mundo -excepto si la jornada no es más que un errante vagar- que te pueda llevar hasta tu interior cuando todos fueron concebidos para separar a la jornada del propósito que debe tener? Todos los caminos que te alejan de lo que eres te conducen a la confusión y a la desesperanza. Sin embargo, Él nunca dejó Sus Pensamientos a merced de la muerte sin que su Fuente estuviese eternamente en ellos. 

¡Él no ha abandonado Sus Pensamientos! Y así como Él no podría separarse de ellos, ellos no pueden excluirlo a Él de sí mismos. Moran unidos a Él, y en su unicidad ambos se conservan intactos. No hay camino que pueda alejarte de Él, ni jornada que pueda llevarte más allá de ti mismo. ¡Qué absurdo y descabellado es pensar que puede haber un camino con semejante objetivo! ¿Adónde podría conducir? ¿Y cómo se te podría obligar a recorrerlo sin que tu propia realidad te acompañase? 

Perdónate a ti mismo tu locura, y olvídate de todas las jornadas fútiles y de todas las metas sin objetivo. No significan nada. No puedes dejar de ser lo que eres. Pues Dios es misericordioso, y no permitió que Su Hijo lo abandonara. Siéntete agradecido por lo que Él es, pues en ello reside tu escapatoria de la locura y de la muerte. No puedes estar en ningún lugar, excepto donde Él está. Y no hay camino que no conduzca a Él.” (T-31.IV.9-11) 

Y finalmente, este movimiento sinfónico que comprende este repaso culmina con un regreso a su tema central; el ciclo del amor concluye con el amor y la sabiduría con que comenzó: 

(5:1) (50) «El Amor de Dios es mi sustento.» 

(5:2-4) «Cuando escucho la Voz de Dios, Su Amor me sustenta. Cuando abro los ojos, Su Amor alumbra al mundo para que lo pueda ver. Cuando perdono, Su Amor me recuerda que Su Hijo es impecable.» 

¿Y quién es Su Hijo? Yo soy Su Hijo. Dado que todos somos uno, cuando me doy cuenta de mi impecabilidad, me doy cuenta de que todo el mundo es también impecable. Y «no» puede ser de otra forma, si es que el amor es el Amor de Dios. 

(5:5) «Y cuando contemplo al mundo con la visión que Él me dio, recuerdo que yo soy Su Hijo.» 

Jesús culmina este movimiento de su sinfonía con el logro de nuestro objetivo final. La forma en que alcanzamos la visión del mundo real es prestando cuidadosa atención al mundo externo, de modo que pueda enseñarnos que lo «externo» es un reflejo de lo «interno». El dolor de nuestra experiencia como cuerpos, interactuando con otros cuerpos, se convierte en la motivación para elegir otro camino, otro Maestro. Por consiguiente, llegamos a cambiar de mentalidad, eligiendo el Pensamiento del Espíritu Santo como la fuente de nuestra visión y contemplando el mundo a través de la visión de Cristo. El mundo real le da la bienvenida a nuestra visión y finalmente recordamos Quiénes somos como el Hijo uno de Dios, felizmente llegaremos a exclamar palabras como las que Jesús nos pone en la Parte II del libro de ejercicios: 

“¡Regocíjate hoy! ¡Regocíjate! Hoy no hay cabida para nada que no sea alegría y agradecimiento. Nuestro Padre ha redimido a Su Hijo en este día. Ni uno solo de nosotros dejará de salvarse hoy. No habrá nadie que no esté a salvo del miedo ni nadie a quien el Padre no acoja en Su regazo, despierto ahora en el Cielo, en el Corazón del Amor.” (W-pII.340.2) 

Es así como culminamos este movimiento celestial con un pensamiento feliz de Unicidad, el pensamiento que pone fin al sueño de pesadilla de la ilusión y que nos despierta gozosamente al recuerdo del Amor de nuestro Padre." 

~ Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick. Traducción al Español por Alfonso Martínez.



LECCIÓN 60


Comentada por:

Oscar Gómez Díez 


Este repaso de las lecciones 56 a la 60 tienen como protagonista al perdón,  la fuerza y el poder que subyace detrás de él,  la razón del perdón, y de los  efectos que el perdón tienen en mi, para finalmente, devolverme al poder que me sostiene: el Amor de  Dios. 


"1. (46) Dios es el Amor en el que perdono."


"Dios no perdona porque jamás ha condenado." Esta es una de las  tesis centrales del Curso, pues nos libera de toda culpa y miedo a Dios. Es lo opuesto a lo que afirman algunas tradiciones religiosas que sostienen que hemos ofendido a Dios, y todo lo que nos sucede y calificamos como malo es un castigo divino, y por lo tanto, necesitamos de su perdón. Esa es la historia de un Dios colérico, vengativo y perseguidor de pecadores,  contada por nuestro ego para mantenernos prisioneros en la culpa y el miedo. 

Siendo Dios solo Amor y sin opuestos, no podría ser un Dios colérico y vengativo.  Siendo el Amor de Dios total, todo abarcante, que no excluye a nada ni a nadie, entonces no podría juzgar ni condenar, pues significaría que Él y sus creaciones no fueran perfectas. Dios no es dual (como nosotros en este mundo) Dios no está en conflicto consigo mismo, ni con sus creaciones. Por lo tanto, no puede juzgar y tampoco condenar. 


Entonces ¿si Dios no perdona, para que necesitamos nosotros perdonar?  La respuesta a esta pregunta, es lo que diferencia la práctica del perdón del Curso de Milagros, de cualquier otra práctica de perdón. 

No le pedimos perdón a Dios porque no lo hemos ofendido. Y Dios no está ofendido con nosotros porque hemos tenido un sueño de separación. Simplemente nos ayuda a despertarnos de la forma más suave y dulce como hace  un padre  cuando se da cuenta que su hijo tiene una pesadilla. Entonces volvemos a la pregunta:  ¿si Dios no perdona, para que necesitamos nosotros perdonar? El perdón que nos propone el Curso es muy diferente al arrogante perdón tradicional, en la que considerándome víctima de algo o alguien decido concederle el perdón. En caso contrario, lo seguiré castigando, siendo una relación de poder basada en la ira y el deseo  de venganza. El perdón que el Curso nos propone parte del presupuesto que no somos víctimas de nadie excepto de nuestros propios pensamientos, lo que perdónanos son nuestros errores de percepción basados en pensamientos no amorosos que nos conducen a la separación y el conflicto. 

A los ojos del mundo, la primera razón para perdonar es hacia el otro que me "ofendió" o "me hizo daño," podemos empezar por ahí para llegar a la segunda razón, la más importante, examinemos las dos en detalle:

Primera razón:

1. Respecto a mis hermanos, los perdono por lo que NUNCA me han hecho. 

Segunda razón. 

2. Respecto a mi mismo, me perdono todo lo que es falso, erróneo, ilusorio e irreal en mi. Para deshacerme de todo lo que NO es verdad, todo lo que NO es amoroso en mi, para que lo que es verdad y es amoroso en mi, brille como la luz del sol. 

El perdón es el mecanismo que me permite recordar quien en verdad soy, el que sana mi pasado y mi futuro, el que me ayuda a renunciar a todo juicio o ataque contra mis hermanos y contra mi mismo, el que re-descubre el Amor en mi, el que recupera mi inocencia y me conduce de regreso a las puertas del Cielo que yo mismo había cerrado. Eso es lo que perdónanos. Para eso perdónanos, para restablecer la verdad en mi.  


"Los que están libres de culpa no pueden culpar, y aquellos que han aceptado su inocencia no ven nada que tengan que perdonar." Si he recuperado mi inocencia, no puedo culpar. De ahí que todo perdón que implique acusar o culpar, es un  falso perdón, que el ego utiliza para mantenerme esclavizado en su mundo  de juicios de separación,  conflictos y miedos. " Con todo, el perdón es el medio por el cual reconoceré mi inocencia." al liberarme de todo juicio y culpa, veré un mundo inocente, un mundo perdonado. No he sido víctima de nada ni de nadie, excepto de mis propios pensamientos de juicio y ataque. 


En el Cielo no es necesario el perdón, pues no hay nada que perdonar. Pero el verdadero perdón viene desde el Cielo como un mecanismo para ayudarnos a despertar, esa es la función del Espíritu Santo, y nuestro papel consiste en escucharlo, en dejarnos guiar y perdonar bajo su amorosa ayuda, al entregarle a Él todos nuestros errores, todas nuestras preocupaciones y todos nuestros juicios y miedos. Por eso no es cualquier tipo de perdón "Es el reflejo del Amor de Dios en la tierra." el perdón  refleja el Amor de Dios y con cada acto de perdón nos acercamos mas y más a nuestro Padre Celestial. "Y me llevará tan cerca del Cielo que el Amor de Dios podrá tenderme la mano y elevarme hasta Él." sólo una mente que ha perdonado, sólo una mente que ha sanado,  puede llegar al Padre, pues Dios no ve juicios, castigos y ataques. El Amor sólo ve Amor, de otra manera no podría Ser Amor. 


2. (47) Dios es la fortaleza en la que confío.


"No es con mi propia fortaleza con la que perdono. Es con la fortaleza de Dios en mí, la cual recuerdo al perdonar."  Si en la anterior lección "Dios es el Amor en el que perdono." porque es Su Amor el que me recuerda quien soy y me ayuda a despertar;  es su fortaleza y no la mía la que me ayuda a perdonar. "A medida que comienzo a ver, reconozco Su reflejo en la tierra. Perdono todas las cosas porque siento Su fortaleza avivarse en mí." a medida que voy perdonando, despierta en mi la visión espiritual, y veo "Su reflejo en la tierra" ello fortalece mi decisión de seguir perdonando. "Y empiezo a recordar el Amor que decidí olvidar, pero que nunca se olvidó de mí." el perdón también se puede definir como el mecanismo que me ayuda a recordar quien soy. 


"3. (48) No hay nada que temer."


"¡Cuán seguro me parecerá el mundo cuando lo pueda ver! No se parecerá en nada a lo que ahora me imagino ver." aquí nos está hablando de ver con la visión espiritual. Y cuando la poseamos el mundo que veremos será totalmente distinto. Será un mundo perdonado, sin conflictos y en paz. Y en ese contexto, el mundo me devuelve su perdón y mis bendiciones "Todo el mundo y todo cuanto vea se inclinará ante mí para bendecirme." nos  reconoceremos como hermanos y yo "Reconoceré en todos a mi Amigo más querido." por lo tanto, "¿Qué puedo temer en un mundo al que he perdonado y que a su vez me ha perdonado a mí?" al haber desaparecido los juicios y los ataques "No hay nada que temer." la paz reina en todos los corazones. 


"4. (49) La Voz de Dios me habla durante todo el día."


"No hay un solo momento en el que la Voz de Dios deje de apelar a mi perdón para salvarme." aquí tenemos una distinción importante. No me están diciendo que estoy escuchando la voz de Dios. Es muy posible que no la escuche en estos momentos, pues el ruido del ego me impide escucharla, mis juicios y mis miedos me impiden escucharla. Pero eso no niega que "La Voz de Dios me habla durante todo el día." simplemente he decidido no escucharla. Pero cuando elija escucharla empezaré a perdonar, y mientras más perdone, mas la escucharé 

"No hay un solo momento en el que Su Voz deje de dirigir mis pensamientos, guiar mis actos y conducir mis pasos." cuando elija escuchar la Voz de Dios, y renuncie a tomar cualquier decisión por mi cuenta, dejaré que El guíe mis actos y oriente mis pasos. De esta manera " Me dirijo firmemente hacia la verdad." la verdad es Dios, Su Reino, la verdad es el Amor que soy. "No hay ningún otro lugar adonde pueda ir porque la Voz de Dios es la única voz y el único guía que se le dio a Su Hijo." al dejarme guiar por la Voz que habla por Dios, (el Espíritu Santo), mi camino a casa ya está definido, no hay que buscar más, "No hay ningún otro lugar adonde pueda ir" ya estoy donde debo estar, simplemente fluyo con lo que Su Voz me indique. 


"5. (50) El Amor de Dios es mi sustento."


"Cuando escucho la Voz de Dios, Su Amor me sustenta." en el momento que decida escuchar la Voz de Dios y sólo la Voz de Dios, Su Amor me sustenta,  Su Amor se hace cargo de mi,  y todo lo veré a través de Su Amor  "Cuando abro los ojos, Su Amor alumbra al mundo para que lo pueda ver." el mundo que contemplare con la visión de Cristo, con la visión espiritual, será un mundo iluminado por el amor y el perdón. Y  "Cuando perdono, Su Amor me recuerda que Su Hijo es impecable." cada vez que perdono solo veré inocencia y paz.  "Y cuando contemplo al mundo con la visión que Él me dio, recuerdo que yo soy Su Hijo." la función del perdón es recordarnos lo que somos, deshaciendo lo que no somos. El filósofo griego Platón lo llamaba reminiscencia, para decirnos que venimos a este mundo a recordar, a recordar lo que verdaderamente somos: Amor y nada más que Amor. 


PRACTICA:


Cinco sesiones de práctica. Lea cada vez la lección completa, incluyendo los comentarios y haz el ejercicio  de cada una de las cinco lecciones de repaso por 2 minutos como mínimo. Igualmente haga repeticiones frecuentes de las ideas del día. 


“Dios es el Amor en el que perdono”


“Dios es la fortaleza en la que confío”


“No hay nada que temer”


“La Voz de Dios me habla durante todo el día”


“El Amor de Dios es mi sustento”


Las instrucciones para la práctica de las lecciones de repaso son sencillas, pero deben hacerse con diligencia.  


 "Dedica dos minutos o más a cada sesión de práctica, pensando en la idea y en los comentarios que le siguen después que los hayas leído. Haz esto tan a menudo como te sea posible durante el día. Si una de las cinco ideas te atrae más que las otras, concéntrate en ella. Sin embargo, asegúrate de repasarlas todas una vez más al final del día." (primer Repaso in-2:3-6)


La idea es interiorizar cada una de las lecciones, identificar cómo se relacionan, ver su lógica secuencial y la coherencia de su metodología y del sistema de pensamiento que nos propone. 


Así que lee detenidamente cada lección, el comentario que la acompaña y practica cada una por lo menos durante 2 minutos. Y recuérdalas y úsalas durante el día. Notarás que hay una mayor comprensión y entendimiento de las lecciones. Cada vez adquieren más sentido para ti a medida que las prácticas. 


Bendiciones 


TEXTO 





CELEBRANDO EL MILAGRO 


CELEBRA LA CORRECCIÓN QUE OCURRE AHORA 


BENDICIONES!





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