LECCIÓN 84 Segundo Repaso

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LECCIÓN 84

Éstas son las ideas para el repaso de hoy:


1.    (67)  El Amor me creó a semejanza de Sí Mismo.


2 He sido creado a semejanza de mi Creador. 3 No puedo sufrir, no puedo experimentar pérdidas y no puedo morir. 4 No soy un cuerpo. 5 Hoy quiero reconocer mi realidad. 6 No adoraré ídolos ni exaltaré el concepto que he forjado de mí mismo para reemplazar a mi Ser. 7 He sido creado a semejanza de mi Creador. 8 El Amor me creó a semejanza de Sí Mismo.


2.    Las siguientes variaciones te pueden resultar útiles para las aplicaciones concretas de la idea:


2 Que no vea en esto una ilusión de mí mismo.

3 Mientras contemplo esto, quiero recordar a mi Creador.

4 Mi Creador no creó esto como yo lo estoy viendo.


3.    (68) El amor no abriga resentimientos.


2 Los resentimientos son algo completamente ajeno al amor. 3 Los resentimientos atacan al amor y obscurecen su luz. 4 Si abrigo resentimientos estoy atacando al amor y, por ende, atacando mi Ser. 5 De este modo, mi Ser se vuelve un extraño para mí. 6 Estoy decidido a no atacar a mi Ser hoy, de manera que pueda recordar Quién soy.


4.    Estas variaciones de la idea te resultarán útiles para las aplicaciones concretas:


2 Esto no justifica el que niegue a mi Ser.

3 No me valdré de esto para atacar al amor.

4 No dejaré que esto me tiente a atacarme a mí mismo.








AUDIOS de la Lección 84
de CELEBRANDO EL MILAGRO

Lectura de la Lección 84
A través de Mariano Noé


Ocurrir de la Lección 84
a través de Martin Musarra


Lección 84 comentada por 
Jorge Luis Álvarez Castañeda





MATERIAL DE APOYO







LECCIÓN 84


Comentada por:

Jorge Luis Álvarez Castañeda


¡Que la paz sea con nosotros hoy!


En la lección 84 se van a repasar las siguientes ideas:


1 (67) El Amor me creó a semejanza de Sí Mismo.


El Amor con mayúscula es la naturaleza del Ser de Dios. Su creación comparte dicha naturaleza que nunca cambia y es eterna. Es el estado de Unidad con Dios. Sólo se podrá acceder a él cuando se realice un completo proceso de perdón de la culpa y de aceptación de la Expiación para nosotros mismos y, entonces, Dios dará el último paso y nos llevará al Cielo. A este Amor es al que se refiere Jesús cuando dice que fuimos creados a Su semejanza y, por lo tanto, no somos un cuerpo: somos espíritu. El Amor de Dios es nuestra verdadera identidad, es nuestro Ser, no este personaje con el cual creemos identificarnos a partir del sistema de pensamiento del ego. 


En realidad lo que hacemos es colocarle barreras al amor. De eso nos habla Jesús en el capítulo 16 en la sección IV:

_”Tu tarea no es ir en busca del amor, sino simplemente buscar y encontrar todas las barreras dentro de ti que has levantado contra él. No es necesario que busques lo que es verdad pero si es necesario que busques todo lo que es falso. Toda ilusión es una ilusión de miedo, sea cual sea la forma en que se manifieste. Y el intento de escapar de una ilusión refugiándote en otra no puede sino fracasar. Si buscas amor fuera de ti, puedes estar seguro de que estás percibiendo odio dentro de ti y de ello te da miedo. Pero la paz nunca procederá de la ilusión de amor, sino tan sólo de la realidad de éste”_.  (T-16. 6:1-6)


Como Hijo de Dios dice Jesús en la lección:

_”No puedo sufrir, no puedo experimentar pérdidas y no puedo morir. No soy un cuerpo”_.


Como Hijo de Dios soy eterno y nunca cambio. Soy perfecto, santo e inocente. Sin límites. No soy un cuerpo. Reconozco mi realidad: fui creado por Dios y no por el ego. Por lo tanto, las ilusiones e ídolos del ego no me afectan.


Jesús, nos da algunas variaciones de la idea del día:

Que no vea en esto una ilusión de mí mismo.


Las ilusiones del ego, lo externo fabricado por él no me define como el Ser que soy, como el Hijo de Dios que soy.

 

Mientras contemplo esto, quiero recordar a mi Creador.


Lo externo puede servirme para el propósito de recordar a Dios, si lo percibo con la visión de Cristo.


Mi Creador no creó esto como yo lo estoy viendo.

Lo que veo por los sentidos del cuerpo, desde el ego, me va a mostrar conflicto y separación. En cambio, si lo veo con la visión de Cristo servirá para recordarme mi propósito de perdonar, de ser la luz del mundo, de la salvación, de la felicidad. 

2 (68) El amor no abriga resentimientos.


El amor predominante en el mundo del ego hace parte de lo que Jesús llama las relaciones especiales que se han fabricado para desconocer el Amor de Dios. Nos sentimos carentes a raíz de la creencia en la separación de Dios y buscamos algo o alguien que nos complete. Se me olvida que como Hijo de Dios ya lo tengo todo, ya soy pleno, abundante, ya estoy completo en Dios. Las relaciones especiales se basan en la culpa y el miedo y pueden manifestarse en dos formas: las relaciones de odio especial y las relaciones de amor especial.


Recordemos lo que nos ha enseñado Jesús: son nuestros pensamientos los que determinan lo que percibimos. Si tengo pensamientos de culpa, de miedo, de ataque, en últimas, resentimientos eso será lo que veré afuera, eso será lo que proyectaré. Así, aparece la relación de odio especial hacia alguien o algo concreto y que justifica la proyección. En la relación de amor especial los resentimientos se esconden tras la ilusión de amor para aplacar los efectos del odio en medio de la culpabilidad. Jesús, no nos dice que dejemos las relaciones de amor especial sino que las miremos con el Espíritu Santo para quitarle la culpa y el miedo.


Nos dice Jesús:

_”Los resentimientos son algo completamente opuesto al amor. Los resentimientos atacan al amor y obscurecen su luz”_.


Los resentimientos que implican el revivir, una y otra vez, el conflicto del pasado, no perdonan, separan y, por lo tanto, no tienen nada que ver con el amor. Y si ataco al amor ataco a mi Ser, a la verdadera  identidad que comparto con Dios dada mi condición de ser Su Hijo. Pero puedo elegir de nuevo, y decidirme a no atacar mi Ser y avanzar en el recuerdo de Dios.


Jesús, nos propone algunas variaciones para mirar la idea de hoy:


Esto no justifica el que niegue mi Ser.

Ante cualquier error que cometa, no me centro en el error, ni caigo en el desánimo en que quiere sumirme el ego sino que pido ayuda al Espíritu Santo y a Jesús, perdono la situación y me decido por la paz.

 

No me valdré de esto para atacar al amor.

El ego quiere sumirme en la culpa y los resentimientos. Quiere hacer del error una excusa para que me suma en el victimismo y me crea no merecedor del amor. Simplemente, no acepto esta idea y asumo mi responsabilidad de cambiar los pensamientos que me estén quitando la paz. Lo hago con la Ayuda divina con la que cuento y mediante el perdón.


No dejaré que esto me tiente a atacarme a mí mismo.

El ego quiere que me pierda en los errores que cometa y que me culpabilice, me sienta lleno de miedo y me ataque. Quiere que saque del pasado todas mis historias de victimización, las haga presentes para seguir justificando mis resentimientos y alejarme del amor. Pero, puedo decidir no hacerlo y escoger el camino de Dios. 

 

Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior. Les recomiendo leerse la introducción al segundo repaso,  realizar la lección como se les propone y escuchar el mensaje de Dios que los está esperando. No realizarla solos sino con el Espíritu Santo y con Jesús. Sin olvidarse de reír porque la Voluntad de Dios para nosotros es que tengamos perfecta felicidad. 


¡Muchas, muchísimas, bendiciones!

Jorge Luis Álvarez Castañeda



Kenneth Wapnick

Lección 84

Repaso II: 


(67) “El Amor me creó a semejanza de Sí Mismo” 

(68) “El amor no abriga resentimientos”


“(1:1) (67) «El Amor me creó a semejaLección nza de Sí Mismo.»


Esta es una declaración de la Unicidad de Dios: nuestra Identidad como Cristo.


(1:2) «He sido creado a semejanza de mi Creador.»


Esto está tomado del versículo bíblico que dice que el hombre fue hecho a la imagen y semejanza de Dios (Génesis 1: 26-27). Jesús usa esta idea, pero habla de un Creador totalmente diferente. Estoy hecho a la imagen y semejanza de mi Fuente porque Dios es puro espíritu, «al igual que yo». Él carece de forma, es eterno e indiviso, «al igual que yo». Por lo tanto:


(1:3-6) «No puedo sufrir, no puedo experimentar pérdidas y no puedo morir. No soy un cuerpo. Hoy quiero reconocer mi realidad. No adoraré ídolos ni exaltaré el concepto que he forjado de mí mismo para reemplazar a mi Ser.»


Claramente, Jesús no espera que vivamos esta verdad; aún no. Nos dijo solo un par de lecciones antes que no estamos en el punto en que podamos entender el perdón, y mucho menos lo que está más allá. Esta, entonces, es otra de las charlas de ánimo de Jesús, en la que nos dice que realmente tenemos el potencial en cualquier momento para elegir esta verdad por nosotros mismos. Incluso si eligiéramos no aprovecharla, la verdad no está ausente. En realidad, no somos cuerpos sino espíritu, y por lo tanto no podemos sufrir pérdidas ni morir.


Este es el recuerdo de nuestro Ser que aguarda pacientemente en la parte superior de la escalera por nuestro ascenso a través de las nubes de culpabilidad y ataque. Como nos dicen una y otra vez, en diferentes formas:


“La paz es el patrimonio natural del espíritu. Todo el mundo es libre de rechazar su herencia, pero no de establecer lo que ésta es.” (T-3.VI.10:1-2)


Somos libres dentro del sueño de separación para creer lo que deseamos, pero estos deseos vanos de ídolos no tienen nada que ver con la Voluntad de Dios, que es lo único que es nuestra realidad y nuestro Ser.


(1:7-8) «He sido creado a semejanza de mi Creador. El Amor me creó a semejanza de Sí Mismo.»


Jesús vuelve al tema de la lección y nos pide que volvamos también. Nos aceleramos en nuestro viaje por nuestra voluntad de dejar de lado los pobres sustitutos del ego y aceptar la verdad sobre nosotros mismos: Somos creados a imagen y semejanza de nuestro Creador y Fuente – el Amor Mismo.


Esto se reitera en las aplicaciones específicas:


(2:2-4) «No me dejes ver en esto una ilusión de mí mismo. Mientras contemplo esto, quiero recordar a mi Creador. Mi Creador no creó esto como yo lo estoy viendo.»


El “esto” es cualquier situación que nos haga creer que somos cuerpos vulnerables, reforzando la creencia de que no somos el glorioso Ser de espíritu que Dios creó. El punto de Jesús es que si nos vemos heridos o exaltados por algo, es porque hemos elegido verlo de esa manera. Nada tiene el poder de hacernos sentir bien o mal, sino la elección de la mente en favor del ego, hecha porque lo valoramos por encima el Ser no dualista creado por Dios. Jesús nos pide que deseemos elegir de manera diferente; para ver cada evento de nuestro día como una oportunidad para recordar a nuestro Creador. Esta elección se refleja por nuestro reconocimiento de que el Amor Perfecto no pudo haber creado la situación que experimentamos, y por lo tanto, no puede ser real. Y lo que no es real no puede tener poder sobre nosotros.


(3:1) (68) «El amor no abriga resentimientos.»


Jesús vuelve al importante tema de los resentimientos y los pensamientos de ataque. Implícito aquí es que nuestros resentimientos no solo vienen; «los elegimos activamente» porque queremos responsabilizar a otro de la miseria que sentimos por habernos separado del amor. En lugar de aceptar la responsabilidad de nuestro “pecado” y admitir el temor que nos hizo separar, negamos el pecado, lo separamos de nosotros mismos y, a través de la proyección, abrigamos resentimientos contra alguien más – «cualquier» otra persona – acusando a esa persona de lo que secretamente creemos haber hecho. Todo esto se lleva a cabo para cumplir el propósito del ego de proteger su existencia mediante la negación de la mente y volvernos insensatos, dejándonos “a merced de cosas que se encuentran más allá de nosotros, de fuerzas que no podemos controlar” (T-19.IV- D.7: 4).


(3:2-5) «Los resentimientos son algo completamente ajeno al amor. Los resentimientos atacan al amor y obscurecen su luz. Si abrigo resentimientos estoy atacando al amor y, por ende, atacando mi Ser. De este modo, mi Ser se vuelve un extraño para mí.»


Ese es el propósito de los resentimientos. Quiero que mi Ser sea un extraño porque no hay individualidad en Cristo, y por tanto los resentimientos representan la culminación de la estrategia del ego de mantener el recuerdo de Quien soy escondido de mí. Mi decisión en favor de la individualidad, mi culpa por esta decisión en favor del especialismo, mis proyecciones de ataque – constituyen todas las líneas de defensa del ego que mantienen alejado a este recuerdo del amor. Es por eso que los eventos externos no pueden ser vistos como obscureciendo la luz de mi Ser. Sin embargo, esto no me impide exclamar a Jesús:


“Por supuesto que no puedo pensar en cosas santas o recordar a Dios y a Cristo. ¡Mira lo que me pasó hoy! ¡Mira lo que esta terrible persona me dijo! ¡Mira la devastación que acaba de ocurrir! ¡Mira! ¡Mira! ¡Mira!”


Usamos estas historias de victimización como excusas, y es por eso que las hicimos en primer lugar: para tener la manera perfecta de justificar nuestros resentimientos, permitiéndonos así decir, con toda la superioridad moral que podemos reunir: “No es mi culpa. ¿Cómo puedo conocer el amor y recordar mi Ser? No me dejan.” De la misma manera que Jesús nos hizo un llamamiento en el párrafo anterior, él dice nuevamente:


(3:6) «Estoy decidido a no atacar a mi Ser hoy, de manera que pueda recordar Quién soy.»


Al darnos cuenta de lo que estamos haciendo y al ver el tremendo costo de aferrarnos a nuestros resentimientos, fortalecemos la determinación de no atacar al Ser que une los fragmentos aparentemente separados de la Filiación. Deseamos ahora recordar ese Ser y no seguir valorando el propósito al que servían nuestros resentimientos.


Estas aplicaciones específicas son las que nos llevarán a casa a nuestro Ser:


(4:2-4) «Esto no justifica el que niegue mi Ser. No me valdré de esto para atacar al amor. No dejaré que esto me tiente a atacarme a mí mismo.»


Jesús, como siempre, apela al poder de nuestras mentes para hacer otra elección. Su apelación toma la forma de un reconocimiento de que no hay justificación para los pensamientos de ataque ningún tipo. Recordar el cambio de propósito, del cual el Espíritu Santo es el recordatorio, nos permite liberar nuestros resentimientos. Así, el amor subyacente asciende en nuestra conciencia y nos trae paz, la piedra angular para recordar el Ser que habíamos negado.


Del libro “Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM” por el Dr. Kenneth Wapnick.


TEXTO



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