LECCIÓN 102 Comparto con Dios Su Voluntad de que yo sea feliz.

LECCIÓN 102

Comparto con Dios Su Voluntad de que yo sea feliz.



1. Tú no quieres sufrir. ²Tal vez creas que el sufrimiento te puede aportar algo, y puede que en cierta medida todavía creas que te aporta algo que deseas. ³Esta creencia, no obstante, ha quedado sin duda quebrantada ahora, por lo menos lo suficiente como para permitirte ponerla en duda y empezar a sospechar que en realidad no tiene sentido. ⁴Aún no ha desaparecido, mas ya no tiene las raíces que en un tiempo la sujetaban con firmeza a los ocultos y tenebrosos recovecos de tu mente.

2. Hoy trataremos de disminuir aún más su debilitado agarre y de darnos cuenta de que el dolor no tiene objeto ni causa ni poder alguno con que lograr nada. ²No puede aportarte nada en absoluto. ³No te ofrece nada y no existe. ⁴Y todo lo que crees que te ofrece es tan inexistente como él. ⁵Has sido esclavo de algo que no es nada. ⁶Sé libre hoy de unirte a la feliz Voluntad de Dios.

3. Durante varios días continuaremos dedicando nuestras sesiones de práctica a llevar a cabo ejercicios que han sido diseñados para ayudarte a encontrar la felicidad que la Voluntad de Dios ubicó en ti. ²Ahí se encuentra tu hogar y tu seguridad. ³Ahí se encuentra tu paz y ahí no hay miedo. ⁴Ahí se encuentra la salvación. ⁵Ahí por fin encuentras descanso.

4. Da comienzo hoy a tus sesiones de práctica con esta declaración de que aceptas lo que la Voluntad de Dios dispone para ti:


² Comparto con Dios Su Voluntad de que yo sea feliz.
ªY acepto ahora la felicidad como mi función.


³Busca entonces esa función en lo más recóndito de tu mente, pues está ahí, esperando tan sólo tu decisión. ⁴No puedes dejar de encontrarla una vez que te des cuenta de que ésa es tu decisión y de que compartes con Dios Su Voluntad.

5. Sé feliz, pues tu única función aquí es la felicidad. ²No tienes por qué ser menos amoroso con el Hijo de Dios que Aquel Cuyo Amor lo creó tan amoroso como Él. ³Además de estos descansos de cinco minutos cada hora, haz frecuentes pausas hoy para decirte a ti mismo que ahora has aceptado la felicidad como tu única función. ⁴Y ten por seguro que al hacer esto te estarás uniendo a la Voluntad de Dios.






AUDIOS de la Lección 102
de CELEBRANDO EL MILAGRO

Lectura de la Lección 102
A través de Blanca Nivia Morales Contreras.


Ocurrir de la Lección 102
a través de Martin Musarra


Lección 102 comentada por 
Jorge Luis Álvarez Castañeda










LECCIÓN 102
Comparto con Dios Su Voluntad de que yo sea feliz.

Comentada por:
Jorge Luis Álvarez Castañeda

*¡Que la paz sea con nosotros hoy!*

Esta es una lección muy bella, pero que cuestiona. Jesús, nos plantea que, a pesar de decir que no queremos sufrir, estamos presos de situaciones que lo hacen realidad. Todavía creemos sacar ventaja del sufrimiento bien sea para aprovecharnos de la situación de víctima, manipular a los demás y evitar asumir nuestras responsabilidades o, bien sea, porque nos creemos incapaces de poner fin a las situaciones que nos causan sufrimientos. 

Jesús, en esta lección continúa desarrollando el tema de la felicidad y los factores que impiden que la aceptemos. 

Nos dice Jesús:
_”Tú no quieres sufrir. Tal vez creas que el sufrimiento te puede aportar algo, y puede que en cierta medida todavía creas que te aporta algo que deseas. Esta creencia, no obstante, ha quedado sin duda quebrantada ahora, por lo menos lo suficiente como para permitirte ponerla en duda y empezar a sospechar que en realidad no tiene sentido. Aún no ha desaparecido, mas ya no tiene las raíces que en un tiempo la sujetaban con firmeza a los ocultos y tenebrosos recovecos de tu mente”_.

Todos decimos que no queremos sufrir. Pero, a pesar de decirlo, lo hacemos. Mantenemos y repetimos situaciones que nos causan sufrimiento. Esto se relaciona con la ancestral culpa inconsciente que cargamos por la creencia en la separación de Dios más las culpas particulares que hemos acumulado en la vida. Esta culpa se asocia al miedo por un posible castigo de Dios o de la vida, como se quiera ver. Pero esta idea no tiene sentido. Dios, quiere para nosotros sólo felicidad. No somos pecadores que tenemos que ser castigados. El pecado, la culpa y el miedo son los tres pilares en los que se fundamenta el ego y, Jesús, nos dio este maravilloso Curso para deshacer las creencias del ego.
 
Continúa Jesús en la lección: 
_”Hoy trataremos de disminuir aún más su debilitado agarre y de darnos cuenta de que el dolor no tiene objeto ni causa ni poder alguno con que lograr nada. No puede aportarte nada en absoluto. No te ofrece nada y no existe. Y todo lo que crees que te ofrece es tan inexistente como él. Has sido esclavo de algo que no es nada. Sé libre hoy de unirte a la feliz Voluntad de Dios”_.

Es convencernos que la Voluntad de Dios es que seamos felices y que tenemos derecho a ser felices. Es necesario que, con la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús, que pidamos un milagro para nosotros, es decir, una corrección en nuestro pensamiento: el vernos como el Hijo de Dios, el Cristo, el Ser que somos y no como el personaje que hemos fabricado cuando tenemos al ego como maestro. Se trata de tener confianza en Dios, confianza en Él que sabe, pues nosotros no sabemos nada. Como no tenemos confianza en Dios queremos hacer las cosas a nuestra manera, sin su ayuda y, fracasamos una y otra vez, lo cual nos trae dolor y sufrimiento. Recordemos la lección 7 *Sólo veo el pasado*. No queremos soltar el pasado de sufrimiento y dolor. Creemos que eso nos justifica y nos permite colocarnos en el papel de víctimas y así evitar la responsabilidad de generar cambios en nuestras vidas. Recordemos las enseñanzas de Jesús. El problema no es el mundo exterior, el problema no es lo que hagan nuestros hermanos. El problema es la interpretación que hacemos de lo que hacen los hermanos de acuerdo al maestro que elijamos. Si elegimos al ego, este nos dará argumentos para creer que somos víctimas inocentes a quienes nos causan sufrimiento y dolor. Si escogemos al Espíritu Santo, veremos que todos tenemos derecho a ser felices y veremos en la conducta del hermano peticiones de ayuda o amor.

Jesús nos dice:
_”Durante varios días continuaremos dedicando nuestras sesiones de práctica a llevar a cabo ejercicios que han sido diseñados para ayudarte a encontrar la felicidad que la Voluntad de Dios ubicó en ti. Ahí se encuentra tu hogar y tu seguridad. Ahí se encuentra tu paz y ahí no hay miedo. Ahí se encuentra la salvación. Ahí por fin encuentras descanso”_.

Una bella descripción de Jesús de ese lugar en nuestra mente a donde podemos acudir para encontrar paz y felicidad. La felicidad no tengo que buscarla afuera. Ya está en nuestro interior. No tenemos que hacer nada para merecerla. Ya disponemos de ella en el interior de nuestra mente donde está nuestro Ser, que, como el Cristo, como el Hijo de Dios, es plenamente feliz. Como hemos visto en lecciones anteriores se trata de ir al interior de nuestra mente, siempre con la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús, al lugar de encuentro del ser con minúscula que hemos fabricado desde el ego con el Ser con mayúscula, espiritual, que somos realmente. Ahí, está la felicidad a la que tenemos derecho y que es la Voluntad de Dios. Sólo espera mi decisión, ahora. En este momento. 

No voy a encontrar mejores condiciones que las que tengo ahora. El ego quiere que me quede esperando que se den determinadas condiciones externas para que yo pueda ser feliz. Cuando la realidad es que nada ni nadie, nos hace felices. Ni nada nada ni nadie, nos hace infelices. Puedo tener, aparentemente, las mejores condiciones y no ser feliz. Y lo contrario, puedo tener, aparentemente, las peores condiciones y ser feliz. La felicidad, como la paz, es una cuestión interna. Si estamos con el ego como maestro, nunca podremos ser felices. Con el Espíritu Santo, si lo lograremos.

Hagamos nuestra hoy esta bella enseñanza de Jesús:
  
_Comparto con Dios Su Voluntad de que yo sea feliz_.
_Y acepto ahora la felicidad como mi función_.

Jesús ,insiste en aceptar la felicidad como nuestra función:
_”Sé feliz, pues tu única función aquí es la felicidad. No tienes por qué ser menos amoroso con el Hijo de Dios que Aquel Cuyo Amor lo creó tan amoroso como Él…Y ten por seguro que al hacer esto te estarás uniendo a la Voluntad de Dios”_.

Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior. Hagamos la lección, como se nos propone, siempre en compañía del Espíritu Santo y de Jesús, sin olvidarnos de reír porque la Voluntad de Dios, para nosotros, es que tengamos perfecta felicidad.

Muchas, muchísimas, bendiciones.
Jorge Luis Álvarez Castañeda



Kenneth Wapnick
*LECCIÓN 102*

*”COMPARTO CON DIOS SU VOLUNTAD DE QUE YO SEA FELIZ.”*

📘 "Continuando con la lección anterior, Jesús aborda específicamente la idea del sufrimiento.
📘(1:1) «Tú no quieres sufrir.» 
Obviamente, este no es el caso, porque de principio a fin, nuestras vidas están llenas de sufrimiento. Si es nuestro sueño, ¿a quién podemos culpar sino a nosotros mismos, el soñador del sufrimiento? Por lo tanto, una declaración como esta es la exhortación de Jesús a que cambiemos de mentalidad. Como siempre, el «tú» al que él se dirige es el tomador de decisiones, y realmente nos dice: "Sí, quieres sufrir, pero puedes aprender que no te beneficia. Por lo tanto, te recuerdo que dejes ir tu culpabilidad y creencia en el pecado". Como él dice más tarde: "y con las manos completamente vacías, ve a tu Dios."(W-pI.189.7: 5). En ese sentido, entonces, no sufriremos, porque sin culpabilidad no puede haber sufrimiento.
🔹(1:2) «Tal vez creas que el sufrimiento te puede aportar algo, y puede que en cierta medida todavía creas que te aporta algo que deseas.» 
El sufrimiento por desgracia nos aporta mucho, lo que podemos ver de tres maneras:
1) El sufrimiento le paga a Dios para que no nos mate, ya que nos permite una leve forma de muerte (T-27.I.4:8). En otras palabras, le decimos a Dios que no tiene por qué preocuparse por nuestro castigo, porque nos ocupamos nosotros mismos del asunto. Por lo tanto, esperamos negociar exitosamente con nuestro Juez, escapando con una oración más fácil:
“...la enfermedad es una forma de magia. Quizá sería mejor decir que es una forma de solución mágica. El ego cree que castigándose a sí mismo mitigará el castigo de Dios.” 
(T-5.V.5:4-6)
2) El sufrimiento demuestra que otros nos han hecho esto; somos las víctimas y ellos los victimarios. Por lo tanto, merecen castigo en lugar de nosotros. Esto es válido tanto si hablamos de una persona a la que acusamos de hacernos daño o de un microorganismo que nos enferma. Independientemente de la forma, el enemigo es externo a nuestras mentes, merecedor de castigo y derrota:
“Mas cada vez que sufres ves en ello la prueba de que él es culpable por haberte atacado. De esta manera, te conviertes en la prueba de que él ha perdido su inocencia y de que sólo necesita contemplarte para darse cuenta de que ha sido condenado. Mas la justicia se encargará de que él pague por todas las injusticias cometidas contra ti. La injusta venganza por la que tú estás pagando ahora es él quien debería pagar por ella, y cuando recaiga sobre él, tú te liberarás.” (T-27.I.2:2-5)
3) El sufrimiento demuestra que somos cuerpos, y si es así, tenemos razón, y Dios y Jesús están equivocados. De hecho, si tenemos razón, Dios no existe en absoluto:
“...la enfermedad es una elección, una decisión...un método, concebido en la locura, para sentar al Hijo de Dios en el trono de su Padre. A Dios se le ve como algo externo, poderoso y feroz, ansioso por quedarse con todo el poder para Sí Mismo. Sólo con Su muerte puede Su Hijo conquistarle.” (M-5.I.1:4,7-9)
“El dolor es señal de que las ilusiones reinan en lugar de la verdad. Demuestra que Dios ha sido negado, confundido con el miedo, percibido como demente y considerado como un traidor a Sí Mismo. Si Dios es real, el dolor no existe. Mas si el dolor es real, entonces es Dios Quien no existe. Pues la venganza no forma parte del amor. Y el miedo, negando el amor y valiéndose del dolor para probar que Dios está muerto, ha demostrado que la muerte ha triunfado sobre la vida. El cuerpo es el Hijo de Dios, corruptible en la muerte y tan mortal como el Padre al que ha asesinado.” (W-pI.190.3)
Mientras creamos que la enfermedad y el sufrimiento nos traen la inocencia y la vida que queremos, no tendremos ninguna motivación para dejarlos ir.
🔹(1:3) «Esta creencia, no obstante, ha quedado sin duda quebrantada ahora, por lo menos lo suficiente como para permitirte ponerla en duda y empezar a sospechar que en realidad no tiene sentido.» 
Jesús no nos está pidiendo que dejemos ir nuestro sistema de pensamiento, sino solo comenzar el proceso de cuestionarlo. ¿Es realmente mejor para mí aferrarme a estos "pecados secretos y odios ocultos" (T-31.VIII.9: 2)? ¿mantener estos resentimientos? ¿insistir en que el cumplimiento de mis necesidades especiales, ya sea con una persona, objeto o sustancia, me dará lo que quiero? Después de un tiempo, ninguna de las cosas del mundo nos da lo que queremos, o nos hace verdaderamente felices. Creemos que alivian el dolor de nuestra culpabilidad, pero a todo lo que conducen a es al aumento de la culpa, revelando así el propósito del ego desde el principio.
🔹(1:4) «Aún no ha desaparecido, mas ya no tiene las raíces que en un tiempo la sujetaban con firmeza a los ocultos y tenebrosos recovecos de tu mente.» 
Jesús nos dice: "No espero que estés libre del sufrimiento. De hecho, sé que aún no se ha ido. Sin embargo, te pido que seas receptivo, permitiéndome al menos ayudarte a cuestionar la validez de tu forma de vivir".
La palabra «secreto» aquí (texto original en inglés) connota culpabilidad, que grita: "Mantén tu pecado en secreto, y no mires". Los lugares secretos de nuestras mentes son donde guardamos nuestra culpa en bóvedas amortajadas que impiden que la luz de Dios entre alguna vez:
“Y en esas bóvedas ocultas se conservan todos sus pecados así como los tuyos, y se mantienen en la obscuridad, donde no se pueden percibir como errores, lo cual la luz indudablemente mostraría.” (T-31.V.6:6)
El poema en prosa que Helen escribió, "Los Regalos de Dios", concluye con una llamada conmovedora del Mismísimo Dios para abrir estas bóvedas, detrás de las cuales se mantuvo en secreto Su Amor:
Abre la puerta ante el lugar oculto y deja que resplandezca sobre un mundo hecho feliz en éxtasis repentino (The Gifts of God, p. 128).
Al mismo tiempo, Jesús nos dice que sabe que estamos aferrándonos al sufrimiento y dice:
"En virtud del hecho de que has llegado hasta aquí conmigo, hemos dado un gran paso hacia el cuestionamiento de tu sistema de pensamiento. Por lo tanto, no digas que no puedes dejarlo ir, porque ya estás bien encaminado en el proceso." Sin embargo, cuando chocamos contra el muro de piedra de pecado y culpabilidad, decimos que Un Curso de Milagros es imposible de aprender y no podemos hacer eso. Esto, entonces, se convierte en nuestra justificación para regresar a nuestras viejas "amistades", las relaciones especiales. Sin embargo, Jesús no lo compra, y nos reitera su mensaje:
"Ya sabes más de lo que piensas, porque te das cuenta de que el especialismo no funciona. Aún puedes aferrarte a la necesidad de sufrir, pero otra parte de ti ha adquirido la suficiente fuerza como para poder al menos hacerse a un lado y cuestionar conmigo lo que estás haciendo ".
📘(2:1) «Hoy trataremos de disminuir aún más su debilitado agarre, y de darnos cuenta de que el dolor no tiene objeto, ni causa, ni poder alguno con que lograr nada.» 
Volvemos al principio de «causa y efecto». "El dolor no tiene objeto" porque ahora nos damos cuenta de que nuestro propósito - mantenernos separados de Dios - no tiene sentido. Una vez que el propósito se ha ido, no puede tener ningún efecto. Por lo tanto, el dolor se debilita y finalmente se niega.
🔹(2:2) «No puede aportarte nada en absoluto.» 
El ego nos dice que nuestro dolor nos aporta mucho - expiación y salvación - y Jesús espera que reconozcamos que el dolor y el sufrimiento no aportan nada. Sólo nos alteran y nos llenan de dolor. Claramente, cuanto más sufrimos, más nuestra necesidad de salvación. El problema es que a menudo terminamos buscando en el lugar equivocado: en la expiación, el castigo y el dolor.
🔹(2:3-6) «No te ofrece nada y no existe. Y todo lo que crees que te ofrece es tan inexistente como él. Has sido esclavo de algo que no es nada. Sé libre hoy de unirte a la feliz Voluntad de Dios.» 
El problema con la aceptación de esta declaración es que si el dolor no existe, tampoco mi cuerpo que lo sufre, ni el pensamiento de individualidad que representa mi cuerpo. El miedo a perder este yo perpetúa nuestro apego a las muy disfuncionales defensas, como el dolor y el sufrimiento.
En verdad, no hay nada que nos impida unirnos a "la feliz Voluntad de Dios", simbolizada por Jesús. Hemos sido "esclavos de algo que no es nada", lo que significa que hemos sido esclavizados por nuestra decisión equivocada, que no tuvo ningún efecto. Sin efectos, no puede haber ninguna causa; y sin una causa, el dolor no existe.
📘(3:1) «Durante varios días continuaremos dedicando nuestras sesiones de práctica a llevar a cabo ejercicios que han sido diseñados para ayudarte a encontrar la felicidad que la Voluntad de Dios ubicó en ti.» 
Estos ejercicios nos ayudan a alcanzar el objetivo de la felicidad al ayudar a deshacer las interferencias - dolor, culpa y especialismo - que situamos entre nosotros y el logro de la meta.
🔹(3:2-5) «Ahí se encuentra tu hogar y tu seguridad. Ahí se encuentra tu paz y ahí no hay miedo. Ahí se encuentra la salvación. Ahí por fin encuentras descanso.»
«Ahí» representa la mente correcta donde nos unimos a Jesús, y felizmente miramos con él al sistema de pensamiento del ego y lo cuestionamos. Miramos sin juicio y sin culpa; «pero miramos». En otras palabras, deshacemos los velos que mantienen nuestra culpa en secreto. Recuerda, el secreto y la culpa son lo mismo, porque la culpa no puede permanecer a la luz de nuestra conciencia. Cuando es llevada a la inocencia sostenida para nosotros por el Espíritu Santo, la culpa ya no puede ser protegida por los tenebrosos centinelas de defensa. Y entonces desaparece:
“La serena luz en la que el Espíritu Santo mora dentro de ti es sencillamente una luz donde todo está al descubierto, donde no hay nada oculto, y, por ende, donde no hay nada que temer...No hay tinieblas que la luz del amor no pueda disipar, a menos que se mantengan ocultas de la influencia benéfica del amor. Lo que se mantiene fuera del alcance del amor no puede compartir su poder curativo, pues ha sido separado de él y se ha mantenido en la obscuridad. Los centinelas de la obscuridad la vigilan celosamente, y tú, que fabricaste de la nada a esos guardianes de lo ilusorio, tienes ahora miedo de ellos...Sin la protección de la obscuridad, lo único que queda es la luz del amor, pues sólo éste tiene significado y sólo él puede vivir en la luz. Todo lo demás no puede sino desaparecer.” (T-14.VI.2:1, 3-5; 3:6-8)
Con las ilusiones de defensa desaparecidas, la felicidad por fin llega para reemplazar nuestro dolor.
📘(4) «Da comienzo hoy a tus sesiones de práctica con esta declaración de que aceptas lo que la Voluntad de Dios dispone para ti: 
Comparto con Dios Su Voluntad de que yo sea feliz. Y acepto ahora la felicidad como mi función. 
Busca entonces esa función en lo más recóndito de tu mente, pues está ahí, esperando tan sólo tu decisión. No puedes dejar de encontrarla una vez que te des cuenta de que ésa es tu decisión y de que compartes con Dios Su Voluntad.» 
Nos comprometemos a recordar tan a menudo como podamos que nuestra función de perdón espera nuestra decisión, porque solo allí podemos encontrar la felicidad que merecemos como Hijo de Dios. El sufrimiento no es la Voluntad de Dios, sino su distorsión. Sin embargo, viniendo simplemente de nuestra elección equivocada, el dolor se puede corregir fácilmente.
📘(5) «Sé feliz, pues tu única función aquí es la felicidad. No tienes por qué ser menos amoroso con el Hijo de Dios que Aquel Cuyo Amor lo creó tan amoroso como Él Mismo. Además de estos descansos de cinco minutos cada hora, haz frecuentes pausas hoy para decirte a ti mismo que ahora has aceptado la felicidad como tu única función aquí. Y ten por seguro que al hacer esto te estarás uniendo a la Voluntad de Dios.»
Nos merecemos ser felices, y eso es lo que debemos recordar a lo largo del día. Tampoco debemos olvidar que la felicidad debe compartirse con todos, de lo contrario no puede expresar la Unicidad de la Voluntad de Dios. Puesto que el Hijo de Dios es uno, también su felicidad debe ser una."


Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick. Traducción al Español por Alfonso Martinez.




LECCIÓN 102
Comparto con Dios Su Voluntad de que yo sea feliz.

Comentada por:
Oscar Gómez Díez 

Ayer trabajamos la afirmación *"La Voluntad de Dios para mí es perfecta felicidad."*, hoy nos podemos hacer varias preguntas: ¿creemos totalmente en esta idea?, ¿Hemos logrado de manera absoluta abandonar todo miedo y culpa en nosotros? Si es así, ya no necesitamos continuar con las lecciones, hemos cumplido nuestra tarea al 100%. 

En varias lecciones Jesús nos dice que, si aceptáramos totalmente la lección de ese día, no necesitaremos más, pues habremos encontrado la iluminación. Sin embargo, si no eres uno de los afortunados que en este punto ha logrado cumplir este propósito, esta lección y las siguientes son para ti. Indagaremos ¿por qué, si Jesús nos insiste por más de 100 lecciones que abracemos el amor y el perdón, aún no lo logramos plenamente? 

*EL DESEO INCONSCIENTE DE SUFRIR:*

Jesús nos dice *"Tú no quieres sufrir."* y cuando nos cuestionamos sobre esta afirmación, conscientemente reconocemos que no queremos sufrir, pero nuestro inconsciente está condicionado de otra manera, nuestros pensamientos y actos testimonian lo contrario, Jesús lo explica así *"Tal vez creas que el sufrimiento te puede aportar algo, y puede que en cierta medida todavía creas que te aporta algo que deseas."* este deseo inconsciente de ser tratado injustamente, es lo que los psicólogos llaman las ganancias secundarias, cuando me siento víctima, de la vida y de las circunstancias: Con mi sufrimiento llamo la atención, levanto una cierta compasión y solidaridad hacia mí, puedo culpar a otros de mis desgracias, justifico mi enfermedad y le doy realidad al cuerpo, con lo que niego mi propio Ser, o sea, triunfo fracasando. "Triunfo" ante el mundo a partir de sufrir, de enfermarme, de considerarme una inocente víctima, de no asumir la responsabilidad de mi propia sanación, mientras me aferro a la esperanza de que a través de mi dolor y sufrimiento seré digno de recibir el perdón de Dios, *"El ego cree que castigándose a sí mismo mitigará el castigo de Dios.”*(T-5.V.5:6) y si no lo obtengo, me queda el recurso de proyectar sobre Él la culpa de mis desgracias. 

En resumen, la dinámica del sufrimiento es el coctel perfecto que justifica la existencia del ego. Jesús nos recuerda que el sufrimiento no nos aporta nada: *"No puede aportarte nada en absoluto. No te ofrece nada y no existe. Y todo lo que crees que te ofrece es tan inexistente como él. Has sido esclavo de algo que no es nada."* lo único que logro a través del sufrimiento es convertirme en esclavo del ego e impedir y retrasar mi sanación. 

El trabajo que hemos hecho con las lecciones no ha sido en vano, hemos tenido avances de los que quizá aún no somos conscientes, la creencia en el sufrimiento. *"ha quedado sin duda quebrantada ahora, por lo menos lo suficiente como para permitirte ponerla en duda y empezar a sospechar que en realidad no tiene sentido."* No hemos deshecho totalmente al ego, pero lo hemos empezado a cuestionar. 
*"Aún no ha desaparecido, mas ya no tiene las raíces que en un tiempo la sujetaban con firmeza a los ocultos y tenebrosos recovecos de tu mente."*
Por eso nuestro trabajo de sanación y perdón debe ser constante, manteniendo una permanente vigilancia sobre nuestros pensamientos no amorosos, para proceder a perdonarlos. *"Hoy trataremos de disminuir aún más su debilitado agarre, y de darnos cuenta de que el dolor no tiene objeto, ni causa, ni poder alguno con que lograr nada."* Y concluye con un entusiasta llamamiento: *"Sé libre hoy de unirte a la feliz Voluntad de Dios."*
Si elegimos la felicidad como nuestro propósito, estaremos uniendo nuestra voluntad a la de Dios y estaremos soltando todo pensamiento de sufrimiento. 

*PROPÓSITO:*

Aceptar la voluntad amorosa de Dios, unir mi voluntad a la de Él y reconocer plenamente mi derecho a la felicidad y mi renuncia total al sufrimiento. 

*PRÁCTICA:*

Aquiétate durante los primeros 5 minutos de cada hora y declaras que aceptas la Voluntad de Dios para ti:

*"Comparto con Dios Su Voluntad de que yo sea feliz."*
*"Y acepto ahora la felicidad como mi función"* 

Luego sumérgete en una meditación, en la que le pides al Espíritu Santo que te ayude a encontrar tu felicidad uniendo tu voluntad a la de Dios. 

*"Busca entonces esa función en lo más recóndito de tu mente, pues está ahí, esperando tan sólo tu decisión."*

*"No puedes dejar de encontrarla una vez que te des cuenta de que ésa es tu decisión y de que compartes con Dios Su Voluntad."*

Une tu voluntad a la de Dios, y acepta la felicidad que existe en ti, ella se encuentra en lo profundo de tú consciencia, rescátala del lugar donde la ocultaste cuando elegiste el sufrimiento en lugar de la felicidad. 

*"Ahí se encuentra tu hogar y tu seguridad. Ahí se encuentra tu paz y ahí no hay miedo. Ahí se encuentra la salvación. Ahí por fin encuentras descanso."*

*"Sé feliz, pues tu única función aquí es la felicidad."*


*PRÁCTICAS CORTAS Y FRECUENTES:*

*"Además de estos descansos de cinco minutos cada hora, haz frecuentes pausas hoy para decirte a ti mismo que ahora has aceptado la felicidad como tu única función aquí."*

*"Y ten por seguro que al hacer esto te estarás uniendo a la Voluntad de Dios."*

Y recuerda que es posible experimentar la felicidad en este mundo, como un reflejo de la voluntad de Dios, sólo necesitamos dejar de darle valor al sufrimiento, perdonando nuestras creencias sobre la culpa, el miedo y los resentimientos, uniendo nuestra voluntad a la de Dios, y así recuperaremos el regalo de la felicidad que siempre ha estado disponible, pues el Amor jamás abandona a Sus creaciones. 

TEXTO




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