La salvación es mi única función aquí.
1. La salvación y el perdón son lo mismo. ²Ambas cosas implican que algo anda mal, algo de lo cual es necesario que se nos salve y se nos perdone; algo impropio que necesita corrección; algo aparte o diferente de la Voluntad de Dios. ³Ambos términos, por lo tanto, implican algo totalmente imposible, pero que sin embargo ha ocurrido, dando lugar a un estado de aparente conflicto entre lo que es y lo que nunca podría ser.
2. La verdad y las ilusiones están ahora a la par, pues ambas han ocurrido. ²Lo imposible se convierte en aquello de lo que se te necesita salvar y perdonar. ³La salvación se convierte ahora en la zona fronteriza entre la verdad y las ilusiones. ⁴Refleja la verdad porque es el medio a través del cual puedes escaparte de las ilusiones. ⁵No obstante, no es la verdad porque cancela lo que nunca ocurrió.
3. ¿Cómo podría haber un punto de encuentro en el que la tierra y el Cielo se pudiesen reconciliar dentro de una mente en la que ambos existen? ²La mente que ve ilusiones piensa que éstas son reales. ³Existen en cuanto que son pensamientos. ⁴Sin embargo, no son reales porque la mente que piensa estos pensamientos se encuentra separada de Dios.
4. ¿Qué podría unir a la mente y a los pensamientos separados con la Mente y el Pensamiento que están eternamente unidos? ²¿Qué plan podría conservar la verdad intacta y, al mismo tiempo, reconocer las necesidades que plantean las ilusiones y proponer medios con los que eliminarlas sin atacar y sin ápice alguno de dolor? ³¿Qué podría ser este plan sino un Pensamiento de Dios mediante el cual se pasa por alto lo que nunca ocurrió y se olvidan los pecados que nunca fueron reales?
5. El Espíritu Santo conserva este plan de Dios en la Mente de Dios y en la tuya exactamente como lo recibió de Él. ²Dicho plan no tiene nada que ver con el tiempo toda vez que su Fuente es intemporal. ³No obstante, opera dentro del tiempo debido a tu creencia de que el tiempo es real. ⁴El Espíritu Santo contempla impasible lo que tú ves: el pecado, el dolor y la muerte, así como la aflicción, la separación y la pérdida. ⁵Mas Él sabe que hay algo que no puede sino seguir siendo verdad: que Dios sigue siendo Amor, y que eso que ves no es Su Voluntad.
6. Éste es el Pensamiento que lleva las ilusiones a la verdad y las ve como apariencias tras las cuales se encuentra lo inmutable y lo seguro. ²Éste es el Pensamiento que salva y perdona, pues no pone su fe en lo que no fue creado por la única Fuente que conoce. ³Éste es el Pensamiento cuya función es salvar, al asignarte su función como la tuya. ⁴La salvación es tu función, junto con Aquel a Quien se le confió el plan. ⁵Ahora se te confía a ti, junto con Él. ⁶Él tiene una respuesta para todas las apariencias sea cual sea la forma, el tamaño, el volumen o los atributos que parezcan tener, y es ésta:
7. Tú que aún has de obrar milagros, asegúrate de practicar bien la idea de hoy. ²Trata de percibir la fuerza de lo que dices, pues en esas palabras radica tu libertad. ³Tu Padre te ama. ⁴El mundo del dolor no es Su Voluntad. ⁵Perdónate a ti mismo el pensamiento de que eso fue lo que Él deseó para ti. ⁶Deja entonces que el Pensamiento con el que Él reemplazó todos tus errores se adentre en los sombríos lugares de tu mente, la cual pensó los pensamientos que nunca fueron Su Voluntad.
8. Esa parte de tu mente le pertenece a Dios, al igual que el resto. ²Dicha parte no tiene pensamientos solitarios, ni los hace reales ocultándolos de Él. ³Deja pasar la luz y no habrá ningún obstáculo que te impida ver lo que Él dispone para ti. ⁴Pon al descubierto tus secretos ante Su benévola luz y observa cuán intenso es el fulgor con el que esta luz todavía resplandece sobre ti.
9. Practica con Su Pensamiento hoy y deja que Su Luz busque e ilumine todo rincón tenebroso de tu mente y brille a través suyo de modo que se unan al resto. ²La Voluntad de Dios es que tu mente sea una con la Suya. ³La Voluntad de Dios es tener solamente un Hijo. ⁴La Voluntad de Dios es que Su único Hijo eres tú. ⁵Reflexiona sobre estas cosas durante las prácticas de hoy, y da comienzo a la lección que vamos a aprender hoy con estas instrucciones relativas a la verdad:
⁸Dirígete entonces a Aquel que comparte contigo tu función aquí, y permítele que te enseñe lo que necesitas aprender para poder dejar atrás todo miedo y reconocer a tu Ser como un amor que no tiene opuesto en ti.
10. Perdona todo pensamiento que se oponga a la verdad de tu compleción, unidad y paz. ²No puedes perder los regalos que tu Padre te dio. ³No es tu deseo ser otro ser. ⁴No tienes ninguna función que no sea de Dios. ⁵Perdónate a ti mismo la que crees haber inventado. ⁶El perdón y la salvación son lo mismo. ⁷Perdona lo que inventaste y te habrás salvado.
11. Hay un mensaje especial para hoy que tiene el poder de eliminar de tu mente para siempre cualquier forma de duda o de temor. ²Si te asalta la tentación de creer que son reales, recuerda que las apariencias no pueden resistirse a la verdad que encierran estas poderosas palabras:
12. La única función que tienes te dice que eres uno. ²Recuérdate esto a ti mismo durante los intervalos de tiempo que transcurren entre los períodos en que das cinco minutos para compartirlos con Aquel que comparte el plan de Dios contigo. ³Recuérdate a ti mismo lo siguiente:
⁵De esta manera, depositas el perdón en tu mente y dejas que todo temor sea tiernamente descartado, para que el amor pueda encontrar el lugar donde le corresponde estar en ti y mostrarte que tú eres el Hijo de Dios.
1. La salvación y el perdón son lo mismo. ²Ambas cosas implican que algo anda mal, algo de lo cual es necesario que se nos salve y se nos perdone; algo impropio que necesita corrección; algo aparte o diferente de la Voluntad de Dios. ³Ambos términos, por lo tanto, implican algo totalmente imposible, pero que sin embargo ha ocurrido, dando lugar a un estado de aparente conflicto entre lo que es y lo que nunca podría ser.
2. La verdad y las ilusiones están ahora a la par, pues ambas han ocurrido. ²Lo imposible se convierte en aquello de lo que se te necesita salvar y perdonar. ³La salvación se convierte ahora en la zona fronteriza entre la verdad y las ilusiones. ⁴Refleja la verdad porque es el medio a través del cual puedes escaparte de las ilusiones. ⁵No obstante, no es la verdad porque cancela lo que nunca ocurrió.
3. ¿Cómo podría haber un punto de encuentro en el que la tierra y el Cielo se pudiesen reconciliar dentro de una mente en la que ambos existen? ²La mente que ve ilusiones piensa que éstas son reales. ³Existen en cuanto que son pensamientos. ⁴Sin embargo, no son reales porque la mente que piensa estos pensamientos se encuentra separada de Dios.
4. ¿Qué podría unir a la mente y a los pensamientos separados con la Mente y el Pensamiento que están eternamente unidos? ²¿Qué plan podría conservar la verdad intacta y, al mismo tiempo, reconocer las necesidades que plantean las ilusiones y proponer medios con los que eliminarlas sin atacar y sin ápice alguno de dolor? ³¿Qué podría ser este plan sino un Pensamiento de Dios mediante el cual se pasa por alto lo que nunca ocurrió y se olvidan los pecados que nunca fueron reales?
5. El Espíritu Santo conserva este plan de Dios en la Mente de Dios y en la tuya exactamente como lo recibió de Él. ²Dicho plan no tiene nada que ver con el tiempo toda vez que su Fuente es intemporal. ³No obstante, opera dentro del tiempo debido a tu creencia de que el tiempo es real. ⁴El Espíritu Santo contempla impasible lo que tú ves: el pecado, el dolor y la muerte, así como la aflicción, la separación y la pérdida. ⁵Mas Él sabe que hay algo que no puede sino seguir siendo verdad: que Dios sigue siendo Amor, y que eso que ves no es Su Voluntad.
6. Éste es el Pensamiento que lleva las ilusiones a la verdad y las ve como apariencias tras las cuales se encuentra lo inmutable y lo seguro. ²Éste es el Pensamiento que salva y perdona, pues no pone su fe en lo que no fue creado por la única Fuente que conoce. ³Éste es el Pensamiento cuya función es salvar, al asignarte su función como la tuya. ⁴La salvación es tu función, junto con Aquel a Quien se le confió el plan. ⁵Ahora se te confía a ti, junto con Él. ⁶Él tiene una respuesta para todas las apariencias sea cual sea la forma, el tamaño, el volumen o los atributos que parezcan tener, y es ésta:
⁷La salvación es mi única función aquí.
⁸Dios sigue siendo Amor, y esto no es Su Voluntad.
7. Tú que aún has de obrar milagros, asegúrate de practicar bien la idea de hoy. ²Trata de percibir la fuerza de lo que dices, pues en esas palabras radica tu libertad. ³Tu Padre te ama. ⁴El mundo del dolor no es Su Voluntad. ⁵Perdónate a ti mismo el pensamiento de que eso fue lo que Él deseó para ti. ⁶Deja entonces que el Pensamiento con el que Él reemplazó todos tus errores se adentre en los sombríos lugares de tu mente, la cual pensó los pensamientos que nunca fueron Su Voluntad.
8. Esa parte de tu mente le pertenece a Dios, al igual que el resto. ²Dicha parte no tiene pensamientos solitarios, ni los hace reales ocultándolos de Él. ³Deja pasar la luz y no habrá ningún obstáculo que te impida ver lo que Él dispone para ti. ⁴Pon al descubierto tus secretos ante Su benévola luz y observa cuán intenso es el fulgor con el que esta luz todavía resplandece sobre ti.
9. Practica con Su Pensamiento hoy y deja que Su Luz busque e ilumine todo rincón tenebroso de tu mente y brille a través suyo de modo que se unan al resto. ²La Voluntad de Dios es que tu mente sea una con la Suya. ³La Voluntad de Dios es tener solamente un Hijo. ⁴La Voluntad de Dios es que Su único Hijo eres tú. ⁵Reflexiona sobre estas cosas durante las prácticas de hoy, y da comienzo a la lección que vamos a aprender hoy con estas instrucciones relativas a la verdad:
⁶La salvación es mi única función aquí.
⁷La salvación y el perdón son lo mismo.
⁸Dirígete entonces a Aquel que comparte contigo tu función aquí, y permítele que te enseñe lo que necesitas aprender para poder dejar atrás todo miedo y reconocer a tu Ser como un amor que no tiene opuesto en ti.
10. Perdona todo pensamiento que se oponga a la verdad de tu compleción, unidad y paz. ²No puedes perder los regalos que tu Padre te dio. ³No es tu deseo ser otro ser. ⁴No tienes ninguna función que no sea de Dios. ⁵Perdónate a ti mismo la que crees haber inventado. ⁶El perdón y la salvación son lo mismo. ⁷Perdona lo que inventaste y te habrás salvado.
11. Hay un mensaje especial para hoy que tiene el poder de eliminar de tu mente para siempre cualquier forma de duda o de temor. ²Si te asalta la tentación de creer que son reales, recuerda que las apariencias no pueden resistirse a la verdad que encierran estas poderosas palabras:
³La salvación es mi única función aquí.
⁴Dios sigue siendo Amor, y esto no es Su Voluntad.
12. La única función que tienes te dice que eres uno. ²Recuérdate esto a ti mismo durante los intervalos de tiempo que transcurren entre los períodos en que das cinco minutos para compartirlos con Aquel que comparte el plan de Dios contigo. ³Recuérdate a ti mismo lo siguiente:
⁴La salvación es mi única función aquí.
⁵De esta manera, depositas el perdón en tu mente y dejas que todo temor sea tiernamente descartado, para que el amor pueda encontrar el lugar donde le corresponde estar en ti y mostrarte que tú eres el Hijo de Dios.
AUDIOS de la Lección 99
de CELEBRANDO EL MILAGRO
Lectura de la Lección 99
A través de Mariano Noé
Ocurrir de la Lección 99
a través de Martin Musarra
Lección 99 comentada por
Jorge Luis Álvarez Castañeda
LECCIÓN 99
La salvación es mi única función aquí.
Comentada por:
Jorge Luis Álvarez Castañeda
*¡Que la paz sea con nosotros hoy!*
Esta es una lección que da mucha confianza y tranquilidad. Este mundo de dolor y sufrimiento, no es la Voluntad de Dios. Dios no quiere que Sus Hijos sufran. Dios es sólo Amor. Pero, le hacemos caso al ego y con los conflictos que surgen, permanentemente, reforzamos la separación y la culpa, lo cual se traduce en todo tipo de sufrimiento y dolor. Hoy, quiere Jesús que llevemos ante la luz los pensamientos tenebrosos que nos agobian para que sean transformados en pensamientos amorosos con la ayuda del Espíritu Santo
Nos dice Jesús en lección:
_”La salvación y el perdón son lo mismo. Ambas cosas implican que algo anda mal, algo de lo cual es necesario que se nos salve y se nos perdone; algo impropio que necesita corrección; algo aparte o diferente de la Voluntad de Dios. Ambos términos, por lo tanto, implican algo totalmente imposible, pero que sin embargo ha ocurrido, dando lugar a un estado de aparente conflicto entre lo que es y lo que nunca podría ser”_.
¿Y de que se nos va a salvar? De este mundo de conflicto, dolor, sufrimiento, violencia, pobreza, miseria, enfermedad, muerte… De este mundo fabricado por el ego. Todo esto se origina en la creencia en la separación de Dios. Al creernos separados de Dios, la mente colectiva que creyó separarse proyectó a este mundo y al cuerpo. Dios, no creó este mundo.
Nos dice Jesús en el capítulo 6 en la sección Vb:
_“Los que creen en la separación tienen un miedo básico a las represalias y al abandono. Creen en el ataque y en el rechazo, de modo que eso es lo perciben, lo que enseñan y lo que aprenden”_. (T-6. Vb. 1: 1-3).
Creemos que Dios nos va a castigar por la creencia en la separación. Como cargamos esa inmensa culpa de la separación, no podemos quedarnos con ella y la proyectamos en nuestros hermanos a los cuales culpabilizamos de todo lo que nos pasa. Y, así, nos colocamos en el papel de víctimas, pero, como pensamos que nos van a atacar en cualquier momento, atacamos, así sea en la mente, para defendernos y, de esa manera, se origina un ciclo de ataque- defensa que no tiene fin.
Jesús, también nos ha dicho en el capitulo 27 sección I:
_“El deseo de ser tratado injustamente es un intento de querer transigir combinando el ataque con la inocencia”_. (T-27. I. 1: 1).
Esta afirmación de Jesús de entrada nos genera rechazo. Claro. Es ilógico pensar que alguien quiera que lo traten injustamente. Todo esto es tan doloroso que lo hacemos inconsciente. ¿Por qué nos mantenemos en relaciones y en situaciones que nos causan dolor y malestar? ¿Por qué toleramos el maltrato? ¿Por qué no ponemos límites y toleramos el irrespeto y situaciones que afectan nuestra dignidad? Es una manera de poder culpabilizar al otro y aligerar la inmensa culpa que cargamos para, de esa manera, vernos como inocentes.
Pero, este mundo de dolor que hemos fabricado siguiendo al ego, no puede ser la Voluntad de Dios. Contamos con el Espíritu Santo quien nos ayuda a ver las cosas de otra manera.
Por eso, nos explica Jesús en la lección que:
_”El Espíritu Santo contempla impasible lo que tu ves: el pecado, el dolor y la muerte, así como la aflicción, la separación y la pérdida. Más hay algo que Él sabe que no puede sino seguir siendo verdad: que Dios sigue siendo, Amor y lo que ves no es Su Voluntad”_.
Que descanso saber que todo lo que vemos en este mundo: violencia, miseria, guerras, maltrato, pobreza, etc., no es la Voluntad de Dios y que Dios no creo este mundo. Este mundo y el cuerpo son producto de la proyección de la mente colectiva que se creyó separada de Dios. Se acaban los reparos a Dios. Nada de este mundo, y, de lo que sucede en este mundo, bajo la orientación del ego, es la Voluntad de Dios.
Jesús, nos explica que Dios sigue siendo amor:
_”Éste es el Pensamiento que lleva las ilusiones a la verdad y las ve como apariencias tras las cuales se encuentra lo inmutable y lo seguro. Éste es el Pensamiento que salva y perdona, pues no pone su fe en lo que no fue creado por la única Fuente que conoce. Éste es el Pensamiento cuya función es salvar, al asignarte su función como la tuya. La salvación es tu función, junto con Aquel a Quien se le confió el plan. Ahora se te confía a ti, junto con Él. Él tiene una respuesta para todas las apariencias sea cual sea la forma, el tamaño, el volumen o los atributos que parezcan tener, y es ésta_:
*La salvación es mi única función aquí*.
*Dios sigue siendo Amor, y esto no es Su Voluntad*.
Mi única función es la salvación, es decir, dejar de lado la culpa y los demás pensamientos del sistema de pensamiento del ego y lo hago convencido de la naturaleza amorosa de Dios que nunca me ha excluido. Convencido de que Dios siempre está conmigo, me valgo del perdón y de la Expiación para entregarle mis pensamientos no amorosos para que Él los corrija. Y, ante cualquier situación conflictiva, que me haga perder la paz puedo decir “que esto no es la Voluntad de Dios” porque la Voluntad de Dios es que yo sea feliz y que no sufra.
Jesús, nos da la salida:
_“Tu Padre te ama. El mundo del dolor no es Su Voluntad. Perdónate a ti mismo el pensamiento de que eso fue lo que Él deseo para ti… Perdona todo pensamiento que se oponga a la verdad de tu compleción, unidad y paz. No puedes perder los regalos que tu Padre te dio. No es tu deseo ser otro ser. No tienes ninguna función que no sea de Dios. Perdónate a ti mismo lo que crees haber inventado. El perdón y la salvación son lo mismo. Perdona lo que inventaste y te habrás salvado”_.
Es convencernos de que Dios nos ama y perdonarnos a nosotros por aceptar lo contrario.
Jesús, nos propone en la práctica de hoy, con la ayuda del Espíritu Santo, ir a esos rincones tenebrosos de nuestra mente donde se encuentran todos estos pensamientos de dolor y de conflicto y sacarlos para que la luz de Dios los ilumine.
Esta es una lección muy sanadora. Les recomiendo que la realicen como se les propone de la mano de Jesús y el Espíritu Santo. Y no se olviden de reír, pues la Voluntad de Dios, para nosotros, es que tengamos perfecta felicidad.
Muchas, muchísimas, bendiciones.
Jorge Luis Álvarez Castañeda
Lección 99
comentada por Kenneth Wapnick
(Lección 99: “La salvación es mi única función aquí.” )
“Esta lección (99) continúa la discusión de nuestra función, con Jesús hablando específicamente sobre la salvación que tiende un puente sobre la aparente brecha entre la ilusión y la verdad. Antes de comenzar, sin embargo, permítanme mencionar – porque Helen nunca me perdonaría si no lo hiciera – que a partir de esta lección, el resto del libro de ejercicios, incluidas todas las instrucciones, está en verso blanco.
(1:1) «La salvación y el perdón son lo mismo.»
Este es otro tema en la estructura sinfónica de Jesús. La «salvación», el «milagro», el «instante santo», la «relación santa», el «perdón» y la «visión» son términos que describen el proceso de deshacer el sistema de pensamiento de separación y culpa, que hemos convertido en realidad. Sin embargo, tanto la salvación como el perdón son ilusiones, porque como Jesús ahora explicará, deshacen lo que nunca ocurrió:
(1:2-3) «Ambas cosas implican que algo anda mal, algo de lo cual es necesario que se nos salve y se nos perdone; algo impropio que necesita corrección; algo aparte o diferente de la Voluntad de Dios. Ambos términos, por lo tanto, implican algo totalmente imposible, pero que, sin embargo, ha ocurrido, dando lugar a un estado de aparente conflicto entre lo que es y lo que nunca podría ser.»
Esta es una declaración de nivel Uno, que se refiere a la base metafísica de Un Curso de Milagros que dice que la verdad es verdad, y nada más lo es. Por lo tanto, lo que se deshace no se deshace en absoluto, sino que simplemente se elige en contra. Este es el objetivo de la siguiente discusión sobre el perdón en la clarificación de términos, palabras con las que nos familiarizaremos cada vez más:
“El perdón es el medio que nos lleva a Dios y que nos permite alcanzarle, mas es algo ajeno a Él. Es imposible concebir que algo creado por Él pueda necesitar perdón. El perdón, entonces, es una ilusión, pero debido a su propósito, que es el del Espíritu Santo, hay algo en ella que hace que sea diferente. A diferencia de las demás ilusiones, nos aleja del error en vez de acercarnos a él. Al perdón podría considerársele una clase de ficción feliz: una manera en la que los que no saben pueden salvar la brecha entre su percepción y la verdad. No pueden pasar directamente de la percepción al conocimiento porque no creen que ésa sea su voluntad. Esto hace que Dios parezca ser un enemigo en lugar de lo que realmente es. Y es precisamente esta percepción demente la que hace que no estén dispuestos a simplemente ascender y retornar a Él en paz. Y de este modo, necesitan una ilusión de ayuda porque se encuentran desvalidos; un Pensamiento de paz porque están en conflicto.” (C-3.1:1-3:1)
Reconocer la naturaleza ilusoria de nuestra creencia de que la separación ha convertido a Dios en nuestro enemigo es el objetivo final del perdón. Practicamos este reconocimiento en nuestras relaciones especiales, los fragmentos sombríos de la ilusión original. Al aprender que no se necesita hacer nada, porque nada se interpuso entre nosotros y el Amor de Dios, nuestra creencia en la nada también se deshace. Así llegamos a aceptar el pensamiento salvador de la Expiación que termina con todos los conflictos, dejando solo la verdad para brillar, pero un instante más en nuestras mentes, hasta que desaparezcamos en la única Verdad, la única Luz, el único Dios.
(2:1) «La verdad y las ilusiones están ahora a la par, pues ambas han ocurrido.»
El ego nos haría creer que «había» verdad, pero también ilusión; que «había» Dios, pero también separación de Él. Ambos coexisten. En casi todas las religiones formales, la verdad y la ilusión, el espíritu y la materia, son estados iguales; el mundo y el cuerpo, un Dios que es espíritu – comparten la realidad. En esta aparente coexistencia, Dios es percibido como operativo en este mundo. De hecho, en muchas religiones, Dios no solo está involucrado en el mundo, sino que es su Creador. En consecuencia, la verdad y las ilusiones conviven, son iguales en su realidad.
(2:2-3) «Lo imposible se convierte en aquello de lo que se te necesita salvar y perdonar. La salvación se convierte ahora en la zona fronteriza entre la verdad y las ilusiones.»
Puedes recordar la sección en el texto llamada “La zona fronteriza” (T-26.III), donde Jesús se refiere al mundo real y la salvación como las fronteras entre la ilusión y la verdad:
“Existe una zona fronteriza en el pensamiento que se encuentra entre este mundo y el Cielo. No es un lugar, y cuando llegas a ella, te das cuenta de que está fuera de los confines del tiempo. Ahí es adonde se llevan todos los pensamientos, donde se reconcilian los valores conflictivos y donde todas las ilusiones se depositan ante la verdad y se juzgan como falsas. Esta zona fronteriza está justo más allá de las puertas del Cielo. Ahí todo pensamiento se vuelve puro y totalmente simple. Ahí se niega el pecado y en su lugar se recibe todo lo que simplemente es.
Éste es el final de la jornada. Nos hemos referido a ese lugar como el mundo real…
La salvación es una zona fronteriza donde los conceptos de lugar y tiempo, así como el de elegir tienen aún significado, si bien se puede ver que son temporales, que están fuera de lugar y que toda elección ya se ha llevado a cabo.” (T-26.III.2:1-3:2,6)
Este nivel de discusión refleja lo que hemos llamado Nivel Dos. Es el hogar del perdón, que deshace nuestras creencias ilusorias en el pecado, la culpa y el ataque. El perdón, nuevamente, no es la verdad, sino una “ficción feliz” que refleja la verdad del Cielo, como ahora vemos:
(2:4-5) «Refleja la verdad porque es el medio a través del cual puedes escaparte de las ilusiones. No obstante, no es la verdad porque cancela lo que nunca ocurrió.»
La palabra «reflejar» en Un Curso de Milagros es extremadamente importante porque significa el puente. El cielo no es posible aquí, ni el amor, la unicidad o la santidad; pero sus reflejos sí lo son. Puedes recordar la declaración anterior en el libro de ejercicios:
“…el perdón es el medio por el cual reconoceré mi inocencia. Es el reflejo del Amor de Dios en la tierra. Y me llevará tan cerca del Cielo que el Amor de Dios podrá tenderme la mano y elevarme hasta Él.” (W-pI.60. 1:4-6)
La parte de nuestra mente que contiene al Espíritu Santo – nuestra mente correcta – representa el puente entre la santidad pura, la unicidad y el amor, y nuestra experiencia que es su reflejo. El reflejo es una ilusión, pero la experiencia de mirar las ilusiones, darse cuenta de que son ilusiones, es la esencia de la visión, el perdón y la salvación. Por lo tanto, no se me pide que «no» te vea como un cuerpo, lo que sin duda sería una petición irracional de hacer a los que aún nos identificamos con él. Como Jesús dice en el texto:
“Tu pregunta no debería ser: “¿Cómo puedo ver a mi hermano sin su cuerpo?” sino, “¿Deseo realmente verlo como alguien incapaz de pecar?” Y al preguntar esto, no te olvides de que en el hecho de que él es incapaz de pecar radica tu liberación del miedo. La salvación es la meta del Espíritu Santo. El medio es la visión.” (T-20.VII.9:1-5)
Los ojos de nuestros cuerpos aún perciben a los demás como diferentes, pero Jesús nos pide que entendamos la igualdad inherente que subyace a la experiencia de las diferencias. En otras palabras, todos tenemos el mismo interés, así como compartimos la misma creencia demente en el pecado. Nuestro interés común proviene de la necesidad compartida de despertar a nuestra inherente impecabilidad como Hijo único y no separado de Dios. El compartir un objetivo refleja la unidad de Cristo, la única verdad.
Ahora volvemos al Nivel Uno, el nivel de la verdad «o» la ilusión:
(3:1) «¿Cómo podría haber un punto de encuentro en el que la tierra y el Cielo se pudiesen reconciliar dentro de una mente en la que ambos existen?»
Esto nos dice que un lugar de encuentro entre la verdad y la ilusión es imposible, porque son estados mutuamente excluyentes. Al mismo tiempo, Jesús enseña que el significado de la salvación es perdonar y alcanzar la visión de Cristo, nos recuerda que el proceso en sí es ilusorio. En la tierra esto no es comprensible, ya que todavía creemos que existimos aquí. Sin embargo, se nos puede enseñar a comprender la importancia del perdón y, por lo tanto, se nos conduce a través de la ilusión hacia la única verdad de nuestro Ser.
(3:2-4) «La mente que ve ilusiones piensa que éstas son reales. Existen en cuanto que son pensamientos. Sin embargo, no son reales porque la mente que piensa estos pensamientos se encuentra separada de Dios.»
Al enmendar la famosa afirmación de Descartes, podemos afirmar: “Pienso, luego «no» existo”. Pensar que piensas significa que no tienes ningún ser. La mayoría de las veces en Un Curso de Milagros Jesús hace la distinción entre «existencia» y el estado de «ser», como lo hace aquí. La «existencia» es de la mente dividida, y el estado de «ser» es solo de Cristo y Dios. Nuestros pensamientos tienen «existencia» dentro del sueño, pero no tienen estado de «ser» porque no son reales. Recuerda el pasaje citado anteriormente, parcialmente presentado aquí:
“Tanto la existencia como el estado de ser se basan en la comunicación. La existencia, sin embargo, es específica en cuanto a qué, cómo y con quién vale la pena entablar comunicación. El estado de ser carece por completo de estas distinciones. Es un estado en el que la mente está en comunicación con todo lo que es real.” (T-4.VII.4:1-4)
En los siguientes tres párrafos, Jesús describe el papel del Espíritu Santo como el puente entre las ilusiones y la verdad. Esto nos cambia nuevamente del Nivel Uno al Nivel Dos. En el Nivel Uno no hay puente, porque no hay ilusiones y solo verdad – no hay nada «entre» lo que tender un puente. En la dimensión de Nivel Dos del sueño, sin embargo, experimentamos ilusiones. Por lo tanto, necesitamos un pensamiento que nos lleve de nuestra experiencia ilusoria a la verdad de la Unicidad de Dios, como ahora vemos:
(4:1-2) «¿Qué podría unir a la mente y a los pensamientos separados con la Mente y el Pensamiento que están eternamente unidos? ¿Qué plan podría reconocer las necesidades que plantean las ilusiones y proponer medios con los que eliminarlas sin ataque o ápice alguno de dolor, y no violar la verdad?»
Este es el plan de la Expiación: deshacer ilusiones sin ataque y dolor al mirarlas con Jesús a nuestro lado. Si tenemos que «hacer» algo con la ilusión, estamos diciendo que es real, lo cual solo trae más dolor. La manera de deshacer las ilusiones de especialismo es ver el sufrimiento que es su objetivo cuando lo convocamos para que nos proporcione felicidad o alivio del dolor, que nos ofrezca más que el Amor de Dios. Ver las ilusiones con Jesús significa reconocer el costo de aferrarse a ellas; darse cuenta de su dolor nos permite dejar ir el especialismo sin atacar. Los ojos de la gentileza miran solo dulcemente, y ¿dónde está el dolor o el ataque cuando la gentileza está presente? Así somos bendecidos con el regalo de la curación, tal como se describe en este hermoso pasaje sobre la dulce gracia del Cielo:
“La gracia de Dios descansa dulcemente sobre los ojos que perdonan, y todo lo que éstos contemplan le habla de Dios al espectador. Él no ve maldad, ni nada que temer en el mundo o nadie que sea diferente de él. Y de la misma manera en que ama a otros con amor y con dulzura, así se contempla a sí mismo. Él no se condenaría a sí mismo por sus propios errores tal como tampoco condenaría a otro. No es un árbitro de venganzas ni un castigador de pecadores. La dulzura de su mirada descansa sobre sí mismo con toda la ternura que les ofrece a los demás. Pues sólo quiere curar y bendecir. Y puesto que actúa en armonía con la Voluntad de Dios, tiene el poder de curar y bendecir a todos los que contempla con la gracia de Dios en su mirada.” (T-25.VI.1)
(4:3) «¿Qué podría ser este plan sino un Pensamiento de Dios mediante el cual se pasa por alto lo que nunca ocurrió y se olvidan los pecados que nunca fueron reales?»
Como ya mencioné previamente, «pasar por alto» en Un Curso de Milagros no se entiende en el sentido de colocar algo erróneo y luego no verlo. Más bien, pasamos por alto «al» verlo. Cuando miramos con Jesús miramos «a través» de ello. En otras palabras, miramos más allá de la apariencia a la realidad – para usar los términos de Platón – más allá del aparente pecado, a la petición de amor, más allá de la «forma» al «contenido». Por lo tanto, nuevamente, «pasar por alto» significa mirar a través o más allá. Por lo tanto, lo que “nunca ocurrió” es el mundo y el especialismo que hemos hecho realidad. Al mirar el ego con el amor de Jesús a nuestro lado, nos damos cuenta de que no tuvo ningún efecto sobre el Amor de Dios, y por lo tanto, no puede existir ni existe. Tal visión y comprensión es el significado de «pasar por alto».
(5:1) «El Espíritu Santo conserva este plan de Dios en la Mente de Dios y en la tuya, exactamente como lo recibió de Él.»
Nuestra propia mente aquí significa nuestra mente correcta, y dentro de sus pensamientos de perdón conserva el plan de la Expiación de Dios, porque «es» el plan de la Expiación de Dios.
(5:2-3) «Dicho plan no tiene nada que ver con el tiempo toda vez que su Fuente es intemporal. No obstante, opera dentro del tiempo debido a tu creencia de que el tiempo es real.»
Aquí Jesús se hace eco de lo que dijo sobre el milagro. Experimentamos que opera en el tiempo porque es donde creemos que estamos, pero su presencia está fuera del tiempo. Recuerda que dentro de la mente – la única Mente «o» la mente dividida – no hay ningún tiempo. Cuando nuestro tomador de decisiones elige al Espíritu Santo como su maestro, esa elección de recordar nuestra Identidad intemporal como Cristo, Hijo de nuestra Fuente, es traducida por la mente en un contexto que podamos entender dentro del sueño de separación. Por lo tanto, nuestra experiencia es que la Expiación opera dentro del tiempo, pero permanece fuera de la dimensión temporal en la mente identificada con el Espíritu Santo, la Voz en favor de la atemporalidad y la eternidad.
(5:4-5) «El Espíritu Santo contempla impasible lo que tú ves: el pecado, el dolor y la muerte, así como la aflicción, la separación y la pérdida. Mas Él sabe que hay algo que no puede sino seguir siendo verdad: que Dios sigue siendo Amor, y que eso que ves no es Su Voluntad.»
Nuevamente, no se nos pide que neguemos lo que ven nuestros ojos, ni nuestro dolor y sufrimiento. Simplemente se nos pide que lo contemplemos. Cuando lo contemplemos con el Espíritu Santo nos daremos cuenta de que la situación no es lo que pensamos. Debido a que el dolor no es la Voluntad de Dios, no puede existir. Las alucinaciones parecen reales para la mente delirante, pero no tienen ningún poder para hacerlo realidad. La visión amable y sanadora del Espíritu Santo está maravillosamente descrita en este pasaje del texto, que citamos de nuevo:
“El Espíritu Santo, sonriendo dulcemente, percibe la causa y no presta atención a los efectos. ¿De qué otra manera podría corregir tu error, cuando has pasado por alto la causa enteramente? Él te exhorta a que lleves todo efecto temible ante Él para que juntos miréis su descabellada causa y os riáis juntos por un rato. Tú juzgas los efectos, pero Él ha juzgado su causa. Y mediante Su juicio se eliminan los efectos. Tal vez vengas con los ojos arrasados en lágrimas, mas óyele decir: “Hermano mío, santo Hijo de Dios, contempla tu sueño fútil en el que sólo algo así podría ocurrir”. Y saldrás del instante santo riendo, con tu risa y la de tu hermano unida a la de Él.” (T-27.VIII.9)
Los efectos que se nos pide que llevemos al Espíritu Santo son las “graves consecuencias” (T-27.VIII.8: 4) de dolor y sufrimiento que hicimos realidad en nuestra experiencia. Cuando se los mira a través de la perspectiva de su causa insensata – la creencia en el pecado – se convierten en cosas tontas, y solo merecen una sonrisa gentil. La clave, por supuesto, es mirar la «causa». De lo contrario, siguiendo la guía del ego de mirar solo los «efectos», el dolor y el sufrimiento parecen reales. Pero si el dolor es real, el Amor de Dios no lo es (ver Lección 190). Es por eso que tenemos que acudir al Espíritu Santo, porque solo Él sabe que Dios sigue siendo Amor, y que el pecado, el dolor y la muerte no son Su Voluntad.
(6:1) «Éste es el Pensamiento que lleva las ilusiones a la verdad, donde las ve como apariencias tras las cuales se encuentra lo inmutable y lo seguro.»
Esto nos dice nuevamente que pasar por alto es mirar a través. El ego enseña que la realidad del pecado es como un sólido muro de granito. Si es así, sería imposible ver la verdad más allá. Cuando miramos con Jesús lo que pensamos que era pecado – el nuestro o el de otro – nos damos cuenta de que no ha tenido ningún efecto en su amor ni en nuestra unidad con él. Por lo tanto, no puede tener ningún efecto en nuestra unidad con todos los demás. En este punto, el muro de granito aparentemente sólido y pecaminoso se transforma en un endeble velo que no puede ocultar la luz que brilla más allá de él. Mirar con Jesús nos permite compartir su visión de impecabilidad y ver lo inmutable y lo seguro detrás de las apariencias.
(6:2-3) «Éste es el Pensamiento que salva y perdona, pues no pone su fe en lo que no fue creado por la única Fuente que conoce. Éste es el Pensamiento cuya función es salvar asignándote a ti su función.»
El Pensamiento de Expiación del Espíritu Santo es el único que puede salvarnos de nuestra culpabilidad, porque es el único pensamiento dentro del sueño que nos permite perdonar el aparente pecado, reconociendo que no tuvo ningún efecto sobre la realidad. Así llegamos a aprender que no hay nada que perdonar. La plena aceptación de esta verdad completa nuestra función en la tierra, y nuestra función en el Cielo alborea en nuestras tranquilas y curadas mentes a medida que el mundo de separación se disuelve suavemente, “en la nada de donde provino.” (M-13.1: 2).
(6:4-8) «La salvación es tu función, junto con Aquel a Quien se le confió el plan. Ahora se te confía a ti junto con Él. Él tiene una respuesta para todas las apariencias sea cual sea la forma, el tamaño, el volumen o los atributos que parezcan tener, y es ésta:
La salvación es mí única función aquí.
Dios sigue siendo Amor, y esto no es Su Voluntad.»
Se nos pide que comprendamos que todos nuestros problemas son lo mismo, porque son defensas contra la verdad del Amor unificador de Dios, que está más allá de todos ellos. Nunca conoceremos esta verdad salvadora sin pedir ayuda para mirar cada circunstancia que parece inquietarnos. En la quietud escuchamos Su respuesta – “Dios sigue siendo Amor, y esto no es Su Voluntad” – porque en la quietud, nacida en el instante sagrado, nuestro aprendizaje crecerá “de unas cuantas notas sueltas a un coro todo-abarcador” (T- 31.VIII.11: 5) ya que abarca todos los aspectos de nuestra experiencia fragmentada como uno solo. La salvación está completa, y estamos en casa, donde Dios quiere que estemos (T-31.VIII.12: 8).
(7:1-2) «Tú que aún has de obrar milagros, asegúrate de practicar bien la idea de hoy. Trata de percibir la fuerza de lo que dices, pues en esas palabras radica tu libertad.»
Recuerda que a pesar de la connotación de las palabras, Jesús no se refiere al comportamiento, sino a la curación de nuestras mentes al aceptar su milagro de corrección, dándonos cuenta de que somos el soñador de un sueño que no es verdadero. Entonces su amor es liberado para obrar a través de nosotros mientras nuestros cuerpos hacen lo que todos los demás hacen, pero de manera diferente, porque nuestro propósito ha cambiado de soñar a despertar, de la debilidad del aprisionamiento del ego a la fortaleza de la libertad del Espíritu Santo, de los intereses separados de especialismo a los intereses compartidos de perdón.
(7:3-4) «Tu Padre te ama. El mundo del dolor no es Su Voluntad. »
Un tema principal para las próximas lecciones es que la Voluntad de Dios para nosotros es felicidad, no dolor y sufrimiento, un tema que ya hemos señalado. Por lo tanto, si experimento dolor o lo percibo en alguien más, estoy haciendo una declaración que dice que este mundo, este cuerpo y mi ser no somos la Voluntad de Dios – todo porque veo dolor, siento dolor y lo he convertido en una realidad.
Sin embargo, no se nos pide que neguemos la incomodidad o el dolor que sentimos nosotros u otros; solo que nos demos cuenta de que reflejan un sistema de pensamiento que dice que hay una voluntad – la del ego – que está separada de la Voluntad de Dios. Que la voluntad de estar separado es la causa de todo dolor – mío o el de otros. Una vez más, no se nos pide que abandonemos el dolor, sino sólo que miremos el sistema de pensamiento que subyace a ello.
(7:5-6) «Perdónate a ti mismo el pensamiento de que eso fue lo que Él deseó para ti. Deja entonces que el Pensamiento con el que Él reemplazó todos tus errores se adentre en los sombríos lugares de tu mente que pensó los pensamientos que nunca fueron Su Voluntad.»
La responsabilidad recae sobre nosotros. Nosotros somos los que tenemos que elegir la Expiación, el Pensamiento del Espíritu Santo, y verlo como el reemplazo de los pensamientos tenebrosos del ego. Para efectuar ese reemplazo, debemos desempeñar nuestra función de perdón: trayendo la oscuridad a la luz. Dos pasajes del texto amplifican esta enseñanza de permitir que la luz y el amor del Espíritu Santo se adentren en los lugares sombríos de nuestras mentes, de donde los habíamos excluido. Así, su Luz entra a raudales para sanar todo el dolor causado por las tinieblas del ego:
“La única función del Espíritu Santo es facilitar la comunicación. Para poder restablecerla, por consiguiente, tiene que eliminar todo lo que la obstaculizaría. No le ocultes nada, por lo tanto, que pudiera obstaculizarla, pues Él no atacará a tus centinelas. Simplemente llévalos ante Él, y permite que Su dulzura te muestre que en la luz no son temibles y que no pueden servir de guardianes de las tenebrosas puertas tras las cuales no hay nada que se encuentre celosamente oculto. Abramos todas las puertas y dejemos que la luz entre a raudales.” (T-14.VI.8:1-5)
“El Espíritu Santo sólo te pide esto: que lleves ante Él todos los secretos que le hayas ocultado. Ábrele todas las puertas y pídele que entre en la obscuridad y la desvanezca con Su luz. Si lo invitas, Él entrará gustosamente. Y llevará la luz a la obscuridad si le franqueas la entrada a ella…Llévale, por lo tanto, todos tus pensamientos tenebrosos y secretos, y contémplalos con Él. Él abriga la luz y tú la obscuridad. Ambas cosas no pueden coexistir cuando las contempláis juntos.” (T-14.VII.6: 1-4,8-10)
Una vez más, llevar nuestros pensamientos tenebrosos de juicio a la luz del perdón del Espíritu Santo es el núcleo de nuestro plan de estudios, el propósito de Un Curso de Milagros.
(8:1-2) «Esa parte de tu mente le pertenece a Dios, al igual que el resto. Dicha parte no tiene pensamientos solitarios, ni los hace reales ocultándolos de Él.»
Nuestra mente correcta conserva el pensamiento de corrección; nuestra mente equivocada tiene todos los otros pensamientos. Son estos pensamientos – de especialismo y odio – los que tenemos que llevar al Espíritu Santo, el reflejo del Amor de nuestro Creador.
(8:3-9:1) «Deja pasar la luz, y ningún obstáculo te impedirá ver lo que Él dispone para ti. Pon al descubierto tus secretos ante Su benévola luz y observa cuán intenso es el fulgor con el que dicha luz todavía resplandece sobre ti. Practica con Su Pensamiento hoy, y deja que Su luz busque e ilumine todo rincón tenebroso, y que al brillar a través de ellos los una al resto. »
Esta es otra declaración del proceso de perdón, haciendo eco de los pasajes anteriores del texto. Con franqueza y honestidad, miramos con Jesús a los pensamientos de nuestro ego, sin vergüenza ni culpa, y así, sin prejuicios, acercamos la oscuridad de nuestro especialismo a la luz de su gentil deshacimiento. Hemos visto repetidamente que Jesús no puede desvanecer nuestras ilusiones a menos que le solicitemos su ayuda. Y ciertamente no podemos desvanecerlos sin él. Así es el perdón una empresa de colaboración; no es una ocurrencia entre dos socios especiales, sino entre nosotros y Jesús. Recordamos nuevamente sus palabras que hacen eco de nuestra mutua dependencia:
“…te necesito tanto como tú me necesitas a mí” (T-8.V.6:10)
(9:2-4) «La Voluntad de Dios es que tu mente sea una con la Suya. La Voluntad de Dios es tener solamente un Hijo. La Voluntad de Dios es que Su único Hijo eres tú.»
Este tema de la unicidad es recurrente, ya que el fundamento de la enseñanza de Jesús es la Unicidad del Cielo, y su reflejo en la tierra que nos devuelve al estado unificado que nunca dejamos.
(9:5-8) «Reflexiona sobre estas cosas durante las prácticas de hoy, y da comienzo a la lección que vamos a aprender hoy con estas instrucciones relativas a la verdad:
La salvación es mi única función aquí.
La salvación y el perdón son lo mismo. »
Dirígete entonces a Aquel que comparte contigo tu función aquí, y permítele que te enseñe lo que necesitas aprender para poder dejar de lado todo miedo y reconocer a tu Ser como un amor que no tiene opuesto en ti.
Por consiguiente, afirmamos nuestra voluntad de aprender las lecciones de nuestro nuevo Maestro, con la esperanza de reforzar lo que Él quiere que aprendamos. Nuestro reconocimiento de que identificarnos con el ser del ego nos ha traído solo miedo e infelicidad es lo que nos motiva a continuar nuestro feliz viaje con Aquel que nos llevará a nuestro Ser.
(10:1-3) «Perdona todo pensamiento que se oponga a la verdad de tu compleción, unidad y paz. No puedes perder los regalos que tu Padre te dio. No es tu deseo ser otro ser.»
Es importante reconocer que hay una parte de nosotros que quiere ser este otro ser. Necesitamos dejar ir esto si queremos recordar que somos uno con Dios. Sin mirar esta resistencia a la verdad, no hay ninguna esperanza de minimizarla lo suficiente como para permitir que el reflejo de la verdad ocupe más y más nuestras mentes, permitiendo que la oscuridad de nuestra separación sea reemplazada por la luz de la unidad. Así aprendemos que el regalo que creíamos haber perdido fue mantenido para nosotros en salvaguarda a través de su Recuerdo; así aprendemos que somos perdonados por el pecado de robar que nunca cometimos. Esta tranquilidad encuentra una expresión encantadora en los siguientes fragmentos del poema de Helen, “El Regalo del Cielo”:
“Nadie puede robar el infinito.
Nadie puede alejarse del todo.
Su misma plenitud es una garantía. Está completo para siempre.
Nadie puede disminuir el amor. Es en sí mismo El Gran Restaurador.
No puede sino devolver Todo lo que es tomado de sí mismo.
No conoce Ninguna pérdida, ningún límite ni disminución.”
(Los Regalos de Dios, p.80)
(10:4-7) «No tienes ninguna función que no sea de Dios. Perdónate a ti mismo la que crees haber inventado. El perdón y la salvación son lo mismo. Perdona lo que inventaste y te habrás salvado.»
Es la oscuridad que nace de nuestra creencia de que usurpamos la función de crear de Dios lo que estableció la necesidad de nuestra función terrenal de perdón. Al perdonar lo que nunca hicimos, eliminamos el velo que interfirió con nuestro recuerdo de que nuestra función en el Cielo es una con la de nuestro Creador, y que nunca podemos separarnos de ella. Así somos salvados por la Expiación de lo que nunca fue, porque el perdón deshace la ilusión. A propósito, la oración final se hace eco de la de la Lección 93: “Tú piensas que se te está destruyendo, sin embargo, se te está salvando.” (4:4). El problema es que no lo creemos. La culminación del “pecado” es la invención de nuestro ser, con el cual nos identificamos, y entonces no creemos que al dejar ir este ser especial, seremos salvos. Esto es lo que tenemos que aprender, y estos ejercicios son parte del plan de Jesús de deshacer las creencias falsas sobre nosotros mismos (y otros), para que puedan ser reemplazadas por la verdad.
(11) «Hay un mensaje especial para hoy que tiene el poder de eliminar para siempre de tu mente cualquier forma de duda o de temor. Si te asalta la tentación de creer que son reales, recuerda que las apariencias no pueden resistirse a la verdad que encierran estas poderosas palabras:
La salvación es mí única función aquí.
Dios sigue siendo Amor, y esto no es Su Voluntad.»
Jesús nuevamente nos está pidiendo que usemos estos pensamientos siempre que estemos tentados de creer que no son ciertos. La luz no puede desvanecer la oscuridad de nuestro ego a menos que llevemos la oscuridad a ella. La vigilancia solicitada por estos ejercicios facilita el proceso de curación: nuestra única función aquí.
(12) «La única función que tienes te dice que eres uno. Recuérdate esto a ti mismo durante los intervalos de tiempo que transcurren entre los períodos en que das cinco minutos para compartirlos con Aquel que comparte el plan de Dios contigo. Recuérdate a ti mismo lo siguiente:
La salvación es mi única función aquí.
De esta manera, depositas el perdón en tu mente y dejas que todo temor sea suavemente descartado, para que el amor pueda encontrar el lugar donde le corresponde estar en ti y mostrarte que tú eres el Hijo de Dios.»
Este último párrafo resume la «forma» y el «contenido» de la lección. La diligencia al aplicar el mensaje especial de la lección a todas las situaciones angustiantes en nuestro día – la «forma» – refleja la decisión de la mente de “dejar que todo temor sea suavemente descartado” – el «contenido» – a medida que el perdón lo reemplaza con el amor que gentilmente nos lleva a Casa a nuestro Ser: el único Hijo de Dios.”
~ Del libro “Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM” por el Dr. Kenneth Wapnick.
LECCIÓN 99
La salvación es mi única función aquí.
Comentada por:
Oscar Gómez Díez
Esta lección nos plantea que sucedió *"algo aparte o diferente de la Voluntad de Dios."* algo que *"anda mal, algo de lo cual es necesario que se nos salve y se nos perdone; algo impropio que necesita corrección"* ese algo es la separación. Nuestra creencia que nos separamos de nuestro Padre. El sueño de separación que nos llevó a fabricar este mundo, y del cual necesitamos despertar. Ese error requiere de una corrección que nos salve de esta esclavitud auto infligida que hemos inventado, pero de la cual hemos acusado a Dios de todos nuestros males percibidos. Cada vez que nos sucede algo, desde un desastre natural, una enfermedad, o la muerte de un ser querido, salimos a decir que "fue la Voluntad de Dios" o que es "la ira de Dios" como castigo por nuestros pecados. Mientras sigamos proyectando nuestras culpas sobre Dios será muy difícil que despertemos de este sueño de separación, pues miramos la causa fuera de nosotros y no dentro de nosotros, si no asumimos que somos la causa de la creencia en la separación no haremos lo que tenemos que hacer para resolverla. No podemos volver a Dios acusándolo de lo que nos sucede, de ahí que la práctica de esta lección nos recuerda que: *"Dios sigue siendo Amor, y esto no es Su Voluntad."*
Si dejamos de odiar o de temer a Dios, y recordamos que Él es sólo Amor, nos estamos perdonando nuestra falsa creencia respecto a Dios, estamos deshaciendo nuestro error de separación y estamos volviendo a la unidad con el Padre, estamos reconociendo que Su Voluntad es solo Amor. En ese momento estamos asumiendo que *"La salvación es mi única función aquí."* y que la salvación y el perdón son lo mismo.
Pero mientras no demos ese paso, seguiremos atrapados en este mundo, por eso Jesús nos dice en el Prefacio del Curso que una vez que entramos en el mundo de la percepción es muy difícil salir del mismo sin ayuda. Esa ayuda es el plan de Dios para la salvación.
Para solucionar esta anomalía, ese "algo," se debió resolver como llevarnos de la locura a la cordura, sin pasar por el sacrificio o el dolor, de ahí que se nos plantee una serie de preguntas cuyas respuestas nos permitirán comprender la función del perdón en este mundo. La primera pregunta nos plantea ¿como unir lo que está separado con lo que está unido,? que es lo mismo que decir ¿como unir este mundo con el Cielo? si son incompatibles, o ¿como unir la ilusión con la verdad? O ¿como unir la mente que se cree separada con la mente está unida?
*"¿Qué podría unir a la mente y a los pensamientos separados con la Mente y el Pensamiento que están eternamente unidos?"*
Responder a esta pregunta requiere formular un plan que sea efectivo y amoroso
*"¿Qué plan podría reconocer las necesidades que plantean las ilusiones y proponer medios con los que eliminarlas sin ataque o ápice alguno de dolor, y no violar la verdad?"* en otras palabras, como responder amorosamente a un sueño de separación que niega al amor?
Y la respuesta es la Expiación y el perdón.
*"¿Qué podría ser este plan sino un Pensamiento de Dios mediante el cual se pasa por alto lo que nunca ocurrió y se olvidan los pecados que nunca fueron reales?"*
El perdón ve más allá del error, ve la luz de la verdad más allá de las aparentes formas, mas allá de las conductas, ve la inocencia del Hijo de Dios *"y se olvidan los pecados que nunca fueron reales?"*
En esta lección el Curso nos plantea una reflexiones de tipo metafísico, pues la separación ha dado *"lugar a un estado de aparente conflicto entre lo que es y lo que nunca podría ser."* Resolver este aparente conflicto, de cómo la verdad resuelve el error, pues todo lo que haga parte de este mundo se vuelve ilusorio, de ahí que *"La salvación se convierte ahora en la zona fronteriza entre la verdad y las ilusiones."* en esa zona fronteriza hay que tender un puente, ese puente son los milagros y el perdón, que *"Refleja la verdad porque es el medio a través del cual puedes escaparte de las ilusiones."* Pero *"No obstante, no es la verdad porque cancela lo que nunca ocurrió."* en el estado del Cielo donde todo es perfecto amor, no existe el perdón, pues no hay nada que perdonar, si el perdón no existe en el Cielo no es real, pero la mente que se cree separada cree que este mundo es real. El perdón se convierte en un mecanismo ilusorio, que nos lleva de la ilusión a la verdad, del miedo al amor. El milagro y el perdón no se generaron en este mundo, pero se diseñaron para que operen en este mundo, no están sujetos al tiempo pero actúan dentro del tiempo con el propósito de colapsarlo. El perdón nos lleva desde el presente a la eternidad.
El Espíritu Santo es el encargado de llevar a cabo el plan de Dios para la salvación y *"Él sabe que hay algo que no puede sino seguir siendo verdad: que Dios sigue siendo Amor, y que eso que ves no es Su Voluntad."* y eso nos lo recuerda en cada momento y en cada lugar. Por eso Jesús nos recuerda que *"La salvación es tu función, juntos con Aquel a Quien se le confió el plan."*
*"Ahora se te confía a ti junto con Él. Él tiene una respuesta para todas las apariencias sea cual sea la forma, el tamaño, el volumen o los atributos que parezcan tener,"* acordémonos siempre de pedir la guía del Espíritu Santo.
*PRÁCTICA:*
Aquiétate durante los primeros 5 minutos de cada hora, y dite en silencio:
*"La salvación es mi única función aquí."*
*"Dios sigue siendo Amor, y esto no es Su Voluntad."*
La lección pide asegúrarte de practicar bien esta idea, pues tras estas palabras se encuentra tu libertad. En que consiste la práctica?
Primero te aquietas mientras vas repitiendo la idea del día, invitas al Espíritu Santo que entre a tu mente y te ayude a buscar la oscuridad que hay en ti: culpas, miedos, conflictos, enfermedades, carencias, resentimientos, etc. Y cada vez que identifiques una situación específica te dices:
*"La salvación es mi única función aquí."*
*"Dios sigue siendo Amor,"* y este problema que tengo con...... *"no es Su Voluntad."*
*"La salvación es mi única función aquí."*
*"Dios sigue siendo Amor, y"* esta enfermedad que tengo ..... *"no es Su Voluntad."*
*"Tu Padre te ama. El mundo del dolor no es Su Voluntad. Perdónate a ti mismo el pensamiento de que eso fue lo que Él deseó para ti."*
Permita que el Espíritu Santo contemple contigo las partes oscuras de tu mente, y las ilumine con la luz de la verdad. Tienes que ser muy específico con cada pensamiento errado, y aplicarle la idea del día.
*"Practica con Su Pensamiento hoy, y deja que Su luz busque e ilumine todo rincón tenebroso, y que al brillar a través de ellos los una al resto."*
*REPETICIONES FRECUENTES:*
Repite y reflexiona sobre estas ideas a lo largo del día, varias veces cada hora, entre los intervalos de la sesión de 5 minutos de cada hora:
*"La salvación es mi única función aquí."*
*"La salvación y el perdón son lo mismo."*
*"La salvación es mi única función aquí."*
*RESPUESTA A LA TENTACIÓN:*
En casos conflictivos que experimentes durante el día, te dices lo siguiente:
*"La salvación es mi única función aquí."*
*"Dios sigue siendo Amor, y esto no es Su Voluntad."*
La salvación es mi responsabilidad, el perdón es lo único real que puedo hacer en este mundo, cuando acepto esta función, el Espíritu Santo estará presto a ayudarme y guiarme en este proceso de regreso a casa. No lo aplacemos, no nos distraigamos con los ilusorios trucos de nuestro ego, miremos más allá de nuestros errores o de los aparentes errores de nuestros hermanos, dejemos de culpar a Dios, y propongámonos ver la luminosa luz de la verdad y el amor que nos espera tras nuestro perdón.
CELEBRANDO EL MILAGRO
CELEBRA LA CORRECCIÓN QUE OCURRE AHORA
BENDICIONES!