*LECCIÓN 124*
*Que no me olvide de que soy uno con Dios.*
1. Hoy volvemos a dar gracias de que nuestra Identidad se encuentre en Dios. ²Nuestro hogar está a salvo, nuestra protección garantizada en todo lo que hacemos, y tenemos a nuestra disposición el poder y la fuerza para llevar a cabo todo cuanto emprendamos. ³No podemos fracasar en nada. ⁴Todo lo que tocamos adquiere un brillante resplandor que bendice y sana. ⁵En unión con Dios y con el universo seguimos adelante llenos de regocijo, teniendo presente el pensamiento de que Dios Mismo va con nosotros a todas partes.
2. ¡Cuán santas son nuestras mentes! ²Todo cuanto vemos refleja la santidad de la mente que es una con Dios y consigo misma. ³¡Cuán fácilmente desaparecen los errores y la muerte da paso a la vida eterna ⁴Nuestras luminosas huellas señalan el camino a la verdad, pues Dios es nuestro Compañero en nuestro breve recorrido por el mundo. ⁵Y aquellos que vienen para seguirnos reconocerán el camino porque la Luz que nos acompaña se rezaga, si bien no se separa de nosotros según seguimos adelante.
3. Lo que recibimos es el eterno regalo que hemos de dar a aquellos que han de venir después, así como a los que vinieron antes o a los que estuvieron con nosotros por algún tiempo. ²Y Dios, que nos ama a todos con el amor equitativo con el que fuimos creados, nos sonríe y nos ofrece la felicidad que dimos.
4. Hoy no pondremos en duda Su Amor por nosotros, ni cuestionaremos Su protección ni Su cuidado. ²Ninguna absurda ansiedad podrá venir a interponerse entre nuestra fe y nuestra conciencia de Su Presencia. ³Hoy somos uno con Él en reconocimiento y en recuerdo. ⁴Lo sentimos en nuestros corazones. ⁵Sus Pensamientos se encuentran en nuestras mentes y nuestros ojos ven Su hermosura en todo cuanto contemplamos. ⁶Hoy vemos únicamente lo amoroso y lo que es digno de amor.
5. Lo vemos en lo que aparenta ser doloroso, y el dolor da paso a la paz. ²Lo vemos en los que están desesperados; en los tristes y en los compungidos; en los que creen estar solos y amedrentados, y a todos se les devuelve la tranquilidad y la paz interior en la que fueron creados. ³Y lo vemos igualmente en los moribundos y en los muertos, restituyéndolos así a la vida. ⁴Y podemos ver todo esto porque primero lo vimos en nosotros mismos.
6. A aquellos que saben que son uno con Dios jamás se les puede negar ningún milagro. ²Ni uno solo de sus pensamientos carece del poder de sanar toda forma de sufrimiento en cualquier persona, sea ésta de tiempos pasados o aún por venir, y de hacerlo tan fácilmente como en las que ahora caminan a su lado. ³Sus pensamientos son intemporales y no tienen nada que ver ni con el tiempo ni con la distancia.
7. Nos unimos a esta conciencia al decir que somos uno con Dios. ²Pues con estas palabras afirmamos también que estamos sanos y salvos, y que podemos salvar y sanar. ³Ahora queremos dar lo que hemos recibido. ⁴Pues queremos conservar los regalos que nuestro Padre nos dio. ⁵Hoy deseamos tener la experiencia de que somos uno con Él, de modo que el mundo pueda compartir con nosotros nuestro reconocimiento de la realidad. ⁶Al nosotros tener esta experiencia el mundo se libera. ⁷Y al negar que estamos separados de nuestro Padre, el mundo sana junto con nosotros.
8. ¡Que la paz sea contigo hoy! ²Asegura tu paz practicando volverte consciente de que eres uno con tu Creador, tal como Él es uno contigo. ³En algún punto hoy, cuando te parezca más conveniente, dedica media hora al pensamiento de que eres uno con Dios. ⁴Ésta es la primera vez que intentamos llevar a cabo una sesión prolongada para la cual no se establecen reglas ni se sugieren palabras especiales con las que dirigir la meditación. ⁵Hoy confiaremos en que la Voz de Dios nos hablará cuando lo crea oportuno, seguros de que no habrá de fallar. ⁶Permanece con Él durante esa media hora. ⁷Él se encargará del resto.
9. El beneficio que ello te ha de aportar no será menor porque creas que no está pasando nada. ²Quizá no estés listo hoy para aceptar este beneficio. ³Pero en algún punto y en algún lugar te llegará y lo reconocerás cuando emerja con certeza en tu mente. ⁴Esta media hora estará enmarcada en oro, y cada minuto será como un diamante incrustado alrededor del espejo que este ejercicio te ofrece. ⁵Y verás en él la faz de Cristo reflejando la tuya.
10. Tal vez hoy, tal vez mañana, veas tu propia transfiguración en el espejo que esta santa media hora te presenta para que te mires en él. ²Cuando estés listo, la encontrarás allí, en lo profundo de tu mente, en espera de ser hallada. ³Recordarás entonces el pensamiento al que dedicaste esta media hora, y lleno de agradecimiento te darás cuenta de que nunca podrías haber hecho una mejor inversión del tiempo.
11. Tal vez hoy, tal vez mañana, mires en ese espejo y comprendas que la inmaculada luz que ves emana de ti; que la hermosura que en él contemplas es la tuya propia. ²Considera esta media hora como el regalo que le haces a Dios, con la certeza de que lo que Él te dará a cambio será una sensación de amor que sobrepasa tu entendimiento; una dicha tan profunda que excede tu comprensión y una visión tan santa que los ojos del cuerpo no la pueden ver. ³Sin embargo, puedes estar seguro de que algún día, tal vez hoy, tal vez mañana, entenderás, comprenderás y verás.
12. Añade más gemas al marco dorado que enmarca al espejo que hoy se te ofrece repitiendo cada hora para tus adentros:
_²Que no me olvide de que soy uno con Dios, en unión con todos mis hermanos y con mi Ser, en eterna paz y santidad._
de CELEBRANDO EL MILAGRO
LECCIÓN 124
Que no me olvide de que soy uno con Dios.
Comentada por:
Jorge Luis Álvarez Castañeda
*¡Que la paz sea con nosotros hoy!*
Jesús, en esta lección, quiere que practiquemos y sintamos nuestra unicidad con Dios, es decir, que tomemos consciencia de la necesidad de dejar a un lado la separación que no nos ha traído sino sufrimiento y dolor. Es una lección muy bella que refleja nuestro verdadero Ser basado en la perfecta unidad con Dios.
Jesús, nos dice:
_”Hoy volvemos a dar gracias de que nuestra Identidad se encuentre en Dios. Nuestro hogar está a salvo, nuestra protección garantizada en todo lo que hacemos, y tenemos a nuestra disposición el poder y la fuerza para llevar a cabo todo cuanto emprendamos. No podemos fracasar en nada. En unión con Dios y con el universo seguimos adelante llenos de regocijo, teniendo el pensamiento de que Dios Mismo va con nosotros a todas partes.”_
Que maravilla de párrafo. Jesús nos propone reconocer que agradezcamos que la identidad del ser con minúscula, del personaje, que hemos fabricado durante nuestra vida guiada por el ego no es nuestra verdadera Identidad como el Hijo de Dios, el Cristo, el Ser que somos. Y que siempre contamos con Dios. Esa es la experiencia que en el día de hoy nos propone Jesús.
Nos propone un tengamos una práctica larga de treinta minutos en el momento que creamos más conveniente para que nos sintamos unidos a Dios, para que practiquemos con el pensamiento de que somos uno con Dios.
En la lección, Jesús, nos propone que sintamos la unidad con Dios; que sintamos la santidad de nuestras mentes correctas cuando practicamos el perdón; que sintamos el dejar de lado la culpabilidad y que creamos que somos inocentes; que sintamos que nuestra realidad va más allá del cuerpo porque lo que somos es espíritu; que sintamos nuestra unidad con nuestros hermanos, pues ellos, también, son Hijos de Dios y, así, como los veamos a ellos, nos veremos a nosotros mismos.
Hoy, nos propone que no pongamos en duda:
_”Su Amor por nosotros, ni cuestionaremos Su protección ni Su cuidado”_,
es decir, que no le hagamos caso al ego que quiere que pongamos obstáculos al Amor de Dios.
Y así
_“ninguna absurda ansiedad podrá venirse a interponerse entre nuestra fe y nuestra conciencia de Su Presencia”_
para ello, debemos primero ser conscientes que estamos sintiendo ansiedad, no ocultarla ni negarla, para ver que no tiene ningún poder ante la conciencia de que:
_“Hoy somos uno con Él en reconocimiento y en recuerdo.”_
Continúa Jesús:
_“Hoy vemos únicamente lo amoroso y lo que es digno de amor.”_
Que propósito tan maravilloso este. Recordemos lo que hemos estudiado sobre la proyección y la percepción. Lo que vemos, en nuestro interior, es lo que vemos afuera. Y esto se debe al maestro que elijamos para ver. Si tenemos pensamientos amorosos, de perdón, de unidad, de paz, de felicidad, de bondad, de agradecimiento…es porque hemos elegido al Espíritu Santo como nuestro maestro. Y esos pensamientos amorosos se reflejan afuera en la relación con nuestros hermanos, con la naturaleza, con todo lo que esté a nuestro alrededor. Si elijo al ego como maestro para que dirija mis pensamientos tendré pensamientos conflictivos y de ataque que se traducirán afuera en relaciones conflictivas.
Jesús nos dice:
_”Nos unimos a esta conciencia al decir que somos uno con Dios”_.
Al decir que somos uno con Dios quiere decir que no somos uno con el ego y que no estamos jugando a la separación, a la culpa y el miedo. Decir que soy uno con Dios es afirmar que no estoy separado de mi Padre. Decir que soy uno con Dios quiere decir que acepto la paz de Dios.
Así nos dice Jesús:
_”¡Que la paz sea contigo hoy! Asegura tu paz practicando la conciencia de que eres uno con tu Creador, tal como Él es uno contigo.”_
En esta práctica de media hora no se dan instrucciones de cómo hacerla. Jesús, confía en lo que hemos aprendido para que lo practiquemos y que nos dejemos guiar por el Espíritu Santo. En esta práctica de media hora es muy posible que lleguen pensamientos distractores del objetivo de la lección que es sentir que somos uno con Dios. Si esto pasa no te juzgues, ni critiques por esto. Simplemente observa calmadamente ese pensamiento. Sin engancharte en los pensamientos que aparezcan. Si persisten puedes repetir la idea de la lección. Pide la ayuda del Espíritu Santo. Su Voz de Amor puede escucharse- no en palabras- sino en la experiencia de una sensación amorosa, no específica, que te producirá calma y bienestar.
Esta media hora con Dios será maravillosa. Para las prácticas cada hora repite para tus adentros:
_Que no me olvide que soy uno con Dios, en unión con todos mis hermanos y con mi Ser, en eterna paz y gratitud_.
Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior. Hagan la lección como se les propone en compañía del Espíritu Santo y de Jesús, sin olvidarse de reír.
Muchas, muchísimas, bendiciones.
Jorge Luis Álvarez Castañeda
Kenneth Wapnick
Que no me olvide de que soy uno con Dios
Lección 124
“Aquí (Lección 124) encontramos el tema de la unicidad, cuya comprensión significa reconocer cuánto no queremos dejar ir la separación. Para decirlo de nuevo, lo que es positivo en Un Curso de Milagros es deshacer lo negativo, porque este no es un curso sobre el Cielo, donde lo único verdaderamente Positivo puede ser encontrado. El sistema de pensamiento de separación es la causa de todos nuestros problemas, y su deshacimiento nos lleva a recordar quiénes somos Nosotros. El proceso, al igual que esta lección, comienza con una expresión de gratitud:
(1:1) «Hoy volvemos a dar gracias de que nuestra Identidad se encuentre en Dios.»
Damos gracias en la medida en que estamos dispuestos a decir: ya no quiero ser quien pensé que era – una persona única y especial, separada del Creador; ya no quiero tener la razón.
(1:2-5) «Nuestro hogar está a salvo, nuestra protección garantizada en todo lo que hacemos, y tenemos a nuestra disposición el poder y la fuerza para llevar a cabo todo cuanto emprendamos. No podemos fracasar en nada. Todo lo que tocamos adquiere un brillante resplandor que bendice y que sana. En unión con Dios y con el universo seguimos adelante llenos de regocijo, teniendo presente el pensamiento de que Dios Mismo va con nosotros a todas partes.»
A medida que hagamos esta lección y leamos las bellas e inspiradoras palabras de Jesús, debemos ser conscientes de una parte dentro de nosotros que no le cree. Además, hay una parte que no quiere creerle. Hemos fabricado un mundo en el que somos vulnerables en todo momento y, sin embargo, es un mundo en el que nos sentimos cómodos de manera extraña y perversa. Nuestro aprendizaje, por lo tanto, nos aleja de aquí, ya que elegimos la fortaleza de Cristo en lugar de nuestra debilidad (T-31.VIII.2: 3). A medida que el viaje continúa, llegamos a saber que no fracasamos en nada debido a Quién camina con nosotros y Quiénes somos. Las hermosas palabras de Jesús dejan así de ser meras palabras, sino símbolos de nuestra realidad.
(2:1) «¡Cuán santas son nuestras mentes!»
Nuestras mentes obviamente no son muy santas si pensamos que existimos como individuos. La culpabilidad no es santa, pero recordamos la santidad de la mente cuando reconocemos que el Amor de Dios es lo único que queremos. La santidad se encuentra en nuestras mentes correctas, a las cuales regresamos cuando perdonamos. Así recordamos nuestras mentes santas al perdonar nuestras profanas proyecciones en otros. Una de las líneas más hermosas en Un Curso de Milagros afirma:
“El más santo de todos los lugares de la tierra es aquel donde un viejo odio se ha convertido en un amor presente.” (T-26.IX.6: 1).
(2:2) «Todo cuanto vemos refleja la santidad de la mente que es una con Dios y consigo misma.»
Esto es así, ya que todo lo que vemos con nuestros ojos refleja la falta de santidad de la mente al creer que no es una con Dios o consigo misma. Una vez que elegimos ser un individuo y reforzamos la creencia en la separación, la mente se llenó con la oscuridad de la culpabilidad. El mundo surgió a partir de este pensamiento como una sombra cuyo propósito era ocultarla. Cuando cambiamos nuestro maestro, nos unimos a la luz, y todo lo que vemos a través de la visión la refleja. Para continuar el pasaje citado anteriormente, leemos cómo Dios y Cristo regresan al templo del perdón que Les ha dado la bienvenida, mientras el mundo se llena con la luz reflejada en el Amor y la gratitud del Cielo:
“Y Ellos acuden sin demora al templo viviente, donde se les ha preparado un hogar. No hay un lugar en el Cielo que sea más santo. Y Ellos han venido a morar en el templo que se les ha ofrecido para que sea Su lugar de reposo, así como el tuyo. Lo que el odio le ha entregado al amor, se convierte en la luz más brillante de todo el resplandor del Cielo. Y el fulgor de todas las luces celestiales cobra mayor intensidad, como muestra de gratitud por lo que se les ha restituido.” (T-26.IX.6:2-6)
(2:3) «¡Cuán fácilmente desaparecen los errores y la muerte da paso a la vida eterna!»
Jesús no está hablando de la vida eterna en el cuerpo; solo en el pensamiento, que es todo de lo que él habla. Por lo tanto, cuando elegimos al ego, hacemos real el pensamiento de muerte; cuando elegimos al Espíritu Santo, la irrealidad de este pensamiento es evidente, y el recuerdo de nuestra vida eterna como Cristo se convierte en lo único con lo que nos identificamos.
(2:4) «Nuestras luminosas huellas señalan el camino a la verdad, pues Dios es nuestro Compañero en nuestro breve recorrido por el mundo.»
En la medida en que camino con Jesús, me convierto en un recordatorio. Mis luminosas huellas señalan el camino para los demás, ya que ejemplifico la elección de mentalidad correcta. De hecho, elegir el perdón para mí mismo es mi única función en el mundo, lo que me permite convertirme en el símbolo de la verdad en que se ha convertido Jesús. Por la paz y el amor que la gente experimenta en mí, escuchan el mensaje: “La misma elección que hice está disponible para ti, porque nuestras mentes son una sola”.
(2:5) «Y aquellos que vienen para seguirnos reconocerán el camino porque la luz que nos acompaña se rezaga, si bien, no se separa de nosotros según seguimos adelante.»
La luz se rezaga en la medida en que todavía está en la mente del Hijo de Dios – dentro de mí, pero también dentro de todos los demás. Es un recordatorio, para repetir este punto importante, que dice que la elección que yo hice tú también la puedes hacer. Esto ocurre dentro de la mente, aunque parece estar dentro del sueño de los cuerpos. De hecho, tenemos muchos símbolos – Jesús entre los más destacados – a quienes señalamos como modelos para la elección correcta. Los buscamos, entendiendo que debido a que eligieron correctamente, y las mentes son una, podemos hacer esa misma elección. De hecho, ¡ya la hemos hecho!
Sin embargo, debes tener cuidado de no identificarte con el comportamiento de otras personas, ya que es con sus mentes que deseas identificarte. No tiene sentido emular las apariencias externas; por ejemplo, cómo las personas actúan, se visten, hablan o comen. El único enfoque adecuado es el proceso de elección de la mentalidad correcta. Cuando Jesús nos dice que lo tomemos como nuestro modelo de aprendizaje (p. Ej., T-6.in.2: 1), en realidad no se está refiriendo a la vida bíblica con la que las personas lo asocian, sino a la elección de su mente en favor de la verdad en lugar de la ilusión – la separación nunca ocurrió, porque el Espíritu Santo es la verdadera Voz de la mente.
(3:1) «Lo que recibimos es el eterno regalo que hemos de dar a aquellos que han de venir después, así como a los que vinieron antes o a los que estuvieron con nosotros por algún tiempo.»
En otras palabras, pasado, presente y futuro son uno. Cuando elijo el instante santo, aprendo que la ilusión de separación no tuvo ningún efecto – no hubo pecado, culpa o miedo, y por lo tanto no hubo tiempo lineal. En la unicidad del instante santo, por lo tanto, soy uno con la Filiación: pasada, presente y futura.
(3:2-4:1) «Y Dios, que nos ama a todos con el amor equitativo con el que fuimos creados, nos sonríe y nos ofrece la felicidad que dimos. Hoy no pondremos en duda Su Amor por nosotros, ni cuestionaremos Su protección ni Su cuidado.»
Esta aceptación es posible solo cuando nos damos cuenta de cuánto dudamos de Su Amor y no confiamos en Su protección o cuidado. Después de todo, ¿cómo podría Él cuidarme o protegerme, y mucho menos amarme, si yo soy el que Lo traicionó? Es por eso que debemos darnos cuenta de que la manera de experimentar el Amor de Dios es liberando las interferencias a Su Presencia. Huelga decir que Jesús nos habla en símbolos – Dios no nos sonríe literalmente, sin embargo, Su Amor trasciende el amor especial (o desigual) del ego que nos haría creer, por ejemplo, que Él sonríe a «algunos» de los hijos de la Filiación, pero no a todos, o a «algunos» de la Filiación «algunas» veces, pero no todo el tiempo.
(4:2-6) «Ninguna absurda ansiedad podrá venir a interponerse entre nuestra fe y nuestra conciencia de Su Presencia. Hoy somos uno con Él en reconocimiento y en recuerdo. Lo sentimos en nuestros corazones. Sus Pensamientos se encuentran en nuestras mentes y nuestros ojos ven Su hermosura en todo cuanto contemplamos. Hoy vemos únicamente lo amoroso y lo que es digno de amor.»
Primero debemos ser conscientes de las ansiedades, antes de darnos cuenta de que no tienen ningún poder. Primero eliminamos la interferencia antes de que podamos ver, la estática antes de que podamos escuchar. Reconociendo nuestra fe en el ego, corregimos el error y recordamos la Presencia de la verdad. Identificándonos luego con los Pensamientos de paz, los pensamientos de conflicto se disuelven en la nada. En lugar de la guerra, “vemos únicamente lo amoroso y lo que es digno de amor” cuando el recuerdo de Dios alborea en nuestras mentes serenas y santas.
Para replantear este importante punto, no usamos estas declaraciones como afirmaciones para cubrir el sistema de pensamiento del ego, sino como declaraciones de la verdad a las que llevamos el sistema de pensamiento del ego. El siguiente párrafo describe este proceso:
(5) «Lo vemos [lo amoroso y lo que es digno de amor] en lo que aparenta ser doloroso, y el dolor da paso a la paz. Lo vemos en los que están desesperados, en los tristes y en los compungidos, en los que creen estar solos y amedrentados y a todos se les devuelve la tranquilidad y la paz interior en la que fueron creados. Y lo vemos igualmente en los moribundos y en los muertos, restituyéndolos así a la vida. Y podemos ver todo esto porque primero lo vimos en nosotros mismos.»
Este es el mismo pensamiento expresado en la Lección 122, que habla de que vemos lo “inmutable en medio del cambio”. A medida que avanzamos en nuestro día, no negamos las apariencias de dolor en nosotros mismos y en los demás, ni negamos lo que es angustiante – miedo, soledad y muerte. Vemos las percepciones de nuestro ego, pero nos damos cuenta de que provienen de un pensamiento que primero vimos dentro de nosotros mismos. «La proyección da lugar a la percepción» sigue siendo el corazón de las enseñanzas de Jesús: miro dentro, elijo al ego o al Espíritu Santo como mi maestro, la culpa o el perdón como mi verdad, y de esa elección surge un mundo. Si la culpa es mi elección, veo el mundo que Jesús describe aquí – un lugar de dolor, angustia y muerte. Lo habré hecho real porque hice real el pensamiento de culpa. En ese punto, todo lo que se describe arriba debe ser así: el «efecto» sigue a la «causa». Si, por otro lado, elijo el perdón, deshago la separación porque me he unido al Amor de Dios, lo que significa que no puede haber pecado, culpa o temor. Por lo tanto, no podría haber dolor, soledad o muerte. Una vez que se elimina la «causa», los «efectos» se eliminan también.
La última frase es la clave: “Y podemos ver todo esto porque primero lo vimos en nosotros mismos.” Cuando Jesús dice “y lo vemos igualmente en los moribundos y en los muertos, restituyéndolos así a la vida”, no está hablando de la resurrección física , ni nos alienta a ir a funerarias o cementerios, decir palabras como estas y esperar que la gente se levante. Todo esto no tiene nada que ver con el cuerpo porque la muerte es solo un pensamiento de culpa. La muerte termina cuando elegimos contra el pensamiento «en nosotros mismos»: la culpabilidad del ego.
Cuando tu mente camina con Jesús, por lo tanto, no ves la muerte como real porque sabes que el cuerpo es una ilusión, una mera figura en un sueño. Además, te das cuenta de que la persona que aparece como esa figura onírica es una contigo en la mente; no solo en la separación, sino en la Expiación. Más allá de eso, por supuesto, la persona es una contigo en la Mente de Cristo, en la que no hay muerte, soledad o dolor. Hay dos lugares en Un Curso de Milagros donde Jesús nos instruye para reconocer qué maestro y lecciones hemos elegido. En el texto:
“Siempre que tienes miedo, de la clase que sea -y tienes miedo si no estás experimentando una profunda felicidad, certeza de que dispones de ayuda o una serena confianza de que el Cielo te acompaña- ten por seguro que has forjado un ídolo que crees que te va a traicionar. Pues bajo tus esperanzas de que el ídolo te salve yace la culpabilidad y el dolor de la auto-traición y de la incertidumbre, tan profundos y amargos, que el sueño no puede ocultar completamente tu sensación de fracaso. El resultado de tu auto-traición tiene que ser el miedo, pues el miedo es un juicio, y conduce inevitablemente a la frenética búsqueda de ídolos y de muerte.” (T-29.IX.9)
Y del libro de ejercicios, en una lección que examinaremos más adelante:
“¿Cómo puedes saber cuándo estás viendo equivocadamente o cuándo no está alguien percibiendo la lección que debería aprender? ¿Parece ser real el dolor en dicha percepción? Si lo parece, ten por seguro que no se ha aprendido la lección, y que en la mente que ve el dolor a través de los ojos que ella misma dirige permanece oculta una falta de perdón.” (W-pI.193.7)
Estos pasajes enfatizan que los problemas de miedo y dolor tienen su causa en la autopercepción. Si ves el dolor como real en ti mismo o en los demás, experimentas miedo y pérdida de paz, es porque primero hiciste que la culpa sea real en tu mente. Los muertos se levantan y los enfermos se curan no por una intervención física, sino por un cambio en ti: «la proyección da lugar a la percepción». Si solo hay un pensamiento de amor en tu mente, que Jesús representa, ya no podría haber percepciones de dolor, sufrimiento y muerte. No significa que tu los ojos del cuerpo no los ven, pero no les darás el poder de afectarte.
Para repetir, Jesús no está hablando de lo que ven los ojos de nuestros cuerpos, sino de nuestra «interpretación» de los datos sensoriales. Dos breves pasajes, por ejemplo, expresan la función interpretativa de la percepción:
“Todas tus dificultades proceden del hecho de que no te reconoces a ti mismo, ni reconoces a tu hermano, ni reconoces a Dios. Reconocer significa “conocer de nuevo”, implicando que antes gozabas de conocimiento. Puedes ver de muchas maneras debido a que la percepción entraña interpretación, y eso quiere decir que no es íntegra ni consistente.” (T-3.III.2:1-3)
“Ha habido mucha confusión con respecto a lo que significa la percepción, debido a que la palabra se usa con el significado de “conciencia” y también con el de “interpretación de la conciencia”. No obstante, no puedes ser consciente sin interpretar, pues lo que percibes «es» tu propia interpretación.” (T-11.VI.2:5-6)
Para resumir, no hay datos objetivos ahí fuera que se puedan ver. Es solo la «forma» en que vemos lo que es importante. Así, los ojos de nuestros cuerpos continúan viendo lo que otros ojos ven; pero nuestras mentes, unidas a Jesús, ya no darán la interpretación que prueba la realidad de la individualidad y el pecado. Nuestras mentes ven todo aquí como una defensa del ego para negar la verdad de nuestros intereses compartidos con el mundo, la piedra angular para recordar nuestra realidad compartida en el Cielo. Así son los enfermos sanados y los muertos resucitados de sus sueños de separación.
(6) «A aquellos que saben que son uno con Dios jamás se les puede negar ningún milagro. Ni uno solo de sus pensamientos carece del poder de sanar toda forma de sufrimiento en cualquier persona, sea ésta de tiempos pasados o aún por venir, y de hacerlo tan fácilmente como en las que ahora caminan a su lado. Sus pensamientos son intemporales, y no tienen nada que ver con el tiempo ni con la distancia.»
Como acabamos de ver, cuando se proyectan los pensamientos de pecado, culpa y miedo, dan lugar a un mundo de pasado, presente y futuro. El mundo del tiempo, por lo tanto, no es más que la expresión en la forma de la trinidad impía del ego. Cuando me uno a Jesús y recuerdo que soy uno con Dios, estos pensamientos desaparecen – los pensamientos mutuamente excluyentes de Expiación y pecado, unicidad y separación, no pueden coexistir. Por lo tanto, si no hay un sistema de pensamiento del ego, no hay tiempo; asimismo, si no hay separación, no hay cuerpo; si no hay cuerpo, no hay dolor – la unicidad no puede sufrir.
Este pasaje expresa el primer principio de los milagros: no hay grados de dificultad entre ellos (T-1.1.1: 1). Esto se debe a que cada problema es el mismo – la elección en favor del ego – tal como su solución – la elección en favor de Jesús. Cuando elijo al ego, todo lo que ven mis ojos será verdadero: dolor, sufrimiento, especialismo, cuerpos que viven y mueren – y todos son igualmente ilusorios. Sin embargo, cuando elijo a Jesús, me quedo afuera del sueño y, mirando con él, sonrío suavemente ante la tontería de creer que cualquier cosa aquí puede ser real. Así es como desaparece el dolor y la sonrisa de Dios enjuaga todas las lágrimas. El siguiente pasaje del texto nos llama a dar testimonio de la inocencia compartida del Hijo de Dios, en lugar de la dolorosa imagen corporal de pecado, culpa y temor:
“Ahora el Espíritu Santo deposita, en las manos que mediante su contacto con Él se han vuelto mansas, una imagen de ti muy diferente. Sigue siendo la imagen de un cuerpo, pues lo que realmente eres no se puede ver ni imaginar. No obstante, esta imagen no se ha usado para atacar, y, por lo tanto, jamás ha experimentado sufrimiento alguno. Da testimonio de la eterna verdad de que nada te puede herir, y apunta más allá de sí misma hacia tu inocencia y la de tu hermano. Muéstrale esto, y él se dará cuenta de que toda herida ha sanado y de que todas las lágrimas han sido enjugadas felizmente y con amor. Y tu hermano contemplará su propio perdón allí, y con ojos que han sanado mirará más allá de la imagen hacia la inocencia que ve en ti. He aquí la prueba de que nunca pecó; de que nada de lo que su locura le ordenó hacer jamás ocurrió ni tuvo efectos de ninguna clase; de que ningún reproche que haya albergado en su corazón estuvo jamás justificado y de que ningún ataque podrá jamás hacerle sentir el venenoso e inexorable aguijón del temor.” (T-27.I.5)
Así somos sanados como uno, porque somos uno en nuestro Creador y Fuente:
(7:1) «Nos unimos a esta conciencia al decir que somos uno con Dios.»
Decir “somos uno con Dios” significa que primero debemos decir que no somos uno con el ego. Nuevamente, este no es un curso de afirmaciones, sino de negar la negación de la verdad (T-12.11.1: 5) – la negación del ego que dice que no somos uno con Dios, ya que existimos como individuos especiales y únicos.
(7:2) «Pues con estas palabras afirmamos también que estamos sanos y salvos, y que podemos salvar y sanar.»
Somos salvos de nuestra creencia en la culpa y sanados de las dolorosas consecuencias de la decisión de separarnos. No salvamos y curamos activamente, porque no hay nada que salvar o sanar. Sin embargo, cuando nuestras mentes son salvadas y curadas a través de nuestra decisión cambiada, la Filiación se salva y se sana como una sola. No hay nada que necesitemos hacer, sino aceptar ese feliz hecho.
(7:3-7) «Ahora queremos dar lo que hemos recibido. Pues queremos conservar los regalos que nuestro Padre nos dio. Hoy deseamos tener la experiencia de que somos uno con Él, de modo que el mundo pueda compartir con nosotros nuestro reconocimiento de la realidad. Al nosotros tener esta experiencia el mundo se libera. Y al negar que estamos separados de nuestro Padre, el mundo sana junto con nosotros.»
Para repetir, decir que soy uno con Dios es negar que estoy separado de mi Padre. Vemos aquí al final del párrafo la explicación de lo que Jesús dijo al principio: Primero niego lo que pensé que era, y gustosamente me doy cuenta de que estaba equivocado. Lo que queda es la simple verdad de que Dios tiene razón. Solo entonces puedo aceptar verdaderamente Sus dones de amor y vida eterna. Sin embargo, no los acepto para mí solo, porque en mi libertad de los regalos temerosos del ego se encuentra la libertad del mundo.
El párrafo 8 hasta el final contienen las instrucciones para el día. Son particularmente hermosos, como de hecho todas las lecciones son ahora:
(8:1-4) «¡Que la paz sea contigo hoy! Asegura tu paz practicando la conciencia de que eres uno con tu Creador, tal como Él es uno contigo. En algún punto hoy, cuando te parezca más conveniente, dedica media hora al pensamiento de que eres uno con Dios. Ésta es la primera vez que intentamos llevar a cabo una sesión prolongada para la cual no se establecen reglas ni se sugieren palabras especiales con las que dirigir la meditación.»
Una vez que hemos aceptado la paz como nuestra meta, también aceptamos los medios que Jesús nos ofrece para alcanzarla. Él nos pide ahora que alarguemos nuestras sesiones de práctica a treinta minutos completos, un período en el que le gustaría que pensemos en la unidad de nuestro Ser, uno con Su Creador. Trata de ver cuántas palabras y pensamientos sin sentido traes a la meditación, qué tan difícil es sentarse en silencio sin instrucciones específicas. Cuando te encuentres teniendo dificultades, no te reprendas, juzgues ni te presiones. Simplemente di: “Tengo miedo de la unicidad, porque si estuviera realmente quieto, la idea del amor podría penetrar mis barreras y desaparecería. Para protegerme del silencio del Amor de Dios, seré ruidoso e inquieto: una mosca perturbará mi concentración, mi oído comenzará a picarme, una cita posterior repentinamente me afectará – docenas de otros pensamientos irrelevantes pasarán por mi mente también”. No luches con tal miedo y distracción; simplemente observa calmadamente lo que estás haciendo. Eso será suficiente para cumplir con los requisitos de la sesión de práctica.
(8:5-7) «Hoy confiaremos en que la Voz de Dios nos hablará cuando lo crea oportuno, seguros de que no habrá de fallar. Mora en Él durante esa media hora. Él se encargará del resto.»
Entramos en este ejercicio con la confianza de que si hacemos nuestra parte – mirar nuestros egos sin juzgar – el Espíritu Santo hará la Suya. De hecho, Él no puede dejar de hacer Su parte porque Él «es» Su parte. Al decidir contra las barreras que construimos contra la Presencia del Espíritu Santo, Su Voz de Amor puede escucharse – no en palabras, sino en la experiencia de un amor no específico que se extiende a través de la mente para guiar nuestras palabras y acciones.
(9:1-2) «El beneficio que ello te ha de aportar no será menor porque creas que no está pasando nada. Quizá no estés listo hoy para aceptar estas ganancias.»
Jesús nuevamente te está diciendo que no te sientas culpable si no “aceptas las ganancias”, haciéndote saber que es muy probable que no las aceptes. Puedes recordar sus palabras a Helen:
“Después de haber aprobado el curso, lo aceptarás, conservarás y usarás. Ese es el examen final, que no tendrás problemas de pasar, las calificaciones de medio término no se ingresan en el registro permanente.” (Ausencia de Felicidad, página 219).
“Jesús no está evaluando tu desempeño, porque él sabe que el resultado de tu regreso es tan seguro como Dios.” (T-4.II.5: 8)
(9:3) «Pero en algún punto y en algún lugar, llegarán a tu conciencia, y no podrás sino reconocerlas cuando afloren con certeza en tu mente.»
No te enojes, dice Jesús, si no tienes éxito en el ejercicio de hoy. Con el tiempo lo tendrás. Si lidias con pensamientos sobre cuándo sucederá, o si piensas que nunca sucederá, vuelves al error de otorgarle al ego el poder que no tiene. Recuerda, haces el libro de ejercicios correctamente en la medida en que lo haces “miserablemente”, pero sin juzgarte. No te presiones para ser perfecto, porque eso simplemente refuerza la temerosa creencia de que eres imperfecto.
(9:4-5) «Esta media hora estará enmarcada en oro, y cada minuto será como un diamante incrustado alrededor del espejo que este ejercicio te ofrece. Y verás en él la faz de Cristo, reflejando la tuya.»
El simbolismo aquí es similar a “Los dos cuadros” (T-17.IV). Sin embargo, donde el marco con facetas de diamantes servía para ocultar el cuadro de muerte del ego, aquí el marco bellamente adornado con joyas simboliza nuestra práctica que nos revela la inocencia del rostro de Cristo, irradiando su amor de vuelta a nosotros cuando lo aceptamos. Así, nuestra meditación de treinta minutos se convierte en el marco que conduce directamente al recuerdo de nuestra Identidad. Incluso podemos encontrar que nuestra meditación abre la ventana a la atemporalidad, en la que todo sentido del yo desaparece:
“El marco se desvanece suavemente y brota en ti el recuerdo de Dios, ofreciéndote toda la creación…” (T-17.IV.15:5)
En ese instante santo atemporal, nos unimos con todos nuestros hermanos, la creación a la vez con su Creador:
“El instante santo refulge por igual sobre todas las relaciones, pues en él todas las relaciones son una. En el instante santo sólo hay curación, ya completa y perfecta, pues Dios está en él, y donde Él está, sólo lo que es perfecto y completo puede estar.” (T-17.IV.16: 8-10)
(10) «Tal vez hoy, tal vez mañana, veas tu propia transfiguración en el espejo que esta santa media hora te presenta para que te mires en él. Cuando estés listo, la encontrarás allí, en tu mente, en espera de ser hallada. Recordarás entonces el pensamiento al que dedicaste esta media hora, y lleno de agradecimiento te darás cuenta de que jamás habrías podido invertir mejor el tiempo.»
Al practicar este ejercicio, ten en cuenta tu miedo y resistencia. Mírate en el espejo y mira «tu» rostro, el rostro “amistoso” de especialismo, dolor y abuso, que prefieres al rostro de Cristo. No quieres ver un rostro con ningún pasado doloroso, ni un futuro anticipado con temor o esperanza mágica. Esta lección, por lo tanto, será útil, si logras comprender mejor cuánto miedo hay al mirar dentro para ver el rostro impecable y atemporal que brilla con el amor de Jesús. También puede reconocer la referencia bíblica a la transfiguración de Jesús, como lo atestiguan los discípulos en el Monte Tabor (Mateo 17: 1-8).
El siguiente párrafo comienza con la misma frase del anterior, destacando la naturaleza musical de estas lecciones:
(11:1) «Tal vez hoy, tal vez mañana, mires en ese espejo y comprendas que la inmaculada luz que ves emana de ti; que la hermosura que en él contemplas es la tuya propia.»
Si tal hermosura es verdadera, todo lo demás que pensaste sobre ti es falso. Tal reconocimiento es temeroso, y esta lección te ayuda a ver cuán comprometido te has vuelto con estas odiosas autoimágenes que reflejan la dinámica del odio especial. También verás cómo cubres las imágenes terribles con las bonitas – expresiones de amor especial. De cualquier manera, estos son los rostros con las que te has definido a ti mismo, utilizándolos como tapadera para el rostro de la verdadera inocencia que simboliza la luz impecable que compartes con la Filiación.
(11:2-3) «Considera esta media hora como el regalo que le haces a Dios, con la certeza de que lo que Él te dará a cambio será una sensación de amor que sobrepasa tu entendimiento; una dicha tan profunda que excede tu comprensión y una visión tan santa que los ojos del cuerpo no la pueden ver. Sin embargo, puedes estar seguro de que algún día, tal vez hoy, tal vez mañana, entenderás, comprenderás y verás.»
A medida que practiques durante esta media hora, trata de no aplicarte presión estar tranquilo y en silencio. Serás exitoso si solo observas tu mente, observando cuán temeroso eres de dejar ir estas imágenes, y reconociendo tu consuelo al ver tu cara en lugar de la de Cristo. La aceptación de este miedo se convierte en el fundamento de la confianza en tu nuevo Maestro que, con el tiempo, te llevará suavemente más allá del ego a la dicha que felizmente nos aguarda a todos. Tal vez hoy, tal vez mañana. ¡Pero ciertamente!
(12) «Añade más gemas al marco dorado que rodea al espejo que hoy se te ofrece repitiendo cada hora para tus adentros:
Que no me olvide de que soy uno con Dios, en unión con todos mis hermanos y con mi Ser, en eterna paz y santidad.»
Al menos una vez por hora, entonces, trata de ser consciente de cómo no quieres decir estas palabras. Para decirlo de nuevo – sin presionarte a ti mismo, concéntrate en lo que no quieres hacer o dejar ir. Tomar conciencia de estos pensamientos del ego te permitirá darte cuenta de que otra parte de tu mente de hecho quiere hacer suyas estas palabras. Esto hará que el día sea significativo, porque habrás aprendido cuánto es tu compromiso contigo mismo y con la Filiación. Te darás cuenta de que tu miedo de recordar cada hora no te hace feliz, sin embargo, otro pensamiento dentro de tu mente te traerá la paz que viene al saber que eres uno con Dios y con tu Ser.”
Del libro “Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM” por el Dr. Kenneth Wapnick.
LECCIÓN 124
Que no me olvide de que soy uno con Dios.
Comentada por:
Oscar Gómez Díez
*PROPOSITO:*
Reconocer, aceptar y experimentar ser uno con Dios, uno con todos mis hermanos, y con toda la Creación, y disfrutar de la paz y la dicha que solo la unidad me puede ofrecer.
*"Hoy somos uno con Él en reconocimiento y en recuerdo. Lo sentimos en nuestros corazones. Sus Pensamientos se encuentran en nuestras mentes y nuestros ojos ven Su hermosura en todo cuanto contemplamos. Hoy vemos únicamente lo amoroso y lo que es digno de amor."*
Esta es una lección única dentro del Libro de Ejercicios, no sólo por el tema a desarrollar, sino también, por la intensidad y la calidad de la práctica que nos sugiere.
Empecemos por la idea central: *"Que no me olvide de que soy uno con Dios."* Cuando elegimos al ego nos olvidamos de Dios. El mundo que vemos da testimonio de ello. Así que recordar a Dios y sentirme uno con Él implica, dejar de identificarme con el ego y sus sueños de separación, y esta nos parece que no ha sido una tarea fácil, debido a los múltiples apegos que tenemos en este mundo.
La lección tiene implícita una idea de mayor profundidad. Mucho más allá de negar al ego, está aceptar nuestra verdad fundamental, que estamos en Dios, que estamos unidos con Dios y somos uno con Él.
Esta lección nos está proponiendo pasar del reconocimiento y la aceptación de ser uno con Dios, a experimentar la realidad de sentir que soy uno con Dios. Y estas si que son palabras mayores, sobre todo si consideramos que apenas hemos recorrido una tercera parte del Libro de Ejercicios. Así que muy posiblemente nos preguntemos ¿si estamos preparados para realizar semejante experiencia.?
Jesús nos propone esta lección con la naturalidad de Quien ya es uno con Dios, de Quien nos observa y aconseja desde una dimensión que para muchos de nosotros, quizás sea inalcanzable, por lo menos ahora. Nos dice que si lo hacemos nos habremos sanado y salvado, y a la vez, podemos sanar y ayudar a salvar. *"Y verás en él la faz de Cristo, reflejando la tuya."* y nos dice que la experiencia puede ser tal que *"tal veas tu propia transfiguración"*
*LA TRANSFIGURACIÓN:*
La dimensión de esta lección es tal que se compara el propósito de la misma, con la famosa transfiguración de Jesús, descrita en los evangelios, en la que Jesús va a orar a un monte, junto con tres de sus discípulos, y ellos ven con asombro como Jesús se va transformando en una luz brillante, su rostro se ha transfigurado por la luz que emana, y a su lado, aparecen Moisés y el profeta Elías, y luego aparece una nube que los cubre y se escucha una potente voz que dice: "este es mi Hijo, escúchenlo".
En otras palabras, Jesús ha llegado a un nivel muy avanzado a tal punto que Dios lo reconoce y nos pide que lo escuchemos, pues él sabe como llegar a la Fuente de todo Amor y toda Dicha.
La lección nos dice que con la práctica de hoy *"Tal vez hoy, tal vez mañana, veas tu propia transfiguración."* Ser uno con Dios, es ser uno con una luz infinita, uno con un Amor todo abarcante e incluyente que no alcanzamos a dimensionar.
Hoy la apuesta no son las metas intermedias ni los pasos evolutivos o escalonados, la apuesta es el premio mayor, la meta final: ser uno con Dios.
*PRÁCTICA:*
La práctica de esta lección, también es única y diferente a todas las que hemos visto hasta ahora.
En primer lugar damos un salto de 15 a 30 minutos, en una sola práctica de meditación.
En segundo lugar, no tiene una estructura, no cuenta con instrucciones específicas de como hacer la meditación.
*"dedica media hora al pensamiento de que eres uno con Dios. Ésta es la primera vez que intentamos llevar a cabo una sesión prolongada para la cual no se establecen reglas ni se sugieren palabras especiales con las que dirigir la meditación."*
Algunos se preguntaran, ¿como es posible, que en la meditación más larga e importante que me proponen hasta ahora no tenga instrucciones?!
¿Como es posible que haga una meditación en la que busco unirme con Dios y quizás Dios se me revele, y no tenga un libreto para ello?
La lección no nos da una respuesta. Pero el Curso sí que nos la puede dar. En primer lugar, Dios no lo podemos definir con las palabras de este mundo. Las palabras son símbolos de símbolos, y por lo tanto, están doblemente alejadas de la realidad. Solo podemos decir Dios ES y guardamos silencio. Por la misma razón que no podemos definir a Dios desde este mundo, no podemos tener un libreto específico para comunicarnos con Dios, pues finalmente es Dios Quien da el último paso cuando nos aproximamos a Él con amor y devoción.
El Curso nos entrena para deshacer todos los obstáculos que nos impiden experimentar el Amor. Pero ¿cuando y como nos fundimos con la Fuente de todo el Amor? solo lo sabe Dios, y no nosotros, desde nuestra limitada percepción del mundo y del tiempo.
*"Hoy confiaremos en que la Voz de Dios nos hablará cuando lo crea oportuno, seguros de que no habrá de fallar. Mora en Él durante esa media hora. Él se encargará del resto."*
El pasaje bíblico de la transfiguración tiene dos elementos centrales:
1. Jesús se dispone a orar. Suponemos que Jesús utiliza la más elevada oración, que es la oración de la gratitud. (recordemos la lección de ayer).
2. Dios desciende sobre Jesús en forma de nube, y lo reconoce como Su Hijo.
El uno asciende con la oración, el Otro "desciende" en respuesta a la oración. El Amor siempre responde al llamado del Amor. Es un encuentro santo. El más santo de todos los encuentros.
Así que nos parecería inimaginable que Jesús preguntara minutos antes de su experiencia de transfiguración, ¿cuáles son las instrucciones para hacerla? Simplemente se entrega a la experiencia, lo que vaya a suceder, es la Voluntad de Dios.
Además no estás carente de herramientas, y de preparación. Tienes las instrucciones y la práctica de las lecciones anteriores, ya sabes como aquietarte y entrar en silencio, y sabes pedir la ayuda y la orientación de Jesús y del Espíritu Santo.
*NINGÚN PROPÓSITO DE AMOR SE PIERDE*
También es posible que hagas la práctica durante la media hora que nos proponen y sientas que no haya ocurrido nada. *"¡El beneficio que ello te ha de aportar no será menor porque creas que no está pasando nada."*
*"Quizá no estés listo hoy para aceptar estas ganancias. Pero en algún punto y en algún lugar, llegarán a tu conciencia, y no podrás sino reconocerlas cuando afloren con certeza en tu mente."*
*"Tal vez hoy, tal vez mañana, veas tu propia transfiguración en el espejo que esta santa media hora te presenta para que te mires en él."*
*"Considera esta media hora como el regalo que le haces a Dios, con la certeza de que lo que Él te dará a cambio será una sensación de amor que sobrepasa tu entendimiento; una dicha tan profunda que excede tu comprensión y una visión tan santa que los ojos del cuerpo no la pueden ver."*
*"Sin embargo, puedes estar seguro de que algún día, tal vez hoy, tal vez mañana, entenderás, comprenderás y verás."*
En otras palabras, si piensas que no lo lograste hoy, esa creencia no impide que tu habites en Dios, y si te haces el propósito de ser uno con Dios, el día que lo experimentarás será tan inevitable y tan inequívoco como el Amor que eres.
*PRÁCTICAS CORTAS Y FRECUENTES:*
Repite cada hora para tus adentros :
*"Que no me olvide de que soy uno con Dios, en unión con todos mis hermanos y con mi Ser, en eterna paz y santidad"*
La lección de hoy es una maravillosa oportunidad de volver a la unicidad de lo que Soy, uno con Dios, uno con todos mis hermanos, lograrlo me conduce a un estado de una paz y una dicha que no son de este mundo, pues son la expresión de un encuentro largamente esperado, sustentado en la certeza que el Amor está destinado a encontrarse consigo mismo y extenderse eternamente, y que no puede ser de otra manera, pues el Amor es lo único que existe, y seguirá existiendo por siempre jamás.
CELEBRANDO EL MILAGRO
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BENDICIONES!