LECCIÓN 139 Aceptaré la Expiación para mí mismo.

 LECCIÓN 139

 Aceptaré la Expiación para mí mismo.

 


1. Con esto se acaban todas las decisiones. ²Pues con ésta lección llegamos a la decisión de aceptarnos a nosotros mismos tal como Dios nos creó. ³¿Y qué es elegir sino tener incertidumbre con respecto a lo que somos? ⁴No hay duda que no esté arraigada en esto. ⁵No hay pregunta que no sea un reflejo de ello. ⁶No hay conflicto que no entrañe la simple pregunta: "¿Qué soy?"

2. Mas ¿Quién podría hacer esta pregunta sino alguien que se ha negado a reconocerse a sí mismo? ²Sólo esta negativa a aceptarte a ti mismo es lo que hace que la pregunta parezca sincera. ³Lo único que cualquier cosa viviente puede saber con certeza es lo que ella es. ⁴Desde esta perspectiva de certeza, contempla otras cosas que tienen tanta certeza como ella misma.

3. Tener incertidumbre con respecto a lo que indudablemente eres es una forma de auto-engaño tan monumental, que es difícil concebir su magnitud. ²Estar vivo y no conocerte a ti mismo es creer que en realidad estás muerto. ³Pues, ¿Qué es la vida sino ser lo que eres? Y ¿Qué otra cosa sino tú podría estar viva en tu lugar? ⁴¿Quién es el que duda? ⁵¿De qué es de lo que duda? ⁶¿A quién le pregunta? ⁷¿Quién le puede responder?

4. Está simplemente declarando que él no es quien realmente es, y, por lo tanto, al creer ser otra cosa, se convierte en inquisidor de lo que esa otra cosa es. ²Sin embargo, no podría estar vivo si no supiese la respuesta. ³Si pregunta como si no supiese, ello es señal de que no quiere ser lo que es. ⁴Mas él ha aceptado lo que es puesto que vive; también ha juzgado contra ello y negado su valor; y ha decidido que desconoce la única certeza mediante la cual vive.

5. De esta manera, se vuelve inseguro con respecto a su vida, pues lo que ésta es, él mismo lo ha negado. ²Esta negación es lo que hace que tengas necesidad de la Expiación. ³Tu negación no cambió en nada lo que eres. ⁴Pero tú has dividido tu mente en dos partes: una que conoce la verdad y otra que no. ⁵Tú eres tú mismo. ⁶De esto no hay duda. ⁷Sin embargo, lo dudas. ⁸Mas no te preguntas qué parte de ti es la que puede realmente poner en duda lo que eres. ⁹Aquello que hace esa pregunta no puede realmente ser parte de ti. ¹⁰Pues le hace la pregunta a alguien que sabe la respuesta. ¹¹Mas si fuese parte de ti, entonces la certeza sería imposible.

6. La Expiación pone fin a la extraña idea de que es posible dudar de ti mismo y no estar seguro de lo que realmente eres. ²Esto es el colmo de la locura. ³Sin embargo, es la pregunta universal del mundo. ⁴¿Qué puede eso significar sino que el mundo está loco? ⁵¿Por qué compartir su locura aceptando la desafortunada creencia de que lo que aquí es universal es verdad?

7. Nada de lo que el mundo cree es verdad. ²Pues el mundo es un lugar cuyo propósito es servir de hogar para que aquellos que dicen no conocerse a sí mismos puedan venir a cuestionar lo que son. ³Y seguirán viniendo hasta que se acepte la Expiación y aprendan que es imposible dudar de uno mismo, así como no ser consciente de lo que se es.

8. Lo único que se te puede pedir es tu aceptación, pues lo que eres .es algo incuestionable. ²Lo que eres fue establecido para siempre en la santa Mente de Dios y en la tuya propia. ³Está tan lejos de cualquier duda o de que se cuestione que inquirir lo que debe ser es prueba suficiente de que crees en la contradicción de que no sabes aquello que es imposible que no sepas. ⁴¿Es esto una pregunta, o bien una afirmación que se niega a sí misma? ⁵No sigamos tolerando que nuestras santas mentes se entretengan en semejantes insensateces.

9. Tenemos una misión aquí. ²No vinimos a reforzar la locura en la que una vez creímos. ³No nos olvidemos del objetivo que aceptamos. ⁴Vinimos a alcanzar mucho más que nuestra propia felicidad. ⁵Lo que aceptamos ser, proclama lo que todo el mundo no puede sino ser junto con nosotros. ⁶No les falles a tus hermanos, pues, de lo contrario, te estarás fallando a ti mismo. ⁷Contémplalos con amor, para que puedan saber que forman parte de ti y que tú formas parte de ellos.

10. Esto es lo que la Expiación enseña, y lo que demuestra que la unidad del Hijo de Dios no se ve afectada por su creencia de que no sabe lo que es. ²Acepta hoy la Expiación, no para cambiar la realidad, sino simplemente para aceptar la verdad de lo que eres, y luego sigue tu camino regocijándote en el infinito Amor de Dios. ³Esto es lo único que se nos pide hacer. ⁴Esto es lo único que haremos hoy.

11. Dedicaremos cinco minutos por la mañana y cinco por la noche a tener presente nuestro cometido de hoy. ²Comenzaremos con este repaso acerca de nuestra misión:

 

³Aceptaré la Expiación para mí mismo, pues aún soy tal como Dios me creó.


⁴No hemos perdido el conocimiento que Dios nos dio cuando nos creó semejantes a Él. ⁵Podemos recordarlo por todos, pues en la creación todas las mentes son una. ⁶Y en nuestra memoria yace el recuerdo de lo mucho que en verdad amamos a nuestros hermanos, de lo mucho que cada mente es parte de nosotros, de cuán fieles nos han sido realmente y de cómo el Amor de nuestro Padre los incluye a todos.

12. Como muestra de gratitud por toda la creación, y en el Nombre de su Creador y de Su Unidad con todos los aspectos de la creación, reiteramos hoy nuestra dedicación a nuestra causa cada hora, dejando a un lado todos los pensamientos que nos pudiesen desviar de nuestro santo propósito. ²Durante varios minutos deja que tu mente quede libre de todas las disparatadas telarañas que el mundo quiere tejer en torno al santo Hijo de Dios. ³Y date cuenta de lo frágiles que son las cadenas que parecen mantener fuera de tu conciencia el conocimiento de ti mismo, según repites:

 

⁴Aceptaré la Expiación para mí mismo, pues aún. soy tal como Dios me creó.


AUDIOS de la Lección 139
de CELEBRANDO EL MILAGRO

Lectura de la Lección 139
A través de Mariano Noé 


Ocurrir de la Lección 139
a través de Martin Musarra


Lección 139
comentada por 
Jorge Luis Álvarez Castañeda




























LECCIÓN 139

Aceptaré la Expiación para mí mismo.

 

Comentada por:

Jorge Luis Álvarez Castañeda

 

¡Que la paz sea con nosotros hoy!

 

Gracias por persistir en este camino que puede contribuir a que recordemos a Dios. En la lección 139 Aceptaré la Expiación para mí mismo se continúa con el tema de las decisiones.


 Recordemos lo que es la Expiación: es el plan del Espíritu Santo para deshacer el ego y sanar la creencia en la separación; se puso en práctica una vez surgió la creencia en la separación; se completará cuando cada Hijo, que se cree separado, haya cumplido su parte en la Expiación por medio del perdón total; su principio fundamental es que la separación nunca ocurrió.


Jesús nos aclara sobre la Expiación en el capítulo 1 sección tercera:


_”Yo estoy  a cargo del proceso de Expiación, que emprendí para darle comienzo. Cuando le ofreces un milagro a cualquiera de mis hermanos te lo ofreces  a ti mismo y me lo ofreces a mí. La razón por la que te lo ofreces a ti mismo primero es porque yo no necesito milagros para mi propia Expiación, pero estoy detrás de ti por si fracasas temporalmente”_. T-1. III. 1: 1-3 



Con relación a las decisiones Jesús nos dice:


_”Con esto se acaban todas las decisiones. Pues con esta lección llegamos a la decisión de aceptarnos a nosotros mismos tal como Dios nos creó”_. 


Tenemos un problema de identidad: no sabemos que somos. Creemos que somos los múltiples personajes, que el ego pretende que desempeñemos en este mundo. El ego pretende que nos centremos en la forma y no en el contenido.


 El contenido que nos propone Jesús es que fuimos creados por Dios, somos el Hijo de Dios, el Cristo, el Ser mismo. Y este contenido nunca cambia. El contenido hace relación a escoger al Espíritu Santo como maestro quien nos ayudará a no olvidarnos de la misión de aceptar la Expiación para nosotros mismos, independiente de la distinta función especial que desempeñemos en este mundo.


Si eliges al ego piensas que eres otra  cosa distinta de tu verdadero Ser: un cuerpo, donde se basa el sistema de separación del ego. Esto describe la mente dividida: hay una mente correcta en la que permanece el recuerdo de Dios. También, existe la mente errada que se guía por el ego. Por eso, dice Jesús: 


_”has dividido tu mente en dos partes: una que conoce la verdad y otra que no”_. 


Una parte de nuestra mente vive en conflicto con Dios y con nuestros hermanos. Mantiene resentimientos y está dispuesta al ataque. La mente  correcta, guiada por el Espíritu Santo y por Jesús, confía en Dios y apoyándose en Él, está en la certeza.


La mente errada del ego nos lleva a continuamente estar dudando acerca de nuestra verdadera identidad como el Hijo de Dios que somos. Lo que hace la Expiación es deshacer la negación. 

Siempre hemos tenido el recuerdo de Dios en nuestra mente pues nunca hemos dejado de ser una extensión en la Mente de Dios. Siempre hemos sido el Hijo de Dios.

 

_” Lo único que se te puede pedir es tu aceptación, pues lo que eres es algo incuestionable. Lo que eres fue establecido siempre en la Santa Mente de Dios y en la tuya propia”_.


 Jesús, no nos pide que nos volvamos quienes somos. Simplemente, que aceptemos la verdad acerca de nosotros mismos. Si dejamos la interferencia, inevitablemente, recordaremos quienes somos. Cuando cuestionamos refirmamos la mente dividida y negamos que tenemos una mente correcta.


 Recordemos que en este proceso siempre es importante ir de la mano del Espíritu Santo.


_”El ego analiza; el Espíritu Santo acepta”_. T-11. V. 13: 1


 Jesús nos pide que no tratemos de dar sentido al sistema de pensamiento del ego pues no se puede explicar ni entender lo que es inconcebible. Tampoco, tratar de entender la verdad pues esto está más allá de nuestras capacidades que se creen separadas. Aceptar la verdad, sin entenderla. Sólo confiar en el Espíritu Santo que nos ayuda a avanzar en el camino de recordar a Dios.


Jesús nos dice:


_“Tenemos una misión aquí. No vinimos a reforzar la locura en la que una vez creímos. No nos olvidemos del objetivo que aceptamos”_. 


La misión es la aceptación de la Expiación, la corrección de nuestras mentes cuando elegimos al Espíritu Santo como nuestro guía. El mensaje de perdón del Curso no lo podemos trasladar a realizar misiones específicas y especiales. El trabajo es en nuestra mente:


”Este es un curso de causas y no de efectos.” (T-21. VII. 7:8). 


La causa se refiere a la mente, cuyo cambio constituye nuestra misión de perdón. El efecto se refiere al cuerpo o a la conducta, lo cual no es de nuestra incumbencia en absoluto. Solo se nos pide que elijamos el milagro dejando su Extensión en manos del Espíritu Santo. No quiere decir esto que no podamos participar en actividades externas sino que, si lo hacemos, es siempre desde nuestra mente correcta y amorosa guiada por el perdón y el Espíritu Santo. Recordemos otra enseñanza central de Jesús: No se trata de cambiar el mundo, sino de cambiar la manera como vemos el mundo. Cuando Jesús se refiere al objetivo que aceptamos se refiere a que parte de nuestra mente aceptó el objetivo de despertar del sueño pero que buscamos negar mediante el conflicto al hacer que este mundo sea real mediante el especialismo y el conflicto.


Jesús nos dice: ”Vinimos a alcanzar mucho más que nuestra propia felicidad.” Aquí aparece nuevamente el tema de la unidad que estudiamos en la lección 137 Cuando me curo no soy el único que se cura. No puede ser sólo mi felicidad la que debo buscar aquí. Si he de ser verdaderamente feliz debo desear la felicidad de todos.


_”Lo que aceptamos ser, proclama que todo el mundo no puede sino ser junto con nosotros. No les falles a tus hermanos, pues de lo contrario te estarás fallando a ti mismo. Contémplalos con amor, para que puedan saber que forman parte de ti y que tú formas parte de ellos”_, nos dice Jesús. Cuando acepto la Expiación para mí mismo el amor y la paz de mi mente se extienden automáticamente a la mente de todos porque el Hijo de Dios es uno.


Nos dice Jesús: ”Esto es lo que la Expiación enseña, y lo que demuestra que la unidad del Hijo de Dios  no se ve afectada por su creencia de que no sabe lo que es.” La Expiación enseña que todo lo que pensamos que sucedió no tuvo ningún efecto. La unicidad del Hijo de Dios no se vio afectada por nuestros  juicios, ataques y especialismo. La aceptación de este hecho feliz es el único significado verdadero de la Expiación en este mundo. 


”Acepta hoy la Expiación, no para cambiar la realidad, sino simplemente para aceptar la verdad de lo que eres, y luego sigue tu camino regocijándote en el  infinito Amor de Dios.” ¡Que maravilla de programa! He aquí la síntesis de la síntesis de lo que debemos hacer en este mundo. No hay nada más que hacer.


Les recomiendo realizar esta hermosa lección de la mano de Jesús y del Espíritu Santo como se les propone. Y, naturalmente, sin olvidarse de reír.










Kenneth Wapnick

LECCIÓN 139:

 ”Aceptaré la expiación por mí mismo.”


Esta lección amplía el tema de decisión de la lección anterior. El contexto de la enseñanza aquí nos es bastante familiar a estas alturas: Nos enfrentamos a una decisión entre el ego y el Espíritu Santo, y elegimos identificarnos con el concepto de un yo separado sobre la memoria de nuestra identidad como Cristo. Cuando elegimos la individualidad del ego sobre el principio de Expiación del Espíritu Santo de que la separación nunca ocurrió, nos identificamos con un falso yo, estableciendo la necesidad de Expiación, o corrección para nuestra elección equivocada. Al aceptar la Expiación por nosotros mismos, la meta final de Un Curso de Milagros, recordamos nuestro Ser. Otro tema importante en nuestro libro de trabajo sinfónico, por lo tanto, es nuestra Identidad como Hijo de Dios no separado. 

(1:1) Aquí está el final de la elección. 

Cuando aceptamos la Expiación por nosotros mismos, dándonos cuenta de que el Espíritu Santo dice la verdad y el ego miente, hemos llegado al final de la elección. Hemos recuperado el poder de nuestras mentes, sabiendo claramente que esta capacidad de tomar decisiones no tiene nada que ver con el cerebro del cuerpo. Al elegir irrevocablemente la verdad, la necesidad de elegir ha terminado porque el error ha sido deshecho. El propósito del milagro se cumple así cuando volvemos a la parte de la toma de decisiones de nuestras mentes, el origen del sueño que ahora deshacemos: 

... El milagro no te despierta, sino que simplemente te muestra quién es el soñador. Te enseña que hay una elección de sueños mientras aún estás dormido, dependiendo del propósito de tu sueño. ¿Deseas sueños de curación, o sueños de muerte? 

El milagro establece que sueñas un sueño, y que su contenido no es verdadero. Este es un paso crucial para hacer frente a las ilusiones. Nadie tiene miedo de ellos cuando percibe que los inventó. El miedo se mantuvo en su lugar porque no vio que él era el autor del sueño, y no una figura en el sueño (T-28.II.4:2-4; 7:1-4). 

Una vez que la elección entre sueños de curación y sueños de muerte es clara, nuestro sueño termina. 

(1:2-6) Porque aquí llegamos a la decisión de aceptarnos a nosotros mismos como Dios nos creó. ¿Y qué es la elección sino la incertidumbre de lo que somos? No hay duda de que eso no está enraizado aquí. No hay duda, pero refleja ésta. No hay conflicto que no implique la única y simple pregunta: "¿Qué soy yo?". 

Cerca del final del libro de trabajo está la hermosa respuesta de Jesús a la pregunta: "¿Qué soy yo? (W-pII.14). La respuesta del ego es su respuesta a la pequeña y loca idea: soy un hijo separado, auto-creado en vez de creado por Dios. La respuesta del Espíritu Santo es la Expiación: nuestro Ser permanece inalterable como Cristo. El cierre de "El Cristo en ti" resume el paso de la duda a la certeza, del ego a Cristo: 

Debe haber duda antes de que pueda haber conflicto. Y cada duda debe ser sobre ti mismo. Cristo no tiene duda, y de su certeza viene su tranquilidad. Él cambiará Su certeza por todas tus dudas, si estás de acuerdo en que Él es Uno contigo, y que esta Unidad es infinita, atemporal, y está a tu alcance porque tus manos son Suyas.... Su quietud se convierte en tu certeza. ¿Y dónde está la duda cuando ha llegado la certeza? (T-24.V.9:1-4,6) 

(2:1) Pero, ¿quién podría hacer esta pregunta sino uno que se ha negado a reconocerse a sí mismo? Esta pregunta sólo puede surgir dentro de una mente dividida, un tema principal de esta parte de la lección. Una vez que elegimos el ego en vez del Espíritu Santo, hacemos real la mente dividida, habiendo traído incertidumbre para reemplazar la Certeza de Dios. Así, nuestro proceso diario vacila entre la duda de la incertidumbre y la certeza del Ser. 

(2:2-4) Sólo la negativa a aceptarse a sí mismo puede hacer que la pregunta parezca sincera. La única cosa que puede ser conocida por cualquier ser vivo es lo que es. Desde este punto de certeza, mira otras cosas tan ciertas como él mismo. 

Este es un comentario sobre el principio: la proyección hace percepción. Primero miramos dentro de nuestras mentes y elegimos el ego o el Espíritu Santo. Lo que elegimos lo hacemos realidad, y lo que hacemos realidad en nuestras mentes es proyectado o extendido. Si es el sistema de pensamiento del ego del falso yo, proyectamos su sistema de pensamiento de pecado y especialidad y lo vemos a nuestro alrededor, definiéndonos como cuerpos que son las sombras del pensamiento original de separación de la mente. Si, por otro lado, escogemos al Espíritu Santo y aceptamos Su Expiación, el amor inherente a ese pensamiento se convierte en nuestra realidad, y miramos el mundo del ego y nos damos cuenta de que todo es una defensa contra ese amor, que ahora está liberado en nuestras mentes sanadas para extenderse a través de la filiación. 

Puesto que todas las personas saben en su interior Quiénes son, cuando dudan de su Identidad ya deben haber escogido el ego en lugar del Espíritu Santo, porque, como veremos más adelante, elegir al Espíritu Santo no deja duda, sino sólo certeza. Por lo tanto, si planteo una pregunta, no es más que una declaración que se disfraza de pregunta. Como todas las preguntas provienen de la duda, implícitamente significan que no lo sé, porque decidí en contra del conocimiento. En otras palabras, mi pregunta subyacente,"¿Qué soy?", a la que busco una respuesta, es de hecho una declaración que refleja mi decisión equivocada. Mi mente sana, otra vez, la morada del Espíritu Santo, sabe quién soy. Por lo tanto, mi "pregunta" es una invitación a alguien para que explique quién soy y cómo llegué aquí. Así nace mi cuestionamiento de la duda, como vemos en este pasaje penetrante de "La respuesta silenciosa" que explica cómo todas las preguntas provienen de la necesidad de afirmar el ego -"una forma de propaganda para sí misma": 

Todas las preguntas que se hacen dentro de este mundo no son más que una forma de mirar, no una pregunta que se hace.... El mundo hace sólo una pregunta. Es esto: "De estas ilusiones, ¿cuál de ellas es verdadera?"..... Cualquiera que sea la forma que tome la pregunta, su propósito es el mismo. Pide pero establecer el pecado es real, y las respuestas en forma de preferencia..... Una pseudo-cuestión no tiene respuesta. Dicta la respuesta incluso cuando pregunta. Así, todo cuestionamiento en el mundo es una forma de propaganda para sí mismo (T-27.IV.4:1,4-5,8-9; 5:1-3). 

(3:1) La incertidumbre sobre lo que debes ser es autoengaño en una escala tan vasta que su magnitud difícilmente puede ser concebida. 

Este pensamiento está presente en otros lugares en Un Curso de Milagros, donde Jesús dice, en efecto, que no tenemos idea de la magnitud de nuestro único error. Por ejemplo: 

Se sorprenderán al escuchar cuán diferente es la realidad de lo que ven. No te das cuenta de la magnitud de ese único error[de sustituir la ilusión por la verdad]. Era tan vasto y tan completamente increíble que de él tenía que surgir un mundo de total irrealidad (T-18.I.5:1-3). 

Cuando no estamos seguros de quiénes somos, ya nos hemos engañado a nosotros mismos. Elegir el ego nos hace inciertos, por lo tanto cualquier incertidumbre revela que hemos elegido en contra de la verdad. 

(3:2) Estar vivo y no conocerse a sí mismo es creer que uno está realmente muerto. 

Estar vivo es estar con el Espíritu Santo, porque elegirlo a Él es elegir la memoria de la vida misma. Sin embargo, cuando escogemos el ego, hemos escogido la muerte y así creemos que somos pecadores por haber rechazado la vida. En nuestra ignorancia pensamos que existimos, pero la verdad es que nunca dejamos la Vida de Dios y permanecemos uno con Él. En la locura de nuestros sueños, sin embargo, creemos que estamos vivos como cuerpos, pero esto es realmente la muerte, incluso cuando se disfrazan con éxito de vida. 

(3:3) Porque ¿qué es la vida sino ser tú mismo, y qué sino puedes estar vivo? 

Este es el verdadero tú del que habla Jesús, y la vida se aplica sólo cuando sé quién soy, el Ser del que me recuerda mi Maestro. Por lo tanto, la decisión contra el Espíritu Santo, una vez más, es la decisión de ser alguien que no soy, en cuyo momento ya no tengo ser y debo estar muerto. El lector puede recordar lo siguiente de "Las Leyes del Caos", que aclara, más allá de toda duda, el verdadero significado de la vida: 

No hay vida fuera del Cielo. Donde Dios creó la vida, debe haber vida. En cualquier estado aparte del Cielo la vida es una ilusión. En el mejor de los casos parece vida; en el peor, como la muerte. Sin embargo, ambos son juicios sobre lo que no es vida, iguales en su inexactitud y falta de sentido. La vida que no está en el Cielo es imposible, y lo que no está en el Cielo no está en ninguna parte (T-23.II.19:1-6). 

Nada de lo que el ego puede hacer puede cambiar la verdad en ilusión, o traer la vida a la muerte. Permanecemos como Dios nos creó -el Hijo de la vida- a pesar de nuestro sueño de muerte: 

... Tu voluntad es Su vida, que Él te ha dado. Ni siquiera con el tiempo podéis vivir separados de Él. El sueño no es la muerte. Lo que Él creó puede dormir, pero no puede morir. La inmortalidad es Su voluntad para Su Hijo, y la voluntad de Su Hijo para sí mismo. El Hijo de Dios no puede morir por sí mismo porque su Padre es vida, y su Hijo es como Él. La creación es su voluntad porque es Suya (T-11.I.9:5-11). 

(3:4-7) ¿Quién es el que duda? ¿Qué es lo que duda? ¿A quién interroga? ¿Quién puede responderle? 

¿Quién es el que duda? El que ha elegido estar en la mente equivocada. ¿Qué es lo que duda? Quién es él. ¿A quién interroga? La otra parte de su mente. ¿Quién puede responderle? La única respuesta real viene de sí mismo, excepto que ha negado quién es. Por lo tanto, nunca puede escuchar la respuesta, pues será su propia voz -el ego de mente equivocada- a la que escucha. Esta línea de pensamiento se elabora a medida que continuamos: 

(4:1) Simplemente afirma que no es él mismo, y por lo tanto, siendo algo más, se vuelve un cuestionador de lo que es ese algo. 

Los que dudan piensan que son esta otra cosa: el cuerpo, el hogar del sistema de pensamiento de separación. Ahora se preguntan "qué es ese algo". Nuestros mayores cerebros han abordado esta y otras cuestiones similares: ¿Quién soy yo? ¿Cómo llegué aquí? ¿Cuál es el propósito de mi existencia? ¿Cómo se originó el mundo? Si la pregunta se hace desde el punto de vista de la teología, filosofía, psicología, biología, química o astrofísica es irrelevante, porque es una pregunta falsa. Cuando eliges estar con el Espíritu Santo, ya no cuestionas, ya sabes. Tu pregunta, de nuevo, es realmente el ego diciendo que no soy quien soy, y en vez de eso busca entender el falso yo en el que me he convertido. 

(4:2-3) Sin embargo, nunca podría estar vivo a menos que supiera la respuesta. Si pregunta como si no lo supiera, sólo demuestra que no quiere ser lo que es. 

Esto describe la mente dividida, porque queda una parte de nosotros que sabe la respuesta. Como Jesús explica en muchos lugares, no se puede negar algo a menos que uno lo sepa primero: 

... Le negaste porque le amabas, sabiendo que si reconocías tu amor por Él, no podías negarle. Por lo tanto, tu negación de Él significa que lo amas, y que sabes que Él te ama. Recuerde que lo que niega debe haber conocido una vez (T-10.V.6:3-5). 

Mi elección por el ego está en contra del Espíritu Santo, porque hay una parte de mí que sabe lo que Él enseña. Sin embargo, elijo el ego porque prefiero la individualidad a mi estado natural de unidad, el Hijo como Dios lo creó. Por lo tanto, nunca se trata de una incapacidad de saber, sino simplemente de un rechazo. 

(4:4) Lo ha aceptado porque vive; ha juzgado contra él y negado su valor, y ha decidido que no conoce la única certeza por la que vive. 

Mi mente sana ha aceptado lo que soy porque la vida está ahí. Recuerde, si el Espíritu Santo es la memoria de Dios, también es la memoria de la Vida. Si ese recuerdo está en mi mente debe haber una parte de mí que comparte ese pensamiento. Cuando Jesús dice "lo ha aceptado porque vive", habla de la cordura. También está la mente equivocada que ha juzgado contra la vida, aceptando el juicio del ego por lo que somos. Vemos así de nuevo una descripción de la mente dividida: las mentes correctas e incorrectas, y, por implicación, el que toma las decisiones que escoge entre ellas. 

(5:1) Así se vuelve incierto de su vida, porque lo que es ha sido negado por él. 

La vida, mi verdadera identidad, está presente en mi mente. Aunque me haya dado la espalda y lo haya olvidado, mi Ser permanece. En mi amnesia, sin embargo, surgen la incertidumbre y la duda, por lo que no acepto ninguna responsabilidad. 

(5:2) Es por esta negación que ustedes necesitan expiación. 

Esta es otra afirmación central. La expiación deshace la negación que es el ego. En el texto Jesús nos dice que nuestra tarea es "negar la negación de la verdad" (T-12.II.1:5); la Expiación es el primer "negar", que borra la "negación de la verdad" del ego. Debido a que elegimos equivocadamente y negamos quiénes somos, necesitamos la corrección de la Expiación para deshacer la elección equivocada. Como Jesús enseña: 

... "Expiar" significa "deshacer". La destrucción del miedo es una parte esencial del valor de expiación de los milagros (T-1.I.26:2-3). 

Y del manual para profesores: 

.... Expiación significa corrección, o la destrucción de errores (M-18.4:6). 

Hemos negado nuestra inherente unidad como Hijo de Dios y la unidad de Su Reino. Al afirmar que la separación nunca ocurrió y que el Cielo permanece perfectamente unido, la Expiación deshace el ego y su sistema de pensamiento: 

... La expiación es la garantía de la seguridad del Reino, y la unión de la filiación es su protección. El ego no puede prevalecer contra el Reino porque la filiación está unida. En la presencia de aquellos que escuchan el Llamado del Espíritu Santo a ser como uno, el ego se desvanece y es deshecho (T-5.IV.1:9-11). 

(5:3-7) Su negación no hizo ningún cambio en lo que usted es. Pero has dividido tu mente en lo que sabe y lo que no sabe la verdad. Tú eres tú mismo. No hay duda de ello. Y aún así lo dudas. 

La verdad es que somos como Dios nos creó. Aunque intentamos negar la verdad, no pasó nada: "ni una sola nota del canto del cielo se perdió" (T-26.V.5:4). La presencia del Espíritu Santo en nuestras mentes es la seguridad de ese hecho. Además, si la expiación está en nuestras mentes, hay una parte de nosotros que ya se ha identificado con ella. Ya que negamos lo que establecimos como verdad, nuestras mentes están divididas. Por eso hay un conflicto perenne en nuestras mentes, y un conflicto perenne en el mundo. Estamos continuamente en guerra con nosotros mismos, un conflicto diseñado por el ego para protegerse a sí mismo contra la elección del silencioso recuerdo del Amor de Dios, el enemigo de la individualidad: 

La memoria de Dios llega a la mente tranquila. No puede venir donde hay conflicto, pues una mente en guerra contra sí misma no recuerda la mansedumbre eterna. Los medios de guerra no son los medios de paz, y lo que los guerreros recordarían no es amor. La guerra es imposible si no se cree en la victoria. El conflicto dentro de ti debe implicar que crees que el ego tiene el poder de ser victorioso. ¿Por qué si no te identificas con él? (T-23.I.1:1-6) 

¿Cómo no dudar de nosotros mismos -el Yo de la paz- cuando estamos en continuo estado de guerra? 

(5:8) Pero usted no se pregunta qué parte de usted puede realmente dudar de sí mismo. 

Lo que me hace dudar es la mente equivocada, la parte que no conoce la verdad, como se describe en la frase anterior. No cuestiono mi mente equivocada, porque eso significa implícitamente que tengo una mente correcta. No cuestiono nada de esto, pero acepto que no sé quién soy, y así busco respuestas externas a mí mismo. Esto valida mi existencia como persona separada, por lo que, de nuevo, Jesús llama a las preguntas del ego "propaganda para sí mismo". 

(5:9) No puede ser realmente una parte de ti la que haga esta pregunta. 

La parte real de mí, la que tú conoces, así que esa parte nunca hace la pregunta. En otras palabras, sólo puede ser el falso yo quien pregunte. Cuando experimentas el amor y la paz de Jesús, no tienes preguntas. De hecho, en ese momento te conviertes en la respuesta, tal como él es. El que hagas una pregunta, entonces, significa que no crees que eres quien realmente eres. 

(5:10) Porque pide al que sabe la respuesta. 

Mi mente equivocada le pide a la mente correcta, lo que significa que mi mente equivocada cree que está separada de ella. Si te hago una pregunta, no te experimento como uno conmigo, sino como alguien más sabio que yo, y por lo tanto tiene la respuesta que me falta. El hecho de que una parte de mí le pregunte a la otra parte quién soy dice que la mente equivocada está separada de la mente correcta. Por lo tanto, si mi mente correcta es quien soy, la mente equivocada no puede ser yo mismo. Estos pasajes inteligentemente argumentados están diseñados para ayudarnos a romper nuestra identificación con el ego, permitiéndonos elegir el yo de mente correcta como nuestra identidad. 

(5:11) Si fuera parte de ustedes, entonces la certeza sería imposible. 

Si la mente equivocada -la parte que no sabe la verdad- fuera quien soy, ¿cómo podría estar seguro de algo? La mente equivocada es incertidumbre; la mente correcta es certeza. La mente sana, como reflejo de la unidad, nos enseña que no podría haber nada real fuera de sí misma. Así, si la mente equivocada se ha convertido en parte de quien realmente soy, la mente equivocada incierta significa que soy incierta, por no mencionar ilusoria. Una vez más, Jesús usa este argumento ingeniosamente razonado para ayudarnos a darnos cuenta de que la persona que creemos que somos no es quien realmente somos. En la medida en que dudamos, somos inciertos, y tenemos preguntas sobre cualquier cosa, estamos afirmando que no somos quienes somos. 

Esto también significa, a la larga, que cuando le pedimos continuamente a Jesús ayuda y respuestas a preguntas, afirmamos nuestra separación de él. Todos comenzamos como niños pequeños buscando ayuda de nuestro hermano mayor, pero mientras deseemos que esta desigualdad dure, nunca nos daremos cuenta de que somos como él. Cerca del final del viaje -cuando hemos alcanzado la madurez espiritual- entendemos que no hay nadie a 

quien preguntar, porque, como Jesús, somos la respuesta. No hace falta decir que este no es el yo personal o específico con el que nos identificamos, sino el nosotros que es uno con todos. 

Revisar, hacer una pregunta refuerza implícitamente tu mente dividida, y por lo tanto refleja un yo que no eres. Esto no significa que usted debe sentirse culpable por hacer preguntas, sino sólo que necesita reconocer que estas son piedras angulares hacia la meta final de darse cuenta de que el Hijo de Dios es uno. En esa experiencia de unidad no hay duda, porque ustedes se han convertido en la respuesta. Esto es lo que Jesús quiere decir cuando habla de la experiencia que responde a todas las preguntas: 

... Una teología universal es imposible, pero una experiencia universal no sólo es posible sino necesaria. Es esta experiencia hacia la que se dirige el curso.... Es meramente el ego lo que cuestiona porque es sólo el ego lo que duda. El curso simplemente da otra respuesta, una vez que se ha planteado una pregunta...... 

El ego exigirá muchas respuestas que este curso no da. No reconoce como preguntas la mera forma de una pregunta a la que una respuesta es imposible.... Sin embargo, no hay respuesta; sólo una experiencia. Busca sólo esto, y no dejes que la teología te retrase (C-in.2:5-6; 3:4-5; 4:1-2,4-5). 

(6:1) La expiación remedia la extraña idea de que es posible dudar de ti mismo y no estar seguro de lo que realmente eres. 

El ego nos dice que la duda y la incertidumbre son la realidad aquí, y como niños en edad escolar se nos anima a hacer preguntas. De hecho, a lo largo de Un Curso de Milagros Jesús nos habla como a niños pequeños, animándonos a hacerle preguntas. Sin embargo, la verdad sigue siendo que ser incierto o estar en un estado de cuestionamiento niega nuestro verdadero Ser. La expiación deshace la negación, como hemos visto, quitando el velo que ocultaba la verdad de la perfecta certeza de nuestra identidad como Cristo. 

(6:2-4) Esta es la profundidad de la locura. Sin embargo, es la cuestión universal del mundo. ¿Qué significa esto excepto que el mundo está loco? 

Creer que la realidad es incertidumbre y confusión, dando lugar a un estado perenne de cuestionamiento, es verdaderamente la profundidad de la locura. Hacer preguntas refleja una orientación dualista, mientras que la unidad no dualista no admite preguntas ni respuestas. Esta unidad es nuestra realidad, y Jesús nos está haciendo conocer nuevamente el alcance de la locura del mundo dualista. Esto nos lleva a la convicción insensata de que no podemos conocernos a nosotros mismos sin pedirle a otro la respuesta a "la cuestión universal del mundo": ¿Qué soy yo? 

(6:5) ¿Por qué compartir su locura en la triste creencia de que lo que es universal aquí es cierto? 

Mientras Helen estaba tomando Un Curso de Milagros, Jesús le dijo: "Dile a Bill que cincuenta millones de franceses pueden estar equivocados."1] El hecho de que cincuenta millones o seis mil millones de personas crean algo no lo hace cierto. Un pensamiento de locura es lo mismo que mil millones de pensamientos de locura, porque la locura sigue siendo locura. Este no dualismo inflexible es lo que hace que Un Curso de Milagros sea tan radical, ya que establece que toda percepción es una mentira, ya que su dualismo innato contradice la verdad de la unidad del conocimiento: 

Las leyes de Dios no se aplican directamente a las reglas de percepción del mundo, porque un mundo así no podría haber sido creado por la Mente, para la cual la percepción no tiene sentido. 

La percepción se basa en la elección; el conocimiento no. El conocimiento tiene una sola ley porque tiene un solo Creador (T-25.III.2:1; 3:1-2). (7:1-2) Nada de lo que el mundo cree es verdad. Es un lugar cuyo propósito es ser un hogar donde aquellos que afirman que no se conocen a sí mismos pueden llegar a cuestionarse qué es lo que son. 

"Nada de lo que el mundo cree es verdad" porque el mundo se basa en un pensamiento ilusorio y loco. Esta es otra declaración inequívoca a la que debe prestar mucha atención y luego observar cómo quiere comprometer su verdad. Todas las personas se preguntan "lo que son", pero la única manera de saber la respuesta es liberar los pensamientos que son parte de este mundo: la separación, el juicio, la especialidad y la enfermedad. Lo que queda es la certeza de la expiación que les recuerda su identidad. Así el mundo sirve a un propósito diferente cuando eligen el perdón del instante santo, el medio para recordar a su Ser: 

Hay otro propósito en el mundo que el error cometido, porque tiene otro Creador que puede reconciliar su meta con el propósito de Su Creador. En Su percepción del mundo, nada se ve sino que justifica el perdón y la visión de la perfecta impecabilidad. Nada surge sino que se encuentra con el perdón instantáneo y completo. Nada permanece en un instante, para oscurecer la impecabilidad que brilla sin cambios, más allá de los lamentables intentos de la especialidad de sacarla de la mente, donde debe estar, e iluminar el cuerpo en vez de ella (T-25.III.5:1-4). 

Así, el mundo se convierte en un aula en la que deshacemos lo que el ego nos enseñó, eligiendo en su lugar aprender de un Maestro diferente: 

El ego hizo el mundo tal como lo percibe, pero el Espíritu Santo, el reinterpretador de lo que el ego hizo, ve al mundo como un dispositivo de enseñanza para llevarte a casa (T-5.III.11:1). 

(7:3) Y vendrán de nuevo hasta el momento en que la expiación sea aceptada, y aprenderán que es imposible dudar de ti mismo, y no ser consciente de lo que eres. 

Esta frase sería más clara si añadiéramos imposible a la cláusula final: "y aprenden que es imposible dudar de ti mismo, e imposible no ser consciente de lo que eres." En otras palabras, el ego nos dice que no sólo es posible, sino que es una certeza que no sabemos quiénes somos. La Expiación nos dice simplemente que es imposible no conocer nuestro Ser, porque eso es la realidad. El recuerdo de quiénes somos está dentro de nosotros; simplemente nos hemos defendido de ello. Sin embargo, espera pacientemente nuestra elección, ya que regresamos una y otra vez hasta que tomamos la decisión final: 

... Aquí, con el final del viaje ante ti, ves su propósito. Y es aquí donde tú eliges si mirarlo o deambular, sólo para regresar y hacer la elección de nuevo (T-19.IV-D.10:7-8). 

(8:1) Sólo se te puede pedir aceptación, porque lo que eres es cierto. 

No se nos pide que nos convirtamos en quienes somos; se nos pide simplemente que lo aceptemos. Hay una diferencia significativa entre estas dos afirmaciones. Cuando dejamos ir las interferencias, como se nos pide continuamente que hagamos, inevitablemente recordaremos quiénes somos. El texto nos dice: 

El ego analiza; el Espíritu Santo acepta (T-11.V.13:1). 

Así pues, Jesús nos pide que aceptemos la verdad sobre nosotros mismos. No se necesita ni comprensión ni análisis; sólo nuestra simple aceptación. 

(8:2-3) Está puesta para siempre en la mente santa de Dios, y en la suya propia. Está tan lejos de toda duda y pregunta que preguntar cuál debe ser es toda la prueba que necesitas para demostrar que crees en la contradicción de que no sabes lo que no puedes dejar de saber. Cuando dudas y preguntas, afirmas tu mente dividida. De hecho, en realidad afirmas más que eso, porque niegas que tienes una mente correcta, consciente sólo del yo de mente equivocada que se transmuta en cerebro y cuerpo. Además, cuando cuestionamos, afirmamos que la realidad no es realidad, porque creemos que lo que hemos sustituido por ella -nuestro sistema de pensamiento e identidad- puede ser entendido y explicado. Sin embargo, una vez más, puesto que nuestra identidad está establecida para siempre en la mente de Dios, que es la nuestra, sólo necesita ser aceptada a través de la elección en contra de la falsa identidad que hasta ahora habíamos hecho realidad para nosotros mismos. 

(8:4) ¿Es ésta una pregunta o una declaración que se niega a sí misma en la declaración? 

Este es el mismo punto que hemos discutido anteriormente. Todas las preguntas son realmente afirmaciones que dicen que la separación es real, de lo que ahora doy fe a través de mi "pregunta". 

(8:5) No permitamos que nuestras mentes santas se ocupen de pensamientos sin sentido como éste. 

Jesús nos pide que no intentemos dar sentido a un sistema de pensamiento que no puede ser entendido, ni explicar lo que es inconcebible. Esto también significa que no debemos tratar de entender la verdad, que está más allá de nuestras capacidades como egos. Este tema favorito de Un Curso de Milagros se repite en los tres libros; por ejemplo, estos pasajes sobre el ego y el conocimiento respectivamente: 

... Eso es todo lo que es el mundo del ego. Nada. No tiene sentido. No existe. No trates de entenderlo porque, si lo haces, estás creyendo que puede ser entendido y por lo tanto es capaz de ser apreciado y amado. Eso justificaría su existencia, que no puede justificarse. No puedes hacer que lo insignificante tenga sentido. Esto sólo puede ser un intento de locura (T-7.VI.11:4-11). 

Este curso conducirá al conocimiento, pero el conocimiento en sí mismo está todavía más allá del alcance de nuestro plan de estudios. Tampoco es necesario que intentemos hablar de lo que debe estar más allá de las palabras. Sólo debemos recordar que quienquiera que alcance el mundo real, más allá del cual el aprendizaje no puede ir, irá más allá, pero de una manera diferente. Donde termina el aprendizaje allí comienza Dios, porque el aprendizaje termina ante Aquel que está completo donde Él comienza, y donde no hay fin. No nos corresponde a nosotros pensar en lo que no se puede lograr. Hay mucho que aprender. La preparación para el conocimiento aún debe ser alcanzada (T-18.IX.11). 

Así, Jesús nos anima a aceptar la verdad, sin intentar comprenderla. 

(9:1) Tenemos una misión aquí. 

La misión no es nada externo. Es la aceptación de la expiación, la corrección en nuestras mentes cuando elegimos al maestro correcto. Una tentación importante para los estudiantes de Un Curso de Milagros es traducir su mensaje inespecífico de perdón en misiones específicas y especiales. Por lo tanto, es útil mantener esta línea tan citada e importante en la conciencia: 

... Este es un curso de causa y no efecto (T-21.VII.7:8). 

La causa se refiere a la mente, cuyo cambio constituye nuestra misión de perdón. El efecto se refiere al cuerpo o a la conducta, lo cual no es de nuestra incumbencia en absoluto. Recuerde, también, que sólo se nos pide que escojamos el milagro, dejando su extensión a través de nosotros al Espíritu Santo (T-16.II.1:3-6). 

(9:2-3) No vinimos a reforzar la locura en la que una vez creímos. No olvidemos el objetivo que hemos aceptado. Parte de nuestras mentes aceptaron la meta de despertar del sueño, la cual buscamos negar haciendo este mundo real y creyendo que hay algo especial para nosotros aquí. Esta particularidad es uno de los aspectos de la locura a la que se refiere Jesús. 

(9:4) Hemos venido a ganar algo más que sólo nuestra felicidad. 

El tema de la unidad hace su aparición de nuevo. Como dice la lección anterior: "Cuando soy sanado no soy sanado solo" (W-pI.137). No puede ser sólo mi felicidad lo que quiero ganar aquí. Para ser verdaderamente feliz, es la felicidad de todos lo que debo desear; para recordar mi identidad como Hijo santo de Dios, debe incluir la santidad de todos: 

Todavía podéis pensar que la santidad es imposible de entender, porque no podéis ver cómo puede extenderse para incluir a todos. Y se les ha dicho que debe incluir a todos para ser santos (T-16.II.1:1-2). 

(9:5-7) Lo que aceptamos como lo que somos proclama lo que todos deben ser, junto con nosotros. No le falles a tus hermanos, o te fallarás a ti mismo. Míralos con amor, para que sepan que son parte de ti y tú de ellos. 

Cuando acepto la expiación por mí mismo, el amor y la paz en mi mente se extiende automáticamente a la mente de todos, porque el Hijo de Dios es uno. Entonces me convierto en su recordatorio, así como Jesús fue mío, de la elección que nos pide a todos nosotros que hagamos. Este amor y paz dice que ustedes pueden hacer la misma elección que yo hice, porque no estoy curado solo; mi curación es la de la filiación. En este hermoso pasaje de Pascua, Jesús resume los maravillosos regalos que el perdón nos ofrece a nosotros y a nuestros hermanos en su nombre: 

La Pascua no es la celebración del costo del pecado, sino de su fin. Si ves destellos del rostro de Cristo detrás del velo, mirando entre los pétalos blancos como la nieve de los lirios que has recibido y dado como regalo, verás el rostro de tu hermano y lo reconocerás. Yo era un extraño y tú me acogiste, sin saber quién era. Pero por tu don de lirios lo sabrás. En tu perdón de este extraño, ajeno a ti y sin embargo tu antiguo amigo, yace su liberación y tu redención con él. El tiempo de Pascua es un tiempo de alegría, no de luto. Mira a tu Amigo resucitado, y celebra su santidad junto conmigo. Porque la Pascua es el tiempo de tu salvación, junto con la mía (T-20.I.4). 

(10:1) Esto es lo que la Expiación enseña, y demuestra que la Unidad del Hijo de Dios no es satisfecha por su creencia de que no sabe lo que es. 

La Expiación enseña que todo lo que pensamos que ha sucedido no ha tenido efecto - la Unicidad del Hijo de Dios no fue afectada en absoluto por nuestros pensamientos de juicio, ataque y especialidad. La aceptación de ese feliz hecho es el único significado verdadero de la alegría en este mundo. 

(10:2-11:3) Hoy acepta la expiación, no para cambiar la realidad, sino simplemente para aceptar la verdad sobre ti mismo, y sigue tu camino regocijándote en el infinito Amor de Dios. Esto es lo que se nos pide que hagamos. Esto es lo que haremos hoy. 

Cinco minutos por la mañana y por la noche nos dedicaremos a dedicar nuestras mentes a nuestra tarea de hoy. Empezamos con esta revisión de cuál es nuestra misión: 

Aceptaré la expiación por mí mismo, porque permanezco como Dios me creó. Una vez más, Jesús no está hablando de nada externo. Nada en Un Curso de Milagros debe ser tomado como una guía para lo que usted debe hacer en cuanto a su comportamiento. Es siempre y sólo una guía sobre lo que debes pensar, o más aún, sobre el profesor que debes elegir. Puesto que no hay cuerpo ni mundo, ¿por qué Jesús daría prescripciones para el comportamiento? Nuestra misión es simplemente cambiar nuestras mentes, aceptar la expiación por nosotros mismos. Así aceptamos la verdad, recordando que permanecemos como Dios nos creó. 

(11:4) No hemos perdido el conocimiento que Dios nos dio cuando nos creó como Él. 

Como Jesús nos dice en el texto, perder algo no significa que se haya ido para siempre; simplemente significa que olvidamos dónde buscar: 

No has usurpado el poder de Dios, pero lo has perdido. Afortunadamente, perder algo no significa que se haya ido. Simplemente significa que no recuerdas dónde está. Su existencia no depende de su capacidad para identificarla, ni siquiera para colocarla. Es posible mirar la realidad sin juzgarla y simplemente saber que está ahí (T-3.VI.9:2-6). 

Así, la memoria de Dios puede perderse, pero ha permanecido en nuestras mentes. Simplemente buscamos en el lugar equivocado buscando fuera de nosotros mismos, la máxima del ego: buscar pero no encontrar. Esta lección, el libro de trabajo, Un Curso de Milagros en sí mismo, están diseñados para entrenarnos a mirar dentro de nosotros para encontrar lo que el ego ha escondido: la memoria del Ser que Dios creó uno con Él. 

(11:5-12:1) Podemos recordarlo para todos, porque en la creación todas las mentes son una sola. Y en nuestra memoria está el recuerdo de cuán queridos son nuestros hermanos en la verdad, cuánta parte de nosotros es cada mente, cuán fieles han sido realmente a nosotros, y cómo el Amor de nuestro Padre los contiene a todos. 

En agradecimiento por toda la creación, en el Nombre de su Creador y Su Unidad con todos los aspectos de la creación, repetimos nuestra dedicación a nuestra causa hoy cada hora, mientras dejamos de lado todos los pensamientos que nos distraerían de nuestro santo objetivo. 

Esta causa es primordial en Un Curso de Milagros. Si realmente voy a recordar quién soy, si soy sincero acerca de tomar la mano de Jesús y regresar a casa, debo dejar a un lado todos los pensamientos del ego que me disuadirían de alcanzar esta meta. Jesús no puede hacer esto por mí, porque debo dejar constancia de estos pensamientos en contra de mi decisión original de oponerme al Amor de Dios. Por lo tanto, a medida que pasamos el día, el enfoque debe estar siempre en las formas en que tratamos de distraernos, sin mencionar atacar estos pensamientos amorosos que están presentes en nuestras mentes. Necesitamos darnos cuenta de que los atacamos porque tememos su implicación: en presencia del amor de Jesús, nuestro ser especial se habría ido. Nuestros juicios y ataques nos protegen así de perder este yo con el que nos identificamos y al que nos aferramos. 

Observen, también, otra reiteración del tema de la unidad. Ya que todas las mentes son una en la creación, así también debe existir esa unidad en nuestro perdón de mente correcta. Todos nuestros hermanos son queridos por nosotros, porque son parte de nosotros en la universalidad del Hijo de Dios. 

(12:2-3) Por varios minutos, dejen que su mente se despeje de todas las telarañas insensatas que el mundo tejería alrededor del Santo Hijo de Dios. Y aprende la fragilidad de las cadenas que parecen mantener el conocimiento de ti mismo alejado de tu conciencia, como dices.... 

La "naturaleza frágil de las cadenas" es el sistema de pensamiento del ego. Un sistema de pensamiento de pecado, odio, sufrimiento y muerte no parece frágil, sino poderoso. Sólo cuando damos un paso atrás y lo miramos con los ojos de Jesús podemos verlo como realmente es: un velo débil e impotente. Cuando miramos a través de los ojos críticos del ego, el sistema de pensamiento del pecado parece aterradoramente fuerte, pero al estar fuera del sueño con Jesús, al mirar hacia atrás, nos damos cuenta de que el pecado no tenía ningún efecto. Dentro del sueño parece ser lo opuesto; sin embargo, fuera de él la nada del sueño es fácilmente reconocible. El siguiente pasaje ilustra bien la diferencia crucial entre la percepción del ego y la de Jesús del pecado, entre ilusión y verdad: 

Se puede decir que el ego hizo su mundo en el pecado. Sólo en un mundo así todo puede estar al revés. Esta es la extraña ilusión que hace que las nubes de culpa parezcan pesadas e impenetrables. La solidez que parece tener la base de este mundo se encuentra en esto. Porque el pecado ha cambiado la creación de una idea de Dios a un ideal que el ego quiere; un mundo que gobierna, hecho de cuerpos, sin mente y capaz de corrupción y decadencia completas. Si esto es un error, puede ser fácilmente deshecho por la verdad. Cualquier error puede ser corregido, si se deja que la verdad lo juzgue (T-19.II.6:1-7). 

Es por eso que tener una relación con el Espíritu Santo o con Jesús es central para la práctica de Un Curso de Milagros. Sin Ellos sería imposible mirar sin juzgar lo que el ego está haciendo. 

Cerramos la lección diciendo: 

(12:4) Aceptaré la expiación por mí mismo, porque permanezco como Dios me creó. 

Es útil tener en mente que si usted es serio acerca de aprender este curso, debe darse cuenta que la creación de Dios es una. Por lo tanto, cualquier pensamiento que lo separe de cualquier otra persona constituye un intento conscientemente escogido de negar su identidad. Si piensas que tu felicidad o tu dolor vienen de fuera, estás negando el principio de la Expiación, lo que significa que no quieres recordarlo. Esto no es un pecado, sino un error corregible una vez que usted sabe que lo cometió. Por lo tanto, necesitas estar cada vez más atento para cuando tus pensamientos y acciones especiales ataquen la Unicidad del Hijo de Dios. La idea no es que te sientas culpable por tu especialidad, sino que te des cuenta de ello. El propósito de Jesús es ayudarnos a hacer precisamente eso, porque es mirando al ego que aprendemos a aceptar la Expiación por nosotros mismos, recordando el glorioso pensamiento de que a través de la locura del ego hemos permanecido como Dios nos creó. 

1] Ver Ausencia de Felicity, segunda edición, p. 234.










LECCIÓN 139

Aceptaré la Expiación para mí mismo.


Comentada por:

Oscar Gómez Díez 


Esta lección nos plantea un tema muy metafísico, el conocimiento del Ser, y una solución muy práctica,  recordar y  aceptar lo que Soy. 


QUE ES LA EXPIACIÓN:


Primero recordemos que es la Expiación y por qué debo aceptarla para mí mismo. 

"La Expiación no es sino el camino de regreso a lo que nunca se había perdido" (T-12.VIII.8:8)

La Expiación es el principio que se estableció para  corregir el error de la separación y está a cargo de Jesús y del  Espíritu Santo. Así que el título de la lección lo podríamos leer de la siguiente manera: acepto la corrección del error para mi mismo, acepto que el Espíritu Santo corrija todos los errores de mi mente, y esto lo hacemos a través del discernimiento y perdón.


En el Glosario de  términos  de Un Curso de Milagros, Kenneth Wapnick, nos define Expiación y aceptar la Expiación para uno mismo de la siguiente manera:


Expiación:

"es la comprensión de que nunca abandonamos a Dios, que la separación ha sido una ilusión, que no se ha cometido ningún pecado y que no hay nada que pagar" 


La Expiación "nos libera de todo lo que se interpone entre nosotros y Dios - la culpa, el miedo, el pasado y todas las ilusiones - al comprender que todo esto nunca sucedió"

La Expiación "Es un poder que, cuando se acepta, entra en nuestra mente y sana nuestra manera de pensar" es el plan de Dios para nuestra salvación y el proceso que hacemos para retornar al Padre. 


Aceptar la Expiación para uno mismo: Es "aceptar la sanación de tu manera de pensar, aceptar la manera de pensar de la mente recta (aunque sea por un instante) lo que lleva de inmediato a extender la sanación a otros. Aceptar la sanación es la condición necesaria para extender la sanación, pues tienes que tener antes de poder dar" (Kenneth Wapnick Glosario de Términos UCDM) 


Pero si leemos detenidamente la lección, nos damos cuenta que se le da un sentido adicional al término Expiación. Se le asigna el propósito de ayudarnos a recordar y aceptar  quienes en verdad somos,  ayudarnos a resolver nuestro conflicto de identidad en este mundo. 


En este mundo las grandes preguntas que nos hacemos desde la ciencia, la psicología, la filosofía y la espiritualidad es "¿Qué soy?"" y no hay conflicto humano que no entrañe esa pregunta. Pero ¿quién es ese yo, que se pregunta, que se cuestiona? que duda de si mismo  "Mas ¿quién podría hacer esta pregunta sino alguien que se ha negado a reconocerse a sí mismo?" la  respuesta indudablemente es el ego, nuestra mente falsa. 


La lección nos plantea toda una disertación entre la certeza y la duda. 

Quién tiene certeza de sí mismo?: el Ser, la mente superior, el espíritu. 


Quién se pregunta quien soy?: el pequeño "yo", el ego, que es prisionero de la culpa y el miedo, y vive presa de la incertidumbre. 


La lección nos promete que con el ejercicio de hoy "se acaban todas las decisiones." o sea, después de esta práctica no tendríamos que decidir nunca más, no tendríamos que volver a elegir. "Pues con ésta lección llegamos a la decisión de aceptarnos a nosotros mismos tal como Dios nos creó." Es una afirmación muy contundente. Al reconocer quien en verdad Soy, se acaban las preguntas, se acaban las dudas, y sólo hay certezas. 


La pregunta de fondo, se basa en el significado de elegir  "¿Y qué es elegir sino tener incertidumbre con respecto a lo que somos?" el espíritu, el Hijo de Dios, tiene absoluta certeza de sí mismo, y al tenerlo todo no tiene que elegir nada, el estado del Cielo es de plenitud y abundancia ilimitada. 

Entonces nos tenemos que preguntar: "¿Quién es el que duda? ¿De qué es de lo que duda? ¿A quién le pregunta? ¿Quién le puede responder?"  el único que duda es aquel que ha negado su verdadera identidad, el ego. "Esta negación es lo que hace que tengas necesidad de la Expiación."


Luego nos hace una sólida disertación entre lo  ilusorio y lo real, para demostrarnos el error y la necesidad de la corrección. 

"Tu negación no cambió en nada lo que eres."

"Pero tú has dividido tu mente en dos partes: una que conoce la verdad y otra que no."

"Tú eres tú mismo. De esto no hay duda. Sin embargo, lo dudas."

"Mas no te preguntas qué parte de ti es la que puede realmente poner en duda lo que eres."

"Aquello que hace esa pregunta no puede realmente ser parte de ti."

"Pues le hace la pregunta a alguien que sabe la respuesta. Mas si fuese parte de ti, entonces la certeza sería imposible."

"La Expiación pone fin a la extraña idea de que es posible dudar de ti mismo y no estar seguro de lo que realmente eres."


El hecho que todos los que estamos en este mundo ilusorio, y experimentemos la separación no quiere decir que esta sea verdad. La afirmación de Jesús es contundente: "Nada de lo que el mundo cree es verdad." y nos explica porqué "Pues el mundo es un lugar cuyo propósito es servir de hogar para que aquellos que dicen no conocerse a sí mismos puedan venir a cuestionar lo que son." y esto seguirá siendo así hasta que no decidamos cambiar nuestra manera de percibir el mundo y sanar nuestras mentes. "Y seguirán viniendo hasta que se acepte la Expiación y aprendan que es imposible dudar de uno mismo, así como no ser consciente de lo que se es." 


"Lo único que se te puede pedir es tu aceptación, pues lo que eres es algo incuestionable."


"Lo que eres fue establecido para siempre en la santa Mente de Dios y en la tuya propia."


Y una vez aceptamos la Expiación para nosotros mismos, una vez que aceptamos la sanación, el poder de la Expiación operara en nuestra mente, y luego la podemos extender a todos nuestros hermanos:

"Lo que aceptamos ser, proclama lo que todo el mundo no puede sino ser junto con nosotros." la Expiación proclama la verdad de lo que somos. 


"No les falles a tus hermanos, pues, de lo contrario, te estarás fallando a ti mismo."


"Contémplalos con amor, para que puedan saber que forman parte de ti y que tú formas parte de ellos."


La Expiación nos enseña y nos demuestra que la unidad del Hijo de Dios no es afectada por nuestras falsas creencias sobre quienes somos. Aceptar la Expiación no cambia nuestra realidad inmutable, por el contrario, la  reconoce, y en ese reconocimiento reside nuestra sanación, ya no hay dudas, se acabaron las incertidumbres, ya no tenemos que volver a decidir, pues simplemente hemos reconocido lo que somos, el perfecto e inocente Hijo de Dios, y nos regocijamos  del Amor, la paz y la dicha de sentirnos uno con nuestro Padre y toda Su creación. 


PRÁCTICA:


Aquiétate durante 5 minutos, en dos ocasiones  en el transcurso del día, preferiblemente una en la mañana y la  otra en la noche. Respira lenta y profundamente y mientras te vas relajando con la respiración, ve introduciendo  en tu consciencia las siguientes palabras:


"Aceptaré la Expiación para mí mismo, pues aún soy tal como Dios me creó." 


Y en la medida que estas palabras se asientan en tu consciencia, te relajas y te dejas ir de la mano de Quien con absoluta certeza nos recuerda quienes somos, y la misión que tenemos en este mundo. 


La Expiación es el principio corrector de nuestro sueño de separación que nos recuerda que  "No hemos perdido el conocimiento que Dios nos dio cuando nos creó semejantes a Él." y "Podemos recordarlo por todos, pues en la creación todas las mentes son una."


"Y en nuestra memoria yace el recuerdo de lo mucho que en verdad amamos a nuestros hermanos, de lo mucho que cada mente es parte de nosotros, de cuán fieles nos han sido realmente y de cómo el Amor de nuestro Padre los incluye a todos."


PRÁCTICAS CORTAS Y FRECUENTES :


Cada hora y a lo largo del día repetiremos la idea de la lección con gratitud, y haciendo a un lado los pensamientos que nos pueden desviar de ser uno con todos mis hermanos y ser uno con Dios, liberando a nuestra mente de toda duda y afirmando la verdad de lo que somos, nos decimos:


"Aceptaré la Expiación para mí mismo, pues aún. soy tal como Dios me creó."


La Expiación es un recordar de lo que somos, además de  un deshacer de lo que no somos, es una poderosa herramienta del Amor para sanar en nuestra mente todo lo que no es amor. Eso es lo que aceptamos hoy cuando nos decimos "Aceptaré la Expiación para mí mismo, pues aún. soy tal como Dios me creó."

Cuando reconocemos y aceptarnos nuestra realidad inmortal, de ser tal como Dios nos creó, espíritus plenos e ilimitados, amorosos, impecables, eternos, y gozosos de Ser, en tal estado, no son posibles las dudas, las incertidumbres, ni las preguntas, sólo nos cobija la certeza del conocimiento de la totalidad, de  la armonía de la Existencia, de la belleza de lo que es, de  la inmutabilidad del Amor, de la alegría de Ser. 






 TEXTO







CELEBRANDO EL MILAGRO 


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BENDICIONES!




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