LECCIÓN 58 (1er Repaso)


 
Lea aquí la Introducción al 1er Repaso



LECCIÓN 58

Hoy vamos a repasar las siguientes ideas:



1. (36) Mi santidad envuelve todo lo que veo.

2 De mi santidad procede la percepción del mundo real. 3 Habiendo perdonado, ya no me considero culpable. 4 Puedo aceptar la inocencia que es la verdad con respecto a mí. 5 Cuando veo el mundo con los ojos del entendimiento sólo veo su santidad porque lo único que puedo ver son los pensamientos que tengo acerca de mí mismo.



2. (37) Mi santidad bendice al mundo.

2 La percepción de mi santidad no me bendice únicamente a mí. 3 Todas las personas y todo cuanto veo en su luz comparten la dicha que mi santidad me brinda. 4 No hay nada que esté excluido de esta dicha porque no hay nada que no comparta mi santidad. 5 A medida que reconozca mi santidad, la santidad del mundo se alzará resplandeciente para que todos la vean.



3. (38) No hay nada que mi santidad no pueda hacer.

2 El poder curativo de mi santidad es ilimitado porque su poder para salvar es ilimitado. 3 ¿De qué me tengo que salvar, sino de las ilusiones? 4 ¿Y qué son las ilusiones sino falsas ideas acerca de mí? 5 Mi santidad las desvanece a todas al afirmar la verdad de lo que soy. 6 En presencia de mi santidad, la cual comparto con Dios Mismo, todos los ídolos desaparecen.



4. (39) Mi santidad es mi salvación.

2 Puesto que mi santidad me absuelve de toda culpa, reconocer mi santidad es reconocer mi salvación. 3 Es también reconocer la salvación del mundo. 4 Una vez que haya aceptado mi santidad, nada podrá atemorizarme. 5 Y al no tener miedo, todos compartirán mi entendimiento, que es el regalo que Dios me hizo a mí y al mundo.



5. (40) Soy bendito por ser un Hijo de Dios.

2 En esto reside mi derecho a lo bueno y sólo a lo bueno. 3 Soy bendito por ser un Hijo de Dios. 4 Todo lo que es bueno me pertenece porque así lo dispuso Dios. 5 Por ser Quien soy no puedo sufrir pérdida alguna, ni privaciones ni dolor. 6 Mi Padre me sustenta, me protege y me dirige en todo. 7 El cuidado que me prodiga es infinito y eterno. 8 Soy eternamente bendito por ser Su Hijo.






AUDIOS de la Lección 58
de CELEBRANDO EL MILAGRO

Lectura de la Lección 58
A través de Blanca Nivia Morales Contreras.


Ocurrir de la Lección 58
a través de Martin Musarra


Lección 58
comentada por 
Jorge Luis Álvarez Castañeda





















LECCIÓN 58
 
Comentada por:
Jorge Luis Álvarez Castañeda
 
*¡Que la paz sea con nosotros hoy!*
 
Hoy vamos a repasar las siguientes ideas:
 
Repaso de la lección 36:
 
(36) *Mi santidad envuelve todo lo que veo*.
 
_De mi santidad procede la percepción del mundo real. Habiendo perdonado, ya no me considero culpable. Puedo aceptar la inocencia que es la verdad con respecto a mí. Cuando veo el mundo con los ojos del entendimiento sólo veo su santidad porque lo único que puedo ver son los pensamientos que tengo acerca de mí mismo_.
 
   Dice Jesús:
_”De mi santidad procede la percepción del mundo real”_. 
 
Si mis pensamientos son de santidad, es decir, son la expresión del estado de ausencia de culpa y de aceptación de mi inocencia, estos pensamientos serán los que extienda para, de esa manera, percibir el mundo real. Soy inocente porque nunca me he separado de Dios. Fue sólo una creencia de la mente colectiva o ego que creyó en esa posibilidad. Es de recordar que, en el momento en que surgió la idea loca de la separación, Dios creó al Espíritu Santo para que me ayude a salir de este sueño sin sentido. El mundo real es el estado mental que el perdón me muestra con la mediación del Espíritu Santo donde me siento en paz y en felicidad cuando me sé inocente y unido a Dios y a mis hermanos. El aceptar mi santidad me conduce a aceptar la verdad acerca de mí mismo: soy inocente. Y, desde el verme inocente y no culpable, podré aceptar que mis hermanos también lo son y, así, mi santidad envolverá todo lo que veo. Se acaba la búsqueda de culpables para justificar mi inocencia. Ahora, no veo sino inocencia porque no proyecto culpa y, por eso, mi santidad puede envolver a todo lo que veo.
 
Repaso de la lección 37:
 
(37) *Mi santidad bendice al mundo*.
 
_La percepción de mi santidad no me bendice únicamente a mí. Todas las personas y todo cuanto veo en su luz comparten la dicha que mi santidad me brinda. No hay nada que esté excluido de esta dicha porque no hay nada que no comparta mi santidad. A medida que reconozca mi santidad, la santidad del mundo se alzará resplandeciente para que todos la vean_.
 
Jesús nos dice:
_”La percepción de mi santidad no me bendice únicamente a mí”_.
 
Desde mis pensamientos de santidad percibo santidad en todos mis hermanos. A todos los considero merecedores de la santidad porque todos hacemos parte de la Mente Una de Dios. Con el ego los he visto separados. Ahora, no excluyo a nadie. Todos son merecedores de la dicha, todos somos inocentes, todos son merecedores de mi bendición. Y en la medida en que los bendiga, seré bendecido porque dar es lo mismo que recibir.
 
Repaso de la lección 38:
 
 (38) *No hay nada que mi santidad no pueda hacer*.
 
_El poder curativo de mi santidad es ilimitado porque su poder para salvar es ilimitado. ¿De qué me tengo que salvar, sino de las ilusiones? ¿Y qué son las ilusiones sino falsas ideas acerca de mí? Mi santidad las desvanece a todas al afirmar la verdad de lo que soy. En presencia de mi santidad, la cual comparto con Dios Mismo, todos los ídolos desaparecen_.
 
Dice, Jesús, que las ilusiones son ideas falsas acerca de mí. Cuando creo en ellas me olvido de mi verdadera identidad como Hijo de Dios que comparto también con mis hermanos y me olvido, también, de mi santidad. Desde mi santidad, desde la verdad de mi inocencia, puedo ponerme a disposición del Espíritu Santo para que cure mi mente que ha estado presa del miedo, del pasado, de la creencia en la separación de mis hermanos y de Dios. Y, de esa manera, salvo el mundo de mi mente que ha estado dominado por el ego. 
 
4. Repaso de la lección 39:
(39) *Mi santidad es mi salvación*.
 
_Puesto que mi santidad me absuelve de toda culpa, reconocer mi santidad es reconocer mi salvación. Es también reconocer la salvación del mundo. Una vez que haya aceptado mi santidad, nada podrá atemorizarme. Y al no tener miedo, todos compartirán mi entendimiento, que es el regalo que Dios me hizo a mí y al mundo_.
 
   Si acepto mi santidad, mi inocencia me salva de las ilusiones que, como dice Jesús, quieren mantenerme en la culpa y el miedo. La salvación es la liberación de la culpa, es deshacer la creencia en la separación de Dios que nunca ocurrió pero que el ego insiste en su realidad. Mi santidad también me libera del miedo del supuesto castigo de Dios por la separación. Y, al vivir sin culpa y sin miedo, puedo servir de ejemplo para que mis hermanos sean testigos de la plenitud que ofrece el recordar nuestra Identidad como Hijos de Dios.
 
Repaso de la lección 40:
 
(40) *Soy bendito por ser un Hijo de Dios*.
 
_En esto reside mi derecho a lo bueno y sólo a lo bueno. Soy bendito por ser un Hijo de Dios. Todo lo que es bueno me pertenece porque así lo dispuso Dios. Por ser Quien soy no puedo sufrir pérdida alguna, ni privaciones ni dolor. Mi Padre me sustenta, me protege y me dirige en todo. El cuidado que me prodiga es infinito y eterno. Soy eternamente bendito por ser Su Hijo_.
 
Tengo _“derecho a lo bueno y sólo a lo bueno”_, dice Jesús. Para ello, necesito aceptar mi verdadera identidad como Hijo de Dios, reconocer Quien es mi Padre, reconocer la herencia que me ha dado: mi Ser, la seguridad perfecta y la plena realización. Por lo tanto, _“todo lo bueno me pertenece”_. Si creo que puedo sufrir, tener pérdidas, privaciones y dolor es porque me he olvidado de mi Identidad como Hijo de Dios. Y, en este caso, puedo pedir la Ayuda divina para que me ayude a perdonar y no olvidar que “Mi Padre me sustenta, me protege y me dirige en todo”. Nada me falta, lo tengo todo. Soy completamente abundante. Necesito confiar en mi Padre, en el camino que Él me traza. Siempre está conmigo cuidándome eternamente. “Soy bendito por ser Su Hijo”. Comienzan aquí las bienaventuranzas, las bendiciones a que tengo derecho como Hijo de Dios que soy.
 
*Proceso de práctica de la lección*

_Objetivo_

Hacer un repaso de las lecciones que buscan ayudarte a cambiar tu manera de percibir el mundo para que la quietud te acompañe y te cures de toda aflicción e inquietud. También, apuntan a que seas consciente de la cohesión del sistema de pensamiento hacia el cual te están conduciendo.

_Ejercicios_

Realizar dos sesiones largas: una por la mañana y otra por la noche. Después se harán sesiones tan a menudo como puedas.

Comienza el día leyendo las cinco ideas, incluyendo los comentarios. De ahí en adelante no es necesario seguir un orden determinado al repasarlas, aunque se debe practicar con cada una de ellas por lo menos una vez. Dedica dos minutos o más a cada sesión de práctica, pensando en la idea y en los comentarios que le siguen después que los hayas leído. Haz esto tan a menudo como te sea posible durante el día. Se sugiere que se haga cada hora al comienzo. Si una de las cinco ideas te atrae más que las otras, concéntrate en ella. Sin embargo, asegúrate de repasarlas todas una vez más al final del día.
 
No es necesario abarcar, ni literal ni concienzudamente, los comentarios que siguen a cada idea en las sesiones de práctica. Trata, más bien, de poner de relieve el punto central y de pensar en dicho comentario como parte de tu repaso de la idea en cuestión. Trata de traer ideas afines y trata de adentrarte en tu mente. Después de leer la idea y sus comentarios, los ejercicios deben hacerse, a ser posible, con los ojos cerrados y cuando estés solo en un lugar tranquilo.

_Observaciones_
 
Lee todas las lecciones de repaso con sus comentarios en la sesión de la mañana y en la de la noche.
En las sesiones cortas puedes escoger la lección que quieras.
Repasa cada lección por lo menos una vez.
Después puedes dedicarle más tiempo a la lección que quieras.
Estás entrenando tu mente para que no necesite un ambiente especial para las sesiones. A eso se llegará.
 
Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior. Hagamos la lección siempre en compañía del Espíritu Santo y de Jesús, sin olvidarnos de reír porque la Voluntad de Dios para nosotros es que tengamos perfecta felicidad.

Muchas, muchísimas, bendiciones.
Jorge Luis Álvarez Castañeda



LECCIÓN 58 
Repaso I «Hoy vamos a repasar las siguientes ideas:» 
"Esta próxima serie de lecciones tratan acerca de nuestra santidad, el otro lado de nuestras mentes que se mantiene oculta por el ego y por la no santidad de su sistema de pensamiento. 
(1:1) (36) «Mi santidad envuelve todo lo que veo.» 
(1:2) «De mi santidad procede la percepción del mundo real.» 
Cuando hacemos el cambio interno y nos identificamos con el amor de Jesús en lugar de con el odio del ego, su amor se extiende a través de nosotros. Podemos seguir percibiendo exactamente el mismo mundo - el sueño en la «forma» no necesariamente 
cambia - pero ahora se percibe a través del amor que está dentro de nosotros mismos. Esto marca el nacimiento de la verdadera compasión. No sentimos lástima por los cuerpos de las personas, sino por la fuente real de su dolor: la creencia de que son huérfanos y nunca regresarán a casa. En esa visión compasiva se reconoce que «todas» las personas comparten el mismo sufrimiento. 
(1:3-5) «Habiendo perdonado, ya no me considero culpable. Puedo aceptar la inocencia que es la verdad con respecto a mí mismo. Cuando veo el mundo con los ojos del entendimiento, sólo veo su santidad porque lo único que puedo ver son los pensamientos que tengo acerca de mí mismo.» 
Este es un resumen sucinto del perdón: primero cambiamos nuestra percepción de modo que al ver de otra manera el pecado de otra persona - reconociendo que no es más que una proyección de una creencia sobre nosotros mismos - aceptamos la naturaleza ilusoria del sistema de pensamiento de separación y ataque del ego. Esto permite que la inocencia de la Expiación vuelva a nuestra conciencia y entonces se convierta en la base de nuestra nueva percepción del mundo. 
La percepción inocente o verdadera es toda-inclusiva, como vemos ahora: 
(2:1) (37) «Mi santidad bendice al mundo.» 
(2:2-5) «La percepción de mi santidad no me bendice únicamente a mí. Todas las personas y todo cuanto veo en su luz comparten la dicha que mi santidad me brinda. No hay nada que esté excluido de esta dicha porque no hay nada que no comparta mi santidad. A medida que reconozca mi santidad, la santidad del mundo se alzará resplandeciente para que todos la vean.» 
No solo somos uno en el sistema de pensamiento del ego, también somos uno en el del Espíritu Santo. Con este reconocimiento, nacido de nuestra nueva percepción, la creencia del ego en la separación es deshecha por la visión de Cristo que abraza a la Filiación (y por lo tanto al mundo) con su santidad. Si nuestra visión no es todo-inclusiva, no es visión. Al excluir incluso a una parte de la Filiación, la Totalidad también se excluye, por lo que nunca podremos recordar que somos el Hijo de Dios. Es por eso que Jesús nos da estas palabras como un recordatorio: 
“Traigo a vuestros cansados ojos una visión de un mundo diferente, tan nuevo, depurado y fresco que os olvidaréis de todo el dolor y miseria que una vez visteis. Más tenéis que compartir esta visión con todo aquel que veáis, pues, de lo contrario, no la contemplaréis. Dar este regalo es la manera de hacerlo vuestro. Y Dios ordenó, con amorosa bondad, que lo fuese.” (T-31.VIII.8:4-7) 
(3:1) (38) «No hay nada que mi santidad no pueda hacer.» 
(3:2-3) «El poder curativo de mi santidad es ilimitado porque su poder para salvar es ilimitado. ¿De qué me tengo que salvar, sino de las ilusiones?» 
No se nos salva del mundo, ni de ningún destino terrible dentro de él, tampoco salvamos a los demás del mundo. De lo que se nos salva es de nuestros pensamientos erróneos, de los errores que provienen de haber elegido el ego en lugar del Espíritu Santo. Eso no tiene nada que ver con el mundo, sino todo que ver con nuestros pensamientos ilusorios. Nuevamente, es una salvación que nos sana como «uno», porque únicamente existe «una» ilusión en el Hijo «uno». 
(3:4-6) « ¿Y qué son las ilusiones sino falsas ideas acerca de mí? Mi santidad las desvanece a todas al afirmar la verdad de lo que Soy. En presencia de mi santidad, la cual comparto con Dios Mismo, todos los ídolos desaparecen.» 
Una y otra vez vemos a Jesús volviendo a este punto central: nuestras percepciones erróneas son causadas por la «única» percepción errónea de nosotros mismos - que no somos tal como Dios nos ha creado. Cuando este «único» pensamiento erróneo es sanada, todas las imágenes erróneas del ego - los ídolos del especialismo - son también deshechos: «un» sólo problema, «una» sola percepción errónea de no santidad; «una» sola solución, la «única» visión de la santidad. 
(4:1) (39) «Mi santidad es mi salvación.» 
(4:2-3) «Puesto que mi santidad me absuelve de toda culpa, reconocer mi santidad es reconocer mi salvación. Es también reconocer la salvación del mundo.» 
El tema sinfónico de Jesús continúa, en una serie casi infinita de maravillosas variaciones. El «único» problema de la culpa desaparece en la «única» solución de la santidad, que 
también hace que todos los problemas desaparezcan. De este modo, mi percepción de mí mismo es sanada y salvada, así como mi percepción del mundo, que nunca ha abandonado su fuente en mi mente. 
(4:4-5) «Una vez que haya aceptado mi santidad, nada podrá atemorizarme. Y al no tener miedo, todos compartirán mi entendimiento, que es el regalo que Dios me hizo a mí y al mundo.» 
La fuente de «todo» temor es que hayamos elegido la no santidad de nuestra individualidad separada en lugar de la santidad de la unicidad del Hijo de Dios. Dado que las mentes están unidas, la aceptación de mi santidad recuerda a los demás de que pueden hacer la misma elección. Esto no significa que todos «harán» esa misma elección ahora. Sin embargo, significa que dentro mi santidad me doy cuenta de que esta elección «ya» ha sido tomada porque la separación nunca fue posible. Cuando esa elección es aceptada en toda la Filiación es sólo cuestión de tiempo. 
(5:1) (40) «Soy bendito por ser un Hijo de Dios.» 
(5:2-8) «En esto reside mi derecho a lo bueno y sólo a lo bueno. Soy bendito por ser un Hijo de Dios. Todo lo que es bueno me pertenece porque así lo dispuso Dios. Por ser Quien soy no puedo sufrir pérdida alguna, ni privaciones ni dolor. Mi Padre me sustenta, me protege y me dirige en todo. El cuidado que me prodiga es infinito y eterno. Soy eternamente bendito por ser Su Hijo.» 
Toda pérdida, privación y dolor surgen porque hemos olvidado quiénes somos. Ese es el problema, sin excepción, que es la razón por la cual no hay grados de dificultad en los milagros (T-1.I.1: 1). Cuando soltamos la mano de Jesús y tomamos la del ego en su lugar, estamos automáticamente dentro del dolor. Siguiendo la estrategia del ego para proteger nuestra decisión equivocada, ponemos una brecha entre la causa del dolor y nuestra experiencia de él, y entonces pensamos que entendemos la fuente del dolor - el mundo, nuestro compañero especial, nuestros cuerpos, nuestra comida o lo que sea, y por lo tanto, nunca podemos reconocer la causa real en nuestras mentes. Cuando finalmente recobramos la cordura y nos damos cuenta de nuestro error, podemos acudir al pensamiento de Expiación que refleja nuestro verdadero Ser, una Identidad que se encuentra perfectamente a salvo debido a que está más allá de todos los pensamientos 
de dolor y pérdida. Despertando del sueño del ego del sufrimiento, nos encontramos en casa con el Dios que realmente nunca hemos abandonado." 


~ Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick. Traducción al Español por Alfonso Martínez. 




LECCIÓN 58

Comentada por:
Oscar Gómez Díez 

Este repaso que va de las lecciones 36 a 40 tienen como tema central la santidad, que es lo mismo que decir inocencia e impecabilidad. Mi santidad es mi naturaleza que es semejante a la de Dios, pues así lo dispuso Él al crearme. La santidad es lo opuesto al ego, a sus pecados, miedos, culpas, ataques, carencias y enfermedades. Y mi santidad es la bendición eterna que Dios me ha dado. Reconocer mi santidad es un paso enorme en nuestra salvación, intelectualmente podemos llegar a aceptarlo, pero la verdad es que no lo creemos. Nos sentimos culpables, pecadores e impuros. La culpa sigue modulando nuestra consciencia. 

*"1.(36) Mi santidad envuelve todo lo que veo."*

*"De mi santidad procede la percepción del mundo real."* vemos lo que pensamos. Cuando vemos con el ego, vemos el mundo ilusorio de separación y miedo. Cuando veo desde mi santidad, veo un mundo sanado, perdonado, veo inocencia y amor. Ese es el mundo real del que nos habla el Curso. Y ese mundo real lo puedo percibir después de haber perdonado. *"Habiendo perdonado, ya no me considero culpable."* solo el perdón me libera de la culpa y de la creencia en el castigo. *"Puedo aceptar la inocencia que es la verdad con respecto a mí mismo."* Mientras me sienta culpable sólo veré un mundo de castigos y ataques. Pero si me he perdonado, aceptaré mi inocencia que es mi estado natural. *"Cuando veo el mundo con los ojos del entendimiento, sólo veo su santidad porque lo único que puedo ver son los pensamientos que tengo acerca de mí mismo."* cuando logro la comprensión de mi naturaleza divina, solo veré santidad en todo, pues es un reflejo de mis pensamientos inocentes y amorosos. 
*"los ojos del entendimiento"* es otra manera de referirse a la visión. 

*" 2.(37) Mi santidad bendice al mundo."*

*"La percepción de mi santidad no me bendice únicamente a mí."* somos una sola mente, si solo percibo santidad, veré la santidad en todo lo que contemple, esa bendición la extiendo a todo el mundo, a todos mis hermanos. 

*"Todas las personas y todo cuanto veo en su luz comparten la dicha que mi santidad me brinda."* cuando he perdonado, y me siento libre de culpa, la dicha inunda mi ser, y ese gozo lo comparto con todos mis hermanos. La felicidad es un atributo del Amor, y es el resultado de recuperar mi inocencia. No hay auténtica felicidad sin inocencia. 
*"No hay nada que esté excluido de esta dicha porque no hay nada que no comparta mi santidad."* Jesús es reiterativo sobre la perfecta igualdad de los Hijos de Dios, si excluyes a alguno, has emitido un juicio, has condenado a un hermano, has hecho real la separación. 

El amor, la dicha y la santidad no tienen límites, son todo abarcantes, cobija a toda la Filiación, a todos hermanos. *"A medida que reconozca mi santidad, la santidad del mundo se alzará resplandeciente para que todos la vean."* la santidad no se conquista, sólo se reconoce, pues esa es nuestra condición natural como perfectos Hijos de Dios, sólo necesito remover todas las nubes de falsas creencias que mi ego había interpuesto para tratar de ocultar mi santidad. 

*3.(38) No hay nada que mi santidad no pueda hacer.*

Sólo los santos pueden curar, pues su poder es ilimitado, su poder emana de su total identificación con Dios. *"El poder curativo de mi santidad es ilimitado porque su poder para salvar es ilimitado."* Cuál es el poder curativo de mi santidad?: el Amor de Dios. Y ese poder es ilimitado, es omnipotente, omnipresente y omnisciente. No puedo dudar de quien Soy.

*"¿De qué me tengo que salvar, sino de las ilusiones? ¿Y qué son las ilusiones sino falsas ideas acerca de mí?"* me tengo que salvar de las falsas creencias que abrigo sobre mi mismo, de mis pensamientos de culpa y miedo. La salvación no es más que un deshacer. Deshacer lo que no soy para que emerja lo que realmente soy. Perdonando lo que no soy *"Mi santidad las desvanece a todas al afirmar la verdad de lo que soy."* la luz desvanece la oscuridad, la verdad al error y el amor al miedo. 

*"En presencia de mi santidad, la cual comparto con Dios Mismo, todos los ídolos desaparecen."* cuándo reconozco mi santidad, las viejas creencias, los "ídolos de barro" de este mundo se desmoronan. Al unir mi voluntad a la de Dios el ego desaparece. 

*"4. (39) Mi santidad es mi salvación."*

*"Puesto que mi santidad me absuelve de toda culpa, reconocer mi santidad es reconocer mi salvación."* La culpa original, ese pensamiento, según el cual, he ofendido a Dios, que lo he atacado, y que he sido condenado por ello, tiene como consecuencia lógica "mi merecido castigo.” Pero si el perdón deshace esa falsa creencia, lo único que queda es mi inocencia, mi santidad, me he salvado!! 
*"Es también reconocer la salvación del mundo."* al salvarme yo, se ha salvado el mundo, pues el mundo no es más que un reflejo de mis pensamientos. 

*"Una vez que haya aceptado mi santidad, nada podrá atemorizarme."* al aceptar mi santidad, al reconocerme uno con Dios, el miedo desaparece completamente, no hay nada que temer. 

*"Y al no tener miedo, todos compartirán mi entendimiento, que es el regalo que Dios me hizo a mí y al mundo."* Al contemplar a mis hermanos con santidad ellos comprenderán la suya y me la reflejarán. Al no tener mas miedo, comprenderé que mi santidad es el regalo que Dios me dio, no solo a mi sino también al mundo. 

*"5. (40) Soy bendito por ser un Hijo de Dios."*

*"En esto reside mi derecho a lo bueno y sólo a lo bueno. Soy bendito por ser un Hijo de Dios."* El hecho de ser el Hijo de Dios, es la mayor de las bendiciones. Esa y sólo esa bendición me da derecho a disfrutar todos los atributos del Reino: la paz, el amor, la felicidad, la plenitud, la abundancia, la belleza, la armonía, etc. Y eso es así porque *"Todo lo que es bueno me pertenece porque así lo dispuso Dios."* es la voluntad de Dios, no la mía, la que determinó lo que soy. 

*"Por ser Quien soy no puedo sufrir pérdida alguna, ni privaciones ni dolor."* ya que al ser santo e inocente estoy libre de toda culpa, por lo tanto, no puedo sufrir dolor alguno, ni sufrir carencia alguna, pues toda la Creación está a mi disposición, pues *"Mi Padre me sustenta, me protege y me dirige en todo."* esta es mi única y verdadera bendición, y esta será así por siempre jamás: *"El cuidado que me prodiga es infinito y eterno. Soy eternamente bendito por ser Su Hijo."* siempre he tenido la bendición de Dios y siempre la tendré, Dios no cambia de opinión, pues Dios nunca ha dudado, todo lo que Su Voluntad decida se hace sobre la certeza del Amor eterno, pues Él es el Amor eterno. 

*PRACTICA:*

Cinco sesiones de práctica. Lea cada vez la lección completa, incluyendo los comentarios y haz el ejercicio de cada una de las cinco lecciones de repaso por 2 minutos como mínimo. Igualmente haga repeticiones frecuentes de las ideas del día. 

*“Mi santidad envuelve todo lo que veo”*

*“Mi santidad bendice al mundo”*

*“No hay nada que mi santidad no pueda hacer”*

*“Mi santidad es mi salvación”*

*“Soy bendito por ser un Hijo de Dios”*

Las instrucciones para la práctica de las lecciones de repaso son sencillas, pero deben hacerse con diligencia.  

 *"Dedica dos minutos o más a cada sesión de práctica, pensando en la idea y en los comentarios que le siguen después que los hayas leído. Haz esto tan a menudo como te sea posible durante el día. Si una de las cinco ideas te atrae más que las otras, concéntrate en ella. Sin embargo, asegúrate de repasarlas todas una vez más al final del día."* (primer Repaso in-2:3-6)

La idea es interiorizar cada una de las lecciones, identificar cómo se relacionan, ver su lógica secuencial y la coherencia de su metodología y del sistema de pensamiento que nos propone. 

Así que lee detenidamente cada lección, el comentario que la acompaña y practica cada una por lo menos durante 2 minutos. Y recuérdalas y úsalas durante el día. Notarás que hay una mayor comprensión y entendimiento de las lecciones. Cada vez adquieren más sentido para ti a medida que las prácticas. 

Bendiciones 






CELEBRANDO EL MILAGRO 


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BENDICIONES!





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