LECCIÓN 205

 



Lea la Introducción al Sexto Repaso de Un Curso de Milagros aquí


LECCIÓN 205


 

No soy un cuerpo. Soy libre.

Pues aún soy tal como Dios me creó.

 


1. (185)  Deseo la paz de Dios.

2La paz de Dios es lo único que quiero. 3La paz de Dios es mi única meta, la mira de todo mi vivir aquí, el fin que persigo, mi propósito, mi vida y mi función, mientras habite en un lugar que no es mi hogar.

 

4No soy un cuerpo. 5Soy libre. 

6Pues aún soy tal como Dios me creó.




AUDIOS de la Lección 205
de CELEBRANDO EL MILAGRO

Lectura de la Lección 205
A través de Blanca Nivia Morales Contreras.


Ocurrir de la Lección 205
a través de Martin Musarra


Lección 205
comentada por 
Jorge Luis Álvarez Castañeda











































LECCIÓN 205

Comentada por:
Jorge Luis Álvarez Castañeda

¡Que la paz sea con nosotros hoy!

No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó.

1. (185) Deseo la Paz de Dios.

La Paz de Dios es lo único que quiero. La Paz de Dios es mi única meta, la mira de todo mi vivir aquí, el fin que persigo, mi propósito, mi función y mi vida mientras habite en un lugar que no es mi hogar.
No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó.

Deseo la paz de Dios.

Estamos estudiando este curso para tener paz interior. Para tener la Paz de Dios. Creemos que todo lo que nos quita la paz proviene del mundo, de mis hermanos a quienes culpabilizo de todo lo que me sucede, de todo el sufrimiento y el dolor que tengo. Jesús, nos enseña que la causa de nuestro sufrimiento y de lo que nos quita la paz está en nuestra mente, pues hemos elegido los pensamientos de conflicto del ego en lugar de los pensamientos de paz del Espíritu Santo. Con el Espíritu Santo y con Jesús, mediante el perdón y la aceptación de la Expiación para nosotros mismos, veremos la inocencia del hermano, veremos su bondad en lugar de sus errores, les perdonamos sus ilusiones y les damos gracias por toda la ayuda que nos han brindado al mostrarnos lo que necesitamos cambiar y perdonar, en nosotros mismos. Si hacemos esto nos responsabilizamos por nuestra paz y la elegimos decididamente.

Proceso de la práctica de la lección.

1. Tiempo de quietud por la mañana y por noche. 

Tiempo mínimo 15 minutos. Ideal 30 minutos o más. Trata de dedicarle todo el tiempo que puedas y un poco más.


Repite y reflexiona sobre estos pensamientos de Jesús:

No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó.

  Deseo la Paz de Dios.

La Paz de Dios es lo único que quiero. La Paz de Dios es mi única meta, la mira de todo mi vivir aquí, el fin que persigo, mi propósito, mi función y mi vida mientras habite en un lugar que no es mi hogar.

No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó.

Cierra los ojos. Aquieta la mente. Nos olvidamos del miedo del ego y recordamos el amor que somos como Hijos de Dios.

En tu meditación intenta entrar en  contacto con esa parte de tu mente donde hay paz y amor, tranquilidad, alegría. Es tu mente recta, donde está Cristo, tu Ser. Mantén la mente quieta, sin palabras, y te olvidas de todo lo que habías creído saber y entender, sólo con la sensación y certeza de que estás con Dios

No engancharse en pensamientos distractores. Pide la guía del Espíritu Santo. Si llega algún pensamiento distractor le ordenas a tu mente que no le preste atención y  dices:

No quiero este pensamiento. El que quiero es: Deseo la paz de Dios.

Espera a Dios. Él llegará y te dará un mensaje de amor y de paz.

La idea de hoy es:
Deseo la paz de Dios.

2. Recordatorios cada hora.

Repite: 
No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó.

        Deseo la Paz de Dios.

Recuerda que mientras lo haces Cristo permanece a tu lado dándote fortaleza.

Luego, siente la quietud y silencio y espera a Dios. Dale gracias por los regalos de la hora que ha pasado. Y deja que Su Voz te diga lo que Él quiere que hagas en esta hora que empieza.

3. Respuesta a la tentación.

No dejar ningún pensamiento trivial sin cuestionarlo. Si llega alguno le aseguras a tu mente que eso no es lo que quieres.

 Le dices:
 No quiero este pensamiento. El que quiero es: Deseo la paz de Dios. 
 

Les deseo muchas experiencias a esta lección que contribuyan a su paz interior. Les propongo leer la introducción al SEXTO REPASO. De igual manera, realizar las prácticas como se les propone en la introducción al repaso, siempre de la mano de Jesús y el Espíritu Santo. Y sin olvidarse de reír porque la Voluntad de Dios para nosotros es que tengamos perfecta felicidad. 

Muchas, muchísimas, bendiciones.
Jorge Luis Álvarez Castañeda












Kenneth Wapnick

Repaso VI

Lección 205

(1) (185) «Deseo la paz de Dios.»

«La paz de Dios es lo único que quiero. La paz de Dios es mi única meta, la mira de todo mi vivir aquí, el fin que persigo, mí propósito, mi vida y mi función, mientras habite en un lugar que no es mi hogar.»

“Esta lección nos recuerda por qué elegimos contra el ego: queremos la paz de Dios. Para dar este paso, necesitamos ser conscientes de que lo que sucede en el mundo no nos trae esta paz. En otras palabras, elegir en contra de haber elegido en contra de la paz permite que su dulce verdad sea nuestra.”

Del libro “Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM” por el Dr. Kenneth Wapnick.
















LECCIÓN 205

Comentada por:
Oscar Gómez Díez 

"No soy un cuerpo. Soy libre, Pues aún soy tal como Dios me creó."

1. (185) "Deseo la paz de Dios."

La naturaleza del ego es la dualidad, los opuestos, el conflicto, el ataque, las guerras,  a lo que en nuestra vida cotidiana llamamos problemas. De ahí que la paz se nos convierta en un deseo, un anhelo, y comenzamos a buscarla, de múltiples maneras. Cuando buscamos la paz de la mano del ego, necesariamente nos llevará a nuevos conflictos y ataques, pues tendemos a culpar a los otros de los problemas que creemos tener.

La proyección de la culpa nos conduce a conflictos, guerras contra otros y contra si mismo, al creer que atacando o destruyendo al otro vamos a resolver nuestros problemas. La historia esta llena de sangrientos episodios que se forjaron en la falsa creencia de  pensar que la paz se logra con la aniquilación total del supuesto enemigo, así actuaban  imperios y potencias militares, y así lo replicamos en nuestras vidas cotidianas, quizás con menos sangre y violencia. 

La verdadera paz sólo la conseguiremos a partir del amor y de la consciencia de unidad de toda la Creación de Dios. No es posible conquistar la  paz a costa de la pérdida del bienestar de ningún hermano. Cuando comprendemos que todo ataque es un ataque contra sí mismo, comenzamos a abrir las puertas de nuestra paz interior. Y ello sólo es posible a partir de perdonar nuestros pensamientos de culpa y ataque.  Cada vez que perdónanos nuestro amor emerge y se extiende sobre todos nuestros hermanos, y la paz va envolviendo todos nuestros corazones. El mejor indicador del poder sanador del perdón es una creciente sensación de paz interior. 

La oración que acompaña esta lección me encantó desde la primera vez que la leí y decidí aprenderla y memorizarla, haciéndola mía día tras día, es posible que para ti también tenga ese mismo poderoso efecto, así que con mucha convicción pronunciémosla:

"La paz de Dios es lo único que quiero. La paz de Dios es mi única meta, la mira de todo mi vivir aquí, el fin que persigo, mi propósito, mi vida y mi función, mientras habite en un lugar que no es mi hogar." (L-205.1:1-2)

PRÁCTICA DIARIA:

"No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó."

(185) "Deseo la paz de Dios."

"No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó."

Con estas  ideas nos levantaremos por la mañana, pasaremos todo el día y nos acostaremos pensando en ellas y nos levantaremos nuevamente. 
Con estas ideas meditaremos en la mañana y en la noche, mínimo 15 minutos, y haremos una pausa cada hora para recordarlas en quietud y silencio y hacerlas nuestras, para igualmente   repetirlas entre horas lo más que podamos. 

RESPUESTA A LA TENTACION:

A lo largo del día, "Cuando la tentación te asedie, apresúrate a proclamar que ya no eres su presa, diciendo:"  

"No quiero este pensamiento. El que quiero es ________ ."
(L– r VI. 6:1-2) 
En el caso de  hoy el pensamiento que quiero es:

(185) "Deseo la paz de Dios."

"Y entonces repite la idea del día y deja que ocupe el lugar de lo que habías pensado." (L-r VI.6:4)

Metafísicamente la paz de Dios es parte de nuestra herencia natural, la poseemos por ser el santo Hijo de Dios, pero creímos haberla perdido tras la separación, de  ahí ese deseo inconsciente de buscar la paz, de anhelarla. Si permitimos que el Espíritu Santo guíe nuestra vida podremos experimentar esa paz que sobrepasa todo entendimiento de la que nos hablaba la Biblia. 

Jesús nos reitera que nos pone en las manos del Espíritu Santo  "Te pongo en Sus manos, y dejo que Él te enseñe qué hacer, qué decir y qué pensar cada vez que recurres a Él. Él estará a tu disposición siempre que acudas a Él en busca de ayuda." (L- r VI. 7:2-3) Permitamos que el Espíritu Santo nos guíe por los senderos de la paz y el amor. 

Nunca encontraremos paz donde no hay amor. La paz es un atributo del Amor, lo mismo que la felicidad. Si quieres de verdad la paz, libera a tu amor, del oscuro velo de los juicios y condenas que lo ocultan en tu conciencia, y eso lo logras solo perdonado, y perdonando nuevamente, hasta que tu mente se despeje de todo pensamiento que nuble la radiante presencia del Amor en ti. En el precioso instante que lo logres, la paz y la felicidad serán tuyas, pues son las inseparables compañeras del Amor.  
















TEXTO Cap 20





T.20.V















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BENDICIONES!





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