Lea la Introducción al Sexto Repaso de Un Curso de Milagros aquí
LECCIÓN 211
No soy un cuerpo. Soy libre.
Pues aún soy tal como Dios me creó.
1. (191) Soy el santo Hijo de Dios Mismo.
²En silencio y con verdadera humildad busco la gloria de Dios a fin de contemplarla en el Hijo que Él creó como mi Ser.
³No soy un cuerpo. ⁴Soy libre.
⁵Pues aún soy tal como Dios me creó.
AUDIOS de la Lección 211
de CELEBRANDO EL MILAGRO
Lectura de la Lección 211
A través de Blanca Nivia Morales Contreras.
Ocurrir de la Lección 211
a través de Martin Musarra
Lección 211
comentada por
Jorge Luis Álvarez Castañeda
LECCIÓN 211
Comentada por:
Jorge Luis Álvarez Castañeda
*¡Que la paz sea con nosotros hoy!*
*No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó*.
(191) *Soy el santo Hijo de Dios Mismo*.
_En silencio y con verdadera humildad busco la Gloria de Dios a fin de contemplarla en el Hijo que Él creó como mi Ser_.
*No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó*.
_Soy el santo Hijo de Dios Mismo_.
Esta es otro pensamiento que trata sobre mi verdadera identidad. Las dudas y preguntas acerca de quién soy se aclaran una vez más. Recordemos que hubo varias lecciones cuyo pensamiento era:
_Soy tal como Dios me creó_.
Aquí, dice, Jesús, que el Hijo de Dios es mi Ser. Es la parte de mi mente que no se creyó separada de Dios y que está unida a los millones de fragmentos de la mente que creen lo mismo y que han proyectado, a partir de la creencia en la separación, millones de cuerpos. Mi Ser con mayúscula no es mi ser con minúscula, no es el personaje que he fabricado a lo largo de mi vida y que tiene una historia en este mundo. No es el ser que es movido por el deseo de ser especial, que se cree diferente de sus hermanos con los que hace comparaciones, busca faltas en el otro y las exagera para sentirse diferente y mejor.
El deseo de ser especial me separa de mis hermanos, caigo en los juicios y en los ataques y esto me impide la felicidad. Porque la felicidad la da el saberse unido a algo más grande, a la Unidad, a Dios. La felicidad, que creo conseguir con mi deseo de ser especial, siempre será transitoria. El deseo de ser especial que expreso en el ser con minúscula siempre conllevará pérdida de mi paz porque en el mundo de la separación la lógica imperante es “ o soy yo o es el otro”. Siempre habrá un ganador y perdedor.
El deseo de ser especial también me traerá dolor y conflictos. Si no logro las metas que el ego coloca para sentirme “valioso e importante”: dinero, fama, profesión, belleza, etc., me desvalorizo, me juzgo y me ataco a mí mismo.
El deseo de ser especial me impedirá escuchar al Espíritu Santo que continuamente me está diciendo: “Perdona, perdona”. Jesús, dice que mi hermano es mi salvador, pues él, como yo, somos tal como Dios nos creó y tal como lo vea a él, me veré a mí mismo.
Si veo a mi hermano con mí ser con minúscula, con mi personaje fabricado siguiendo al ego aumentaré la separación, crearé conflicto, haré toda clase de juicios y no perdonaré mi manera de ver a mi hermano. Si veo a mi hermano con mí Ser con mayúscula, con la visión de Cristo, desde el amor y la paz, desde el perdón, veré que somos lo mismo y que estamos unidos a Dios. Para eso necesito aquietar mi mente para que el Espíritu Santo me ayude a que mi ser con minúscula se una a mi Ser con mayúscula, al Hijo de Dios, al Cristo que soy.
El mundo del ego me ataca, continuamente, con sus ilusiones. Si acepto mi Identidad como Hijo de Dios, si corrijo me mente, mediante el perdón y la aceptación de la Expiación para mí mismo, el mundo que he construido, en mi mente, desaparece. Esto me permitirá extender la paz y el amor de Dios a mis hermanos.
*Proceso de práctica de la lección*
1. _Tiempo de quietud por la mañana y por noche_.
Tiempo mínimo 15 minutos. Ideal 30 minutos o más. Trata de dedicarle todo el tiempo que puedas y un poco más.
Repite y reflexiona sobre estos pensamientos de Jesús:
*No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó.*
Soy el santo Hijo de Dios mismo.
_En silencio y con verdadera humildad busco la gloria de Dios a fin de contemplarla en el Hijo que Él creó como mi Ser_.
*No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó.*
Cierra los ojos. Aquieta la mente. Nos olvidamos del miedo del ego y recordamos el amor que somos como Hijos de Dios.
En tu meditación intenta entrar en contacto con esa parte de tu mente donde hay paz y amor, tranquilidad, alegría. Es tu mente recta, donde está Cristo, tu Ser. Mantén la mente quieta, sin palabras, y te olvidas de todo lo que habías creído saber y entender, y te quedas sólo con la sensación y certeza de que estás con Dios.
No engancharse en pensamientos distractores. Pide la guía del Espíritu Santo. Si llega algún pensamiento distractor le ordenas a tu mente que no le preste atención y dices:
_No quiero este pensamiento. El que quiero es: Soy el santo Hijo de Dios Mismo_.
Espera a Dios. Él llegará y te dará un mensaje de amor y de paz.
La idea de hoy es:
_Soy el santo Hijo de Dios Mismo_.
2. _Recordatorios cada hora_.
Repite:
*No soy un cuerpo. Soy libre.
Pues aún soy tal como Dios me creó*.
_Soy el santo Hijo de Dios Mismo_.
Recuerda que mientras lo haces Cristo permanece a tu lado dándote fortaleza.
Luego, siente la quietud y silencio y espera a Dios. Dale gracias por los regalos de la hora que ha pasado. Y deja que Su Voz te diga lo que Él quiere que hagas en esta hora que empieza.
3. _Respuesta a la tentación_.
No dejar ningún pensamiento trivial sin cuestionarlo. Si llega alguno le aseguras a tu mente que eso no es lo que quieres.
Le dices:
_No quiero este pensamiento. El que quiero es: Soy el santo Hijo de Dios Mismo_.
Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior. Les propongo leer la introducción al SEXTO REPASO. De igual manera, realizar las prácticas como se les propone en esta introducción, siempre de la mano de Jesús y el Espíritu Santo. Y sin olvidarse de reír porque la Voluntad de Dios para nosotros es que tengamos perfecta felicidad.
Muchas, muchísimas, bendiciones.
Jorge Luis Álvarez Castañeda
Kenneth Wapnick
Repaso VI
Lección 211
(1) (191) *«Soy el santo Hijo de Dios Mismo.»*
«En silencio y con verdadera humildad busco la gloria de Dios a fin de contemplarla en el Hijo que Él creó como mi Ser.»
Volvemos al tema del silencio, que significa aquietar la voz del ego eligiendo contra ella. Claramente implícito es que el Hijo no soy sólo yo, sino todos los demás también. Es sólo desde el sereno lugar en mi mente que puedo mirar fuera y ver a todos como mi hermano, y en esa hermandad somos uno en el silencio de Dios.
Del libro “Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM” por el Dr. Kenneth Wapnick.
LECCIÓN 211
Comentada por:
Oscar Gómez Díez
*"No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó."*
1. (191) *"Soy el santo Hijo de Dios Mismo."*
Proclamar que *"Soy el santo Hijo de Dios Mismo."* es una afirmación de nuestra verdadera identidad, que pareciera que hemos olvidado y la hemos reemplazado por el insignificante "yo" del ego.
Recuperar nuestra verdadera identidad no es tarea fácil, pese a que la introducción a este repaso nos dice que una sola idea de este repaso sería suficiente para nuestra salvación si nos la creyéramos de verdad.
Pero "nuestra realidad" en este mundo, es que desde nuestros primeros años de vida nos la pasamos afirmando el "yo" de nuestro ego. Todos los días decimos: "yo soy" o “yo” y luego agregamos alguna cualidad o atributo que nos identifica y diferencia de los demás, por ejemplo:
"yo soy" hombre
"yo soy" mujer
"yo soy" gay
“yo soy" funcionario
“yo soy" ingeniero
“yo soy" comerciante
“yo soy" bonito /a
“yo soy" rico,
“yo soy" pobre
“yo soy" colombiano
“yo soy" alemán
“yo soy" hincha del Real Madrid
“yo soy" esposo/a de...
yo soy" mejor que...
“Yo” tengo hambre
“yo” tengo rabia
“yo” tengo miedo
“yo” no soy culpable
“yo” responsabilicé a…
"yo" pienso que...
"yo" creo que...
"yo" opino que...
"yo" siento que...
Todos los días estamos afirmando el "yo" de nuestro ego, todos los días estamos afirmando la separación en lugar de la unidad. En el mejor de los casos la unidad se nos convierte en un propósito político, ideológico o religioso, como algo a lograr en un futuro para mejorar el mundo, y de esa manera hacemos de la dualidad parte de nuestra cotidianidad.
Y muchas veces decimos desde cierta convicción espiritual: "Yo Soy" , ó "la presencia del Yo Soy" creyendo afirmar una identidad distinta al ego, cuando en el fondo hemos caído en la trampa de la dualidad, y lo único que estamos afirmando con "Yo Soy" es nuestro ego espiritual, y honestamente nos lo creemos. Son las múltiples trampas del ego para afirmar una identidad separada llamada "yo" con minúscula, o "YO" con mayúscula, ambos siguen siendo ego, con minúscula o con mayúscula, pero ego al fin y al cabo.
La espiritualidad de Un Curso de Milagros es muy radical, y muy precisa en el uso del lenguaje, excluye el uso del pronombre "YO" con el que la persona que habla o escribe se refiere a sí misma; observémoslo en la idea del día de esta lección:
*"Soy el santo Hijo de Dios Mismo."*
dice "Soy", no dice "Yo Soy". Pues un "yo " implica un "Tu", ni siquiera el pronombre personal del plural "nosotros" seria adecuado, pues implica un “ustedes”, "vosotros" o "ellos". Por eso el Curso nos dice que lo primero que surgió con la separación fue la consciencia. La consciencia de sentirme distinto y separado de otro, en primer lugar de Dios. La consciencia implica un sujeto y un objeto, un observador y un observado. A partir de ahí se desprende la dinámica de la dualidad, de los opuestos, del lenguaje de la separación: Bueno - malo, santo - pecador, víctima - victimario, salud - enfermedad, defensa-ataque, etc.
En el estado del Cielo no existe un "Yo" y un "Tu", es un estado de completa unicidad, el Padre no está separado del Hijo, pues el Padre nos creó como una extensión de Si Mismo. De ahí que Dios no tenga nombre, pues no requiere diferenciarse de Su Hijo. Así nosotros le asignemos nombres a Dios en este mundo, esos nombres son nuestra representación simbólica de esa entidad amorosa y todo abarcante a la que llamamos Dios, pero los nombres en sí no son Dios sino nuestra representación de Dios.
Las palabras y el lenguaje son una representación simbólica que usamos en este mundo para comunicarnos. Previamente cada cultura le asigna un significado a las cosas, de ahí la diversidad de idiomas. Las palabras no se utilizan en el estado del Cielo, entre otras cosas, por que allí no existen cuerpos ni órganos de fonación, las palabras son un instrumento muy limitado de comunicación, que dependen de una corta distancia para ser escuchadas. En el estado del Cielo la comunicación es mental, y está soportada por una visión y un conocimiento de una totalidad todo abarcante.
Para liberarnos de la esclavitud del ego, tenemos que negarlo, tanto al cuerpo como su “yo” psicológico, des-identificarnos con ese "yo" que se cree especial y diferente a los demás, para ello debemos afirmar nuestra verdadera identidad, diciendo: *"Soy el santo Hijo de Dios Mismo."*
Y no es una afirmación arrogante. La arrogancia es la del ego que se considera separado de Dios y cree poder reemplazarlo, esa es la grandiosidad del ego, muy distinta de la grandeza del Hijo de Dios. Esa grandeza la conquistamos cuando reconocemos nuestro verdadero origen con humildad y sin pretensiones, pues no necesitamos demostrarle nada a nadie, sólo reconocer y aceptar nuestra realidad inmortal.
Afirmar mi verdadera identidad me permite sentirme uno con Dios y con todos mis hermanos, y eso lo experimentaremos, *”En silencio y con verdadera humildad busco la gloria de Dios a fin de contemplarla en el Hijo que Él creó como mi Ser."* (L - 211)
En la quietud de nuestra mente, al silenciar el ego, cerrando nuestros ojos, aquietando el cuerpo, y luego olvidarnos del tiempo, del mundo e incluso del cuerpo, en la intemporalidad del ahora, encontraremos la gloria de Dios, la contemplaremos en el Cristo que Dios creó como Su Hijo, ese es nuestro único Ser, en Su Luz y Su Amor nos encontramos y nos reconocemos como el perfecto Hijo de Dios.
*PRÁCTICA DIARIA:*
*"No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó."*
(191) *"Soy el santo Hijo de Dios Mismo."*
*"No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó."*
Con estas ideas nos levantaremos por la mañana, pasaremos todo el día y nos acostaremos pensando en ellas y nos levantaremos nuevamente.
Con estas ideas meditaremos en la mañana y en la noche, mínimo 15 minutos, y haremos una pausa cada hora para recordarlas en quietud y silencio y hacerlas nuestras, para igualmente repetirlas entre horas lo más que podamos.
*RESPUESTA A LA TENTACION:*
A lo largo del día, *"Cuando la tentación te asedie, apresúrate a proclamar que ya no eres su presa, diciendo:"*
*"No quiero este pensamiento. El que quiero es ________ ."*
(L– r VI. 6:1-2)
En el caso de hoy el pensamiento que quiero es:
(191) *"Soy el santo Hijo de Dios Mismo."*
*"Y entonces repite la idea del día y deja que ocupe el lugar de lo que habías pensado."* (L-r VI.6:4)
No olvides dejar pasar ni un solo pensamiento vano en tu mente sin confrontarlo, sin perdonarlo, ya sea de ira, ataque, carencia, tristeza, culpa, miedo o cualquier otro pensamiento no amoroso que niegue tu realidad inmortal. La salvación depende que no dejes ni una sola mancha de oscuridad en tu mente, para que la luz de tu Amor ilumine al mundo y a todas las mentes que Dios creó una contigo.
TEXTO Cap 21. I
CELEBRANDO EL MILAGRO
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