LECCIÓN 216




Lea la Introducción al Sexto Repaso de Un Curso de Milagros aquí


LECCIÓN 216


 

No soy un cuerpo. Soy libre.
Pues aún soy tal como Dios me creó.

 

1. (196) No puede ser sino a mí mismo a quien crucifico.

 ²Todo lo que hago, me lo hago a mí mismo. ³Si ataco, sufro. ⁴Mas si perdono, se me dará la salvación.

 

⁵No soy un cuerpo. ⁶Soy libre. 
⁷Pues aún soy tal como Dios me creó.



AUDIOS de la Lección 216
de CELEBRANDO EL MILAGRO

Lectura de la Lección 216
A través de Blanca Nivia Morales Contreras.


Ocurrir de la Lección 216
a través de Martin Musarra


Lección 216
comentada por 
Jorge Luis Álvarez Castañeda








































LECCIÓN 216

Comentada por:
Jorge Luis Álvarez Castañeda

¡Que la paz sea con nosotros hoy!

No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó.

 (196) No es sino a mí mismo a quien crucifico.

Todo lo que hago, me lo hago a mí mismo. Si ataco, sufro. Mas si perdono, se me da la salvación.

No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó. 

No es sino a mí mismo a quien crucifico.

Este pensamiento retrata claramente el poder de la culpa en nuestra mente cuando sostenemos los pensamientos del ego. Cargamos una culpa ancestral por la creencia en la separación de Dios; culpa que, continuamente, incrementamos cuando la proyectamos a nuestros hermanos. Hay un deseo, inconsciente, muy infantil, de decirle a Dios que nosotros no somos culpables, que el malo es mi hermano, no yo, pues, yo soy inocente para que no nos castigue por creer habernos separado de Él. 

Recordemos el mecanismo de la proyección y la percepción: lo que veo en mi mente, será lo que vea afuera en mis hermanos. Si en mi mente veo culpa, ataque, miedo, resentimiento…eso será lo que veré afuera. Lo contrario, si veo en mi interior con la visión de Cristo, amor, paz, cordura, abundancia, felicidad, unidad…eso será lo que veré afuera. 

_”Todo lo que hago, me lo hago a mí mismo”_. 

Jesús, no podría ser más claro. Si somos una sola mente, que se creyó separada de Dios, si todos compartimos el mismo Ser, lo que le hago a mis hermanos, física o mentalmente, me lo hago a mí mismo. Esto opera en forma similar bien sea que mi guía sea el Espíritu Santo o el ego.

_”Si ataco, sufro”_. 

Esto es para mirarlo de manera práctica. Les propongo que a lo largo del día vigilen los pensamientos de ataque que se les presenten cuando interactúan con sus hermanos o ven sus comportamientos, cuando ven las noticias, cuando les llegan recuerdos a su mente, cuando piensan en el futuro, etc. 

Y cuando se presenten digan con Jesús: 
_”Más si perdono, se me dará la salvación”_. 

Y pueden contrastar como se sienten cuando perdonan y cuando atacan. Recuerden que lo fundamental con el Curso es llevarlo a la práctica para que de allí surjan las experiencias de perdón necesarias para sanar nuestra mente, para adquirir la mente recta, aceptar la Expiación para nosotros mismos, de tal manera, que podamos ver el mundo con la visión de Cristo: ver paz, amor, felicidad, abundancia, júbilo, mansedumbre, tolerancia, confianza…

Proceso de práctica de la lección

1. Tiempo de quietud por la mañana y por noche. 

Tiempo mínimo 15 minutos. Ideal 30 minutos o más. Trata de dedicarle todo el tiempo que puedas y un poco más.
 

Repite y reflexiona sobre estas ideas de Jesús:

No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó.

No es sino a mí mismo a quien crucifico.

_ Todo lo que hago, me lo hago a mí mismo. Si ataco, sufro. Mas si perdono, se me da la salvación_.

No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó.

Cierra los ojos. Aquieta la mente. Nos olvidamos del miedo del ego y recordamos el amor que somos como Hijos de Dios.

En tu meditación intenta entrar en  contacto con esa parte de tu mente donde hay paz y amor, tranquilidad, alegría. Es tu mente recta, donde está Cristo, tu Ser. Mantén la mente quieta, sin palabras, y te olvidas de todo lo que habías creído saber y entender, y te quedas sólo con la sensación y certeza de que estás con Dios.

No engancharse en pensamientos distractores. Pide la guía del Espíritu Santo. Si llega algún pensamiento distractor le ordenas a tu mente que no le preste atención y dices:

No quiero este pensamiento. El que quiero es: No es sino a mí mismo a quien crucifico.

Espera a Dios. Él llegará y te dará un mensaje de amor y de paz.

La idea de hoy es:

No es sino a mí mismo a quien crucifico.


2. Recordatorios cada hora.

Repite:
No soy un cuerpo.  Soy libre pues aún soy tal como Dios me creó.

_ No es sino a mí mismo a quien crucifico_.

Recuerda que mientras lo haces Cristo permanece a tu lado dándote fortaleza.

Luego, siente la quietud y silencio y espera a Dios. Dale gracias por los regalos de la hora que ha pasado. Y deja que Su Voz te diga lo que Él quiere que hagas en esta hora que empieza.

3. Respuesta a la tentación.

No dejar ningún pensamiento trivial sin cuestionarlo. Si llega alguno le aseguras a tu mente que eso no es lo que quieres.

 Le dices:

 No quiero este pensamiento. El que quiero es: No es sino a mí mismo a quien crucifico. 

Les deseo muchas experiencias de esta lección que contribuyan a su paz interior. Les propongo leer la introducción al SEXTO REPASO. De igual manera, realizar las prácticas como se les propone en la introducción, siempre de la mano de Jesús y el Espíritu Santo. Y sin olvidarse de reír porque la Voluntad de Dios, para nosotros, es que tengamos perfecta felicidad.

Muchas, muchísimas, bendiciones.
Jorge Luis Álvarez Castañeda













LECCIÓN 216 
Kenneth wapnick

(1) (196) No es sino a mí mismo quien crucifico. 

Todo lo que hago,  me lo hago a mí mismo. Si ataco, sufro. Más si perdono, se me dará la salvación. 

Este es un tema clave a lo largo de Un Curso de Milagros: todo viene de mí, porque soy el soñador de mi sueño. Otros no pueden afectarme de ninguna manera a menos que yo les dé ese poder, haciéndolos víctimas para justificar mi cara de inocencia. Así son responsables de mi dolor, hasta que llega el instante santo de la cordura cuando les perdono por lo que nunca han hecho.













LECCIÓN 216

Comentada por:
Oscar Gómez Díez 
 
"No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó."
 
1. (196) "No puede ser sino a mí mismo a quien crucifico."

"No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó."

En nuestras vidas cotidianas recreamos la culpa una y otra vez. Para ello utilizamos el mecanismo de la proyección, buscando trasladar la culpa desde nuestra mente hacia afuera, se la endosamos a los otros, creyendo que con ello nos liberamos de nuestra propia culpa, cuando lo que hacemos es reforzarla, generando una cadena de enemigos, ataques y peligros que percibimos por la dinámica de nuestra película mental. 

La otra forma de proyectar la culpa, es contra nosotros mismos, contra nuestros cuerpos, lo que da origen a la enfermedad, en la psicología moderna se denomina esto como introyección, percibimos un mundo peligroso que parece agredirnos y ese estrés nos enferma. La culpa es la pérdida de nuestra paz mental. 

"Todo lo que hago, me lo hago a mí mismo. Si ataco, sufro. Mas si perdono, se me dará la salvación." ( L- 216)

 El Curso de Milagros es un sistema de pensamiento sobre las causas no sobre los efectos. Nuestro mayor temor es a Dios, expresado en el miedo a la muerte, y al castigo divino reflejado en toda experiencia de pérdida o sufrimiento. 

Mientras no sanemos nuestro miedo a Dios será muy difícil sanar cualquier otro aspecto de nuestra mente, pues todas las demás experiencias no son sino efectos de esta primera causa. 

Para sanarnos no "es necesario que te escondas lleno de terror del miedo mortal a Dios que la proyección oculta tras de sí." (L - 196) pues escondernos de Dios y de su supuesto castigo es lo que parece que hemos hecho por miles de años, y lo único que hemos conseguido ha sido una historia de conflictos, guerras, sufrimiento y muerte. 

La única manera de sanarnos es reconocer que la causa está en nuestra mente, de asumir la  responsabilidad de nuestros pensamientos, renunciar a hacer juicios, que es lo mismo que decir, dejar de  proyectar sobre nuestros hermanos la culpa inconsciente, y por el contrario, traer de nuevo a nuestra  consciencia los juicios que habíamos emitido, reconocer que se originaron en nuestra mente, y que sólo en la mente también se encuentra la solución, que es sanarlos a través del perdón. 

Elegir abandonar los pensamientos de culpa y ataque, que supuestamente haces a los otros, cuando en realidad es a ti mismo a quien atacas,  eso es lo que nos recuerda la idea de hoy. "Es únicamente a mí mismo a quien crucifico." (L - 216)

Sanar nuestro temor inconsciente a Dios, es dar los pasos definitivos para sanar nuestra mente, sanar el mundo y regresar al Cielo. Todo depende de nuestra decisión, de elegir de nuevo la guía del Espíritu Santo y perdonar todas nuestras falsas creencias acerca de la separación. 

"El pensamiento desesperante y deprimente de que puedes atacar a otros sin que ello te afecte te ha clavado a la cruz." (L - 196) en cada hermano refulge la luz de Cristo en ti, que la podrás contemplar cuando renuncies a los juicios y ataques. 

Cuando comprendamos que sólo nos atacamos a nosotros mismos, pues nuestros hermanos  sólo son aspectos de la única Mente del Hijo de Dios, entonces renunciamos  a los juicios y los ataques y le damos paso al perdón y la paz. "pues una vez que entiendas que nada, salvo tus propios pensamientos, te puede hacer daño, el temor a Dios no podrá sino desaparecer." (L - 196)

Sólo cuando perdónanos nuestros miedos, nos volvemos conscientes que "es únicamente a ti mismo a quien crucificas, no le has hecho nada al mundo y no tienes que temer su venganza ni su persecución." (L - 196)

Cuando elegimos al Espíritu Santo como nuestro guía, cuando elegimos el amor y la paz, tendremos la certeza, que *"Es a ti a quien tu mente trata de crucificar. Mas tu redención también procederá de ti."*. (L - 196) la elección es nuestra, el  momento en que decidamos perdonar también es nuestro, ¿porque esperar a perdonar? Cuando el amor siempre nos ha esperado, y la paz y la felicidad están tan solo un paso, a un instante santo de amor y perdón. 





TEXTO Cap 21






T.21.VI







CELEBRANDO EL MILAGRO 

CELEBRA LA CORRECCIÓN QUE OCURRE AHORA 

BENDICIONES! 



Share:

Facebook comments: