LECCIÓN 235 Dios, en Su misericordia, dispone que yo me salve.





LECCIÓN 235


Dios, en Su misericordia, dispone que yo me salve.


1. Tan sólo necesito contemplar todo aquello que parece herirme, y con absoluta certeza decirme a mí mismo: "La Voluntad de Dios es que yo me salve de esto", para que de inmediato lo vea desaparecer. 2Tan sólo necesito tener presente que la Voluntad de mi Padre para mí es felicidad, para darme cuenta de que lo único que se me ha dado es felicidad. 3Tan sólo necesito recordar que el Amor de Dios rodea a Su Hijo y mantiene su inocencia eterna­mente perfecta, para estar seguro de que me he salvado y de que me encuentro para siempre a salvo en Sus Brazos. 4Yo soy el Hijo que Él ama. 5Y me he salvado porque Dios en Su misericordia así lo dispuso.


2. Padre, Tu Santidad es la mía. 2Tu Amor me creó e hizo que mi ino­cencia fuese parte de Ti para siempre. 3No hay culpabilidad o pecado en mí, puesto que no los hay en Ti.




AUDIOS de la Lección 235
de CELEBRANDO EL MILAGRO


Lectura de la Lección 235
A través de Mariano Noé.


Ocurrir de la Lección 235
a través de Martin Musarra


Lección 235
comentada por 
Jorge Luis Álvarez Castañeda





































LECCIÓN 235

Dios, en Su Misericordia, dispone que yo me salve.


Comentada por:
Jorge Luis Álvarez Castañeda

¡Que la paz sea con nosotros hoy!

En esta lección, Jesús, asume una actitud muy bondadosa frente a nuestros errores.

 Nos dice:

_”Sólo necesito contemplar todo aquello que parece herirme y con absoluta certeza decirme a mí mismo: ”La Voluntad de Dios es que yo me salve de esto” para que de inmediato lo vea desaparecer”_.

Jesús, sabe que tomamos decisiones que nos causan dolor y siente compasión por nosotros, no en el sentido de lástima del ego, sino en el sentido del saber que estamos sufriendo por nuestras interpretaciones y nos ofrece su generosa ayuda para que dejemos de hacerlo. Sabe que sufrimos por nuestro deseo de ser especial, que nos lleva a interpretaciones equivocadas donde lo importante son nuestras ilusiones y sueños particulares de separación.

Esto lo aclara Jesús en el capítulo 24 en la sección VII:

_¡Cuán tenazmente defiende su especialismo – deseando que sea verdad- todo aquel que se encuentra encadenado a este mundo! Su deseo es ley para él, y él lo obedece. Nada que este amado necesite, él se lo niega. Y mientras este deseo lo llame, no oirá otra Voz”_. T-24.VII.1:1-5

Jesús, quiere que tengamos misericordia con nosotros mismos. Sufrimos por nuestras interpretaciones, porque estamos encadenados a un pasado que no queremos soltar como nos lo enseñaba, Jesús, ya en las primeras lecciones como en la lección 7 Sólo veo el pasado. También, sufrimos por nuestro deseo de ser tratados injustamente, de tal manera, que podamos tener la excusa para proyectar nuestra culpa sobre nuestros hermanos.

 Y Jesús nos da la salida en la lección:
 _”Sólo necesito tener presente que la Voluntad de mi Padre para mí es sólo felicidad  para darme cuenta de que lo único que se me ha dado es felicidad”_.

 Esto debería ser claro para nosotros. Si creemos estar en un “valle de lágrimas” no es por Voluntad de Dios si no por nuestras interpretaciones basadas en el sistema de pensamiento del ego, por nuestros pensamientos que son los únicos que nos pueden causar dolor.

Continúa Jesús:

_”Y sólo necesito recordar que el Amor de Dios rodea a Su Hijo y mantiene su inocencia eternamente perfecta para estar seguro de que me he salvado y de que me encuentro para siempre a salvo en Sus Brazos. Soy el Hijo que Él ama. Y me he salvado porque Dios, en Su Misericordia, así lo dispuso”_. 

Se trata de confiar en Dios de manera plena. De hacernos a un lado para que el Espíritu Santo dirija nuestras vidas. De aceptar que no sabemos nada pero, a nuestro lado, siempre hay Alguien que sí sabe. Y que ya hemos sido salvados porque esa es la Palabra que Dios nos ha dado como vimos en la lección anterior.

Con relación al tema de la salvación

Jesús nos dice en el tema especial  *2.  ¿Qué es la salvación?*:

_”La salvación es un des-hacer en el sentido de que no hace nada, al no apoyar el mundo de sueños y de malicia. De esta manera, las ilusiones desaparecen. Al no prestarles apoyo, deja que simplemente se conviertan en polvo"_. 

Si no apoyamos este mundo con nuestras interpretaciones basadas, como vimos, en nuestro especialismo y en el pasado, podemos soltar los juicios de sufrimiento que dominan el mundo del ego como, por ejemplo, que para amar hay que sufrir. Jesús, nos llama, en la lección de hoy, a ser misericordiosos con nosotros mismos, es decir, a des-hacer nuestra creencia en el sufrimiento. A no seguir creyendo en ella. Sufro porque decido hacerlo: mantengo situaciones que me crean malestar, acepto el maltrato y el irrespeto, me engaño creyendo que los demás van a cambiar algún día, cuando el único que tiene que cambiar soy yo, etc. No vinimos a sufrir. La Voluntad de Dios es que seamos felices. Nada más, como dice Jesús, pero tampoco nada menos.

Proceso de práctica de la lección

1. Tener momentos con Dios por la mañana y por noche

Momentos en los cuales se tenga una experiencia con la verdad, es decir, con el reconocimiento de que somos Hijos de Dios, mientras ello nos haga felices. El tiempo utilizado será el que se considere necesario para lograr el objetivo. Podría ser media hora o más. Estos momentos buscan que tengamos o nos acerquemos a tener instantes santos permanentes. Perdonamos, con la Ayuda de Dios, lo que nos esté quitando la paz.

Se invoca a Dios. En lugar de palabras sólo necesitamos sentir Su Amor.

Se pide la guía del Espíritu Santo y de Jesús. 
Se lee despacio los temas especiales que acompañan la lección del día. Se reflexiona sobre ellos. Luego, se lee la lección del día.

En tu meditación intenta entrar en  contacto con esa parte de tu mente donde hay paz y amor, tranquilidad, alegría. Es tu mente recta, donde está Cristo, tu Ser. Mantén la mente quieta, sin palabras, y te olvidas de todo lo que habías creído saber y entender, y te quedas sólo con la sensación y certeza de que estás con Dios.

Espera a Dios. Él llegará y te dará un mensaje de amor y de paz. Pero esto requiere nuestra disposición a escucharlo tal como lo ha enseñado Jesús en la lección 71:

_”Él responderá en la misma medida que tú estés dispuesto a oír Su Voz. No te niegues a oírla. El solo hecho de que estés llevando a cabo los ejercicios demuestra que en cierto modo estás dispuesto a escuchar. Esto es suficiente para que seas acreedor a Su respuesta”_. (L-71. 9:7-10)

2. Recordatorios cada hora. 

Cada hora recordaremos a Dios. Perdonamos, con Dios, lo que nos haya quitado la paz en esa hora.   

Invocamos Su Nombre. Recordaremos la lección del día y siempre que nos sintamos tentados a olvidarnos de nuestro objetivo. Pueden ser o 2 o tres minutos con los ojos cerrados.

Recuerda que mientras lo haces Cristo permanece a tu lado dándote fortaleza. Luego, siente la quietud y silencio y espera a Dios. 

3. Recordatorios frecuentes de la lección entre horas.

 Ayudan en el entrenamiento de tener siempre presente a Dios. Invocamos  a Dios.

4. Respuesta a la tentación.

Invocamos el Nombre de Dios y repetimos la idea del día cuando sintamos que nos estamos olvidando del objetivo de la lección, sintamos que estamos perdiendo nuestra paz y necesitemos perdonar.

Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior y a tener una experiencia directa de la verdad con miras a abandonar el mundo del dolor y adentrarse en la paz. Siempre pidiendo la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús. Y, sin olvidarse de reír porque la Voluntad de Dios, para nosotros, es que tengamos perfecta felicidad.

Muchas, muchísimas, bendiciones.
Jorge Luis Álvarez Castañeda












LECCIÓN 235

Dios en Su Misericordia, dispone que yo me salve.
Kenneth Wapnick

(1:1) Sólo necesito mirar todas las cosas que parecen herirme, y con perfecta certeza me aseguro de que "Dios quiere que yo me salve de esto", y simplemente verlas desaparecer. 
El principio crucial que subyace a esta afirmación es que el perdón significa mirar al ego sin juzgarlo. Todo lo que creo que me duele en el mundo -mi cuerpo o el cuerpo de otras personas- desaparecerá cuando dé un paso atrás con Jesús en el instante santo, mire al mundo y se dé cuenta de que no tiene poder para afectarme. Piensa en "La Realidad Sustituta", donde Jesús nos pide que veamos las formas en las que el "error original" parece venir -nuestras relaciones especiales- y luego di: "Dios no es temor, sino Amor", y desaparecerán (T-18.I.7:1). Es lo que nos pide que hagamos aquí. No es que invoquemos a Dios con un encantamiento que mágicamente hará que el ego desaparezca. Más bien, llevamos la ilusión de nuestro sistema de pensamiento a la verdad de Su corrección, la cual se refleja en 
las declaraciones: "Dios no es temor, sino amor"; "Dios quiere que yo me salve de esto." Esta verdad de la Expiación deshace el sistema de pensamiento del ego que nos dijo que hay que temer a Dios, porque Su Voluntad vengativa exigió nuestro castigo por nuestro imperdonable pecado contra Él. 
Esta frase inicial es, por lo tanto, otra manera de expresar el pensamiento de que con el amor de Jesús a nuestro lado debemos mirar sin culpa y sin miedo a nuestro sistema de pensamiento, todo lo que hemos dado poder para herirnos. Llevamos los pensamientos de separación del ego a su amor, y los vemos desaparecer, así como la oscuridad desaparece en una habitación cuando se enciende la luz. Todo esto es verdad porque felizmente nunca hemos dejado de ser parte del Amor de Dios. 
(1:2-5) Sólo necesito tener presente que la Voluntad de mi Padre para mí es sólo felicidad, para encontrar que sólo la felicidad ha venido a mí. Y sólo necesito recordar que el Amor de Dios rodea a Su Hijo y mantiene su impecabilidad siempre perfecta, para estar seguro de que estoy salvo y a salvo para siempre en Sus brazos. Yo soy el Hijo que Él ama. Y yo soy salvo porque Dios en su misericordia así lo quiere. 
Así llevo a los brazos amorosos de Dios mis pensamientos de pecado e injusticia hacia su Hijo. Su Amor me rodea en su misericordia, recordándome la impecabilidad inherente del Hijo de Dios, del cual formo parte. Mis sueños febriles de odio y castigo no tuvieron ningún efecto en esta verdad de la justicia de Dios. Desaparecen en mi perdón del Hijo inocente de Dios: 
... Y Dios se regocija cuando su Hijo recibe lo que la justicia amorosa sabe que le corresponde. Porque el amor y la justicia no son diferentes. Debido a que son lo mismo, la misericordia está a la diestra de Dios, y le da al Hijo de Dios el poder de perdonarse a sí mismo del pecado (T-25.VIII.9:9-11). 
(2) Padre, Su Santidad es mía. Tu Amor me creó, e hizo de mi impecabilidad parte de Ti para siempre. No tengo culpa ni pecado en mí, porque no hay ninguno en ti. 
Ya que Dios está sin pecado y sin culpa, y yo soy parte de Él, debo compartir Su perfecta inocencia. Así que si me siento pecador o culpable, o si acuso a alguien más de pecado, yo digo que la voluntad de Dios es miedo en vez de amor, y que el castigo es justicia. Sin embargo, las palabras de Jesús me ayudan a darme cuenta, una vez más, que simplemente estaba equivocado: felizmente, él tenía razón y yo estaba equivocado - el Hijo sin pecado de Dios nunca dejó su Fuente sin pecado.
















LECCIÓN 235
 
"Dios, en Su misericordia, dispone que yo me salve."

Comentada por:
Oscar Gómez Díez 

La idea de hoy tiene dos palabras claves: misericordia y salvación. 
La salvación es una palabra recurrente en Un Curso de Milagros, por lo que examinaremos brevemente el significado de misericordia. 

En este mundo la palabra misericordia, tiene varios significados:

1. "Inclinación a sentir compasión por los que sufren y ofrecerles ayuda." 

2. "Cualidad de Dios, en cuanto ser perfecto, por la cual perdona los pecados de las personas." 

Dada la cosmovisión del Curso, hay una mayor identificación con la primera definición que con la segunda, ya que Dios no perdona pecados pues nunca nos ha condenado. La tesis que la perfección se siente ofendida por lo que hacemos como seres imperfectos en este mundo, es la creencia en la realidad del pecado,  la culpa y castigo, y por lo tanto,  debemos sacrificar os para obtener el perdón de Dios.  Esta idea parte del supuesto de que la imperfección pueda afectar u ofender a la perfección, (Dios). Nada ni nadie puede afectar la paz de Dios,  pues en ese caso sería imperfecta y Dios mismo también sería imperfecto. 

De ser así la perfección perdería su condición. Dios dejaría de ser Dios, así es como el ego construye a un dios a su imagen y semejanza. La percepción tiene los límites del cuerpo, nunca alcanzará la visión todo abarcante del Conocimiento de Dios. En otras palabras desde nuestra imperfección no es muy difícil comprender a la Perfección y tendemos a verla desde nuestras limitaciones  perceptuales.

El pecado no existe en el Cielo, es sólo una creencia de nuestra mente dividida con la que justificamos nuestras culpas y sufrimientos en este mundo. 

Tanto el texto como la  oración que hacen parte de esta lección, no se centran en el tema del perdón de Dios, (pues sería una contradicción) sino en Su Voluntad de que seamos felices, y de recurrir a la voluntad de Dios para deshacer toda ilusión que creamos tener: "Tan sólo necesito contemplar todo aquello que parece herirme, y con absoluta certeza decirme a mí mismo: "La Voluntad de Dios es que yo me salve de esto", para que de inmediato lo vea desaparecer." así es como perdónanos, contemplamos lo ilusorio y lo llevamos ante la verdad, para que la luz del amor lo deshaga. De esta manera la idea del día se puede interpretar como: Dios, en Su Amor o en su bondad dispone que yo me salve.

La Voluntad de Dios para Su Hijo es felicidad y no de juicio y condena: "Tan sólo necesito tener presente que la Voluntad de mi Padre para mí es felicidad, para darme cuenta de que lo único que se me ha dado es felicidad." si la felicidad es mi naturaleza, y el sufrimiento no existe  en el Cielo, entonces el sufrimiento no es real. 

Dios sólo reconoce nuestra inocencia y nuestra impecabilidad, pues así fue como nos creó, y nada puede cambiar la Voluntad de Dios. "Tan sólo necesito recordar que el Amor de Dios rodea a Su Hijo y mantiene su inocencia eternamente perfecta," 

Reconocer nuestra verdadera identidad, como perfectos Hijos de Dios nos une a Su Amor, que se expresa en misericordia, que busca salvarnos de nuestra creencia en el sufrimiento, la culpa y el miedo: "Yo soy el Hijo que Él ama. Y me he salvado porque Dios en Su misericordia así lo dispuso."
 
ORACIÓN DEL DÍA:

"Padre, Tu Santidad es la mía. Tu Amor me creó e hizo que mi inocencia fuese parte de Ti para siempre. No hay culpabilidad o pecado en mí, puesto que no los hay en Ti."

PRACTICA:

Trate de leer y repetir cuantas veces puedas la idea  y la oración del día, y si logras   memorizarlas mejor, hazlas tuya, pues es la manera como buscaremos comunicarnos con Dios todos los días; luego guardamos silencio para escuchar Su amorosa respuesta, tal como nos lo dice Jesús a continuación:

"Y ahora aguardamos silenciosamente. Dios está aquí porque esperamos juntos. Estoy seguro de que Él te hablará y de que tú le oirás. Acepta mi confianza, pues es la tuya. Nuestras mentes están unidas. Esperamos con un solo propósito: oír la respuesta de nuestro Padre a nuestra llamada, dejar que nuestros pensamientos se aquieten y encontrar Su paz, para oírle hablar de lo que nosotros somos y para que Él Se revele a Su Hijo." (L- 221.2:1-6)

No te olvides de realizar tus meditaciones cada mañana y cada noche, si puedes dedicarle media hora o más seria excelente, lo mismo que los recordatorios cada hora, y de responder a toda tentación con la idea del día, pero sobretodo que sea una práctica gratificante, pues ahora el tiempo pasa a un segundo plano. Cuando estamos con Dios el tiempo no existe pues estamos con el Señor de la eternidad. Los momentos que le dedicamos a Dios son instantes santos que nos dedicamos a nosotros mismos, a nuestro amor, nuestra paz y nuestra felicidad.  















TEXTO 



T.23






CELEBRANDO EL MILAGRO 

CELEBRA LA CORRECCIÓN QUE OCURRE AHORA 

BENDICIONES!


Share:

Facebook comments: