1. Tengo un reino que gobernar. 2Sin embargo, a veces no parece que yo sea su rey en absoluto, 3sino que parece imponerse sobre mí, y decirme cómo debo pensar y actuar y lo que debo sentir. 4No obstante, se me ha dado para que sirva cualquier propósito que yo perciba en él. 5La única función de mi mente es servir. 6Hoy la pongo, al servicio del Espíritu Santo para que Él la use como mejor le parezca. 7De esta manera, soy yo quien dirige mi mente, que sólo yo puedo gobernar. 8Y así la dejo en libertad para que haga la Voluntad de Dios.
2. Padre, mi mente está dispuesta hoy a recibir Tus Pensamientos y a no darle entrada a ningún pensamiento que no proceda de Ti. 2Yo gobierno mi mente, y te la ofrezco a Ti. 3Acepta mi regalo, pues es el que Tú me hiciste a mí.
AUDIOS de la Lección 236
de CELEBRANDO EL MILAGRO
Lectura de la Lección 236
A través de Mariano Noé.
Ocurrir de la Lección 236
a través de Martin Musarra
Lección 236
comentada por
Jorge Luis Álvarez Castañeda
LECCIÓN 236
Gobierno mi mente, la cual sólo yo debo gobernar.
Comentada por:
Jorge Luis Álvarez Castañeda
*¡Que la paz sea con nosotros hoy!*
Jesús, nos está enseñando, en esta parte de nuestro proceso con las lecciones, la importancia de la salvación. Hoy, en la lección 236 *Gobierno mi mente, la cual sólo yo debo gobernar* nos presenta la manera de realizarlo. Es mediante la decisión que tomamos en nuestra mente de escuchar al Espíritu Santo y no al ego. Las lecciones anteriores eran el preámbulo necesario para entender esta lección. Eran decisiones de nuestra mente.
Jesús nos dice:
_”Tengo un reino que gobernar. Sin embargo, a veces no parece que yo sea rey en absoluto, sino que parece imponerse sobre mí y decirme como debo pensar o actuar”_.
Como nos veamos a nosotros mismos en relación a Dios, en relación a nuestros hermanos, en relación al mundo, los sentimientos que experimentamos, los objetivos que buscamos, todo cuanto nos ha sucedido en el pasado y nos sucede en el presente tiene que ver con decisiones que hemos tomado en nuestra mente.
Hemos aprendido que en todo momento estamos eligiendo en nuestra mente que maestro guiará nuestros pensamientos, sentimientos y actos: el ego o el Espíritu Santo. Podíamos decir que nuestra mente tiene tres partes: una que escucha al ego, otra al Espíritu Santo y una tercera que toma la decisión de a que maestro escuchar. A esa parte es a la que se dirige la lección de hoy. Esa parte puede elegir en cualquier momento. Recordemos que, en el repaso anterior, por veinte lecciones practicamos el tomar la decisión de decirle a nuestra mente ante los pensamientos no amorosos que se presentaran:
_No quiero este pensamiento. El que quiero es…_
Siempre, siempre, podemos decidir que pensamientos tener. No somos marionetas de la mente. Podemos elegir cambiar los pensamientos no amorosos por pensamientos amorosos. Y esto es el proceso de la Expiación: el entregarle esos pensamientos no amorosos al Espíritu Santo para que Él los transforme en pensamientos amorosos.
Jesús nos dice:
_”No obstante, se me ha dado para que sirva cualquier propósito que yo perciba en ella. La única función de mi mente es servir. Hoy la pongo al servicio del Espíritu Santo para que Él la use como mejor Le parezca.”
Con el Espíritu Santo como maestro dejamos de hacer juicios, pues sabemos que todo el dolor que hemos experimentado está relacionado con los juicios que hacemos. Si ponemos nuestra mente al servicio del Espíritu Santo Él nos brindará la paz que necesitamos, soltaremos el pasado y el deseo de ser especial. En últimas, dejamos de sufrir. Se trata de confiar. Si sentimos que estamos perdiendo la paz pedimos Su Ayuda, nos aquietamos y perdonamos. Esta es la decisión sanadora de nuestra mente para que podamos decir:
_”Padre, hoy mi mente está abierta para recibir Tus Pensamientos, pero cerrada a cualquier otro pensamiento que no proceda de Ti”_.
Decidimos abrir, en la mente, espacio, dejando los juicios y pensamientos no amorosos, para que pueda entrar el Pensamiento de Dios. Esta decisión la tenemos que tomar a todo momento. Para que cada uno pueda decir con plena convicción:
_”Gobierno mi mente y te la ofrezco a Ti. Acepta mi regalo, pues es el que Tú me hiciste a mí”_.
*Con relación al tema de la salvación*
Jesús nos dice:
_”Al no prestarles apoyo, deja que simplemente se conviertan en polvo. Y lo que ocultaban queda ahora revelado: un altar al santo Nombre de Dios donde Su Palabra está escrita, con las ofrendas de tu perdón depositadas ante él, y tras ellas, no mucho más allá, el recuerdo de Dios”_.
Cuando aplicamos la lección de hoy y decidimos, en nuestra mente, ponerla al servicio del Espíritu Santo las ilusiones desaparecen. Limpiamos ese santo lugar de nuestra mente de ilusiones y encontramos un altar al santo Nombre de Dios. Pero esto requiere que, previamente, hayamos perdonado. Estas son las azucenas del perdón que constituyen la ofrenda que llevamos ante el altar al santo Nombre de Dios. No podemos ir con las manos vacías. Nos presentamos ante Dios con el perdón. En el Anexo a Un curso de milagros llamado El canto de la oración, Jesús, nos dice que primero perdonamos, luego oramos y luego nos curamos, es decir, sanamos nuestra mente al no seguir bajo la guía del ego. Todo pasa por el perdón. Si decido gobernar mi mente y ponerla al servicio del Espíritu Santo estaré caminando con firmeza por el camino de la salvación.
*Proceso de práctica de la lección*
1. _Tener momentos con Dios por la mañana y por noche_
Momentos en los cuales se tenga una experiencia con la verdad, es decir, con el reconocimiento de que somos Hijos de Dios, mientras ello nos haga felices. El tiempo utilizado será el que se considere necesario para lograr el objetivo. Podría ser media hora o más. Estos momentos buscan que tengamos o nos acerquemos a tener instantes santos permanentes. Perdonamos, con la Ayuda de Dios, lo que nos esté quitando la paz.
Se invoca a Dios. En lugar de palabras sólo necesitamos sentir Su Amor.
Se pide la guía del Espíritu Santo y de Jesús.
Se lee despacio los temas especiales que acompañan la lección del día. Se reflexiona sobre ellos. Luego, se lee la lección del día.
En tu meditación intenta entrar en contacto con esa parte de tu mente donde hay paz y amor, tranquilidad, alegría. Es tu mente recta, donde está Cristo, tu Ser. Mantén la mente quieta, sin palabras, y te olvidas de todo lo que habías creído saber y entender, y te quedas sólo con la sensación y certeza de que estás con Dios.
Espera a Dios. Él llegará y te dará un mensaje de amor y de paz. Pero esto requiere nuestra disposición a escucharlo tal como lo ha enseñado Jesús en la lección 71:
_”Él responderá en la misma medida que tú estés dispuesto a oír Su Voz. No te niegues a oírla. El solo hecho de que estés llevando a cabo los ejercicios demuestra que en cierto modo estás dispuesto a escuchar. Esto es suficiente para que seas acreedor a Su respuesta”_. (L-71. 9:7-10)
2. _Recordatorios cada hora_.
Cada hora recordaremos a Dios. Perdonamos, con Dios, lo que nos haya quitado la paz en esa hora.
Invocamos Su Nombre. Recordaremos la lección del día y siempre que nos sintamos tentados a olvidarnos de nuestro objetivo. Pueden ser o 2 o tres minutos con los ojos cerrados.
Recuerda que mientras lo haces Cristo permanece a tu lado dándote fortaleza. Luego, siente la quietud y silencio y espera a Dios.
3. _Recordatorios frecuentes de la lección entre horas_.
Ayudan en el entrenamiento de tener siempre presente a Dios. Invocamos a Dios.
4. _Respuesta a la tentación_.
Invocamos el Nombre de Dios y repetimos la idea del día cuando sintamos que nos estamos olvidando del objetivo de la lección, sintamos que estamos perdiendo nuestra paz y necesitemos perdonar.
Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior y a tener una experiencia directa de la verdad con miras a abandonar el mundo del dolor y adentrarse en la paz. Siempre pidiendo la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús. Y, sin olvidarse de reír porque la Voluntad de Dios, para nosotros, es que tengamos perfecta felicidad.
Muchas, muchísimas, bendiciones.
Jorge Luis Álvarez Castañeda
Kenneth Wapnick
Gobierno mi mente, la cual sólo yo debo gobernar.
Lección 236
"La Lección 253: “Mi Ser es amo y señor del universo”, expresa el mismo pensamiento que encontramos aquí, aunque en una forma ligeramente diferente. Lo que significa es que yo estoy a cargo de cualquiera sea el reino que elija - el especialismo del ego o el perdón del Espíritu Santo. El tomador de decisiones elige mi realidad, y si soy miserable e infeliz, he elegido ser el señor de «mi» reino. Si por otro lado me encuentro feliz y en paz, es mi elección en favor de Jesús lo que me trajo tal dicha. De ahí su llamado a cambiar de mentalidad y nuestro maestro.
(1:1-3) «Tengo un reino que gobernar. Sin embargo, a veces no parece que yo sea su rey en absoluto, sino que parece imponerse sobre mí, y decirme cómo debo pensar y actuar y lo que debo sentir.»
Ya sea en nuestras mentes erradas o correctas, somos nosotros los que elegimos nuestro reino. Sin embargo, creemos que somos los vasallos del cuerpo, y son los nuestros o los de otros los que nos gobiernan y determinan cómo nos sentimos. La estrategia del ego es convencernos de que el cuerpo es real, pero sus reacciones no son nuestra culpa o responsabilidad porque somos las víctimas inocentes de lo que otros nos han hecho. Así se nos recuerda en esta lección que «nosotros» somos los determinantes de todo lo que pensamos, sentimos y creemos. Nadie ni nada tiene el poder de causarnos dolor y pena, ni felicidad y paz. Éstos se basan únicamente en nuestra propia decisión:
“Nada que tu Creador no haya creado puede ejercer influencia alguna sobre ti. Y si crees que lo que hiciste puede dictarte lo que debes ver y sentir, y tienes fe en que puede hacerlo, estás negando a tu Creador y creyendo que tú te hiciste a ti mismo. Pues si crees que el mundo que construiste tiene el poder de hacer de ti lo que se le antoje, estás confundiendo Padre e Hijo, Fuente y efecto.” (T-21.II.11:3-5)
(1:4-8) «No obstante, se me ha dado para que sirva cualquier propósito que yo perciba en él. La única función de mi mente es servir. Hoy la pongo al servicio del Espíritu Santo para que Él la use como mejor le parezca. De esta manera, soy yo quien dirige mi mente, que sólo yo puedo gobernar. Y así la dejo en libertad para que haga la Voluntad de Dios.»
Mi mente sólo sirve a lo que el que tomador de decisiones elige: el ego o el Espíritu Santo. Volvamos a las “Reglas para tomar decisiones” en el texto, recordarás que Jesús es muy explícito en que nuestras mentes tienen un sólo poder: nuestra decisión en favor de cuál maestro seguiremos; uno se opone a la Voluntad de Dios al invocar la nuestra, mientras que el Otro nos libera para recordar que nosotros «somos» la Voluntad de Dios, y que no hay otra.
(2:1) «Padre, mi mente está dispuesta hoy a recibir Tus Pensamientos y a no darle entrada a ningún pensamiento que no proceda de Ti.»
Otro reconocimiento más de que hemos cometido un error, permitiéndonos así elegir de nuevo - los Pensamientos de Dios en lugar de los nuestros.
(2:2-3) «Yo gobierno mi mente, y te la ofrezco a Ti. Acepta mi regalo, pues es el que Tú me hiciste a mí.»
En lugar del odio del ego, mi regalo a Dios es mi mente recta, el regalo de elegir Su Amor - Su regalo para mí:
“Dios no limita en modo alguno Sus regalos. Tú «constituyes» Sus regalos, por consiguiente, tus regalos son necesariamente como los Suyos. Los regalos que le haces al Reino no pueden sino ser como los regalos que Él te hace a ti.” (T-7.I.4:6-8)
Y en ese regalo está el Cielo y su Hijo reunidos como uno solo."
Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick.
LECCIÓN 236
Gobierno mi mente, la cual sólo yo debo gobernar.
Comentada por:
Oscar Gómez Díez
Este epígrafe nos plantea un propósito y una afirmación. Si digo que *"sólo yo debo gobernar."* mi mente, esta implícito que algo la ha gobernado o intentado gobernar, y ése algo es el ego. Si vivimos en este mundo, partimos de un hecho: tenemos nuestra mente dividida, y pareciera que fuese prisionera de un cuerpo que la limita. Gobernar nuestra mente implica unificarla deshaciendo la mente falsa a través del perdón, que es lo que venimos haciendo desde la primera parte del libro de ejercicios, y en esta segunda parte, le adicionamos la oración como medio comunicación con Dios, afirmando con devoción, nuestra unidad inquebrantable con nuestro Padre celestial.
*"Tengo un reino que gobernar. Sin embargo, a veces no parece que yo sea su rey en absoluto, sino que parece imponerse sobre mí, y decirme cómo debo pensar y actuar y lo que debo sentir."* Si bien mi propósito es gobernar mi mente, la división todavía opera, pese al recorrido que hemos hecho hasta ahora perdonando, el ego todavía persiste en su propósito, por lo que debemos permanecer alertas a favor del amor y el perdón.
*"La única función de mi mente es servir. Hoy la pongo, al servicio del Espíritu Santo para que Él la use como mejor le parezca."* cuando aceptamos y asumimos que nuestra función es perdonar, ello lleva implícito el servicio, que me permite extender amor y reconocerme en mis hermanos, bajo la guía del Espíritu Santo.
*"De esta manera, soy yo quien dirige mi mente, que sólo yo puedo gobernar. Y así la dejo en libertad para que haga la Voluntad de Dios."* cuando asumo la responsabilidad por mis pensamientos, perdono mis errores de percepción, no me identifico con el cuerpo, y lo vuelvo un instrumento de comunicación al servicio del amor y el perdón, empiezo a gobernar mi mente y la unifico con la Voluntad de Dios. Gobernar mi mente es hacer la Voluntad de Dios, pues mi mente es parte de la Mente de Dios. Gobernar mi mente es ponerla al servicio del Amor pues esa es mi única naturaleza.
*ORACIÓN DEL DÍA:*
*"Padre, mi mente está dispuesta hoy a recibir Tus Pensamientos y a no darle entrada a ningún pensamiento que no proceda de Ti. Yo gobierno mi mente, y te la ofrezco a Ti. Acepta mi regalo, pues es el que Tú me hiciste a mí."*
*PRACTICA:*
Trate de leer y repetir cuantas veces puedas la idea y la oración del día, y si logras memorizarlas mejor, hazla tuya, pues es la manera como buscaremos comunicarnos con Dios todos los días; luego guardamos silencio para escuchar Su amorosa respuesta, tal como nos lo dice Jesús a continuación:
*"Y ahora aguardamos silenciosamente. Dios está aquí porque esperamos juntos. Estoy seguro de que Él te hablará y de que tú le oirás. Acepta mi confianza, pues es la tuya. Nuestras mentes están unidas. Esperamos con un solo propósito: oír la respuesta de nuestro Padre a nuestra llamada, dejar que nuestros pensamientos se aquieten y encontrar Su paz, para oírle hablar de lo que nosotros somos y para que Él Se revele a Su Hijo."* (L- 221.2:1-6)
No te olvides de realizar tus meditaciones cada mañana y cada noche, si puedes dedicarle media hora o más seria excelente, lo mismo que los recordatorios cada hora, y de responder a toda tentación con la idea del día, pero sobretodo que sea una práctica gratificante, pues ahora el tiempo pasa a un segundo plano. Cuando estamos con Dios el tiempo no existe pues estamos con el Señor de la eternidad. Los momentos que le dedicamos a Dios son instantes santos que nos dedicamos a nosotros mismos, a nuestro amor, nuestra paz y nuestra felicidad.
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