Aquí la Introducción a la segunda parte del Libro de Ejercicios de UCDM
LECCIÓN 246
Amar a mi Padre es amar a Su Hijo.
1. Que no piense que puedo encontrar el camino a Dios si abrigo odio en mi corazón. ²Que no piense que puedo conocer a mi Padre o a mi ser, si trato de hacerle daño al Hijo de Dios. ³Que no deje de reconocerme a mí mismo, y siga creyendo que mi conciencia puede abarcar lo que mi Padre es o que mi mente puede concebir todo el amor que Él me profesa y el que yo le profeso a Él.
2. Aceptaré seguir el camino que Tú elijas para que yo venga a Ti, Padre mío. ²Y no podré por menos que triunfar porque así lo dispone Tu Voluntad. ³Y reconoceré que lo que Tu Voluntad dispone, y sólo eso, es lo que la mía dispone también. ⁴Por lo tanto, elijo amar a Tu Hijo. ⁵Amén.
AUDIOS de la Lección 246
de CELEBRANDO EL MILAGROLectura de la Lección 246
A través de Mariano Noé.
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a través de Martin Musarra
Lección 246 comentada por
Jorge Luis Álvarez Castañeda
Amar a mi Padre es amar a Su Hijo.
Comentada por:
Jorge Luis Álvarez Castañeda
*¡Que la paz sea con nosotros hoy!*
La lección 246 *Amar a mi Padre es amar a Su Hijo*, continúa con el tema de la paz que vimos en la lección de ayer. ¿Qué es lo que me quita la paz? La manera como veo a mis hermanos y cómo me veo a mí mismo.
Jesús nos aclara en la lección:
_”Que no piense que puedo encontrar el camino a Dios si abrigo odio en mi corazón. Que no piense que puedo conocer a mi Padre o a mi Ser, si trato de hacerle daño al Hijo de Dios”_.
Jesús, no puede ser más claro si odio al Hijo de Dios, bien sea a mi hermano o a mí mismo, no puedo ir a Dios.
Miremos el tema del odio. En el capítulo 31 sección III nos dice Jesús:
_”Sólo los que se acusan a sí mismos pueden condenar. Antes de tomar una decisión de la que se han de derivar diferentes resultados tienes que aprender algo, y aprenderlo muy bien. Y tiene que llegar a ser una respuesta tan típica para todo lo que hagas que acabe convirtiéndose en un hábito, de modo que sea tu primera reacción ante toda tentación o suceso que ocurra. Aprende esto, y apréndelo bien, pues con ello la demora en experimentar felicidad se acorta por un tramo que ni siquiera puede concebir: nunca odias a tu hermano por sus pecados, sino únicamente por los tuyos”_. T-31. III. 1: 1-5
Aquí, de nuevo, volvemos a tocar el tema de la proyección y la percepción: lo que vea, internamente, en mi mente será lo que proyecte y perciba afuera. Si tengo pecado en mi mente, lo buscaré afuera, en mis hermanos. Vale la pena volver a recordar el concepto de pecado. En la tradición cristiana está asociada a una falta que se paga con castigo. Para el Curso, es la creencia en la realidad de nuestra separación de Dios la cual el ego considera una falta terrible e imperdonable. Esta creencia nos conduce a la culpa la cual sólo puede pagarse mediante el castigo. Para el Curso, es un error que puede corregirse con la mediación del Espíritu Santo y olvidarse. La creencia en el pecado está asociada a todo lo terrible, vergonzoso, perverso que puede presentarse en nuestra mente y que rechazamos y, por eso, lo proyectamos en nuestros hermanos.
Jesús nos da la salida para el odio y el pecado:
_”Que no piense que si dejo de reconocerme a mí mismo, voy a poder seguir creyendo que mi conciencia puede abarcar lo que mi Padre es o mi mente concebir todo el amor que me profesa y que yo le profeso a Él”_.
Que no deje de reconocerme como el Hijo de Dios que soy, completamente inocente, sin culpa y libre de todo pecado y odio. Ese es el Ser que comparto con Dios pues *Soy tal como Dios me creó*. Que me decida a creer que soy el Hijo de Dios. Este es el milagro que tengo que pedir con toda decisión.
Por eso Jesús nos dice en el capítulo 31 sección III:
_”Alegrémonos de que verás aquello en lo que crees y de que se te haya concedido poder cambiar tus creencias”_. T-31. III. 6:1
Me decido a ver y a creer que soy el Hijo de Dios y no este personaje que he fabricado con el ego y, de esa manera, puedo amar a mi Padre y a Su Hijo.
Finalmente nos dice Jesús en la oración:
_”Aceptaré seguir el camino que Tú elijas para que yo venga a Ti, Padre mío. Y no podré por menos que triunfar porque así lo dispone Tu Voluntad. Y reconoceré que lo que Tu Voluntad dispone y sólo eso, es lo que la mía dispone también. Por lo tanto, elijo amar a Tu Hijo. Amén.”_
*Con relación al tema del mundo*
Nos dice Jesús en el tema especial 3. ¿Qué es el mundo?:
_”Su finalidad es servir el propósito para el que se fabricó el mundo, de modo que diera testimonio de él y lo hiciera real. Dichos mecanismos ven en sus ilusiones una sólida base donde existe la verdad y donde se mantiene aparte de las mentiras. No obstante, no informan más que de ilusiones, las cuales se mantienen separadas de la verdad”_.
Las ilusiones, lo que hacen es fabricar los mundos particulares con los cuales mantenemos la separación, cada uno de los hermanos centrados en sus pequeños proyectos para mantener, así, su deseo de ser especial. Y estos mundos particulares que, en conjunto, forman el gran mundo de la ilusión del ego, se pretende contraponer a la verdad. Recordemos que la verdad hace relación a Dios, a lo trascendente, a lo eterno, a la totalidad, a la Unidad, no puede ser destruida, se nos da como parte de nuestra verdadera identidad, no lo adquirimos, la verdad, es dicha, grandeza, perfección, santidad, inocencia, la verdad hace relación al hecho de que fuimos creados por Dios y no por el ego. La verdad se contrapone a las ilusiones. Para descubrir la verdad hay que decidirnos a renunciar a las ilusiones siempre de la mano del Espíritu Santo y de Jesús y mediante el perdón y siguiendo la enseñanza de la lección de hoy: *Amar a mi Padre es amar a Su Hijo.*
Proceso de práctica de la lección
Tener momentos con Dios por la mañana y por noche
Momentos en los cuales se tenga una experiencia con la verdad, es decir, con el reconocimiento de que somos Hijos de Dios, mientras ello nos haga felices. El tiempo utilizado será el que se considere necesario para lograr el objetivo. Podría ser media hora o más. Estos momentos buscan que tengamos o nos acerquemos a tener instantes santos permanentes. Perdonamos, con la Ayuda de Dios, lo que nos esté quitando la paz.
Se invoca a Dios. En lugar de palabras sólo necesitamos sentir Su Amor.
Se pide la guía del Espíritu Santo y de Jesús.
Se lee despacio los temas especiales que acompañan la lección del día. Se reflexiona sobre ellos. Luego, se lee la lección del día.
En tu meditación intenta entrar en contacto con esa parte de tu mente donde hay paz y amor, tranquilidad, alegría. Es tu mente recta, donde está Cristo, tu Ser. Mantén la mente quieta, sin palabras, y te olvidas de todo lo que habías creído saber y entender, y te quedas sólo con la sensación y certeza de que estás con Dios.
Espera a Dios. Él llegará y te dará un mensaje de amor y de paz. Pero, esto requiere nuestra disposición a escucharlo tal como lo ha enseñado Jesús en la lección 71:
_”Él responderá en la misma medida que tú estés dispuesto a oír Su Voz. No te niegues a oírla. El solo hecho de que estés llevando a cabo los ejercicios demuestra que en cierto modo estás dispuesto a escuchar. Esto es suficiente para que seas acreedor a Su respuesta”_. (L-71. 9:7-10)
_Recordatorios cada hora_.
Cada hora recordaremos a Dios. Perdonamos, con Dios, lo que nos haya quitado la paz en esa hora.
Invocamos Su Nombre. Recordaremos la lección del día y siempre que nos sintamos tentados a olvidarnos de nuestro objetivo. Pueden ser 2 o tres minutos con los ojos cerrados.
Recuerda que mientras lo haces Cristo permanece a tu lado dándote fortaleza. Luego, siente la quietud y silencio y espera a Dios.
_Recordatorios frecuentes de la lección entre horas_.
Ayudan en el entrenamiento de tener siempre presente a Dios. Invocamos a Dios.
_Respuesta a la tentación_.
Invocamos el Nombre de Dios y repetimos la idea del día cuando sintamos que nos estamos olvidando del objetivo de la lección, sintamos que estamos perdiendo nuestra paz y necesitemos perdonar.
Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior y a tener una experiencia directa de la verdad con miras a abandonar el mundo del dolor y adentrarse en la paz. Siempre pidiendo la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús. Y, sin olvidarse de reír porque la Voluntad de Dios, para nosotros, es que tengamos perfecta felicidad.
Muchas, muchísimas, bendiciones.
Jorge Luis Álvarez Castañeda
Kenneth Wapnick
Amar a mi Padre es amar a Su Hijo.
LECCIÓN 246:
(1) No piense que puedo encontrar el camino a Dios, si tengo odio en mi corazón. No intente herir al Hijo de Dios, y piense que puedo conocer a su Padre o a mi Ser. No permitas que no me reconozca y crea que mi conciencia puede contener a mi Padre, o que mi mente puede concebir todo el amor que mi Padre tiene por mí, y todo el amor que yo le devuelvo a Él. Si realmente quiero decir que amo a Dios y quiero volver a Él, ¿cómo puedo albergar quejas contra alguien más? Cuando lo hago, realmente estoy diciendo que no lo amo. Jesús quiere que veamos esto claramente, porque si el mundo tuviera este entendimiento, nos habríamos librado de dos mil años de persecución cristiana, así como de persecuciones en casi todas las demás religiones. Si sabes que la única manera de amar a Dios es no ver separación en Su Hijo, entonces cuando haces realidad la separación -a través de satisfacer tus amores y odios especiales- sabrás que en ese instante no quieres recordar a Dios, tus protestas por lo contrario. Eso es mera honestidad. Debes mirar ese pensamiento de resistencia y entender su significado: Si recuerdo a Dios, dejo de existir; por lo tanto, la única manera de mantener mi existencia es mantener a Dios alejado, lo cual se logra fácilmente atacando a Su Hijo. Por lo tanto, siempre estoy encontrando faltas en los demás y juzgándolos. Ese es el mensaje subyacente en esta lección, y el punto detrás de la súplica de Jesús a nosotros en el texto para que escojamos en contra de la condenación -de nuestros hermanos y de nosotros mismos- y para que aceptemos su invitación a regresar a casa con él:
... No puedes entrar en la Presencia de Dios si atacas a Su Hijo. ... Cristo está en el altar de Dios, esperando para recibir a su Hijo. Pero venid sin condenación, porque de otra manera creeréis que la puerta está cerrada y no podréis entrar. La puerta no tiene barrotes...... Venid a mí, que la tengo abierta para vosotros, porque mientras vivo no se puede cerrar, y vivo para siempre. Dios es mi vida y la tuya, y nada es negado por Dios a Su Hijo (T-11.IV.5:6; 6:1-3,6-7).
(2) Aceptaré la manera que Tú elijas para que yo vaya a Ti, mi Padre. Porque en esa voluntad tengo éxito, porque es Tu Voluntad. Y reconocería que lo que Tú quieras es lo que yo también quiero, y sólo eso. Así que elijo amar a tu Hijo. Amén.
Piensa en la hermosa oración que termina la Lección 189:
Padre, no conocemos el camino hacia Ti. Pero nosotros hemos llamado, y Tú nos has respondido. No vamos a interferir.... El suyo es el camino que encontraremos y seguiremos (W-pI.189.10:1-3,8).
No seguimos nuestro camino hacia Dios; elegimos el Suyo, lo que significa el perdón de Su Hijo, incluyendo a todos los que miramos o pensamos en el pasado, presente o futuro. Nuestro camino es loco: orar más, sufrir y sacrificar más, leer libros sagrados, escribir libros sagrados, hacer cosas santas, etc. Sin embargo, este no es el camino de Dios, ya que Él no ve la forma, sino sólo Su contenido de amor. Así nuestro Padre quiere que simplemente veamos a su Hijo como uno, sin atacarlo. Este importante tema de la visión continúa en la Lección 247.
LECCIÓN 246
Amar a mi Padre es amar a Su Hijo.
Comentada por:
Oscar Gómez Díez
El amor es uno, no se puede fragmentar, ni ser exclusivo ni excluyente, pensar que puede serlo, da origen a las relaciones de amor u odio especial. Si amo a Dios amo a Su Hijo, y si amo a Su Hijo amo a Dios. Pues Dios y Su Hijo son uno, el Hijo es una extensión del Padre. Esa relación indisoluble entre el Padre y el Hijo el Curso la llama unicidad.
La separación es lo opuesto a la unicidad. El mundo se basa en relaciones especiales exclusivas y excluyentes, reducimos el amor a un círculo reducido de familiares y amigos cercanos, los otros poco nos interesan, y el resto los vemos con desconfianza, o como un peligro potencial, o como enemigos declarados, son la fuente de nuestros conflictos, guerras y confrontaciones de todo tipo, en resumen, la negación del amor.
El odio es el mecanismo del ego con el que se desintegran las relaciones, se afirma la separación y se niega el amor de Dios. Cada vez que odiamos nos alejamos de Dios, no porque Él nos castigue por ello, sino por que Dios no conoce el odio, el Amor sólo se conoce a Sí Mismo y no ve lo que no existe, como el odio, el miedo o la culpa. Si creemos experimentar esas emociones no podremos ver el Amor. *"Que no piense que puedo encontrar el camino a Dios si abrigo odio en mi corazón."*
Si elijo odiar o atacar a mis hermanos, nunca podré conocer a mi Padre, el único camino para conocer a Dios es el Amor, no hay otro camino ni lo habrá, las puertas del Cielo solo se abren con las llaves del Amor o no se abren, y eso lo logramos solo con el perdón, que nos ayuda a remover los obstáculos que nos impide experimentar el amor que somos. *"Que no piense que puedo conocer a mi Padre o a mi ser, si trato de hacerle daño al Hijo de Dios."*
La consciencia por muy evolucionada que esté no es más que el receptáculo en el que confluyen la Mente superior y la mente inferior, y por lo tanto, no sustituye a Dios, así como la mente errada no puede concebir el Amor que Él es. La consciencia fue el primer efecto de la separación y la mente egoica no logra entender ni dimensionar el Amor de Dios. La consciencia desaparecerá cuando la Mente superior guiada por el Espíritu Santo desplace totalmente a la mente inferior guiada por el ego, de ahí *"Que no deje de reconocerme a mí mismo, y siga creyendo que mi conciencia puede abarcar lo que mi Padre es o que mi mente puede concebir todo el amor que Él me profesa y el que yo le profeso a Él."* cuando elegimos hacer únicamente la Voluntad de Dios, nuestra mente se unifica en el Amor, el mundo y todas sus manifestaciones desaparecen, como la oscuridad desaparece ante la presencia de la luz.
*ORACIÓN DEL DÍA:*
*"Aceptaré seguir el camino que Tú elijas para que yo venga a Ti, Padre mío. Y no podré por menos que triunfar porque así lo dispone Tu Voluntad. Y reconoceré que lo que Tu Voluntad dispone, y sólo eso, es lo que la mía dispone también. Por lo tanto, elijo amar a Tu Hijo. Amén."*
*PRACTICA:*
Repasa el tema especial de esta sección, titulado *"¿Qué es el mundo?"* Trate de leer y repetir cuantas veces puedas la idea y la oración del día, y si logras memorizarlas mucho mejor, hazla tuya, pues es la manera como buscaremos comunicarnos con Dios todos los días; luego guardamos silencio para escuchar Su amorosa respuesta, tal como nos lo dice Jesús a continuación:
*"Y ahora aguardamos silenciosamente. Dios está aquí porque esperamos juntos. Estoy seguro de que Él te hablará y de que tú le oirás. Acepta mi confianza, pues es la tuya. Nuestras mentes están unidas. Esperamos con un solo propósito: oír la respuesta de nuestro Padre a nuestra llamada, dejar que nuestros pensamientos se aquieten y encontrar Su paz, para oírle hablar de lo que nosotros somos y para que Él Se revele a Su Hijo."* (L- 221.2:1-6)
No te olvides de realizar tus meditaciones cada mañana y cada noche, si puedes dedicarle media hora o más seria excelente, lo mismo que los recordatorios cada hora, y de responder a toda tentación con la idea del día, pero sobretodo que sea una práctica gratificante, pues ahora el tiempo pasa a un segundo plano. Cuando estamos con Dios el tiempo no existe pues estamos con el Señor de la eternidad. Los momentos que le dedicamos a Dios son instantes santos que nos dedicamos a nosotros mismos, a nuestro amor, nuestra paz y nuestra felicidad.
TEXTO
CELEBRANDO EL MILAGRO
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