LECCIÓN 248 Lo que sufre no forma parte de mí.




Aquí la Introducción a la segunda parte del Libro de Ejercicios de UCDM


LECCIÓN 248
Lo que sufre no forma parte de mí.


1. He abjurado de la verdad. 2Permítaseme ahora ser igualmente firme y abjurar de la falsedad. 3Lo que sufre no forma parte de mí. 4Yo no soy aquello que siente pesar. 5Lo que experimenta dolor no es sino una ilusión de mi mente. 6Lo que muere, en realidad nunca vivió, y sólo se burlaba de la verdad con respecto a mí mismo. 7Ahora abjuro de todos los conceptos de mí mismo, y de los engaños y mentiras acerca del santo Hijo de Dios. 8Ahora estoy listo para aceptarlo nuevamente como Dios lo creó, y como aún es.

2. Padre, mi viejo amor por Ti retorna, y me permite también amar nue­vamente a Tu Hijo. 2Padre, soy tal como Tú me creaste. 3Ahora recuerdo Tu Amor, así como el mío propio. 4Ahora comprendo que son uno.







AUDIOS de la Lección 248
de CELEBRANDO EL MILAGRO


Lectura de la Lección 248
A través de Mariano Noé.


Ocurrir de la Lección 248
a través de Martin Musarra


Lección 248 comentada por 
Jorge Luis Álvarez Castañeda













































LECCIÓN 248

Lo que sufre no forma parte de mí.


Comentada por: 
Jorge Luis Álvarez Castañeda


¡Que la paz sea con nosotros hoy!


Jesús, en la lección 248 Lo que sufre no forma parte de mí, retoma el tema de nuestra verdadera identidad como el Hijo de Dios que soy, al igual que el perdón. Y es muy claro. Si en mi mente dividida hay una parte que acepta el sufrimiento cuando le cree al ego, esa parte no forma parte de mi verdadera identidad. Yo no soy el ego. Para el ego el sufrimiento y el dolor son fundamentales. Porque centran toda mi atención en el cuerpo, buscan que me identifique con el ego y que niegue mi naturaleza espiritual. El sufrimiento niega lo aprendido en la lección 101 La Voluntad de Dios para mí es perfecta felicidad. El sufrimiento está ligado a la creencia en la culpabilidad. Creo que tengo que pagar con sufrimiento y dolor, los pecados que, supuestamente, he cometido a raíz de la creencia en la separación de Dios. La culpabilidad me genera un sentimiento de indignidad que tengo que pagar con sufrimiento. 

Pero Jesús nos da la salida en la lección 198: 

_”No olvides que toda forma de sufrimiento oculta algún pensamiento que niega el perdón. Y el perdón puede sanar toda forma de dolor”_. L-198. 9:5-6 

Ayer, vimos la importancia del perdón. Hoy, lo retomamos de nuevo y lo aplicamos a uno de los testigos básicos del ego: el sufrimiento como forma de expiar, de pagar nuestros, supuestos pecados, en este “valle de lágrimas”. Jesús, nos ha enseñado que no hemos pecado sino cometido errores que, con la guía del Espíritu Santo y mediante el perdón, podremos corregir.

Jesús nos dice en la lección:

_”He renegado de la verdad. Que ahora sea igualmente firme y reniegue de la falsedad”_.
 


Si he renunciado a la verdad, al creerle al ego como maestro, puedo también renunciar a la falsedad del ego y decidirme, firmemente, por la verdad del Espíritu Santo. 

Continúa Jesús en la lección:

_”Lo que sufre no forma parte de mí. No soy aquello que siente pesar. Lo que experimenta dolor no es sino una ilusión de mi mente”_. 

Es mi mente, con sus resentimientos, con su falta de perdón, con su culpabilidad la que lo proyecta sobre mi propio cuerpo y puede traducirse en dolor.

 Por eso, nos aclara Jesús en la lección 76:
_”El cuerpo sufre sólo para que la mente no pueda darse cuenta de que es la víctima de sí misma. El sufrimiento corporal es una máscara de la que se vale para ocultar lo que realmente sufre. No quiere entender que es su propia enemiga; que se ataca así misma y que quiere morir”_. L-76. 5:3-4 

Jesús nos dice en la lección:

_”Lo que muere, en realidad nunca vivió, y sólo se burlaba de la verdad con respecto a mí”_. 

Recordemos lo que Jesús nos ha enseñado sobre la vida. La vida es de la mente y del Espíritu y no tiene nada que ver con el cuerpo. La vida es eterna. No tiene opuestos, no termina con la muerte. 

Continúa Jesús:

_”Reniego ahora de todos los conceptos de mí mismo y de los engaños y mentiras acerca del santo Hijo de Dios. Ahora estoy listo para aceptarlo nuevamente como Dios lo creó, y como aún es”_. 

Es mi decisión renunciar, solemnemente y con firmeza, a la identidad, al personaje, que he fabricado con el ego y admitir que soy el santo Hijo de Dios. Y admito que mi hermano también lo es y no puedo estar separado de él. Y de manera, también, en forma solemne y firme, asumo esta oración:

”Padre, mi viejo amor por Ti retorna y me permite también amar nuevamente a Tu Hijo. Padre, soy tal como Tú me creaste. Ahora recuerdo Tu Amor, así como el mío propio. Ahora comprendo que son uno.”

Con relación al tema del mundo

Jesús nos dice sobre el Espíritu Santo en el tema especial 3. ¿Qué es el mundo?:

”Sigue Su Luz, y verás el mundo tal como Él lo ve. Oye sólo Su Voz en todo lo que te habla. Y deja que te conceda la paz y la certeza que tú desechaste, pero que el Cielo salvaguardó para ti en Él.” 

Tenemos un guía excelente que siempre nos está recordando nuestra verdadera identidad como Hijo de Dios, que siempre nos está hablando de paz, de amor, de dejar a un lado los resentimientos, los odios y que nos llama a perdonar la manera equivocada como vemos a nuestros hermanos en los cuales proyectamos nuestras culpas y miedos. En la lección de hoy, Jesús, nos dice: Lo que sufre no forma parte de mí y nos llama a renegar de la falsedad del ego y retornar a la verdad. Y para poderlo logar necesitamos el Espíritu Santo para ayudarnos a corregir la manera como vemos el mundo: de un lugar de sufrimiento y dolor en un aula de aprendizaje para aprender a perdonar. Es maravilloso saber que contamos con tan excelente guía. Es cuestión de decidirnos a pedir su ayuda. 

Proceso de práctica de la lección


Tener momentos con Dios por la mañana y por noche

Momentos en los cuales se tenga una experiencia con la verdad, es decir, con el reconocimiento de que somos Hijos de Dios, mientras ello nos haga felices. El tiempo utilizado será el que se considere necesario para lograr el objetivo. Podría ser media hora o más. Estos momentos buscan que tengamos o nos acerquemos a tener instantes santos permanentes. Perdonamos, con la Ayuda de Dios, lo que nos esté quitando la paz.

Se invoca a Dios. En lugar de palabras sólo necesitamos sentir Su Amor.

Se pide la guía del Espíritu Santo y de Jesús. 
Se lee despacio los temas especiales que acompañan la lección del día. Se reflexiona sobre ellos. Luego, se lee la lección del día.

En tu meditación intenta entrar en  contacto con esa parte de tu mente donde hay paz y amor, tranquilidad, alegría. Es tu mente recta, donde está Cristo, tu Ser. Mantén la mente quieta, sin palabras, y te olvidas de todo lo que habías creído saber y entender, y te quedas sólo con la sensación y certeza de que estás con Dios.


Espera a Dios. Él llegará y te dará un mensaje de amor y de paz. Pero, esto requiere nuestra disposición a escucharlo tal como lo ha enseñado Jesús en la lección 71:

_”Él responderá en la misma medida que tú estés dispuesto a oír Su Voz. No te niegues a oírla. El solo hecho de que estés llevando a cabo los ejercicios demuestra que en cierto modo estás dispuesto a escuchar. Esto es suficiente para que seas acreedor a Su respuesta”_. (L-71. 9:7-10)

Recordatorios cada hora. 

Cada hora recordaremos a Dios. Perdonamos, con Dios, lo que nos haya quitado la paz en esa hora.

Invocamos Su Nombre. Recordaremos la lección del día y siempre que nos sintamos tentados a olvidarnos de nuestro objetivo. Pueden ser 2 o tres minutos con los ojos cerrados.

Recuerda que mientras lo haces Cristo permanece a tu lado dándote fortaleza. Luego, siente la quietud y silencio y espera a Dios. 

Recordatorios frecuentes de la lección entre horas.

 Ayudan en el entrenamiento de tener siempre presente a Dios. Invocamos  a Dios.

Respuesta a la tentación.

Invocamos el Nombre de Dios y repetimos la idea del día cuando sintamos que nos estamos olvidando del objetivo de la lección, sintamos que estamos perdiendo nuestra paz y necesitemos perdonar.

Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior y a tener una experiencia directa de la verdad con miras a abandonar el mundo del dolor y adentrarse en la paz. Siempre pidiendo la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús. Y, sin olvidarse de reír porque la Voluntad de Dios, para nosotros, es que tengamos perfecta felicidad.

Muchas, muchísimas, bendiciones.
Jorge Luis Álvarez Castañeda













Kenneth Wapnick

LECCIÓN 248: 

Lo que sufre no es parte de mí.
 
Cuando te enfadas por el dolor de otra persona, es sólo porque te has identificado psicológicamente con ella: "Lo que sufre es parte de mí." Cuando estás de luto por la muerte de un ser querido, es porque crees que algo en ti ha muerto, como Freud explicó en su brillante artículo, "Luto y Melancolía". El duelo, por supuesto, es normal, pero cuando se convierte en depresión - melancolía es el viejo término para"depresión" - es porque los dolientes creen que la persona que murió es parte de ellos, ya que son parte de esa persona. Así que algo en ellos está sufriendo o ha muerto. Sin embargo, en nuestras mentes correctas, sabemos que todo lo que sufre no es parte de nosotros, porque el cuerpo está fuera de la mente y de nuestra identidad. Sabemos que esto es un sueño de enfermedad, dolor y muerte, y ¿qué tiene que ver esto con el Hijo de Dios, que es mi Ser? 
(1:1-2) He renegado de la verdad. Ahora permíteme ser tan fiel en repudiar la falsedad. 
Cuando nos entregamos a una falsa empatía -identificándonos con el dolor de alguien- estamos negando la verdad, que es que el Hijo único de Dios permanece como Él lo creó como espíritu. Nuestra Identidad, por lo tanto, es invulnerable en la perfecta Unidad que repudia la falsedad y locura del sistema de pensamiento del ego de pecado, ataque y muerte. 
(1:3-5) Lo que sufre no es parte de mí. Lo que duele no soy yo mismo. Lo que está en el dolor no es más que ilusión en mi mente. El dolor es el resultado de la ilusión mental de separación y vulnerabilidad que proyectamos sobre el cuerpo. Cuando nos identificamos con el dolor de otra persona, hacemos lo mismo y así apoyamos el sueño de sufrimiento de otra persona al reforzarlo en nosotros mismos. Este es el instante profano, lo opuesto al instante santo en el que decimos que debe haber otra manera de ver esto. 
(1:6) Lo que muere nunca fue vivir en la realidad, y no hizo más que burlarse de la verdad sobre mí mismo. 
El cuerpo muere, pero sólo dentro del sueño. La muerte se burla de la verdad de quiénes somos como espíritu eterno, por no hablar de burlarse de Dios. Dice que lo que Dios ha hecho ahora puede perecer, en lo que creemos todos los que pensamos que Dios creó el universo físico. 
(1:7-8) Ahora reniego de los autoconceptos, de los engaños y de las mentiras sobre el Santo Hijo de Dios. Ahora estoy listo para aceptarlo como Dios lo creó, y como él es. 
Esto ocurre simplemente cuando le pido ayuda a Jesús. Salgo con él fuera del sueño y miro hacia atrás para ver sus figuras, que ya no se perciben como cuerpos vivos. Un Curso de Milagros es difícil de practicar sólo porque estamos tan identificados con nuestro ser físico. Sin embargo, el Curso nos conduce suavemente paso a paso a medida que crecemos en la aceptación de su verdad: permanecemos como Dios nos creó. 
(2) Padre, mi antiguo amor por Ti regresa, y me permite amar a Tu Hijo también. Padre, soy como Tú me creaste. Ahora es recordado Tu Amor, y el mío propio. Ahora entiendo que son uno. 
Cuando estoy en el mundo real fuera del sueño, el Amor de Dios se aprecia en mi mente y entiendo que Su amor y el mío son lo mismo. En el amor especial, con el que casi siempre nos identificamos, el amor es visto como distinto y diferente. Felizmente ahora, reconocemos la falsedad de esta creencia.










LECCIÓN 248
 
"Lo que sufre no forma parte de mí."

Comentada por:
Oscar Gómez Díez 

Este  es un excelente ejercicio para diferenciar y separar al soñador del sueño, a  la mente verdadera de la mente falsa, al amor del miedo, y así restablecer nuestra verdad interior. Observamos lo que no es real en nosotros y le quitamos todo el  poder que le habíamos otorgado   en nuestra consciencia. 

La idea de hoy nos lleva a realizar dos preguntas que nos permitirán clarificar el alcance de esta lección:

1. ¿Que o quién es lo que sufre?, y, 
2. ¿Que o quién es ese "mi" que no sufre? 

La respuesta tiene dos actores. 
1. Por un lado, nuestra mente errada,  la que se identifica con el cuerpo y el yo psicológico gobernado por el ego. Esa mente cree sufrir, sentir culpa, miedo, se siente vulnerable. Es la mente que cree que el mundo y los cuerpos son reales y vulnerables. 
2. La mente correcta o verdadera, la que reconoce y acepta su verdadero origen como el eterno Hijo de Dios. La mente que reconoce y proclama que soy tal como Dios me creó, esto es, un espíritu libre, inmortal, invulnerable, una mente ilimitada que no experimenta sufrimiento alguno, pues su condición natural es el Amor, y donde hace presencia el Amor no es posible que exista culpa, miedo, ataque, dolor o sufrimiento de ninguna índole. 

El  Advaita que se  origina en la  tradición espiritual Hindú, tiene un método para deshacer el ego, su metodología es parecida a la de esta lección,  formula una pregunta y genera una respuesta que diferencia la verdad del error y que se puede aplicar a la mayoría de nuestras experiencias en este mundo. 

En una aplicación del método Advaita, podríamos formular la idea de hoy con una pregunta  de la siguiente manera:

"¿Quien es ese yo que cree sufrir?" 

La respuesta sería:

"Ese no Soy Yo"

El Advaita establece una diferencia entre  el "ser" o el pequeño "yo psicológico" del ego, y el "Ser", con mayúscula,  que sería el equivalente a la mente  superior, o mente verdadera  gobernada por el Espíritu Santo. 

Igualmente, el Advaita diferencia entre un "yo" con minúscula que equivale al ego, y un "Yo" con mayúscula para referirse al espíritu. 

La lección lo plantea de manera similar :

"Lo que sufre no forma parte de mí."

La afirmación trae implícita una argumentación firme y contundente:

"Yo no soy aquello que siente pesar."

Si estoy en este mundo es porque he negado la verdad de lo que Soy, el impecable Hijo de  Dios. Cuando reconozco la verdad puedo afirmar que "Lo que experimenta dolor no es sino una ilusión de mi mente."

Cuando me reconozco como un espíritu inmortal, puedo decir que  "Lo que muere, en realidad nunca vivió, y sólo se burlaba de la verdad con respecto a mí mismo."

En ese momento el sistema de creencias del ego se derrumba, ya no hay argumentos que nos parecían  sólidos que lo sostengan, por eso, "Ahora abjuro de todos los conceptos de mí mismo, y de los engaños y mentiras acerca del santo Hijo de Dios." ahora niego lo que no es verdad para afirmar lo que es verdad. De esa manera cuando abandono todo lo falso e ilusorio, restablezco el Amor en mi. 
 
ORACIÓN DEL DÍA:

"Padre, mi viejo amor por Ti retorna, y me permite también amar nuevamente a Tu Hijo. Padre, soy tal como Tú me creaste. Ahora recuerdo Tu Amor, así como el mío propio. Ahora comprendo que son uno."

PRACTICA:

Repasa el tema especial de esta sección, titulado "¿Qué es el mundo?" Trate de leer y repetir cuantas veces puedas la idea  y la oración del día, y si logras   memorizarlas mucho mejor, hazla tuya, pues es la manera como buscaremos comunicarnos con Dios todos los días; luego guardamos silencio para escuchar Su amorosa respuesta, tal como nos lo dice Jesús a continuación:

"Y ahora aguardamos silenciosamente. Dios está aquí porque esperamos juntos. Estoy seguro de que Él te hablará y de que tú le oirás. Acepta mi confianza, pues es la tuya. Nuestras mentes están unidas. Esperamos con un solo propósito: oír la respuesta de nuestro Padre a nuestra llamada, dejar que nuestros pensamientos se aquieten y encontrar Su paz, para oírle hablar de lo que nosotros somos y para que Él Se revele a Su Hijo." (L- 221.2:1-6)

No te olvides de realizar tus meditaciones cada mañana y cada noche, si puedes dedicarle media hora o más seria excelente, lo mismo que los recordatorios cada hora, y de responder a toda tentación con la idea del día, pero sobretodo que sea una práctica gratificante, pues ahora el tiempo pasa a un segundo plano. Cuando estamos con Dios el tiempo no existe pues estamos con el Señor de la eternidad. Los momentos que le dedicamos a Dios son instantes santos que nos dedicamos a nosotros mismos, a nuestro amor, nuestra paz y nuestra felicidad. 




TEXTO
















CELEBRANDO EL MILAGRO 

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BENDICIONES!











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