Aquí la Introducción a la segunda parte del Libro de Ejercicios de UCDM
LECCIÓN 254
Que se acalle en mí toda voz que no sea la de Dios.
1. Padre, hoy quiero oír sólo Tu Voz. 2Vengo a Ti en el más profundo de los silencios para oír Tu Voz y recibir Tu Palabra. 3No tengo otra oración que ésta: que me des la verdad. 4Y la verdad no es sino Tu Voluntad, que hoy quiero compartir Contigo.
2. Hoy no dejaremos que los pensamientos del ego dirijan nuestras palabras o acciones. 2Cuando se presenten, simplemente los observaremos con calma y luego los descartaremos. 3No deseamos las consecuencias que nos acarrearían. 4Por lo tanto, no elegimos conservarlos. 5Ahora se han acallado. 6Y en esa quietud, santificada por Su Amor, Dios se comunica con nosotros y nos habla de nuestra voluntad, pues hemos decidido recordarle.
AUDIOS de la Lección 254
de CELEBRANDO EL MILAGROLectura de la Lección 254
A través de Blanca Nivia Morales Contreras
Ocurrir de la Lección 254
a través de Martin Musarra
Lección 254 comentada por
Jorge Luis Álvarez Castañeda
LECCIÓN 254
Que se acalle en mí toda voz que no sea la de Dios.
Comentada por:
Jorge Luis Álvarez Castañeda
¡Que la paz sea con nosotros hoy!
Jesús, en esta lección, nos plantea una situación que parece muy difícil para el ego
_”Padre, hoy quiero oír sólo Tu Voz. Vengo a Ti en el más profundo de los silencios para oír Tu Voz y recibir Tu Palabra”_.
Hacer silencio, acallar la mente nuestra es lo que nos pide Jesús para poder escuchar la Voz de Dios y Su Palabra. Habría que preguntarse ¿Por qué parece tan difícil de conseguir? ¿Qué es lo que llena nuestras mentes que no se acallan? Hemos estudiado en el Curso dos razones que podrán ayudarnos a entender esta situación: el deseo de ser especial o especialismo y el estar anclados en el pasado que nos negamos a soltar. El deseo de ser especial está relacionado con la creencia ancestral en la separación de Dios. Se estaba en la Unidad, en Dios, y surge en el Hijo de Dios un deseo de ser especial, de ser diferente de Dios. “Esa idea loca,” de que habla Jesús, se tomó en serio por la mente colectiva o ego, que creyó separarse y origina el mundo y el cuerpo. Pues bien, ese deseo de ser especial se sigue reproduciendo a todo momento en los billones y billones de fragmentos de esa mente que se creyó separada de la Mente de Dios. Cada hermano, con su deseo de ser especial, construye, a base de ilusiones, sus pequeños mundos particulares de relaciones especiales: mi pareja, mi familia, mi trabajo, mi casa, mi profesión, etc., a los cuales dedica casi toda la atención de su mente.
Y, Jesús, como siempre, nos ofrece salidas para el deseo de ser especial como en el capítulo 24 sección III:
_”El perdón pone fin al deseo de ser especial. Lo único que se puede perdonar son las ilusiones, que entonces desaparecen. El perdón es lo que te libera de todas las ilusiones, y por eso es por lo que es imposible perdonar sólo parcialmente”_. (T-24. III. 1:1-3)
La otra razón de porque no escuchamos la Voz de Dios se relaciona con el hecho de estar ocupada, también, mucho tiempo, en el pasado. Recordemos la lección 7 Sólo veo el pasado. Hemos fabricado una historia de vida donde hay muchas situaciones de conflicto y de dolor que nos resistimos a soltar y que recordamos frecuentemente para justificar la separación con nuestros hermanos y no perdonar. Jesús, nos llama a estar en el presente, a ver a mi hermano en el presente.
Jesús nos dice en la lección:
_”No tengo otra oración que esta: que me des la verdad. Y la verdad no es sino Tu Voluntad, que hoy quiero compartir Contigo”_.
Tengo que decidirme a poner mi mente al servicio de Dios acallando las voces del especialismo y del pasado. Pero, como siempre, esto no lo puedo hacer sólo; necesito la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús. Necesito hacer silencio en mi mente.
Jesús, nos da algunas pautas:
_”Hoy no dejaremos que los pensamientos del ego dirijan nuestras palabras o acciones. Cuando se presenten simplemente los observaremos y luego los descartaremos. No deseamos las consecuencias que nos acarrearían. Por lo tanto, no elegimos conservarlos. Ahora se han acallado. Y en esa quietud, santificada por Su Amor, Dios se comunica con nosotros y nos habla de nuestra voluntad, pues hemos decidido recordarle”_.
Más claro no puede ser Jesús.
Con relación al tema del mundo
Jesús nos dice en el tema especial 4. ¿Qué es el mundo?:
_”El pecado es la morada de las ilusiones, las cuales representan únicamente cosas imaginarias procedentes de pensamientos falsos”_.
El pecado, la creencia en la separación, la conciencia de una falta cometida en el pasado, originan, fomentan, ilusiones, que nos permitan fabricar nuestros pequeños mundos particulares en los cuales nos sentimos especiales y separados de Dios y de nuestros hermanos. Y estas ilusiones, por su misma naturaleza, fracasan necesitándose “nuevas ilusiones”. Y pare de contar. Y así se sigue sin parar. En la lección de hoy nos da Jesús una respuesta clara para salir de este círculo de las ilusiones como es decidirnos a aceptar Que se acalle en mí toda voz que no sea la de Dios.
Proceso de práctica de la lección
Tener momentos con Dios por la mañana y por noche
Momentos en los cuales se tenga una experiencia con la verdad, es decir, con el reconocimiento de que somos Hijos de Dios, mientras ello nos haga felices. El tiempo utilizado será el que se considere necesario para lograr el objetivo. Podría ser media hora o más. Estos momentos buscan que tengamos o nos acerquemos a tener instantes santos permanentes. Perdonamos, con la Ayuda de Dios, lo que nos esté quitando la paz.
Se invoca a Dios. En lugar de palabras sólo necesitamos sentir Su Amor.
Se pide la guía del Espíritu Santo y de Jesús.
Se lee despacio los temas especiales que acompañan la lección del día. Se reflexiona sobre ellos. Luego, se lee la lección del día.
En tu meditación intenta entrar en contacto con esa parte de tu mente donde hay paz y amor, tranquilidad, alegría. Es tu mente recta, donde está Cristo, tu Ser. Mantén la mente quieta, sin palabras, y te olvidas de todo lo que habías creído saber y entender, y te quedas sólo con la sensación y certeza de que estás con Dios.
Espera a Dios. Él llegará y te dará un mensaje de amor y de paz. Pero, esto requiere nuestra disposición a escucharlo tal como lo ha enseñado Jesús en la lección 71:
_”Él responderá en la misma medida que tú estés dispuesto a oír Su Voz. No te niegues a oírla. El solo hecho de que estés llevando a cabo los ejercicios demuestra que en cierto modo estás dispuesto a escuchar. Esto es suficiente para que seas acreedor a Su respuesta”_. (L-71. 9:7-10)
Recordatorios cada hora.
Cada hora recordaremos a Dios. Perdonamos, con Dios, lo que nos haya quitado la paz en esa hora.
Invocamos Su Nombre. Recordaremos la lección del día y siempre que nos sintamos tentados a olvidarnos de nuestro objetivo. También perdonaremos con Dios los pensamientos no amorosos que hayamos tenido en esa hora. Pueden ser 2 o tres minutos con los ojos cerrados.
Recuerda que mientras lo haces Cristo permanece a tu lado dándote fortaleza. Luego, siente la quietud y silencio y espera a Dios.
Recordatorios frecuentes de la lección entre horas.
Ayudan en el entrenamiento de tener siempre presente a Dios. Invocamos a Dios.
Respuesta a la tentación.
Invocamos el Nombre de Dios y repetimos la idea del día cuando sintamos que nos estamos olvidando del objetivo de la lección, sintamos que estamos perdiendo nuestra paz y necesitemos perdonar.
Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior y a tener una experiencia directa de la verdad con miras a abandonar el mundo del dolor y adentrarse en la paz. Siempre pidiendo la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús. Y, sin olvidarse de reír porque la Voluntad de Dios, para nosotros, es que tengamos perfecta felicidad.
Muchas, muchísimas, bendiciones.
Jorge Luis Álvarez Castañeda
Kenneth Wapnick
”Que se acalle en mí toda voz que no sea la de Dios.”
Lección 254
"Volvemos al tema de acallar la voz del ego, lo que significa que me alejo de ella. Escucho sus mentiras, y digo: “Esto no es lo que quiero. Ya no deseo vivir mi vida en busca de los ídolos de especialismo, ni vivir en constante ira y temor.”
(1) «Padre, hoy quiero oír sólo Tu Voz. Vengo a Ti en el más profundo de los silencios para oír Tu Voz y recibir Tu Palabra. No tengo otra oración que ésta: que me des la verdad. Y la verdad no es sino Tu Voluntad, que hoy quiero compartir Contigo.»
Me doy cuenta de que no hay nada aquí que yo quiera, nada que yo elija buscar, nada por lo que yo rece. Sólo quiero perdonar, que vuelva a la cordura. Este regreso se basa en darme cuenta de mi elección equivocada para que pueda hacer una mejor - perdón en lugar de ira, verdad en lugar de ilusión. Esta es, pues, mi oración:
“...la única oración que tiene sentido es la del perdón porque los que han sido perdonados lo tienen todo. Una vez que se ha aceptado el perdón, la oración, en su sentido usual, deja de tener sentido. La oración del perdón no es más que una petición para que puedas reconocer lo que ya posees.” (T-3.V.6:3-5)
(2:1-2) «Hoy no dejaremos que los pensamientos del ego dirijan nuestras palabras o acciones. Cuando se presenten, simplemente los observaremos con calma y luego los descartaremos.»
Esto es una variación de los tres pasos del perdón presentados en la lección 23. Crucial para este proceso es aprender a no negar nuestros pensamientos de ego, ni tratar de «no» tenerlos. Más bien, simplemente pedimos ayuda cuando se presentan. Así, pues, elegimos el instante santo en el que escuchamos a Jesús instruyéndonos sobre la manera apropiada de ver estos pensamientos y percepciones dementes. Cuando les observemos calmadamente, con su amor a nuestro lado, nos daremos cuenta de la tontería de las ideas del ego. Sus ofrendas nunca nos darán el amor y la paz que realmente queremos, que no podemos tener mientras valoremos los llamados del ego en favor del especialismo. Por lo tanto, decimos de corazón:
(2:3-4) «No deseamos las consecuencias que nos acarrearían. Por lo tanto, no elegimos conservarlos.»
Primero debemos mirar contra qué estamos eligiendo. Este no es un curso de negación o de pretender que somos tan santos que no tenemos pensamientos de ego. Más bien, este es un curso de decir: “No soy santo, de lo contrario no estaría en este mundo. Tengo estos pensamientos de ego, pero ahora tengo los medios dentro de mi mente para verlos de otra manera.” Por lo tanto, no negamos que tenemos un cuerpo con necesidades, ni negamos el sistema de pensamiento del ego en sí. Simplemente los miramos sin juzgarnos a nosotros mismos o a cualquier otra persona, y luego felizmente vemos como desaparecen suavemente.
(2:5-6) «Ahora se han acallado. Y en esa quietud, santificada por Su Amor, Dios se comunica con nosotros y nos habla de nuestra voluntad, pues hemos decidido recordarle.»
“El recuerdo de Dios aflora en la mente que está serena” (T-23.I.1: 1). Con la voz del ego acallada por nuestra decisión, la mente está en silencio. Y escuchamos por fin la Voz de Dios hablándonos de Quiénes somos, a medida que el recuerdo de nuestro Ser alborea dentro de la quietud de nuestras santas mentes."
Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick.
LECCIÓN 254
Que se acalle en mí toda voz que no sea la de Dios.
Comentada por:
Oscar Gómez Díez
Nuestra mente dividida escucha dos voces: la voz del ego y la Voz que habla por Dios, la Voz del Espíritu Santo. Hoy elegimos acallar la voz del ego y solo escuchar la Voz de Dios.
ORACIÓN DEL DÍA:
"Padre, hoy quiero oír sólo Tu Voz. Vengo a Ti en el más profundo de los silencios para oír Tu Voz y recibir Tu Palabra. No tengo otra oración que ésta: que me des la verdad. Y la verdad no es sino Tu Voluntad, que hoy quiero compartir Contigo."
En esta oración manifestamos el propósito de escuchar en el silencio de nuestra quietud, la Voz de nuestro Padre, el anhelo de unir nuestra voluntad a la Dios, para ello hoy tomamos la decisión de alejar al ego de nuestra vida: "Hoy no dejaremos que los pensamientos del ego dirijan nuestras palabras o acciones."
EL PERDON
Esta lección nos presenta los tres pasos del perdón:
1. Identificar:
Identificamos los pensamientos del ego, traemos las emociones no amorosas a nuestra conciencia, y elegimos soltarlas:
"Cuando se presenten, simplemente los observaremos con calma y luego los descartaremos."
2. Abandonar:
Una vez que observamos los pensamientos del ego, y reconocemos el daño que nos hace, decidimos abandonarlos:
"No deseamos las consecuencias que nos acarrearían."
"Por lo tanto, no elegimos conservarlos."
La consecuencia de acallar la voz del ego es una sensación de paz.
3. Reemplazar:
"Y en esa quietud, santificada por Su Amor, Dios se comunica con nosotros y nos habla de nuestra voluntad, pues hemos decidido recordarle."
Cuando acallamos la voz del ego, y renunciamos a seguirle escuchando, el Espíritu Santo reemplaza esos pensamientos de culpa, miedo, carencia y ataque, por pensamientos de amor, paz y dicha. En ese instante santo escuchamos a nuestro Padre decirnos cuánto nos ama.
Primero limpiamos el recipiente de nuestra consciencia de los pensamientos no amorosos, para que nuestra consciencia sea ocupada solo por pensamientos amorosos. Cuando abandonamos todo miedo solo queda el amor, solo quedan Dios y Su Hijo, danzando en un solo canto de amor y gratitud, esa es la oración en el estado del Cielo, esa es la verdadera comunicación entre el Padre y el Hijo.
PRACTICA:
Repasa el tema especial de esta sección, titulado "4. ¿Qué es el pecado?" Trate de leer y repetir cuantas veces puedas la idea y la oración del día, y si logras memorizarlas mucho mejor, hazlas tuya, pues es la manera como buscaremos comunicarnos con Dios todos los días; luego guardamos silencio para escuchar Su amorosa respuesta, tal como nos lo dice Jesús a continuación:
"Y ahora aguardamos silenciosamente. Dios está aquí porque esperamos juntos. Estoy seguro de que Él te hablará y de que tú le oirás. Acepta mi confianza, pues es la tuya. Nuestras mentes están unidas. Esperamos con un solo propósito: oír la respuesta de nuestro Padre a nuestra llamada, dejar que nuestros pensamientos se aquieten y encontrar Su paz, para oírle hablar de lo que nosotros somos y para que Él Se revele a Su Hijo." (L- 221.2:1-6)
No te olvides de realizar tus meditaciones cada mañana y cada noche, si puedes dedicarle media hora o más seria excelente, lo mismo que los recordatorios cada hora, y de responder a toda tentación con la idea del día, pero sobretodo que sea una práctica gratificante, pues ahora el tiempo pasa a un segundo plano. Cuando estamos con Dios el tiempo no existe pues estamos con el Señor de la eternidad. Los momentos que le dedicamos a Dios son instantes santos que nos dedicamos a nosotros mismos, a nuestro amor, nuestra paz y nuestra felicidad.
TEXTO T.25
CELEBRANDO EL MILAGRO
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BENDICIONES!