LECCIÓN 259 Que recuerde que el pecado no existe.




Aquí la Introducción a la segunda parte del Libro de Ejercicios de UCDM

LECCIÓN 259

Que recuerde que el pecado no existe.
 
1. El pecado es el único pensamiento que hace que el objetivo de alcanzar a Dios parezca irrealizable. 2¿Qué otra cosa podría impedirnos ver lo obvio, o hacer que lo que es extraño y distorsionado parezca más claro? 3¿Qué otra cosa sino el pecado nos incita al ataque? 4¿Qué otra cosa sino el pecado podría ser la fuente de la culpabilidad y exigir castigo y sufrimiento? 5¿Y qué otra cosa sino el pecado podría ser la fuente del miedo, al eclipsar la creación de Dios y conferirle al amor los atributos del miedo y del ataque?

2. Padre, hoy no quiero ser presa de la locura. 2No tendré miedo del amor ni buscaré refugio en su opuesto. 3Pues el amor no puede tener opuestos. 4Tú eres la Fuente de todo lo que existe. 5Y todo lo que existe sigue estando Contigo, así como Tú con ello.





AUDIOS de la Lección 259
de CELEBRANDO EL MILAGRO


Lectura de la Lección 259
A través de  Blanca Nivia Morales Contreras


Ocurrir de la Lección 259
a través de Martin Musarra


Lección 259 comentada por 
Jorge Luis Álvarez Castañeda







































LECCIÓN 259

Que recuerde que el pecado no existe.

Comentada por: 
Jorge Luis Álvarez Castañeda

¡Que la paz sea con nosotros hoy!

Hemos venido estudiando la importancia de tener a Dios como  nuestro objetivo en la vida, como nuestro principal referente. Y de como para llegar a Dios necesitamos a nuestro hermano, de ahí, la importancia del perdón para romper la separación con mi hermano y restablecer la unidad con él y con Dios.

 Hoy, Jesús, en la lección 259 Que recuerde que el pecado no existe nos dice:
_”El pecado es el único pensamiento que hace que el objetivo de alcanzar a Dios parezca irrealizable”_. 

Parece imposible llegar a Dios porque el pecado, como hemos visto, es la creencia en la realidad de la separación de Dios, lo que genera una inmensa culpa pues creemos que Dios nunca nos va a perdonar por ello y, en consecuencia, en cualquier momento nos va a castigar. Esta creencia inconsciente en el pecado lleva al sentimiento de indignidad, de desvalorización y de fracaso que acompañan, de una u otra manera, nuestras realizaciones: nunca lo haremos bien completamente, nunca disfrutaremos de la vida completamente.

 Continúa Jesús:
  ”¿Qué otra cosa podría impedir ver lo obvio, o hacer que lo que es extraño y distorsionado parezca más claro?” 

No vemos lo obvio: el Amor de nuestro Creador que nos rodea por doquier.

”¿Qué otra cosa sino el pecado podría ser la fuente de la culpabilidad y exigir castigo y sufrimiento?”

 Ese sentimiento de indignidad que nos acompaña por el pecado que creemos hemos cometido y que nos llena de culpabilidad, hace que la proyectemos a nuestros hermanos como una manera de mostrar nuestra inocencia. Necesito ver indignidad en el hermano porque el sentimiento de que la indignidad que veo en mi hermano es mía, es insoportable. 

”¿Y qué otra cosa sino el pecado podría ser la fuente del miedo, al eclipsar la creación de Dios y conferirle al amor los atributos del miedo y del ataque?” 

Si creemos en el pecado, inevitablemente, tendremos miedo del castigo de Dios, que es la fuente inconsciente de todos los miedos que nos acompañan en este mundo del ego. Dios es Amor, esa es Su naturaleza, al igual que la nuestra como Sus creaciones. Jesús, nos ha dicho que somos inocentes y la culpa no existe para Dios. No somos culpables, pero sí responsables. Responsables de seguir creyendo en el pecado del ego en lugar de la inocencia del Espíritu Santo que es lo que nos caracteriza. 

Jesús, siempre nos da salidas: podemos cambiar la relación con nuestros hermanos basadas en el pecado, la culpa y el miedo por la relación santa.

 _”La relación santa parte de una premisa diferente. Cada uno ha mirado dentro de sí y no ha visto ninguna insuficiencia. Al aceptar su compleción, desea extenderla uniéndose a otro, tan pleno como él. No ve diferencias entre su ser y el ser del otro, pues las diferencias se dan a nivel del cuerpo”_.
T-22.In.3: 1-4, dice Jesús en la introducción al capítulo 22.

 En la relación santa cada uno de los hermanos se ve completo en sí mismo: se ve como el Hijo de Dios que es. Su relación está basada en el amor, la paz, la bondad, el júbilo, la unidad al saber que  comparten  un único objetivo: Dios. Y sienten como su responsabilidad contribuir a la Extensión de la visión de Cristo en sus hermanos.

Hoy repitamos cada vez que podamos esta hermosa oración:
_”Padre, hoy no quiero ser presa de la locura. No tendré miedo del amor ni buscaré refugio en su opuesto. Pues el amor no puede tener opuestos. Tú eres la Fuente de todo lo que existe. Y todo lo que existe sigue estando Contigo, así como Tú con ello”_.

Con relación al tema del pecado

Jesús nos dice en el tema especial 4. ¿Qué es el pecado?:

”¿Hasta cuándo, Hijo de Dios, vas a seguir jugando el juego del pecado? ¿No es hora ya de abandonar esos juegos peligrosos? ¿Cuándo vas a estar listo para regresar a tu hogar? ¿Tal vez hoy?” 

Es el sentirnos culpables debido a la creencia en el pecado lo que nos impide decidirnos por el camino de Dios. Pesa mucho la culpa en nosotros, tanto, que tenemos que proyectarla a nuestros hermanos, originando los juicios que se van a constituir en el detonante de la ira que nos produce el hecho de que nuestros hermanos no hagan lo que queremos, porque ellos también están haciendo lo mismo con nosotros. Y, con esa lógica, es inevitable el conflicto que se retroalimenta con los resentimientos, el no querer soltar el pasado y la falta de perdón. Para salir de esta situación tenemos que aceptar la lección de hoy: Que recuerde que el pecado no existe. 

Para hacer realidad esta lección y sanar nuestra mente de la creencia en el pecado, necesito ayuda. No lo puedo hacer solo porque he llenado mi mente de tantos resentimientos, de tantas ofensas que, supuestamente, no puedo olvidar que se convierten en verdaderas cadenas mentales que no me dejan mover. Necesito la ayuda de Jesús y del Espíritu Santo para que me ayuden a perdonarme a mí mismo por haberme valido de mis hermanos al hacerlos objeto de mi culpa y de mi creencia en el pecado. 

Proceso de práctica de la lección

1. Tener momentos con Dios por la mañana y por noche

Momentos en los cuales se tenga una experiencia con la verdad, es decir, con el reconocimiento de que somos Hijos de Dios, mientras ello nos haga felices. El tiempo utilizado será el que se considere necesario para lograr el objetivo. Podría ser media hora o más. Estos momentos buscan que tengamos o nos acerquemos a tener instantes santos permanentes. .  Perdonamos, con la Ayuda de Dios, lo que nos esté quitando la paz.

Se invoca a Dios. En lugar de palabras sólo necesitamos sentir Su Amor.

Se pide la guía del Espíritu Santo y de Jesús. 
Se lee despacio los temas especiales que acompañan la lección del día. Se reflexiona sobre ellos. Luego, se lee la lección del día.

En tu meditación intenta entrar en  contacto con esa parte de tu mente donde hay paz y amor, tranquilidad, alegría. Es tu mente recta, donde está Cristo, tu Ser.
Mantén la mente quieta, sin palabras, y te olvidas de todo lo que habías creído saber y entender, y te quedas sólo con la sensación y certeza de que estás con Dios.

Espera a Dios. Él llegará y te dará un mensaje de amor y de paz. Pero, esto requiere nuestra disposición a escucharlo tal como lo ha enseñado Jesús en la lección 71:

_”Él responderá en la misma medida que tú estés dispuesto a oír Su Voz. No te niegues a oírla. El solo hecho de que estés llevando a cabo los ejercicios demuestra que en cierto modo estás dispuesto a escuchar. Esto es suficiente para que seas acreedor a Su respuesta”_. (L-71. 9:7-10)

2. Recordatorios cada hora. 

Cada hora recordaremos a Dios. 
Invocamos Su Nombre. Recordaremos la lección del día y siempre que nos sintamos tentados a olvidarnos de nuestro objetivo. También perdonaremos con Dios los pensamientos no amorosos que hayamos tenido en esa hora. Pueden ser 2 o tres minutos con los ojos cerrados.

Recuerda que mientras lo haces Cristo permanece a tu lado dándote fortaleza. Luego, siente la quietud y silencio y espera a Dios. 

3. Recordatorios frecuentes de la lección entre horas.

 Ayudan en el entrenamiento de tener siempre presente a Dios. Invocamos  a Dios.

4. Respuesta a la tentación.

Invocamos el Nombre de Dios y repetimos la idea del día cuando sintamos que nos estamos olvidando del objetivo de la lección, sintamos que estamos perdiendo nuestra paz y necesitemos perdonar.

Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior y a tener una experiencia directa de la verdad con miras a abandonar el mundo del dolor y adentrarse en la paz. Siempre pidiendo la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús. Y, sin olvidarse de reír porque la Voluntad de Dios, para nosotros, es que tengamos perfecta felicidad.

Muchas, muchísimas, bendiciones.












~ Viaje x Lecciones UCDM - 
Lección 259 - 

Que recuerde que el pecado no existe. ~

"Que recuerde reírme de la diminuta y alocada idea. Cuando nos olvidamos de reír, lo llamamos pecado; sin embargo, cuando lo recordamos, no es más que un error tonto sin consecuencias ni realidad.

(1:1-2) «El pecado es el único pensamiento que hace que el objetivo de alcanzar a Dios parezca irrealizable. ¿Qué otra cosa podría impedirnos ver lo obvio, o hacer que lo que es extraño y distorsionado parezca más claro?» 

Por esa razón el pecado es la piedra angular del sistema de pensamiento de separación. Cuando el ego buscó proteger su existencia individual, el pecado se convirtió en su principal defensa, afirmando que la separación de Dios era real y permanente. La ruptura de nuestra relación con Dios significaba que en Su furia Él nos encontraría y castigaría. Por lo tanto, Su Amor fue aparentemente destruido por el extraño y distorsionado sistema de pensamiento de separación, y el mundo igualmente distorsionado que surgió de él.

(1:3-4) «¿Qué otra cosa sino el pecado nos incita al ataque? ¿Qué otra cosa sino el pecado podría ser la fuente de la culpabilidad y exigir castigo y sufrimiento?»

Todos nuestros pensamientos de ataque - ya sean de ser atacados o de atacar - provienen del pecado, porque el pecado en sí es un pensamiento de ataque. Atacamos a Dios para que pudiéramos vivir, y cualquier cosa y todo lo que siguió debe compartir la misma ecuación de pecado con ataque, excepto que ahora que estamos en el mundo, creemos que los pecados de otras personas nos están atacando. Por consiguiente, si devolvemos el ataque, afirmamos que está justificada la defensa propia. Dando así lugar a la trinidad profana del ego: el «pecado» lleva a la «culpa», que exige castigo, cuyo temor lleva a nuestra necesidad de defensa.

(1:5) «¿Y qué otra cosa sino el pecado podría ser la fuente del miedo, al eclipsar la creación de Dios y conferirle al amor los atributos del miedo y del ataque?» 

El resultado del pecado es que Dios nos atacará por lo que hemos hecho, siendo el mundo atacante la sombra fragmentaria de este pensamiento. Vivimos así en un miedo mortal, amenazados por casi todo. Un pequeño cambio en el medio ambiente y nuestra vida física se ve severamente amenazada; un ser querido no sonríe y estamos devastados - prueba de la fragilidad de nuestra existencia. El Amor de Dios, por lo tanto, se ha convertido en su opuesto - el amor especial: la fuente, significado y resultado de todo ataque.

(2:1) «Padre, hoy no quiero ser presa de la locura.» 

El hilo conductor que atraviesa cada lección es la locura de nuestros pensamientos erróneos - la fuente de nuestra humildad al darnos cuenta de lo equivocados que hemos estado con respecto a todo. Por lo tanto, si estamos al menos un poco molestos, sabemos que juzgamos erróneamente y estamos locos. No existe una jerarquía de ilusiones - estar molestos por un suceso menor es lo mismo que estar molestos por uno mayor. En el momento en que nos sintamos enojados o infelices, por lo tanto, necesitamos pensar en la idea del día y volver a la cordura.

(2:2-5) «No tendré miedo del amor ni buscaré refugio en su opuesto. Pues el amor no puede tener opuestos. Tú eres la Fuente de todo lo que existe. Y todo lo que existe sigue estando Contigo, así como Tú con ello.»

Recordemos las palabras de la Introducción del Curso:

“Lo opuesto al amor es el miedo, pero aquello que todo lo abarca no puede tener opuestos” (T-in.1: 8).

Como parte de la unidad del Amor, no hay ningún opuesto a nosotros, y por lo tanto no hay nada que temer."

~ Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick.













LECCIÓN 259
 Que recuerde que el pecado no existe.

Comentada por:
Oscar Gómez Díez 
 
Estas últimas lecciones que tienen como tema común el recordar, parecen ser un repaso del recorrido del texto y del libro de ejercicios. Recordemos también que este bloque de lecciones (entre la 251 y la 260) tiene como tema especial una reflexión sobre el pecado. 

"El pecado es el único pensamiento que hace que el objetivo de alcanzar a Dios parezca irrealizable." El tema del pecado es central en Un Curso de Milagros, no para validarlo sino para invalidarlo. Casi que podríamos decir que si la creencia en el pecado no estuviese tan arraigada en nuestro medio no sería necesario Un Curso de Milagros, o por lo menos, no como está diseñado actualmente. Pues la creencia en el pecado da lugar a la culpa, el miedo, el ataque, la ira y los resentimientos, entre otras emociones que definen nuestros egos. Estos pensamientos nos alejan de Dios, del Amor y la verdad. 

"¿Qué otra cosa podría impedirnos ver lo obvio, o hacer que lo que es extraño y distorsionado parezca más claro" 
El pecado es la creencia en la separación, y en esa aparente huida de Dios fabricamos este mundo de formas, cuerpos y conflictos de toda índole. El pecado oculta nuestra verdadera identidad como perfectos Hijos de Dios. La creencia en el pecado nos lleva a pensar que perdimos el amor, la paz y la dicha, que es nuestra naturaleza. La salvación pasa por deshacer la creencia en el pecado, para recordar nuestra verdadera identidad  como Hijos eternos del Amor.

"¿Qué otra cosa sino el pecado nos incita al ataque?" La segunda ley del caos nos dice que todos somos pecadores, y por lo tanto, ”todo el mundo merece ataque y muerte” (T-23.II.4:1)  Esta creencia parte de la base de que ”el error merece castigo y no corrección. Pues la destrucción del que comete el error lo pone fuera del alcance de la corrección y del perdón” (T-23.II.4:2-3) El pecado merece castigo, diferente al error que se puede corregir. Reinterpretar el pecado por el error, es un paso fundamental en nuestro proceso de sanación. 

"¿Qué otra cosa sino el pecado podría ser la fuente de la culpabilidad y exigir castigo y sufrimiento?" La culpa tiene su origen en la creencia del pecado. Sin pecado no habría culpa, ni castigo ni ataque. Antes de atacar, internamente hemos determinado que el otro es culpable, y merecedor de castigo, ese es el mecanismo de actuación de nuestro ego. Detrás de todo miedo y ataque se encuentra la creencia en el pecado y la culpa, a partir de allí se desprende toda la conducta del yo psicológico de nuestros egos. El perdón nos ayuda a sanar nuestras creencias en el pecado, la culpa, el miedo y el ataque. 

 Con el perdón sanamos nuestras relaciones con nuestros hermanos y con Dios. Con el perdón transformamos nuestras relaciones de amor y odio especial con nuestros hermanos, en relaciones santas basadas en el amor y la paz. 

"¿Y qué otra cosa sino el pecado podría ser la fuente del miedo, al eclipsar la creación de Dios y conferirle al amor los atributos del miedo y del ataque?" La verdadera salvación pasa por desvirtuar la creencia en el pecado, la culpa, y el miedo a Dios. Del miedo a Dios surgen las creencias en los sacrificios. Hasta que no comprendamos que Dios es sólo Amor, y nada más que Amor, y que no tiene opuestos, por lo tanto, Dios no podría ser  amor y venganza a la vez, o amor y castigo a la vez, el Amor de Dios es absoluto, no tiene opuestos. Dios no padece de la ambivalencia que nosotros creemos experimentar en este mundo. 

Muchos de los ejercicios y enseñanzas del Curso consiste en que superemos ese profundo miedo inconsciente que le tenemos a Dios, esa es una condición imprescindible para que nos abramos al amor. 

ORACIÓN DEL DÍA:

" Padre, hoy no quiero ser presa de la locura. No tendré miedo del amor ni buscaré refugio en su opuesto. Pues el amor no puede tener opuestos. Tú eres la Fuente de todo lo que existe. Y todo lo que existe sigue estando Contigo, así como Tú con ello."

PRACTICA:

Repasa el tema especial de esta sección, titulado "4. ¿Qué es el pecado?" Trate de leer y repetir cuantas veces puedas la idea  y la oración del día, y si logras   memorizarlas mucho mejor, hazlas tuya, pues es la manera como buscaremos comunicarnos con Dios todos los días; luego guardamos silencio para escuchar Su amorosa respuesta, tal como nos lo dice Jesús a continuación:

"Y ahora aguardamos silenciosamente. Dios está aquí porque esperamos juntos. Estoy seguro de que Él te hablará y de que tú le oirás. Acepta mi confianza, pues es la tuya. Nuestras mentes están unidas. Esperamos con un solo propósito: oír la respuesta de nuestro Padre a nuestra llamada, dejar que nuestros pensamientos se aquieten y encontrar Su paz, para oírle hablar de lo que nosotros somos y para que Él Se revele a Su Hijo." (L- 221.2:1-6)

No te olvides de realizar tus meditaciones cada mañana y cada noche, si puedes dedicarle media hora o más seria excelente, lo mismo que los recordatorios cada hora, y de responder a toda tentación con la idea del día, pero sobretodo que sea una práctica gratificante, pues ahora el tiempo pasa a un segundo plano. Cuando estamos con Dios el tiempo no existe pues estamos con el Señor de la eternidad. Los momentos que le dedicamos a Dios son instantes santos que nos dedicamos a nosotros mismos, a nuestro amor, nuestra paz y nuestra felicidad.  















TEXTO T.25


















CELEBRANDO EL MILAGRO 

CELEBRA LA CORRECCIÓN QUE OCURRE AHORA 

BENDICIONES!















Share:

Facebook comments: