Que recuerde que Dios me creó.
1. Padre, yo no me creé a mí mismo, aunque en mi demencia creí que así había sido. 2No obstante, en cuanto que Pensamiento Tuyo, no he aban¬donado mi Fuente y sigo siendo parte de Aquel que me creó. 3Tu Hijo, Padre mío, Te llama hoy. 4Que recuerde que Tú me creaste. 5Que recuerde mi Identidad. 6Y que deje que mi impecabilidad vuelva a alzarse ante la visión de Cristo, a través de la cual deseo hoy contemplar a mis hermanos y contemplarme a mí mismo.
2. Ahora recordamos nuestra Fuente; y en Ella encontramos por fin nuestra verdadera Identidad. 2Sómos en verdad santos porque nuestra Fuente no conoce el pecado. 3Y nosotros que somos Sus Hijos, somos semejantes los unos a los otros, y semejantes a Él.
AUDIOS de la Lección 260
de CELEBRANDO EL MILAGROLectura de la Lección 260
A través de Blanca Nivia Morales Contreras
Ocurrir de la Lección 260
a través de Martin Musarra
Lección 260 comentada por
Jorge Luis Álvarez Castañeda
LECCIÓN 260
Que recuerde que Dios me creó.
Comentada por:
Jorge Luis Álvarez Castañeda
¡Que la paz sea con nosotros hoy!
Con la lección 260 Que recuerde que Dios me creó termina el tema especial dedicado al pecado. Es una buena enseñanza que resuelve el tema del pecado: la creencia en la separación de Dios. Que nunca sucedió, como sabemos por el principio de la Expiación.
Esto nos lo aclara, Jesús, en el capítulo 26 sección V:
_”El tiempo tan sólo duró un instante en tu mente y no afectó a la eternidad en absoluto. Y así es con todo el tiempo que ha pasado; y todo permanece exactamente como era antes de que se construyese el camino que no lleva a ninguna parte. El brevísimo lapso de tiempo en que se cometió el primer error – en el que todos los demás errores están contenidos – encerraba también la Corrección de ese primer error y todos los demás que partieron de él”_. T-26. V.3:3-5
Nuestro Padre corrigió el error: nunca nos separamos de Dios. Otra cosa, es que lo creemos y, por eso, Dios creó al Espíritu Santo para que nos ayude a regresar a Dios.
Jesús, nos dice en la lección:
_”Padre, yo no me creé a mí mismo, aunque en mi demencia creí que así había sido”_.
Esa es la pretensión del ego: hacer las cosas a su manera, creer que se las sabe todas. Con las ilusiones fabrica sus propios mundos particulares donde se creé un creador.
_”No obstante, en cuanto que Pensamiento Tuyo, no he abandonado mi Fuente y sigo siendo parte de Aquel que me creó”_.
No fui creado por el ego sino por Dios como una extensión de Su Pensamiento. Mi Fuente es Dios y no la he abandonado ni la abandonaré. Me he olvidado, eso sí, de mi Fuente, de mi verdadera identidad como Hijo de Dios. Pero, Dios no se ha olvidado de mí ya que camina siempre a mí lado como vimos en la lección 156 Camino con Dios en perfecta santidad.
Continúa Jesús en la lección:
_”Tu Hijo, Padre mío, te llama hoy. Que recuerde que Tú me creaste. Que recuerde mi Identidad”_.
Que recuerde que fui creado por Dios. Que recuerde que no estoy separado de Él. Pero, cada vez que ataco a mi hermano, reafirmo mi creencia en la separación de Dios y revivo el instante de la creencia en la separación.
Como nos enseña Jesús en el capítulo 26 sección V:
_”Sin embargo, en cada acto o pensamiento que aún no hayas perdonado, en cada juicio y en cada creencia en el pecado, se evoca ese instante, como si se pudiera volver a reconstruir en el tiempo. Lo que tienes ante tus ojos es una memoria ancestral. Y quien vive de recuerdos no puede saber dónde se encuentra”_. (T-26. V. 5:5-7)
Continúa Jesús en la lección:
_”Y que deje que mi impecabilidad vuelva a alzarse ante la visión de Cristo, a través de la cual deseo contemplar a mis hermanos y contemplarme a mí mismo”_.
Si reconozco la impecabilidad en mi hermano, la reconozco en mí mismo. Los pecados que le vea a mi hermano no son de mi hermano, sino mis propias proyecciones de culpa y miedo.
Nos dice Jesús:
_”Ahora recordamos nuestra Fuente y en ella encontramos por fin nuestra verdadera identidad. Somos en verdad santos porque nuestra Fuente no conoce el pecado. Y nosotros que somos Sus Hijos, somos semejantes los unos a los otros, y semejantes a Él”_.
Nuestra Fuente es Dios. Nuestra Identidad: Somos Hijos de Dios. Dios es perfecta impecabilidad, es decir, perfecta santidad al igual que nosotros pues somos semejantes a Él.
Con relación al tema del pecado
Jesús nos dice en el tema especial 4. ¿Qué es el pecado?:
”El pecado no existe. La Creación no ha cambiado. ¿Deseas aún seguir demorando tu regreso al Cielo? ¿Hasta cuándo, santo Hijo de Dios, vas a seguir demorándote, hasta cuándo?”
La lección de hoy Que recuerde que Dios me creó es la respuesta a la afirmación de que el pecado no existe. Soy Hijo de Dios. No pude pecar, nunca me he separado de Dios. Esto es sólo una creencia, una ilusión. Jesús, me llama a decidirme. Puedo tomar la decisión ya, con la ayuda del Espíritu Santo, y mediante el perdón, y dejar de seguir en el sufrimiento y el dolor, que caracteriza al mundo del ego. El pecado es sólo una ilusión que sostengo con mi creencia en él. Si dejo de creer en él, desaparece.
Proceso de práctica de la lección
Tener momentos con Dios por la mañana y por noche
Momentos en los cuales se tenga una experiencia con la verdad, es decir, con el reconocimiento de que somos Hijos de Dios, mientras ello nos haga felices. El tiempo utilizado será el que se considere necesario para lograr el objetivo. Podría ser media hora o más. Estos momentos buscan que tengamos o nos acerquemos a tener instantes santos permanentes. Perdonamos, con la Ayuda de Dios, lo que nos esté quitando la paz.
Se invoca a Dios. En lugar de palabras sólo necesitamos sentir Su Amor.
Se pide la guía del Espíritu Santo y de Jesús.
Se lee despacio los temas especiales que acompañan la lección del día. Se reflexiona sobre ellos. Luego, se lee la lección del día.
En tu meditación intenta entrar en contacto con esa parte de tu mente donde hay paz y amor, tranquilidad, alegría. Es tu mente recta, donde está Cristo, tu Ser.
Mantén la mente quieta, sin palabras, y te olvidas de todo lo que habías creído saber y entender, y te quedas sólo con la sensación y certeza de que estás con Dios.
Espera a Dios. Él llegará y te dará un mensaje de amor y de paz. Pero, esto requiere nuestra disposición a escucharlo tal como lo ha enseñado Jesús en la lección 71:
_”Él responderá en la misma medida que tú estés dispuesto a oír Su Voz. No te niegues a oírla. El solo hecho de que estés llevando a cabo los ejercicios demuestra que en cierto modo estás dispuesto a escuchar. Esto es suficiente para que seas acreedor a Su respuesta”_. (L-71. 9:7-10)
Recordatorios cada hora.
Cada hora recordaremos a Dios.
Invocamos Su Nombre. Recordaremos la lección del día y siempre que nos sintamos tentados a olvidarnos de nuestro objetivo. También perdonaremos con Dios los pensamientos no amorosos que hayamos tenido en esa hora. Pueden ser 2 o tres minutos con los ojos cerrados.
Recuerda que mientras lo haces Cristo permanece a tu lado dándote fortaleza. Luego, siente la quietud y silencio y espera a Dios.
Recordatorios frecuentes de la lección entre horas.
Ayudan en el entrenamiento de tener siempre presente a Dios. Invocamos a Dios.
Respuesta a la tentación.
Invocamos el Nombre de Dios y repetimos la idea del día cuando sintamos que nos estamos olvidando del objetivo de la lección, sintamos que estamos perdiendo nuestra paz y necesitemos perdonar.
Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior y a tener una experiencia directa de la verdad con miras a abandonar el mundo del dolor y adentrarse en la paz. Siempre pidiendo la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús. Y, sin olvidarse de reír porque la Voluntad de Dios, para nosotros, es que tengamos perfecta felicidad.
Muchas, muchísimas, bendiciones.
Kenneth Wapnick
”Que recuerde que Dios me creó.”
Lección 260
"Esto es lo esencial; lo que olvidamos. El principio de Expiación dice que nada ha cambiado, porque seguimos siendo la viviente y amorosa Unidad que Dios creó, como leemos en estas conocidas líneas:
“Dios creó a Sus Hijos extendiendo Su Pensamiento y conservando las extensiones de Su Pensamiento en Su Mente. Todos Sus Pensamientos están, por lo tanto, perfectamente unidos dentro de sí mismos y entre sí.” (T-6.II.8:1-2)
(1:1-5) «Padre, yo no me creé a mí mismo, aunque en mi demencia creí que así había sido. No obstante, en cuanto que Pensamiento Tuyo, no he abandonado mi Fuente y sigo siendo parte de Aquel que me creó. Tu Hijo, Padre mío, Te llama hoy. Que recuerde que Tú me creaste. Que recuerde mi Identidad.»
Aquí tenemos de nuevo un reconocimiento de nuestro error. Como un Pensamiento de Dios, nunca abandonamos nuestra Fuente y seguimos siendo uno con Aquel que nos creó, a pesar de nuestro Pensamiento demente:
“Puedes percibirte como tu propio creador, pero lo que a lo sumo puedes hacer es creerlo. No puedes hacer que sea verdad. Y como dije anteriormente, cuando por fin percibas correctamente no podrás sino alegrarte de que así sea.” (T-3.VII.4:6-8)
(1:6) «Y que deje que mi impecabilidad vuelva a alzarse ante la visión de Cristo, a través de la cual deseo hoy contemplar a mis hermanos y contemplarme a mí mismo.»
La forma en que recordamos Quiénes somos como el único Hijo de Dios no es meditando sobre las verdades eternas - simplemente perdonamos. Aprendemos que nuestros intereses no están separados de los de alguien más, y que el principio de «uno o el otro» no nos hace felices. La visión de Cristo se produce cuando le pedimos la ayuda de Jesús para ver a este otro como a nosotros mismos. Las diferencias superficiales entre nosotros no pueden ocultar la única necesidad y propósito que compartimos en la relación santa - aprender que el pecado no existe:
“Esta santa relación tiene el poder de curar todo dolor, sea cual sea su forma. Ni tu hermano ni tú por separado podéis ser útiles en absoluto. Únicamente en vuestra voluntad conjunta radica la curación.Y al sanar los dos, la Filiación queda sanada porque vuestras voluntades se han unido.” (T-22.VI.4:4-6, 8)
(2) «Ahora recordamos nuestra Fuente, y en Ella encontramos por fin nuestra verdadera Identidad. Somos en verdad santos porque nuestra Fuente no conoce el pecado. Y nosotros que somos Sus Hijos, somos semejantes los unos a los otros, y semejantes a Él.»
La esencia del especialismo es que tú y yo no somos iguales, sino diferentes. La corrección de mentalidad correcta - no la conciencia de una-sola-Mente de nuestra unidad como espíritu - es que tú y yo somos iguales al compartir un mismo propósito. Si te ataco, me ataco a mí mismo, porque si somos semejantes y creo que mereces ser atacado, debo creer que yo también merezco ser atacado. Por eso es esencial reconocer que todo lo que pienso de ti proviene de lo que pienso de mí mismo. Somos iguales, ya que en su impecabilidad el Hijo de Dios no tiene partes separadas:
“Ésa es la función de tu relación santa...tu mente y la mente de tu hermano son una...vuestra relación es un reflejo de la unión que existe entre el Creador y Su Hijo. Entre las mentes amorosas «no hay» separación... La luz que os une brilla a través del universo, y puesto que os une, hace que seáis uno con vuestro Creador...Aquello que te enseña que no os podéis separar niega al ego. Deja que la verdad decida si tú y tu hermano sois diferentes o iguales, y que te enseñe cuál de estas dos posibilidades es verdad.” (T-22.VI.14:1, 3, 5-6; 15:1, 6-7)"
Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick.
LECCIÓN 260
Que recuerde que Dios me creó.
Comentada por:
Oscar Gómez Díez
Recordar que Dios nos creó, es recordar el Amor que somos, y negar el miedo, la culpa y el ataque. Recordar a Dios implica sanar el miedo que le hemos tenido, del castigo que creímos nos iba a infligir por nuestros supuestos pecados, es ponerle fin a todo sacrificio, pues no tenemos que negociar con el Amor ningún sacrificio para recibir Su Amor y Su Paz.
ORACIÓN DEL DIA:
"Padre, yo no me creé a mí mismo, aunque en mi demencia creí que así había sido. No obstante, en cuanto que Pensamiento Tuyo, no he abandonado mi Fuente y sigo siendo parte de Aquel que me creó. Tu Hijo, Padre mío, Te llama hoy. Que recuerde que Tú me creaste. Que recuerde mi Identidad. Y que deje que mi impecabilidad vuelva a alzarse ante la visión de Cristo, a través de la cual deseo hoy contemplar a mis hermanos y contemplarme a mí mismo."
Recordar que Dios nos creó es recordar que somos Hijos del Amor, y por lo tanto, inocentes e impecables. Cuando contemplo a mis hermanos con amor, vuelvo a la unidad de todo lo creado, y reconozco que todos somos uno con Dios. "Ahora recordamos nuestra Fuente; y en Ella encontramos por fin nuestra verdadera Identidad."
*"Somos en verdad santos porque nuestra Fuente no conoce el pecado."*. Somos un pensamiento en la Mente de Dios, y las ideas no abandonan su fuente, nosotros nunca hemos abandonado nuestra Fuente. Si nuestra Fuente es impecable, nosotros también lo somos, pues fuimos creados a semejanza de Dios. Por lo tanto, somos tan santos como nuestro Padre. Llegar a esta conclusión nos libera de la culpa y el miedo, con lo que nos abrimos al amor que somos.
"Y nosotros que somos Sus Hijos, somos semejantes los unos a los otros, y semejantes a Él." Cómo Hijos de Dios somos totalmente iguales, pues somos la misma y única mente que se cree dividida en millones de fragmentos, no hay un solo hermano mejor o peor, superior o inferior, pues todos somos el Hijo de Dios, creados por el mismo Amor, a semejanza de nuestro Padre.
PRACTICA:
Repasa el tema especial de esta sección, titulado "4. ¿Qué es el pecado?" Trate de leer y repetir cuantas veces puedas la idea y la oración del día, y si logras memorizarlas mucho mejor, hazlas tuya, pues es la manera como buscaremos comunicarnos con Dios todos los días; luego guardamos silencio para escuchar Su amorosa respuesta, tal como nos lo dice Jesús a continuación:
"Y ahora aguardamos silenciosamente. Dios está aquí porque esperamos juntos. Estoy seguro de que Él te hablará y de que tú le oirás. Acepta mi confianza, pues es la tuya. Nuestras mentes están unidas. Esperamos con un solo propósito: oír la respuesta de nuestro Padre a nuestra llamada, dejar que nuestros pensamientos se aquieten y encontrar Su paz, para oírle hablar de lo que nosotros somos y para que Él Se revele a Su Hijo." (L- 221.2:1-6)
No te olvides de realizar tus meditaciones cada mañana y cada noche, si puedes dedicarle media hora o más seria excelente, lo mismo que los recordatorios cada hora, y de responder a toda tentación con la idea del día, pero sobretodo que sea una práctica gratificante, pues ahora el tiempo pasa a un segundo plano. Cuando estamos con Dios el tiempo no existe pues estamos con el Señor de la eternidad. Los momentos que le dedicamos a Dios son instantes santos que nos dedicamos a nosotros mismos, a nuestro amor, nuestra paz y nuestra felicidad.