LECCIÓN 261 Dios es mi refugio y seguridad.




Aquí la Introducción a la segunda parte del Libro de Ejercicios de UCDM

LECCIÓN 261

Dios es mi refugio y seguridad.


1. Me identificaré con lo que creo es mi refugio y mi seguridad. 2Me veré a mí mismo allí donde percibo mi fuerza y pensaré que vivo dentro de la ciudadela en la que estoy a salvo y en la que no puedo ser atacado. 3No dejes que hoy busque seguridad en el peligro ni que trate de hallar mi paz en ataques asesinos. 4Vivo en Dios. 5En Él encuentro mi refugio y mi fortaleza. 6En Él radica mi Identidad. 7En Él reside la paz eterna. 8Y sólo allí recordaré Quién soy realmente.

2. No dejes que vaya en pos de ídolos, 2Padre mío, pues lo que deseo es estar Contigo en casa. 3Elijo ser tal como Tú me creaste y encontrar al Hijo que Tú creaste como mi. Ser.






AUDIOS de la Lección 261
de CELEBRANDO EL MILAGRO


Lectura de la Lección 261
A través de  Blanca Nivia Morales Contreras


Ocurrir de la Lección 261
a través de Martin Musarra


Lección 261 comentada por 
Jorge Luis Álvarez Castañeda








































LECCIÓN 261


Dios es mi refugio y seguridad


Comentada por:
Jorge Luis Álvarez Castañeda


¡Que la paz sea con nosotros hoy!

Con relación a la lección 261 Dios es mi refugio y mi seguridad, Jesús, nos dice:

_”Me identificaré con lo que creo es mi refugio y seguridad. Me veré a mí mismo allí donde percibo mi fuerza y pensaré que vivo dentro de la ciudadela en la que estoy a salvo y en la que no puedo ser atacado”_.

Al dejar la seguridad de Dios, con la creencia en la separación, la busco en algo externo a mí: en el mundo y en el cuerpo. Lo cual me coloca en una continua búsqueda de cómo garantizar mi seguridad ante los, aparentes, ataques provenientes del mundo y de mis hermanos. Pero, como renuncio a buscar la solución en donde realmente se encuentra - en mi mente, en mi interior -, me coloco en una sin salida. Recordemos lo que nos ha enseñado Jesús en la lección 198 Sólo mi propia condenación me hace daño.

 Así, nos dice Jesús:

”El daño es imposible. Las ilusiones, no obstante, forjan ilusiones. Si puedes condenar, se te puede hacer daño… Condena y te vuelves un prisionero. Perdona y te liberas. Esta es la ley que rige a la percepción… Sólo mi propia condenación me hace daño. Sólo mi propio perdón me puede liberar. L-198. 1:1-3, 2:1-3, 9:3-4

Continúa Jesús en la lección:
”Que hoy no busque seguridad en el peligro ni trate de hallar mi paz en ataques asesinos”

Cada vez que ataco, me ataco a mi mí mismo. Es otra expresión de la enseñanza de Jesús de que dar es lo mismo que recibir. Si doy ataque, recibo ataque. Si doy amor, recibo amor. Jesús, ya nos había enseñado antes esto en la lección 23 Puedo escaparme del mundo que veo renunciando a los pensamientos de ataque.

Jesús nos dice:

_”Vivo en Dios. En Él encuentro mi refugio y fortaleza. En Él radica mi Identidad. En Él reside la paz eterna. Y sólo allí recordaré Quien soy realmente”_. 

Creemos que nuestra seguridad está en el mundo y en el cuerpo. Pero no es cierto. El sostener esta creencia no hace sino proporcionarnos dolor y sufrimiento. Necesitamos retornar a Dios. Para ello necesitamos sanar nuestra mente de pensamientos no amorosos mediante el perdón y la guía del Espíritu Santo. Y, de esa manera, volver a ser consciente de mi verdadera identidad como Hijo de Dios y recuperar la paz y el Amor de Dios que siempre han estado conmigo, pero, que decidí, en algún momento, olvidar e ir en pos de ídolos o substitutos de Dios. Vale la pena recordar siempre que podamos la oración de la lección:

Que no vaya en pos de ídolos, Padre mío, pues lo que quiero es volver a casa y estar Contigo. Elijo ser tal como Tú me creaste y encontrar al Hijo que creaste como mi Ser.

Con relación el tema del cuerpo

Jesús nos dice en el tema especial 5. ¿Qué es el cuerpo?:

_”El cuerpo es una cerca que el Hijo de Dios se imagina haber construido para separar a unas partes de su Ser de otras”_.
 
El cuerpo es un medio que utiliza el ego para mantener la separación y que nos olvidemos de nuestra verdadera naturaleza como Espíritu, como vimos en la lección 97 Soy Espíritu: 

_”Espíritu soy, un santo Hijo de Dios; libre de toda limitación, a salvo, sano y pleno. Libre para perdonar y libre para salvar el mundo”_.  (L-97. 7: 2-a). 

 El cuerpo es una cerca física que el ego pretende utilizar para mantener la mente aprisionada, para que no vea su verdadero poder y crea que depende del cuerpo. El ego pretende que nos definamos por el cuerpo y que cuando muere el cuerpo, dejamos de existir. También, el ego utiliza al cuerpo para fomentar el deseo de ser especial y se constituye en un importante elemento de valoración personal. De igual manera, lo utiliza para atacar, pues las mentes no atacan. Pero el cuerpo que, en sí mismo, es neutro puede también ponerse al servicio del Espíritu Santo como medio de comunicación para fomentar la paz, el amor, el perdón.

Proceso de práctica de la lección


Tener momentos con Dios por la mañana y por noche

Momentos en los cuales se tenga una experiencia con la verdad, es decir, con el reconocimiento de que somos Hijos de Dios, mientras ello nos haga felices. El tiempo utilizado será el que se considere necesario para lograr el objetivo. Podría ser media hora o más. Estos momentos buscan que tengamos o nos acerquemos a tener instantes santos permanentes. Perdonamos, con la Ayuda de Dios, lo que nos esté quitando la paz.

Se invoca a Dios. En lugar de palabras sólo necesitamos sentir Su Amor.

Se pide la guía del Espíritu Santo y de Jesús. 
Se lee despacio los temas especiales que acompañan la lección del día. Se reflexiona sobre ellos. Luego, se lee la lección del día.

En tu meditación intenta entrar en  contacto con esa parte de tu mente donde hay paz y amor, tranquilidad, alegría. Es tu mente recta, donde está Cristo, tu Ser.

Mantén la mente quieta, sin palabras, y te olvidas de todo lo que habías creído saber y entender, y te quedas sólo con la sensación y certeza de que estás con Dios.

Espera a Dios. Él llegará y te dará un mensaje de amor y de paz. Pero, esto requiere nuestra disposición a escucharlo tal como lo ha enseñado Jesús en la lección 71:

_”Él responderá en la misma medida que tú estés dispuesto a oír Su Voz. No te niegues a oírla. El solo hecho de que estés llevando a cabo los ejercicios demuestra que en cierto modo estás dispuesto a escuchar. Esto es suficiente para que seas acreedor a Su respuesta”_. (L-71. 9:7-10)

Recordatorios cada hora. 

Cada hora recordaremos a Dios.
Invocamos Su Nombre. Recordaremos la lección del día y siempre que nos sintamos tentados a olvidarnos de nuestro objetivo. También perdonaremos con Dios los pensamientos no amorosos que hayamos tenido en esa hora. Pueden ser 2 o tres minutos con los ojos cerrados.

Recuerda que mientras lo haces Cristo permanece a tu lado dándote fortaleza. Luego, siente la quietud y silencio y espera a Dios. 

Recordatorios frecuentes de la lección entre horas.

 Ayudan en el entrenamiento de tener siempre presente a Dios. Invocamos  a Dios.

Respuesta a la tentación.

Invocamos el Nombre de Dios y repetimos la idea del día cuando sintamos que nos estamos olvidando del objetivo de la lección, sintamos que estamos perdiendo nuestra paz y necesitemos perdonar.

Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior y a tener una experiencia directa de la verdad con miras a abandonar el mundo del dolor y adentrarse en la paz. Siempre pidiendo la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús. Y, sin olvidarse de reír porque la Voluntad de Dios, para nosotros, es que tengamos perfecta felicidad.

Muchas, muchísimas, bendiciones.

















Kenneth Wapnick

”Dios es mi refugio y mi seguridad.”

LECCIÓN 261

Esta lección continúa la discusión anterior de "¿Qué es el cuerpo?" Al concluir esa discusión, Jesús dijo que nos identificaremos con lo que creemos que nos hará seguros. El punto en esta lección es que nuestra verdadera seguridad descansa en Dios y en nada más. En términos cotidianos, esto significa que nuestra seguridad se encuentra en la mente correcta, donde reside la memoria de Dios a través del Espíritu Santo. 
(1:1-2) Me identificaré con lo que creo que es refugio y seguridad. Me contemplaré donde percibo mi fuerza, y pensaré que vivo dentro de la ciudadela donde estoy a salvo y no puedo ser atacado. 
El ego nos dice que estamos seguros en su sistema de pensamiento de separación e individualidad, y como una medida adicional de protección hace que el mundo y el cuerpo, que se convierten en nuestras ciudadelas de seguridad. De ahí nuestra preocupación por proteger el cuerpo, pues pensamos que vivimos dentro de su vulnerabilidad y por lo tanto tenemos que fortalecerlo. Sin embargo, nuestra única seguridad, una vez más, radica en nuestra elección correcta de la verdad sobre la ilusión. 
(1:3-8) No busque hoy seguridad en peligro, ni intente encontrar mi paz en un ataque asesino. Vivo en Dios. En Él encuentro mi refugio y mi fuerza. En Él está mi identidad. En Él está la paz eterna. Y sólo allí recordaré quién soy realmente. 
Esta es la verdad; pero estén atentos durante el día a la frecuencia con la que se esfuerzan por confirmar la creencia de que viven en el cuerpo, por no hablar de las relaciones especiales que creen que son sus lugares de seguridad. De nuevo, debes darte cuenta de que esto nunca te traerá felicidad o paz, porque sólo dentro de la inocencia de Cristo, recordada a través del perdón, se encuentra la paz y la fuerza de Dios: 
Camina en gloria, con la cabeza bien alta, y no temas el mal. Los inocentes están a salvo porque comparten su inocencia. Nada de lo que ven es dañino, porque su conciencia de la verdad lo libera todo de la ilusión de lo dañino. Y lo que parecía dañino ahora brilla en su inocencia, se libera del pecado y del miedo y regresa felizmente al amor. Comparten la fuerza del amor porque miraban la inocencia. Y cada error desapareció porque no lo vieron. Quien busca la gloria la encuentra donde está. ¿Dónde podría estar sino en los inocentes? (T-23.in.3) 
(2) No me dejes buscar ídolos. Yo vendría, Padre mío, a tu casa hoy. Yo elijo ser como Tú me creaste, y encuentro al Hijo a quien Tú creaste como mi Ser. 
Vemos otra referencia al tema de buscar y encontrar, y la importancia de la elección: o el ego o Dios es nuestro padre; o un ídolo o el Hijo de Dios es la verdad: 
Nunca es el ídolo lo que quieres. Pero lo que crees que te ofrece, lo quieres de verdad..... Tu voluntad de ser completo no es más que la voluntad de Dios, y esto te es dado por ser Su.... La creación no da a ninguna persona separada y a ninguna cosa separada el poder de completar al Hijo de Dios. ¿Qué ídolo puede ser llamado a dar al Hijo de Dios lo que ya tiene? (T-30.III.4:1-2,4,9-10) 
Y así rechazamos los ídolos separadores del amor especial, aceptando en cambio la visión de nuestro hermano como nuestro ser, reflejando el ser que Dios creó al Hijo.















LECCIÓN 261
 
"Dios es mi refugio y seguridad."

Comentada por:
Oscar Gómez Díez 

Esta lección nos recuerda la lección 47 "Dios es la fortaleza en la que confío"*, en esta lección nos decía que *"confiando en ti mismo no es la manera de adquirir confianza. Mas la fortaleza de Dios en ti tiene todo éxito" (L-47.5:3-4) para ello tenemos que decidir con qué nos identificamos, con el miedo o con el amor, con el ego o con Dios, según con quien me identifico determino donde deposito mi confianza, donde me sentiré seguro: "Me identificaré con lo que creo es mi refugio y mi seguridad." 

Allí donde ponga mi corazón, estará mi tesoro, si pienso que estoy en Dios siento que estoy seguro y a salvo, el miedo no tiene lugar ante la presencia del amor: "Me veré a mí mismo allí donde percibo mi fuerza y pensaré que vivo dentro de la ciudadela en la que estoy a salvo y en la que no puedo ser atacado." El tema especial que estudiaremos entre las lecciones 261 y 270 se llama "¿Qué es el cuerpo?"  El cuerpo es una cerca, una frontera defensiva, que vive en constante temor de ser atacado o dañado, así que el Curso nos ofrece otra opción, a Dios como "la ciudadela en la que estoy a salvo" solo el Amor de Dios es nuestra fortaleza. Tanto el cuerpo como la ciudadela son ilusorios, pero en este caso el uno representa al ego y el miedo y el otro al amor y a Dios. 

A Dios le pedimos que no nos deje caer en las tentaciones del ego, de involucrarnos en juicios y ataques contra nuestros  hermanos, pues en ese caso perdemos la  paz: "No dejes que hoy busque seguridad en el peligro ni que trate de hallar mi paz en ataques asesinos."

Debo elegir unir mi voluntad a la de Dios, y reconocer que soy Su Hijo, reconocer mi verdadera identidad y de esa manera encontraré la paz y mi seguridad: "Vivo en Dios. En Él encuentro mi refugio y mi fortaleza. En Él radica mi Identidad. En Él reside la paz eterna."

Sólo cuando decida abrir mi corazón al Amor de Dios, sólo perdonando todo aquello que me impida experimentar el amor, "sólo allí recordaré Quién soy realmente."

ORACIÓN DEL DIA:

"No dejes que vaya en pos de ídolos, Padre mío, pues lo que deseo es estar Contigo en casa. Elijo ser tal como Tú me creaste y encontrar al Hijo que Tú creaste como mi. Ser."

PRACTICA:

Repasa el tema especial de esta sección, titulado "5. ¿Qué es el cuerpo?" Trate de leer y repetir cuantas veces puedas la idea  y la oración del día, y si logras   memorizarlas mucho mejor, hazlas tuya, pues es la manera como buscaremos comunicarnos con Dios todos los días; luego guardamos silencio para escuchar Su amorosa respuesta, tal como nos lo dice Jesús a continuación:

"Y ahora aguardamos silenciosamente. Dios está aquí porque esperamos juntos. Estoy seguro de que Él te hablará y de que tú le oirás. Acepta mi confianza, pues es la tuya. Nuestras mentes están unidas. Esperamos con un solo propósito: oír la respuesta de nuestro Padre a nuestra llamada, dejar que nuestros pensamientos se aquieten y encontrar Su paz, para oírle hablar de lo que nosotros somos y para que Él Se revele a Su Hijo." (L- 221.2:1-6)

No te olvides de realizar tus meditaciones cada mañana y cada noche, si puedes dedicarle media hora o más seria excelente, lo mismo que los recordatorios cada hora, y de responder a toda tentación con la idea del día, pero sobretodo que sea una práctica gratificante, pues ahora el tiempo pasa a un segundo plano. Cuando estamos con Dios el tiempo no existe pues estamos con el Señor de la eternidad. Los momentos que le dedicamos a Dios son instantes santos que nos dedicamos a nosotros mismos, a nuestro amor, nuestra paz y nuestra felicidad. 








 


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