Aquí la Introducción a la segunda parte del Libro de Ejercicios de UCDM
LECCIÓN 266
Mi santo Ser mora en ti, Hijo de Dios.
1. Padre, me diste todos Tus Hijos para que fuesen mis salvadores y mis consejeros de visión; los heraldos de Tu santa Voz. 2En ellos Tú te ves reflejado y en ellos Cristo me contempla desde mi Ser. 3No permitas que Tu Hijo se olvide de Tu santo Nombre. 4No permitas que Tu Hijo se olvide de su santo Origen. 5No permitas que Tu Hijo se olvide de que su nombre es el Tuyo.
2. En este día entramos al paraíso, invocando el Nombre de Dios y el nuestro, reconociendo nuestro Ser en cada uno de nosotros y unidos en el santo Amor de Dios. 2¡Cuántos salvadores nos ha dado Dios! 3¿Cómo podríamos perdernos en nuestro trayecto hacia Él, cuando Él ha poblado el mundo con aquellos que señalan hacia Él, y nos ha dado la vista para poder contemplarlos?
AUDIOS de la Lección 266
de CELEBRANDO EL MILAGRO
de CELEBRANDO EL MILAGRO
Lectura de la Lección 266
A través de Blanca Nivia Morales Contreras
A través de Blanca Nivia Morales Contreras
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a través de Martin Musarra
Lección 266
comentada por Jorge Luis Álvarez Castañeda
LECCIÓN 266
Mi santo Ser mora en ti, Hijo de Dios.
Comentada por:
Jorge Luis Álvarez Castañeda
¡Que la paz sea con nosotros hoy!
Esta es otra lección dedicada a la visión de Cristo.
Jesús nos dice:
”Padre, me diste todos Tus Hijos para que fuesen mis salvadores y mis consejeros en la visión;”
Todos mis hermanos, con los que me encuentro o lleguen a mi mente, son mis salvadores. Me muestran lo que tengo que perdonar. Si hay algo en ellos que no acepto, no tiene que ver con ellos, sino, con mis interpretaciones acerca de lo que creo que son ellos y necesito perdonarlo. Perdono y acepto la Expiación para mí mismo. Aceptar la Expiación para mí mismo es aceptar la sanación de mi manera de pensar, aunque sea por un momento, de todos los pensamientos de pecado, de conflicto, de culpa, de ataque, de miedo que me separan de mis hermanos y de Dios. La aceptación de la Expiación para mí mismo me permite extenderla a mis hermanos y reconocer en ellos lo que dice Jesús en la lección: Mi santo Ser mora en ti, Hijo de Dios.
Mis hermanos son ”los heraldos de Tu santa Voz”, son tus mensajeros. En ellos escucho el mensaje de Tu Voz que siempre me está hablando de que perdone, de que vea en mi hermano el Hijo de Dios que es. Como vimos en la lección 49 La Voz de Dios me habla durante todo el día.
Hoy, Jesús, nos pide ver a nuestros hermanos con la visión de Cristo para poder escuchar la Voz de Dios en ellos. Mi Ser, se comunica con el Ser de mi hermano, que es el mismo Ser que compartimos con Dios y puedo escuchar Su mensaje de Amor y de paz.
”En ellos Tú te ves reflejado y en ellos Cristo me contempla desde mi Ser”.
Dios, se ve reflejado en Su Creación, en mis hermanos, en el Espíritu de ellos, en el Cristo que son. En mis hermanos contemplo el Cristo que hace parte de mí Ser.
” Que Tu Hijo no se olvide de Tu santo Nombre. Que Tu Hijo no se olvide de su santa Fuente. Que Tu Hijo no se olvide de que su Nombre es el Tuyo”.
Al invocar el Nombre de Dios, invoco a mi Ser, que es el mismo que comparto con Dios como Su creación y recuerdo mi verdadera identidad que comparto con mis hermanos.
Jesús, nos dice:
”En este día entramos al paraíso, invocando el Nombre de Dios y el nuestro, reconociendo nuestro Ser en cada uno de nosotros y unidos en el santo Amor de Dios”.
Entramos al paraíso de nuestra mente, al altar de Dios. Al altar de nuestra mente no podemos llegar sino con las ofrendas de nuestro perdón. No podemos llegar a Dios, al paraíso, sino perdonamos a nuestro hermano, que comparte el mismo Ser con nosotros y con Dios.
Jesús nos dice:
¡Cuantos salvadores nos ha dado Dios! ¿Cómo podríamos perdernos, cuando Él ha poblado el mundo de seres que señalan el camino hacia Él, y nos ha dado la vista para poder contemplarlos?”
Tenemos muchos salvadores en nuestro camino: mis hermanos que nos muestran lo que hemos proyectado en ellos en forma de resentimiento y separación para que lo podamos perdonar y sanar en nuestra mente. También, encontraremos en el camino hacia Dios otros hermanos obradores de milagros con los cuales participamos en el plan de Dios para la salvación. Se trata, hoy, de mirar a mis hermanos con la visión de Cristo.
Con relación al tema del cuerpo
Jesús, nos dice en el tema especial 5. ¿Qué es el cuerpo?:
”Hecho para ser temeroso, el cuerpo no puede sino cumplir el propósito que le fue asignado. Más podemos cambiar el propósito que el cuerpo obedece si cambiamos de parecer con respecto a su finalidad”.
El cuerpo y el mundo, fueron producto de la mente colectiva que se creyó separada de Dios como una manera de protegerse de su posible castigo. Le sirve al ego porque no le prestamos atención a la mente sino que vivimos en función del cuerpo, de su protección y cuidado. El cuerpo es un eficaz instrumento para el ego para que nos olvidemos del Amor que nos caracteriza, para que nos olvidemos de nuestra verdadera identidad como Hijos de Dios y sólo nos preocupemos por nuestros pequeños mundos separados. Pero podemos cambiar el propósito del cuerpo si cambiamos de maestro. Con el Espíritu Santo, podremos poner el cuerpo al servicio de la salvación y convertirlo en un medio de comunicación que fomente la unión con mis hermanos, que son mis salvadores, como lo vimos en la lección de hoy.
Proceso de práctica de la lección
Tener momentos con Dios por la mañana y por noche
Momentos en los cuales se tenga una experiencia con la verdad, es decir, con el reconocimiento de que somos Hijos de Dios, mientras ello nos haga felices. El tiempo utilizado será el que se considere necesario para lograr el objetivo. Podría ser media hora o más. Estos momentos buscan que tengamos o nos acerquemos a tener instantes santos permanentes. . Perdonamos, con la Ayuda de Dios, lo que nos esté quitando la paz.
Se invoca a Dios. En lugar de palabras sólo necesitamos sentir Su Amor.
Se pide la guía del Espíritu Santo y de Jesús.
Se lee despacio los temas especiales que acompañan la lección del día. Se reflexiona sobre ellos. Luego, se lee la lección del día.
En tu meditación intenta entrar en contacto con esa parte de tu mente donde hay paz y amor, tranquilidad, alegría. Es tu mente recta, donde está Cristo, tu Ser.
En tu meditación intenta entrar en contacto con esa parte de tu mente donde hay paz y amor, tranquilidad, alegría. Es tu mente recta, donde está Cristo, tu Ser.
Espera a Dios. Él llegará y te dará un mensaje de amor y de paz. Pero, esto requiere nuestra disposición a escucharlo tal como lo ha enseñado Jesús en la lección 71:
”Él responderá en la misma medida que tú estés dispuesto a oír Su Voz. No te niegues a oírla. El solo hecho de que estés llevando a cabo los ejercicios demuestra que en cierto modo estás dispuesto a escuchar. Esto es suficiente para que seas acreedor a Su respuesta”. (L-71. 9:7-10)
Recordatorios cada hora.
Cada hora recordaremos a Dios.
Invocamos Su Nombre. Recordaremos la lección del día y siempre que nos sintamos tentados a olvidarnos de nuestro objetivo. También perdonaremos con Dios los pensamientos no amorosos que hayamos tenido en esa hora. Pueden ser 2 o tres minutos con los ojos cerrados.
Recuerda que mientras lo haces Cristo permanece a tu lado dándote fortaleza. Luego, siente la quietud y silencio y espera a Dios.
Recordatorios frecuentes de la lección entre horas.
Ayudan en el entrenamiento de tener siempre presente a Dios. Invocamos a Dios.
Respuesta a la tentación.
Invocamos el Nombre de Dios y repetimos la idea del día cuando sintamos que nos estamos olvidando del objetivo de la lección, sintamos que estamos perdiendo nuestra paz y necesitemos perdonar.
Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior y a tener una experiencia directa de la verdad con miras a abandonar el mundo del dolor y adentrarse en la paz. Siempre pidiendo la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús. Y, sin olvidarse de reír porque la Voluntad de Dios, para nosotros, es que tengamos perfecta felicidad.
Muchas, muchísimas, bendiciones.
~ Viaje x Lecciones UCDM -
Lección 266 -
Mi santo Ser mora en ti, Hijo de Dios.
"Si te veo como algo separado, afirmo que mi santidad está en mí, pero no en ti. Es sólo mediante la comprensión de que somos iguales - compartimos el sistema de pensamiento del ego así como su corrección - que llegamos a darnos cuenta de que el Hijo de Dios es uno.
(1:1) «Padre, me diste todos Tus Hijos para que fuesen mis salvadores y mis consejeros de visión; los heraldos de Tu santa Voz.»
Recordamos nuestra Identidad al reconocerla en cada persona con la que nos encontramos. De hecho, es sólo a través de ese reconocimiento, basado en el perdón de nuestras proyecciones ocultas, que tal remembranza es posible. Recordemos cómo Jesús cierra su tratado sobre psicoterapia:
“Recuerda el plan de Dios para la restitución de la alegría y la paz. Y no olvides cuán simples son los caminos de Dios:
Estabas perdido en la oscuridad del mundo hasta que pediste luz. Y entonces Dios envió a Su Hijo para dártela.” (P-3.III.8:10-13)
(1:2-5) «En ellos Tú te ves reflejado y en ellos Cristo me contempla desde mi Ser. No permitas que Tu Hijo se olvide de Tu santo Nombre. No permitas que Tu Hijo se olvide de su santo Origen. No permitas que Tu Hijo se olvide de que su nombre es el Tuyo.»
Esta es otra encantadora expresión de nuestra unidad inherente como Hijo de Dios, uno con su Fuente y con toda la creación.
(2) «En este día entramos al paraíso, invocando el Nombre de Dios y el nuestro, reconociendo nuestro Ser en cada uno de nosotros y unidos en el santo Amor de Dios. ¡Cuántos salvadores nos ha dado Dios! ¿Cómo podríamos perdernos en nuestro trayecto hacia Él, cuando Él ha poblado el mundo con aquellos que señalan hacia Él, y nos ha dado la vista para poder contemplarlos?»
La frase de apertura: “En este día entramos al paraíso”, proviene del relato del evangelio de Jesús rodeado por dos ladrones en la cruz, uno de los cuales está condenado tácitamente, el otro recompensado por estar con su Señor en el Paraíso (Lucas 23:39 -43).
Estrictamente hablando, Dios no puebla el mundo con nadie, por lo que esto se refiere al propósito de Dios, representado por el perdón del Espíritu Santo. No interpretes esto como que Dios hizo el mundo y lo pobló con personas para que pudiéramos tener un salón de clases en el cual aprender. Sería muy cruel de hecho si esa fuera la verdad. Es Su propósito lo que impregna este mundo - no Su intervención - cuando elegimos mirar a través de los ojos de Jesús en vez de los nuestros. Así, el mundo real de luz saluda a nuestros ojos perdonadores con la alegría y el gozo que anuncia nuestra entrada en el Paraíso con Jesús y todos nuestros hermanos - el único Hijo eterno de Dios. Y así, felizmente leemos una segunda vez estas palabras llenas de dicha:
“¡Qué bello es el mundo cuyo propósito es perdonar al Hijo de Dios! ¡Cuán libre de miedo está, y cuán repleto de bendiciones y felicidad! ¡Y qué dicha es morar por un tiempo en un lugar tan feliz! Mas no debemos olvidarnos de que en un mundo así, no transcurre mucho tiempo antes de que la intemporalidad venga calladamente a ocupar el lugar del tiempo.” (T-29.VI.6) "
~ Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick.
LECCIÓN 266
Mi santo Ser mora en ti, Hijo de Dios.
Comentada por:
Oscar Gómez Díez
El Cristo que somos mora en nosotros, siempre nos ha habitado, así hubiésemos querido ignorarlo, olvidarlo o negarlo en el sueño de separación. El Cristo que somos mora en cada uno de los millones y millones de seres que creemos observar separados y distintos a nosotros. Reconocer que mi santo Ser mora en cada uno de ellos, es dar un paso gigantesco en nuestro proceso de salvación. Ya no los estoy juzgando y condenando, ya no los estoy viendo como enemigos sino como hermanos. Ya no me siento víctima del mundo, pues ahora reconozco mis errores de percepción y asumo la responsabilidad de mis pensamientos y me perdono. Por eso puedo decirle a cada hermano /a que me encuentre a lo largo del día: "Mi santo Ser mora en ti, Hijo de Dios." que es lo mismo que en las tradiciones orientales quieren decir con la palabra "Namasté", que significa que "la divinidad en hay en mi, saluda la divinidad en ti"; o también similar a la palabra de la cultura Maya "In' lakes" que significa "tú eres mi otro yo". La búsqueda y el reconocimiento de la unidad es un impulso del amor para retornar a la unidad que siempre hemos sido.
ORACION DEL DIA:
"Padre, me diste todos Tus Hijos para que fuesen mis salvadores y mis consejeros de visión; los heraldos de Tu santa Voz. En ellos Tú te ves reflejado y en ellos Cristo me contempla desde mi Ser. No permitas que Tu Hijo se olvide de Tu santo Nombre. No permitas que Tu Hijo se olvide de su santo Origen. No permitas que Tu Hijo se olvide de que su nombre es el Tuyo."
Así como en este sueño de separación fabricamos este mundo de formas y cuerpos, para hacer del conflicto el mecanismo que hace real la separación. Asimismo, el Espíritu Santo nos ayuda a reinterpretar a través del perdón, la manera como veo a mi hermano, a quien antes veía como enemigo, en este momento se convierte en nuestro salvador. Desde esta perspectiva, nuestros hermanos son los heraldos de Dios, "los heraldos de Tu santa Voz." los mensajeros de las buenas nuevas de Dios. Entender que cada hermano con el que me comunico es un mensajero de la salvación, y que Dios me habla a través de ellos. El resto de la oración es una plegaria para no olvidarnos de quienes somos realmente, los santos Hijos de Dios, y el reconocimiento de que "Cristo me contempla desde mi Ser." en la medida que yo contemplo a mis hermanos como el Cristo en mi.
"En este día entramos al paraíso, invocando el Nombre de Dios y el nuestro, reconociendo nuestro Ser en cada uno de nosotros y unidos en el santo Amor de Dios." al Cielo entramos acompañados de nuestros hermanos, cuando nos reconocernos como tales, gracias al milagro del perdón.
"¡Cuántos salvadores nos ha dado Dios!" cada conflicto que parezco tener con algún hermano, es una oportunidad para perdonar y sanar mis relaciones, convirtiendo las relaciones de amor y odio especiales, en relaciones santas, relaciones perdonadas, de amor y paz.
Cada relación me ayuda traer a mi consciencia las culpas que había proyectado sobre mis hermanos, y me permite elegir abandonar mis pensamientos de juicio y ataque contra ellos, y reemplazarlos por pensamientos de amor y paz, ese es el perdón que nos enseña el Curso.
"¿Cómo podríamos perdernos en nuestro trayecto hacia Él, cuando Él ha poblado el mundo con aquellos que señalan hacia Él, y nos ha dado la vista para poder contemplarlos?". Es imposible que me pierda en el camino de regreso a casa, si aprendo a reconocer a mis hermanos en cada uno de quienes se encuentren en mi camino. Y como hermanos que somos, como una sola mente que otrora se sentía dividida y separada, ahora marchamos unidos y seguros hacia nuestro Padre. Pues ya sabemos quienes somos, hemos recobrado nuestra verdadera identidad y hacemos nuestra la herencia del Amor que siempre ha estado a nuestra disposición, pues el Amor jamás excluye a nadie pues dejaría de ser lo que es: la Vida toda abarcante que lo contiene todo y que lo es todo.
PRACTICA:
Repasa el tema especial de esta sección, titulado "5. ¿Qué es el cuerpo?" Trate de leer y repetir cuantas veces puedas la idea y la oración del día, y si logras memorizarlas mucho mejor, hazlas tuya, pues es la manera como buscaremos comunicarnos con Dios todos los días; luego guardamos silencio para escuchar Su amorosa respuesta, tal como nos lo dice Jesús a continuación:
"Y ahora aguardamos silenciosamente. Dios está aquí porque esperamos juntos. Estoy seguro de que Él te hablará y de que tú le oirás. Acepta mi confianza, pues es la tuya. Nuestras mentes están unidas. Esperamos con un solo propósito: oír la respuesta de nuestro Padre a nuestra llamada, dejar que nuestros pensamientos se aquieten y encontrar Su paz, para oírle hablar de lo que nosotros somos y para que Él Se revele a Su Hijo." (L- 221.2:1-6)
No te olvides de realizar tus meditaciones cada mañana y cada noche, si puedes dedicarle media hora o más seria excelente, lo mismo que los recordatorios cada hora, y de responder a toda tentación con la idea del día, pero sobretodo que sea una práctica gratificante, pues ahora el tiempo pasa a un segundo plano. Cuando estamos con Dios el tiempo no existe pues estamos con el Señor de la eternidad. Los momentos que le dedicamos a Dios son instantes santos que nos dedicamos a nosotros mismos, a nuestro amor, nuestra paz y nuestra felicidad.