LECCIÓN 277 No dejes que aprisione a Tu Hijo con leyes que yo mismo inventé.



Aquí la Introducción a la segunda parte del Libro de Ejercicios de UCDM

LECCIÓN 277

No dejes que aprisione a Tu Hijo con leyes que yo mismo inventé.
 
1. Tu Hijo es libre, Padre mío. ²No dejes que me imagine que lo he aprisionado con las leyes que yo mismo inventé para que gobernasen el cuerpo. ³Él no está sujeto a ninguna de las leyes que promulgué para ofrecerle más seguridad al cuerpo. ⁴Lo que cambia no puede alterarlo a él en absoluto. ⁵Él no es esclavo de ninguna de las leyes del tiempo. ⁶Él es tal como Tú lo creaste porque no conoce otra ley que la del amor.

2. No adoremos ídolos ni creamos en ninguna ley que la idolatría quiera maquinar para ocultar la libertad de que goza el Hijo de Dios. ²El Hijo de Dios no está encadenado por nada excepto por sus propias creencias. ³Mas lo que él es, está mucho más allá de su fe en la esclavitud o en la libertad. ⁴Es libre por razón de Quién es su Padre. ⁵Y nada puede aprisionarlo a menos que la verdad de Dios pueda mentir y Dios pueda disponer engañarse a Sí Mismo.




AUDIOS de la Lección 277
de CELEBRANDO EL MILAGRO

Lectura de la Lección 277
a través de Mariano Noé


Ocurrir de la Lección 277
a través de Martin Musarra


Lección 277 comentada por 
Jorge Luis Álvarez Castañeda



































LECCIÓN 277

Que no aprisione a Tu Hijo con leyes que yo mismo inventé.

Comentada por: 
Jorge Luis Álvarez Castañeda


¡Que la paz sea con nosotros hoy!


Jesús, me llama a centrar mi atención en el Cristo que soy, el Hijo de Dios, al que aprisiono con mi deseo de ser especial, con el pasado que no quiero soltar, pues en este se encuentran las supuestas ofensas de mis hermanos que no quiero perdonar, así, como todas mis culpas y miedos. Es decir, con todo lo que implique el centrarme en el cuerpo y negar mi naturaleza como espíritu.
 
 Jesús nos dice:

”Tu Hijo es libre, Padre mío. Que no me imagine que lo he aprisionado con leyes que yo mismo inventé para que gobernasen el cuerpo. Él no está sujeto a ninguna de las leyes que he promulgado para ofrecerle más seguridad al cuerpo”.
  
El cuerpo, como nos ha enseñado Jesús, es la cerca con la cual el ego pretende mantener alejada la naturaleza espiritual que nos caracteriza como el Cristo que somos. Proyectamos en los hermanos nuestros pecados y culpas y, de esa manera, los aprisionamos y nos aprisionamos, como nos enseña Jesús en el capítulo 15 sección XI:

Te entrego al Espíritu Santo como parte de mí mismo.
Sé que te liberarás, a menos que quiera valerme de ti para aprisionarme a mí mismo. 
En nombre de mi libertad elijo mi liberación porque reconozco que nos hemos de liberar juntos.
    T-15. XI. 10:5-7

Continúa Jesús en la lección:

”Lo que cambia no puede alterar a Tu Hijo en absoluto. Él no es esclavo de ninguna de las leyes del tiempo.  Es tal como Tú lo creaste porque no conoce otra ley que la del amor”.

Las leyes del tiempo hacen parte del mundo del ego. El Hijo de Dios permanece en la eternidad tal como lo Dios lo creó. Es en el sueño de la separación del ego donde estas leyes operan, no en el Cielo, en el mundo de Dios. Lo único que rige al Hijo de Dios es la ley del amor, no la del tiempo tal como nos lo enseño Jesús en la lección 264 El Amor de Dios me rodea:

”En Ti el tiempo desaparece, y la idea de lugar se vuelve una creencia absurda. Pues lo que rodea a Tu Hijo y lo mantiene a salvo es el Amor Mismo. No hay otra fuente que Ésa, y no hay nada que no comparta Su Santidad, nada que se encuentre aparte de Tu única creación o que carezca del Amor que envuelve a todas las cosas dentro de Sí”. L-264. 1: 3-5 


Jesús, nos llama a no adorar ídolos. Es decir, cualquier cosa externa que creamos que substituye nuestro verdadero Ser, el Cristo, el Hijo de Dios y que, también, pretenda reemplazar a Dios. 

Continúa Jesús en la lección:

”Él no está encadenado por nada excepto por sus propias creencias. Más lo que él es, está mucho más allá de su fe en la esclavitud o en la libertad. Es libre por razón de Quien es su Padre. Y nada puede aprisionarlo a menos que la verdad de Dios pueda mentir y Dios pueda disponer engañarse a Sí Mismo”.

Jesús, nos ha enseñado que es en la mente donde hay que realizar los cambios. Todo lo que vemos afuera es producto de las proyecciones de nuestra mente y, estas, están relacionadas con el maestro que escojamos para que la guíe: el ego o el Espíritu Santo. Si nos encadenamos a las ilusiones de sufrimiento del ego es por nuestra propia decisión, por nuestra creencia en las ilusiones. Pero, siempre podemos elegir de nuevo: reconocer nuestra  verdadera identidad como el Cristo, el Hijo de Dios que somos y, ahí, se acaba el sufrimiento.

Con relación al tema de Cristo

Nos dice Jesús, en el tema especial 6. ¿Qué es el Cristo?:

”Él es la única parte de ti que en verdad es real. Lo demás son sueños. Más estos se le entregarán a Cristo para que se desvanezcan ante Su gloria y pueda por fin serle revelado tu santo Ser, el Cristo”.

Cristo hace parte de la realidad, del mundo de Dios, de la verdad. Con la creencia en la separación de Dios, la mente colectiva que creyó separarse, proyecta el mundo y el cuerpo y queda atrapada en el mundo de la percepción del cual no puede escapar sin ayuda. Esta ayuda la presta el Espíritu Santo siempre y cuando solicitemos su intervención: “la pequeña dosis de buena voluntad”. El Espíritu Santo entregará estos sueños a Cristo, para que los transforme y pueda el Hijo de Dios reconocer la grandeza de su Ser, de su Identidad como Hijo de Dios.

Proceso de práctica de la lección


Tener momentos con Dios por la mañana y por noche

Momentos en los cuales se tenga una experiencia con la verdad, es decir, con el reconocimiento de que somos Hijos de Dios, mientras ello nos haga felices. El tiempo utilizado será el que se considere necesario para lograr el objetivo. Podría ser media hora o más. Estos momentos buscan que tengamos o nos acerquemos a tener instantes santos permanentes. Perdonamos, con la Ayuda de Dios, lo que nos esté quitando la paz.

Se invoca a Dios. En lugar de palabras sólo necesitamos sentir Su Amor.

Se pide la guía del Espíritu Santo y de Jesús. 
Se lee despacio los temas especiales que acompañan la lección del día. Se reflexiona sobre ellos. Luego, se lee la lección del día.

En tu meditación intenta entrar en contacto con esa parte de tu mente donde hay paz y amor, tranquilidad, alegría. Es tu mente recta, donde está Cristo, tu Ser.

Mantén la mente quieta, sin palabras, y te olvidas de todo lo que habías creído saber y entender, y te quedas sólo con la sensación y certeza de que estás con Dios.

Espera a Dios. Él llegará y te dará un mensaje de amor y de paz. Pero, esto requiere nuestra disposición a escucharlo tal como lo ha enseñado Jesús en la lección 71:

”Él responderá en la misma medida que tú estés dispuesto a oír Su Voz. No te niegues a oírla. El solo hecho de que estés llevando a cabo los ejercicios demuestra que en cierto modo estás dispuesto a escuchar. Esto es suficiente para que seas acreedor a Su respuesta”. (L-71. 9:7-10)

Recordatorios cada hora. 

Cada hora recordaremos a Dios.
Invocamos Su Nombre. Recordaremos la lección del día y siempre que nos sintamos tentados a olvidarnos de nuestro objetivo. También perdonaremos con Dios los pensamientos no amorosos que hayamos tenido en esa hora. Pueden ser 2 o tres minutos con los ojos cerrados.

Recuerda que mientras lo haces Cristo permanece a tu lado dándote fortaleza. Luego, siente la quietud y silencio y espera a Dios. 

Recordatorios frecuentes de la lección entre horas.

 Ayudan en el entrenamiento de tener siempre presente a Dios. Invocamos  a Dios.

Respuesta a la tentación.

Invocamos el Nombre de Dios y repetimos la idea del día cuando sintamos que nos estamos olvidando del objetivo de la lección, sintamos que estamos perdiendo nuestra paz y necesitemos perdonar.

Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior y a tener una experiencia directa de la verdad con miras a abandonar el mundo del dolor y adentrarse en la paz. Siempre pidiendo la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús. Y, sin olvidarse de reír porque la Voluntad de Dios, para nosotros, es que tengamos perfecta felicidad.

Muchas, muchísimas, bendiciones.











Kenneth Wapnick 

No dejes que aprisione a Tu Hijo con leyes que yo mismo inventé.

Lección 277

"Las lecciones 277 y 278 son una díada, que trata del tema familiar y bíblicamente relacionado de aprisionar y liberar. Cuando aprisionamos a otro nos aprisionamos a nosotros mismos y, en última instancia, aprisionamos a Dios, al menos en nuestro sueño. Las leyes a las que Jesús se refiere son las leyes de especialismo del cuerpo, en particular la ley de «uno o el otro». Te encadeno y aprisiono al darte mi pecado, esperando así que permanezcas en prisión hasta que Dios te encuentre y te castigue por «tu» pecado. Al hacerlo, tengo la ilusión de ser libre.  Anteriormente en el libro de ejercicios, Jesús explicó que el carcelero está encarcelado tanto como el prisionero (W-pI.192.8). Aunque cada uno esté en lados opuestos de los barrotes, ambos están confinados en la prisión del pecado. Si te acuso, quiero verte aprisionado en el pecado; sin embargo, continuamente tengo que proyectar el mío en ti a fin de mantenerte allí. Esto evidentemente me aprisiona por el pecado, porque yo mismo estoy encadenado por la necesidad de proyectar, atacar, y aprisionar.

(1:1-3) «Tu Hijo es libre, Padre Mío. No dejes que me imagine que lo he aprisionado con las leyes que yo mismo inventé para que gobernasen el cuerpo. Él no está sujeto a ninguna de las leyes que promulgué para ofrecerle más seguridad al cuerpo.»

Aseguro la protección de mi cuerpo atacándote - la ley fundamental del ego. De hecho, subyace en todas las leyes corporales - «uno o el otro».

(1:4-6) «Lo que cambia no puede alterarlo a él en absoluto. Él no es esclavo de ninguna de las leyes del tiempo. Él es tal como Tú lo creaste porque no conoce otra ley que la del amor.» 

A pesar de nuestros sueños dementes de tiempo y espacio, la ley por la que el Hijo de Dios fue creado nunca ha dejado de ser - la verdad nunca ha cambiado, y nunca nos hemos dormido:

“Despertar en Cristo es obedecer las leyes del amor libremente como resultado del sereno reconocimiento de la verdad que éstas encierran.” (T-13.VI.12:1)

(2:1-2) «No adoremos ídolos ni creamos en ninguna ley que la idolatría quiera maquinar para ocultar la libertad de que goza el Hijo de Dios. El Hijo de Dios no está encadenado por nada excepto por sus propias creencias.» 

Este es el ídolo de especialismo del ego, que dice que mi felicidad se encuentra a expensas de alguien más - si te aprisiono soy libre. Apoyando tu historia de infortunio, digo: “Pobre, pobrecito; estás aprisionado por estas cosas terribles que te han victimizado, sobre las que no tenías ningún control. Por supuesto que te sientes terrible. Cualquier persona en tu situación lo haría.” Sin embargo, todo lo que realmente hago es enseñar que tienes razón al creer que eres víctima de algo fuera de ti mismo. No hace falta decir que me estoy enseñando lo mismo acerca de la impotencia de la mente. Jesús, sin embargo, quiere que yo enseñe en cambio que podrías compartir la paz que es mía en el instante santo. Esto te recordará que hay otra elección disponible para ti, y si eres infeliz es debido únicamente a la elección previa de tu mente de verte a ti mismo como separado de tu Fuente, victimizado por el pecado - tuyo o el de otro.

(2:3-5) «Mas lo que él es, está mucho más allá de su fe en la esclavitud o en la libertad. Es libre por razón de Quién es su Padre. Y nada puede aprisionarlo a menos que la verdad de Dios pueda mentir y Dios pueda disponer engañarse a Sí Mismo.»

Y así queremos enseñarnos unos a otros que sólo estamos aprisionados por nuestra elección errónea, fácilmente deshecha cuando nos damos cuenta de lo equivocados que estábamos, porque Dios no puede estar equivocado acerca de Su Hijo. La lección 278 lleva este principio un paso más allá."

Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick.









LECCIÓN 277
 No dejes que aprisione a Tu Hijo con leyes que yo mismo inventé.

Comentada por:
Oscar Gómez Díez 

Aquí estamos frente a la opción de elegir entre  las leyes del mundo o las de Dios. Específicamente nos habla de la leyes del cuerpo y las leyes del tiempo. Las leyes del cuerpo nos pueden referir a las leyes de la biología, la medicina, del cuidado personal, y de todo lo que necesita el cuerpo para sustentarse, comunicarse, relacionarse, trasladarse, o para matarse, ( leyes de la guerra e industria militar). Las creencias en sentirnos especiales y diferentes, dan lugar a relaciones asimétricas de poder y sometimiento, al conflicto y el ataque.
 
Las leyes del tiempo no son  sólo las que se contabilizan linealmente, también  las que miden la velocidad de los objetos desplazándose en el espacio, como también, el tiempo que se toman los cuerpos biológicos para envejecer, degradarse, y morir. 

Las leyes del mundo se originan en la culpa y el miedo, cuando las proyectamos sobre nuestros hermanos, los encadenamos y nos encadenamos, con las reglas que nos hemos inventado para aprisionarnos en el mundo ilusorio de nuestra mente errada.  Cuando perdonamos podemos deshacer las leyes del mundo, colapsar el tiempo, situándonos en un eterno presente, y el mundo que parecía aprisionarnos desaparece ante la presencia de la única ley que de verdad existe: la ley del amor. 
 
ORACIÓN DEL DÍA:

"Tu Hijo es libre, Padre mío. No dejes que me imagine que lo he aprisionado con las leyes que yo mismo inventé para que gobernasen el cuerpo. Él no está sujeto a ninguna de las leyes que promulgué para ofrecerle más seguridad al cuerpo. Lo que cambia no puede alterarlo a él en absoluto. Él no es esclavo de ninguna de las leyes del tiempo. Él es tal como Tú lo creaste porque no conoce otra ley que la del amor."

Las leyes de este mundo ocultan nuestra verdadera realidad inmortal y amorosa, de ser el perfecto Hijo de Dios.  "No adoremos ídolos ni creamos en ninguna ley que la idolatría quiera maquinar para ocultar la libertad de que goza el Hijo de Dios." al contemplar el mundo como un error de percepción, y perdonar dichas creencias, hemos decidido elegir a favor del amor y la paz que somos. 

 "El Hijo de Dios no está encadenado por nada excepto por sus propias creencias." Sólo nuestras propias creencias pretenden aprisionar a nuestros hermanos, pero la realidad es que sus mentes son libres e ilimitadas. "Mas lo que él es, está mucho más allá de su fe en la esclavitud o en la libertad." por mucho que intentemos modificar lo inmodificable, el Hijo de Dios seguirá siendo tal como nuestro Padre lo creó, eternamente inocente, impecable y amoroso. 

"Es libre por razón de Quién es su Padre." El hijo de Dios es libre por que su Padre también es libre. Pues fue creado a Su semejanza. "Y nada puede aprisionarlo a menos que la verdad de Dios pueda mentir y Dios pueda disponer engañarse a Sí Mismo." Albert Einstein decía que Dios no juega a los dados, nada en Dios está sometido al azar o la incertidumbre, pues sus atributos son absolutos y sin opuestos.  El Amor de Dios es completo sin excepciones, es todo abarcante y sin opuestos, de ahí que en Dios no hay verdades a medias, la verdad en Dios es absoluta y total o no lo es. Por ello, todo lo que no sea amoroso no es verdad, este es el único criterio para determinar la verdad, para diferenciar el error de la verdad, la ilusión de la certeza de lo que es y seguirá siendo por siempre. 

Lo único que debo hacer es perdonar las creencias que he sostenido sobre las leyes de  este mundo. Asi podré contemplar la absoluta inocencia y libertad de mis hermanos, pues ya no hay juicios que los aprisionen en los laberintos de culpa de mi mente, pues al liberarlos a ellos me he liberado a mi mismo. 

PRACTICA:

Repasa el tema especial de esta sección, titulado "6. ¿Qué es el Cristo?" Trate de leer y repetir cuantas veces puedas la idea  y la oración del día, y si logras   memorizarlas mucho mejor, hazlas tuya, pues es la manera como buscaremos comunicarnos con Dios todos los días; luego guardamos silencio para escuchar Su amorosa respuesta, tal como nos lo dice Jesús a continuación:

"Y ahora aguardamos silenciosamente. Dios está aquí porque esperamos juntos. Estoy seguro de que Él te hablará y de que tú le oirás. Acepta mi confianza, pues es la tuya. Nuestras mentes están unidas. Esperamos con un solo propósito: oír la respuesta de nuestro Padre a nuestra llamada, dejar que nuestros pensamientos se aquieten y encontrar Su paz, para oírle hablar de lo que nosotros somos y para que Él Se revele a Su Hijo." (L- 221.2:1-6)

No te olvides de realizar tus meditaciones cada mañana y cada noche, si puedes dedicarle media hora o más seria excelente, lo mismo que los recordatorios cada hora, y de responder a toda tentación con la idea del día, pero sobretodo que sea una práctica gratificante, pues ahora el tiempo pasa a un segundo plano. Cuando estamos con Dios el tiempo no existe pues estamos con el Señor de la eternidad. Los momentos que le dedicamos a Dios son instantes santos que nos dedicamos a nosotros mismos, a nuestro amor, nuestra paz y nuestra felicidad. 



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