LECCIÓN 289 El pasado no existe. No me puede afectar.



Aquí la Introducción a la segunda parte del Libro de Ejercicios de UCDM

LECCIÓN 289

El pasado no existe. No me puede afectar.

1. A menos que el pasado no exista en mi mente, no podré contemplar el mundo real. 2 Pues en ese caso no estaría contemplando nada, sino viendo lo que no está ahí. 3 ¿Cómo podría entonces percibir el mundo que el perdón ofrece? 4 El propósito del pasado fue precisamente ocultarlo, pues dicho mundo sólo se puede ver en el ahora.
5 No tiene pasado. 6 Pues ¿a qué se le puede conceder perdón sino al pasado, que al ser perdonado desaparece? 

2. Padre, que no contemple un pasado que no existe. 2 Pues Tú me has ofrecido Tu Propio substituto: un mundo presente que el pasado ha dejado intacto y libre de pecado. 3 He aquí el final de la culpa. 4 Y aquí me preparo para Tu paso final. 5 ¿Cómo iba a exigirte que siguieses esperando hasta que Tu Hijo encontrase la belleza que Tú dispusiste fuese el final de todos sus sueños y de todo su dolor?




AUDIOS de la Lección 289
de CELEBRANDO EL MILAGRO


Lectura de la Lección 289
A través de Mariano Noé 


Ocurrir de la Lección 289
a través de Martin Musarra


Lección 289 comentada por 
Jorge Luis Álvarez Castañeda










































LECCIÓN 289


El pasado no existe. No me puede afectar.

Comentada por: 
Jorge Luis Álvarez Castañeda


¡Que la paz sea con nosotros hoy!


Esta lección es una continuación de la de ayer en relación al pasado. Jesús nos dice:
”A menos que el pasado no exista en mi mente, no podré contemplar el mundo real. Pues en ese caso, no estaría contemplando nada, sino viendo lo que no está ahí”.

Recordemos que este mundo no es una creación de Dios. Es una proyección de la mente colectiva, que estando en la Mente Una de Dios, en la eternidad, en el Amor, en la perfección, en la paz, en la felicidad, creyó que era posible separarse de Él. De esa manera, proyectó este mundo de conflicto, de tiempo, de dolor, de miedo, de enfermedad, de pérdidas, de muerte. 

El mundo real, por el contrario, es un estado mental de paz, felicidad, alegría que se hace con el Espíritu Santo y mediante el perdón. Es el mundo que se percibe con la visión de Cristo donde no se ve sino inocencia, santidad, paz, amor, perdón. La visión de Cristo nos revelará una visión interna de un mundo perdonado, más allá de este mundo físico. En el mundo real se encuentran todos aquellos pensamientos amorosos que hemos tenido en este mundo del ego y de los cuales se vale el Espíritu Santo para inspirarnos pensamientos de bondad, de paz y de amor.

 Esto es lo que permite darle otra interpretación a todo lo que suceda en este mundo. Así, ante una manifestación de miedo o de ira de un hermano, se vería una petición de ayuda o de amor a la cual se le respondería con una expresión de amor o de ayuda. Este mundo real sólo es posible ir alcanzándolo cuando avancemos en nuestro proceso de perdón y de aceptación de la Expiación para nosotros mismos. 

Con relación al pasado si sigo aferrado a él no podré contemplar el mundo real que implica renunciar a la culpa del pasado y al miedo del futuro en que quiere meternos el ego. El pasado no existe, por lo tanto, no es nada. El futuro no ha llegado, por lo tanto, tampoco es nada. Sólo se convierten en algo determinante en nuestras vidas cuando creemos en ellos. Lo único con lo que contamos es el presente para avanzar hacia el mundo real. 

Dice Jesús:

”¿Cómo podría entonces percibir el mundo que el perdón ofrece? El propósito del pasado fue precisamente ocultarlo, pues dicho mundo sólo se puede ver en el ahora. No tiene pasado. Pues, ¿a qué se le puede conceder perdón sino al pasado, que al ser perdonado desaparece?”

El pasado está asociado al pecado. Decir pecado es decir creencia en la separación, ausencia de amor o una falta cometida en el pasado. Para el ego el pecado cometido al creer separarnos de Dios, es imperdonable. Ese pecado del pasado genera culpa en el presente y miedo por el posible castigo de Dios, en el futuro. El ego quiere mantenernos en el pasado y en el futuro. No quiere que sepamos nada del presente donde podemos alcanzar el mundo real. 

La oración de la lección vale la pena que la hagamos a lo largo del día:

”Padre, que no contemple un pasado que no existe. Pues Tú me has ofrecido Tu Propio substituto: un mundo presente que el pasado ha dejado intacto y libre de pecado. He aquí el final de la culpabilidad. Y aquí me preparo para Tu paso final. ¿Cómo iba a exigirte que siguieses esperando hasta que Tu Hijo encontrase la belleza que Tú dispusiste fuese el final de todos sus sueños y todo su dolor?”

Con relación al tema del Espíritu Santo

Jesús, nos dice en el tema especial 7. ¿Qué es el Espíritu Santo?:

”Y el recuerdo de todo el Amor de Tu Padre no podrá retornar a tu mente para proclamar que a los sueños les ha llegado su fin”.

Sin el perdón, no podremos tener el recuerdo de Dios. Seguiremos en las ilusiones que fomentan y justifican la separación. Y al Cielo, no puedo llegar solo: necesito a mi hermano, nos ha enseñado Jesús. Recordar a Dios implica que no estoy solo. Es con mis hermanos, con los cuales tengo que formarme espiritualmente. Ellos me hacen el favor de mostrarme lo que, supuestamente, tengo que perdonar de ellos, cuando en realidad, lo que veo en ellos es consecuencia de mis proyecciones de culpa y miedo que descargo sobre ellos.

Ese conflicto con mi hermano hace relación a resentimientos del pasado que me niego a soltar y perdonar. Por fortuna, Jesús, nos ha enseñado en la lección de hoy que El pasado no existe. No me puede afectar.


Proceso de práctica de la lección


Tener momentos con Dios por la mañana y por noche

Momentos en los cuales se tenga una experiencia con la verdad, es decir, con el reconocimiento de que somos Hijos de Dios, mientras ello nos haga felices. El tiempo utilizado será el que se considere necesario para lograr el objetivo. Podría ser media hora o más. Estos momentos buscan que tengamos o nos acerquemos a tener instantes santos permanentes. Perdonamos, con la Ayuda de Dios, lo que nos esté quitando la paz.

Se invoca a Dios. En lugar de palabras sólo necesitamos sentir Su Amor.

Se pide la guía del Espíritu Santo y de Jesús. 
Se lee despacio los temas especiales que acompañan la lección del día. Se reflexiona sobre ellos. Luego, se lee la lección del día.

En tu meditación intenta entrar en  contacto con esa parte de tu mente donde hay paz y amor, tranquilidad, alegría. Es tu mente recta, donde está Cristo, tu Ser.

Mantén la mente quieta, sin palabras, y te olvidas de todo lo que habías creído saber y entender, y te quedas sólo con la sensación y certeza de que estás con Dios.



Espera a Dios. Él llegará y te dará un mensaje de amor y de paz. Pero, esto requiere nuestra disposición a escucharlo tal como lo ha enseñado Jesús en la lección 71:

”Él responderá en la misma medida que tú estés dispuesto a oír Su Voz. No te niegues a oírla. El solo hecho de que estés llevando a cabo los ejercicios demuestra que en cierto modo estás dispuesto a escuchar. Esto es suficiente para que seas acreedor a Su respuesta”. (L-71. 9:7-10)

Recordatorios cada hora. 

Cada hora recordaremos a Dios.
Invocamos Su Nombre. Recordaremos la lección del día y siempre que nos sintamos tentados a olvidarnos de nuestro objetivo. También perdonaremos con Dios los pensamientos no amorosos que hayamos tenido en esa hora. Pueden ser 2 o tres minutos con los ojos cerrados.

Recuerda que mientras lo haces Cristo permanece a tu lado dándote fortaleza. Luego, siente la quietud y silencio y espera a Dios. 

Recordatorios frecuentes de la lección entre horas.

 Ayudan en el entrenamiento de tener siempre presente a Dios. Invocamos  a Dios.

Respuesta a la tentación.

Invocamos el Nombre de Dios y repetimos la idea del día cuando sintamos que nos estamos olvidando del objetivo de la lección, sintamos que estamos perdiendo nuestra paz y necesitemos perdonar.

Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior y a tener una experiencia directa de la verdad con miras a abandonar el mundo del dolor y adentrarse en la paz. Siempre pidiendo la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús. Y, sin olvidarse de reír porque la Voluntad de Dios, para nosotros, es que tengamos perfecta felicidad.

Muchas, muchísimas, bendiciones.














Lección 289. 
«El pasado ya pasó. No me puede afectar.»
Kenneth Wapnick 

"Esto continúa la Lección 288. Cuando el pasado ya pasó, el sistema de pensamiento de pecado, culpa y miedo - pasado, presente y futuro - ya pasó también, y estamos únicamente en nuestras mentes rectas, el punto de entrada al mundo real. La desaparición del mundo del tiempo y el espacio del ego es el mensaje de esta lección.

(1:1) «A menos que el pasado se haya borrado de mi mente, no podré contemplar el mundo real.» 

Mi temor del mundo real se deriva de la comprensión de que no hay ningún yo individual fuera del sueño de separación y, por lo tanto, ya no puedo ser la figura del sueño que pienso que soy. Por lo tanto, la forma de mantener lejos el mundo real y eliminar la amenaza de la pérdida de mi identidad separada es aferrarme al pasado. ¿Qué mejor manera de hacer esto que retener la creencia en el pecado, ya que el tiempo lineal es simplemente la proyección en la forma del sistema de pensamiento de pecado, culpa y miedo?

(1:2) «Pues en ese caso no estaría contemplando nada, sino viendo lo que no está ahí.» 

Al comienzo del capítulo 28, Jesús nos ofrece estas palabras que conocemos tan bien:

“Hace mucho que este mundo desapareció. Los pensamientos que lo originaron ya no se encuentran en la mente que los concibió y los amó por un breve lapso de tiempo.” (T-28.I.1:6-7)

Por lo tanto, no vemos nada; sólo una imagen remanente de lo que ya pasó. Nuestros ojos y oídos fueron hechos específicamente para enseñarnos que estamos viendo y oyendo algo real, sin embargo, en verdad “vemos” y “escuchamos” lo que no está ahí.

(1:3) «¿Cómo podría entonces percibir el mundo que el perdón ofrece?» 

Obviamente no puedo, y no puedo porque no quiero hacerlo. Contemplar el mundo que el perdón ofrece significaría confrontar mi mayor temor: desaparecer como una entidad especial y única.

(1:4-6) «El propósito del pasado fue precisamente ocultarlo, pues dicho mundo sólo se puede ver en el ahora. No tiene pasado. Pues, ¿a qué se le puede conceder perdón sino al pasado, el cual al ser perdonado desaparece?» 

El perdón ya está presente en nosotros porque el pasado ya pasó. Pero buscamos perpetuarlo por temor a lo que significa estar en el instante santo. Sin embargo, como Jesús refleja en la oración que sigue, el perdón marca el final de la culpabilidad. Si no hay pasado, no hay pecado, y sin pecado no puede haber culpa o miedo. Estar en el instante santo pone fin al sistema de pensamiento de pecado, culpa y miedo y marca el inicio del mundo real: “el mundo que sólo se puede ver en el ahora.”

(2) «Padre, no me dejes contemplar un pasado que no existe. Pues Tú me has ofrecido Tu Propio substituto: un mundo presente que el pasado ha dejado intacto y libre de pecado. He aquí el final de la culpabilidad. Y aquí me preparo para Tu paso final. ¿Cómo iba a exigirte que siguieses esperando hasta que Tu Hijo encontrase la belleza que Tú dispusiste fuese el final de todos sus sueños y todo su dolor?»

En el mismo espíritu, Jesús cierra el “nuevo” Padre Nuestro:

“El sueño del olvido no es más que nuestra renuencia a recordar Tu perdón y Tu amor. No nos dejes caer en la tentación, pues la tentación del Hijo de Dios no es Tu Voluntad. Y déjanos recibir únicamente lo que Tú has dado, y aceptar sólo eso en las mentes que Tú creaste y que amas. Amén.” (T-16.VII.12:4-7). "

~ Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick.











LECCIÓN 289
El pasado no existe. No me puede afectar.

Comentada por:
Oscar Gómez Díez 

Esta  lección introduce el tema del mundo real, como aquel mundo que contemplaremos después de perdonar  nuestras ilusiones. El mundo real es la sustitución del mundo ilusorio, irreal o falso que nos venía enseñando el ego a través de nuestros juicios, condenas, conflictos y ataques. Cuando juzgamos a un hermano, lo estamos viendo desde el pasado, desde lo que creímos que él era, desde nuestros juicios, desde lo que creímos nos hizo. Cuando perdono esa  falsa percepción, veo a mi hermano desde el presente, tal como él es ahora, como el inocente Hijo de Dios.  "A menos que el pasado no exista en mi mente, no podré contemplar el mundo real." Si sigo anclado en el pasado, viendo culpas o pecados en mis hermanos, no podré ver el mundo real, el mundo feliz y perdonado. "Pues en ese caso no estaría contemplando nada, sino viendo lo que no está ahí." El pasado no existe. Lo que creo ver como pasado, no son más que las imágenes de culpa que proyecté sobre mis hermanos.  Al traer el pasado al presente pareciera que lo hago real, pero en realidad estoy viendo algo que no está ahí. 

La lección nos pregunta:
"¿Cómo podría entonces percibir el mundo que el perdón ofrece?" el mundo que el perdón me ofrece es el mundo real, un mundo feliz y en paz. Pero este mundo no lo podremos contemplar si creemos estar viendo el pasado. 
El pasado tiene un propósito: ocultar nuestra realidad como perfectos Hijos de Dios. El  pasado tiene como propósito ocupar nuestra mente con pensamientos que no existen, pero al aceptarlos en nuestra mente pareciera que son reales. La función del pasado es ocultar la verdad de lo que somos, el pasado extiende un velo oscuro de resentimientos y sufrimiento que nos impide ver la luz de la verdad y el amor. "El propósito del pasado fue precisamente ocultarlo,” (el mundo real) ”pues dicho mundo sólo se puede ver en el ahora."
El mundo real sólo existe en el momento presente, en el ahora, en el instante santo, pues el mundo real "No tiene pasado." todo es ahora, es la antesala de la eternidad, donde solo existe lo inmutable lo que nunca cambia, como el amor, la dicha, la paz, la plenitud, etc. El mundo real es el final de los sueños de separación, es la antesala de las puertas del Cielo, allí esperamos por un momento, mientras Dios da el último paso y nos acoge en sus amorosos Brazos dándonos la bienvenida por despertar en nuestro Hogar eterno. 

El Curso nos dice que toda sanación es una sanación del pasado. Cuando perdónanos nuestro pasado, este desparece para dar lugar al presente, el único tiempo real. 
"Pues ¿a qué se le puede conceder perdón sino al pasado, que al ser perdonado desaparece?" el mundo real solo existe en el ahora, y no puede existir en ningún otro tiempo, cuando miramos el pasado, estamos mirando lo que no existe, el mundo ilusorio. El mundo real es una elección a favor del perdón y el amor. Así como el mundo ilusorio también es una elección a favor del ego, del conflicto, la separación. La decisión está en nuestras manos. Que vamos a elegir hoy?  Yo elijo el amor y el perdón. Es la única elección real que puedo hacer en este mundo. 

ORACIÓN DEL DÍA:

"Padre, que no contemple un pasado que no existe.  Pues Tú me has ofrecido Tu Propio substituto: un mundo presente que el pasado ha dejado intacto y libre de pecado.  He aquí el final de la culpa. Y aquí me preparo para Tu paso final. ¿Cómo iba a exigirte que siguieses esperando hasta que Tu Hijo encontrase la belleza que Tú dispusiste fuese el final de todos sus sueños y de todo su dolor?"

Si perdono mi pasado, me situó en el mundo real, en el ahora, y por eso, puedo decir con absoluta certeza:
"El pasado no existe. No me puede afectar."

PRACTICA:

Repasa el tema especial de esta sección, titulado "7. ¿Qué es el Espíritu Santo?" Trate de leer y repetir cuantas veces puedas la idea  y la oración del día, y si logras   memorizarlas mucho mejor, hazlas tuya, pues es la manera como buscaremos comunicarnos con Dios todos los días; luego guardamos silencio para escuchar Su amorosa respuesta, tal como nos lo dice Jesús a continuación:

"Y ahora aguardamos silenciosamente. Dios está aquí porque esperamos juntos. Estoy seguro de que Él te hablará y de que tú le oirás. Acepta mi confianza, pues es la tuya. Nuestras mentes están unidas. Esperamos con un solo propósito: oír la respuesta de nuestro Padre a nuestra llamada, dejar que nuestros pensamientos se aquieten y encontrar Su paz, para oírle hablar de lo que nosotros somos y para que Él Se revele a Su Hijo." (L- 221.2:1-6)

No te olvides de realizar tus meditaciones cada mañana y cada noche, si puedes dedicarle media hora o más seria excelente, lo mismo que los recordatorios cada hora, y de responder a toda tentación con la idea del día, pero sobretodo que sea una práctica gratificante, pues ahora el tiempo pasa a un segundo plano. Cuando estamos con Dios el tiempo no existe pues estamos con el Señor de la eternidad. Los momentos que le dedicamos a Dios son instantes santos que nos dedicamos a nosotros mismos, a nuestro amor, nuestra paz y nuestra felicidad. 











Share:

Facebook comments: