Mi cuerpo es algo completamente neutro.
1. Soy un Hijo de Dios. ²¿Cómo iba a poder ser también otra cosa? ³¿Acaso creó Dios lo mortal y lo corruptible? ⁴¿De qué le sirve al bienamado Hijo de Dios lo que ha de morir? ⁵Sin embargo, lo que es neutro no puede ver la muerte, pues allí no se han depositado pensamientos de miedo ni se ha hecho de ello una parodia del amor. ⁶La neutralidad del cuerpo lo protege mientras siga siendo útil. ⁷Una vez que no tenga ningún propósito, se dejará a un lado. ⁸No es que haya enfermado, esté viejo o lesionado. ⁹Es que simplemente no tiene ninguna función, es innecesario y, por consiguiente, se le desecha. ¹⁰Que hoy no vea en él más que esto: algo que es útil por un tiempo y apto para servir, que se conserva mientras pueda ser de provecho, y luego es reemplazado por algo mejor.
2. Mi cuerpo, Padre, no puede ser Tu Hijo. ²Y lo que no ha sido creado no puede ser ni pecaminoso ni inocente; ni bueno ni malo. ³Que me valga, pues, de este sueño para poder ser de ayuda en Tu plan de que despertemos de todos los sueños que urdimos.
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Lección 294 comentada por
Jorge Luis Álvarez Castañeda
LECCIÓN 294
Mi cuerpo es algo completamente neutro.
Comentada por:
Jorge Luis Álvarez Castañeda
*¡Que la paz sea con nosotros hoy!*
Esta lección trata sobre nuestra verdadera identidad como Hijos de Dios. En el Sexto repaso y durante 20 lecciones, Jesús, nos dijo: *No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó*. Y si no soy cuerpo, ¿Qué soy? Nos contesta en la lección 97 *Soy Espíritu*.
Aquí, nos encontramos, de nuevo, con los dos niveles en los que está escrito el Curso. Recordemos que hay un nivel uno que es de naturaleza no-dualista, que admite una sola realidad: Dios y Sus Creaciones. Es el mundo del Conocimiento, de la perfecta Unidad, de la verdad, del Amor. Afirmaciones de Jesús como: “el cuerpo no existe”, “el mundo no existe”, “no soy un cuerpo”, “soy Espíritu”, son afirmaciones del primer nivel.
El nivel dos hace relación a este mundo de la separación del ego, de naturaleza dualista: admite que somos mente y cuerpo. Se vale de la percepción y se mueve por la trilogía del ego de pecado, culpa y miedo.
Nos dice Jesús en la lección:
_”Soy un Hijo de Dios. ¿Cómo iba a poder ser también otra cosa? ¿Acaso creó Dios lo mortal y lo corruptible? ¿De qué le sirve al bienamado Hijo de Dios lo que ha de morir? Sin embargo, lo que es neutro no puede ver la muerte, pues allí no se han depositado pensamientos de miedo ni se ha hecho de ello una parodia del amor”_.
Si soy Hijo de Dios, si mi naturaleza es Espíritu, no puedo morir. Mi naturaleza es eterna. El cuerpo es neutro. En el cuerpo se expresan los pensamientos que reflejan el maestro que esté al frente de la mente: el ego o el Espíritu Santo. Con el ego, busca que el cuerpo sea el centro de toda la atención, es un instrumento de ataque y se olvide de la mente que es donde verdaderamente se pueden realizar cambios. Con el Espíritu Santo, el cuerpo se utiliza como medio de comunicación al servicio del plan de Dios para la salvación.
Continúa Jesús:
_”La neutralidad del cuerpo lo protege mientras siga siendo útil. Una vez que no tenga ningún propósito, se dejará a un lado. No es que haya enfermado, esté viejo o lesionado. Es que simplemente no tiene ninguna función, es innecesario y, por consiguiente, se le desecha. Que hoy no vea en él más que esto: algo que es útil por un tiempo y apto para servir, que se conserva mientras pueda ser de provecho, y luego es reemplazado por algo mejor”_.
El cuerpo, al servicio del ego, puede convertirse en un instrumento de ataque que contribuya a aumentar la separación y para ello se vale de los juicios. Se le centra todo el interés y se deja de lado la sanación de la mente. Al servicio del Espíritu Santo, puede ser un recurso de aprendizaje al servicio de la salvación, del que se prescinde cuando el aprendizaje haya terminado, y se haya avanzado en los procesos de perdón, es decir, cuando el Hijo de Dios recobre la cordura.
Jesús, en la oración de la lección, nos dice que el cuerpo no es una creación de Dios, por eso no es real, no es bueno ni malo, pero puede ponerse al servicio de la salvación. Vale la pena que la leamos a lo largo del Día:
_”Mi cuerpo, Padre, no puede ser Tu Hijo. Y lo que no ha sido creado no puede ser ni pecaminoso ni inocente; ni bueno ni malo. Que me valga, pues, de este sueño para poder ser de ayuda en Tu plan de que despertemos de todos los sueños que urdimos”_.
*Con relación al tema del mundo real*
Jesús, nos dice en el tema especial 8. ¿Qué es el mundo real?:
_”El mundo real muestra un mundo que se contempla de otra manera: a través de ojos serenos y de una mente en paz. Allí sólo hay reposo. No se oyen gritos de dolor o de pesar, pues allí nada está excluido del perdón. Y las escenas que se ven son apacibles, puesto que sólo escenas y sonidos felices pueden llegar hasta la mente que se ha perdonado a sí misma”_.
En el mundo real no hay conflicto, nadie sufre ningún tipo de pérdida, nadie es excluido del perdón y nadie te excluye del perdón porque has perdonado a todo el mundo. No hay resentimientos ni juicios. Las escenas que se ven en el mundo real son apacibles, nos dice Jesús, porque la mente únicamente tiene pensamientos amorosos y, con base en ellos, es como se ve al mundo y a sus hermanos. Si en sus hermanos hay gritos de dolor o de ataque los considera como peticiones de ayuda que se apresta a perdonar y a ayudar desde la paz y el amor.
*Proceso de práctica de la lección*
_Tener momentos con Dios por la mañana y por noche_
Momentos en los cuales se tenga una experiencia con la verdad, es decir, con el reconocimiento de que somos Hijos de Dios, mientras ello nos haga felices. El tiempo utilizado será el que se considere necesario para lograr el objetivo. Podría ser media hora o más. Estos momentos buscan que tengamos o nos acerquemos a tener instantes santos permanentes. Perdonamos, con la Ayuda de Dios, lo que nos esté quitando la paz.
Se invoca a Dios. En lugar de palabras sólo necesitamos sentir Su Amor.
Se pide la guía del Espíritu Santo y de Jesús.
Se lee despacio los temas especiales que acompañan la lección del día. Se reflexiona sobre ellos. Luego, se lee la lección del día.
En tu meditación intenta entrar en contacto con esa parte de tu mente donde hay paz y amor, tranquilidad, alegría. Es tu mente recta, donde está Cristo, tu Ser.
Mantén la mente quieta, sin palabras, y te olvidas de todo lo que habías creído saber y entender, y te quedas sólo con la sensación y certeza de que estás con Dios.
Espera a Dios. Él llegará y te dará un mensaje de amor y de paz. Pero, esto requiere nuestra disposición a escucharlo tal como lo ha enseñado Jesús en la lección 71:
_”Él responderá en la misma medida que tú estés dispuesto a oír Su Voz. No te niegues a oírla. El solo hecho de que estés llevando a cabo los ejercicios demuestra que en cierto modo estás dispuesto a escuchar. Esto es suficiente para que seas acreedor a Su respuesta”_. (L-71. 9:7-10)
_Recordatorios cada hora_.
Cada hora recordaremos a Dios.
Invocamos Su Nombre. Recordaremos la lección del día y siempre que nos sintamos tentados a olvidarnos de nuestro objetivo. También perdonaremos con Dios los pensamientos no amorosos que hayamos tenido en esa hora. Pueden ser 2 o tres minutos con los ojos cerrados.
Recuerda que mientras lo haces Cristo permanece a tu lado dándote fortaleza. Luego, siente la quietud y silencio y espera a Dios.
_Recordatorios frecuentes de la lección entre horas_.
Ayudan en el entrenamiento de tener siempre presente a Dios. Invocamos a Dios.
_Respuesta a la tentación_.
Invocamos el Nombre de Dios y repetimos la idea del día cuando sintamos que nos estamos olvidando del objetivo de la lección, sintamos que estamos perdiendo nuestra paz y necesitemos perdonar.
Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior y a tener una experiencia directa de la verdad con miras a abandonar el mundo del dolor y adentrarse en la paz. Siempre pidiendo la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús. Y, sin olvidarse de reír porque la Voluntad de Dios, para nosotros, es que tengamos perfecta felicidad.
Muchas, muchísimas, bendiciones.
Kenneth Wapnick
Mi cuerpo es algo completamente neutro.
Lección 294
"Esta importante lección merece una discusión más amplia que las demás en la Parte II. Será especialmente útil para aclarar la distinción entre los dos niveles de discurso reflejados en Un Curso de Milagros, que ahora repasamos brevemente:
El Nivel Uno es la base metafísica para el Curso, enseñando que sólo el espíritu es verdadero, y todo lo demás, incluyendo el cuerpo, es falso. En este nivel, todo el mundo es simbólico del pecado, lo que significa que el cuerpo difícilmente es neutro. Es el repositorio del pecado, porque en nuestro dolor y desesperación buscamos encontrar el pecado proyectado en todos excepto en nosotros mismos. El propósito de esta proyección es mantener vivo el pensamiento del pecado, pero enterrado en nuestras mentes. Llevando a cabo esta estrategia del ego, somos impulsados a percibir el pecado a nuestro alrededor, estableciendo así la pecaminosidad del cuerpo. Esto explica los interminables intentos de la gente de santificar el cuerpo y, lo que es más importante, por qué el pilar del pensamiento religioso, especialmente en occidente, es que Dios es el creador del mundo y del cuerpo.
Psicológicamente, nos referimos a esa dinámica como formación reactiva, donde percibimos y creemos lo contrario de lo que hemos hecho realidad en nuestras mentes. En primer lugar, establecemos la realidad del pecado, lo negamos, y luego lo proyectamos en el cuerpo. Para hacer frente a nuestra devastadora auto-imagen, consideramos el cuerpo no como pecaminoso, sino como inocente y santo - de hecho, tan santo que Dios Mismo lo creó. Esta extraña idea del Dios creador ha tenido una notable influencia en la sociedad, ya que oculta el uso del ego para el cuerpo - hacerlo la fuente del pecado, protegiendo de esta manera la existencia del ego en la mente.
Sin embargo, Jesús nos dice aquí y en otras partes en Un Curso de Milagros que el cuerpo no es ni pecaminoso ni inocente - no es nada. Sin embargo, debido a que lo hemos hecho real - pasamos al discurso de Nivel Dos - el cuerpo puede ser usado ya sea para enraizarnos aún más en el sueño, o para ser el medio por el cual el Espíritu Santo nos despierta de él. En ese sentido el cuerpo es neutro, ya que simplemente aguarda por la decisión de la mente dividida de proyectar el propósito del ego de reforzar el sueño de pecado, o extender el propósito del Espíritu Santo de que aprendamos a través del cuerpo que el mundo es una ilusión - no malvado, perverso, o pecaminoso, sólo una ilusión.
(1:1-4) «Soy un Hijo de Dios. ¿Cómo iba a poder ser también otra cosa? ¿Acaso creó Dios lo mortal y lo corruptible? ¿De qué le sirve al bienamado Hijo de Dios lo que ha de morir?»
Esta es una clara refutación de la base del pensamiento occidental - todos los sistemas de teología, filosofía, psicología y ciencia que se basan en la premisa de que el mundo y el cuerpo son reales.
(1:5) «Sin embargo, lo que es neutro no puede ver la muerte, pues allí no se han depositado pensamientos de miedo, ni se ha hecho de ello una parodia del amor.»
Desde el punto de vista del ego, la muerte prueba la realidad de la separación y la culpabilidad, y que el castigo de Dios se ha logrado. Por lo tanto, la muerte difícilmente es neutra dentro del sistema que enseña que estamos separados de Dios - la “parodia del amor.” Este pensamiento de burla se proyecta en el cuerpo, que también se convierte en una burla, o como dice el Curso, una "parodia" o "farsa" del Ser glorioso que Dios creó (T-24.VII.10:9; W-pI.95.2:1).
(1:6) «La neutralidad del cuerpo lo protege mientras siga siendo útil. »
Cuando nos damos cuenta de que el cuerpo es neutro, somos conscientes también de que no puede ser dañado. Hemos visto varias lecciones recientemente que se centran en esta idea de que sólo podemos ser dañados por nuestros pensamientos. Una vez más, el cuerpo en sí no es vulnerable, porque inherentemente no es nada.
(1:7-9) «Una vez que no tenga ningún propósito, se dejará a un lado. No es que haya enfermado, esté viejo o lesionado. Es que simplemente no tiene ninguna función, es innecesario, y, por consiguiente, se le desecha.»
Esto ocurre cuando hemos aprendido las lecciones de nuestro salón de clases y ya no necesitamos el cuerpo y, por ende, lo dejamos a un lado. «El Canto de Oración» contiene una hermosa interpretación de la muerte cuando es vista a través de los ojos del Espíritu Santo. En Su visión la muerte es irrelevante para el cuerpo, puesto que refleja la decisión de la mente de elegir la visión de Cristo y su mentalidad correcta y santo propósito:
“Eso es lo que la muerte debe ser: una elección tranquila, hecha con alegría y con una sensación de paz, puesto que el cuerpo se ha usado amablemente para ayudar al Hijo de Dios en el camino que lo lleva a Dios. Agradecemos al cuerpo, entonces, por todo el servicio que nos ha prestado. Pero estamos agradecidos, además, de que ha llegado el fin de la necesidad de transitar por el mundo de los límites, y de alcanzar al Cristo en formas ocultas tras las que vemos a lo sumo en amorosos destellos. Ahora podemos contemplarlo sin vendas en los ojos, en la luz que hemos aprendido a contemplar nuevamente.” (S-3.II.2)
(1:10) «Haz que hoy no vea en él más que esto: algo que es útil por un tiempo y apto para servir, que se conserva mientras pueda ser de provecho, y luego es reemplazado por algo mejor.»
Esta es una oración a nosotros mismos para no poner un énfasis indebido en el cuerpo, ya que no es ni santo ni profano, el instrumento de la salvación o la condenación. Su único propósito cuerdo es ser el medio para regresar a la mente. Una vez que fabricamos y nos identificamos con el cuerpo, la mente pareció cerrarse para siempre. Cuando decimos “tiene que haber otra manera,” le estamos pidiendo a Jesús que nos ayude a comprender que lo que pensamos, percibimos y sentimos a través del cuerpo es una proyección del pensamiento de separación que primero hicimos realidad en la mente. El cuerpo y el mundo, por lo tanto, se convierten en el único medio que tenemos de reflejar de vuelta a nosotros la decisión de la mente, y que en realidad tenemos una mente. Si por lo tanto negamos lo que informan nuestros sentidos y sienten nuestros cuerpos, negamos la única cosa en el universo que puede salvarnos.
Cuando el propósito del cuerpo es dado al Espíritu Santo, recordamos que nuestros sentimientos aquí sólo sirven para reforzar al ego, lo que perpetúa la decisión que tomamos de estar separados. Una vez que entendemos la apropiada relación mente-cuerpo, podemos finalmente tomar una decisión significativa - «en nuestras mentes». Por lo tanto, nada en este curso debería ser usado para negar el cuerpo. Al mismo tiempo, nada en este curso debería ser usado para glorificar el cuerpo, convertirlo en algo que no es. Hecho para matar, el cuerpo se ha convertido en un salón de clases que Jesús utiliza para ayudarnos a aprender que el Hijo de Dios es eterno.
(2:1-2) «Mi cuerpo, Padre, no puede ser Tu Hijo. Y lo que no ha sido creado no puede ser ni pecaminoso ni inocente; ni bueno ni malo.»
Hemos visto el abrumador énfasis que Jesús otorga a esta idea a lo largo de Un Curso de Milagros. Él se refiere muy literalmente a que no somos cuerpos. Por otra parte, puesto que el cuerpo no provino de Dios, no puede ser real y por lo tanto no puede tener cualidades: bueno o malo, sagrado o profano, sano o enfermo, vivo o muerto, bello o feo. Una vez que asignamos una cualidad a algo, le otorgamos realidad. Jesús no nos está diciendo que nos sintamos culpables cuando hacemos esto, pero sí quiere que seamos conscientes de lo que hacemos para poder ayudarnos a reinterpretar nuestra experiencia y entender que es una proyección de la creencia del ego en la fantasía y la ilusión. Aprendiendo que la realidad del ego no está en el mundo sino en la mente, nuestro tomador de decisiones puede revertir su elección errónea.
(2:3) «Déjame, pues, valerme de este sueño para poder ser de ayuda en Tu plan de que despertemos de todos los sueños que urdimos.»
El plan de Dios es la Expiación, llevado a cabo a través de nuestro perdón o cambio de mentalidad. Una vez más, lo que facilita este cambio es permitir que nuestro nuevo Maestro cambie la forma en que percibimos el cuerpo. La siguiente declaración del texto resume brevemente este plan, e integra los dos niveles de discurso con los que comenzamos nuestra discusión sobre esta lección - el cuerpo es una ilusión ( “no es fruto del amor”), y sin embargo, puede ser el instrumento de curación del Espíritu Santo (Quien “puede emplearlo amorosamente”) para enseñarnos que sólo el espíritu es real:
“El cuerpo no es el fruto del amor. Aun así, el amor no lo condena y puede emplearlo amorosamente, respetando lo que el Hijo de Dios engendró y utilizándolo para salvar al Hijo de sus propias ilusiones.” (T-18.VI.4:7-8)"
Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick.
LECCIÓN 294
Mi cuerpo es algo completamente neutro.
Comentada por:
Oscar Gómez Díez
El tema del cuerpo, es central en las enseñanzas de Un Curso de Milagros, es una idea que se reitera en muchas lecciones. De cómo percibamos el cuerpo va a depender en gran medida nuestro proceso de sanación.
*"Soy un Hijo de Dios ¿Cómo iba a poder ser también otra cosa?"* Esta primera frase comienza haciendo una definición metafísica *"Soy un Hijo de Dios."* que quiere decir, soy Espíritu, no soy un cuerpo. Que es lo mismo que se afirma en otras lecciones anteriores, que dice *"No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó."* (L 201 hasta la 220)
Si soy el Hijo de Dios, y fui creado a Su semejanza, entonces soy un espíritu libre e inmortal, de ahí surge la pregunta: *"¿Cómo iba a poder ser también otra cosa?"* y se responde con otra pregunta que cuestiona las cualidades del cuerpo: *" ¿Acaso creó Dios lo mortal y lo corruptible? ¿De qué le sirve al bien amado Hijo de Dios lo que ha de morir?"* Las creaciones de Dios son eternas, no están sujetas a cambios, que se degradan y mueren.
En este mundo consideramos que el cuerpo y la mente son lo mismo. Creemos que la mente reside en el cuerpo, más específicamente en el cerebro, y que la mente está aprisionada dentro de un cuerpo. Creemos que el cuerpo es la parte más densa de la mente, o que la mente es la parte más sutil del cuerpo.
El Curso reconoce nuestra fuerte identificación con el cuerpo, y nos propone un abordaje distinto que nos puede ayudar con nuestra sanación.
Lo primero que nos propone es establecer una distinción entre cuerpo y mente, desentrañando el mecanismo del ego que busca ocultar la culpa en el cuerpo, o en otros cuerpos, a través de la proyección.
Lo segundo, es precisar la función del cuerpo en este mundo, pasando de ser un instrumento de separación, de negación del amor, un instrumento de ataque, un vehículo, que actúa según los dictados de la mente que se cree separada y en conflicto consigo misma. A ser considerado el cuerpo como algo completamente neutro, y si es neutro puede estar al servicio de la mente errada o de la mente recta. Así que el cuerpo puede actuar bajo los dictados del ego, o del Espíritu Santo, del miedo o del amor, nosotros elegimos con que propósito vamos a usar el cuerpo.
Aprender que el origen del cuerpo está en nuestra mente, es un paso importante en nuestra sanación. Al fin y al cabo el cuerpo no es más que una proyección mental, que igual que sucede con las imágenes de nuestros sueños nocturnos, nos parecen reales, pero una vez despertamos, nos damos cuenta que no era más que un sueño.
Lo que nos quiere enseñar la lección de hoy es que el cuerpo es neutro, no es algo autónomo de la mente, no es auto motivado, no decide por su cuenta, es simplemente un vehículo, igual que un coche, un barco, un avión que requieren de un conductor o un capitán para conducirlo o navegarlo. Pero el carro, ni el barco o el avión no deciden por sí mismos, son neutros, así estén dotados con última tecnología, simplemente siguen nuestra dirección, así sea manual o programada. Todos los vehículos son neutros. Nuestro cuerpo también es neutro.
*"Sin embargo, lo que es neutro no puede ver la muerte, pues allí no se han depositado pensamientos de miedo ni se ha hecho de ello una parodia del amor."* Si observamos nuestros cuerpos como algo completamente neutro, no proyectamos sobre él pensamientos de culpa, miedo y ataque, ni hacemos de él objeto de nuestros apegos emocionales, entonces la mente *"no puede ver la muerte,"* pues para verla necesita identificarse con el cuerpo, y la mente misma negaría su condición inmortal.
Si nos reconocemos como mente, y perdonamos todas nuestras ilusiones respecto al cuerpo, lo veremos neutro, entonces ésa *"neutralidad del cuerpo lo protege mientras siga siendo útil."* Si percibimos el cuerpo neutro, entonces comprenderemos que el cuerpo hará lo que le dicte la mente, y por lo tanto, nos hacemos responsables de nuestros pensamientos, no lo utilizaremos para atacar o atacarnos. Por lo tanto, el cuerpo no se verá enfermo y tampoco sentirá el miedo a la muerte.
Si utilizamos el cuerpo como un instrumento de comunicación y perdón, al servicio del Espíritu Santo, las manifestaciones de ataque que aparentemente surgen de nuestro cuerpo, se llevarán ante la luz del Amor para ser perdonadas. Ese sería el nuevo rol del cuerpo bajo la dirección del Espíritu Santo, un instrumento neutro al servicio del perdón y nuestra sanación.
Al ser un instrumento, el cuerpo se usa hasta que sea útil, *"Una vez que no tenga ningún propósito, se dejará a un lado."* Una mente perdonada es una mente sanada, que se reconoce libre e inmortal, el cuerpo ya cumplió su propósito, y simplemente se le desecha, como hacemos con un traje viejo y raído. *"No es que haya enfermado, esté viejo o lesionado. Es que simplemente no tiene ninguna función, es innecesario y, por consiguiente, se le desecha."* Esta es la muerte consciente, de la que nos habla en el Canto de la oración, la muerte como liberación y no como castigo. Una mente totalmente sanada y perdonada, al liberarse del cuerpo podrá contemplar la faz de Cristo en toda su magnitud y belleza, y saldrá al encuentro gozoso con Su Padre. El mundo lo llamara muerte, nosotros liberación.
Así que nuestra petición para este día, es que podamos percibir nuestro cuerpo como algo neutro, útil a nuestro proceso de perdón y sanación. *"Que hoy no vea en él más que esto: algo que es útil por un tiempo y apto para servir, que se conserva mientras pueda ser de provecho, y luego es reemplazado por algo mejor."*
*ORACIÓN DEL DIA:*
*"Mi cuerpo, Padre, no puede ser Tu Hijo. Y lo que no ha sido creado no puede ser ni pecaminoso ni inocente; ni bueno ni malo. Déjame pues, valerme de este sueño para poder ser de ayuda en Tu plan de que despertemos de todos los sueños que urdimos."*
Ver el cuerpo como algo neutro implica no asignarle juicios de valor de ninguna clase, ni *"pecaminoso ni inocente; ni bueno ni malo."* ni bonito ni feo, simplemente es un vehículo, que bajo las amorosas manos del Espíritu Santo, nos puede ayudar a despertar del sueño de separación que nosotros mismos inventamos.
*PRACTICA:*
Repasa el tema especial de esta sección, titulado *"8. ¿Qué es el mundo real?"* Trate de leer y repetir cuantas veces puedas la idea y la oración del día, y si logras memorizarlas mucho mejor, hazlas tuya, pues es la manera como buscaremos comunicarnos con Dios todos los días; luego guardamos silencio para escuchar Su amorosa respuesta, tal como nos lo dice Jesús a continuación:
*"Y ahora aguardamos silenciosamente. Dios está aquí porque esperamos juntos. Estoy seguro de que Él te hablará y de que tú le oirás. Acepta mi confianza, pues es la tuya. Nuestras mentes están unidas. Esperamos con un solo propósito: oír la respuesta de nuestro Padre a nuestra llamada, dejar que nuestros pensamientos se aquieten y encontrar Su paz, para oírle hablar de lo que nosotros somos y para que Él Se revele a Su Hijo."* (L- 221.2:1-6)
No te olvides de realizar tus meditaciones cada mañana y cada noche, si puedes dedicarle media hora o más seria excelente, lo mismo que los recordatorios cada hora, y de responder a toda tentación con la idea del día, pero sobretodo que sea una práctica gratificante, pues ahora el tiempo pasa a un segundo plano. Cuando estamos con Dios el tiempo no existe pues estamos con el Señor de la eternidad. Los momentos que le dedicamos a Dios son instantes santos que nos dedicamos a nosotros mismos, a nuestro amor, nuestra paz y nuestra felicidad.