LECCIÓN 301
Y Dios Mismo enjugará toda lágrima.
1. Padre, a menos que juzgue no puedo sollozar. ²Tampoco puedo experimentar dolor, sentirme abandonado o creer que no se me necesita en este mundo. ³Éste es mi hogar porque no lo juzgo y, por lo tanto, es únicamente lo que Tú quieres que sea. ⁴Hoy lo quiero contemplar libre de toda condena, a través de los ojos felices que el perdón ha liberado de toda distorsión. ⁵Hoy quiero ver Tu mundo en lugar del mío. ⁶Y me olvidaré de todas las lágrimas que he derramado, pues su fuente ha desaparecido. ⁷Padre, hoy no juzgaré Tu mundo. `
2. El mundo de Dios es un mundo feliz. ²Los que lo contemplan pueden tan sólo sumar a él su propia dicha y bendecirlo por ser la causa de una mayor alegría para ellos. ³Llorábamos porque no entendíamos. ⁴Pero hemos aprendido que el mundo que veíamos era falso, y hoy vamos a contemplar el de Dios.
LECCIÓN 301
Y Dios Mismo enjugará toda lágrima.
Comentada por:
Jorge Luis Álvarez Castañeda
¡Que la paz sea con nosotros hoy!
Jesús, nos ha enseñado que sólo con nuestros propios pensamientos, nos podemos hacer daño. El sufrimiento y el dolor no tiene nada que ver con Dios. Y cuando nos dice que Dios enjugará toda lágrima, se refiere a que, mediante la ayuda del Espíritu Santo, podremos deshacernos del sistema de pensamiento del ego que nos causa sufrimiento.
Jesús nos dice:
”Padre, a menos que juzgue no puedo sollozar. Tampoco puedo experimentar dolor, sentirme abandonado o creer que no se me necesita en este mundo. Éste es mi hogar porque no lo juzgo, y, por lo tanto, es únicamente lo que Tú quieres que sea”.
Recordemos lo que son los juicios. El juicio es un proceso mental que nos sirve para intentar decidir lo que son las cosas, que cosas consideramos buenas y deseables, que aceptamos, que rechazamos. Los juicios, como todo en éste mundo, dependen del maestro que se siga: el ego o el Espíritu Santo. Con el ego, los juicios hacen parte de la percepción como expresión de la separación, están íntimamente ligados al pasado. Los juicios los utiliza, también, como un arma contra la verdad, vale decir, contra la realidad, contra Dios. Los juicios son lo opuesto al amor, pues, los juicios separan conduciendo a la soledad. Los juicios generan ataque ya que es un instrumento de separación del ego. Detrás de cualquier expresión de dolor, en este mundo, hay juicios que lo sustentan. Con los juicios justificamos cuales personas deben aceptarse y cuales rechazarse. Por eso, tiene razón, Jesús, cuando nos dice que el juicio nos trae dolor y lágrimas. Si aceptamos este mundo como real y no como una ilusión, es inevitable sufrir a causa de él.
El juicio deberíamos dejárselo al Espíritu Santo quien nos dirá lo que necesitamos para mantener nuestra paz interior y mantenernos unidos a Dios y a nuestros hermanos.
Jesús nos dice:
”Hoy lo quiero contemplar sin condenarlo, a través de los ojos felices que el perdón haya liberado de toda distorsión. Hoy quiero ver Tu mundo en lugar del mío”.
Hoy, quiero contemplar el mundo de Dios, el mundo real con la visión de Cristo. Veré un mundo perdonado, de paz, amor, bondad, unidad, felicidad, donde el miedo y la culpa estén completamente ausentes. Esto implica que he avanzado en el proceso del perdón y en la aceptación de la Expiación para mí mismo.
”Y me olvidaré de todas las lágrimas que he derramado, pues su fuente ha desaparecido. Padre, hoy no juzgaré Tu mundo”, dice Jesús.
Las lágrimas que he derramado en este mundo, como veíamos, provienen de los juicios que generan separación y conflicto. Si acepto el mundo de Dios, el mundo real, no hay lugar para más lágrimas, sufrimiento y dolor.
Finalmente nos dice Jesús:
”El mundo de Dios es un mundo feliz. Los que lo contemplan pueden tan sólo sumar a él su propia dicha y bendecirlo por ser causa de una mayor dicha para ellos. Llorábamos porque no entendíamos. Pero hemos aprendido que el mundo que veíamos era falso, y hoy vamos a contemplar el de Dios”.
Jesús, nos llama a que hoy nos decidamos a contemplar el mundo de Dios. El aplazamiento de esta decisión no nos trae sino sufrimiento.
Con relación al tema del Segundo Advenimiento
Jesús nos dice en el tema especial 9. ¿Qué es el Segundo Advenimiento?:
”El Segundo Advenimiento que es tan seguro como Dios, es simplemente la corrección de todos los errores y el restablecimiento de la cordura”.
El Segundo Advenimiento es el fin del dominio del ego y la curación de la mente. Es el retorno colectivo a la conciencia de nuestra realidad como el Hijo de Dios que soy, la cual tuvimos en el Primer Advenimiento, en nuestra creación.
El Segundo Advenimiento es la corrección de todos los errores originados por la creencia en la separación de Dios. No es ningún castigo como algunas creencias proclaman. Simplemente es una corrección amorosa de una decisión equivocada que el Hijo de Dios tomó cuando se decidió a creer que era posible separarse de Dios.
Jesús, nos ha enseñado que el contenido del Curso siempre es el mismo como nos dice en la pregunta 1 del Manual para el maestro:
“Su tema central es siempre: “El Hijo de Dios es inocente, y en su inocencia radica su salvación”. M.1.3:5
En el Segundo Advenimiento se restaura la cordura y se supera la locura de la creencia en separación de Dios. En la lección de hoy veíamos los excesos de dolor y sufrimiento a los que conduce el valernos de los juicios del ego. En el Segundo Advenimiento no habrá juicios del ego. Sólo el Espíritu Santo proclamará nuestra inocencia y completa impecabilidad. Ya hemos despertado del sueño de la creencia en la separación.
Proceso de práctica de la lección
1. Tener momentos con Dios por la mañana y por noche
Momentos en los cuales se tenga una experiencia con la verdad, es decir, con el reconocimiento de que somos Hijos de Dios, mientras ello nos haga felices. El tiempo utilizado será el que se considere necesario para lograr el objetivo. Podría ser media hora o más. Estos momentos buscan que tengamos o nos acerquemos a tener instantes santos permanentes. Perdonamos, con la Ayuda de Dios, lo que nos esté quitando la paz.
Se invoca a Dios. En lugar de palabras sólo necesitamos sentir Su Amor.
Se pide la guía del Espíritu Santo y de Jesús.
Se lee despacio los temas especiales que acompañan la lección del día. Se reflexiona sobre ellos. Luego, se lee la lección del día.
En tu meditación intenta entrar en contacto con esa parte de tu mente donde hay paz y amor, tranquilidad, alegría. Es tu mente recta, donde está Cristo, tu Ser.
Mantén la mente quieta, sin palabras, y te olvidas de todo lo que habías creído saber y entender, y te quedas sólo con la sensación y certeza de que estás con Dios.
Espera a Dios. Él llegará y te dará un mensaje de amor y de paz. Pero, esto requiere nuestra disposición a escucharlo tal como lo ha enseñado Jesús en la lección 71:
”Él responderá en la misma medida que tú estés dispuesto a oír Su Voz. No te niegues a oírla. El solo hecho de que estés llevando a cabo los ejercicios demuestra que en cierto modo estás dispuesto a escuchar. Esto es suficiente para que seas acreedor a Su respuesta”. (L-71. 9:7-10)
2. Recordatorios cada hora.
Cada hora recordaremos a Dios.
Invocamos Su Nombre. Recordaremos la lección del día y siempre que nos sintamos tentados a olvidarnos de nuestro objetivo. También perdonaremos con Dios los pensamientos no amorosos que hayamos tenido en esa hora. Pueden ser 2 o tres minutos con los ojos cerrados.
Recuerda que mientras lo haces Cristo permanece a tu lado dándote fortaleza. Luego, siente la quietud y silencio y espera a Dios.
3. Recordatorios frecuentes de la lección entre horas.
Ayudan en el entrenamiento de tener siempre presente a Dios. Invocamos a Dios.
4. Respuesta a la tentación.
Invocamos el Nombre de Dios y repetimos la idea del día cuando sintamos que nos estamos olvidando del objetivo de la lección, sintamos que estamos perdiendo nuestra paz y necesitemos perdonar.
Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior y a tener una experiencia directa de la verdad con miras a abandonar el mundo del dolor y adentrarse en la paz. Siempre pidiendo la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús. Y, sin olvidarse de reír porque la Voluntad de Dios, para nosotros, es que tengamos perfecta felicidad.
Muchas, muchísimas, bendiciones.
Kenneth Wapnick
Y Dios Mismo enjugará todas las lágrimas.
Lección 301
"Este título repite el verso bíblico señalado por primera vez en Isaías (25:8) y luego nuevamente en Apocalipsis (7:17; 21:4). Puesto que Dios no ve las lágrimas, por no hablar de enjugarlas, el significado aquí es que Su Amor, presente en nuestras mentes por medio del Espíritu Santo, deshace las lágrimas que son los efectos inherentes del sistema de pensamiento del ego.
(1:1-2) «Padre, a menos que juzgue no puedo sollozar. Tampoco puedo experimentar dolor o sentirme abandonado o creer que no se me necesita en este mundo.»
Todo nuestro dolor y tristeza provienen de juzgar. Primero me juzgo a mí mismo como algo separado de Dios y mejor que Él - de hecho, ser Dios Mismo - y luego, sintiéndome abrumado por el sentimiento de culpa de saber que hice esto al destruir el Cielo, proyecto mi juicio de auto-odio, juzgando a todos los demás en su lugar. Esta es la verdadera causa de sentirnos abandonados e innecesarios; de hecho, es la causa de todas las cosas tristes y dolorosas en las que estamos tentados a creer.
(1:3-6) «Éste es mi hogar porque no lo juzgo, y, por lo tanto, es únicamente lo que Tú quieres que sea. Hoy lo quiero contemplar sin condenarlo, a través de ojos felices que el perdón haya liberado de toda distorsión. Hoy quiero ver Tu mundo en lugar del mío. Y me olvidaré de todas las lágrimas que he derramado, pues su fuente ha desaparecido.»
Mi hogar lejos de casa - el mundo perdonado - se establece cuando dejo ir mi inversión en el doloroso mundo de condenación del ego. La fuente de todas las lágrimas es el juicio, e implícito aquí es que tengo la razón y que Dios y el Espíritu Santo están equivocados. Este juicio original impregna todo pensamiento, hasta que en algún punto me doy cuenta de mi error y entiendo que el juicio no me hace feliz. Sólo entonces puedo dejarlo ir.
(1:7) «Padre, hoy no juzgaré Tu mundo.»
El mundo de Dios es el mundo real. Si juzgo a Dios y a mí mismo, debo juzgar Su mundo. Recuerda que el mundo real deshace todo lo que el ego ha pensado alguna vez y, por lo tanto, corrige nuestra decisión equivocada. Por ende, juzgar ese mundo es afirmar que sólo yo sé lo que es verdadero, comprometiendo con ello la visión sin prejuicios del perdón de Jesús.
(2) «El mundo de Dios es un mundo feliz. Los que lo contemplan pueden tan sólo sumar a él su propia dicha y bendecirlo por ser causa de una mayor dicha para ellos. Llorábamos porque no entendíamos. Pero hemos aprendido que el mundo que veíamos era falso, y hoy vamos a contemplar el de Dios.»
No pudimos entender que estábamos equivocados, creyendo realmente que nuestra existencia como individuos separados especiales era real; por otra parte, estábamos convencidos de que el mundo que provino de la separación era cierto. Sin embargo, reconociendo el dolor que esta creencia nos trajo, felizmente nos damos cuenta de nuestro error y que era la Voz del Espíritu Santo la que decía la verdad. Por consiguiente, elegimos Su verdad a través del instante santo, y experimentamos la dicha ilimitada del mundo real que Dios nos ofrece a medida que nuestras lágrimas desaparecen dulcemente en Su Amor:
“El júbilo del Cielo, el cual es ilimitado, aumenta con cada luz que regresa a ocupar el lugar que le corresponde en él. ¡Por el Amor de Dios y por el tuyo propio, no te demores Más! ¡Y que el instante santo te acelere en tu camino, como indudablemente lo hará sólo con que dejes que venga a ti!” (T-16.VI.11:5-7) "
Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick.
LECCIÓN 301
Y Dios Mismo enjugará toda lágrima.
Comentada por:
Oscar Gómez Díez
La idea del día es una reinterpretación de un pasaje bíblico, específicamente del Apocalipsis 21:4, que dice:
"Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron."
El contexto de este pasaje es después del Juicio del Gran Trono Blanco (Apocalipsis 20:11-12). La lección de hoy, nos plantea una opción distinta, en lugar de un juicio tenebroso, en el que podemos ser arrojados a un lago de fuego eterno, se nos dice que "El mundo de Dios es un mundo feliz." y para llegar a Él, no es necesario pasar por las pruebas en las que pueda terminar condenado al fuego eterno, pues el Amor no juzga ni condena, sólo contempla su propia inocencia y se regocija con su luz y su paz.
ORACIÓN DEL DÍA:
"Padre, a menos que juzgue no puedo sollozar. Tampoco puedo experimentar dolor, sentirme abandonado o creer que no se me necesita en este mundo. Éste es mi hogar porque no lo juzgo y, por lo tanto, es únicamente lo que Tú quieres que sea. Hoy lo quiero contemplar libre de toda condena, a través de los ojos felices que el perdón ha liberado de toda distorsión. Hoy quiero ver Tu mundo en lugar del mío. Y me olvidaré de todas las lágrimas que he derramado, pues su fuente ha desaparecido. Padre, hoy no juzgaré Tu mundo."
Cuando elegimos juzgar el mundo de Dios, iniciamos la travesía por el desierto de la separación, el camino hacia las carencias y sufrimientos, y lloramos nuestras desgracias. Pero cuando volvemos a elegir el amor y el perdón, nos reencontramos con Dios, "Y Dios Mismo enjugará toda lágrima." el hijo prodigo regresa a casa, el Padre lo recibe jubiloso, seca nuestras lagrimas que habíamos acumulado en el mundo del ego.
Lo único que tenemos que hacer es dejar de juzgar y condenar, en ese momento nos damos cuenta de nuestros errores y volvemos a casa sin necesidad de pasar por las tribulaciones de un Juicio Final, del que creíamos no íbamos a sobrevivir. Solo tenemos que contemplar al Amor y contemplarnos con amor, y con ello incrementamos con gozo a la Fuente de toda Dicha "Los que lo contemplan pueden tan sólo sumar a él su propia dicha y bendecirlo por ser la causa de una mayor dicha para ellos." Lo único que podemos hacer es bendecir al amor y nuestras bendiciones se multiplicarán, pues el Amor se extiende a sí mismo por toda la eternidad.
Recordemos que el ciclo de lecciones de la 301 hasta la 310, tiene como tema especial de estudio "9. ¿Qué es el Segundo Advenimiento?" y a partir de la lección 311 estudiaremos el décimo tema especial "¿Que es el Juicio Final?", la lección de hoy se circunscribe en estos temas, siendo interpretados desde el amor en lugar del miedo.
"Llorábamos porque no entendíamos." La comprensión nos llega de la mano de Jesús y del Espíritu Santo, de la práctica del perdón, que despeja los obstáculos que nos impedían experimentar el amor. Y en ese momento, la verdad se nos revelará, como la luz del sol en un radiante amanecer. "Pero hemos aprendido que el mundo que veíamos era falso, y hoy vamos a contemplar el de Dios."
PRACTICA:
Repasa el tema especial de esta sección, titulado "9. ¿Qué es el Segundo Advenimiento ?" Trate de leer y repetir cuantas veces puedas la idea y la oración del día, y si logras memorizarlas mucho mejor, hazla tuya, pues es la manera como buscaremos comunicarnos con Dios todos los días; luego guardamos silencio para escuchar Su amorosa respuesta, tal como nos lo dice Jesús a continuación:
"Y ahora aguardamos silenciosamente. Dios está aquí porque esperamos juntos. Estoy seguro de que Él te hablará y de que tú le oirás. Acepta mi confianza, pues es la tuya. Nuestras mentes están unidas. Esperamos con un solo propósito: oír la respuesta de nuestro Padre a nuestra llamada, dejar que nuestros pensamientos se aquieten y encontrar Su paz, para oírle hablar de lo que nosotros somos y para que Él Se revele a Su Hijo." (L- 221.2:1-6)
No te olvides de realizar tus meditaciones cada mañana y cada noche, si puedes dedicarle media hora o más seria excelente, lo mismo que los recordatorios cada hora, y de responder a toda tentación con la idea del día, pero sobretodo que sea una práctica gratificante, pues ahora el tiempo pasa a un segundo plano. Cuando estamos con Dios el tiempo no existe pues estamos con el Señor de la eternidad. Los momentos que le dedicamos a Dios son instantes santos que nos dedicamos a nosotros mismos, a nuestro amor, nuestra paz y nuestra felicidad.