LECCIÓN 305
Hay una paz que Cristo nos concede.
1. El que sólo utiliza la visión de Cristo encuentra una paz tan profunda y serena, tan imperturbable y completamente inalterable, que no hay nada en el mundo que sea comparable. 2 Las comparaciones cesan ante esa paz. 3 Y el mundo entero parte en silencio a medida que esta paz lo envuelve y lo transporta dulcemente hasta la verdad para ya no volver a ser la morada del temor. 4 Pues el amor ha llegado, y ha sanado al mundo al concederle la paz de Cristo.
2. Padre, la paz de Cristo se nos concede porque Tu Voluntad es que nos salvemos. 2 Ayúdanos hoy a aceptar únicamente Tu regalo y a no juzgarlo. 3 Pues se nos ha concedido para que podamos salvarnos del juicio que hemos emitido contra nosotros mismos.
LECCIÓN 305
Hay una paz que Cristo nos concede.
Comentada por:
Jorge Luis Álvarez Castañeda
¡Que la paz sea con nosotros hoy!
Hoy, Jesús, continúa desarrollando el tema de la visión de Cristo y una de las consecuencias que genera: la paz.
Jesús nos dice:
”El que sólo utiliza la visión de Cristo encuentra una paz tan profunda y serena, tan imperturbable y completamente inalterable que no hay nada en el mundo que sea comparable. Las comparaciones cesan ante esa paz”.
Si tengo la visión de Cristo veré más allá del cuerpo, veré un mundo perdonado, amable, bondadoso, unido y en paz. Jesús, nos dice que la paz es la mayor motivación para aprender este Curso y que es el requisito para poder aprenderlo. Cualquier actividad que emprendamos, debe realizarse desde la paz. Primero, aseguro estar en paz, y, desde la paz, realizo lo que se requiera. Si no tengo paz, es mejor no hacer nada. Si pierdo la paz, necesito perdonar. La paz está en mí. No viene de afuera.
Así nos dice Jesús en el capítulo 25 sección V:
”Cada vez que contemplas a tu hermano, Cristo se halla ante ti. Él no se ha marchado porque tus ojos estén cerrados. Más ¿qué podrías ver si buscas a tu salvador y lo contemplas con ojos que no ven?...Mira a tu hermano otra vez, pero con el entendimiento de que él es el camino al Cielo o al infierno, según lo percibas?” T-25. V. 2: 9-11, 6:5-6
La paz es el mayor enemigo del ego porque el ego se alimenta del conflicto. La paz me remite al presente. Necesito soltar el pasado que me mantiene en la culpa y dejar de preocuparme por el futuro que me mantiene en el miedo. Veo a mis hermanos como son, en el presente. Si queremos recordar a Dios sólo lo podremos hacer estando en paz, pues la paz es la condición de la verdad y de la cordura. La paz es aceptar la Voluntad de Dios, es decir, que seamos felices.
Continúa Jesús en la lección:
”Y el mundo entero parte en silencio a medida que esta paz lo envuelve y lo transporta dulcemente hasta la verdad para ya no volver a ser la morada del temor. Pues el amor ha llegado, y ha sanado al mundo al concederle la paz de Cristo”.
Aquí, Jesús, retoma el Segundo Advenimiento que estamos estudiando. Con el Segundo Advenimiento cesa el dominio del ego a través del conflicto y se restablece la cordura: vemos en nuestros hermanos a salvadores y no a enemigos. Nos sentimos todos haciendo parte de la Unidad, de Dios. El amor ha llegado y ha terminado la creencia en la separación y el miedo a Dios.
Vale la pena que nos reafirmemos en la petición de la oración a lo largo del día:
”Padre, la paz de Cristo se nos concede porque Tu Voluntad es que nos salvemos. Ayúdanos hoy a aceptar únicamente Tu regalo y a no juzgarlo. Pues se nos ha concedido para que podamos salvarnos del juicio que hemos emitido acerca de nosotros mismos”.
Con relación al tema del Segundo Advenimiento
Nos dice Jesús en el tema especial 9. ¿Qué es el Segundo Advenimiento?:
”El Segundo Advenimiento marca el fin de las enseñanzas del Espíritu Santo, allanando así el camino para el Juicio Final, en el que el aprendizaje termina con un último resumen que se extiende más allá de sí mismo hasta llegar a Dios”.
El Espíritu Santo fue creado para ayudarnos a despertar del sueño originado por la creencia en la separación de Dios. Este proceso implica el perdón de todas las ilusiones que nos han alejado de Dios. Con respecto al Juicio Final esta es una de las creencias del ego que más miedo genera pues está asociada a un dios castigador. Dios no castiga.
Jesús nos lo aclara en la pregunta 15 del Manual para el maestro:
”Más el Juicio Final no tendrá lugar hasta que ya no se le tenga miedo … Éste es el Juicio sobre el que descansa la salvación. Éste es el Juicio que lo liberará… El tiempo se detiene a medida que la eternidad se aproxima, y el silencio envuelve al mundo para que todos puedan oír este Juicio acerca del Hijo de Dios”:
Santo eres, eterno, libre e íntegro, y te encuentras para siempre en paz en el Corazón de Dios. ¿Dónde está el mundo ahora? ¿Y dónde el pesar? M.15.1:4, 9-4
En la lección de hoy Hay una paz que Cristo nos concede, Jesús nos enseña la importancia de la paz que se produce cuando no juzgamos la verdadera identidad que hemos recibido como Hijos de Dios y hacia la que nos encaminamos en el Segundo Advenimiento.
Proceso de práctica de la lección
1. Tener momentos con Dios por la mañana y por noche
Momentos en los cuales se tenga una experiencia con la verdad, es decir, con el reconocimiento de que somos Hijos de Dios, mientras ello nos haga felices. El tiempo utilizado será el que se considere necesario para lograr el objetivo. Podría ser media hora o más. Estos momentos buscan que tengamos o nos acerquemos a tener instantes santos permanentes. Perdonamos, con la Ayuda de Dios, lo que nos esté quitando la paz.
Se invoca a Dios. En lugar de palabras sólo necesitamos sentir Su Amor.
Se pide la guía del Espíritu Santo y de Jesús.
Se lee despacio los temas especiales que acompañan la lección del día. Se reflexiona sobre ellos. Luego, se lee la lección del día.
En tu meditación intenta entrar en contacto con esa parte de tu mente donde hay paz y amor, tranquilidad, alegría. Es tu mente recta, donde está Cristo, tu Ser.
Mantén la mente quieta, sin palabras, y te olvidas de todo lo que habías creído saber y entender, y te quedas sólo con la sensación y certeza de que estás con Dios.
Espera a Dios. Él llegará y te dará un mensaje de amor y de paz. Pero, esto requiere nuestra disposición a escucharlo tal como lo ha enseñado Jesús en la lección 71:
”Él responderá en la misma medida que tú estés dispuesto a oír Su Voz. No te niegues a oírla. El solo hecho de que estés llevando a cabo los ejercicios demuestra que en cierto modo estás dispuesto a escuchar. Esto es suficiente para que seas acreedor a Su respuesta”. (L-71. 9:7-10)
2. Recordatorios cada hora.
Cada hora recordaremos a Dios.
Invocamos Su Nombre. Recordaremos la lección del día y siempre que nos sintamos tentados a olvidarnos de nuestro objetivo. También perdonaremos con Dios los pensamientos no amorosos que hayamos tenido en esa hora. Pueden ser 2 o tres minutos con los ojos cerrados.
Recuerda que mientras lo haces Cristo permanece a tu lado dándote fortaleza. Luego, siente la quietud y silencio y espera a Dios.
3. Recordatorios frecuentes de la lección entre horas.
Ayudan en el entrenamiento de tener siempre presente a Dios. Invocamos a Dios.
4. Respuesta a la tentación.
Invocamos el Nombre de Dios y repetimos la idea del día cuando sintamos que nos estamos olvidando del objetivo de la lección, sintamos que estamos perdiendo nuestra paz y necesitemos perdonar.
Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior y a tener una experiencia directa de la verdad con miras a abandonar el mundo del dolor y adentrarse en la paz. Siempre pidiendo la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús. Y, sin olvidarse de reír porque la Voluntad de Dios, para nosotros, es que tengamos perfecta felicidad.
Muchas, muchísimas, bendiciones.
Kenneth Wapnick
”Hay una paz que Cristo nos concede.”
Lección 305
(1:1) «El que sólo utiliza la visión de Cristo encuentra una paz tan profunda y serena, tan imperturbable y completamente inalterable, que no hay nada en el mundo que sea comparable.»
Una vez que experimentamos la paz de Cristo, nos damos cuenta de que no tiene paralelo alguno en el mundo. Nada aquí -- independientemente de su aparente paz, felicidad o dicha -- es comparable. Además, lo que parece ocurrir en los sueños de dolor y muerte del mundo no afecta en absoluto a esta paz, porque la mente no se ve afectada en absoluto por el mundo o el cuerpo.
(1:2-4) «Las comparaciones cesan ante esa paz. Y el mundo entero parte en silencio a medida que esta paz lo envuelve y lo transporta dulcemente hasta la verdad, para ya nunca volver a ser la morada del temor. Pues el amor ha llegado, y ha sanado al mundo al concederle la paz de Cristo.»
Jesús describe poéticamente lo que sucede cuando nos unimos a él y vemos el mundo a través de sus ojos. Todo literalmente desaparece en términos de cómo había sido visto hasta entonces. La ira, la depresión, la enfermedad, la pérdida y la muerte -- todo desaparece porque la causa subyacente de la separación de nuestro maestro se ha ido. Una vez que cambiamos de mentalidad, todos los efectos de la separación desaparecen.
La comparación, la cual discutimos en la Lección 195, es una dinámica crucial en el sistema del ego; es el corazón del juicio. La comparación original fue hecha entre Dios y Su Hijo, cuyas horribles implicaciones reprimimos. Luego proyectamos el pensamiento de que tenemos lo que le falta a Dios; y ahora pasamos nuestras vidas comparando y comparando y comparando. Esta dinámica de juicio y ataque desaparece inevitablemente una vez que llevamos nuestro miedo al Amor de Dios.
(2:1) «Padre, la paz de Cristo se nos concede porque Tu Voluntad es que nos salvemos.»
Somos salvos de nuestra creencia en el especialismo y la guerra cuando aceptamos la Paz de nuestro Padre:
“Para Cristo dicho juicio [de especialismo] no tiene ningún sentido, pues sólo lo que la Voluntad de Su Padre dispone es posible y no hay ninguna otra alternativa que Él pueda ver. Y de Su absoluta falta de conflicto procede tu paz. Y de Su propósito, los medios para lograr fácilmente tu objetivo y hallar descanso.” (T-24.VI.13:5-7)
(2:2) «Ayúdanos hoy a aceptar únicamente Tu regalo y a no juzgarlo.»
Este regalo es la visión de Cristo, que juzgamos al negar su verdad. Así, la visión de Cristo nos dice que la ira nunca está justificada de ninguna manera, y la enfermedad no es lo que parece ser, porque ambas son defensas contra la verdad. Por encima de todo, la visión nos dice que nuestra individualidad y especialismo no son reales. Como hemos visto tan a menudo, y especialmente aquí en la Parte II del libro de ejercicios, Jesús nos enseña a no juzgar contra su regalo para nosotros - la verdad de nuestra inocencia - tratando así de demostrar que él está equivocado y que nosotros tenemos razón.
(2:3) «Pues se nos ha concedido para que podamos salvarnos del juicio que hemos emitido acerca de nosotros mismos.»
No son realmente nuestros juicios de los demás los que son el problema, porque son meras proyecciones de nuestro juicio de nosotros mismos. Es este juicio el que será deshecho por el regalo de la visión de Cristo, que sana a la Filiación como una sola. Y ahora la última lección de esta trilogía sobre la visión."
~ Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick.
LECCIÓN 305
Hay una paz que Cristo nos concede.
Comentada por:
Oscar Gómez Díez
"El que sólo utiliza la visión de Cristo encuentra una paz tan profunda y serena, tan imperturbable y completamente inalterable, que no hay nada en el mundo que sea comparable." del anterior texto se desprende que la paz de Cristo tiene las siguientes características:
• profunda
• serena,
• imperturbable,
• completamente inalterable.
• No comparable
• Sanadora
Comparar es una de las características del ego, lo que le permite establecer relaciones de amor u odio especial, la comparaciones excluyen, discriminan y establecen jerarquías, contrariamente, el amor es incluyente, unificador, pues reconoce la perfecta igualdad de los hijos de Dios, por lo que todas las comparaciones "cesan ante esa paz." todo conflicto cesa, y se experimenta una paz que sobrepasa todo entendimiento, como la describe la Biblia.
Para lograr esta paz se necesita desarrollar la visión de Cristo. Y la visión de Cristo la logramos tras perdonar nuestras culpas. "El que sólo utiliza la visión de Cristo" puede disfrutar de una paz así. Para ello debemos renunciar a todo juicio, condena y ataque, y perdonar todo pensamiento que no sea amoroso en nuestras mentes. Si lo logramos: "el mundo entero parte en silencio a medida que esta paz lo envuelve y lo transporta dulcemente hasta la verdad para ya no volver a ser la morada del temor." cuando solo utilizamos la visión de Cristo, la visión del amor, y sólo contemplamos inocencia, pasamos de ver un mundo conflictivo a contemplar un mundo en paz, un mundo feliz, pues al desparecer toda fuente de confrontación, resentimiento, carencias y ataques, emerge la paz y la felicidad que solo la visión del Amor nos pueden brindar. "Pues el amor ha llegado, y ha sanado al mundo al concederle la paz de Cristo." El principal indicador de que hemos sanado es la paz de Cristo. Si todavía algo o alguien nos quita la paz, es señal que aún nos queda situaciones por perdonar.
ORACIÓN DEL DÍA:
"Padre, la paz de Cristo se nos concede porque Tu Voluntad es que nos salvemos. Ayúdanos hoy a aceptar únicamente Tu regalo y a no juzgarlo. Pues se nos ha concedido para que podamos salvarnos del juicio que hemos emitido contra nosotros mismos."
Fuimos nosotros mismos quienes nos condenamos al juzgar las creaciones de Dios, fuimos nosotros mismos quienes elegimos separarnos de nuestra Fuente en nuestro sueño demente de negar al amor, y somos nosotros mismos quienes debemos corregir nuestros errores y volver al Amor que ha sido por siempre nuestro Hogar. En esta parábola del retorno del hijo prodigo, no caminamos solos, siempre seremos guiados por las amorosas manos de Jesús y del Espíritu Santo recordándonos que el perdón y sólo el perdón iluminará nuestro camino de regreso a casa, y que junto a la curación de nuestra mente, se convierten en las alas que ayudan a nuestra oración ascender hasta las puertas del Cielo que siempre permanecen abiertas para todos, pues el Amor no excluye a nadie.
PRACTICA:
Repasa el tema especial de esta sección, titulado "9. ¿Qué es el Segundo Advenimiento ?" Trate de leer y repetir cuantas veces puedas la idea y la oración del día, y si logras memorizarlas mucho mejor, hazlas tuya, pues es la manera como buscaremos comunicarnos con Dios todos los días; luego guardamos silencio para escuchar Su amorosa respuesta, tal como nos lo dice Jesús a continuación:
"Y ahora aguardamos silenciosamente. Dios está aquí porque esperamos juntos. Estoy seguro de que Él te hablará y de que tú le oirás. Acepta mi confianza, pues es la tuya. Nuestras mentes están unidas. Esperamos con un solo propósito: oír la respuesta de nuestro Padre a nuestra llamada, dejar que nuestros pensamientos se aquieten y encontrar Su paz, para oírle hablar de lo que nosotros somos y para que Él Se revele a Su Hijo." (L- 221.2:1-6)
No te olvides de realizar tus meditaciones cada mañana y cada noche, si puedes dedicarle media hora o más seria excelente, lo mismo que los recordatorios cada hora, y de responder a toda tentación con la idea del día, pero sobretodo que sea una práctica gratificante, pues ahora el tiempo pasa a un segundo plano. Cuando estamos con Dios el tiempo no existe pues estamos con el Señor de la eternidad. Los momentos que le dedicamos a Dios son instantes santos que nos dedicamos a nosotros mismos, a nuestro amor, nuestra paz y nuestra felicidad.