LECCIÓN 304 Que mi mundo no nuble la visión de Cristo.




Aquí la Introducción a la segunda parte del Libro de Ejercicios de UCDM

LECCIÓN 304

Que mi mundo no nuble la visión de Cristo.


1. Sólo puedo nublar mi santa visión si permito que mi mundo se entrometa en ella. 2 Y no puedo contemplar los santos panoramas que Cristo contempla a menos que utilice Su visión. 3 La percepción es un espejo, no un hecho. 4 Y lo que contemplo es mi propio estado de ánimo reflejado fuera. 5 Quiero bendecir el mundo contemplándolo a través de los ojos de Cristo. 6 Y veré las señales inequívocas de que todos mis pecados me han sido perdonados.


2. Tú me conduces de las tinieblas a la luz y del pecado a la santidad. 2 Que perdone para así recibir la salvación del mundo. 3 Ése es Tu regalo, Padre mío, que se me concede para que se lo ofrezca a Tu santo Hijo, de manera que él pueda hallar Tu recuerdo, así como el de Tu Hijo tal como Tú lo creaste.




AUDIOS de la Lección 304
de CELEBRANDO EL MILAGRO




Lectura de la Lección 304
A través de Blanca Nivia Morales Contreras


Ocurrir de la Lección 304
a través de Martin Musarra


Lección 304
comentada por 
Jorge Luis Álvarez Castañeda





































LECCIÓN 304

Que mi mundo no nuble la visión de Cristo.


Comentada por: 

Jorge Luis Álvarez Castañeda


¡Que la paz sea con nosotros hoy!


Ayer, veíamos que para que renaciera Cristo en nosotros era necesario que sanara mi mente de las tinieblas del ego. 


Hoy, nos dice Jesús:


”Sólo puedo nublar mi santa visión si permito que mi mundo se entrometa en ella. Y no puedo contemplar los santos panoramas que Cristo contempla a menos que utilice Su visión”.


Recordemos lo que es la visión de Cristo. Se produce cuando pedimos la intervención del Espíritu Santo para mirar más allá del cuerpo y de este mundo y ver lo que realmente somos: Espíritu, nuestra verdadera identidad. Con la visión de Cristo contemplamos el mundo real. Vemos un mundo perdonado, de paz, de amor, de unidad, de no especialismo y separación.


”La percepción es un espejo, no un hecho”, dice Jesús.


Recordemos la relación entre la proyección y la percepción. Lo que vea internamente, los pensamientos que tenga, los proyecto externamente y, con ellos, percibo el mundo. Este proceso depende del maestro que escoja para ver. Con el ego internamente veré conflictos, veré pecados y sus testigos: el dolor y el placer. 


Por otra parte, si se escoge al Espíritu Santo como maestro nos dice Jesús en el capítulo 27 sección VI:


”El Testigo de Dios no ve testigos contra el cuerpo. Tampoco presta atención a los testigos que con otros nombres hablan de manera diferente en favor de la realidad del cuerpo. Él sabe que no es real. Pues nada podría contener lo que tú crees que el cuerpo contiene dentro de sí. El cuerpo no puede decirle a una parte de Dios como debe sentirse o cuál es su función. El Espíritu Santo no puede sino amar aquello que tú tienes en gran estima. Y por cada testigo de la muerte del cuerpo, te envía un testigo de la vida que tienes en Aquel que no conoce la muerte. Cada milagro que trae es un testigo de la irrealidad del cuerpo. Él cura a éste de sus dolores y placeres por igual, pues todos los testigos del pecado son reemplazados por los Suyos”. T-27-VI. 4: 1-9


Continúa Jesús en la lección:


”Y lo que contemplo es mi propio estado de ánimo reflejado afuera”.


No es de afuera de dónde vienen mis problemas. Es de mis interpretaciones, de mis sentimientos, de mis creencias y valores sobre lo externo. 


Volvemos a la proyección y la percepción como nos dice, Jesús, en la introducción al capítulo 21:


”La proyección da lugar a la percepción. El mundo que ves se compone de aquello con lo que tú lo dotaste. Nada más. Pero o si bien no es nada más, tampoco es menos. Es el testimonio de tu estado mental, la imagen externa de una condición interna. Tal como el hombre piense, así percibirá. No trates, por lo tanto, de cambiar el mundo, sino elige más bien cambiar de parecer acerca de él. La percepción es un resultado, no una causa”. (T-21. int. 1: 1-8)


Continúa Jesús con la lección:


”Quiero bendecir al mundo contemplándolo a través de los ojos de Cristo. Y veré las señales inequívocas de que todos mis pecados me han sido perdonados”.


Si bendigo, amo al mundo pues he dejado atrás el miedo que fomenta la separación. Con la visión de Cristo no tengo nada que temer. Sólo veré la luz en mis hermanos, veré paz, veré perdón. 


Hagamos nuestra la oración de la lección hoy:


”Tú me conduces de las tinieblas a la luz y del pecado a la santidad. Que perdone para así recibir la salvación del mundo. Ese es Tu regalo, Padre mío, que se me concede para que yo se lo ofrezca a Tu santo Hijo, de manera que él pueda hallar Tu recuerdo, y el de Tu Hijo como Tú lo creaste”.


Con relación al tema del Segundo Advenimiento


Nos dice, Jesús, en el tema especial 9. ¿Qué es el Segundo Advenimiento?:


”La liberación a la que el Segundo Advenimiento da lugar no tiene fin, pues la creación de Dios es ilimitada. La luz del perdón ilumina el camino del Segundo Advenimiento porque refulge sobre todas las cosas a la vez y cual una. Y así, por fin, se reconoce la unidad”.


El perdón, en el Segundo Advenimiento, me libera de todas las ilusiones que alimentaban la separación. El deseo de ser especial, para diferenciarme de mis hermanos, al igual que el pasado que lo sustenta, dejan de tener justificación. El perdón, en el Segundo Advenimiento, restablece el sentido de Unidad en Dios y ya deja de cumplir su función pues ya no se necesita, ya ha cumplido su papel de ayudarnos a despertar, siempre bajo la guía del Espíritu Santo y de Jesús.


Proceso de práctica de la lección


1. Tener momentos con Dios por la mañana y por noche


Momentos en los cuales se tenga una experiencia con la verdad, es decir, con el reconocimiento de que somos Hijos de Dios, mientras ello nos haga felices. El tiempo utilizado será el que se considere necesario para lograr el objetivo. Podría ser media hora o más. Estos momentos buscan que tengamos o nos acerquemos a tener instantes santos permanentes. Perdonamos, con la Ayuda de Dios, lo que nos esté quitando la paz.


Se invoca a Dios. En lugar de palabras sólo necesitamos sentir Su Amor.


Se pide la guía del Espíritu Santo y de Jesús. 

Se lee despacio los temas especiales que acompañan la lección del día. Se reflexiona sobre ellos. Luego, se lee la lección del día.


En tu meditación intenta entrar en  contacto con esa parte de tu mente donde hay paz y amor, tranquilidad, alegría. Es tu mente recta, donde está Cristo, tu Ser.


Mantén la mente quieta, sin palabras, y te olvidas de todo lo que habías creído saber y entender, y te quedas sólo con la sensación y certeza de que estás con Dios.


Espera a Dios. Él llegará y te dará un mensaje de amor y de paz. Pero, esto requiere nuestra disposición a escucharlo tal como lo ha enseñado Jesús en la lección 71:


”Él responderá en la misma medida que tú estés dispuesto a oír Su Voz. No te niegues a oírla. El solo hecho de que estés llevando a cabo los ejercicios demuestra que en cierto modo estás dispuesto a escuchar. Esto es suficiente para que seas acreedor a Su respuesta”. (L-71. 9:7-10)


2. Recordatorios cada hora. 


Cada hora recordaremos a Dios.

Invocamos Su Nombre. Recordaremos la lección del día y siempre que nos sintamos tentados a olvidarnos de nuestro objetivo. También perdonaremos con Dios los pensamientos no amorosos que hayamos tenido en esa hora. Pueden ser 2 o tres minutos con los ojos cerrados.


Recuerda que mientras lo haces Cristo permanece a tu lado dándote fortaleza. Luego, siente la quietud y silencio y espera a Dios. 


3. Recordatorios frecuentes de la lección entre horas.


 Ayudan en el entrenamiento de tener siempre presente a Dios. Invocamos  a Dios.


4. Respuesta a la tentación.


Invocamos el Nombre de Dios y repetimos la idea del día cuando sintamos que nos estamos olvidando del objetivo de la lección, sintamos que estamos perdiendo nuestra paz y necesitemos perdonar.


Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior y a tener una experiencia directa de la verdad con miras a abandonar el mundo del dolor y adentrarse en la paz. Siempre pidiendo la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús. Y, sin olvidarse de reír porque la Voluntad de Dios, para nosotros, es que tengamos perfecta felicidad.


Muchas, muchísimas, bendiciones.










LECCIÓN 304: Que mi mundo no nuble la visión de Cristo. 

Kenneth Wapnick



Llegamos ahora a tres lecciones sobre la visión: "la visión de Cristo", nacida del principio de expiación que no ve separación. Por lo tanto, cualquier percepción que refleje la separación debe ser ilusoria. 

(1:1-2) Puedo oscurecer mi santa vista, si me entrometo en mi mundo. Ni puedo contemplar las vistas santas que Cristo mira, a menos que sea Su visión la que yo use. 

Nosotros somos los que inmiscuimos a nuestro mundo en la visión de Cristo: "El mundo está como un bloque ante el rostro de Cristo" (C-4.4:1). La visión, por supuesto, no desaparece; pero nuestro Ser lo parece cuando elegimos un sistema de pensamiento de pecado, culpa y miedo, y luego un mundo que sustituye a la verdad en nuestras mentes. 

(1:3-4) La percepción es un espejo, no un hecho. Y lo que miro es mi estado de ánimo, reflejado hacia afuera. 

Este es uno de los temas más importantes de Un Curso de Milagros. Lo que parece que percibimos fuera no es un hecho, sino un espejo de nuestro propio estado de ánimo. El valor correcto del mundo y sus relaciones especiales -nuestras preocupaciones corporales- sólo tiene un verdadero propósito: recordarnos que lo que estamos viendo fuera no es más que una sombra de lo que primero hicimos realidad dentro. Su valor es como un aula en la que nuestro Maestro nos instruye en la forma correcta de entender lo que estamos viendo, corrigiendo las interpretaciones ilusorias del ego: 

...cada uno ve sólo lo que cree que es. Y lo que tu vista te muestre, lo entenderás porque es la verdad. Sólo tu visión puede transmitirte lo que puedes ver. Llega directamente a usted, sin necesidad de ser interpretado.... Ni tampoco será hecho comprensible por un intérprete que usted no pueda entender (T-22.I.5:2-5,7). 

(1:5-6) Bendeciría al mundo mirándolo a través de los ojos de Cristo. Y miraré las señales ciertas de que todos mis pecados me han sido perdonados. 

Este hermoso pasaje del texto describe el bendito mundo de luz que mira la visión: 

En ti está todo el cielo. Cada hoja que cae recibe vida en ti. Cada pájaro que alguna vez cantó volverá a cantar en ti. Y cada flor que ha florecido ha guardado su perfume y su encanto para ti. ¿Qué objetivo puede sustituir a la Voluntad de Dios y de su Hijo, que el Cielo sea restaurado a aquel para quien fue creado como su único hogar?... Esto puedes traerlo a todo el mundo, y a todos los pensamientos que entraron en él y se confundieron por un momento. ¿Qué mejor manera de llevar a la verdad tus propios errores que por tu voluntad de llevar la luz del Cielo contigo, mientras caminas más allá del mundo de las tinieblas hacia la luz? (T-25.IV.5:1-5,11-12) 

(2) Tú me conduces de las tinieblas a la luz; del pecado a la santidad. Permíteme perdonar, y así recibir la salvación para el mundo. Es Tu regalo, Padre mío, que me has dado para ofrecer a Tu santo Hijo, para que encuentre de nuevo la memoria de Ti y de Tu Hijo tal como Tú lo creaste. 

Lo que sigue ahora se hace eco de la hermosa oración del libro de trabajo: 

No hay cosa viviente que no comparta la Voluntad universal de que sea completa, y que no deje su llamada sin escuchar. Sin tu respuesta, queda para morir, ya que es salvado de la muerte cuando has escuchado su llamado como el antiguo llamado a la vida, y has entendido que no es más que el tuyo propio. El Cristo en ti recuerda a Dios con toda la certeza con que conoce su Amor.... Aparecerá cuando le hayas respondido, y sabrás en Él que Dios es Amor (T-31.I.9:1-3; 10:6).


Llegamos ahora a tres lecciones sobre la visión:"la visión de Cristo", nacida del principio de expiación que no ve separación. Por lo tanto, cualquier percepción que refleje la separación debe ser ilusoria. 

(1:1-2) Puedo oscurecer mi santa vista, si me entrometo en mi mundo. Ni puedo contemplar las vistas santas que Cristo mira, a menos que sea Su visión la que yo use. 

Nosotros somos los que inmiscuimos a nuestro mundo en la visión de Cristo:"El mundo está como un bloque ante el rostro de Cristo" (C-4.4:1). La visión, por supuesto, no desaparece; pero nuestro Ser lo parece cuando elegimos un sistema de pensamiento de pecado, culpa y miedo, y luego un mundo que sustituye a la verdad en nuestras mentes. 

(1:3-4) La percepción es un espejo, no un hecho. Y lo que miro es mi estado de ánimo, reflejado hacia afuera. 

Este es uno de los temas más importantes de Un Curso de Milagros. Lo que parece que percibimos fuera no es un hecho, sino un espejo de nuestro propio estado de ánimo. El valor correcto del mundo y sus relaciones especiales -nuestras preocupaciones corporales- sólo tiene un verdadero propósito: recordarnos que lo que estamos viendo fuera no es más que una sombra de lo que primero hicimos realidad dentro. Su valor es como un aula en la que nuestro Maestro nos instruye en la forma correcta de entender lo que estamos viendo, corrigiendo las interpretaciones ilusorias del ego: 

...cada uno ve sólo lo que cree que es. Y lo que tu vista te muestre, lo entenderás porque es la verdad. Sólo tu visión puede transmitirte lo que puedes ver. Llega directamente a usted, sin necesidad de ser interpretado.... Ni tampoco será hecho comprensible por un intérprete que usted no pueda entender (T-22.I.5:2-5,7). 

(1:5-6) Bendeciría al mundo mirándolo a través de los ojos de Cristo. Y miraré las señales ciertas de que todos mis pecados me han sido perdonados. 

Este hermoso pasaje del texto describe el bendito mundo de luz que mira la visión: 

En ti está todo el cielo. Cada hoja que cae recibe vida en ti. Cada pájaro que alguna vez cantó volverá a cantar en ti. Y cada flor que ha florecido ha guardado su perfume y su encanto para ti. ¿Qué objetivo puede sustituir a la Voluntad de Dios y de su Hijo, que el Cielo sea restaurado a aquel para quien fue creado como su único hogar?... Esto puedes traerlo a todo el mundo, y a todos los pensamientos que entraron en él y se confundieron por un momento. ¿Qué mejor manera de llevar a la verdad tus propios errores que por tu voluntad de llevar la luz del Cielo contigo, mientras caminas más allá del mundo de las tinieblas hacia la luz? (T-25.IV.5:1-5,11-12) 

(2) Tú me conduces de las tinieblas a la luz; del pecado a la santidad. Permíteme perdonar, y así recibir la salvación para el mundo. Es Tu regalo, Padre mío, que me has dado para ofrecer a Tu santo Hijo, para que encuentre de nuevo la memoria de Ti y de Tu Hijo tal como Tú lo creaste. 

Lo que sigue ahora se hace eco de la hermosa oración del libro de trabajo: 

No hay cosa viviente que no comparta la Voluntad universal de que sea completa, y que no deje su llamada sin escuchar. Sin tu respuesta, queda para morir, ya que es salvado de la muerte cuando has escuchado su llamado como el antiguo llamado a la vida, y has entendido que no es más que el tuyo propio. El Cristo en ti recuerda a Dios con toda la certeza con que conoce su Amor.... Aparecerá cuando le hayas respondido, y sabrás en Él que Dios es Amor (T-31.I.9:1-3; 10:6).







LECCIÓN 304

"Que mi mundo no nuble la visión de Cristo."


Comentada por:

Oscar Gómez Díez 


Nuestro mundo nubla la visión de Cristo. Lo cierto es que eso es lo que nos sucede día tras día,  pues eso es lo que hacemos cada vez que proyectamos nuestras culpas, miedos, carencias y resentimientos sobre el mundo, y con ello nublamos la visión de Cristo, la visión del amor, con ello negamos el amor que somos. 


Por eso "Sólo puedo nublar mi santa visión si permito que mi mundo se entrometa en ella." Si esto sucede es porque he decidido no perdonar mis pensamientos ilusorios, no vigilar mi mente, no deshacer mis falsas creencias. Por eso, "no puedo contemplar los santos panoramas que Cristo contempla a menos que utilice Su visión." Si no veo la belleza y la inocencia de todas las cosas, es porque estoy permitiendo que los pensamientos de mi ego deambulen por mi mente. 


"La percepción es un espejo, no un hecho."  esta es una tesis central en lo que podríamos denominar la teoría de Un Curso de Milagros. La percepción es sólo el reflejo de los pensamientos que hemos proyectado sobre el mundo. Es el espejo de mi condición interna. La percepción es tan ilusoria como el mundo que vemos. La percepción no tiene nada que ver con  verdad de lo que somos. La percepción no es más que el resultado  de nuestra proyección, que es el mecanismo que nos hemos inventado para tratar de deshacernos de nuestras culpas, y negar el amor. Por eso, "lo que contemplo es mi propio estado de ánimo reflejado fuera."


La única manera de escapar de las trampas de la percepción es "bendecir el mundo contemplándolo a través de los ojos de Cristo." La mejor manera de bendecir al mundo es través de nuestro perdón. Y así nos liberamos y liberamos al mundo de todas nuestros juicios y condenas. Y de esta manera, "veré las señales inequívocas de que todos mis pecados me han sido perdonados." esas señales son una sensación de paz, tranquilidad y de gozo por cada una de las cosas que contemplo. 


ORACIÓN DEL DÍA:


"Tú me conduces de las tinieblas a la luz y del pecado a la santidad. Que perdone para así recibir la salvación del mundo. Ése es Tu regalo, Padre mío, que se me concede para que se lo ofrezca a Tu santo Hijo, de manera que él pueda hallar Tu recuerdo, así como el de Tu Hijo tal como Tú lo creaste."


PRACTICA:


Repasa el tema especial de esta sección, titulado "9. ¿Qué es el Segundo Advenimiento ?" Trate de leer y repetir cuantas veces puedas la idea  y la oración del día, y si logras   memorizarlas mucho mejor, hazlas tuya, pues es la manera como buscaremos comunicarnos con Dios todos los días; luego guardamos silencio para escuchar Su amorosa respuesta, tal como nos lo dice Jesús a continuación:


"Y ahora aguardamos silenciosamente. Dios está aquí porque esperamos juntos. Estoy seguro de que Él te hablará y de que tú le oirás. Acepta mi confianza, pues es la tuya. Nuestras mentes están unidas. Esperamos con un solo propósito: oír la respuesta de nuestro Padre a nuestra llamada, dejar que nuestros pensamientos se aquieten y encontrar Su paz, para oírle hablar de lo que nosotros somos y para que Él Se revele a Su Hijo." (L- 221.2:1-6)


No te olvides de realizar tus meditaciones cada mañana y cada noche, si puedes dedicarle media hora o más seria excelente, lo mismo que los recordatorios cada hora, y de responder a toda tentación con la idea del día, pero sobretodo que sea una práctica gratificante, pues ahora el tiempo pasa a un segundo plano. Cuando estamos con Dios el tiempo no existe pues estamos con el Señor de la eternidad. Los momentos que le dedicamos a Dios son instantes santos que nos dedicamos a nosotros mismos, a nuestro amor, nuestra paz y nuestra felicidad. 







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