LECCIÓN 303 Hoy nace en mí el Cristo santo

         LECCIÓN 303

Lea aquí la Introducción a la Segunda Parte del Libro de ejercicios





Aquí la Introducción a la segunda parte del Libro de Ejercicios de UCDM

 LECCIÓN 303

Hoy nace en mí el Cristo santo

1. Velad conmigo, ángeles, velad conmigo hoy. ²Que todos los santos Pensamientos de Dios me rodeen y permanezcan muy quedos a mi lado mientras nace el Hijo del Cielo. ³Que se acalle todo sonido terrenal y que todos los panoramas que estoy acostumbrado a ver desaparezcan. ⁴Que a Cristo se le dé la bienvenida allí donde Él está en Su hogar, ⁵y que no oiga otra cosa que los sonidos que Él entiende y vea únicamente los panoramas que reflejan el Amor de Su Padre. ⁶Que Cristo deje de ser un extraño aquí, pues hoy Él renace en mí.

2. Le doy la bienvenida a Tu Hijo, Padre. ²Él ha venido a salvarme del malvado ser que fabriqué. ³Tu Hijo es el Ser que Tú me has dado. ⁴Él es lo que yo soy en verdad. ⁵Él es el Hijo que Tú amas por encima de todas las cosas. ⁶Él es mi Ser tal como Tú me creaste. ⁷No es Cristo Quien puede ser crucificado. ⁸A salvo en Tus Brazos, recibiré a Tu Hijo.





AUDIOS de la Lección 303
de CELEBRANDO EL MILAGRO



Lectura de la Lección 303
A través de Blanca Nivia Morales Contreras


Ocurrir de la Lección 303
a través de Martin Musarra


Lección 303
comentada por 
Jorge Luis Álvarez Castañeda





























LECCIÓN 303

Hoy nace en mí el Cristo santo.


Comentada por: 

Jorge Luis Álvarez Castañeda


*¡Que la paz sea con nosotros hoy!*


Ayer, Jesús, nos decía que podíamos superar las tinieblas del ego y decidirnos a ver la luz del Espíritu Santo. En la lección de hoy, se concreta la presencia de la luz en nuestra mente con el nacimiento del Cristo en mí. 


Nos dice Jesús:


_”Velad conmigo, ángeles, velad conmigo hoy. Que todos los santos Pensamientos de Dios me rodeen y permanezcan muy quedos a mi lado mientras nace el Hijo del Cielo. Que se acallen todos los sonidos terrenales y que todos los panoramas que estoy acostumbrado a ver desaparezcan”_.


Jesús, nos llama a acallar todos los sonidos terrenales y panoramas que estoy acostumbrado a ver. Lo que veo no es más que las tinieblas del ego basada en su trilogía de pecado, culpa y miedo. Pero para salir de dichas tinieblas necesito ayuda: la guía del Espíritu Santo y Jesús, y la utilización del perdón. 


Mediante el perdón, mediante la aceptación de la Expiación para mí mismo, puedo darle la bienvenida a Cristo que siempre ha estado en mi mente, pero que, por estar en las tinieblas del ego, no he podido ver la luz de Cristo:


_”Que a Cristo se le dé la bienvenida allí donde Él está en Su hogar, y que no oiga otra cosa que los sonidos que entiende y que vea únicamente los panoramas que reflejan el Amor de Su Padre. Que Cristo deje de ser un extraño aquí, pues hoy Él renace en mí”_, nos dice Jesús.


Cristo siempre ha estado en mi mente. Y es mi mente la que tengo que abrir a la luz de mi mente recta para que renazca Cristo en mí. 


Jesús nos aclara en la introducción del capítulo 25 donde está Cristo:


_”El Cristo en ti no habita en un cuerpo. Sin embargo, está en ti. De ello se deduce, por lo tanto, que no estás dentro de un cuerpo. Y es cierto que no puedes estar aparte de lo que constituye el centro mismo de tu vida. Lo que te da vida no puede estar alojado en la muerte, de la misma manera que tú tampoco puedes estarlo… Nadie que lleve a Cristo dentro de sí puede dejar de reconocerlo en cualquier parte. *Excepto* en cuerpos. Pero mientras alguien crea estar en un cuerpo, Cristo no podrá estar donde él cree estar. Y así, lo llevará consigo sin darse cuenta, pero no lo pondrá de manifiesto. Y de este modo no reconocerá donde se encuentra. El hijo del hombre no es el Cristo resucitado. El Hijo de Dios, no obstante, mora exactamente donde el hijo del hombre está, y camina con él dentro de su santidad, la cual es tan fácil de ver como lo es la manifestación de su deseo de ser especial en su cuerpo”_: T-25.int. 1: 1-6, 2:1-7


En la oración de la lección, Jesús, dice que Cristo es el Hijo de Dios. Y que Cristo es lo que soy en verdad: es mi verdadera Identidad. 


Vale la pena hacer esta hermosa oración que nos recuerda quienes somos:


_”Le doy la bienvenida a tu Hijo, Padre. Él ha venido a salvarme del malvado ser que fabriqué. Tu Hijo es el Ser que Tú me has dado. Él es lo que yo soy en verdad. Él es el Hijo que Tú amas por sobre todas las cosas. Él es mi Ser tal como Tú me creaste. No es Cristo quien puede ser crucificado. A salvo en Tus Brazos, déjame recibir a Tu Hijo”_.


*Con relación al tema del Segundo Advenimiento*


Jesús, nos dice en el tema especial 9. ¿Qué es el Segundo Advenimiento?


_”La naturaleza totalmente inclusiva del Segundo Advenimiento es lo que le permite envolver al mundo y mantenerte a salvo en su dulce llegada, la cual abarca a todo ser vivo junto contigo”_.


El Segundo Advenimiento es la solución definitiva a la creencia en la separación, por lo tanto, la unidad, la inclusión, es su orientación. Envuelve, mediante el perdón, a todo ser vivo existente. Recordemos que la vida, lo viviente, se refiere al ámbito de la mente, del espíritu. Son nuestros pensamientos los que tenemos que sanar, para que pueda renacer, para que podamos recordar la presencia de Cristo en nuestra mente tal como vimos en la lección de hoy: *Hoy nace en mí el Cristo santo.*


*Proceso de práctica de la lección*


1. _Tener momentos con Dios por la mañana y por noche_


Momentos en los cuales se tenga una experiencia con la verdad, es decir, con el reconocimiento de que somos Hijos de Dios, mientras ello nos haga felices. El tiempo utilizado será el que se considere necesario para lograr el objetivo. Podría ser media hora o más. Estos momentos buscan que tengamos o nos acerquemos a tener instantes santos permanentes. Perdonamos, con la Ayuda de Dios, lo que nos esté quitando la paz.


Se invoca a Dios. En lugar de palabras sólo necesitamos sentir Su Amor.

Se pide la guía del Espíritu Santo y de Jesús. 

Se lee despacio los temas especiales que acompañan la lección del día. Se reflexiona sobre ellos. Luego, se lee la lección del día.


En tu meditación intenta entrar en contacto con esa parte de tu mente donde hay paz y amor, tranquilidad, alegría. Es tu mente recta, donde está Cristo, tu Ser.


Mantén la mente quieta, sin palabras, y te olvidas de todo lo que habías creído saber y entender, y te quedas sólo con la sensación y certeza de que estás con Dios.


Espera a Dios. Él llegará y te dará un mensaje de amor y de paz. Pero, esto requiere nuestra disposición a escucharlo tal como lo ha enseñado Jesús en la lección 71:


_”Él responderá en la misma medida que tú estés dispuesto a oír Su Voz. No te niegues a oírla. El solo hecho de que estés llevando a cabo los ejercicios demuestra que en cierto modo estás dispuesto a escuchar. Esto es suficiente para que seas acreedor a Su respuesta”_. (L-71. 9:7-10)


2. _Recordatorios cada hora_. 


Cada hora recordaremos a Dios.

Invocamos Su Nombre. Recordaremos la lección del día y siempre que nos sintamos tentados a olvidarnos de nuestro objetivo. También perdonaremos con Dios los pensamientos no amorosos que hayamos tenido en esa hora. Pueden ser 2 o tres minutos con los ojos cerrados.


Recuerda que mientras lo haces Cristo permanece a tu lado dándote fortaleza. Luego, siente la quietud y silencio y espera a Dios. 


3. _Recordatorios frecuentes de la lección entre horas_.


 Ayudan en el entrenamiento de tener siempre presente a Dios. Invocamos a Dios.


4. _Respuesta a la tentación_.


Invocamos el Nombre de Dios y repetimos la idea del día cuando sintamos que nos estamos olvidando del objetivo de la lección, sintamos que estamos perdiendo nuestra paz y necesitemos perdonar.


Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior y a tener una experiencia directa de la verdad con miras a abandonar el mundo del dolor y adentrarse en la paz. Siempre pidiendo la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús. Y, sin olvidarse de reír porque la Voluntad de Dios, para nosotros, es que tengamos perfecta felicidad.


Muchas, muchísimas, bendiciones.



Lección 303. «Hoy nace en mi el Cristo santo.»


"Esta es una hermosísima lección. Escrita en fechas navideñas, su tema es el conocido de nacer de nuevo. Está tomado del Evangelio de Juan (3:3,7), el conocido relato del líder judío Nicodemo, quien se escabulló para estar con Jesús. “Nacer de nuevo” en Un Curso de Milagros no se entiende en el sentido fundamentalista de la conversión religiosa, sino para referirse a “hacer otra elección.” Por lo tanto, al elegir vernos a nosotros mismos a través de los ojos de Jesús, estamos naciendo de nuevo en virtud de haber despertado a la verdad de que Dios es nuestra Fuente, no el ego. El cambio del ego a Jesús como nuestro maestro es, pues, el tema subyacente de esta lección, expresado conmovedoramente en el simbolismo de la Navidad.


(1:1-3) «Velad conmigo, ángeles, velad conmigo hoy. Que todos los santos Pensamientos de Dios me rodeen y permanezcan muy quedos a mi lado mientras nace el Hijo del Cielo. Que se acallen todos los sonidos terrenales y que todos los panoramas que estoy acostumbrado a ver desaparezcan.» 


El acallamiento de los sonidos terrenales implica dejar ir de nuestra inversión en el ego y en escuchar sus chillidos estridentes. La apertura de “La santidad de la Navidad” de Helen, escrita el día de Navidad, representa la tranquilidad del pesebre de la mente, en el que renace nuestro Ser:


«La Navidad es santa sólo si vienes

En silencio al pesebre, para contemplar

Tu santidad hecha visible para ti.»


(Los Regalos de Dios, p. 97) 


(1:4-6) «Que a Cristo se le dé la bienvenida allí donde Él está en Su hogar, y que no oiga otra cosa que los sonidos que entiende y vea únicamente los panoramas que reflejan el Amor de Su Padre. Que Cristo deje de ser un extraño aquí, pues hoy Él renace en mí.» 


Recordemos como fue expresado este hermoso tema en la Lección 182, donde Cristo renace como un Niño pequeño cada vez que un peregrino abandona su hogar y decide regresar (WpI.182.10). Cristo es así bienvenido en nuestras mentes rectas, retratado en la conclusión del poema de Helen:


«... Deja la puerta al Cielo abierta de par en par

Y escucha a los ángeles cantar de paz en la tierra,

Porque la Navidad es la época de tu renacimiento.»


(Los Regalos de Dios, p. 97) 


(2) «Le doy la bienvenida a tu Hijo, Padre. Él ha venido a salvarme del malvado ser que fabriqué. Tu Hijo es el Ser que Tú me has dado. Él es lo que yo soy en verdad. Él es el Hijo que Tú amas por sobre todas las cosas. Él es mi Ser tal como Tú me creaste. No es Cristo quien puede ser crucificado. A salvo en Tus Brazos, déjame recibir a Tu Hijo.»


Somos salvados del “malvado ser” por el cambio de mentalidad que deshace la creencia del ego de que el pecado y la culpa son reales, y el amor y la paz, ilusorios. Nos hemos visto a nosotros mismos y a los demás como nunca podríamos ser - una imagen errónea del Hijo de Dios - cada vez que percibimos víctimas crucificadas en cualquier parte de la Filiación. Jesús nos ayuda a darnos cuenta de que simplemente estábamos equivocados - nuestros malvados sueños de asesinato, sufrimiento y dolor no han tenido ningún efecto sobre nuestra realidad como el bienamado Hijo de Dios, Quien nunca abandonó la seguridad de los Brazos de Su Padre."


~ Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick.






LECCIÓN 303

Hoy nace en mí el Cristo santo.


Comentada por:

Oscar Gómez Díez 


Según nos cuenta Kenneth Wapnick está lección le fue dictada Helen Schucman en plena Navidad, cuando el mundo cristiano celebra el nacimiento del niño Jesús. Esta es una festividad religiosa que se celebra como el nacimiento de la esperanza y de la redención del mundo. 

La celebración del nacimiento del niño Jesús, representa simbólicamente el renacimiento del Cristo en mi, y por eso se anuncia jubilosamente: *"Velad conmigo, ángeles, velad conmigo hoy."*


Si algo nace en mi, ese "mi" es previo, por lo tanto, es un nuevo nacimiento o renacimiento. De ahí que en la Biblia Jesús decía: *“El que no naciere de nuevo no puede ver el Reino de Dios"* (Juan 3:3). Para nacer en Cristo debe "morir" nuestro ego. Ante la pregunta de Nicodemo, que para nacer de nuevo implica morir, Jesús le contesta: *"Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, Espíritu es."* (Juan 3:6), una cosa es la mente y otra cosa es el cuerpo, el nuevo nacimiento al que se refiere Jesús es de nuestra mente, y por eso, reitera: *"Os es necesario nacer de nuevo"* - (Juan 3:7).


 Las iglesias cristianas interpretan, estos pasajes como la conversión religiosa. La interpretación del Curso tiene que ver con el renacimiento de nuestra mente, una vez liberada del ego. *"Que todos los santos Pensamientos de Dios me rodeen y permanezcan muy quedos a mi lado mientras nace el Hijo del Cielo."* El nacimiento del *"Hijo del Cielo."* se representa como el momento en que los pensamientos de Dios, me cubren y permanece en mi. 


*"Que se acalle todo sonido terrenal y que todos los panoramas que estoy acostumbrado a ver desaparezcan."*. Para poder contemplar el Cristo en mi, debo aquietarme, y perdonar todo pensamiento mundano, hasta que estos desaparezcan. 


*"Que a Cristo se le dé la bienvenida allí donde Él está en Su hogar,"* cuando le damos la bienvenida al Cristo, es porque hemos iniciado nuestro regreso al que siempre ha sido nuestro Hogar. 


*"y que no oiga otra cosa que los sonidos que Él entiende y vea únicamente los panoramas que reflejan el Amor de Su Padre."* Ese es el momento en que hemos elegido solo escuchar la Voz que habla por Dios, y hemos apagado la estridente voz del ego en nuestras mentes. Y ya no vemos con los ojos del juicio y la condena, sino sólo a través de la visión de Cristo. 


*"Que Cristo deje de ser un extraño aquí, pues hoy Él renace en mí."* para que Cristo deje de ser un extraño en mi corazón, debo haber perdonado toda culpa en mi mente, mi consciencia es inundada por mi mente superior, por mi mente santa, la luz ilumina toda mi mente, en ese momento puedo proclamar:

 *"Hoy nace en mí el Cristo santo."*


*ORACIÓN DEL DIA:*


*"Le doy la bienvenida a Tu Hijo, Padre. Él ha venido a salvarme del malvado ser que fabriqué. Tu Hijo es el Ser que Tú me has dado. Él es lo que yo soy en verdad. Él es el Hijo que Tú amas por encima de todas las cosas. Él es mi Ser tal como Tú me creaste. No es Cristo Quien puede ser crucificado. A salvo en Tus Brazos, recibiré a Tu Hijo."*


El perdón despeja todos los obstáculos que me impedían darle la bienvenida al amor, al Cristo en mi. A partir de ahí todo es júbilo y celebración, pues he reconocido a mi propio Ser, el Cristo. 


*PRACTICA:*


Repasa el tema especial de esta sección, titulado *"9. ¿Qué es el Segundo Advenimiento ?"* Trate de leer y repetir cuantas veces puedas la idea y la oración del día, y si logras memorizarlas mucho mejor, hazlas tuya, pues es la manera como buscaremos comunicarnos con Dios todos los días; luego guardamos silencio para escuchar Su amorosa respuesta, tal como nos lo dice Jesús a continuación:


*"Y ahora aguardamos silenciosamente. Dios está aquí porque esperamos juntos. Estoy seguro de que Él te hablará y de que tú le oirás. Acepta mi confianza, pues es la tuya. Nuestras mentes están unidas. Esperamos con un solo propósito: oír la respuesta de nuestro Padre a nuestra llamada, dejar que nuestros pensamientos se aquieten y encontrar Su paz, para oírle hablar de lo que nosotros somos y para que Él Se revele a Su Hijo."* (L- 221.2:1-6)


No te olvides de realizar tus meditaciones cada mañana y cada noche, si puedes dedicarle media hora o más seria excelente, lo mismo que los recordatorios cada hora, y de responder a toda tentación con la idea del día, pero sobretodo que sea una práctica gratificante, pues ahora el tiempo pasa a un segundo plano. Cuando estamos con Dios el tiempo no existe pues estamos con el Señor de la eternidad. Los momentos que le dedicamos a Dios son instantes santos que nos dedicamos a nosotros mismos, a nuestro amor, nuestra paz y nuestra felicidad. 




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