LECCIÓN 225 Dios es mi Padre, y Su Hijo lo ama.





LECCIÓN 225
 
Dios es mi Padre, y Su Hijo lo ama.
 
1. Padre, no puedo sino corresponder a Tu Amor, pues dar es lo mismo que recibir y Tú me has dado todo Tu Amor. 2Tengo que corresponder a él, pues quiero tener plena conciencia de que es mío, de que arde en mi mente y de que, en su benéfica luz, la mantiene inmaculada, amada, libre de miedo y con un porvenir en el que sólo se puede perfilar paz. 3¡Cuán apacible es el camino por el que a Tu amoroso Hijo se le conduce hasta Ti!

2. Hermano mío, ahora hallamos esa quietud. 2El camino está libre y despejado. 3Ahora lo recorremos juntos y en paz. 4Tú me has tendido la mano, y yo nunca te abandonaré. 5Somos uno, y es sólo esta unidad lo que buscamos a medida que damos los últimos pasos con los que concluye una jornada que nunca comenzó.






AUDIOS de la Lección 225
de CELEBRANDO EL MILAGRO


Lectura de la Lección 225
A través de Blanca Nivia Morales Contreras.


Ocurrir de la Lección 225
a través de Martin Musarra


Lección 225
comentada por 
Jorge Luis Álvarez Castañeda







































LECCIÓN 225

Dios es mi Padre y Su Hijo Lo ama.

Comentada por:
Jorge Luis Álvarez Castañeda

¡Que la paz sea con nosotros hoy!

Jesús, en la lección 225 Dios es mi Padre y Su Hijo lo ama, vuelve al tema de mi verdadera identidad como el Hijo de Dios que soy, identidad que no puedo reconocer sino acepto que dar y recibir es lo mismo. He recibido Amor de mi Padre y lo debo compartir con mis hermanos, con la Filiación. Para el ego el amor es peligroso. Dice buscarlo, pero nunca lo alcanza.  Hace así realidad su máxima favorita: “Busca, pero no halles.” El ego distorsiona el amor. Su búsqueda se centra en la carencia. Busco a alguien o algo que me complete, que me dé lo que no tengo. Y, cuando creo tenerlo, resulta que no es como lo esperaba, que le falta algo más y hay que seguir buscando.

Por eso, Jesús nos dice en el capítulo 12 sección IV:
_“Buscar y no hallar no puede ser una actividad que brinde felicidad. ¿Es esta la promesa que quieres seguir manteniendo? El Espíritu Santo te ofrece otra promesa la cual te conduce a la dicha. Pues Su promesa es siempre: “Busca y hallarás” y bajo Su dirección no podrás fracasar”_. (T-12. IV. 4: 2-6) 

Jesús, nos dice en la lección: 

_”Padre, no puedo sino corresponder a Tu Amor, pues dar es lo mismo que recibir y Tú me has dado todo Tu Amor”_.

La manera de corresponder a dicho amor es dándolo a mis hermanos, a la Filiación, sin excluir a nadie. En este mundo nos movemos en las relaciones especiales que implican exclusión. Jesús, no quiere que las dejemos, no quiere que dejemos a nuestra pareja o familia sino que la miremos con el Espíritu Santo para no excluir a los otros hermanos de la Filiación. Todo esto puedo ser muy bonito, pero si no lo llevo a la práctica no sirve. Recuerden que el énfasis, de esta Segunda Parte de las lecciones, está en la experiencia con la verdad, en su aplicación. Les sugiero hoy dar el Amor que han recibido de Dios: bien sea mediante pensamientos amorosos hacia los hermanos que lleguen a nuestra mente. Podríamos decirle, por ejemplo, “Te amo, te bendigo”; mediante actos de ayuda a hermanos que la necesiten; llamadas a personas que se encuentren solas, etc., etc. Todo esto, como siempre en compañía de Jesús y el Espíritu Santo.

Con relación al tema del perdón

Jesús, nos dice en el tema especial 1. ¿Qué es el perdón? sobre el pensamiento que no perdona:

_”Dicho pensamiento protege la proyección, apretando aún más sus cadenas de manera que las distorsiones resulten más sutiles y turbias, menos susceptibles de ser puestas en duda y más alejadas de la razón”_. 

Recordemos sobre el mecanismo de la proyección: lo que veo internamente, es lo que proyecto afuera, lo que percibo afuera. Si mi mente está llena de culpa la proyecto afuera, a mi hermano para sentirme y creerme inocente. He fabricado un mundo a base de ilusiones y de juicios, mi mundo especial, al que considero mejor que el de mis hermanos y quiero conservarlo, a como dé lugar. Por eso, no perdono. Perdonar, implicaría incluir a mi hermano y yo lo que quiero es excluirlo para mantener mi mundo especial. Prefiero maldecir a mi hermano, en vez de bendecirlo.

Proceso de práctica de la lección

1. Tener momentos con Dios por la mañana y por noche

Momentos en los cuales se tenga una experiencia con la verdad, es decir, con el reconocimiento de que somos Hijos de Dios, mientras ello nos haga felices. El tiempo utilizado será el que se considere necesario para lograr el objetivo. Podría ser media hora o más. Estos momentos buscan que tengamos o nos acerquemos a tener instantes santos permanentes.  Perdonamos, con la Ayuda de Dios, lo que nos esté quitando la paz. 

Se lee despacio los temas especiales que acompañan la lección del día. Se reflexiona sobre ellos. Luego, se lee la lección del día.

En tu meditación intenta entrar en  contacto con esa parte de tu mente donde hay paz y amor, tranquilidad, alegría. Es tu mente recta, donde está Cristo, tu Ser. Mantén la mente quieta, sin palabras, y te olvidas de todo lo que habías creído saber y entender, y te quedas sólo con la sensación y certeza de que estás con Dios.


Espera a Dios. Él llegará y te dará un mensaje de amor y de paz. Pero esto requiere nuestra disposición a escucharlo tal como nos lo ha enseñado Jesús en la lección 71:

_”Él responderá en la misma medida en que tú estés dispuesto a oír Su Voz. No te niegues a oírla. El solo hecho de que estés llevando a cabo los ejercicios demuestra que en cierto modo estás dispuesto a escuchar. Esto es suficiente para que seas acreedor a Su respuesta”_. (L-71. 9:7-10)


  

2. Recordatorios cada hora. 

Cada hora recordaremos a Dios. Perdonamos, con Dios, lo que nos haya quitado la paz en esa hora.  Recordaremos la lección del día y siempre que nos sintamos tentados a olvidarnos de nuestro objetivo. Pueden ser o 2 o tres minutos con los ojos cerrados.

Recuerda que mientras lo haces Cristo permanece a tu lado dándote fortaleza. Luego, siente la quietud y silencio y espera a Dios. 

3. Recordatorios frecuentes de la lección entre horas.

 Ayudan en el entrenamiento de tener siempre presente a Dios.

4. Respuesta a la tentación.

Repetimos la idea del día cuando sintamos que nos estamos olvidando del objetivo de la lección, sintamos que estamos perdiendo nuestra paz y necesitemos perdonar.

Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior y a tener una experiencia directa de la verdad con miras a abandonar el mundo del dolor y adentrarse en la paz. Y, sin olvidarse de reír porque la Voluntad de Dios, para nosotros, es que tengamos perfecta felicidad.

Muchas, muchísimas, bendiciones.
Jorge Luis Álvarez Castañeda















Kenneth Wapnick 
Viaje x Lecciones UCDM - Lección 225 - Dios es mi Padre, y Su Hijo lo ama.

"Puesto que la Unicidad de Dios significaba que mi identidad separada desaparecería, Él era el enemigo. ¿Cómo podría amar a Aquel Cuyo Amor representaba la inexistencia de mi ego?  Así, mi Padre tuvo que ser asesinado para preservar mi yo, y el ego se convirtió en mi padre. Sin embargo, reconociendo mi error demente felizmente elijo de nuevo, y doy la bienvenida a la verdad de mi Identidad como el Hijo que Dios ama, y a Quien amo como el Padre que me ha creado uno con Él.

(1) «Padre, no puedo sino corresponder a Tu Amor, pues dar es lo mismo que recibir y Tú me has dado todo Tu Amor. Tengo que corresponder a él, pues quiero tener plena conciencia de que es mío, de que arde en mi mente y de que, en su benéfica luz, la mantiene inmaculada, amada, libre de miedo y con un porvenir en el que sólo se puede perfilar paz. ¡Cuán apacible es el camino por el que a Tu amoroso Hijo se le conduce hasta Ti!» 

El tema de que dar y recibir son lo mismo regresa. He recibido el Amor de Dios y, por lo tanto, sólo puedo darle Amor a cambio. De hecho, en mi mente recta «no hay» nada más. El amor que doy es el amor que recibo, que ahora arde en mi mente que nunca ha dejado la Mente amorosa que la creó. Este amor es ilimitado, porque abarca todo lo que mis ojos contemplan. Como la Filiación es una conmigo, naturalmente extiendo ese amor a todos los demás, haciendo que brille cada vez más en mi sueño. Nadie está excluido del amor que he recibido de mi Fuente y de mi Dios, porque no quiero alejarlo de mí mismo:

“Dios te ha dado un lugar en Su Mente que es tuyo para siempre. Pero sólo puedes conservarlo si lo das de la misma manera en que se te dio...El amor no limita, y lo que crea no está limitado. Dar sin límites es lo que Dios ha dispuesto para ti porque eso es lo único que puede brindarte Su dicha, la cual es Su Voluntad compartir contigo. Tu amor es tan ilimitado como el Suyo porque «es» el Suyo.” (T-11.I.6:1-2, 6-8)

(2) «Hermano mío, ahora hallamos esa quietud. El camino está libre y despejado. Ahora lo recorremos juntos y en paz. Tú me has tendido la mano, y yo nunca te abandonaré. Somos uno, y es sólo esta unidad lo que buscamos a medida que damos los últimos pasos con los que concluye una jornada que nunca comenzó.»

Este viaje lo hacemos con Jesús, no solos, y con él llevamos a todos nuestros hermanos, sin que ninguno quede atrás porque el Hijo de Dios es uno, reflejado en el perdón de nuestras relaciones especiales. No obstante, sigue siendo un viaje sin distancias, porque en realidad nunca dejamos la casa de nuestro Padre. Jesús aquí nos refleja el pensamiento que le alcanzamos, soltando la mano del ego mientras decimos: "Vengo con las manos vacías, pidiéndote que las llenes con tus regalos." Así, pues, de buena gana y con gratitud tomamos su mano, y con ella, de nuevo, las manos de toda la Filiación. La ilusión de fortaleza en la separación y el ataque ha sido reemplazada por la fortaleza del amor todo-inclusivo. Este amor de Padre e Hijo se refleja así en la verdad curativa del perdón de Jesús, que felizmente aceptamos a medida que lo ofrecemos al mundo dormido:

“El camino del ego no es mi camino, pero tampoco es el tuyo... Deja atrás todas las ilusiones, y ve más allá de todos los intentos del ego de demorarte. Yo voy delante de ti porque he transcendido el ego. Dame, por lo tanto, la mano, puesto que tu deseo es transcenderlo también. Mi fortaleza estará siempre disponible, y si eliges compartirla dispondrás de ella.”  (T-8.V.6:1, 6-9)"

Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick.














LECCIÓN 225
 
"Dios es mi Padre, y Su Hijo lo ama."

Comentada por:
Oscar Gómez Díez 

Esta lección es como el anverso de la moneda respecto a la lección anterior. Si ayer  trabajábamos con la idea de "Dios es mi Padre y Él ama a Su Hijo." donde reconocemos nuestra verdadera identidad como Hijos del Amor, en esta se reitera nuestra identidad cuando se dice "Dios es mi Padre" siendo la única diferencia la del sujeto del Amor. Ayer era Dios quien ama a Su Hijo, y hoy es el Hijo quien ama a Su Padre. El Amor se extiende a Si Mismo pero nunca se separa pues la unidad es su condición natural. De ahí que dar y recibir son lo mismo.  El Amor es un canto y una danza infinita de gozo y gratitud entre el Padre y el Hijo, esa es la más elevada expresión de la oración en el estado del Cielo. 

Ambas lecciones son una respuesta a nuestro ancestral miedo al castigo de Dios tras nuestra salida del paraíso. Este es nuestro miedo primario, pues todo lo que nos quita la paz, toda experiencia traumática, de conflicto, carencia, sufrimiento, dolor, enfermedad o muerte, lo percibimos como manifestaciones del castigo de Dios. La lección 224 nos dice que Dios nos ama, y la 225, le correspondemos Su amor, con lo que restablecemos nuestra naturaleza como hijos del amor, y sanamos nuestra falsa  creencia sobre un dios castigador, que nos impide disfrutar de la paz. 

ORACIÓN DEL DÍA:

"Padre, no puedo sino corresponder a Tu Amor, pues dar es lo mismo que recibir y Tú me has dado todo Tu Amor. Tengo que corresponder a él, pues quiero tener plena conciencia de que es mío, de que arde en mi mente y de que, en su benéfica luz, la mantiene inmaculada, amada, libre de miedo y con un porvenir en el que sólo se puede perfilar paz. ¡Cuán apacible es el camino por el que a Tu amoroso Hijo se le conduce hasta Ti!"

El recuerdo del Amor que Dios siente por Su Hijo y la que siente el Hijo por Su Padre, es lo que nos sanará y nos llevará de regreso a los brazos de nuestro Padre. Aceptar, sentir y expresar nuestro Amor por Dios, a la  vez que reconocer el infinito Amor de Dios por nosotros, creará en nuestra mente un estado de paz y armonía, que nos ayudará a desapegarnos de este mundo ilusorio y regresar a la realidad inmortal que es nuestro estado natural. 

De ahí el siguiente mensaje que nos transmite Jesús:
"Hermano mío, ahora hallamos esa quietud. El camino está libre y despejado. Ahora lo recorremos juntos y en paz. Tú me has tendido la mano, y yo nunca te abandonaré. Somos uno, y es sólo esta unidad lo que buscamos a medida que damos los últimos pasos con los que concluye una jornada que nunca comenzó."

Recorremos junto con Jesús el camino del amor y el perdón, buscamos la quietud de nuestra mente para sentir en nuestro corazón la paz que creímos haber perdido en la noche de los tiempos. Restablecer la perfecta igualdad de todos los hijos de Dios, es el principio del fin de la separación y de este mundo ilusorio, la jornada concluye cuando reconocemos el Amor de nuestro Padre y le expresamos nuestro infinito Amor, y ya no habrán obstáculos que se interpongan en nuestra experiencia del Amor. 

PRACTICA:

Trate de leer y repetir cuantas veces puedas la idea  y la oración del día, y si logras   memorizarlas mejor, hazla tuya, pues es la manera como buscaremos comunicarnos con Dios todos los días; luego guardamos silencio para escuchar Su amorosa respuesta, tal como nos lo dice Jesús a continuación:

"Y ahora aguardamos silenciosamente. Dios está aquí porque esperamos juntos. Estoy seguro de que Él te hablará y de que tú le oirás. Acepta mi confianza, pues es la tuya. Nuestras mentes están unidas. Esperamos con un solo propósito: oír la respuesta de nuestro Padre a nuestra llamada, dejar que nuestros pensamientos se aquieten y encontrar Su paz, para oírle hablar de lo que nosotros somos y para que Él Se revele a Su Hijo." (L- 221.2:1-6)

No te olvides de realizar tus meditaciones cada mañana y cada noche, si puedes dedicarle media hora o más seria excelente, lo mismo que los recordatorios cada hora, y de responder a toda tentación con la idea del día, pero sobretodo que sea una práctica gratificante, pues ahora el tiempo pasa a un segundo plano. Cuando estamos con Dios el tiempo no existe pues estamos con el Señor de la eternidad. Los momentos que le dedicamos a Dios son instantes santos que nos dedicamos a nosotros mismos, a nuestro amor, nuestra paz y nuestra felicidad.  






Capitulo 22.V



















CELEBRANDO EL MILAGRO 

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BENDICIONES! 








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