LECCIÓN 240 El miedo, de la clase que sea, no está justificado.



Aquí la Introducción a la segunda parte del Libro de Ejercicios de UCDM



LECCIÓN 240

 El miedo, de la clase que sea, no está justificado.

 

1. El miedo es un engaño. 2Da testimonio de que te has visto a ti mismo como nunca podrías ser y, por lo tanto, contemplas un mundo que no puede ser real. 3Ni una sola cosa en ese mundo es verdad. 4Sea cual sea la forma en que se manifieste, 5sólo da fe de tus ilusiones acerca de ti mismo. 6No nos dejemos engañar hoy. 7Somos los Hijos de Dios. 8El miedo no tiene cabida en nosotros, pues cada uno de nosotros es parte del Amor Mismo.


2. ¡Cuán infundados son nuestros miedos! 2¿Ibas acaso a permitir que Tu Hijo sufriese? 3Danos fe hoy para reconocer a Tu Hijo y liberarlo. 4Perdonémosle hoy en Tu Nombre, para poder entender su santidad y sentir por él el amor que Tú también sientes por él.






AUDIOS de la Lección 240
de CELEBRANDO EL MILAGRO


Lectura de la Lección 240
A través de Mariano Noé.


Ocurrir de la Lección 240
a través de Martin Musarra


Lección 240 comentada por 
Jorge Luis Álvarez Castañeda










































LECCIÓN 240

El miedo, de la clase que sea, no está justificado.

Comentada por:
Jorge Luis Álvarez Castañeda

¡Que la paz sea con nosotros hoy!

Jesús, en esta lección, toca uno de los pilares fundamentales del ego: el miedo.

 Nos dice Jesús:

 _”El miedo es un engaño. Da testimonio de que te has visto a ti mismo como nunca podrías ser y, por lo tanto, contemplas un mundo que no puede ser real”_.

El origen del miedo que nos acompaña se remonta a la creencia en la separación de Dios. Creímos haber cometido una falta inmensa, un pecado enorme del cual nos sentimos culpables y creemos, que tarde o temprano, Dios nos va a castigar por ello. Este miedo ancestral lo cargamos, a todo momento, bien guardado en nuestro inconsciente, pero que se está actualizando continuamente con los conflictos de este mundo. 

El miedo es un engaño porque desconoce nuestra naturaleza como Hijos de Dios, desconoce nuestro Ser, desconoce que no soy un cuerpo sino que soy Espíritu. El miedo se centra en el cuerpo. La mayor parte de nuestro tiempo se le dedicamos al cuidado y protección del cuerpo. No quiere decir esto que no cuidemos el cuerpo sino que, como todas las cosas en este mundo, lo miremos con el Espíritu Santo, es decir, con los ojos del amor y no del miedo. El miedo a Dios es un miedo inconsciente. 

También, cargamos otro miedo más consciente que es el miedo a la muerte. Ambos miedos están alimentados por la culpa. Culpa que no tiene razón de ser porque para Dios siempre somos inocentes.

Jesús nos dice en el capítulo 2 sección VI:

 _”El miedo procede de una falta de amor”_. T-2. VI.7: 6

Sentimos miedo porque creímos que Dios, que es Amor, ya no iba a darnos Su Amor por nuestra creencia en la separación. Y este miedo se actualiza, en nuestra infancia, cuando sentimos miedo porque creemos que, nuestros padres o la persona o personas que cumplan ese papel no nos aman, lo cual significa que creemos estar separados de ellos. Y esta dinámica de creer en la separación y en la falta de amor, se expresa en la multitud de variantes del miedo que creemos tener en este mundo.

Jesús nos dice en la lección:

_”Ni una sola cosa de este mundo es verdad. Sea la forma en que se manifieste, sólo da fe de tus ilusiones acerca de ti mismo”_. 

Ninguna cosa de este mundo es verdad porque ninguna proviene de Dios porque sólo Dios y Sus creaciones son verdad. La verdad no es sino una y es Dios. Lo demás son las ilusiones que fabricamos para mantener la creencia en la separación, para mantener nuestro deseo de ser especiales, para estar anclados al pasado, para justificar el ataque a nuestros hermanos, para sostener nuestras relaciones especiales. No nos queda sino aceptar lo que dice Jesús:

_”En nosotros el miedo no tiene cabida, pues cada uno de nosotros es parte del Amor Mismo.”

Fuimos creados por Dios, cuya naturaleza, cuyo Ser es Amor y que comparte con Su Hijo tal como lo enseñó, Jesús, en la lección 67 El Amor me creó a Su Semejanza.

Jesús nos dice:

”¡Cuán infundados son nuestros miedos! ¿Ibas acaso a permitir que Tu Hijo sufriera?”
 
Dios, no quiere que suframos. La Voluntad de Dios es que seamos felices. El sufrimiento es cosa del ego, no de Dios. 

En la oración de la lección Jesús nos llama a tener fe en Dios y a pedirle ayuda, a no encadenar a mi hermano con sus creencias de separación, a perdonar con Dios, y a sentirme unido a Dios y a mis hermanos.

Con relación al tema especial 2. ¿Qué es la salvación?

Jesús, nos habla del instante santo. Desde el santo altar de nuestra mente consagrado al santo Nombre de Dios.
_”Desde ahí le extendemos la salvación al mundo, pues ahí fue donde la recibimos. El himno que llenos de júbilo entonamos le proclama al mundo que la libertad ha retornado, que al tiempo casi le ha llegado su fin y que el Hijo de Dios tan sólo tiene que esperar un instante antes de que Su Padre sea recordado, los sueños hayan terminado, la eternidad haya disuelto el mundo con su luz y el Cielo sea lo único que exista”_. 

Hermosa descripción del mundo real que describe la salvación. Salvación a la que podremos acercarnos diariamente a través de los instantes santos diarios que hagamos acompañados de los milagros que nos produce el perdonar. Se trata de superar el miedo y de retornar al Amor de Dios. El instante santo nos da la certeza para afirmar de corazón El miedo, de la clase que sea, no está justificado.

Proceso de práctica de la lección

1. Tener momentos con Dios por la mañana y por noche

Momentos en los cuales se tenga una experiencia con la verdad, es decir, con el reconocimiento de que somos Hijos de Dios, mientras ello nos haga felices. El tiempo utilizado será el que se considere necesario para lograr el objetivo. Podría ser media hora o más. Estos momentos buscan que tengamos o nos acerquemos a tener instantes santos permanentes. Perdonamos, con la Ayuda de Dios, lo que nos esté quitando la paz.

Se invoca a Dios. En lugar de palabras sólo necesitamos sentir Su Amor.

Se pide la guía del Espíritu Santo y de Jesús. 
Se lee despacio los temas especiales que acompañan la lección del día. Se reflexiona sobre ellos. Luego, se lee la lección del día.

En tu meditación intenta entrar en  contacto con esa parte de tu mente donde hay paz y amor, tranquilidad, alegría. Es tu mente recta, donde está Cristo, tu Ser. Mantén la mente quieta, sin palabras, y te olvidas de todo lo que habías creído saber y entender, y te quedas sólo con la sensación y certeza de que estás con Dios.


Espera a Dios. Él llegará y te dará un mensaje de amor y de paz. Pero, esto requiere nuestra disposición a escucharlo tal como lo ha enseñado Jesús en la lección 71:

_”Él responderá en la misma medida que tú estés dispuesto a oír Su Voz. No te niegues a oírla. El solo hecho de que estés llevando a cabo los ejercicios demuestra que en cierto modo estás dispuesto a escuchar. Esto es suficiente para que seas acreedor a Su respuesta”_. (L-71. 9:7-10)

2. Recordatorios cada hora. 

Cada hora recordaremos a Dios. Perdonamos, con Dios, lo que nos haya quitado la paz en esa hora. 
     
Invocamos Su Nombre. Recordaremos la lección del día y siempre que nos sintamos tentados a olvidarnos de nuestro objetivo. Pueden ser 2 o tres minutos con los ojos cerrados.

Recuerda que mientras lo haces Cristo permanece a tu lado dándote fortaleza. Luego, siente la quietud y silencio y espera a Dios. 

3. Recordatorios frecuentes de la lección entre horas.

 Ayudan en el entrenamiento de tener siempre presente a Dios. Invocamos  a Dios.

4. Respuesta a la tentación.

Invocamos el Nombre de Dios y repetimos la idea del día cuando sintamos que nos estamos olvidando del objetivo de la lección, sintamos que estamos perdiendo nuestra paz y necesitemos perdonar.

Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior y a tener una experiencia directa de la verdad con miras a abandonar el mundo del dolor y adentrarse en la paz. Siempre pidiendo la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús. Y, sin olvidarse de reír porque la Voluntad de Dios, para nosotros, es que tengamos perfecta felicidad.

Muchas, muchísimas, bendiciones.
Jorge Luis Álvarez Castañeda














Kenneth  Wapnick 

El miedo, de la clase que sea, no está justificado.

Lección 240

"Esta declaración va directamente en contra del sistema de pensamiento del ego, porque el miedo está definitivamente justificado desde su punto de vista. Debido a que hemos pecado contra Dios - el origen de nuestra existencia separada - Dios está justificado en quitarnos la vida que creemos que Le robamos. ¿Quién no tendría miedo de tan inminente amenaza a la vida tal como la conocemos? El pecado y el miedo son así proyectados, conformando un mundo en el que ahora tememos a todos y a todo. Sin embargo, este miedo sólo está justificado por la creencia de que existimos a expensas de alguien más - Dios tuvo que morir para que nosotros pudiéramos vivir. Por eso es esencial corregir la visión errónea del ego aprendiendo que todos compartimos la misma necesidad de deshacer su sistema de pensamiento de miedo y regresar a casa.

(1:1-5) «El miedo es un engaño. Da testimonio de que te has visto a ti mismo como nunca podrías ser y, por lo tanto, contemplas un mundo que no puede ser real. Ni una sola cosa en ese mundo es verdad. Sea cual sea la forma en que se manifieste, sólo da fe de tus ilusiones acerca de ti mismo.»

Nos vemos como “nunca podríamos ser” cada vez que pensamos en nosotros mismos como separados y, por lo tanto, pecaminosos y vulnerables. El mundo “que no puede ser real” que contemplamos es un lugar hostil que nos amenaza, lo cual justifica que vivamos en un continuo estado de miedo. La forma de cualquier cosa aquí - ya sea que induzca al miedo o no - no importa. Incluso si es algo que todos en el mundo están de acuerdo en que es real, no obstante, proviene del mismo sistema de pensamiento de ilusión: ¡50 millones de franceses «pueden» estar equivocados!

Podemos ver en estos pasajes cómo, a pesar de que las lecciones de la Parte II son principalmente meditativas, Jesús de vez en cuando deja caer una bomba metafísica: “Ni una sola cosa en este mundo es verdad” Él quiere decir eso literalmente. Nuestro problema perenne es que si esta afirmación es correcta, incluye a todos los que nos consideramos entidades vivas en el mundo; nuestros cuerpos, con sus necesidades físicas y emocionales siempre presentes, parecen bastante reales. Por ese motivo Un Curso de Milagros es una amenaza tan grande: enseña la no existencia de nuestro mismo ser - “Ni una sola cosa en este mundo es verdad.”

(1:6-8) «No nos dejemos engañar hoy. Somos los Hijos de Dios. El miedo no tiene cabida en nosotros, pues cada uno de nosotros es parte del Amor Mismo.» 

Recordemos esta derivación de la famosa frase de la carta de Juan, citada antes: Si el amor perfecto echa fuera el temor y somos parte del amor, no hay cabida para el miedo en nosotros: dos estados mutuamente excluyentes no pueden coexistir. El segundo párrafo nos dice cómo se deshace el miedo.

(2) «¡Cuán infundados son nuestros miedos! ¿Ibas acaso a permitir que Tu Hijo sufriese? Danos fe hoy para reconocer a Tu Hijo y liberarlo. Perdonémosle hoy en Tu Nombre, para poder entender su santidad y sentir por él el amor que Tú también sientes por él.»

Si realmente quiero darme cuenta de que soy salvo de la culpa y el miedo, y que soy inocente y libre, debo ver la inocencia en todos, sin excepción. Así, la manera de recordar quién somos como el Hijo de Dios es darnos cuenta de su unicidad, y ver que los pensamientos de ataque son parte de la estrategia del ego para mantener lejos de nosotros la conciencia de nuestra unidad inherente. Por lo tanto, si nos tomamos en serio el aprendizaje, la práctica y el logro de la meta de este curso, debemos ser igualmente serios a la hora de cambiar de mentalidad sobre aquellos contra los que abrigamos resentimientos. Este cambio de mentalidad es el propósito de la aplicación diaria de estas enseñanzas; y es el propósito de Jesús ayudarnos a aprenderlas en las relaciones específicas de nuestras vidas."

Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick.


















LECCIÓN 240
 
El miedo, de la clase que sea, no está justificado.

Comentada por:
Oscar Gómez Díez 

Esta es una afirmación muy contundente, no da espacio, para que se pueda considerar algún tipo de miedo como válido. Cualquier miedo de la clase que sea no está justificado, no es real, no existe, 

Ahora, preguntémonos ¿porqué Jesús nos pide no justificar ningún miedo? No está diciendo que no sintamos miedo. Está diciendo que no lo justifiquemos, que no lo consideremos admisible,  que no elaboremos argumentos para justificarlo, pues terminaremos buscando su causa fuera de nosotros. Si lo hacemos terminamos culpando a otros de nuestros miedos. Todos los miedos que creemos sentir tienen una sola causa, y solamente una: nuestra mente, aquella parte de nuestra mente que se cree separada de Dios. Si nos hacemos responsables de nuestros pensamientos, cada vez que experimentemos un miedo procedemos a perdonarlo, y confiamos en la guía del Espíritu Santo. 

"El miedo es un engaño." y si es un engaño, lo único que podemos hacer es desenmascararlo, y así restablecemos la verdad, eso es lo que hace el perdón. 

Pero el engaño del miedo no lo ha hecho nadie diferente a nosotros mismos,  "Da testimonio de que te has visto a ti mismo como nunca podrías ser y, por lo tanto, contemplas un mundo que no puede ser real." nos contemplamos en un mundo que nosotros mismos inventamos, un mundo sometido a las leyes del tiempo, en la que nada sobrevive a su paso, excepto el amor que habíamos negado. Nos asusta nuestro propio invento, pues nos hicimos prisioneros del mismo, de sus formas, sus cuerpos y conflictos. 

El mundo sólo refleja nuestras ilusiones, "Ni una sola cosa en ese mundo es verdad. Sea cual sea la forma en que se manifieste, sólo da fe de tus ilusiones acerca de ti mismo." en vez de huir de nuestros miedos contemplémoslos con amor, observémoslos sin juicios, y veremos como se van esfumando ante la presencia de la verdad. Y la verdad nos dice que "No nos dejemos engañar hoy. Somos los Hijos de Dios."

El miedo no es más que ausencia de amor, por lo tanto, la solución a todo tipo de miedo es el amor, y el amor lo experimentamos cuando removemos todos los obstáculos que nos impiden sentirlo, esto es el  perdón. "El miedo no tiene cabida en nosotros, pues cada uno de nosotros es parte del Amor Mismo." todo miedo desaparece ante la luz del amor. 

ORACIÓN DEL DÍA:

"¡Cuán infundados son nuestros miedos! ¿Ibas acaso a permitir que Tu Hijo sufriese? Danos fe hoy para reconocer a Tu Hijo y liberarlo. Perdonémosle hoy en Tu Nombre, para poder entender su santidad y sentir por él el amor que Tú también sientes por él."

PRACTICA:

Repasa el tema especial de esta sección, titulado "¿Qué es la salvación?" Trate de leer y repetir cuantas veces puedas la idea  y la oración del día, y si logras   memorizarlas mucho mejor, hazlas tuya, pues es la manera como buscaremos comunicarnos con Dios todos los días; luego guardamos silencio para escuchar Su amorosa respuesta, tal como nos lo dice Jesús a continuación:

"Y ahora aguardamos silenciosamente. Dios está aquí porque esperamos juntos. Estoy seguro de que Él te hablará y de que tú le oirás. Acepta mi confianza, pues es la tuya. Nuestras mentes están unidas. Esperamos con un solo propósito: oír la respuesta de nuestro Padre a nuestra llamada, dejar que nuestros pensamientos se aquieten y encontrar Su paz, para oírle hablar de lo que nosotros somos y para que Él Se revele a Su Hijo." (L- 221.2:1-6)

No te olvides de realizar tus meditaciones cada mañana y cada noche, si puedes dedicarle media hora o más seria excelente, lo mismo que los recordatorios cada hora, y de responder a toda tentación con la idea del día, pero sobretodo que sea una práctica gratificante, pues ahora el tiempo pasa a un segundo plano. Cuando estamos con Dios el tiempo no existe pues estamos con el Señor de la eternidad. Los momentos que le dedicamos a Dios son instantes santos que nos dedicamos a nosotros mismos, a nuestro amor, nuestra paz y nuestra felicidad.  












TEXTO
















CELEBRANDO EL MILAGRO 

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BENDICIONES!










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