Aquí la Introducción a la segunda parte del Libro de Ejercicios de UCDM
LECCIÓN 342
Dejo que el perdón descanse sobre todas las cosas, pues de ese modo es como se me concederá a mí.
1. Te doy gracias, Padre, por el plan que ideaste para salvarme del infierno que yo mismo fabriqué. 2No es real. 3Y Tú me has proporcionado los medios para comprobar su irrealidad. 4Tengo la llave en mis manos, y he llegado hasta las puertas tras las cuales se halla el fin de los sueños. 5Me encuentro ante las puertas del Cielo, sin saber si debo entrar y estar en casa. 6No dejes que hoy siga indeciso. 7Quiero perdonar todas las cosas y dejar que la creación sea tal como Tú quieres que sea y como es. 8Quiero recordar que soy Tu Hijo, y que cuando por fin abra las puertas, me olvide de las ilusiones ante la deslumbrante luz de la verdad, conforme Tu recuerdo retorna a mí.
2. Hermano, perdóname ahora. 2Vengo a llevarte a casa conmigo. 3Y según avanzamos, el mundo se une a nosotros en nuestro camino a Dios.
AUDIOS de la Lección 342
de CELEBRANDO EL MILAGROLectura de la Lección 342
A través de Mariano Noé
Ocurrir de la Lección 342
a través de Martin Musarra
Lección 342
comentada por
Jorge Luis Álvarez Castañeda
LECCIÓN 342
Dejo que el perdón descanse sobre todas las cosas, pues de ese modo es como se me concederá a mí.
Comentada por:
Jorge Luis Álvarez Castañeda
¡Que la paz sea con nosotros hoy!
Esta es una lección muy importante. No es coincidencia que haga parte del tema especial del milagro.
Jesús en nos dice en la lección:
”Te doy gracias, Padre, por el plan que ideaste para salvarme del infierno que yo mismo fabriqué. No es real. Y Tú me has proporcionado los medios para comprobar su irrealidad. Tengo la llave en mis manos, y he llegado hasta las puertas tras las cuales se halla el fin de los sueños”.
Recordemos que el plan de Dios hace relación a la Creación, por nuestro Padre, del Espíritu Santo, en el momento en que se dio la creencia en la separación, para que nos ayude a salir de este sueño del ego y regresar a casa. Jesús, está al frente del plan porque fue el primero que lo realizó. A nivel del contenido, el plan es perdonar. A nivel de la forma, este plan se aplica a cada hermano teniendo en cuenta sus condiciones particulares. Cada uno es esencial en el plan de Dios. Su papel consiste en perdonar y contribuir a la sanación de aquellos hermanos que se le envíen.
El Espíritu Santo tiene un guion que cubre nuestro viaje a través del tiempo y del espacio y que reafirma que ya hemos sido salvados, así, creamos, con el ego, todo lo contrario. Recordemos, que, por el principio de la Expiación, la separación de Dios nunca ocurrió. Las situaciones que se nos presenten, que no entendemos y no nos gusten, en el momento, a la larga redundan en nuestro bien, como lo aclara Jesús en el capítulo 4 sección V:
”Todas las cosas obran conjuntamente para el bien. En esto no hay excepciones, salvo a juicio del ego”. T-4. V.1:1-2
Para recibir el plan de Dios tenemos que renunciar a los planes del ego y ponernos al servicio del Espíritu Santo. Él sabrá, desde cualquier función especial que estemos desempeñando, cómo ayudarnos a que aportemos al plan de Dios, de la mejor manera. Dios, nos proporcionó el perdón como el medio ideal para sanar nuestra mente y unirnos a Dios y a nuestros hermanos. Es la llave de la felicidad.
Continúa Jesús:
”Me encuentro ante las puertas del Cielo, sin saber si debo entrar y estar en casa. Que hoy no siga indeciso. Que perdone todas las cosas y deje que la Creación sea tal como Tú quieres que sea y como es. Que recuerde que soy Tu Hijo, y que cuando por fin abra las puertas, me olvide de las ilusiones ante la deslumbrante luz de la verdad, conforme Tu recuerdo retorne a mí”.
Hay una parte de mi mente que duda si acoger el plan de Dios. Bien. Cuando se presenten dudas se trata de pedir la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús quienes nos ayudarán a ver las cosas con los ojos del amor y no del miedo. Se trata de pedir ayuda, aquietarnos y esperar a que la ayuda se manifieste. Esta siempre se presentará. Es cuestión de confiar y confiar. No estamos solos. Nunca estamos solos.
Dios creó a Su Hijo impecable, inocente, como vimos en la lección de ayer. Si no lo vemos así, tenemos que perdonar el no aceptar la Voluntad de Dios. Si avanzamos en el perdón, avanzaremos en nuestro camino espiritual hasta llegar, como dice Jesús, ante las puertas del Cielo, donde Dios dará el último paso y nos conducirá adentro del Cielo. Claro, que esta descripción es una metáfora que nos ayuda a entender, los planteamientos metafísicos del Curso, en nuestros términos.
Termina Jesús la lección:
”Hermano, perdóname ahora. Vengo a llevarte a casa conmigo. Y según avanzamos, el mundo se une a nosotros en nuestro camino a Dios”.
Jesús, nos dice que lo perdonemos. En realidad, no hay nada que perdonarle. Jesús, no hacía sino el bien. Pero proyectamos sobre, Jesús, nuestro miedo y culpa y lo utilizamos como chivo expiatorio para descargar todos nuestros resentimientos y odios. Ahora, nos llama a que le permitamos que nos ayude a regresar a casa. Deberíamos aceptar su ayuda.
Con relación al tema del milagro.
Nos dice, Jesús, en el tema especial 13. ¿Qué es un milagro?:
”Se mantiene, por lo tanto, dentro de los límites del tiempo. No obstante, allana el camino para el retorno de la intemporalidad y para el despertar del amor, pues el miedo no puede sino desvanecerse ante el benevolente remedio que el milagro trae consigo”.
El milagro está dentro de los límites del tiempo que fue creado por el ego para mantener la ilusión de la separación de Dios. El ego quiere que vivamos atados al pasado manteniendo la ancestral culpa por la creencia en la separación más las culpas particulares que acumulamos en este mundo y que tengamos miedo al futuro por algo terrible que nos pueda suceder que, no sabemos exactamente que es, pero que está relacionado, muy inconscientemente, con el posible castigo de Dios por la creencia en la separación.
La labor del milagro, como corrección de los errores de la mente, es aceptar la corrección de los errores del pasado, en el presente, para liberar de esa manera el futuro. El centrarnos en el presente es el vínculo con la intemporalidad que alcanzamos en el instante santo, de tal manera que trascendamos el miedo y aceptemos el amor.
Proceso de práctica de la lección
1. Tener momentos con Dios por la mañana y por la noche
Momentos en los cuales se tenga una experiencia con la verdad, es decir, con el reconocimiento de que somos Hijos de Dios, mientras ello nos haga felices. El tiempo utilizado será el que se considere necesario para lograr el objetivo. Podría ser media hora o más. Estos momentos buscan que tengamos o nos acerquemos a tener instantes santos permanentes. Perdonamos, con la Ayuda de Dios, lo que nos esté quitando la paz.
Se invoca a Dios. En lugar de palabras sólo necesitamos sentir Su Amor.
Se pide la guía del Espíritu Santo y de Jesús.
Se lee despacio los temas especiales que acompañan la lección del día. Se reflexiona sobre ellos. Luego, se lee la lección del día.
En tu meditación intenta entrar en contacto con esa parte de tu mente donde hay paz y amor, tranquilidad, alegría. Es tu mente recta, donde está Cristo, tu Ser.
Mantén la mente quieta, sin palabras, y te olvidas de todo lo que habías creído saber y entender, y te quedas sólo con la sensación y certeza de que estás con Dios.
Espera a Dios. Él llegará y te dará un mensaje de amor y de paz. Pero, esto requiere nuestra disposición a escucharlo tal como lo ha enseñado Jesús en la lección 71:
”Él responderá en la misma medida que tú estés dispuesto a oír Su Voz. No te niegues a oírla. El solo hecho de que estés llevando a cabo los ejercicios demuestra que en cierto modo estás dispuesto a escuchar. Esto es suficiente para que seas acreedor a Su respuesta”. L-71. 9:7-10
2. Recordatorios cada hora.
Cada hora recordaremos a Dios.
Invocamos Su Nombre. Recordaremos la lección del día y siempre que nos sintamos tentados a olvidarnos de nuestro objetivo. También perdonaremos con Dios los pensamientos no amorosos que hayamos tenido en esa hora. Pueden ser 2 o tres minutos con los ojos cerrados.
Recuerda que mientras lo haces Cristo permanece a tu lado dándote fortaleza. Luego, siente la quietud y silencio y espera a Dios.
3. Recordatorios frecuentes de la lección entre horas.
Ayudan en el entrenamiento de tener siempre presente a Dios. Invocamos a Dios.
4. Respuesta a la tentación.
Invocamos el Nombre de Dios y repetimos la idea del día cuando sintamos que nos estamos olvidando del objetivo de la lección, sintamos que estamos perdiendo nuestra paz y necesitemos perdonar.
Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior y a tener una experiencia directa de la verdad con miras a abandonar el mundo del dolor y adentrarse en la paz. Siempre pidiendo la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús. Y, sin olvidarse de reír porque la Voluntad de Dios, para nosotros, es que tengamos perfecta felicidad.
Muchas, muchísimas, bendiciones.
Kenneth Wapnick
«Dejo que el perdón descanse sobre todas las cosas, pues de ese modo es como se me concederá a mí.»
Lección 342
"Las lecciones 342 a 345 retoman el tema de dar y recibir, tan prominente en el libro de ejercicios, por no mencionar en el texto. El hecho de que dar y recibir son los mismo deshace el principio del ego de «uno o el otro» - si te doy algo, tú lo tienes y yo no; si lo tomo de ti, tú no lo tienes y yo sí. Así, para el ego, dar y recibir «no» es lo mismo. Esto es evidentemente cierto en el mundo de la materialidad, pero no en el pensamiento, donde la igualdad de dar y recibir es válida tanto para el ego como para el Espíritu Santo. Si te doy mi culpa y te ataco, todavía la recibo. Del mismo modo, cuando deshago la culpa y perdono, me enseño a mí mismo que también soy perdonado: “Dejo que el perdón descanse sobre todas las cosas, pues de ese modo es como se me concederá a mi.” Aprendo, pues, que mi pecado de separarme de Dios es deshecho mediante el reconocimiento de que no hay ningún pecado en mi hermano. Comienzo allí porque es donde mi ego me enseñó que estoy - el mundo atacante de los cuerpos - en el fondo de su escalera de culpabilidad y odio. Al pedirle ayuda a Jesús para que me ayude a ver de otra manera mis percepciones de los cuerpos separados en relación, aprendo que lo que percibí fuera es simplemente lo que hice real dentro, una elección equivocada en favor de la separación que ahora puedo corregir felizmente a través del perdón - el regalo que doy y recibo como uno solo.
(1:1-4) «Te doy gracias, Padre, por el plan que ideaste para salvarme del infierno que yo mismo fabriqué. No es real. Y Tú me has proporcionado los medios para comprobar su irrealidad. Tengo la llave en mis manos, y he llegado hasta las puertas tras las cuales se halla el fin de los sueños.»
El infierno del mundo externo de sufrimiento y muerte no es real, ni tampoco lo es el infierno del mundo interno de pecado, culpa y miedo. Metafóricamente hablando, Dios nos da los medios para comprobar esta irrealidad a través del Espíritu Santo en nuestras mentes. La “llave” no está en las manos de Jesús, las Manos de Dios, o las manos del Curso; está en «nuestras» manos. Fue nuestra elección abandonar el Cielo, y ahora es nuestra elección volver a él. “El perdón es la llave de la felicidad” (W-pI.121), pero sólo podemos girar la llave cuando nuestras manos están unidas a las de Jesús. No podemos hacerlo sin él, y él no puede hacerlo sin nosotros. Pacientemente, espera nuestra decisión de que nos ayude.
(1:5-8) «Me encuentro ante las puertas del Cielo, sin saber si debo entrar y estar en casa. No dejes que hoy siga indeciso. Quiero perdonar todas las cosas y dejar que la creación sea tal como Tú quieres que sea y como es. Quiero recordar que soy Tu Hijo, y que cuando por fin abra las puertas, me olvide de las ilusiones ante la deslumbrante luz de la verdad, conforme Tu recuerdo retorna a mí.»
Como suele hacer, Jesús nos deja saber que hay una parte de nosotros que todavía no está segura de que esto es lo que queremos, porque tememos que si hacemos lo que él nos pide, vamos a perder.
(2) «Hermano, perdóname ahora. Vengo a llevarte a casa conmigo. Y según avanzamos, el mundo se une a nosotros en nuestro camino a Dios.»
Jesús nos dice: “No puedo ayudarte a volver a casa si todavía abrigas resentimientos contra mí, pensando que soy un tirano que te exige sacrificio, insistiendo en que lo hagas a mi manera en lugar de la tuya. Debes darte cuenta de que estas son proyecciones que has puesto sobre mí y no tienen nada que ver con mi amor por ti.” Huelga decir que a medida que avanzamos a casa con Jesús, caminamos con todos los demás. El Hijo de Dios es uno, y a través de nuestro perdón de aquel que representa el Uno, recordamos el Cristo, Quien es nuestro hogar."
~ Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick.
LECCIÓN 342
Dejo que el perdón descanse sobre todas las cosas, pues de ese modo es como se me concederá a mí.
Comentada por:
Oscar Gómez Díez
Si observamos las lecciones desde la 221 en adelante, en la que iniciamos la segunda parte del libro de ejercicios, nos damos cuenta que las lecciones no sólo son más cortas, sino que la centralidad la van ocupando las oraciones. Desde la lección de ayer y las siguientes 10 lecciones, la oración ocupa el mayor espacio y el comentario es mínimo, y la idea central crece en renglones. De la lección 351 a la 360 sólo queda la oración, y no va acompañada de ningún comentario. La oración es la única protagonista. Nos podríamos preguntar cual es la razón de ello?
Todo el libro de ejercicios es un libro sobre el perdón, y sus últimas lecciones terminan en la oración. Cuál es el propósito?
La respuesta más concluyente la encontramos en el anexo de "El Canto de la oración". Allí nos dicen: "primero perdonas, luego oras y de ese modo te curas" (S-3.IV.4:1). Pero si esta es la parte práctica, hay un sentido metafísico más profundo. Del perdón, la oración y la curación, la única real es la oración. En el estado del Cielo la comunicación entre el Padre y el Hijo se hace a través de la oración, en un canto mutuo y eterno de amor y gratitud.
Nuestro proceso de ascenso al Cielo, se simboliza como una escalera en la que ascendemos desde la falsa oración a la verdadera, con el apoyo del perdón y la curación, pero el umbral del Cielo lo atravesamos solo con la oración, el perdón y la curación se quedan atrás, junto con el mundo que ayudaron a deshacer, en el Cielo no hay nada que perdonar o curar.
ORACIÓN DEL DÍA:
"Te doy gracias, Padre, por el plan que ideaste para salvarme del infierno que yo mismo fabriqué. No es real. Y Tú me has proporcionado los medios para comprobar su irrealidad. Tengo la llave en mis manos, y he llegado hasta las puertas tras las cuales se halla el fin de los sueños. Me encuentro ante las puertas del Cielo, sin saber si debo entrar y estar en casa. No dejes que hoy siga indeciso. Quiero perdonar todas las cosas y dejar que la creación sea tal como Tú quieres que sea y como es. Quiero recordar que soy Tu Hijo, y que cuando por fin abra las puertas, me olvide de las ilusiones ante la deslumbrante luz de la verdad, conforme Tu recuerdo retorna a mí."
El perdón es la llave de la felicidad, me lleva de la separación a la unidad, del conflicto a la paz, del miedo al amor, del sufrimiento a la felicidad, del infierno al Cielo. Las llaves están siempre en nuestras manos, la decisión es nuestra, elegimos perdonar y cruzamos la puerta que nos conduce a Dios, o permanecemos en este infierno de mundo. Tenemos que elegir entre dos mundos, y no lo podemos hacer solos, pues somos parte de la totalidad, de ahí que avanzamos de la mano de Jesús y todos nuestros hermanos, por lo que terminamos la lección diciendo: "Hermano, perdóname ahora. Vengo a llevarte a casa conmigo. Y según avanzamos, el mundo se une a nosotros en nuestro camino a Dios."
PRACTICA:
Repasa el tema especial de esta sección, titulado "13. ¿Qué es un milagro?" Trate de leer y repetir cuantas veces puedas la idea y la oración del día, y si logras memorizarlas mucho mejor, hazlas tuya, pues es la manera como buscaremos comunicarnos con Dios todos los días; luego guardamos silencio para escuchar Su amorosa respuesta, tal como nos lo dice Jesús a continuación:
"Y ahora aguardamos silenciosamente. Dios está aquí porque esperamos juntos. Estoy seguro de que Él te hablará y de que tú le oirás. Acepta mi confianza, pues es la tuya. Nuestras mentes están unidas. Esperamos con un solo propósito: oír la respuesta de nuestro Padre a nuestra llamada, dejar que nuestros pensamientos se aquieten y encontrar Su paz, para oírle hablar de lo que nosotros somos y para que Él Se revele a Su Hijo." (L- 221.2:1-6)
No te olvides de realizar tus meditaciones cada mañana y cada noche, si puedes dedicarle media hora o más seria excelente, lo mismo que los recordatorios cada hora, y de responder a toda tentación con la idea del día, pero sobretodo que sea una práctica gratificante, pues ahora el tiempo pasa a un segundo plano. Cuando estamos con Dios el tiempo no existe pues estamos con el Señor de la eternidad. Los momentos que le dedicamos a Dios son instantes santos que nos dedicamos a nosotros mismos, a nuestro amor, nuestra paz y nuestra felicidad.