LECCIÓN 353 Mis ojos, mi boca, mis manos y mis pies tienen hoy un solo propósito: estar al servicio de Cristo a fin de que Él pueda utilizarlos para bendecir al mundo con milagros.




Aquí la Introducción a la segunda parte del Libro de Ejercicios de UCDM

LECCIÓN 353

Mis ojos, mi boca, mis manos y mis pies tienen hoy un solo propósito: estar al servicio de Cristo a fin de que Él pueda utilizarlos para bendecir al mundo con milagros.

1. Padre, hoy le entrego a Cristo todo lo que es mío para que Él lo utilice de la manera que sea más beneficiosa para el propósito que comparto con Él. ²Nada es exclusivamente mío, pues Él y yo nos hemos unido en un propósito común. ³De este modo, el aprendizaje casi ha llegado a su señalado final. ⁴Por un tiempo colaboraré con Él en el logro de Su propósito. ⁵Luego me fundiré en mi Identidad y reconoceré que Cristo no es sino mi Ser.




AUDIOS de la Lección 353
de CELEBRANDO EL MILAGRO


Lectura de la Lección 353
A través de Blanca Nivia Morales Contreras.


Ocurrir de la Lección 353
a través de Martin Musarra


Lección 353
comentada por 
Jorge Luis Álvarez Castañeda































LECCIÓN 353

Mis ojos, mi boca, mis manos y mis pies tienen hoy un solo propósito: estar al servicio de Cristo a fin de que Él pueda utilizarlos para bendecir al mundo con milagros.

Comentada por: 
Jorge Luis Álvarez Castañeda

¡Que la paz sea con nosotros hoy!

En estas últimas lecciones Jesús insiste en que tengamos conciencia de nuestra mente recta, de la visión de Cristo, de nuestra impecabilidad, de la importancia de no hacer juicios para no alejarnos del perdón y los milagros. A lo largo de este año de lecciones, Jesús, nos ha hablado de la importancia de corregir nuestra mente de los pensamientos del ego que son los que nos causan dolor y sufrimiento y nos han alejado de la Voluntad de Dios de que seamos felices. Pero para poder realizar esto no lo podemos hacer solos. Necesitamos un Maestro interior, un Guía que nos oriente. Tenemos dos: el Espíritu Santo y Jesús, quienes nos ayudarán a que tengamos la mente recta valiéndonos del perdón y podamos llevar el mensaje de Dios a nuestros hermanos. Para ello podemos valernos del cuerpo que se convierte, así, un medio de comunicación al servicio de Cristo, como nos dice la lección de hoy.

Dice Jesús:

”Padre, hoy le entrego a Cristo todo lo que es mío para que Él lo utilice de la manera que sea más beneficiosa para el propósito que comparto con Él. Nada es exclusivamente mío, pues Él y yo nos hemos unido en un propósito común”.

Para el ego el cuerpo ha sido fundamental hasta el punto que ha logrado que creamos que somos un cuerpo y no Espíritu o mente como la manifestación del espíritu. Así, cuando nos enfermamos creemos que es el cuerpo el que se ha puesto enfermo y no la mente que, con sus pensamientos no amorosos y de ataque hacia nuestros hermanos, hacia nosotros mismos y hacia Dios, hace que esos pensamientos se expresen en un ataque al cuerpo, cumpliéndose así la enseñanza de Jesús de que dar y recibir son lo mismo.

Me pongo al servicio de Cristo. Entrego todo lo que he fabricado con el ego para mantener mi deseo de ser especial y lo pongo a Su servicio.  Cristo, quiere ayudarme a regresar a casa. Este también es mi propósito. Cristo me ayuda a perdonar mi falsa identidad de creer que soy un cuerpo y a recuperar mi Identidad como Hijo de Dios. El cuerpo puede ponerse al servicio de Cristo.

Esta parte la aclara Jesús en la introducción al capítulo 25:

”El Cristo en ti no habita en un cuerpo. Sin embargo, está en ti. De ello se deduce, por lo tanto, que no estás dentro de un cuerpo. Lo que se encuentra dentro de ti no puede estar afuera. Y es cierto que no puedes estar aparte de lo que constituye el centro de tu vida. Lo que te da vida no puede estar alojado en la muerte. De la misma manera en que tú tampoco puedes estarlo… Nadie que lleve a Cristo dentro de sí puede dejar de reconocerlo en ninguna parte. Excepto en cuerpos. Pero mientras alguien crea estar en un cuerpo, Cristo no podrá estar donde él cree estar. Y así, lo llevará consigo sin darse cuenta, pero no lo pondrá de manifiesto. Y de este modo no reconocerá donde se encuentra. El hijo del hombre no es el Cristo resucitado. El Hijo de Dios, no obstante, mora exactamente donde el hijo del hombre está, y camina con él dentro de su santidad, la cual es tan fácil de ver como lo es la manifestación de su deseo de ser especial en su cuerpo”. T-25. intr. 1:1-6, 2: 1-7

Continúa Jesús en la lección:

”De este modo, el aprendizaje casi ha llegado su señalado final. Por un tiempo colaboraré con Él en el logro de Su propósito. Luego me fundiré en mi Identidad y reconoceré que Cristo no es sino mi Ser”.

Todo este año de lecciones han sido la preparación para este momento en el que, Jesús, nos plantea que avancemos hacia el reconocimiento de nuestra Identidad como Hijos de Dios. Esto implica renunciar a la creencia de que somos un cuerpo, de que somos este personaje que hemos fabricado con el ego. Este cuerpo, este personaje, puede cumplir un papel importantísimo en el plan de Dios para la salvación. Se trata de verlo con la visión de Cristo. El cuerpo es neutro. Puede servir a cualquiera de los dos maestros que tenemos en la mente. 

Con relación al tema de que soy.

Nos dice, Jesús, en el tema especial 14. ¿Qué soy?:

”La verdad de lo que somos no es algo de lo que se pueda hablar o describir con palabras. Podemos, sin embargo, darnos cuenta de la función que tenemos aquí, y usar palabras para hablar de ello así como para enseñarlo, si predicamos con el ejemplo”.

El Hijo de Dios, el Ser, el Cristo que soy no se puede describir porque hace parte del Conocimiento, de la Unidad plena en Dios. No hay forma de describir con palabras, que hacen parte de la percepción surgida cuando se da la creencia en la separación de Dios, lo que representa la Unidad como lo es mi condición de Cristo.  Pero puedo valerme de ellas y ponerlas al servicio de la salvación si predico la unidad, el amor, la paz, con mi ejemplo y soy coherente: lo que pienso, sienta, diga y haga, siempre expresará que Dios es mi único objetivo y que mi propósito es perdonar.

Proceso de práctica de la lección

1. Tener momentos con Dios por la mañana y por la noche

Momentos en los cuales se tenga una experiencia con la verdad, es decir, con el reconocimiento de que somos Hijos de Dios, mientras ello nos haga felices. El tiempo utilizado será el que se considere necesario para lograr el objetivo. Podría ser media hora o más. Estos momentos buscan que tengamos o nos acerquemos a tener instantes santos permanentes. Perdonamos, con la Ayuda de Dios, lo que nos esté quitando la paz

Se invoca a Dios. En lugar de palabras sólo necesitamos sentir Su Amor.

Se pide la guía del Espíritu Santo y de Jesús. 

Se lee despacio los temas especiales que acompañan la lección del día. Se reflexiona sobre ellos. Luego, se lee la lección del día.

En tu meditación intenta entrar en  contacto con esa parte de tu mente donde hay paz y amor, tranquilidad, alegría. Es tu mente recta, donde está Cristo, tu Ser.

Mantén la mente quieta, sin palabras, y te olvidas de todo lo que habías creído saber y entender, y te quedas sólo con la sensación y certeza de que estás con Dios.


Espera a Dios. Él llegará y te dará un mensaje de amor y de paz. Pero, esto requiere nuestra disposición a escucharlo tal como lo ha enseñado Jesús en la lección 71:

”Él responderá en la misma medida que tú estés dispuesto a oír Su Voz. No te niegues a oírla. El solo hecho de que estés llevando a cabo los ejercicios demuestra que en cierto modo estás dispuesto a escuchar. Esto es suficiente para que seas acreedor a Su respuesta”. (L-71. 9:7-10)

2. Recordatorios cada hora. 

Cada hora recordaremos a Dios. Invocamos Su Nombre. Recordaremos la lección del día y siempre que nos sintamos tentados a olvidarnos de nuestro objetivo. También perdonaremos con Dios los pensamientos no amorosos que hayamos tenido en esa hora. Pueden ser 2 o tres minutos con los ojos cerrados.

Recuerda que mientras lo haces Cristo permanece a tu lado dándote fortaleza. Luego, siente la quietud y silencio y espera a Dios. 

3. Recordatorios frecuentes de la lección entre horas.

 Ayudan en el entrenamiento de tener siempre presente a Dios. Invocamos a Dios.

4. Respuesta a la tentación.

Invocamos el Nombre de Dios y repetimos la idea del día cuando sintamos que nos estamos olvidando del objetivo de la lección, sintamos que estamos perdiendo nuestra paz y necesitemos perdonar.

Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior y a tener una experiencia directa de la verdad con miras a abandonar el mundo del dolor y adentrarse en la paz. Siempre pidiendo la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús. Y, sin olvidarse de reír porque la Voluntad de Dios, para nosotros, es que tengamos perfecta felicidad.

Muchas, muchísimas, bendiciones.
Jorge Luis Álvarez Castañeda











Kenneth Wapnick 

“Mis ojos, mi boca, mis manos y mis pies tienen hoy un solo propósito: estar al servicio de Cristo a fin de que Él pueda utilizarlos para bendecir al mundo con milagros.”

Lección 353

"Las lecciones 353 y 354 también comparten un tema común: ayudarnos a reconocer la diferencia entre Cristo y el ego. Nos despertamos cada mañana, todavía en el cuerpo, pero ahora con un propósito diferente: hacer que nuestras experiencias cotidianas sean el salón de clases en el cual el Espíritu Santo - aquí el Maestro es Cristo - nos pueda enseñar. Junto con este pensamiento, ambas lecciones nos recuerdan que tenemos que reconocer cuánto apreciamos lo que creemos que es nuestro. No queremos perder nuestra identidad individual - nuestro yo, cuerpo e intereses personales - que creemos son sagrados. Para el ego, por supuesto, «es» sagrado, porque este yo especial preserva la religión de la individualidad.

(1:1-2) «Padre, hoy le entrego a Cristo todo lo que es mío para que Él lo utilice de la manera que sea más beneficiosa para el propósito que comparto con Él. Nada es exclusivamente mío, pues Él y yo nos hemos unido en un propósito común.» 

Todo lo que crees que solo te pertenece a ti es del ego, y por lo tanto ilusorio - un sueño sin realidad. Lo único dentro del sueño que refleja la realidad es el reconocimiento del propósito común. Por lo tanto, una vez atrapado en la definición de ti mismo y tu mundo - nombre, cuerpo, escritorio, ropa, coche, hogar, religión o país - estás en el mundo de la ilusión, que sólo te puede traer dolor. Desde el momento en que abres los ojos por la mañana, por lo tanto, dedica tu día a aprender que apreciar cualquier cosa como tuyo resulta en dolor, y que sólo cuando renuncies a la inversión en ti mismo y en lo que es solamente tuyo, te darás cuenta de lo que es verdaderamente tuyo - el propósito y la identidad que pueden ser compartidos con todos los demás. Todo lo demás es del ego y por tanto no le pertenece a nadie, porque el ego no es nada. Recordemos este pasaje del manual sobre el uso de mentalidad recta del cuerpo:

“Lo que convierte a los maestros de Dios en maestros es su reconocimiento del verdadero propósito del cuerpo. A medida que avanzan en su profesión, se afianzan más y más en la certeza de que la función del cuerpo no es otra que la de permitir que la Voz de Dios hable a través de ellos a otros oídos humanos. Estos oídos llevarán a la mente del oyente mensajes que no son de este mundo, y la mente entenderá debido a su Origen. Como resultado de este entendimiento, este nuevo maestro de Dios reconocerá cuál es el verdadero propósito del cuerpo: la única utilidad que realmente tiene. Esta lección basta para dejar que entre el pensamiento de unidad, y lo que es uno se reconoce como uno.”  (M-12.4:1-5)

(1:3-4) «De este modo, el aprendizaje casi ha llegado a su señalado final. Por un tiempo colaboraré con Él en el logro de Su propósito.» 

Jesús no está diciendo que ahora vayamos a desaparecer en el Corazón de Dios. Este es nuestro objetivo final, sino que nos está diciendo aquí que todavía tenemos trabajo por hacer en el salón de clases de nuestras vidas, en el cual su amor nos enseñará a perdonar.

(1:5) «Luego me fundiré en mi Identidad y reconoceré que Cristo no es sino mi Ser.»

Este es el temor del ego, y el nuestro, quienes nos identificamos con su sistema de pensamiento de separación y especialismo. No queremos perder nuestra identidad como individuos, y es por eso que estamos tan tentados de traer a Jesús y al Espíritu Santo dentro del sueño para que interactúen con nosotros. Al hacer de Ellos figuras del sueño, junto con nosotros, mantenemos intacta nuestra identidad como yoes individuales, reforzada por nuestro juicio continuo de los demás."

~ Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick.

















 

LECCIÓN 353

"Mis ojos, mi boca, mis manos y mis pies tienen hoy un solo propósito: estar al servicio de Cristo a fin de que Él pueda utilizarlos para bendecir al mundo con milagros."

Comentada por:
Oscar Gómez Díez 

En este mundo nada es nuestro, pues este mundo no es nada. Si creemos que algo nos pertenece estamos pensando y actuando desde la lógica del ego. Nuestro único "patrimonio" común en este mundo es el amor y el  perdón, y lo ponemos al servicio de todos, pues soy parte del todo.  
Cuando hemos comprendido que dar es lo mismo que recibir, que es perdonando como nos perdonamos, que es dando amor como lo recibimos, y que todo lo que doy es a mí mismo a quien se lo doy. Entonces procedo a la entrega total de lo que hasta hace poco considerábamos nuestro bien más valioso: el cuerpo. Ya no lo utilizaremos como un instrumento de ataque y separación, sino como un instrumento al servicio del perdón para extender amor. La mejor manera de deshacernos de lo que es nada es ponerlo al servicio de lo que es todo. 

"estar al servicio de Cristo" es cumplir la única función que debemos desempeñar en este mundo: perdonar. Es unir mi  voluntad a la de mi Padre, poniéndome al servicio de Cristo, mi único y verdadero Ser. 

ORACIÓN DEL DÍA:

"Padre, hoy le entrego a Cristo todo lo que es mío para que Él lo utilice de la manera que sea más beneficiosa para el propósito que comparto con Él. Nada es exclusivamente mío, pues Él y yo nos hemos unido en un propósito común. De este modo, el aprendizaje casi ha llegado a su señalado final. Por un tiempo colaboraré con Él en el logro de Su propósito. Luego me fundiré en mi Identidad y reconoceré que Cristo no es sino mi Ser."

La última  parte de la oración nos plantea un tema de mucha importancia. Nuestro propósito final es fundirnos con Cristo, nuestro único Ser, mientras llegamos a esa condición nos ponemos totalmente a disposición de Cristo para bendecir al mundo con milagros. 

PRACTICA:

Repasa el tema especial de esta sección, titulado "14. ¿Qué soy?" Trate de leer y repetir cuantas veces puedas la idea  y la oración del día, y si logras memorizarlas mucho mejor, hazla tuya, pues es la manera como buscaremos comunicarnos con Dios todos los días; luego guardamos silencio para escuchar Su amorosa respuesta, tal como nos lo dice Jesús a continuación:

"Y ahora aguardamos silenciosamente. Dios está aquí porque esperamos juntos. Estoy seguro de que Él te hablará y de que tú le oirás. Acepta mi confianza, pues es la tuya. Nuestras mentes están unidas. Esperamos con un solo propósito: oír la respuesta de nuestro Padre a nuestra llamada, dejar que nuestros pensamientos se aquieten y encontrar Su paz, para oírle hablar de lo que nosotros somos y para que Él Se revele a Su Hijo." (L- 221.2:1-6)

No te olvides de realizar tus meditaciones cada mañana y cada noche, si puedes dedicarle media hora o más seria excelente, lo mismo que los recordatorios cada hora, y de responder a toda tentación con la idea del día, pero sobretodo que sea una práctica gratificante, pues ahora el tiempo pasa a un segundo plano. Cuando estamos con Dios el tiempo no existe pues estamos con el Señor de la eternidad. Los momentos que le dedicamos a Dios son instantes santos que nos dedicamos a nosotros mismos, a nuestro amor, nuestra paz y nuestra felicidad. 
 












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