Aquí la Introducción a la segunda parte del Libro de Ejercicios de UCDM
LECCIÓN 284
Puedo elegir cambiar todos los pensamientos que me causan dolor.
1. Las pérdidas no son pérdidas cuando se perciben correctamente. 2 El dolor es imposible. 3 No hay pesar que tenga causa alguna. 4 Y cualquier clase de sufrimiento no es más que un sueño. 5 Ésta es la verdad, que al principio sólo se dice de boca y luego, después de repetirse muchas veces, se acepta en parte como cierta, pero con muchas reservas. 6 Más tarde se considera seriamente cada vez más y finalmente se acepta como la verdad. 7 Puedo elegir cambiar todos los pensamientos que me causan dolor. 8 Y hoy deseo ir más allá de las palabras y de todas mis reservas, y aceptar plenamente la verdad que reside en ellas.
2. Padre, lo que Tú me has dado no puede hacerme daño, por lo tanto, el sufrimiento y el dolor son imposibles. 2 Que mi confianza en Ti no flaquee hoy. a Que acepte como Tu regalo sólo lo dichoso y, como la verdad, sólo lo que me hace feliz.
AUDIOS de la Lección 284 de CELEBRANDO EL MILAGRO
Lectura de la Lección 284
A través de Mariano Noé
Ocurrir de la Lección 284
a través de Martin Musarra
Lección 284 comentada por
Jorge Luis Álvarez Castañeda
LECCIÓN 284
Puedo elegir cambiar todos los pensamientos que me causan dolor.
Comentada por:
Jorge Luis Álvarez Castañeda
¡Que la paz sea con nosotros hoy!
Jesús, a lo largo de sus enseñanzas, nos ha dicho de la importancia de cambiar los pensamientos, de cambiar nuestra manera de verme y ver el mundo. Mi sufrimiento no viene de afuera sino de mis propios pensamientos, de mis interpretaciones, de lo de afuera. Recientemente, Jesús, nos lo recordó en la lección 281 Nada, excepto mis propios pensamientos, me puede hacer daño.
En el capítulo 6 sección I, Jesús, nos aclara lo mismo:
”Es probable que hayas estado reaccionando durante muchos años como si te estuviesen crucificando. Esta es una marcada tendencia de los que creen estar separados que siempre se niegan a examinar lo que se han hecho a sí mismos. La proyección implica ira, la ira alienta la agresión y la agresión fomenta el miedo”. T-6. I. 3:1-3
Nos crucificamos cuando hacemos cosas que no queremos hacer y las hacemos porque nos sentimos obligados a hacerlo; cuando toleramos maltratos y abusos y no ponemos límites; cuando hacemos sacrificios para que otros hermanos, supuestamente, estén mejor; cuando nos desvalorizamos y no nos sentimos dignos de elogios y merecimientos; etc. Muy seguramente cada uno de nosotros tiene sus particulares ejemplos de crucifixiones.
Jesús, nos habla en el párrafo de que la proyección implica ira. Esto se relaciona con los pensamientos de culpa que guardamos, relacionados con la ancestral culpa de la creencia en la separación de Dios, que actualizamos con nuestras culpas cotidianas. Y esa culpa necesito proyectarla afuera, necesito un chivo expiatorio, un hermano en quien descargarla y a quien hacerlo objeto de mi ira. Y la ira, como nos dice, Jesús, alienta la agresión y esta, el miedo. Y cada vez que entro en este ciclo de ira- agresión – miedo, me sigo crucificando, una y otra vez.
Jesús nos dice en la lección:
”Las pérdidas no son pérdidas cuando se perciben correctamente. El dolor es imposible. No hay pesar que tenga causa alguna”.
¿Qué es lo que pierdo? Como Hijo de Dios no puedo perder nada. Lo tengo todo. Siempre lo he tenido todo. Como Hijo de Dios soy abundante.
Continúa Jesús:
”Y cualquier clase de sufrimiento no es más que un sueño. Ésta es la verdad, que al principio sólo se dice sólo de boca y luego, después de repetirse muchas veces, se acepta en parte como cierta, pero con muchas reservas”.
El Hijo de Dios, el Ser, el Cristo que soy, no puede sufrir. Es sólo en el sueño del ego que existe el sufrimiento. Los sueños siempre son de miedo pero la condición del Hijo de Dios de ser de Amor, expulsa al miedo.
”Puedo elegir cambiar todos los pensamientos que me causan dolor. Y hoy deseo ir más allá de las palabras y de todas mis reservas, y aceptar plenamente la verdad que reside en ellas”.
Esto puede sonar muy bonito de escuchar. Por eso, Jesús, nos llama a comprometernos e ir más allá de las palabras. Se trata de poner en práctica esta enseñanza. De comprobarla. Sólo, de esa manera, surgirán las experiencias de perdón necesarias para aprender a sanar nuestra mente. Si al principio, no sale como esperábamos, pedimos Ayuda divina, nos aquietamos y perdonamos. Las veces que se requiera. Estamos entrenando la mente para pensar con Dios.
La oración de la lección vale la pena que la interioricemos:
”Padre, lo que Tú me has dado no puede hacerme daño, por lo tanto, el sufrimiento y el dolor son imposibles. Que mi confianza en Ti no flaquee hoy. Que acepte como Tu regalo sólo lo dichoso y, como la verdad, sólo lo que me hace feliz”.
Con relación al tema del Espíritu Santo
Jesús, nos dice en el tema especial 7. ¿Qué es el Espíritu Santo?:
”El objetivo de las enseñanzas del Espíritu Santo es precisamente acabar con los sueños. Pues todo sonido e imagen tiene que transformarse de testigo del miedo en testigo del amor”.
Los sueños son ilusiones con las cuales queremos construir nuestros pequeños mundos particulares y separados de nuestros hermanos para satisfacer nuestros deseos de ser especiales. Pero, estos pequeños mundos de relaciones especiales tienen que protegerse de futuros peligros para que subsistan. Lo cual conlleva una gran carga latente de miedo que, en cualquier momento, puede aparecer impidiéndonos disfrutar del amor de nuestros hermanos, al considerarlos como potenciales enemigos de los cuales tenemos que defendernos. La lección de hoy Puedo elegir cambiar todos los pensamientos que me causan dolor está muy a propósito con el tema del papel de los sueños y el miedo. Con la ayuda del Espíritu Santo, puedo superar el miedo y salir de los sueños de sufrimiento y de dolor del ego.
Proceso de práctica de la lección
Tener momentos con Dios por la mañana y por noche
Momentos en los cuales se tenga una experiencia con la verdad, es decir, con el reconocimiento de que somos Hijos de Dios, mientras ello nos haga felices. El tiempo utilizado será el que se considere necesario para lograr el objetivo. Podría ser media hora o más. Estos momentos buscan que tengamos o nos acerquemos a tener instantes santos permanentes. Perdonamos, con la Ayuda de Dios, lo que nos esté quitando la paz.
Se invoca a Dios. En lugar de palabras sólo necesitamos sentir Su Amor.
Se pide la guía del Espíritu Santo y de Jesús.
Se lee despacio los temas especiales que acompañan la lección del día. Se reflexiona sobre ellos. Luego, se lee la lección del día.
En tu meditación intenta entrar en contacto con esa parte de tu mente donde hay paz y amor, tranquilidad, alegría. Es tu mente recta, donde está Cristo, tu Ser.
Mantén la mente quieta, sin palabras, y te olvidas de todo lo que habías creído saber y entender, y te quedas sólo con la sensación y certeza de que estás con Dios.
Espera a Dios. Él llegará y te dará un mensaje de amor y de paz. Pero, esto requiere nuestra disposición a escucharlo tal como lo ha enseñado Jesús en la lección 71:
”Él responderá en la misma medida que tú estés dispuesto a oír Su Voz. No te niegues a oírla. El solo hecho de que estés llevando a cabo los ejercicios demuestra que en cierto modo estás dispuesto a escuchar. Esto es suficiente para que seas acreedor a Su respuesta”. (L-71. 9:7-10)
Recordatorios cada hora.
Cada hora recordaremos a Dios.
Invocamos Su Nombre. Recordaremos la lección del día y siempre que nos sintamos tentados a olvidarnos de nuestro objetivo. También perdonaremos con Dios los pensamientos no amorosos que hayamos tenido en esa hora. Pueden ser 2 o tres minutos con los ojos cerrados.
Recuerda que mientras lo haces Cristo permanece a tu lado dándote fortaleza. Luego, siente la quietud y silencio y espera a Dios.
Recordatorios frecuentes de la lección entre horas.
Ayudan en el entrenamiento de tener siempre presente a Dios. Invocamos a Dios.
Respuesta a la tentación.
Invocamos el Nombre de Dios y repetimos la idea del día cuando sintamos que nos estamos olvidando del objetivo de la lección, sintamos que estamos perdiendo nuestra paz y necesitemos perdonar.
Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior y a tener una experiencia directa de la verdad con miras a abandonar el mundo del dolor y adentrarse en la paz. Siempre pidiendo la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús. Y, sin olvidarse de reír porque la Voluntad de Dios, para nosotros, es que tengamos perfecta felicidad.
Muchas, muchísimas, bendiciones.
Kenneth Wapnick
Viaje x Lecciones UCDM - Lección 284 -
Puedo elegir cambiar todos los pensamientos que me causan dolor.
"Esta es otra lección importante, por su concisa descripción del proceso de aprendizaje de Un Curso de Milagros. El tema de la lección recuerda a la Lección 281: “Nada, excepto mis propios pensamientos, me puede hacer daño.” Esto se desarrolla aún más, haciendo hincapié en el aspecto de la decisión: Dado que estos pensamientos hirientes fueron elegidos por mí, ahora puedo elegir - es decir, decidir - cambiarlos.
(1:1-4) «Las pérdidas no son pérdidas cuando se perciben correctamente. El dolor es imposible. No hay pesar que tenga causa alguna. Y cualquier clase de sufrimiento no es más que un sueño.»
La pérdida, la aflicción, el dolor y el sufrimiento son una invención. Como vimos en la lección 187, podemos reírnos de la enfermedad, el hambre, la pobreza, y la muerte. Nos reímos, no porque nos estemos burlando de nosotros mismos o de otros que sufren, sino por la tontería de creer que una parte de Dios podría apartarse de Él y por lo tanto sufrir. Nuestra risa gentil refleja la expiación que dice que la separación nunca ocurrió, y es importante reconocer nuestra profunda inversión en el dolor y el sufrimiento, porque esto demuestra que tenemos razón y que Jesús nos ha mentido. Su respuesta, sin embargo, es que en el fondo no creemos esto, y ahora describe el proceso de nuestra llegada a esta verdad:
(1:5-6) «Ésta es la verdad, que al principio sólo se dice de boca, y luego, después de repetirse muchas veces, se acepta en parte como cierta, pero con muchas reservas. Más tarde se considera seriamente cada vez más y finalmente se acepta como la verdad.»
Jesús traza el curso del proceso de cada estudiante. Primero leemos las palabras y las decimos una y otra vez, luchando por entenderlas. Seguidamente, intentamos aceptar su verdad - tal vez son verdad, pero no todo el tiempo - e incluso si creemos intelectualmente que son verdaderas, nuestra vidas cotidianas ciertamente no demuestran esa creencia. Sin embargo, Jesús entiende que no vamos a aceptar esto de inmediato, ya que es un proceso que abarca muchos, muchos años, y no simplemente días o meses. De hecho, la verdad del Curso va directamente contra todo lo que creemos y defendemos como entidades separadas. Por lo tanto, se necesita mucho tiempo y trabajo duro para admitir con gratitud -aunque sea a regañadientes al principio- que estábamos equivocados acerca de todo, especialmente con la persona que creemos que vemos en el espejo de nuestro cuarto de baño todas las mañanas. Cuando finalmente aceptamos nuestro error - y Jesús no quiere decir mera aceptación intelectual - estamos en el mundo real, porque hemos aprendido todo lo que nuestro maestro puede enseñarnos.
Ahora Jesús vuelve al mensaje de la lección:
(1:7-8) «Puedo elegir cambiar todos los pensamientos que me causan dolor. Y hoy deseo ir más allá de las palabras y de todas mis reservas, y aceptar plenamente la verdad que reside en ellas.»
Reconociendo nuestro miedo, Jesús nos pide que practiquemos con este pensamiento, porque la verdad es aterradora para nuestros egos separados. Una vez más, él no espera que aceptemos su lección sin reservas, pero nos está pidiendo nuestra pequeña dosis de buena voluntad de ser enseñados.
(2) «Padre, lo que Tú me has dado no puede hacerme daño, por lo tanto, el sufrimiento y el dolor son imposibles. Que mi confianza en Ti no flaquee hoy. Que acepte como Tu regalo únicamente aquello que produce felicidad y que acepte como la verdad únicamente aquello que me hace feliz.»
El regalo de Dios es el principio de la Expiación - Su Amor permanece intacto, y nosotros, Su Hijo, somos curados y restaurados a la conciencia de nuestra plenitud."
Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick.
LECCIÓN 284
"Puedo elegir cambiar todos los pensamientos que me causan dolor."
Comentada por:
Oscar Gómez Díez
La sanación es un proceso en el que interviene mi voluntad de cambiar todo aquello que me hace sufrir.
Creemos vivir en un mundo gobernado por la percepción. El Curso nos enseña que sólo podemos percibir de dos maneras.
1. De forma incorrecta, bajo la guía del ego.
2. De forma correcta, bajo la guía del Espíritu Santo.
De tal manera que, "Las pérdidas no son pérdidas cuando se perciben correctamente." debemos elegir con que maestro queremos percibir. Si percibimos con la guía del Espíritu Santo sabremos que lo que parece que perdemos no es real, y que lo que es real en nosotros jamás se puede perder, pues es eterno.
Este es un mundo de carencias, nos movemos en función de obtener las cosas, recursos o relaciones que creemos que nos faltan y que si los obtenemos nos completan. Más es una trampa del ego. Pues en este mundo difícilmente nos sentiremos satisfechos y completos, pues el sentido de la carencia es una de las características de este mundo, la plenitud la perdimos tras la separación, y se nos convierte en una utopía, un deseo incesante de completarnos a través de relaciones o cosas. La plenitud la recuperamos cuando restablezcamos la consciencia de que lo tenemos todo, y disponemos de todo, y nada nos fue negado, pues fuimos creados a semejanza de Dios, y nuestro poder y gloria no tienen límites.
En este mundo, la sensación de carencia nos lleva a pensar que lo que nos da seguridad es obtener, conservar, acumular, sentirnos dueños de lo que tenemos. Nos volvemos propietarios físicos o simbólicos. Me identifico con lo que creo tener, lo considero mío. Surgen los apegos, resultado de la dinámica de ganar y perder. Cuando perdernos, más allá de la pérdida física de un objeto, dinero o relación, la mayor pérdida es el apego de aquello con lo que nos habíamos identificado. La pérdida de algo o alguien nos hace sufrir, pues creemos que se nos ha arrebatado lo que nos pertenece. El apego se ha instalado en nuestra mente, y el dolor por la pérdida será inevitable. Pero todo ello no es más que una trampa de nuestro ego. "El dolor es imposible. No hay pesar que tenga causa alguna."
Todo aquello que parece acontecernos afuera no es más que nuestra propia proyección mental. Así que no tengo que resolver nada afuera, no tengo que culpar a nadie por el dolor y la perdida que creo sufrir, solo tengo que cambiar mis propios pensamientos de culpa, dolor, pérdida, por pensamientos de perdón, amor y paz, y todo sufrimiento habrá desaparecido pues "cualquier clase de sufrimiento no es más que un sueño."
"EL APRENDIZAJE CÓMO PROCESO"
Un Curso de Milagros se auto define como un entrenamiento mental. Pues busca invertir nuestra forma de pensar en este mundo. Y sabe que ese propósito no se va a lograr de la noche a la mañana, pues el sistema de pensamiento del ego está instalado en nuestra consciencia desde que parece que nacemos en esta mundo hasta que morimos. Nos creemos que somos cuerpos, que tenemos carencias y que sufrimos por las perdidas que creemos experimentar. Eso es lo que llamamos realidad, y el Curso se propone demostrarnos que eso no es nuestra realidad, que es una ilusión que ha fabricado nuestra mente. Así que cambiar nuestra manera de pensar se nos puede convertir en la tarea de toda nuestra vida, la única tarea y el único aprendizaje que vale la pena realizar en este mundo. En esta lección se nos explica que nuestro aprendizaje puede pasar por varias etapas que nos llevan de la ilusión a nuestra verdad eterna, pero primero debemos reconocer que estamos viviendo un sueño:
1. Incredulidad.
Del escepticismo a una aceptación sin convicción. "Ésta es la verdad, que al principio sólo se dice de boca" me digo, que este mundo es una ilusión, pero en mi actividad diaria le doy realidad a la ilusión. No hay nada de coherencia en mi. En el fondo no le creo al Curso que este mundo no es real. Repito las lecciones sin mucha convicción interna. De ahí que la introducción del libro de ejercicios nos pide que simplemente hagamos los ejercicios, así no los comprendamos o no los aceptemos plenamente, Jesús sabe de nuestras resistencias. De hecho muchos queremos abandonar el Curso en las primeras lecciones.
2. Expectativa condicionada.
El Curso tiene una metodología de explicación de cada lección y de repetición frecuente de las ideas del día, que como una gota de agua sobre una roca la va horadando día tras día. "y luego, después de repetirse muchas veces, se acepta en parte como cierta, pero con muchas reservas,"
3. Verificación de las experiencias de aprendizaje.
"Más tarde se considera seriamente cada vez más." La puesta a prueba del perdón que el Curso nos enseña y las practicas diarias. Sólo cuando comprobamos que el perdón funciona, que los ejercicios diarios comienzan a generarnos paz y tranquilidad, empezamos a creer y a confiar en las enseñanzas del Curso.
4. Abrazamos la práctica como la verdad.
Ya el Curso y todas sus enseñanzas se han instalado en nuestra consciencia, se han convertido en la brújula de nuestra vida, aceptamos e invocamos a todo momento la guía del Espíritu Santo, todo lo perdonamos, y todo lo contemplamos desde nuestro amor y nuestra paz. "y finalmente se acepta como la verdad." Hemos logrado revertir en gran medida el sistema de pensamiento del ego al sistema de pensamiento del Espíritu Santo. Ya sólo consideramos que sólo el amor es real, que sólo el amor es verdad, y el amor se convierte en nuestro único criterio para determinar que es verdad y que no lo es. Todo lo que no sea amoroso, lo consideramos irreal, ilusorio y lo perdonamos. El amor y la verdad comienzan a gobernar nuestras vidas. Llegar a este nivel el Curso lo denomina el "mundo real" en sustitución del mundo ilusorio que conocíamos antes de iniciar nuestro aprendizaje con el Curso.
5. Convicción.
Llegado a este nivel, no será difícil afirmar: "Puedo elegir cambiar todos los pensamientos que me causan dolor."
6. Aceptación y entrega.
Llega el momento en que me entrego completamente a la guía del Espíritu Santo, busco aquietarme, y en mi silencio me propongo "ir más allá de las palabras y de todas mis reservas, y aceptar plenamente la verdad que reside en ellas." he abrazado la verdad y siento como la verdad me ha abrazado.
6. Confianza y gratitud.
El amor se ha encontrado con el Amor. El miedo ha pasado a un segundo plano, pues se que la voluntad de Dios para mí es perfecta felicidad, la confianza en Dios es absoluta, solo escucho Su Voz, y doy gracias por los regalos de mi Padre.
ORACIÓN DEL DÍA:
"Padre, lo que Tú me has dado no puede hacerme daño, por lo tanto, el sufrimiento y el dolor son imposibles. Que mi confianza en Ti no flaquee hoy. Que acepte como Tu regalo sólo lo dichoso y, como la verdad, sólo lo que me hace feliz."
PRACTICA:
Repasa el tema especial de esta sección, titulado "7. ¿Qué es el Espíritu Santo?" Trate de leer y repetir cuantas veces puedas la idea y la oración del día, y si logras memorizarlas mucho mejor, hazlas tuya, pues es la manera como buscaremos comunicarnos con Dios todos los días; luego guardamos silencio para escuchar Su amorosa respuesta, tal como nos lo dice Jesús a continuación:
"Y ahora aguardamos silenciosamente. Dios está aquí porque esperamos juntos. Estoy seguro de que Él te hablará y de que tú le oirás. Acepta mi confianza, pues es la tuya. Nuestras mentes están unidas. Esperamos con un solo propósito: oír la respuesta de nuestro Padre a nuestra llamada, dejar que nuestros pensamientos se aquieten y encontrar Su paz, para oírle hablar de lo que nosotros somos y para que Él Se revele a Su Hijo." (L- 221.2:1-6)
No te olvides de realizar tus meditaciones cada mañana y cada noche, si puedes dedicarle media hora o más seria excelente, lo mismo que los recordatorios cada hora, y de responder a toda tentación con la idea del día, pero sobretodo que sea una práctica gratificante, pues ahora el tiempo pasa a un segundo plano. Cuando estamos con Dios el tiempo no existe pues estamos con el Señor de la eternidad. Los momentos que le dedicamos a Dios son instantes santos que nos dedicamos a nosotros mismos, a nuestro amor, nuestra paz y nuestra felicidad.
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